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MARÍA JESÚS ECHEVARRÍA
(1932-1963)
escritora sin fronteras
Edición:
Julio Tamayo
cinelacion@yahoo.es
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3
ÍNDICE
1- INTRODUCCIÓN……………………………………………………………..5
-“Elegía por una escritora” Tomás Salvador….…………....………………...5
-“Escritora sin fronteras” Julio Tamayo…………………............……...……7
2- BIOGRAFÍA………………………………………………………………….11
3- OBRA………………………………………………………………………....13
-Literaria…………………….…………………….……………………….....13
-Prensa….……..……………….….…..….…..………………..……………..13
-Traducciones……………….………..……….………………………..…….15
4- ENTREVISTAS…………………………………………………...………….17
-Pueblo (27-06-1958)......................................................................................17
-La Vanguardia (08-12-1959)……….…….………….…….…….…………..19
-La Hora (diciembre 1959)………………..…….………….…….………..…21
-El Español (20-26 diciembre 1959)…………………..…………..…………23
-Gaceta Ilustrada (26-12-1959)………………..……..……..…….……..…..35
-La Estafeta Literaria (15-02-1960).................................................................41
-Pueblo (01-01-1963).......................................................................................45
-Pueblo (24-01-1963).......................................................................................47
5- CRÍTICAS..…………………………………………………………………...49
“Niña distinta” (1954)….…….………..……..………………..………….....49
-Laura Rivas Arranz…….…….………….………..………….……….….51
-Julio Tamayo……………………………………………….............….....53
“Las medias palabras” (1959)……..………………………………………...55
-E.P…..…………..………………………..………..………………….….57
-R.C.P...........................................................................................................59
-Julio Tamayo..………………............……………………………….…...61
4
“Poemas de la ciudad” (1960)…………..…………..………………..……...63
-ABC…………..…….………..…..….…………..…..….………….……..65
-Julio Tamayo……………………………............………………………..67
“La sonrisa y la hormiga” (1962)…………..…………………………….….69
-ABC……….…..…………………..……….……………….………..…...71
-Emilio Merino…………………………………………………..………..73
-La Vanguardia……………….……………………….……………….….75
-Rafael Laffón…………..…………..…….……..……..…………….…...77
-Julio Tamayo………............…………………………………….……….79
“Pasteur” (1963)…………..…….…….…….……………….…….………...81
-Julio Tamayo…............………………………………………...………...83
6- TEXTOS………………………………………………………………….…...85
-Fin de curso norteamericano (1954) (artículo)……..………..……………...85
-Niña distinta (1954) (cuento)…….......….…….….…….……………..…….99
-Victorino Echevarría, Premio Nacional de Música (1956) (artículo)…..….125
-Diálogo íntimo con Carmen Laforet (1956) (entrevista)..............................133
-La mujer y lo universitario (1958) (artículo)................................................143
-Poemas de la ciudad (1960) (poemario)………..….…..…..….…..….…....145
-Selección de frases……................................................................…………...173
7- CARTAS……………………………………………………………………..175
-A Concha Lagos (1959)………..…..……..……..……..……..……...……..175
-A Miguel Delibes (1960)………..…..……..…….……..……..……..……..177
5
AL LEER UNA NOTICIA
ELEGÍA POR UNA ESCRITORA
En la radiante mañana de agosto, el escritor lee el periódico. Ha llegado a ser
alérgico a las noticias grandes y prefiere las pequeñas, las cotidianas de la ciudad,
donde siempre el recuerdo se orienta hacia nombres y parajes conocidos. De
pronto, la noticia esquemática, casi brutal: "Muere repentinamente en Madrid la
escritora María Jesús Echevarría". Y siguen datos de filiación bibliográfica. Poca
cosa, porque María Jesús Echevarría era muy joven y apenas había publicado dos
novelas y un libro de versos. Como periodista, su precocidad le hacía aparecer
más antigua. Pero sólo tenía treinta y un años. Escribía, desde los quince, sobre
todo para el periódico. Formó en el equipo del primer "El Español" y "La Estafeta
Literaria". Esta semana mismo, una gran revista barcelonesa publica un magnífico
reportaje suyo.
Se me hace difícil escribir sobre María Jesús Echevarría. Sobre el traumatismo
de una muerte joven e inesperada, gravita cierto remordimiento. María Jesús
Echevarría había estado en Barcelona hacía poco y, verdaderamente, yo no le
había prestado mucha atención, incluso evitaba que me hiciera confidente de sus
calamidades. Una editorial para la que trabajaba había puesto la proa de su
encargado a los trabajos de traducción de la escritora. María Jesús Echevarría se
encontraba falta de uno de sus medios de vida. Por si era poco, tenía un par de
libros terminados que no sabía dónde colocar, en el eterno calvario del escritor.
No obstante, María Jesús Echevarría no era una desconocida. Sus trabajos
periodísticos eran muy brillantes —cuando menos en su primera época, cuando
estaba libre de problemas sentimentales— y si el Premio "Elisenda de Montcada"
la había descubierto hace unos años al premiar su novela "Las medias palabras",
yo la había confirmado eligiendo su libro "La sonrisa y la hormiga" como una de
las "Selecciones Lengua Española".
María Jesús Echevarría, a sus treinta años, era un tipo humano de fábula, de
imposible clasificación. Imposible, porque era imprevisible. Pequeña, corta de
vista, de habla pausada, casi inaprensible, era dueña de un portentoso despiste.
Nunca se acordaba de acudir a una cita, o se quedaba dormida en el hotel o había
anotado dos horas más tarde. Hacerle un encargo era exponerse a que lo
cumpliera quince días más tarde. Contraía deudas con la inconsciencia de un
chiquillo y luego no se acordaba de ellas. Tenía una cultura magnífica y bien
digerida, un desprecio absoluto por los convencionalismos y una indulgencia total
para las faltas ajenas. Hacía tiempo que había roto con su familia y no deja de ser
una muestra de ironía el que los periódicos citen, entre sus merecimientos, que era
hija del director de la Banda Municipal de Madrid.
Su vida sentimental era tan despistada como su desorden vital. Era muy difícil
calibrar sus sentimientos en este aspecto, porque María Jesús Echevarría, poco
dada al dramatismo, utilizaba el mismo tono de voz, neutro y distante, para hablar
de cosas tremendas y de cosas insignificantes. No se quejaba, exponía
simplemente.
6
Había fracasado sentimentalmente, pero estaba consciente de la culpa que le
pertenecía. No se perdía en jeremiadas. Afrontaba la situación con extraño valor,
casi indiferencia, en una persona tan feble, casi insignificante. Hacía poco había
tenido un hijo y luchaba por él, de la misma forma callada y sin efectismos.
Era muy trabajadora. Cuando menos, es deducible de su extenso repertorio
literario, incluyendo sus trabajos periodísticos y las novelas en espera. Había
viajado mucho y su novela "La sonrisa y la hormiga" era un resumen de sus
experiencias americanas. Sus temas preferentemente juveniles. La novela aludida
era la primera de una trilogía, donde pensaba explayar el problema de la
incomprensión en las colectividades. Había comenzado por una universidad
norteamericana, tenía escrito el de una comunidad artística en París y pensaba
rematarlo con el equivalente español.
Cuando muere un escritor joven, y este año son dos: Manuel San Martín y
María Jesús Echevarría, duele doblemente esta frustración. Es tan difícil la lucha
literaria en España, que si se logra sobresalir, como lo consiguieron los dos
citados, puede apostarse por su auténtico valor. Ambos, efectivamente, eran
grandes valores en cierne, con ese distintivo común a gran parte de nuestros
escritores jóvenes: el periodismo. Por lo que respecta a María Jesús Echevarría,
estoy seguro de su calidad. Lo que me duele es algo que cuesta definir, que podría
ser lo siguiente. Con los jóvenes, los prematuros y precoces, andamos cautos en
conceder laureles y reconocimientos: "Hay tiempo", pensamos. Y así nos
sobornamos cuando es preciso tender una mano o hacer un elogio. Y luego resulta
que no, que no hay tiempo, que la muerte no lo mide como nosotros y que nos
encontramos de repente con un hueco en el corazón. Regateamos méritos a los
jóvenes, para dárselos a ilustres figurones que ni siquiera escriben una línea o la
escriben para hablarnos del Tíber y los cardenales del setecientos; es decir, de
cosas que no nos interesan.
Cierto, llevé a María Jesús a "Selecciones" y unos cuantos miles de pesetas a su
depauperada bolsa de escritora. Pero no estoy contento. Sospecho que su última
visita a Barcelona, hace un mes escaso, tenía importancia para ella: buscaba algo
o quería quitarse algo de encima. Me temo que tanto yo como los demás no
comprendimos su urgencia, la importancia de sus problemas, posiblemente
porque ella no sabía dramatizar. Dios quiera que la noticia "muerte repentina" no
encubra el piadoso eufemismo de siempre. María Jesús Echevarría era joven, muy
joven, y aunque llevaba la vida como una vela encendida por las dos
extremidades, tenía por delante mucho trabajo y mucho afán de escritor.
Barcelona, la ciudad que en dos libros le dio dos premios, la había adoptado.
Literariamente era nuestra.
Descanse en paz. Su fabuloso despiste no equivocará a Dios. Tenía inteligencia
de adulto en corazón de niño. Tenía el prejuicio de no tener prejuicios y en
consecuencia carecía de una línea. Pero era, esencialmente, bondadosa y sencilla.
No podía ser otra cosa que escritora y lo era desde que supo las primeras letras.
Descanse en paz la joven escritora, la amiga que vivía en otro planeta.
Tomás Salvador – La Vanguardia 22-08-1963
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MARÍA JESÚS ECHEVARRÍA, ESCRITORA SIN FRONTERAS
Los dos premios literarios comerciales más conocidos en España son el Planeta
y el Nadal, y en su momento de mayor prestigio, los años 40, 50 y 60,
compitieron con otros tres premios bastante menos populares, si bien más
ambiciosos a nivel cultural, divulgativo. Los premios de novela corta Café Gijón
(1950-actualidad) y Sésamo (1956-1991), en un país en el que las novelas cortas
y los cuentos apenas son considerados literatura, y el prácticamente desconocido
Elisenda de Montcada (1953-1968), que tenía como particularidad el hecho de
que todos los miembros del jurado eran mujeres, algo muy excepcional en la
España machista de la época, hablamos de los años 50, de una dictadura. Y no
solo eso, el propio premio estaba auspiciado por una mujer, la fundadora de la
revista Garbo (también de la revista Cristal y subdirectora durante 5 años de
Fotogramas, fundada por su marido, el crítico de cine Antonio Nadal-Rodó, la
revista Garbo también patrocinaba el premio Café Gijón), María Fernanda Gañán
(1918-2012) (que también creó la editorial Garbo para dar salida a las novelas
premiadas y otros libros principalmente de mujeres, allí se publicó por primera
vez en 1955 el diario de Ana Frank, bajo el título de “Las habitaciones de atrás”),
que se inspiró en el premio literario francés Fémina, la versión femenina del
prestigioso Goncourt. La principal diferencia con el premio francés es que el
Elisenda de Montcada, reina consorte de la Corona de Aragón que fue mecenas
cultural en su época, el siglo XIV, es que aquí no había restricción de género a la
hora de presentar novelas (más de 90 por edición), podían hacerlo tanto mujeres
como hombres, si bien en los siete primeros años solo se premió a un hombre,
Juan José Poblador (“Pensión”), hecho singular que se dio la vuelta por completo
ya que en los nueve siguientes no se volvió a premiar a ninguna mujer.
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PREMIO ELISENDA DE MONTCADA
1953- “Las oscuras raíces” Carmen Conde
1954- “Efun” Liberata Masoliver
1955- “Cuerpo sin sombra” Eva Martínez Carmona de Casado
1956- “Las siete muchachas del Liceo” Mercedes Rubio
1957- “Pensión” Juan José Poblador
1958- “Vísperas del odio” Concha Castroviejo
1959- “Las medias palabras” María Jesús Echevarría
1960- “Eleuterio” Félix Valtueña
1961- “Carta a nadie” Jaime Moncada Mercadal
1962- “Confesión de parte” José Gerardo Manrique
1963- “El gran sapo” Lauro Olmo
1964- “La verdadera patria” Federico López Pereira
1965- “Los inicuos” José María Aragonés
1966- “El otro bando” Manuel Ferrand
1967- “La huelga” Mauro Muñiz
1968- “Inadaptado” José María Prim
La nómina del jurado no podía ser más prestigiosa, en su primera edición,
además de la fundadora, estaban Ana María Matute (en la segunda edición su
novela favorita fue “La casa gris” de Josefina Rodríguez), la poeta Susana March
y Víctor Catalá, seudónimo de la escritora catalana Caterina Albert. En las
siguientes además de la habitual Carmen Laforet (“Nada”) (posteriormente amiga
íntima de M.ª Jesús Echevarría), también estuvieron Carmen Conde, que ganó la
primera edición con “Las oscuras raíces”, Aurora Díaz-Plaja, María Rosa Cajal,
Eva Martínez Carmona, ganadora de la edición de 1955 con “Cuerpo sin sombra”
y Consuelo Burel. El premio se concedía a finales de año, el 8 de diciembre,
festividad de la Inmaculada Concepción, en Barcelona, en diferentes hoteles, el
Avenida Palace, el Colón, el Ritz, con una cena de ambiente medieval, como una
especie de aperitivo del Nadal, y con una dotación de 25.000 pesetas,
posteriormente 75.000, y en su última edición (1968) 100.000, una cifra muy
respetable para la época. Obviamente el premio no llegó a cuajar del todo, no
tenía el respaldo de una gran editorial, las cifras de ventas de los premiados
fueron muy reducidas, la tirada del libro de M.ª Jesús Echevarría fue de 3.500
ejemplares (su segundo libro publicado “La sonrisa y la hormiga” (1962) todavía
tuvo una tirada más reducida, 3.000 ejemplares), y desapareció del mapa como
muchos otros premios sin dejar apenas huella ni recuerdo.
9
En España publicar en una gran editorial (Destino, Plaza & Janés, Planeta,
Anagrama) siempre a sido muy difícil, sin el respaldo de un premio literario
mediático (Planeta, Nadal) casi imposible. Ganarlo, o ser finalista, te garantiza la
publicación y un puñado de lectores, poco más. El prestigio, repercusión, de los
premios literarios en España está bajo mínimos, es equiparable a Eurovisión, la
tumba de los representantes españoles. De los casi 75 años de historia del premio
Nadal solo hay tres novelas destacables, sobresalientes, seminales, “Nada” (1944)
de Carmen Laforet, “Cinco sombras” (1946) de Eulalia Galvarriato y “Entre
visillos” (1957) de Carmen Martín Gaite, no casualmente las tres mujeres, sin
ellas, más Ana María Matute y Miguel Delibes, la literatura española de
posguerra hubiera sido casi un páramo, lo que es ahora. Un boom de la literatura
escrita por mujeres que no se ha vuelto a repetir, no incluyo la novela comercial,
de género, los best-sellers, hablo de literatura de calidad. Luego conclusión, ganar
un premio literario en España no es garantía de nada, ni de calidad, ni de
visibilidad, ni de continuidad, acceso, a una gran editorial, que se lo digan a
María Jesús Echevarría, que ganó con “Las medias palabras” el tercer Premio más
importante de la época, el hoy desconocido Elisenda de Montcada, y no la sirvió
absolutamente de nada, apenas si se distribuyó, leyó, era demasiado osado,
moderno, para la época.
Todo este largo preámbulo para poner en contexto el premio por el que la
periodista y escritora María Jesús Echevarría salió del anonimato literario, como
periodista ya era bastante conocida, reconocida, a pesar de su juventud, comenzó
a colaborar en revistas y periódicos con 15 años.
Julio Tamayo
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BIOGRAFÍA
María Jesús Echevarría Hernández
Escritora y periodista española, nace en el Madrid viejo, calle Cardenal
Cisneros (después viviría en la calle Florestán Aguilar, en el barrio Buenavista,
entre Ventas y Salamanca) el 29 de septiembre de 1932. Hija de familia de
orígenes humildes, los abuelos eran peones ferroviarios. Su madre Pilar
Hernández nació en León y su padre Victorino Echevarría, nacido en Palencia, era
compositor, catedrático de Armonía en el Conservatorio y director de la Banda
Municipal de Madrid. Estudia el Bachillerato en el Instituto “Lope de Vega”,
donde escribe su primer cuento “Un día en Toledo”. Al mismo tiempo estudia
piano, y sobre todo violín, su instrumento favorito, en el Conservatorio. Ingresa
en 1948 en la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid, la Central (UCM),
licenciándose en la sección de Historia con Premio Extraordinario,
posteriormente se doctoró. Gracias a su dominio del francés y del inglés consigue
una beca para estudiar en la prestigiosa universidad francesa de La Sorbona
(París), y de ahí pasa a los Estados Unidos, también becada, por una filial de la
Columbia, la Russell Sage College, un colegio femenino, feminista, de Nueva
York. Escribe poemas en las revistas “Umbral” y “Ágora”, con veinte años
redacta la novela corta “El loco”. Se casa con Eloy Benito Ruano, profesor de
Historia de la Universidad Central (luego catedrático de Historia Medieval),
tienen una hija que muere al poco tiempo. Es descubierta por Juan Aparicio en las
“Rondas de Entrevistadores” de “El Español”, y comienza a colaborar con el
semanario en 1953, colaboración que durará más de 10 años, con interrupciones
por enfermedades y viajes, y donde publica infinidad de artículos, reportajes, y
entrevistas, además de algún cuento, “Niña distinta” (1954). Durante los años 60
se convierte en su corresponsal en los Estados Unidos. Habitual de las tertulias
literarias madrileñas, en las que coincidió con Lauro Olmo, Jorge Campos y
Francisco Candel entre muchos otros (incluso con Buñuel: “Luis Buñuel charlaba
con María Jesús Echevarría, y los modistas, Vargas y Ochagavía.” (Cóctel de
inauguración, con exposición de dibujos de Benjamín Palencia, de la galería
GRIN-GHO, de José García-Zozaya, Pueblo 14-12-1962)), y habitual del Ateneo,
del que es socia (n.º 1456), con interrupciones, desde 1949 a 1960. También
colabora en la “La Estafeta Literaria” y en “La Hora”. En 1959 obtiene el Premio
“Elisenda de Montcada” por la novela “Las medias palabras”. Por esa misma
época tiene el proyecto de publicar conjuntamente dos novelas cortas, “El
muñeco de paja” (presentada al Premio Ateneo de Valladolid de novela corta de
1960) y “El constructor de tiovivos”, cosa que al final no sucede. En 1960 es
finalista del Premio Sésamo de novela corta por “La tarima de los sueños”. En
1961 publica el libro de poemas “Poemas de la ciudad”. Queda finalista en 1962
del XI Premio Planeta con la novela “Ayer fuimos gigantes”. Gana en 1962 el
Premio “Selecciones Plaza y Janés”, 50.000 pesetas, por su novela “La sonrisa y
la hormiga”, escrita en 1955. Nace en Barcelona su hijo Sergio (renombrado por
los abuelos Jesús María en homenaje a su madre). Realiza entre 1962 y 1963
varias traducciones de ensayos para las editoriales Argos y Noguer. Publica en
1963 la biografía novelada de Pasteur. Muere el 16 de agosto de 1963.
12
Con Pío Baroja
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OBRA LITERARIA
Años 40- “Un día en Toledo” (su primer cuento escrito cuando era bachiller)
1951- “El loco” (novela) (inédita)
1954- “Niña distinta” (cuento)
1960- “Las medias palabras” (novela)
1960- “El muñeco de paja” (novela) (finalista Premio Ateneo de Valladolid)
(inédita). [Un extracto del libro fue leído el 10 de mayo de 1960 en la tertulia literaria del
Instituto de Cultura Hispánica, con la presentación de su amiga la escritora Carmen Laforet:
https://mega.nz/file/3mRTnYaa#PxZvjZA6605tiRzLMSjPXrgiYD1u23G-KXEuryVTvY8]
1960- “La tarima de los sueños” (novela) (finalista Premio Sésamo) (inédita)
1961- “Poemas de la ciudad” (poesía)
(más poemas sueltos en revistas “Ágora” y “Umbral”)
1962- “Ayer fuimos gigantes” (novela) (finalista XI Premio Planeta) (inédita)
1962- “El constructor de tiovivos” (novela) (inédita)
1962- “La sonrisa y la hormiga” (novela) (escrita en 1955)
1963- “Pasteur” (biografía novelada)
Lista no exhaustiva de trabajos para el semanario “El Español”
293 (1954)- “Fin de curso norteamericano” (Impresiones directas de la vida del
estudiante estadounidense)
299- “Vértigo y pericia a 8.661 metros de altura” (Una información detalladísima
de la conquista del “Rey del Himalaya”)
300 - “Niña distinta” (Cuento)
304 - “Sommerset Maugham” (Entrevista)
312 - “Buffalo Bill, visto por su sobrino” (Mr. Coddy cuenta recuerdos del héroe
del Oeste Americano)
313 -”Sorpresa en el Quai d´Orsay” (Astier de la Vigerie, un aristócrata francés,
al servicio de la URSS)
316 - “Cambia la mujer, cambia España” (De Norte a Sur y de Este a Oeste, un
nuevo ritmo en la vida femenina. Reportaje desde Asturias, una serie de trabajos
sobre la evolución de la mujer en las distintas regiones españolas)
324- “El nuevo embajador italiano en Madrid”
326 (1955)- “Ataulfo Argenta y la música” (Entrevista con el famoso director de
orquesta)
327 - “Técnicas del apostolado” (Entrevista con el Excmo. y Rvdmo. señor
Obispo de San Sebastián)
329 - “Todo lo que fructifica es bueno” (Charla con el Excmo. señor Don Luis
Almarcha, obispo de León)
14
330- “Doctor Lauzurica, arzobispo de Oviedo” (La vida y la obra de un hombre
de la Iglesia)
332- “Guitarras y acordeones en una playa mediterránea” (Reportaje sobre el
Primer Certamen Nacional de Habaneras)
343- “En el espíritu de los tiempos” (Conventos de clausura que se adaptan a las
nuevas normas)
346- “Festivales al aire y al sol de España” (Veintiuna provincias montan sus
escenarios cara al pueblo)
348- “Montilla se viste de luces” (Un pueblo andaluz que sabe trabajar y
divertirse)
350- “En Chinchón toreará Cantinflas” (Un pueblo castellano que es un gran coso
taurino)
366- “Entrevista con el embajador de Arabia Saudí” (Midhat Cheij El-Ard habla
de su país)
367- “La abadesa de las Huelgas, abadesa general del Císter”
371- “Entrevista con Noel Clarasó”
372- “La Escuela de Funcionarios Internacionales”
374 (1956) - “Victorino Echevarría, Premio Nacional de Música” (Entrevista con
su padre)
379- “Ginés Liébana, peregrino del arte” (Entrevista con el pintor cordobés)
380- “Diálogo íntimo con Carmen Laforet” (Una entrevista con la autora de “La
mujer nueva”)
382- “El niño Manuel Macarro regresa a España”
383 - “María Isabel Verdejo, premio extraordinario de cirugía” (Entrevista con la
nueva doctora)
386- “El héroe del Alcázar vuelve a Toledo” (Entrevista con Mr. Coles)
396 - “Congreso de la Interpol en Viena” (La Policía secreta de cincuenta y siete
países, conectados por radio)
397 - “Escándalo y drogas” (Cineastas, aristócratas y aventureros, en la redada de
la policía italiana)
418 - “Un final feliz en el drama de la familia Moore” (Despierta de un sueño de
seis meses para tener un hijo)
420 - “Dos hombres a la conquista de lo desconocido” (Von Karman, el mago de
lo supersónico, y Jacques Cousteau, en el mundo del silencio) (y Luis Losada)
498 (1958) - “El algodón, siempre de moda” (Las mil aplicaciones de una
industria que viste al mundo)
502 - “Un Mediterráneo artificial entre Canadá y Estados Unidos” (El canal de
San Lorenzo, milagro de la ingeniería moderna)
504 - “Las fluctuaciones financieras previstas por las variaciones de la moda”
(Investigadores franceses estudian las relaciones entre el vestido femenino y la
economía)
15
517 - “En el “Auditorium” de Bruselas, viudas de todos los países” (Se han
reunido en Congreso para tratar de sus problemas)
519 - “Vijaya Lakshmi Pandit, primera embajadora de la India en Madrid”
(“España es un gran país que conocemos y admiramos)
542 (1959) - “Cortejo nupcial en el país del Sol Naciente” (Aki Hito-Mishiko
Shoda, una boda de rito milenario en el moderno ambiente del Japón)
547 - “Sir Harold Gillet, Lord Mayor de Londres” (El 631 Alcalde de la City, en
la Villa de Madrid)
558- “Nueva partida para el comercio: Las compras de los turistas” (Junto a los
abanicos y las muñecas, los cuadros, los organillos, la cerámica y los vestidos de
torero)
572 - “Jauja, siglo XX” (El juguete como medio de instrucción y entretenimiento)
573 - “Nuevo estilo” (Evolución de la mujer española en los últimos veinticinco
años)
577 - “María Jesús Echevarría, premio Elisenda de Montcada” (De la redacción
de “El Español” al éxito literario)
578 - “Mohamed Reza Pahlevi y Farah Diva” (Boda imperial en el palacio de
Teherán)
606 (1960) - “La secretaria moderna, pieza clave” (El bachillerato administrativo,
uno de los más eficaces avances educativos)
607 - “Recuerdo en vídrios” (La II Exposición de barcos en botella, estímulo del
modelismo naval)
617 - “Ochenta y dos países ante el sí y el no” (ONU XV Asamblea)
623 - “X For President” (las últimas jornadas de la batalla por la Casa Blanca)
(corresponsal en Nueva York)
627 - “El equipo Kennedy” (Expectación y esperanza ante la próxima
Administración USA) (corresponsal en Nueva York)
Traducciones
-”El arte del antiguo Medio Oriente” (Argos) (1952) Seton Lloyd
-”Mi vida y mi pueblo. La tragedia del Tibet” (Noguer) (1962) Dalai Lama
-”Renoir” (Noguer) (1962) William Gaunt
-”La aventura de la sangre” (Argos) (1963) Bernard Seeman
-”El espíritu de la Edad Media” (Noguer) (1963) Léopold Genicot
-”Malta” (Argos) (1962) John Davies Evans
-”Submarinos” (F. Maye) (1963) Gilbert Hackforth-Jones
-”El telar del arte” (Argos) (1963) Germain Bazin
16
Foto de Martín Yubero
17
ENTREVISTAS
LA MUJER, FRENTE A LA CARICATURA
Estupenda periodista y encantadora mujer. Distinguida, ingeniosa y excelente
conversadora. A su alrededor, en las tertulias espontáneas del Ateneo de Madrid,
se congrega mucha gente, prendida por su simpatía. Está casada con un joven
historiador y forman ambos una pareja llena de atractivo humano e intelectual.
1- ¿ES USTED VANIDOSA?
Tengo la vanidad precisa o tal vez menos.
2- ¿QUE TAL SE ENCUENTRA EN ESTA CARICATURA?
Me veo graciosísima. En cuanto a su ensañamiento conmigo, no se
preocupe gran cosa. Si vienes a casa, ten enseñaré aún cosas más terribles
que me han hecho muy buenas firmas. El gran consuelo de la caricatura es
que el modelo se sabe, en general, mejor de lo que afirma vuestro lápiz. Si
no fuera así, ¡estábamos listos!
3- ¿QUÉ OPINA DE LOS CARICATURISTAS?
Que es una profesión bastante más honesta que la de verdugo.
4- ¿SERÍA O HUBIESE SIDO CAPAZ DE ESCOGER SU IDEAL FÍSICO
PARA MARIDO DE ENTRE UN MONTÓN DE CARICATURAS?
Creo que sí sería capaz de determinar mi ideal físico de hombre a través de
una caricatura. Lo de marido es ir demasiado lejos.
5- ¿QUÉ RASGOS HUBIERAN DETERMINADO SU ELECCIÓN,
PRINCIPALMENTE?
Un mentón firme y cuadradito denota voluntad y es una cualidad que me
subyuga.
6- ¿CUÁNTO PAGARÍA, SINCERAMENTE, POR ESTA CARICATURA?
No acostumbro a pagar nada por caricaturas; las tengo, como cuadros,
dibujos, grabados, etc., a barullo; todo ello, fruto gratuito de mi amistad
con la gente del Norte. No obstante, y siempre en condicional, merecería
ésta, muy a gusto, las 1.000 pesetas.
José Juan Tamayo – Pueblo – 27 de junio de 1958
18
19
MARÍA JESÚS ECHEVARRÍA
PREMIO “ELISENDA DE MONTCADA”
La novela “Las medias palabras” cuya autora es María Jesús Echevarría. Reside
en Madrid. Consabida conferencia telefónica y las consabidas preguntas generales
de la ley:
–¿De dónde es usted?
–Madrileña.
–¿Soltera?
–Casada.
–¿Hijos?
–Una niña, que murió.
–¿Su marido?
–Profesor de Historia.
–¿Usted?
–Licenciada en Filosofía y periodista; pertenezco a la redacción de “El
Español”, desde 1955, y escribí también en “Estafeta Literaria”.
–¿Qué ha pretendido hacer en “Las medias palabras”?
–Es muy difícil explicárselo; son siete personajes y la trama gira alrededor del
más inocente, en torno a un escándalo y un suceso que no existió. El ambiente es
de la clase media.
–¿Ha escrito algo antes que esto?
–Sí, otra: “La sonrisa y la hormiga”, situada la acción en los Estados Unidos.
20
–¿Conoce aquel país?
–Sí, estuve becada por la Universidad.
–¿Buena estudiante?
–Fui premio extraordinario.
–¿Qué preocupaciones tiene?
–Me gusta escribir y periodísticamente prefiero el artículo de creación; en el
orden económico, mis preocupaciones son las normales.
–¿Qué dice su marido de usted?
–Le gusta que escriba, es un “hincha” de lo mío.
–¿Él no escribe?
–Sí, poesía.
–¿Cómo es usted, físicamente?
–De pelo castaño y muy delgadita.
Y van seis a uno. En el “Elisenda de Montcada” el sexo débil se ha hecho
fuerte…
Del Arco – La Vanguardia - 08-12-1959
21
“LAS MEDIAS PALABRAS”,
ÚLTIMO PREMIO “ELISENDA DE MONTCADA”
MARÍA JESÚS ECHEVARRÍA, UNIVERSITARIA,
PERIODISTA Y ESCRITORA DE NOVELAS
“LO IMPORTANTE NO ES LO QUE SE DICE EN VOZ
ALTA, SINO LO QUE SE QUEDA ENTRE LAS PALABRAS”
Ella ha visto medio mundo. Pero no en extensión, el mundo de la geografía
у de los cinco continentes, sino en intensidad. España, sí, de punta a cabo;
Europa—Francia, Italia, Alemania—, (América—los Estados Unidos—. Y en los
lugares ha conocido a la gente. La gente, con sus problemas y sus calamidades,
con sus alegrías y sus ilusiones, con sus profundidades o sus intemperancias. Y
ella fue recopilando pareceres, semejanzas, opiniones, experiencias y personajes
y escribió su novela.
—Una novela de siete personajes vivos que giran en torno a uno muerto. Lugar
de la acción, Madrid. Y dentro de ella, más concretamente, Antón Martín, «con su
tipismo fluctuante entre lo moderno y lo antiguo, con sus familias menos que
juegan a ser más».
—Una novela escrita en siete meses, período de enfermedad y convalecencia.
—¿Hay por ello amargura?
—No, hay realidad mezclada con imaginación. Hay vida unida a justos y
sencillos matices poéticos. En el tino de las dos cosas creo yo debe de estar el
acierto de una obra literaria.
María Jesús Echevarría tiеnе veintisiete años optimistas a prueba de embates.
Quizá porque desde los veintidós —los veintitrés a lo sumo— ya anda en ese
oficio —un tercio de profesión, tres cuartos de vocación— que es el periodismo.
—El pulsar los acontecimientos; los ambientes, le da a una cierto matiz de
confianza franciscana.
María Jesús Echevarría llega a EL ESPAÑOL, hacia 1953, cuando los
comienzos de la segunda época de la publicación. Y ya en ella extiende su campo
de colaboraciones: «La Estafeta Literaria», LA HORA…
—El periodismo, no sólo te proporciona oficio sino, lo que es más importante
para un escritor, concisión de pensamiento y rapidez de frase.
Habla, la mujer con acento convincente, con entusiasmo en lo que dice. Se
propuso —ella no lo expresa, pero se intuye— ser novelista, contra las mareas y
los vientos de las dificultades. Y lo ha conseguido.
22
—Después de «Las medias palabras» aparecerá un tomo de novelas cortas en
las que se incluyen «Еl muñeco de paja» y «Еl constructor de tiovivos». Yo creo
que son de un alto tono lírico muy metidas en el mundo del simbolismo.
—¿Y luego?
—Un libro de versos, «Poemas de la City», y otra novela, ésta ya en muy
avanzada escritura, ambas con Nueva York como personaje de fondo.
«Las medias palabras» ha sido, como ya se sabe, la novela premiada en el
«Elisenda de Montcada».
—¿Qué se siente cuando le dan a uno un premio de esa categoría?
—Al principio, antes del fallo, confianza en ganar. Cuando se sabe el resultado,
una especie de incredulidad y de falta de fe personal en lo ocurrido.
—¿Hay que ser estilista puro?
—Si no hay estilo no hay belleza estética, pero si no hay tema, si no existe
fondo el puro vocablo no sirve para nada.
María Jesús Echevarría, de esto hace poco tiempo por la edad, se licenció en la
sección de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras, de Madrid, con premio
extraordinario.
—¿Es imprescindible la Universidad?
—Imprescindible, imprescindible, no, pero sí conveniente. Tal vez no te enseñe
a saber, pero después de vivirla sabes que en las cosas hay una Jerarquía y que no
todo vale lo que dice ni todo es tan mísero como se aparenta.
—Escribir, ¿es oficio de mujer o de hombre?
—El querer encarrilar las vocaciones o las valías según el sexo es como
calificar la Historia según el país en que se estudie.
Queda aquí, en Madrid, en sus calles, en sus casas, compulsando emociones,
viviendo personajes la novelista. Una mujer morena, esbelta, sensible, agradable,
con aire todavía de estudiante sempiterna, para la cual la literatura ha empezado
a ser carta de identidad.
José María Deleyto - La Hora - Madrid, diciembre 1959
23
MARÍA JESÚS ECHEVARRÍA, PREMIO “ELISENDA DE MONTCADA”
“Las medias palabras” primera novela y primer triunfo
De la Redacción de “El Español” al éxito literario
MARÍA Jesús Echevarría es esta chica alta, espigada, con gafas, envuelta en un
aire muy europeo de estudiante universitaria, que nos mete en la redacción de EL
ESPAÑOL, entre sonrisa y sonrisa, una prosa alada y deliciosa, de tan buen
bordado literario como el lector puede ver. Le basta repasarla número a número,
si no.
María Jesús Echevarría es esta chica que sale alguna vez, de refilón, en las
fotografías, aguantándole el pulso de la entrevista a una embajadora o al más
encopetado novelista de turno. La que patea como nadie los caminos de un
reportaje y espuma la flor de los archivos, y coge al vuelo, si es que se puede
coger, la información más difícil. La estilográfica es en sus manos como una
llavecita de oro para abrir horizonte a la noticia, descifrarla, ponerle marco
apropiado. Con ella es capaz de dar amenidad al Código, hacer digerible la guía
de teléfonos, convertir en poema un páramo desértico si fuera necesario. Qué sé
yo. María Jesús Echevarría es esta chica. Y así su pluma. Y así nuestra suerte de
tenerla por compañera.
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CIENTO NUEVE NOVELAS EN BUSCA DE EDITOR
El ocho de diciembre fue noche de premios en Barcelona. Noche de premios en
Barcelona es como escribir una carta a la esperanza, al milagro. El chico de
provincia, el oficinista aburrido, la estudiante de Letras, el literato con prisa en
franquear el escalafón, han ido escribiendo durante el año sus puntuales relatos.
Los han ido corrigiendo, domando, con amor como se corrige los malos pasos de
un niño. Les va en ello no sólo la ilusión, sino un puñado largo de miles de
pesetas, el fulgor meteórico pero cierto de la gloria literaria, la luz de estrellas en
el firmamento narrativo. Y la solicitud de los editores, la seguridad de una venta.
María Jesús Echevarría hizo algo así. Primero vivió y observó un poco. Quizá
mucho. Luego escribió con tesón, con paciencia enamorada. Y al fin un día
emplazó a la fama en correos, con un paquete de cuartillas.
Como esas cuartillas, llegaron muchas. Como esas cartas, más de ciento nueve.
Pero como lo que iba dentro, como “Las medias palabras”, no. Como ellas no
iban.
Y por eso su nombre ha quedado unido al de Carmen Conde, al de Mercedes
Rubio, al de Eva Martínez Carmona, al de Concha Castroviejo, etc., etc., en la
lista del Premio “Elisenda de Montcada”. Había cosas buenas, novelas de interés.
Obras de nombres tan importantes como María Beneyto, Ángeles Escrivá,
Fernández Nicolás. Pero María Jesús resistió firme la competencia, echándole
realismo, poesía, finura desleída a su trabajo. Y eso fue todo. “Las medias
palabras” han ganado, han vencido en el pugilato, en el codo a codo. Mantuvo
una guerra de probabilidades con “Los años del potro”, de José Luis López Cid.
Pero que si quieres, María Jesús terminó arriba.
Carmen Laforet, Susana March, Eva Martínez, María Rosa Cagigal, Nadal-
Rodó, Aurora Díaz Plaja, contemplaba el sube y baja de esta cucaña de ilusiones.
Eran los Jurados del premio. Es Premio “Elisenda de Montcada” de circulación
netamente española, intermedio entre los grandes y los pequeños, entre los
“Planeta” y las “Sésamo”.
De las ciento nueve novelas sólo la suya ha encontrado editor seguro. De
cincuenta y siete hombres y de las cincuenta y dos mujeres sólo ella ha ganado.
Por tres a dos, como en fútbol. Basta y sobra.
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“EL PREMIO ES UN PERMISO PARA ESCRIBIR”
María Jesús Echevarría viste con sencillez. Un collar de una sola vuelta. Un
suéter azul cobalto.
–¿Qué supone para ti el premio?
–El premio es para mí un permiso para escribir. Y, por qué no decirlo, una
justificación. Desde ahora tendré una como obligación de hacerlo. He tenido
suerte. Hay otros que valen y no han logrado esta oportunidad.
María Jesús me mira con seriedad. Su voz tiene modulaciones de trémolo, una
dulzura y un timbre atiplado lleno de bondad.
26
Ya sé que preguntarle si esperaba o no el premio es una tontería. El que
concursa lo hace porque en el fondo alienta una esperanza. María Jesús, eso hace
tiempo que lo sabe uno, se había propuesto dar la batalla. Y es lógico que en la
batalla se incluya la esperanza como primer postulado.
Hablamos de ello.
–Desde luego tenía esperanzas. Y la víspera un nerviosismo atroz cuando me
llamó Del Arco desde Barcelona para hacerme una entrevista por adelantado.
Aquello tuvo mucha carga emotiva, demasiada.
María Jesús Echevarría me ofrece algo de beber. Estamos sentados los dos en el
diván y parecemos los que somos en la realidad. Dos compañeros separados por
un premio. Que es bastante. Nos lo estamos tomando muy en serio esto de
preguntar y responder. Y en un momento determinado sonreímos.
–¿Escribes poesía, no es eso?
María Jesús sigue sin perder el hilo.
–Sí.
–¿Tú crees que eso puede ser un tanto a favor o en contra para el novelista?
Contesta tajante:
–Yo creo que al novelista le beneficia su parte de poeta.
Claro que, más que poesía de la que me confiesa que ha estado desligada hace
tiempo, lo que la joven escritora cultiva ha sido el periodismo. Este periodismo
metido en prosa, del reportaje, de la crónica de viajes, de la entrevista.
–El periodismo me ha curtido. Me ha dado oficio. Hace que pueda una expresar
lo que quiere, de manera eficaz, sin circunloquios, sin párrafos y sin
frondosidades hueras. Creo que, además, me ha quitado ñoñería. Y es que como
sabes escribir a matacaballo curte.
–¿Tienes alguna técnica de esas al uso para escribir?
María Jesús me pide permiso para llamar por teléfono. Va a salir fuera a comer
y debe estar ultimando algunos detalles. Cuando vuelve trae en la cabeza mi
pregunta.
–No. Yo he leído mucho. Por lo menos bastante. Pero me he olvidado de ello e
intento construir según yo creo. Ese es en todo caso mi sistema. Me preocupa
mucho la forma, el dibujo de los personajes, su ambientación. Aunque siempre
enmarcados en un fondo que es el que trato de presentar.
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HAY UNA MUJER QUE ESTUDIA
A María Jesús hay que verla con toda su vida por delante. Con toda su obra y su
experiencia periodística a la espalda. Y es que si no hay el peligro de engañarnos.
Quieras que no, son muy pocos años los que ella tiene. Todavía le brillan los ojos
con una cierta fragancia. Y sus manos finas tienen un latido dúctil de plena
juventud. De momento hay que pensar que su edad la ha empleado a las mil
maravillas.
Tiene veintisiete años.
Casi esos mismos años hace que la araña la afición literaria. La chica estudiaba
Bachillerato ya cuando le premiaron un trabajillo del que recuerda el título y todo.
Se llamaba “Un día en Toledo”.
–Me dieron un libro. Hay que ver lo contenta que me puse. Desde luego tengo
que decirte que aquello me impresionó y me emocionó mucho más que el
“Elisenda de Montcada”.
Es madrileña, por supuesto. Se conoce por eso palmo a palmo el Madrid viejo
porque vivió su infancia por allí. Del barrio de Salamanca, por donde transcurrió
otra parte de su vida tiene ya un mundo de cosas en la cabeza para darles salida
cuando se presente ocasión.
28
–Oye, ¿qué tal estudiante fuiste?
Por las ventanas del piso, orientadas al mediodía, entra una claridad lechosa,
invernal, que parece que se pega a los libros, a los cuadros, a las paredes.
–De estudiante fui muy irregular. No quise saber nada de las matemáticas.
Aunque ya de mayor se me ha ocurrido pensar que no es que no me gustasen, sino
que nunca escuchaba las explicaciones. Que es distinto. Me va a quedar la duda
de si me gustaban o no. De si pude haber hecho una buena carrera.
Mientras sigue los cursos del Bachillerato en el Instituto “Lope de Vega” hace
la carrera de piano. Teniendo como tiene un padre músico –Victorino Echevarría,
subdirector de la Banda Municipal–, nada tiene de extraño. María Jesús ha
heredado, junto con la afición, el buen oído. Y recorre por sus manos toda o casi
toda la teoría de los instrumentos musicales.
–El violín y yo hemos sido inseparables.
Miro con curiosidad el despacho. No alcanzo a ver ningún instrumento músico.
Sólo un ritmo pegadizo sale de un pequeño receptor de radio, adormecedor,
monótono. María Jesús añade:
–Mi formación musical creo yo que la reflejo en mi literatura. Yo escribo de
oído.
Con los primeros zapatos de tacón alto llega a la Universidad. Chica juiciosa y
reflexiva, distraída en meditaciones y éxtasis musicales, hace sus matrículas en la
Facultad de Letras con ánimo de ser una buena archivera. Al menos eso le
auguran todos sus amigos. Y es que resulta que la estudiante algo irregular del
“bachi” se ha vuelto una empollona, terror de los holgazanes, para los que es un
reproche mudo. Casi, casi le da un poquito de vergüenza al decirlo.
–¿Cuándo caíste por la Facultad?
María Jesús se pasa las manos una sobre otra con suavidad.
–Por el año 1948 al 49.
29
“POEMAS DE LA CITY”
A la izquierda, con la abuela; a la derecha, con la madre, los dos hermanos Echevarría: María Jesús y
Juan Manuel
Especializada en Historia, con el fruto de sus trabajos, premio extraordinario de
la licenciatura, levanta la mirada… Y con una beca se marcha a estudiar a la
Sorbona. De allí, en un salto, a Estados Unidos, donde estudia en una filial de
Columbia, y de donde se trae unos prestigiosos certificados.
–En el Russell Sage College.
María Jesús es tan amable que me lo escribe para que no se me quede su
ortografía en los puntos de la pluma.
Es por entonces cuando contrae matrimonio con el profesor de Historia de la
Universidad Central, Eloy Benito Ruano.
Escribir, escribe poemas. Así se comienza siempre. Hay que dejar salir los
primeros suspiros de adolescente. Y para eso nada como una décima o como unos
endecasílabos. María Jesús alterna las clases y los textos con las revistas de
poesía. Y va dando cuerda a su intimidad en versos que publica en “Umbral” o en
“Ágora”. Más tarde la poesía no es bastante para expresar lo que se lleva dentro y
recurre al cuento, al relato.
–De los veinte años es una novela corta titulada “El loco”.
30
–¿Cuándo vienes a EL ESPAÑOL?
Ha sonado el teléfono. Sale unos instantes.
–Creo que hacia 1953. Pero después fueron mis viajes por el extranjero y no me
volví a incorporar hasta 1955. Claro que ten en cuenta mis baches de
enfermedades y convalecencias.
María Jesús completa por ahora su producción con un tomo de novelas cortas
que va a salir en seguida.
–Hay que aprovechar el clima del premio.
Las novelas se llaman: “El muñeco de paja” y “El constructor de tiovivos”. Me
cuenta incluso el argumento. Son de tono lírico, muy cuidados de forma como
toda su obra, muy metidos en un mundo de simbolismo. De los poemas, puestos
ya en la cadena de su fiebre de publicidad, me habla de un libro de apuntes líricos
de Nueva York con una visión europea.
–¿Tienes título?
–Pues sí. “Poemas de la City”.
De toda la aventura de sus viajes le queda una experiencia que relatará en una
próxima novela larga. Le queda un francés aprendido hasta sus más oscuras
inflexiones. Un inglés de cepa. Pero, sobre todo, unos ojos hechos a ver y a
enjuiciar con templanza, con serenidad. Con tino.
“LAS MEDIAS PALABRAS”
“Las medias palabras” es el título de la novela premiada. Sus doscientos y pico
de folios han sido escritos en unos cuatro meses de trabajo relevado, en el sopor y
en el clima tibio de una convalecencia. Siete personajes vivos giran en torno a
uno muerto. Siete personajes según su cristal particular, coloreado por sus
distintas luces e impulsos, va poniendo ante sí la figura del personaje que ha
desaparecido. Desplegando en abanico toda la rueda de diversas opiniones, unas
buenas, otras malas; unas sinceras, otras falsas; todas subjetivas.
Cuando llegamos al tema, María Jesús no ha dudado en decirme:
–A pesar de estar muerto, es el espíritu más importante de la novela.
31
Hay aquí tres hermanos –Natalio, el médico practicón; Rosarito, idealista y
dramática; Faustino, el personaje de contrapunto–, los respectivos novios y una
amiga de Rosarito. La novela se desarrolla en un bar donde todos se conocen y
donde en torno a un “bluff” se desarrolla la acción.
Claro es que el tema es un pretexto. María Jesús Echevarría esconde entre el
fino dibujo de sus tipos una trascendencia mayor.
–Quizá mi tesis está en que lo que todos decimos en alto no tiene tanta
importancia como lo que se nos queda entre dientes, en “medias palabras”.
–¿Con qué juegas, con lo real o con lo simbólico?
–Mi novela es realista con brochazos imaginativos.
La joven novelista sitúa su relato en unos escenarios que le son conocidos por
demás. Calle del Amor de Dios, Antón Martín. O si se prefiere, Quevedo.
–Creo que son unas zonas de Madrid donde vive una clase media, incluso clase
media acomodada, con unas normas de moral concreta, más bien baja de
costumbres. El propósito de mi novela es ver hasta dónde llega esa moral común
y corriente de cualquier persona que llamamos honrada.
María Jesús Echevarría se queda un momento pensativa. Hace revivir un poco
por el recuerdo sus personajes. Y me va dando matices de cada uno. Va apretando
en la memoria su psicología, a veces difícil, a veces muy compleja.
–Lo que he puesto en cuarentena ha sido la moral de camaleón, cambiante,
acomodaticia, blanda.
El tema de “Las medias palabras” está servido en un estilo cuidado al decir de
la autora. Los planos poéticos se intercalan en la banda realista concediéndole una
extraña gracia, un toque de expresión levemente misteriosa.
–En lo que al estilo se refiere, estoy segura.
María Jesús tiene una manera dulce de mirar las cosas. Un estilo animoso, lleno
de garbo. Le pregunto cómo encuentra su novela.
–¿Negativa o positiva?
Hace un gesto de duda como queriendo indicar que no sabe qué decir.
32
“LA NOVELA ES EL MEDIO DE EXPRESIÓN MÁS COMPLETO”
María Jesús Echevarría ha sido y sigue siéndolo una lectora empedernida. Ya en
la Biblioteca de la Facultad leía sin descanso entre los retazos de tiempo que le
dejaban libre sus estudios. Novela norteamericana en su propia lengua. Novela
francesa. Y en las mejores traducciones a su alcance buena parte de la literatura
alemana. Autores como Waserman o Herman Hesse, que después haría familiares
en sus viajes.
–Y desde luego, los clásicos españoles. Con estas influencias de fuera, saciada
un poco lo que no deja de ser curiosidad he vuelto a los clásicos. Quevedo. Al
oído casi me lo sé. Reconozco sus párrafos. Y Valle Inclán. Y Baroja, es esencial
para un novelista.
María Jesús se está preparando para salir. Comienza por entornar alguna puerta,
por cerrar alguna ventana.
33
–Oye, ¿qué es para ti la novela?
No tiene que pensarlo.
–El medio de expresión más completo para el literato.
Alguna vez la había oído hablar de los jóvenes novelistas españoles de su
generación. Tenía siempre fe en ellos. Fe en su obra. Quizá ahora esta confianza,
con el propio triunfo se haya solidificado.
–Ha sido una generación que se le ha tildado de no tener creencias firmes. Yo
creo en ella. Son valores que están aflorando. Hoy por hoy hay gente que tiene
cosas. Y ya saldrán.
A María Jesús no hay por qué preguntarle sobre los concursos. Ella prueba
suerte en su ruleta porque la fortuna, ya se sabe, es de los audaces. Por copia más
o menos no se pierde nada. Si luego surge esta grata sorpresa del premio y la
edición del libro y un poquito de nombradía mejor que mejor. A esperar la crítica,
que es tierra ya más firme, donde el riesgo tiene consecuencias definitorias.
–Si estos señores leyeran los libros, la crítica está muy bien. Pero sospecho que
no se los leen.
Salimos a la calle. María Jesús Echevarría, es esta chica alta, con gafas, que va
delante, con un aire universitario, europeo. María Jesús es esta chica de mirada
inteligente, de ojos inquietos que se prenden de la vida. Y luego la retratan en las
cuartillas, en el mundo literario. María Jesús Echevarría es esta chica que escribe
versos, reportajes, entrevistas, cuentos, novelas, relatos. Y entre otras cosas gana
premios. Y fama de novelista. María Jesús Echevarría es, ni más ni menos, una
gran esperanza.
Florentino Martínez Ruiz – Semanario “El Español” n.º 577,
20-26 diciembre de 1959 (Fotografías de Mora)
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35
OTRA NOVELISTA CON PREMIO
María Jesús Echevarría,
ganadora del “Elisenda de Montcada”
LOS periódicos dijeron, en las primeras entrevistas de urgencia a María Jesús
Echevarría que la joven periodista, la poetisa, la licenciada en Filosofía y Letras,
la becada en los Estados Unidos y Francia, no había alterado lo más mínimo su
régimen habitual de vida al enterarse de la concesión del premio “Elisenda de
Montcada” a su novela “Las medias palabras”. Uno sabe que esto no es verdad.
Aparte del vapuleo que le dimos la gente de Prensa y la de la radio, por teléfono y
en su casa, cuando al fin María Jesús se vio libre, se puso el vestido nuevo el
abrigo de los días grandes, sus zapatos de más fino tacón, y en una peluquería de
postín de la Gran Vía se mandó hacer un peinado de los caros de verdad.
Los periódicos dijeron también que María Jesús no se puso nada nerviosa al
saber lo del Premio. Esto sí puede ser verdad. A María Jesús no hay cosa en esta
vida que le ponga nerviosa; lo está siempre; una madeja de nervios femeninos
dándole vueltas y más vueltas a lo que sea, lo mismo una idea que un pitillo de
cualquier clase entre sus dedos de pianista “amateur”.
María Jesús ni puede ni deja parar a quien está con ella. Me la he tropezado en
docenas de sitios, en exposiciones en cafeterías, en el Ateneo… Siempre me
saludó rápida, me preguntó a qué iba, qué esperaba, qué opinaba de tal cosa o
cual otra, para al momento decirme esto y aquello, ayudarme en lo que estaba a su
alcance y despedirme con la misma celeridad y nervio con que empezó el
encuentro.
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A María Jesús Echevarría se la puede encontrar en los circulillos intelectuales
de Madrid, con gente variopinta a su alrededor escuchándola, atenta a su charla
rápida. También en los miércoles de cierre de “Español” poniendo “ladillos”,
“sacando títulos” a reportajes y, al propio tiempo, peleándose de mentirijillas con
el confeccionador o con quien sea: una vez el redactor jefe tuvo que echarla
porque casi siempre estaba en plan tabardillo y lo pasaba en grande armando la
marimorena con los últimos chistes, sin dejar trabajar a nadie: otra, los linotipistas
le regalaron un ramo de flores en premio a sus indescriptibles originales repletos
de tachaduras.
María Jesús Echevarría es de esas mujeres que, desbordando personalidad y
encanto, cada día enseña un perfil nuevo que siempre se escapa. Tengo por seguro
que con los dedos se han de contar quienes han logrado averiguarlo del todo.
Naturalmente, ella a sí misma menos que nadie. Me consta que María Jesús pese
a su juventud de la vida sabe un rato: que baraja con buen arte impensado las
cartas cabales, que ríe porque sabe reír; que es espontánea, inquieta, traviesa,
porque tiene dentro un corazón de chiquilla entusiasmada. Pero se ha llevado en
la vida palos muy gordos y eso que tuvo suerte, nació en casa acomodada, en
ambiente exquisito; el padre, catedrático de Armonía en el Conservatorio, la
madre, una señora como todas las señoras; el hermano mayor, casado, vive en
provincias y es abogado del Estado.
La recién descubierta novelista estudió en Madrid, su ciudad, el bachillerato, y
después, la licenciatura. Su padre la orientó mucho, le hizo aprender violín y algo
de piano. Estudió después periodismo, y Juan Aparicio la descubrió en aquellas
“Rondas de entrevistadores”, que “El Español” ensayó en tiempos, y en el “El
Español” se quedó. Colaboró en “La Estafeta Literaria”, en “La Hora”, en alguna
revista y periódico que otro, y, por fin, empezó a escribir cosas de más alcance.
Primero fueron cuentos y novelas cortas, algunas de sus distracciones aparecieron
publicadas en las revistas citadas. Después, hace ya menos, se aventuró con
novelas y, al regreso de su periplo por los Estados Unidos, se trajo el contrabando
de un montón de ideas revueltas en su cabeza. Las ha volcado en un libro de
versos “Poemas de la City”, que está a punto de ver la luz, y en una novela “La
sonrisa y la hormiga”, con los últimos folios puestos a punto ya de ser ultimados.
37
María Jesús tras sus gafas
A todo esto, la chica hizo bodas. Se había ganado a todo un profesor de Historia
Antigua en sus días en la Facultad de Filosofía y Letras, cuando todavía se ponía
calcetines y llevaba siempre un montón de libros bajo el brazo. Hace cuatro años,
cuando conocí a María Jesús, estaba casi en su luna de miel. Juraría que no ha
cambiado desde entonces en nada. Era la misma que hoy en todo: la misma línea
juvenil y estilizada en su cuerpo que ahora, la misma naricilla afilada y, quizá,
hasta las mismas gafas de sol graduadas, siempre tiñendo de sombras sus ojos
melancólicos.
Este antifaz de cristal despista bastante en María Jesús. Creo que entonces,
cuando se sentaba de un salto en la mesa de la redacción y lucía la espigada línea
de sus piernas cruzadas, era fácil verla sin gafas. Recuerdo que sus ojos me
llamaron la atención por lo grandes, por lo que se leía en ellos la estupenda
juventud que ante nada se amilana.
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Era entonces María Jesús igual que ahora, la “mascota” de “El Español”, la
“gatita” a la que los periodistas con más singladura gustaban de hacer rabiar entre
otras cosas, porque se sabía que nunca pasaba nada. Ahora sigue ocurriendo igual,
ya digo, pero no es lo mismo. María Jesús habla, fuma, hurga en su bolso
descomunal para sacar libros, papeles, recortes, revistas extranjeras; se cepilla el
abrigo que alguien le deja caer queriendo de la percha al suelo, por hacerle una
“gracia”: riñe, protesta, cuenta historias, se quita disimuladamente los zapatos
porque le aprietan, dice que se va, vuelve, telefonea, explica a un linotipista lo
que quiso poner con la pluma sobre un original a máquina, se marcha…
María Jesús es la misma. Nada en ella ha cambiado por fuera. Pero ya no es la
luna de miel: han pasado quizá demasiadas cosas, visitas a ginecólogos,
ausencias, viajes, despedidas, muertes de amigos, historias… Total, unos años de
vida. Sus ojos lo dicen, aunque ella con las gafas siempre, no quiera.
Estos años han cuajado en un libro, en una novela importante que, pese a no
tener nada de autobiografía, si tiene que tener por fuerza noticias abundantes de
su corazón de mujer experimentada, de su inteligencia despabilada a todos los
aires. Todo con estilo literario desenvuelto, hecho a base de cientos de reportajes
con “estampa plástica” y “visión caliente”, como quieren los maestros.
Madrid, época actual
No he leído “Las medias palabras”, la novela que ahora se ha llevado el
“Elisenda de Montcada”, testificando el premio por María Fernanda Gañán de
Nadal Rodó, José María Cajal, Carmen Laforet, Susana March y Eva Martínez
Carmona. Pero estoy seguro que entre las líneas del libro voy a encontrar mucho
de lo que María Jesús ha ocultado siempre tras sus negras gafas. Me ha dicho ella
que el argumento se basa en un escándalo inexistente, del que se hace
protagonista a un pobre hombre. Esto da pie a las más inesperadas versiones en
torno al supuesto suceso, contadas por personas de las llamadas de buena
reputación, aquellas que nunca salen de “las medias palabras”, y tras las diversas
versiones, surgen calumnias, acusaciones, hipocresías… La novelista descubre así
como personajes tenidos por gente de bien, anidan en sus entrañas un poso de
ruindad y maldades insospechadas.
No es, sin embargo, negativa, la conclusión de la novela. “Si se considera
negativo su mensaje -me ha dicho-, habrá que considerar a la vida también
negativa”. “Las medias palabras”, según la autora, es además una novela realista,
con técnica moderna puesta en marcha ya desde las primeras páginas con la mera
presentación de los personajes.
La acción de la novela transcurre en Madrid. Barrios tan conocidos como los de
Antón Martín y Quevedo forman su escenario; participan en el desarrollo no
como meros decorados, sino actuando íntimamente con los personajes,
imbuyéndose y formando cuerpo de ellos.
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Todo esto, por supuesto, entendido desde el ángulo de una periodista, con su
prosa valiente de rotativas, una buena dosis de ternura femenina y un cimiento de
cultura bien asimilada.
Federico Villagrán – Gaceta Ilustrada n.º 168, 26-12-1959
Fotos: Calderón
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MARÍA JESÚS ECHEVARRÍA
Premio “Elisenda de Montcada”
“ESCRITORAS CON FIBRA Y VENA HAY MUY POCAS”
(Foto Wagner)
Ella estudió en Madrid. Aquí se licenció en Filosofía y Letras. Aprendió violín.
Obtuvo algunos conocimientos de piano. Más tarde pasó por las aulas de la
Escuela de Periodismo.
Ella es una de las mujeres con las que da gusto hablar, pues nunca surge el
temor a perder el tiempo en la conversación. Y que conste que ese tipo de mujer
no se encuentra así como así.
Su experiencia de la vida es tremenda, porque la vida la ha enseñado mucho.
Ella sabe lo que quiere y sabe a dónde va. No es precisamente una mujer hueca,
absurda, frívola y rotundamente inculta, por falta de una preparación adecuada; es
todo lo contrario.
Ella, dándome la razón, afirma:
—La mujer española no está lo suficientemente preparada para luchar por la
vida; ni aún la universitaria. El 90 por 100 de las chicas que están en una Facultad
no estudian: se limitan a aprender los apuntes, pero, ¿y luego?
—Eso digo yo, ¿y luego?
—No nos engañemos: la mujer en lo último que piensa es en que tenga que
sacarse las castañas del fuego. Y así ocurre que termina por ser un peso muerto
colgado del hombre. A mí, todo esto, me preocupa y me parece un problema
evidente y grave.
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Ella, la que así se expresa, es María Jesús Echevarría, una mujer joven, y
preparada para todo. Una mujer que no es el peso muerto de nadie, porque sabe
muy bien que una mujer que sólo sepa bordar y tocar el piano ya es imposible en
el mundo. La mujer, se nos ocurre comentar, a falta de vocación, debiera tener
una dedicación: hay actitudes femeninas que la sociedad ya no permite.
Ella, María Jesús, ha ganado el premio “Elisenda de Montcada” con su novela
“Las medias palabras”. Su argumento se basa en un escándalo inexistente del que
se hace protagonista a un hombre cualquiera. Este suceso da lugar a las más
diversas versiones, contadas por personas de las que suele afirmarse que tienen
buena reputación y que nunca salen de “las medias palabras”, lenguaje que, por
cierto, a nosotros, nos resulta hartamente repulsivo.
—Si se considera negativo el mensaje de mi novela, habrá que considerar
también negativa a la vida misma.
La acción de la novela trascurre en Madrid: barrios de Antón Martín, Quevedo,
etc., con gentes y hechos que María Jesús ha visto alguna vez.
En fin, otra mujer que se incorpora al cuadro femenino de la novela actual
española. Y le pregunto:
—¿Usted no cree que en la novela española del momento hay dos frentes, el
femenino y el masculino?
—Parece que los hay, aunque debiera ser uno común. La literatura no debe
tener sexo. Lo peor que le puede pasar a una mujer que toque el violín es que
obtenga sonidos femeninos; existe un solo sonido.
—¿No ha observado alguna vez que en las novelas formadas por mujeres faltan
ideas? O, mejor, ¿no le parece que hay muchas mujeres que escriben, pero muy
pocas escritoras?
—Me parece que ocurre así, efectivamente. Escritoras con fibra y vena hay muy
pocas. Llegan a dominar la pluma hasta cierto punto, pero una se da cuenta de que
les falta formación profunda. Podríamos decir que en las novelas de hoy, la
mujer-autora no escarba lo suficiente en los temas.
—¿Da a entender que la formación filosófica del hombre es superior a la de la
mujer?
—La formación filosófica es más profunda en el hombre que en la mujer. A la
mujer que escribe le sobra con el tema y la forma. Y, claro, hay más.
—¿Qué opina de Ana María Matute?
—Tiene una forma preciosa.
—¿De Carmen Laforet?
—Domina la técnica novelística y emplea un castellano que es pura delicia.
María Jesús se oculta tras unas gafas de sol graduadas, aunque se adivinan unos
ojos melancólicos. Su línea es juvenil y universitaria: cuerpo estilizado; nariz
pequeña, y hasta cierto punto, afilada.
—Vamos a ver, con sinceridad: ¿verdad que muchas novelistas han abusado del
snobismo que consiste en tratar temas y situaciones absurdamente fuertes y hasta
inmorales?
—Todo lo que un hombre pueda escribir se considera normal, pero lo escribe
una mujer y ¡ya está! Lo que pasa es que ciertamente ha habido un poco de
snobismo. No obstante, hay que tener en cuenta que el escritor siempre reacciona
ante la ñoñería del ambiente.
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—¿Cuál es el grado de ñoñería del tiempo en que vivimos?
María Jesús elude la respuesta, cruza las piernas y me mira esperando otra
pregunta. Me mira: sí, sus ojos son melancólicos.
—¿Para escribir tiene alguna técnica de esas que tanto se usan?
—No, a pesar de que he leído mucho. Intento construir según yo creo. Ese es,
en todo caso, mi sistema. Me preocupa mucho la forma, el dibujo de los
personajes, su ambientación.
—¿Qué ha supuesto para usted el premio?
—Algo así como un permiso para escribir. Y, por qué no decirlo, una
justificación. He tenido suerte. Hay otros que valen y no han tenido suerte.
María Jesús, cuando habla, emplea un timbre atiplado.
—¿Escribe poesía, verdad?
Dice que sí.
—Ser poeta, ¿perjudica o beneficia a un novelista?
—Al novelista le beneficia su parte de poeta.
—¿Con qué propósito escribió “Las medias palabras”?
—Ver hasta qué punto llega la moral de cualquier persona de esas que llamamos
honrada. Lo que he puesto en cuarentena ha sido la moral de camaleón,
cambiante, acomodaticia, blanda.
Se hace un silencio. Y, de pronto, una pregunta rápida:
—¿Qué es la novela?
—El medio de expresión más completo para el literato.
Ahora hablamos de generaciones: en cuestiones literarias, suele hablarse mucho
de generaciones. Hablamos de la generación de María Jesús Echevarría, una
mujer de veintisiete años.
—Ha sido una generación que se la ha tildado de no tener creencias firmes.
Pero yo creo en ella. Son valores que están aflorando. Hoy por hoy, hay gente que
tiene cosas. Y ya saldrán.
Cuando pongo sobre el tapete de la entrevista a los críticos de libros, la
novelista contesta firmemente:
—Si esos señores leyeran los libros, la crítica está muy bien. Pero sospecho que
no se los leen. ¿Usted qué cree?
—¡Ah, yo no creo nada!
Bueno, sí; creo en María Jesús Echevarría, novelista, y mujer que no es el peso
muerto de nadie.
GERMÁN SAMA – “La Estafeta Literaria” - 15 de febrero de 1960
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TERTULIA JOVEN
El siglo XX va a nacer en el XXI
“Creo que los españoles nos estamos americanizando. Pero la fiebre de la
americanización no es muy antigua. A mi ver, empezó este mismo verano. Esta
influencia de las costumbres extranjeras en nuestra Patria viene dada por muchas
cosas: las películas, los discos, etc. Y a mí me asusta esta americanización de
nuestra vida, porque a quienes yo admiro es a los hombres con boina. En América
la vida va muy de prisa. Demasiado de prisa. No hay tiempo para pensar, para
dialogar, para tener tertulias. Todo ello redunda en que el poder creador del
americano sea nulo. En concreto yo diría que, por todo lo que antes he apuntado,
la adaptación de España a las costumbres extranjeras
es, psicológicamente hablando, mala.
Otra cosa que tiene la moda de rechazable es que uniformiza, masifica, hace a
todo el mundo igual.
Enlazando un poco con lo que ya dije antes sobre la influencia de América en
España; quiero señalar que lo que esto significa es que la moda se ha
internacionalizado. Ya no es algo que se cueza en la propia olla de cada país. Y la
gente la sigue ahora por seguir al tiempo, sin saber siquiera por qué. Pero lo peor
de todo es que estas modas y estas costumbres están faltas de un contenido
propio. Yo estoy de acuerdo con Caruncho en que la rebelión y el afán renovador
es algo de siempre en la juventud. Pero lo que ahora está experimentando España,
sobre todo en el adolescente de quince años, es un fenómeno nuevo, nunca visto.
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Victorino Valencia, Enrique Caruncho, M.ª Jesús Echevarría y Otero Besteiro
Además que la moda, vuelvo a insistir, está internacionalizada. ¿Qué pasa
entonces? Un crío de quince años que empieza a copiar canciones, modos de
vestir y hablar, costumbres, etc., se crea una capa de choque trivial que luego,
a los dieciocho años, no va a saberse quitar de encima. Nos encontramos entonces
que a los veinte años nuestra juventud va a ser una juventud trivializada. ¡Y
queremos levantar el país con una juventud así!
¿Por qué duran tan poco las modas ahora, cuando antes duraban años, incluso
siglos?
Lo malo es que, en esta nueva época, las civilizaciones más creadoras están
cayendo bajo la zarpa de las más estériles: América. Estéril y esterilizadora.
Esas generaciones que dice Caruncho (“la juventud de hoy, la que va a crear,
es consecuencia de la anterior generación.”) son abominables para nuestra
generación. Ellos trajeron el fracaso.
Las influencias extranjeras, con todo el peligro de que trivialicen a nuestra
juventud, tienen una gran ventaja: nos han sacado, o nos van a sacar, de nuestro
cerrilismo. La actual generación tiene nervio, por eso creo en ella. Respecto
a lo que decía Caruncho, del respeto a los mayores, creo que esos mayores nos
tienen mucho menos respeto que nosotros a ellos. Mejor dicho: no nos tienen
respeto alguno.”
María Jesús Echevarría - Pueblo – 1 de enero de 1963
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MARÍA JESÚS ECHEVARRÍA
(“La Françoise Sagan española”)
“Enfundada en un traje color oliva,
luciendo sus gafas de concha.”
“LA SONRISA Y LA HORMIGA es una parte de la trilogía que pienso editar. En
ella reflejo las experiencias que, como universitaria, he vivido en los Estados
Unidos.”
María Jesús Echevarría – Pueblo – 24 de enero de 1963
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CRÍTICAS
NIÑA DISTINTA
(1954)
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LA NIÑA DISTINTA
La Historia a veces comete injusticias tan flagrantes que hace temblar nuestra
confianza en su validez.
M.ª Jesús Echevarría es el nombre de una de estas grandes injusticias. Un
nombre silenciado por una Historia de la Literatura miope.
Esa Historia escrita en letras de molde, conservada en enciclopedias y resumida
en libros escolares ni siquiera menciona a M.ª Jesús Echevarría, autora de una
obra literaria inmensa en su valor, aunque breve en extensión ya que murió joven.
Lo tremendo de todo esto no es que M.ª Jesús no tenga sus merecidas letras de
molde ni un listado en negrita de los títulos de sus obras. El verdadero drama es
que la Historia de la Literatura nos ha impedido conocerla, leerla, admirarla,
comprendernos en sus textos y disfrutarla. Lo irreparable es que al no estar
codificados por la Historia ni su nombre ni los títulos de sus textos, algunas de
sus obras se habrán perdido para siempre y no aparecerán aunque se las busque.
A finales del verano de 1954, cuando se va el calor y se presiente el frío, M.ª
Jesús Echevarría publica en El Español “Niña distinta”. Una historia sobre el fin
de la infancia, los nublados de la adolescencia y la caída en la heladora oscuridad
de los adultos.
La lectura de “Niña distinta” impresiona por su narrativa magistral. Por la
habilidad con la que la autora nos mete de lleno en la infancia, nos saca de ella de
un sólo tajo sin piedad, y nos adentra en un mundo adulto rígido y sucio donde las
niñas distintas no tienen cabida.
La agilidad narrativa, el brillante uso de las metáforas, el ruralismo
costumbrista, la crítica social hace de “Niña distinta” una maravilla literaria que
es incomprensible que no esté enmarcada entre las mejores narraciones de la
literatura española.
Lina la niña distinta que no quiere dejar de ser libre ni alegre, que se vuelve
“chicazo por espíritu de contradicción”, que quiere encontrar “el sentido del sol y
de los prados”, que quiere llevar las piernas al aire y las faldas cortas aunque
digan de ella “monstruosidades peores que sapos y más asquerosas que ellos”,
Lina se nos mete irremediablemente en el corazón. Y aún hoy, más de cincuenta
años después de que se escribiera, nos sacude la conciencia señalando qué poco
hemos cambiado, cuánta oscuridad le añadimos a la vida, y cuánta necesidad
tiene el mundo de niñas distintas, revolucionarias y valientes como Lina.
Laura Rivas Arranz
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NIÑA DISTINTA
De la infancia te sales o te sacan, decía la niña distinta Ana María Matute. Era
una optimista patológica, una humanista, consideraba que el salto abismal al
mundo adulto podía ser algo voluntario, una decisión consciente. No es así, de la
infancia te sacan a empujones en cuanto puedes mantenerte erguido, ni tan
siquiera esperan a que sepas hablar, sería demasiado peligroso, podrías rebelarte,
decir que no. Pasamos de los juguetes a la pizarra, a los libros de texto, sin apenas
transición, con la imaginación todavía en la yema de los dedos. De nuestro propio
universo nos arrojan al mundo real con el único equipamiento de nuestras alas de
leche, que la educación, los usos y costumbres, impiden que se asienten, que se
conviertan en una parte más de nuestra anatomía, de nuestra autonomía personal.
No se conforman con esto, no les vale con matar nuestra individualidad, nuestra
innata capacidad de transgresión, necesitan que todos sigamos un mismo camino,
una plantilla previamente fijada, que no nos salgamos de la línea recta, que
pisemos raya.
Ya no tienes edad para estar haciendo el tonto todo el tiempo, ya tienes edad
para ser más responsable, ya tienes edad para tener un trabajo fijo, ya tienes edad
para tener pareja, ya tienes edad para estar casado, ya tienes edad para tener hijos,
ya tienes edad para ser abuelo, ya tienes edad para estar en una residencia, ya
tienes edad para descansar, para que los demás descansen de ti. Salirse de esta
hoja de ruta no es fácil, indoloro, requiere una valentía, tenacidad, casi suicidas,
una inocencia, resistencia, a prueba de bombas, de sufrimientos adultos,
demasiado tangibles, reales, para ser asimilados, tomados en serio, por un niño
salvaje, por una alma de cántaro.
Deberían enseñarnos, incluso antes de aprender a respirar, a ser distintos,
diferentes, únicos, ni mejores ni peores, solo idénticos a nosotros mismos hasta la
estupidez. Con nuestras miserias, con nuestras grandezas, con nuestra asombrosa
disposición para el juego, para la risa, para disfrutar de cualquier chorrada,
intactas. La infancia es un terremoto sin réplicas, que si no dura toda la vida es
una estafa, una traición al seno materno, al cordón umbilical de nuestros sueños.
Julio Tamayo
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LAS MEDIAS PALABRAS
(1959)
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MARÍA JESÚS ECHEVARRÍA,
PREMIO “ELISENDA DE MONTCADA”
La novela galardonada se titula “Las medias palabras”
Barcelona, 8. (Por teléfono, de nuestro corresponsal.) En el panorama literario
español, el premio de novela “Elisenda de Moncada” ha llegado a su séptima
edición con la aureola de los éxitos editoriales de media docena de novelas, entre
las que destacaremos las de Carmen Conde y Concha Castroviejo.
De todos modos, comentar el buen suceso editorial de las obras que han tenido
este galardón encierra en sí un error, puesto que nadie puede negar que se otorga
casi a título de mecenazgo, y que la revista “Garbo” y sus editores, el matrimonio
Antonio Nadal-Rodó y María Fernanda Gañán de Nadal, han deseado únicamente
coadyugar al progreso de nuestra literatura, que por distintas circunstancias se
tiene que efectuar a través de varios y distintos premios literarios. No hemos de
olvidar que a dichos editores se debió durante varios años la permanencia del
premio “Café Gijón”, de gran resonancia en todo el ámbito literario español,
precisamente porque no encerraba en sí ningún interés comercial.
Esta veteranía y los nombres que ya se barajaban como probables ganadores
hicieron que en el Hotel Colón se congregasen las personas más conocidas del
mundo literario y periodístico barcelonés. Cerca de las doce de la noche saltaron a
la palestra los nombres de María Jesús Echevarría, con “Las medias palabras”;
José Luis López Cid, con “Los años del potro”, y Leocadio Melchor Rodríguez,
con “Desnudo y composición”, como los más calificados para obtener el premio.
Finalmente María Jesús Echevarría le ganó la partida a José Luis López Cid.
María Jesús Echevarría es madrileña, está casada con un profesor de Historia, es
licenciada en Filosofía y Letras y periodista. Pertenece a la Redacción de “El
Español” desde 1955 y colaboró en “La Estafeta Literaria”. Anteriormente a “Las
medias palabras” escribió otra novela titulada “La sonrisa y la hormiga”, cuya
acción se sitúa en los Estados Unidos,
El tema de “Las medias palabras” es difícil de explicar en síntesis. La secretaria
del Jurado, Aurora Díaz Plaja, nos ha dicho que es la narración de una familia que
vive de una manera anárquica, y que el desarrollo de la obra se centra en uno de
los miembros de esta familia, al que se cree protagonista de un suceso inexistente.
Lo mejor de la novela es el modo como están descritos los distintos personajes
que forman la citada familia.
Y una vez más, en el “Elisenda de Montcada” anotamos el nombre de una
novelista.
E. P. - ABC – 9 de diciembre de 1959
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LAS MEDIAS PALABRAS
LA primera novela de María Jesús Echevarría se nos presenta con la etiqueta
de garantía de un premio literario; y de un premio importante: el “Elisenda de
Montcada”. La novela, pues, está prevalorizada por obra y arte de un Jurado
femenino.
Las medias palabras es una novela un tanto extraña; por un lado, aparece
como un relato de la vida y milagros de una familia arquetipo de la sociedad
actual, y, por otra, parece un estudio profundo de diversos caracteres opuestos y -
sobre todo- contrapuestos.
Vayamos por partes: en primer lugar, tiene una característica común de la
novela española; la escasez de horizontes. La acción se desarrolla entre las cuatro
paredes de un saloncito de clase media y la cafetería de la esquina. En realidad,
esto, más que defecto, es virtud, ya que si lo que se trata en la novela es de
describir un ambiente, el ambiente de la sociedad española de hoy se desenvuelve
exclusivamente en el interior de las casas, en las oficinas o fábricas y en la
cafetería o taberna de la esquina. Es muy difícil que una serie de personajes
españoles se encuentren en un extremo del mundo y, más tarde, esos mismos
vuelvan a encontrarse en las antípodas. No, eso es posible con protagonistas
ingleses o americanos, pero a los españoles no se les puede sacar -si hay que
reflejar la realidad de un ambiente- de la casa, la pensión, el trabajo y la taberna.
Por tanto, cuando voces tan autorizadas como las de José Luis Castillo Puche
indican como defectos de nuestra novela el asfixiarse en la estrechez de la
pensión de familia, habría que contestar que sí, pero que más que defecto de la
novela española es defecto de la sociedad española, que es quien, en realidad, se
ahoga en la estrechez de sus propios criterios.
En segundo lugar, Las medias palabras. Así está escrita con esas medias
palabras que son características de la idiosincrasia nacional. En Las medias
palabras, la hipocresía y los falsos prejuicios son los que imperan; los personajes
son, o altivos y vanidosos, como Natalio y la Niña, o envidiosos, como Faustino y
Mary Lola, o hipócritas, como Victorina y Manuela. Los tipos son perfectos;
exactamente dibujados.
Pero además, el propio negocio de la chatarra, que en el fondo sólo se trata de
veinte duros, es desorbitado por los prejuicios de los unos y la envidia de los
otros.
Las medias palabras, escrita en el ameno y fluido lenguaje de una periodista
profesional, es un reflejo perfecto de nuestra sociedad; sus defectos son las
propias taras de esa sociedad. Y el sacar a la luz el aspecto negativo de algo que
se ama, es una contribución inestimable a su perfeccionamiento, y no otra cosa
son Las medias palabras.
R. C. P. - La Estafeta Literaria – 15 de septiembre de 1960
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MEDIAS TINTAS
(o el discreto encanto de la clase media)
(“Las medias palabras” (1962) María Jesús Echevarría)
Hay que haber sufrido mucho en la vida, haber observado a conciencia como si
no hubiera un mañana, con voluntad de cotilla entomóloga, para plantarte en la
veintena con los inmisericordes rayos-X del sarcasmo a flor de piel. “Las medias
palabras” es un libro de madurez, casi de senectud, un estar de vuelta de todo, un
planear por encima de las cosas desde la comprensión, desencanto, de la
experiencia, de la lucidez extrema. Algo que realizaron con bastante menos
gracia, mala leche, los chiquillos del existencialismo francés, demasiado pagados
de sí mismos hasta cuando renegaban de la vida, del mundo. “Las medias
palabras”, el “Nada” de la clase media, con la diferencia de que aquí Andrea,
Victorina, no es una mera espectadora, es una pasiva agresiva, es un sainete
existencialista, un esperpento nihilista, una gran vomitona con tropezones, con
píldoras de sabiduría brutal. De aquella que no te ayuda a vivir, sino a ver a los
demás, a ti mismo, completamente desnudos, en los huesos. Nada nuevo en la
literatura española, tan dada a los exorcismos, aquelarres, masoquismos, de clase.
Desde “Tormento” de Galdós a “Nada” de Laforet, pasando por “Los caciques”
de Arniches, aunque en esta ocasión el objeto de burla, de escarnio, sea la clase
media, esa gran desconocida, por omnipresente. La literatura española siempre se
ha movido a sus anchas por los extremos entre la burguesía y el populismo, la
clase media, el motor tranquilo, invisible, de la sociedad, del capitalismo, del
consumismo, casi nunca ha sido objeto de reflexión, ni tan siquiera para ponerla a
parir. El motivo es sencillo, nadie se siente en el fondo clase media, ni chicha ni
limoná, la clase media es una estación de paso, un descansillo para alcanzar la
ansiada clase alta, el objetivo sagrado por el que millones de curritos invierten
todos sus esfuerzos, y sus mejores años, en trabajar como perros en tareas
alienantes, empobrecedoras.
Si hay una característica que define a la perfección esta clase es el concepto
aparentar, vivir solo hacia fuera, de cara a los demás, tanto en lo material, como
en lo moral, que los demás crean que eres rico, una persona digna, cultivada,
refinada, ya es una forma de empezar a serlo, de ir ensayando. Nada más
peligroso, odioso, que alguien que se cree más de lo que es, que mira por encima
del hombro a los demás aunque no levante dos palmos del suelo. Personas vacías
que chapotean en el presente como peces sin oxígeno, personas que huyen de la
soledad, del silencio, que solo saben comparar, criticar, sus dos actividades
favoritas. De eso trata “Las medias palabras”, del abismo existente entre lo que
aparentamos ser y lo que somos, entre lo que decimos y lo que pensamos, entre lo
que expresamos y lo que sentimos. Una continua contradicción, disonancia, que
acaba derivando sin remisión en la impostura, en la hipocresía, en la cursilería, en
la locura.
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Renunciar, sin contraprestaciones, a lo que uno es siempre acarrea
consecuencias, trágicas, porque del patetismo, del ridículo, a la tragedia, solo hay
un paso, un mal paso, ese día aciago en el que se nos cae la careta por casualidad,
en medio de la calle, y ya no valen ni medias palabras, ni eufemismos, ni dobles
sentidos. Nos quedamos en pelota picada ante el espejo, con una extraña mueca
de niño asustado, agobiado, acojonado. “Las medias palabras” es un libro duro,
cruel (la censura le tachó dos frases: “-No te encandiles con esas, que no hay
nada que hacer. Natalio mandó a su padre a la mierda. -Y te metes la lengua… Yo
ya sé lo que me hago.”, página 99), que canta las verdades del barquero con una
sonrisa irónica en los labios, con un arrollador desparpajo vitalista que encubre el
fatalismo, la desesperación, en una especie de inocuo folletín, culebrón, de
cámara. Como “Cinco horas con Mario” (1966) de Delibes o “La vida perra de
Juanita Narboni” (1976) de Ángel Vázquez, dos directas derivadas,
consecuencias, de este singular libro, adelantado a su tiempo, escrito con mano de
hierro por la Tennessee Williams castiza, por la Valle-Inclán con gafas ahumadas,
María Jesús Echevarría, Victorina (Victorino era el nombre de su padre) la triste,
la gran tapada de la literatura española.
El mejor resumen de lo que es el libro, de su declaración de intenciones, y de
resultados, es este genial fragmento:
III. LUEGO
Esta es una historia en la que las cosas ocurren a medias, y se expresan –como
en la vida– con medias palabras. Es –dicen– la mejor manera de entenderse.
Esta es una historia, donde las cosas ocurren entre cuatro paredes. Como debe
de hacerse frente a las mujeres y a las cosas importantes.
Esta es una historia con problemas que existen y de los que nadie habla y un
escándalo del que habla todo el mundo. Que nadie espere soluciones heroicas. Ni
en la tragedia ni en el dolor el hombre escoge las grandes soluciones. Ya es una
gran cosa que se tenga la humildad de ánimo de despertar al día siguiente del
drama y hacer como que se ignora. Las soluciones límite de la vida conducen al
mismo cauce abúlico que las otras. Quien no nace suicida y ha de seguir
viviendo, no puede permanecer en trance de dolor, en éxtasis de tragedia, sino a
riesgo de hacer el ridículo.
Existe, además, esa planta inefable de la esperanza que arraiga siempre en el
alma del hombre y brota recién arrasada, tenue y pálida, la mañana siguiente al
drama.
La gente, ni dice ni piensa las cosas así. Con la gente que no exagera se puede
ir a todas partes.
Julio Tamayo
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POEMAS DE LA CIUDAD
(1960)
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ECHEVARRÍA, MARÍA JESÚS:
“POEMAS DE LA CIUDAD”
Trilce. 38 págs.
María Jesús Echevarría, periodista de bien ganado renombre, excelente
novelista, premio “Elisenda de Montcada”, ofrece ahora al público un libro de
poemas de extraordinaria calidad lírica. Los poemas que María Jesús Echevarría
ha escrito sobre el esqueleto de hierro y hormigón de Nueva York poseen un
atractivo de originales sugestiones. El alma entera de la autora, desnuda y sincera,
se vuelca en cada uno de los versos. Los poemas a veces tienen una fuerza
expresiva increíble en la pluma de una mujer. El lenguaje que emplea la autora
está castigado y endurecido. Los poemas son esculturas de piedra. A veces se
enreda en ellos una tímida yedra de intensa ternura, como en el conmovedor
“Poema de la muchacha negra”. Pero, en general, la garra poética hace sangrar
verso a verso, letra a letra, todas las imágenes. La autora se define en su patética
plegaria “Oración de la ciudad y yo”:
Dame, Señor, el estrépito, el ruido y la miseria.
Déjame la ciudad para mi amparo.
Muchacha de la ciudad me hiciste
y sólo sé vivir sobre el asfalto.
Lloran los versos de María Jesús Echevarría y la vida entera se encierra en ellos
con un fuerte aliento de tragedia sin esperanza.
A veces, Eugenio, los sollozos
son solo tragos secos que por redondas copas
chorrearon el pecho.
“Poemas de la ciudad” es un libro nuevo, de sugestiva poesía moderna, llena de
aristas y asperezas, pero preñada siempre de una profunda emoción lírica.
ABC - 29-07-1961
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POEMAS EN NUEVA YORK
(“Poemas de la ciudad” (1960) María Jesús Echevarría)
En España hay un desprecio, ninguneo, casi generalizado hacia la poesía escrita
por mujeres. Si hablamos de poesía actual, tanto de hombres como de mujeres,
está más que justificado, no dan la talla. Pero si hablamos de la poesía escrita por
mujeres durante la dictadura franquista no queda otra que hacer la ola. No solo
por su calidad, sino por la dificultad inmensa que tenían las mujeres para poder
expresarse con libertad, crear en esa época era un acto heroico, publicar un
milagro. A todo el mundo, gracias a su centenario, le suena el nombre de Gloria
Fuertes, convertida en un icono de la infancia, y para de contar. No hay un corpus
de poetas, mujeres, que esté en el inconsciente colectivo de los lectores de poesía,
siempre una minoría, como sucede con la Generación del 27, o los grandes
nombres que repetimos todos, con justicia, como loritos: Lorca, Machado, Juan
Ramón Jiménez. Pocos españoles no han leído, o tienen referencia de oídas, libros
como el “Romancero gitano” (1928), “Campos de Castilla” (1912) o “Platero y
yo” (1914), su equivalente femenino es inexistente, por puro desconocimiento,
ignorancia. Libros como “Destierro” (1982) de la desconocida, el peaje de los
exiliados, Teresa Gracia, o el que nos ocupa, “Poemas de la ciudad” (1960)
(originalmente “Poemas de la City”), de la todavía más desconocida, el peaje de
los muertos en plena juventud durante la dictadura, 31 años, María Jesús
Echevarría, deberían estar en la mesa camilla de todos los amantes de la poesía en
lengua española. Todo lo que no fuera incluirlos en una hipotética lista de los 10
mejores libros de poesía escritos en España sería menospreciarlos, ofenderlos.
Como las comparaciones son odiosas, pero sirven para calibrar, poner en
contexto, la importancia, valor, de las cosas, hay que mencionar el mítico “Poeta
en Nueva York” (1929-30) de Lorca para hacer justicia al libro de María Jesús
Echevarría. Hablo de importancia, no solo de coincidencia temática, Nueva York,
los Estados Unidos. La principal diferencia es que el libro de María Jesús
Echevarría es mucho más accesible, cristalino, hay la misma pasión por el
lenguaje, por el ritmo, pero no hay una vocación descarada de resultar críptica,
surrealista, como sucede con el libro de Lorca, que oscurece su comprensión de
manera deliberada por razones de censura, de autocensura, la homosexualidad era
un tema tabú durante el franquismo. La otra gran diferencia es que “Poeta en
Nueva York” es un libro mucho más narcisista, subjetivo, es un poeta
expresándose siempre en primera persona. En cambio “Poemas de la ciudad” es
un poeta que se borra, que se confunde con lo que ve, que tiene una visión más
amplia, más universal. Algo que ya se trasluce hasta en los títulos, “Poeta en...”,
“Poemas de...”, sujeto, objeto, continente, contenido, Nueva York, ciudad. “Poeta
en Nueva York” es un diario, “Poemas de la ciudad” una crónica. Por lo que los
dos libros no se excluyen entre sí, son complementarios, un díptico
imprescindible sobre la Gran Manzana, sobre la fascinación que ejerce en el
viajero europeo la grandiosidad, gigantismo, mestizaje, de Norteamérica, de los
norteamericanos.
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El nivel de profundidad también es diferente. Lorca es el turista canónico,
alguien que acude a la gran ciudad sin conocimiento previo, sin prejuicios,
dispuesto a dejarse impresionar por la novedad, por la diferencia, por la
superficie, y María Jesús Echevarría es la mirada serena, analítica, humanista, de
quien trata de comprender, de quien se ha tomado el tiempo de buscar las
coincidencias, de asentar las primeras imágenes, los primeros juicios. María Jesús
Echevarría no fue una turista accidental, una simple Erasmus, en los Estados
Unidos como Lorca, en los años 50 estuvo becada durante varios años en una
universidad americana, la prestigiosa Russell Sage College, experiencia que volcó
en la genial novela “La sonrisa y la hormiga” (1962), y en varios artículos para
“El Español”, por ejemplo “Fin de curso americano” (1954), germen de “La
sonrisa y la hormiga”, durante los años 60 fue corresponsal en Nueva York de ese
mismo semanario, su dominio del inglés era absoluto, trabajó durante años como
traductora de ensayos en inglés y francés. Lorca veía Nueva York desde fuera, de
manera impresionista, porque no podía verla desde dentro, le faltó tiempo y la
herramienta imprescindible del idioma. Su visión de Nueva York es la de un niño
tonto, como los collages creados por Carmen Martín Gaite en 1980-81 durante su
estancia en los Estados Unidos, “Visión de Nueva York”, la de María Jesús
Echevarría es la de un niño distinto, triste, al filo de cruzar el umbral del mundo
adulto. La explosión, felicidad, de los sentidos, es matizada, atemperada, por la
conciencia de lo efímero, de la muerte. “Poeta en Nueva York” es un libro
iniciático, “Poemas de la ciudad” un libro crepuscular, dos etapas imprescindibles
de un mismo camino, el de la honestidad creativa, el de trascender la realidad
para poder iluminarla, comprenderla, mejor. Algo al alcance solo de los genios, de
Lorca (1898-1936) y de María Jesús Echevarría (1931-1962), de María Jesús
Echevarría y Lorca, dos almas gemelas, afines.
Julio Tamayo
69
LA SONRISA Y LA HORMIGA
(1962)
70
71
MARÍA JESÚS ECHEVARRÍA,
PREMIO SELECCIONES
Selecciones Lengua Española, de la editorial Plaza & Janés, ha designado la
obra titulada “La sonrisa y la hormiga” para el premio correspondiente al mes de
octubre, dotado, como los anteriores, con cincuenta mil pesetas. Es autora de la
novela ahora seleccionada María Jesús Echevarría, madrileña, nacida el día de
San Miguel de hace treinta años.
Licenciada en Historia, con premio extraordinario, María Jesús Echevarría ha
sido becaria en distintos países; en Estados Unidos de Norteamérica permaneció
como interna en un college y como lectora de español. Vuelta a España, trabajó
intensamente el periodismo activo y la colaboración literaria.
Narradora, ha sido finalista de los premios Ateneo, de Valladolid; Sésamo, y
Planeta. Su novela “Las medias palabras” ganó en 1959 el premio Elisenda de
Montcada. En 1961 editó un libro de versos. Tiene en curso de publicación una
trilogía de novelas cortas, tituladas de este modo: “El muñeco de paja”, “El
constructor de tiovivos” y “La tarima de los sueños”.
ABC – 29-12-1962
72
73
LA SONRISA Y LA HORMIGA
SÁTIRA despiadada, feroz, de la vida norteamericana la que María Jesús
Echevarría expone en su novela “La sonrisa y la hormiga”. El rudo contraste entre
dos maneras diametralmente opuestas de entender la vida, la del mundo latino y
la del anglosajón, constituye el “leit-motiv” del relato. La escritora madrileña no
oculta sus simpatías hacia nuestra psicología, a la vez que fustiga el
convencionalismo y la existencia en serie del pueblo estadounidense. Ese crisol o
“melting poot” del que tanto alardea Norteamérica, y en el que pretende fundir a
todas las razas para llegar a la uniformidad yanqui, también es objeto de los
ataques de María Jesús. Se defiende aquí la individualidad de la persona humana
frente al imperio de la masa, y las pequeñas pasiones de hombres de tierra
caliente encuentran una especial comprensión en las páginas de esta historia.
La acción se sitúan en la más prestigiosa Universidad norteamericana, a la que
concurren becarios de diversos países. La pugna que desde los primeros
momentos entablan nacionales y extranjeros, la incomprensión existente entre
unos y otros, constituye el nervio del episodio. La afición a la música de los dos
bandos es su único nexo; pero, en contraste, son insalvables las múltiples
diferencias que les separan. El rector del centro se empeña en proclamar a cada
paso las excelencias de vida norteamericana, su sentido burgués frente al
fermento revolucionario que alienta en los alumnos de piel morena y corazón
ardiente. Se esfuerza en evitar el escándalo, en paliar el fracaso de unos métodos
educativos que para nada cuentan con la individualidad humana. Mas la instintiva
reacción de los extranjeros, lo singular de todas sus acciones, dará al traste con la
uniformidad que pretende buscar.
María Jesús Echevarría denuncia las complejidades raciales y el carácter infantil
del pueblo norteamericano, de un país que, a pesar de todos sus esfuerzos, aún no
ha logrado una total convivencia. Si la sonrisa supone el sentido de felicidad que
alienta entre sus gentes, la hormiga alude al esfuerzo que se ven obligadas a
realizar. El tema está tratado con responsabilidad y altura. Si la pasión de la
autora le lleva a caricaturizar determinadas situaciones, a subrayar sus rasgos más
acusados, en general responde a una visión certera. Es probable que esta
confrontación de dos culturas o de dos mentalidades no agrade a todos, que
responda, en ciertos aspectos, a una visión personal. Pero lo que nadie podrá
imputar a María Jesús es que busque fundamentalmente una deformación de los
hechos relatados.
74
Todos los personajes de la novela están muy bien observados. Se ve que la
Echevarría permaneció en centros universitarios norteamericanos, que convivió
con alumnos de diversos países y que llegó a identificarse con sus peculiares
maneras de ser. El ritmo nervioso que imprime al libro, sus diálogos rápidos y sus
someras descripciones demuestran la maestría de la narradora. Y lo mismo
podríamos decir del clima que respira la fábula, de su perfecta ambientación. Si la
monotonía preside la vida del estudiantado, si cada día le sucede, poco más o
menos, lo mismo que el anterior -visita a la taberna, bailes orgiásticos y pasajes
sentimentales-, cada criatura humana responde a una completa individualización.
Ninguno de los héroes se confunde con otro; sólo existe entre ellos el vínculo de
la vida común. Y acaso en ello resida uno de los primordiales aciertos de la
historia.
“La sonrisa y la hormiga” es una novela excelente, en la que María Jesús
Echevarría ha demostrado gran valentía al acometer un tema peligroso, erizado de
dificultades, y al tratarlo con verdadera dignidad literaria.
Emilio Merino – Hoja Oficial del Lunes – N.º 821, 4 de marzo de 1963
75
LA SONRISA Y LA HORMIGA
por María Jesús Echevarría. Selecciones Lengua Española.
Plaza & Janes, S. A. Editores, Barcelona.
La autora, en este libro ha recogido perfectamente el ambiente norteamericano
como producto de una larga estancia como becaria en una Universidad
estadounidense. Está escrita con facilidad. Los infinitos personajes que pululan
por la obra hablan por su cuenta, piensan a su manera y son divergentes en
opiniones y en gustos. Hablando sobre el triste capítulo de los accidentes de
tráfico se razona de esta forma: se hacía la suma de muertos y siempre la cifra era
mayor que la del año anterior. Toda la trama de la novela se desliza en un mundo
universitario, enconado, muchas veces, por el color de la piel, conocidos abismos,
raciales. En los bares se aprecia esta heterogeneidad de maneras de ser, entre
música sincopada, sin sincopar, canciones espirituales, cadencias tropicales; en
una palabra: un «puzle» de razas con sus danzas peculiares, bailes epilépticos, y
otros de repercusión dulcísima. Tres canciones parecen ser el eje de la novela y
sus reacciones sentimentales. Novela de juventud universitaria, con observaciones
también universitarias, de una juventud sagaz y atrevida.
La autora describe, con buena mano y buen tino, un mundo vario, multiforme y
distinto. Las asignaturas universitarias son comunes, no así las reacciones
humanas del abigarrado alumnado, con una juventud deportiva.
Hay en el libro, que es muy interesante, demasiada reiteración de los avatares
estudiantiles, aunque están perfectamente delineadas la confrontación de dos
culturas, de dos mentalidades, de dos formas de entender la vida, «La sonrisa y la
hormiga», título de la obra, es una alusión al pueblo americano: la sonrisa, es el
gesto de un pueblo feliz y la hormiga, la actividad que realiza.
Está editado el libro con la pulcritud tipográfica que nos tiene acostumbrados
Ediciones Plaza Janes, y, en conjunto, se trata de un amplio reportaje de una
modalidad periodística, novelada, muy encomiable.
La Vanguardia – 13-03-1963
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MARIA JESÚS ECHEVARRÍA, ESCRITORA SIN FRONTERAS (Dossier)
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MARIA JESÚS ECHEVARRÍA, ESCRITORA SIN FRONTERAS (Dossier)

  • 1. MARÍA JESÚS ECHEVARRÍA (1932-1963) escritora sin fronteras Edición: Julio Tamayo cinelacion@yahoo.es
  • 2. 2
  • 3. 3 ÍNDICE 1- INTRODUCCIÓN……………………………………………………………..5 -“Elegía por una escritora” Tomás Salvador….…………....………………...5 -“Escritora sin fronteras” Julio Tamayo…………………............……...……7 2- BIOGRAFÍA………………………………………………………………….11 3- OBRA………………………………………………………………………....13 -Literaria…………………….…………………….……………………….....13 -Prensa….……..……………….….…..….…..………………..……………..13 -Traducciones……………….………..……….………………………..…….15 4- ENTREVISTAS…………………………………………………...………….17 -Pueblo (27-06-1958)......................................................................................17 -La Vanguardia (08-12-1959)……….…….………….…….…….…………..19 -La Hora (diciembre 1959)………………..…….………….…….………..…21 -El Español (20-26 diciembre 1959)…………………..…………..…………23 -Gaceta Ilustrada (26-12-1959)………………..……..……..…….……..…..35 -La Estafeta Literaria (15-02-1960).................................................................41 -Pueblo (01-01-1963).......................................................................................45 -Pueblo (24-01-1963).......................................................................................47 5- CRÍTICAS..…………………………………………………………………...49 “Niña distinta” (1954)….…….………..……..………………..………….....49 -Laura Rivas Arranz…….…….………….………..………….……….….51 -Julio Tamayo……………………………………………….............….....53 “Las medias palabras” (1959)……..………………………………………...55 -E.P…..…………..………………………..………..………………….….57 -R.C.P...........................................................................................................59 -Julio Tamayo..………………............……………………………….…...61
  • 4. 4 “Poemas de la ciudad” (1960)…………..…………..………………..……...63 -ABC…………..…….………..…..….…………..…..….………….……..65 -Julio Tamayo……………………………............………………………..67 “La sonrisa y la hormiga” (1962)…………..…………………………….….69 -ABC……….…..…………………..……….……………….………..…...71 -Emilio Merino…………………………………………………..………..73 -La Vanguardia……………….……………………….……………….….75 -Rafael Laffón…………..…………..…….……..……..…………….…...77 -Julio Tamayo………............…………………………………….……….79 “Pasteur” (1963)…………..…….…….…….……………….…….………...81 -Julio Tamayo…............………………………………………...………...83 6- TEXTOS………………………………………………………………….…...85 -Fin de curso norteamericano (1954) (artículo)……..………..……………...85 -Niña distinta (1954) (cuento)…….......….…….….…….……………..…….99 -Victorino Echevarría, Premio Nacional de Música (1956) (artículo)…..….125 -Diálogo íntimo con Carmen Laforet (1956) (entrevista)..............................133 -La mujer y lo universitario (1958) (artículo)................................................143 -Poemas de la ciudad (1960) (poemario)………..….…..…..….…..….…....145 -Selección de frases……................................................................…………...173 7- CARTAS……………………………………………………………………..175 -A Concha Lagos (1959)………..…..……..……..……..……..……...……..175 -A Miguel Delibes (1960)………..…..……..…….……..……..……..……..177
  • 5. 5 AL LEER UNA NOTICIA ELEGÍA POR UNA ESCRITORA En la radiante mañana de agosto, el escritor lee el periódico. Ha llegado a ser alérgico a las noticias grandes y prefiere las pequeñas, las cotidianas de la ciudad, donde siempre el recuerdo se orienta hacia nombres y parajes conocidos. De pronto, la noticia esquemática, casi brutal: "Muere repentinamente en Madrid la escritora María Jesús Echevarría". Y siguen datos de filiación bibliográfica. Poca cosa, porque María Jesús Echevarría era muy joven y apenas había publicado dos novelas y un libro de versos. Como periodista, su precocidad le hacía aparecer más antigua. Pero sólo tenía treinta y un años. Escribía, desde los quince, sobre todo para el periódico. Formó en el equipo del primer "El Español" y "La Estafeta Literaria". Esta semana mismo, una gran revista barcelonesa publica un magnífico reportaje suyo. Se me hace difícil escribir sobre María Jesús Echevarría. Sobre el traumatismo de una muerte joven e inesperada, gravita cierto remordimiento. María Jesús Echevarría había estado en Barcelona hacía poco y, verdaderamente, yo no le había prestado mucha atención, incluso evitaba que me hiciera confidente de sus calamidades. Una editorial para la que trabajaba había puesto la proa de su encargado a los trabajos de traducción de la escritora. María Jesús Echevarría se encontraba falta de uno de sus medios de vida. Por si era poco, tenía un par de libros terminados que no sabía dónde colocar, en el eterno calvario del escritor. No obstante, María Jesús Echevarría no era una desconocida. Sus trabajos periodísticos eran muy brillantes —cuando menos en su primera época, cuando estaba libre de problemas sentimentales— y si el Premio "Elisenda de Montcada" la había descubierto hace unos años al premiar su novela "Las medias palabras", yo la había confirmado eligiendo su libro "La sonrisa y la hormiga" como una de las "Selecciones Lengua Española". María Jesús Echevarría, a sus treinta años, era un tipo humano de fábula, de imposible clasificación. Imposible, porque era imprevisible. Pequeña, corta de vista, de habla pausada, casi inaprensible, era dueña de un portentoso despiste. Nunca se acordaba de acudir a una cita, o se quedaba dormida en el hotel o había anotado dos horas más tarde. Hacerle un encargo era exponerse a que lo cumpliera quince días más tarde. Contraía deudas con la inconsciencia de un chiquillo y luego no se acordaba de ellas. Tenía una cultura magnífica y bien digerida, un desprecio absoluto por los convencionalismos y una indulgencia total para las faltas ajenas. Hacía tiempo que había roto con su familia y no deja de ser una muestra de ironía el que los periódicos citen, entre sus merecimientos, que era hija del director de la Banda Municipal de Madrid. Su vida sentimental era tan despistada como su desorden vital. Era muy difícil calibrar sus sentimientos en este aspecto, porque María Jesús Echevarría, poco dada al dramatismo, utilizaba el mismo tono de voz, neutro y distante, para hablar de cosas tremendas y de cosas insignificantes. No se quejaba, exponía simplemente.
  • 6. 6 Había fracasado sentimentalmente, pero estaba consciente de la culpa que le pertenecía. No se perdía en jeremiadas. Afrontaba la situación con extraño valor, casi indiferencia, en una persona tan feble, casi insignificante. Hacía poco había tenido un hijo y luchaba por él, de la misma forma callada y sin efectismos. Era muy trabajadora. Cuando menos, es deducible de su extenso repertorio literario, incluyendo sus trabajos periodísticos y las novelas en espera. Había viajado mucho y su novela "La sonrisa y la hormiga" era un resumen de sus experiencias americanas. Sus temas preferentemente juveniles. La novela aludida era la primera de una trilogía, donde pensaba explayar el problema de la incomprensión en las colectividades. Había comenzado por una universidad norteamericana, tenía escrito el de una comunidad artística en París y pensaba rematarlo con el equivalente español. Cuando muere un escritor joven, y este año son dos: Manuel San Martín y María Jesús Echevarría, duele doblemente esta frustración. Es tan difícil la lucha literaria en España, que si se logra sobresalir, como lo consiguieron los dos citados, puede apostarse por su auténtico valor. Ambos, efectivamente, eran grandes valores en cierne, con ese distintivo común a gran parte de nuestros escritores jóvenes: el periodismo. Por lo que respecta a María Jesús Echevarría, estoy seguro de su calidad. Lo que me duele es algo que cuesta definir, que podría ser lo siguiente. Con los jóvenes, los prematuros y precoces, andamos cautos en conceder laureles y reconocimientos: "Hay tiempo", pensamos. Y así nos sobornamos cuando es preciso tender una mano o hacer un elogio. Y luego resulta que no, que no hay tiempo, que la muerte no lo mide como nosotros y que nos encontramos de repente con un hueco en el corazón. Regateamos méritos a los jóvenes, para dárselos a ilustres figurones que ni siquiera escriben una línea o la escriben para hablarnos del Tíber y los cardenales del setecientos; es decir, de cosas que no nos interesan. Cierto, llevé a María Jesús a "Selecciones" y unos cuantos miles de pesetas a su depauperada bolsa de escritora. Pero no estoy contento. Sospecho que su última visita a Barcelona, hace un mes escaso, tenía importancia para ella: buscaba algo o quería quitarse algo de encima. Me temo que tanto yo como los demás no comprendimos su urgencia, la importancia de sus problemas, posiblemente porque ella no sabía dramatizar. Dios quiera que la noticia "muerte repentina" no encubra el piadoso eufemismo de siempre. María Jesús Echevarría era joven, muy joven, y aunque llevaba la vida como una vela encendida por las dos extremidades, tenía por delante mucho trabajo y mucho afán de escritor. Barcelona, la ciudad que en dos libros le dio dos premios, la había adoptado. Literariamente era nuestra. Descanse en paz. Su fabuloso despiste no equivocará a Dios. Tenía inteligencia de adulto en corazón de niño. Tenía el prejuicio de no tener prejuicios y en consecuencia carecía de una línea. Pero era, esencialmente, bondadosa y sencilla. No podía ser otra cosa que escritora y lo era desde que supo las primeras letras. Descanse en paz la joven escritora, la amiga que vivía en otro planeta. Tomás Salvador – La Vanguardia 22-08-1963
  • 7. 7 MARÍA JESÚS ECHEVARRÍA, ESCRITORA SIN FRONTERAS Los dos premios literarios comerciales más conocidos en España son el Planeta y el Nadal, y en su momento de mayor prestigio, los años 40, 50 y 60, compitieron con otros tres premios bastante menos populares, si bien más ambiciosos a nivel cultural, divulgativo. Los premios de novela corta Café Gijón (1950-actualidad) y Sésamo (1956-1991), en un país en el que las novelas cortas y los cuentos apenas son considerados literatura, y el prácticamente desconocido Elisenda de Montcada (1953-1968), que tenía como particularidad el hecho de que todos los miembros del jurado eran mujeres, algo muy excepcional en la España machista de la época, hablamos de los años 50, de una dictadura. Y no solo eso, el propio premio estaba auspiciado por una mujer, la fundadora de la revista Garbo (también de la revista Cristal y subdirectora durante 5 años de Fotogramas, fundada por su marido, el crítico de cine Antonio Nadal-Rodó, la revista Garbo también patrocinaba el premio Café Gijón), María Fernanda Gañán (1918-2012) (que también creó la editorial Garbo para dar salida a las novelas premiadas y otros libros principalmente de mujeres, allí se publicó por primera vez en 1955 el diario de Ana Frank, bajo el título de “Las habitaciones de atrás”), que se inspiró en el premio literario francés Fémina, la versión femenina del prestigioso Goncourt. La principal diferencia con el premio francés es que el Elisenda de Montcada, reina consorte de la Corona de Aragón que fue mecenas cultural en su época, el siglo XIV, es que aquí no había restricción de género a la hora de presentar novelas (más de 90 por edición), podían hacerlo tanto mujeres como hombres, si bien en los siete primeros años solo se premió a un hombre, Juan José Poblador (“Pensión”), hecho singular que se dio la vuelta por completo ya que en los nueve siguientes no se volvió a premiar a ninguna mujer.
  • 8. 8 PREMIO ELISENDA DE MONTCADA 1953- “Las oscuras raíces” Carmen Conde 1954- “Efun” Liberata Masoliver 1955- “Cuerpo sin sombra” Eva Martínez Carmona de Casado 1956- “Las siete muchachas del Liceo” Mercedes Rubio 1957- “Pensión” Juan José Poblador 1958- “Vísperas del odio” Concha Castroviejo 1959- “Las medias palabras” María Jesús Echevarría 1960- “Eleuterio” Félix Valtueña 1961- “Carta a nadie” Jaime Moncada Mercadal 1962- “Confesión de parte” José Gerardo Manrique 1963- “El gran sapo” Lauro Olmo 1964- “La verdadera patria” Federico López Pereira 1965- “Los inicuos” José María Aragonés 1966- “El otro bando” Manuel Ferrand 1967- “La huelga” Mauro Muñiz 1968- “Inadaptado” José María Prim La nómina del jurado no podía ser más prestigiosa, en su primera edición, además de la fundadora, estaban Ana María Matute (en la segunda edición su novela favorita fue “La casa gris” de Josefina Rodríguez), la poeta Susana March y Víctor Catalá, seudónimo de la escritora catalana Caterina Albert. En las siguientes además de la habitual Carmen Laforet (“Nada”) (posteriormente amiga íntima de M.ª Jesús Echevarría), también estuvieron Carmen Conde, que ganó la primera edición con “Las oscuras raíces”, Aurora Díaz-Plaja, María Rosa Cajal, Eva Martínez Carmona, ganadora de la edición de 1955 con “Cuerpo sin sombra” y Consuelo Burel. El premio se concedía a finales de año, el 8 de diciembre, festividad de la Inmaculada Concepción, en Barcelona, en diferentes hoteles, el Avenida Palace, el Colón, el Ritz, con una cena de ambiente medieval, como una especie de aperitivo del Nadal, y con una dotación de 25.000 pesetas, posteriormente 75.000, y en su última edición (1968) 100.000, una cifra muy respetable para la época. Obviamente el premio no llegó a cuajar del todo, no tenía el respaldo de una gran editorial, las cifras de ventas de los premiados fueron muy reducidas, la tirada del libro de M.ª Jesús Echevarría fue de 3.500 ejemplares (su segundo libro publicado “La sonrisa y la hormiga” (1962) todavía tuvo una tirada más reducida, 3.000 ejemplares), y desapareció del mapa como muchos otros premios sin dejar apenas huella ni recuerdo.
  • 9. 9 En España publicar en una gran editorial (Destino, Plaza & Janés, Planeta, Anagrama) siempre a sido muy difícil, sin el respaldo de un premio literario mediático (Planeta, Nadal) casi imposible. Ganarlo, o ser finalista, te garantiza la publicación y un puñado de lectores, poco más. El prestigio, repercusión, de los premios literarios en España está bajo mínimos, es equiparable a Eurovisión, la tumba de los representantes españoles. De los casi 75 años de historia del premio Nadal solo hay tres novelas destacables, sobresalientes, seminales, “Nada” (1944) de Carmen Laforet, “Cinco sombras” (1946) de Eulalia Galvarriato y “Entre visillos” (1957) de Carmen Martín Gaite, no casualmente las tres mujeres, sin ellas, más Ana María Matute y Miguel Delibes, la literatura española de posguerra hubiera sido casi un páramo, lo que es ahora. Un boom de la literatura escrita por mujeres que no se ha vuelto a repetir, no incluyo la novela comercial, de género, los best-sellers, hablo de literatura de calidad. Luego conclusión, ganar un premio literario en España no es garantía de nada, ni de calidad, ni de visibilidad, ni de continuidad, acceso, a una gran editorial, que se lo digan a María Jesús Echevarría, que ganó con “Las medias palabras” el tercer Premio más importante de la época, el hoy desconocido Elisenda de Montcada, y no la sirvió absolutamente de nada, apenas si se distribuyó, leyó, era demasiado osado, moderno, para la época. Todo este largo preámbulo para poner en contexto el premio por el que la periodista y escritora María Jesús Echevarría salió del anonimato literario, como periodista ya era bastante conocida, reconocida, a pesar de su juventud, comenzó a colaborar en revistas y periódicos con 15 años. Julio Tamayo
  • 10. 10
  • 11. 11 BIOGRAFÍA María Jesús Echevarría Hernández Escritora y periodista española, nace en el Madrid viejo, calle Cardenal Cisneros (después viviría en la calle Florestán Aguilar, en el barrio Buenavista, entre Ventas y Salamanca) el 29 de septiembre de 1932. Hija de familia de orígenes humildes, los abuelos eran peones ferroviarios. Su madre Pilar Hernández nació en León y su padre Victorino Echevarría, nacido en Palencia, era compositor, catedrático de Armonía en el Conservatorio y director de la Banda Municipal de Madrid. Estudia el Bachillerato en el Instituto “Lope de Vega”, donde escribe su primer cuento “Un día en Toledo”. Al mismo tiempo estudia piano, y sobre todo violín, su instrumento favorito, en el Conservatorio. Ingresa en 1948 en la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid, la Central (UCM), licenciándose en la sección de Historia con Premio Extraordinario, posteriormente se doctoró. Gracias a su dominio del francés y del inglés consigue una beca para estudiar en la prestigiosa universidad francesa de La Sorbona (París), y de ahí pasa a los Estados Unidos, también becada, por una filial de la Columbia, la Russell Sage College, un colegio femenino, feminista, de Nueva York. Escribe poemas en las revistas “Umbral” y “Ágora”, con veinte años redacta la novela corta “El loco”. Se casa con Eloy Benito Ruano, profesor de Historia de la Universidad Central (luego catedrático de Historia Medieval), tienen una hija que muere al poco tiempo. Es descubierta por Juan Aparicio en las “Rondas de Entrevistadores” de “El Español”, y comienza a colaborar con el semanario en 1953, colaboración que durará más de 10 años, con interrupciones por enfermedades y viajes, y donde publica infinidad de artículos, reportajes, y entrevistas, además de algún cuento, “Niña distinta” (1954). Durante los años 60 se convierte en su corresponsal en los Estados Unidos. Habitual de las tertulias literarias madrileñas, en las que coincidió con Lauro Olmo, Jorge Campos y Francisco Candel entre muchos otros (incluso con Buñuel: “Luis Buñuel charlaba con María Jesús Echevarría, y los modistas, Vargas y Ochagavía.” (Cóctel de inauguración, con exposición de dibujos de Benjamín Palencia, de la galería GRIN-GHO, de José García-Zozaya, Pueblo 14-12-1962)), y habitual del Ateneo, del que es socia (n.º 1456), con interrupciones, desde 1949 a 1960. También colabora en la “La Estafeta Literaria” y en “La Hora”. En 1959 obtiene el Premio “Elisenda de Montcada” por la novela “Las medias palabras”. Por esa misma época tiene el proyecto de publicar conjuntamente dos novelas cortas, “El muñeco de paja” (presentada al Premio Ateneo de Valladolid de novela corta de 1960) y “El constructor de tiovivos”, cosa que al final no sucede. En 1960 es finalista del Premio Sésamo de novela corta por “La tarima de los sueños”. En 1961 publica el libro de poemas “Poemas de la ciudad”. Queda finalista en 1962 del XI Premio Planeta con la novela “Ayer fuimos gigantes”. Gana en 1962 el Premio “Selecciones Plaza y Janés”, 50.000 pesetas, por su novela “La sonrisa y la hormiga”, escrita en 1955. Nace en Barcelona su hijo Sergio (renombrado por los abuelos Jesús María en homenaje a su madre). Realiza entre 1962 y 1963 varias traducciones de ensayos para las editoriales Argos y Noguer. Publica en 1963 la biografía novelada de Pasteur. Muere el 16 de agosto de 1963.
  • 13. 13 OBRA LITERARIA Años 40- “Un día en Toledo” (su primer cuento escrito cuando era bachiller) 1951- “El loco” (novela) (inédita) 1954- “Niña distinta” (cuento) 1960- “Las medias palabras” (novela) 1960- “El muñeco de paja” (novela) (finalista Premio Ateneo de Valladolid) (inédita). [Un extracto del libro fue leído el 10 de mayo de 1960 en la tertulia literaria del Instituto de Cultura Hispánica, con la presentación de su amiga la escritora Carmen Laforet: https://mega.nz/file/3mRTnYaa#PxZvjZA6605tiRzLMSjPXrgiYD1u23G-KXEuryVTvY8] 1960- “La tarima de los sueños” (novela) (finalista Premio Sésamo) (inédita) 1961- “Poemas de la ciudad” (poesía) (más poemas sueltos en revistas “Ágora” y “Umbral”) 1962- “Ayer fuimos gigantes” (novela) (finalista XI Premio Planeta) (inédita) 1962- “El constructor de tiovivos” (novela) (inédita) 1962- “La sonrisa y la hormiga” (novela) (escrita en 1955) 1963- “Pasteur” (biografía novelada) Lista no exhaustiva de trabajos para el semanario “El Español” 293 (1954)- “Fin de curso norteamericano” (Impresiones directas de la vida del estudiante estadounidense) 299- “Vértigo y pericia a 8.661 metros de altura” (Una información detalladísima de la conquista del “Rey del Himalaya”) 300 - “Niña distinta” (Cuento) 304 - “Sommerset Maugham” (Entrevista) 312 - “Buffalo Bill, visto por su sobrino” (Mr. Coddy cuenta recuerdos del héroe del Oeste Americano) 313 -”Sorpresa en el Quai d´Orsay” (Astier de la Vigerie, un aristócrata francés, al servicio de la URSS) 316 - “Cambia la mujer, cambia España” (De Norte a Sur y de Este a Oeste, un nuevo ritmo en la vida femenina. Reportaje desde Asturias, una serie de trabajos sobre la evolución de la mujer en las distintas regiones españolas) 324- “El nuevo embajador italiano en Madrid” 326 (1955)- “Ataulfo Argenta y la música” (Entrevista con el famoso director de orquesta) 327 - “Técnicas del apostolado” (Entrevista con el Excmo. y Rvdmo. señor Obispo de San Sebastián) 329 - “Todo lo que fructifica es bueno” (Charla con el Excmo. señor Don Luis Almarcha, obispo de León)
  • 14. 14 330- “Doctor Lauzurica, arzobispo de Oviedo” (La vida y la obra de un hombre de la Iglesia) 332- “Guitarras y acordeones en una playa mediterránea” (Reportaje sobre el Primer Certamen Nacional de Habaneras) 343- “En el espíritu de los tiempos” (Conventos de clausura que se adaptan a las nuevas normas) 346- “Festivales al aire y al sol de España” (Veintiuna provincias montan sus escenarios cara al pueblo) 348- “Montilla se viste de luces” (Un pueblo andaluz que sabe trabajar y divertirse) 350- “En Chinchón toreará Cantinflas” (Un pueblo castellano que es un gran coso taurino) 366- “Entrevista con el embajador de Arabia Saudí” (Midhat Cheij El-Ard habla de su país) 367- “La abadesa de las Huelgas, abadesa general del Císter” 371- “Entrevista con Noel Clarasó” 372- “La Escuela de Funcionarios Internacionales” 374 (1956) - “Victorino Echevarría, Premio Nacional de Música” (Entrevista con su padre) 379- “Ginés Liébana, peregrino del arte” (Entrevista con el pintor cordobés) 380- “Diálogo íntimo con Carmen Laforet” (Una entrevista con la autora de “La mujer nueva”) 382- “El niño Manuel Macarro regresa a España” 383 - “María Isabel Verdejo, premio extraordinario de cirugía” (Entrevista con la nueva doctora) 386- “El héroe del Alcázar vuelve a Toledo” (Entrevista con Mr. Coles) 396 - “Congreso de la Interpol en Viena” (La Policía secreta de cincuenta y siete países, conectados por radio) 397 - “Escándalo y drogas” (Cineastas, aristócratas y aventureros, en la redada de la policía italiana) 418 - “Un final feliz en el drama de la familia Moore” (Despierta de un sueño de seis meses para tener un hijo) 420 - “Dos hombres a la conquista de lo desconocido” (Von Karman, el mago de lo supersónico, y Jacques Cousteau, en el mundo del silencio) (y Luis Losada) 498 (1958) - “El algodón, siempre de moda” (Las mil aplicaciones de una industria que viste al mundo) 502 - “Un Mediterráneo artificial entre Canadá y Estados Unidos” (El canal de San Lorenzo, milagro de la ingeniería moderna) 504 - “Las fluctuaciones financieras previstas por las variaciones de la moda” (Investigadores franceses estudian las relaciones entre el vestido femenino y la economía)
  • 15. 15 517 - “En el “Auditorium” de Bruselas, viudas de todos los países” (Se han reunido en Congreso para tratar de sus problemas) 519 - “Vijaya Lakshmi Pandit, primera embajadora de la India en Madrid” (“España es un gran país que conocemos y admiramos) 542 (1959) - “Cortejo nupcial en el país del Sol Naciente” (Aki Hito-Mishiko Shoda, una boda de rito milenario en el moderno ambiente del Japón) 547 - “Sir Harold Gillet, Lord Mayor de Londres” (El 631 Alcalde de la City, en la Villa de Madrid) 558- “Nueva partida para el comercio: Las compras de los turistas” (Junto a los abanicos y las muñecas, los cuadros, los organillos, la cerámica y los vestidos de torero) 572 - “Jauja, siglo XX” (El juguete como medio de instrucción y entretenimiento) 573 - “Nuevo estilo” (Evolución de la mujer española en los últimos veinticinco años) 577 - “María Jesús Echevarría, premio Elisenda de Montcada” (De la redacción de “El Español” al éxito literario) 578 - “Mohamed Reza Pahlevi y Farah Diva” (Boda imperial en el palacio de Teherán) 606 (1960) - “La secretaria moderna, pieza clave” (El bachillerato administrativo, uno de los más eficaces avances educativos) 607 - “Recuerdo en vídrios” (La II Exposición de barcos en botella, estímulo del modelismo naval) 617 - “Ochenta y dos países ante el sí y el no” (ONU XV Asamblea) 623 - “X For President” (las últimas jornadas de la batalla por la Casa Blanca) (corresponsal en Nueva York) 627 - “El equipo Kennedy” (Expectación y esperanza ante la próxima Administración USA) (corresponsal en Nueva York) Traducciones -”El arte del antiguo Medio Oriente” (Argos) (1952) Seton Lloyd -”Mi vida y mi pueblo. La tragedia del Tibet” (Noguer) (1962) Dalai Lama -”Renoir” (Noguer) (1962) William Gaunt -”La aventura de la sangre” (Argos) (1963) Bernard Seeman -”El espíritu de la Edad Media” (Noguer) (1963) Léopold Genicot -”Malta” (Argos) (1962) John Davies Evans -”Submarinos” (F. Maye) (1963) Gilbert Hackforth-Jones -”El telar del arte” (Argos) (1963) Germain Bazin
  • 17. 17 ENTREVISTAS LA MUJER, FRENTE A LA CARICATURA Estupenda periodista y encantadora mujer. Distinguida, ingeniosa y excelente conversadora. A su alrededor, en las tertulias espontáneas del Ateneo de Madrid, se congrega mucha gente, prendida por su simpatía. Está casada con un joven historiador y forman ambos una pareja llena de atractivo humano e intelectual. 1- ¿ES USTED VANIDOSA? Tengo la vanidad precisa o tal vez menos. 2- ¿QUE TAL SE ENCUENTRA EN ESTA CARICATURA? Me veo graciosísima. En cuanto a su ensañamiento conmigo, no se preocupe gran cosa. Si vienes a casa, ten enseñaré aún cosas más terribles que me han hecho muy buenas firmas. El gran consuelo de la caricatura es que el modelo se sabe, en general, mejor de lo que afirma vuestro lápiz. Si no fuera así, ¡estábamos listos! 3- ¿QUÉ OPINA DE LOS CARICATURISTAS? Que es una profesión bastante más honesta que la de verdugo. 4- ¿SERÍA O HUBIESE SIDO CAPAZ DE ESCOGER SU IDEAL FÍSICO PARA MARIDO DE ENTRE UN MONTÓN DE CARICATURAS? Creo que sí sería capaz de determinar mi ideal físico de hombre a través de una caricatura. Lo de marido es ir demasiado lejos. 5- ¿QUÉ RASGOS HUBIERAN DETERMINADO SU ELECCIÓN, PRINCIPALMENTE? Un mentón firme y cuadradito denota voluntad y es una cualidad que me subyuga. 6- ¿CUÁNTO PAGARÍA, SINCERAMENTE, POR ESTA CARICATURA? No acostumbro a pagar nada por caricaturas; las tengo, como cuadros, dibujos, grabados, etc., a barullo; todo ello, fruto gratuito de mi amistad con la gente del Norte. No obstante, y siempre en condicional, merecería ésta, muy a gusto, las 1.000 pesetas. José Juan Tamayo – Pueblo – 27 de junio de 1958
  • 18. 18
  • 19. 19 MARÍA JESÚS ECHEVARRÍA PREMIO “ELISENDA DE MONTCADA” La novela “Las medias palabras” cuya autora es María Jesús Echevarría. Reside en Madrid. Consabida conferencia telefónica y las consabidas preguntas generales de la ley: –¿De dónde es usted? –Madrileña. –¿Soltera? –Casada. –¿Hijos? –Una niña, que murió. –¿Su marido? –Profesor de Historia. –¿Usted? –Licenciada en Filosofía y periodista; pertenezco a la redacción de “El Español”, desde 1955, y escribí también en “Estafeta Literaria”. –¿Qué ha pretendido hacer en “Las medias palabras”? –Es muy difícil explicárselo; son siete personajes y la trama gira alrededor del más inocente, en torno a un escándalo y un suceso que no existió. El ambiente es de la clase media. –¿Ha escrito algo antes que esto? –Sí, otra: “La sonrisa y la hormiga”, situada la acción en los Estados Unidos.
  • 20. 20 –¿Conoce aquel país? –Sí, estuve becada por la Universidad. –¿Buena estudiante? –Fui premio extraordinario. –¿Qué preocupaciones tiene? –Me gusta escribir y periodísticamente prefiero el artículo de creación; en el orden económico, mis preocupaciones son las normales. –¿Qué dice su marido de usted? –Le gusta que escriba, es un “hincha” de lo mío. –¿Él no escribe? –Sí, poesía. –¿Cómo es usted, físicamente? –De pelo castaño y muy delgadita. Y van seis a uno. En el “Elisenda de Montcada” el sexo débil se ha hecho fuerte… Del Arco – La Vanguardia - 08-12-1959
  • 21. 21 “LAS MEDIAS PALABRAS”, ÚLTIMO PREMIO “ELISENDA DE MONTCADA” MARÍA JESÚS ECHEVARRÍA, UNIVERSITARIA, PERIODISTA Y ESCRITORA DE NOVELAS “LO IMPORTANTE NO ES LO QUE SE DICE EN VOZ ALTA, SINO LO QUE SE QUEDA ENTRE LAS PALABRAS” Ella ha visto medio mundo. Pero no en extensión, el mundo de la geografía у de los cinco continentes, sino en intensidad. España, sí, de punta a cabo; Europa—Francia, Italia, Alemania—, (América—los Estados Unidos—. Y en los lugares ha conocido a la gente. La gente, con sus problemas y sus calamidades, con sus alegrías y sus ilusiones, con sus profundidades o sus intemperancias. Y ella fue recopilando pareceres, semejanzas, opiniones, experiencias y personajes y escribió su novela. —Una novela de siete personajes vivos que giran en torno a uno muerto. Lugar de la acción, Madrid. Y dentro de ella, más concretamente, Antón Martín, «con su tipismo fluctuante entre lo moderno y lo antiguo, con sus familias menos que juegan a ser más». —Una novela escrita en siete meses, período de enfermedad y convalecencia. —¿Hay por ello amargura? —No, hay realidad mezclada con imaginación. Hay vida unida a justos y sencillos matices poéticos. En el tino de las dos cosas creo yo debe de estar el acierto de una obra literaria. María Jesús Echevarría tiеnе veintisiete años optimistas a prueba de embates. Quizá porque desde los veintidós —los veintitrés a lo sumo— ya anda en ese oficio —un tercio de profesión, tres cuartos de vocación— que es el periodismo. —El pulsar los acontecimientos; los ambientes, le da a una cierto matiz de confianza franciscana. María Jesús Echevarría llega a EL ESPAÑOL, hacia 1953, cuando los comienzos de la segunda época de la publicación. Y ya en ella extiende su campo de colaboraciones: «La Estafeta Literaria», LA HORA… —El periodismo, no sólo te proporciona oficio sino, lo que es más importante para un escritor, concisión de pensamiento y rapidez de frase. Habla, la mujer con acento convincente, con entusiasmo en lo que dice. Se propuso —ella no lo expresa, pero se intuye— ser novelista, contra las mareas y los vientos de las dificultades. Y lo ha conseguido.
  • 22. 22 —Después de «Las medias palabras» aparecerá un tomo de novelas cortas en las que se incluyen «Еl muñeco de paja» y «Еl constructor de tiovivos». Yo creo que son de un alto tono lírico muy metidas en el mundo del simbolismo. —¿Y luego? —Un libro de versos, «Poemas de la City», y otra novela, ésta ya en muy avanzada escritura, ambas con Nueva York como personaje de fondo. «Las medias palabras» ha sido, como ya se sabe, la novela premiada en el «Elisenda de Montcada». —¿Qué se siente cuando le dan a uno un premio de esa categoría? —Al principio, antes del fallo, confianza en ganar. Cuando se sabe el resultado, una especie de incredulidad y de falta de fe personal en lo ocurrido. —¿Hay que ser estilista puro? —Si no hay estilo no hay belleza estética, pero si no hay tema, si no existe fondo el puro vocablo no sirve para nada. María Jesús Echevarría, de esto hace poco tiempo por la edad, se licenció en la sección de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras, de Madrid, con premio extraordinario. —¿Es imprescindible la Universidad? —Imprescindible, imprescindible, no, pero sí conveniente. Tal vez no te enseñe a saber, pero después de vivirla sabes que en las cosas hay una Jerarquía y que no todo vale lo que dice ni todo es tan mísero como se aparenta. —Escribir, ¿es oficio de mujer o de hombre? —El querer encarrilar las vocaciones o las valías según el sexo es como calificar la Historia según el país en que se estudie. Queda aquí, en Madrid, en sus calles, en sus casas, compulsando emociones, viviendo personajes la novelista. Una mujer morena, esbelta, sensible, agradable, con aire todavía de estudiante sempiterna, para la cual la literatura ha empezado a ser carta de identidad. José María Deleyto - La Hora - Madrid, diciembre 1959
  • 23. 23 MARÍA JESÚS ECHEVARRÍA, PREMIO “ELISENDA DE MONTCADA” “Las medias palabras” primera novela y primer triunfo De la Redacción de “El Español” al éxito literario MARÍA Jesús Echevarría es esta chica alta, espigada, con gafas, envuelta en un aire muy europeo de estudiante universitaria, que nos mete en la redacción de EL ESPAÑOL, entre sonrisa y sonrisa, una prosa alada y deliciosa, de tan buen bordado literario como el lector puede ver. Le basta repasarla número a número, si no. María Jesús Echevarría es esta chica que sale alguna vez, de refilón, en las fotografías, aguantándole el pulso de la entrevista a una embajadora o al más encopetado novelista de turno. La que patea como nadie los caminos de un reportaje y espuma la flor de los archivos, y coge al vuelo, si es que se puede coger, la información más difícil. La estilográfica es en sus manos como una llavecita de oro para abrir horizonte a la noticia, descifrarla, ponerle marco apropiado. Con ella es capaz de dar amenidad al Código, hacer digerible la guía de teléfonos, convertir en poema un páramo desértico si fuera necesario. Qué sé yo. María Jesús Echevarría es esta chica. Y así su pluma. Y así nuestra suerte de tenerla por compañera.
  • 24. 24 CIENTO NUEVE NOVELAS EN BUSCA DE EDITOR El ocho de diciembre fue noche de premios en Barcelona. Noche de premios en Barcelona es como escribir una carta a la esperanza, al milagro. El chico de provincia, el oficinista aburrido, la estudiante de Letras, el literato con prisa en franquear el escalafón, han ido escribiendo durante el año sus puntuales relatos. Los han ido corrigiendo, domando, con amor como se corrige los malos pasos de un niño. Les va en ello no sólo la ilusión, sino un puñado largo de miles de pesetas, el fulgor meteórico pero cierto de la gloria literaria, la luz de estrellas en el firmamento narrativo. Y la solicitud de los editores, la seguridad de una venta. María Jesús Echevarría hizo algo así. Primero vivió y observó un poco. Quizá mucho. Luego escribió con tesón, con paciencia enamorada. Y al fin un día emplazó a la fama en correos, con un paquete de cuartillas. Como esas cuartillas, llegaron muchas. Como esas cartas, más de ciento nueve. Pero como lo que iba dentro, como “Las medias palabras”, no. Como ellas no iban. Y por eso su nombre ha quedado unido al de Carmen Conde, al de Mercedes Rubio, al de Eva Martínez Carmona, al de Concha Castroviejo, etc., etc., en la lista del Premio “Elisenda de Montcada”. Había cosas buenas, novelas de interés. Obras de nombres tan importantes como María Beneyto, Ángeles Escrivá, Fernández Nicolás. Pero María Jesús resistió firme la competencia, echándole realismo, poesía, finura desleída a su trabajo. Y eso fue todo. “Las medias palabras” han ganado, han vencido en el pugilato, en el codo a codo. Mantuvo una guerra de probabilidades con “Los años del potro”, de José Luis López Cid. Pero que si quieres, María Jesús terminó arriba. Carmen Laforet, Susana March, Eva Martínez, María Rosa Cagigal, Nadal- Rodó, Aurora Díaz Plaja, contemplaba el sube y baja de esta cucaña de ilusiones. Eran los Jurados del premio. Es Premio “Elisenda de Montcada” de circulación netamente española, intermedio entre los grandes y los pequeños, entre los “Planeta” y las “Sésamo”. De las ciento nueve novelas sólo la suya ha encontrado editor seguro. De cincuenta y siete hombres y de las cincuenta y dos mujeres sólo ella ha ganado. Por tres a dos, como en fútbol. Basta y sobra.
  • 25. 25 “EL PREMIO ES UN PERMISO PARA ESCRIBIR” María Jesús Echevarría viste con sencillez. Un collar de una sola vuelta. Un suéter azul cobalto. –¿Qué supone para ti el premio? –El premio es para mí un permiso para escribir. Y, por qué no decirlo, una justificación. Desde ahora tendré una como obligación de hacerlo. He tenido suerte. Hay otros que valen y no han logrado esta oportunidad. María Jesús me mira con seriedad. Su voz tiene modulaciones de trémolo, una dulzura y un timbre atiplado lleno de bondad.
  • 26. 26 Ya sé que preguntarle si esperaba o no el premio es una tontería. El que concursa lo hace porque en el fondo alienta una esperanza. María Jesús, eso hace tiempo que lo sabe uno, se había propuesto dar la batalla. Y es lógico que en la batalla se incluya la esperanza como primer postulado. Hablamos de ello. –Desde luego tenía esperanzas. Y la víspera un nerviosismo atroz cuando me llamó Del Arco desde Barcelona para hacerme una entrevista por adelantado. Aquello tuvo mucha carga emotiva, demasiada. María Jesús Echevarría me ofrece algo de beber. Estamos sentados los dos en el diván y parecemos los que somos en la realidad. Dos compañeros separados por un premio. Que es bastante. Nos lo estamos tomando muy en serio esto de preguntar y responder. Y en un momento determinado sonreímos. –¿Escribes poesía, no es eso? María Jesús sigue sin perder el hilo. –Sí. –¿Tú crees que eso puede ser un tanto a favor o en contra para el novelista? Contesta tajante: –Yo creo que al novelista le beneficia su parte de poeta. Claro que, más que poesía de la que me confiesa que ha estado desligada hace tiempo, lo que la joven escritora cultiva ha sido el periodismo. Este periodismo metido en prosa, del reportaje, de la crónica de viajes, de la entrevista. –El periodismo me ha curtido. Me ha dado oficio. Hace que pueda una expresar lo que quiere, de manera eficaz, sin circunloquios, sin párrafos y sin frondosidades hueras. Creo que, además, me ha quitado ñoñería. Y es que como sabes escribir a matacaballo curte. –¿Tienes alguna técnica de esas al uso para escribir? María Jesús me pide permiso para llamar por teléfono. Va a salir fuera a comer y debe estar ultimando algunos detalles. Cuando vuelve trae en la cabeza mi pregunta. –No. Yo he leído mucho. Por lo menos bastante. Pero me he olvidado de ello e intento construir según yo creo. Ese es en todo caso mi sistema. Me preocupa mucho la forma, el dibujo de los personajes, su ambientación. Aunque siempre enmarcados en un fondo que es el que trato de presentar.
  • 27. 27 HAY UNA MUJER QUE ESTUDIA A María Jesús hay que verla con toda su vida por delante. Con toda su obra y su experiencia periodística a la espalda. Y es que si no hay el peligro de engañarnos. Quieras que no, son muy pocos años los que ella tiene. Todavía le brillan los ojos con una cierta fragancia. Y sus manos finas tienen un latido dúctil de plena juventud. De momento hay que pensar que su edad la ha empleado a las mil maravillas. Tiene veintisiete años. Casi esos mismos años hace que la araña la afición literaria. La chica estudiaba Bachillerato ya cuando le premiaron un trabajillo del que recuerda el título y todo. Se llamaba “Un día en Toledo”. –Me dieron un libro. Hay que ver lo contenta que me puse. Desde luego tengo que decirte que aquello me impresionó y me emocionó mucho más que el “Elisenda de Montcada”. Es madrileña, por supuesto. Se conoce por eso palmo a palmo el Madrid viejo porque vivió su infancia por allí. Del barrio de Salamanca, por donde transcurrió otra parte de su vida tiene ya un mundo de cosas en la cabeza para darles salida cuando se presente ocasión.
  • 28. 28 –Oye, ¿qué tal estudiante fuiste? Por las ventanas del piso, orientadas al mediodía, entra una claridad lechosa, invernal, que parece que se pega a los libros, a los cuadros, a las paredes. –De estudiante fui muy irregular. No quise saber nada de las matemáticas. Aunque ya de mayor se me ha ocurrido pensar que no es que no me gustasen, sino que nunca escuchaba las explicaciones. Que es distinto. Me va a quedar la duda de si me gustaban o no. De si pude haber hecho una buena carrera. Mientras sigue los cursos del Bachillerato en el Instituto “Lope de Vega” hace la carrera de piano. Teniendo como tiene un padre músico –Victorino Echevarría, subdirector de la Banda Municipal–, nada tiene de extraño. María Jesús ha heredado, junto con la afición, el buen oído. Y recorre por sus manos toda o casi toda la teoría de los instrumentos musicales. –El violín y yo hemos sido inseparables. Miro con curiosidad el despacho. No alcanzo a ver ningún instrumento músico. Sólo un ritmo pegadizo sale de un pequeño receptor de radio, adormecedor, monótono. María Jesús añade: –Mi formación musical creo yo que la reflejo en mi literatura. Yo escribo de oído. Con los primeros zapatos de tacón alto llega a la Universidad. Chica juiciosa y reflexiva, distraída en meditaciones y éxtasis musicales, hace sus matrículas en la Facultad de Letras con ánimo de ser una buena archivera. Al menos eso le auguran todos sus amigos. Y es que resulta que la estudiante algo irregular del “bachi” se ha vuelto una empollona, terror de los holgazanes, para los que es un reproche mudo. Casi, casi le da un poquito de vergüenza al decirlo. –¿Cuándo caíste por la Facultad? María Jesús se pasa las manos una sobre otra con suavidad. –Por el año 1948 al 49.
  • 29. 29 “POEMAS DE LA CITY” A la izquierda, con la abuela; a la derecha, con la madre, los dos hermanos Echevarría: María Jesús y Juan Manuel Especializada en Historia, con el fruto de sus trabajos, premio extraordinario de la licenciatura, levanta la mirada… Y con una beca se marcha a estudiar a la Sorbona. De allí, en un salto, a Estados Unidos, donde estudia en una filial de Columbia, y de donde se trae unos prestigiosos certificados. –En el Russell Sage College. María Jesús es tan amable que me lo escribe para que no se me quede su ortografía en los puntos de la pluma. Es por entonces cuando contrae matrimonio con el profesor de Historia de la Universidad Central, Eloy Benito Ruano. Escribir, escribe poemas. Así se comienza siempre. Hay que dejar salir los primeros suspiros de adolescente. Y para eso nada como una décima o como unos endecasílabos. María Jesús alterna las clases y los textos con las revistas de poesía. Y va dando cuerda a su intimidad en versos que publica en “Umbral” o en “Ágora”. Más tarde la poesía no es bastante para expresar lo que se lleva dentro y recurre al cuento, al relato. –De los veinte años es una novela corta titulada “El loco”.
  • 30. 30 –¿Cuándo vienes a EL ESPAÑOL? Ha sonado el teléfono. Sale unos instantes. –Creo que hacia 1953. Pero después fueron mis viajes por el extranjero y no me volví a incorporar hasta 1955. Claro que ten en cuenta mis baches de enfermedades y convalecencias. María Jesús completa por ahora su producción con un tomo de novelas cortas que va a salir en seguida. –Hay que aprovechar el clima del premio. Las novelas se llaman: “El muñeco de paja” y “El constructor de tiovivos”. Me cuenta incluso el argumento. Son de tono lírico, muy cuidados de forma como toda su obra, muy metidos en un mundo de simbolismo. De los poemas, puestos ya en la cadena de su fiebre de publicidad, me habla de un libro de apuntes líricos de Nueva York con una visión europea. –¿Tienes título? –Pues sí. “Poemas de la City”. De toda la aventura de sus viajes le queda una experiencia que relatará en una próxima novela larga. Le queda un francés aprendido hasta sus más oscuras inflexiones. Un inglés de cepa. Pero, sobre todo, unos ojos hechos a ver y a enjuiciar con templanza, con serenidad. Con tino. “LAS MEDIAS PALABRAS” “Las medias palabras” es el título de la novela premiada. Sus doscientos y pico de folios han sido escritos en unos cuatro meses de trabajo relevado, en el sopor y en el clima tibio de una convalecencia. Siete personajes vivos giran en torno a uno muerto. Siete personajes según su cristal particular, coloreado por sus distintas luces e impulsos, va poniendo ante sí la figura del personaje que ha desaparecido. Desplegando en abanico toda la rueda de diversas opiniones, unas buenas, otras malas; unas sinceras, otras falsas; todas subjetivas. Cuando llegamos al tema, María Jesús no ha dudado en decirme: –A pesar de estar muerto, es el espíritu más importante de la novela.
  • 31. 31 Hay aquí tres hermanos –Natalio, el médico practicón; Rosarito, idealista y dramática; Faustino, el personaje de contrapunto–, los respectivos novios y una amiga de Rosarito. La novela se desarrolla en un bar donde todos se conocen y donde en torno a un “bluff” se desarrolla la acción. Claro es que el tema es un pretexto. María Jesús Echevarría esconde entre el fino dibujo de sus tipos una trascendencia mayor. –Quizá mi tesis está en que lo que todos decimos en alto no tiene tanta importancia como lo que se nos queda entre dientes, en “medias palabras”. –¿Con qué juegas, con lo real o con lo simbólico? –Mi novela es realista con brochazos imaginativos. La joven novelista sitúa su relato en unos escenarios que le son conocidos por demás. Calle del Amor de Dios, Antón Martín. O si se prefiere, Quevedo. –Creo que son unas zonas de Madrid donde vive una clase media, incluso clase media acomodada, con unas normas de moral concreta, más bien baja de costumbres. El propósito de mi novela es ver hasta dónde llega esa moral común y corriente de cualquier persona que llamamos honrada. María Jesús Echevarría se queda un momento pensativa. Hace revivir un poco por el recuerdo sus personajes. Y me va dando matices de cada uno. Va apretando en la memoria su psicología, a veces difícil, a veces muy compleja. –Lo que he puesto en cuarentena ha sido la moral de camaleón, cambiante, acomodaticia, blanda. El tema de “Las medias palabras” está servido en un estilo cuidado al decir de la autora. Los planos poéticos se intercalan en la banda realista concediéndole una extraña gracia, un toque de expresión levemente misteriosa. –En lo que al estilo se refiere, estoy segura. María Jesús tiene una manera dulce de mirar las cosas. Un estilo animoso, lleno de garbo. Le pregunto cómo encuentra su novela. –¿Negativa o positiva? Hace un gesto de duda como queriendo indicar que no sabe qué decir.
  • 32. 32 “LA NOVELA ES EL MEDIO DE EXPRESIÓN MÁS COMPLETO” María Jesús Echevarría ha sido y sigue siéndolo una lectora empedernida. Ya en la Biblioteca de la Facultad leía sin descanso entre los retazos de tiempo que le dejaban libre sus estudios. Novela norteamericana en su propia lengua. Novela francesa. Y en las mejores traducciones a su alcance buena parte de la literatura alemana. Autores como Waserman o Herman Hesse, que después haría familiares en sus viajes. –Y desde luego, los clásicos españoles. Con estas influencias de fuera, saciada un poco lo que no deja de ser curiosidad he vuelto a los clásicos. Quevedo. Al oído casi me lo sé. Reconozco sus párrafos. Y Valle Inclán. Y Baroja, es esencial para un novelista. María Jesús se está preparando para salir. Comienza por entornar alguna puerta, por cerrar alguna ventana.
  • 33. 33 –Oye, ¿qué es para ti la novela? No tiene que pensarlo. –El medio de expresión más completo para el literato. Alguna vez la había oído hablar de los jóvenes novelistas españoles de su generación. Tenía siempre fe en ellos. Fe en su obra. Quizá ahora esta confianza, con el propio triunfo se haya solidificado. –Ha sido una generación que se le ha tildado de no tener creencias firmes. Yo creo en ella. Son valores que están aflorando. Hoy por hoy hay gente que tiene cosas. Y ya saldrán. A María Jesús no hay por qué preguntarle sobre los concursos. Ella prueba suerte en su ruleta porque la fortuna, ya se sabe, es de los audaces. Por copia más o menos no se pierde nada. Si luego surge esta grata sorpresa del premio y la edición del libro y un poquito de nombradía mejor que mejor. A esperar la crítica, que es tierra ya más firme, donde el riesgo tiene consecuencias definitorias. –Si estos señores leyeran los libros, la crítica está muy bien. Pero sospecho que no se los leen. Salimos a la calle. María Jesús Echevarría, es esta chica alta, con gafas, que va delante, con un aire universitario, europeo. María Jesús es esta chica de mirada inteligente, de ojos inquietos que se prenden de la vida. Y luego la retratan en las cuartillas, en el mundo literario. María Jesús Echevarría es esta chica que escribe versos, reportajes, entrevistas, cuentos, novelas, relatos. Y entre otras cosas gana premios. Y fama de novelista. María Jesús Echevarría es, ni más ni menos, una gran esperanza. Florentino Martínez Ruiz – Semanario “El Español” n.º 577, 20-26 diciembre de 1959 (Fotografías de Mora)
  • 34. 34
  • 35. 35 OTRA NOVELISTA CON PREMIO María Jesús Echevarría, ganadora del “Elisenda de Montcada” LOS periódicos dijeron, en las primeras entrevistas de urgencia a María Jesús Echevarría que la joven periodista, la poetisa, la licenciada en Filosofía y Letras, la becada en los Estados Unidos y Francia, no había alterado lo más mínimo su régimen habitual de vida al enterarse de la concesión del premio “Elisenda de Montcada” a su novela “Las medias palabras”. Uno sabe que esto no es verdad. Aparte del vapuleo que le dimos la gente de Prensa y la de la radio, por teléfono y en su casa, cuando al fin María Jesús se vio libre, se puso el vestido nuevo el abrigo de los días grandes, sus zapatos de más fino tacón, y en una peluquería de postín de la Gran Vía se mandó hacer un peinado de los caros de verdad. Los periódicos dijeron también que María Jesús no se puso nada nerviosa al saber lo del Premio. Esto sí puede ser verdad. A María Jesús no hay cosa en esta vida que le ponga nerviosa; lo está siempre; una madeja de nervios femeninos dándole vueltas y más vueltas a lo que sea, lo mismo una idea que un pitillo de cualquier clase entre sus dedos de pianista “amateur”. María Jesús ni puede ni deja parar a quien está con ella. Me la he tropezado en docenas de sitios, en exposiciones en cafeterías, en el Ateneo… Siempre me saludó rápida, me preguntó a qué iba, qué esperaba, qué opinaba de tal cosa o cual otra, para al momento decirme esto y aquello, ayudarme en lo que estaba a su alcance y despedirme con la misma celeridad y nervio con que empezó el encuentro.
  • 36. 36 A María Jesús Echevarría se la puede encontrar en los circulillos intelectuales de Madrid, con gente variopinta a su alrededor escuchándola, atenta a su charla rápida. También en los miércoles de cierre de “Español” poniendo “ladillos”, “sacando títulos” a reportajes y, al propio tiempo, peleándose de mentirijillas con el confeccionador o con quien sea: una vez el redactor jefe tuvo que echarla porque casi siempre estaba en plan tabardillo y lo pasaba en grande armando la marimorena con los últimos chistes, sin dejar trabajar a nadie: otra, los linotipistas le regalaron un ramo de flores en premio a sus indescriptibles originales repletos de tachaduras. María Jesús Echevarría es de esas mujeres que, desbordando personalidad y encanto, cada día enseña un perfil nuevo que siempre se escapa. Tengo por seguro que con los dedos se han de contar quienes han logrado averiguarlo del todo. Naturalmente, ella a sí misma menos que nadie. Me consta que María Jesús pese a su juventud de la vida sabe un rato: que baraja con buen arte impensado las cartas cabales, que ríe porque sabe reír; que es espontánea, inquieta, traviesa, porque tiene dentro un corazón de chiquilla entusiasmada. Pero se ha llevado en la vida palos muy gordos y eso que tuvo suerte, nació en casa acomodada, en ambiente exquisito; el padre, catedrático de Armonía en el Conservatorio, la madre, una señora como todas las señoras; el hermano mayor, casado, vive en provincias y es abogado del Estado. La recién descubierta novelista estudió en Madrid, su ciudad, el bachillerato, y después, la licenciatura. Su padre la orientó mucho, le hizo aprender violín y algo de piano. Estudió después periodismo, y Juan Aparicio la descubrió en aquellas “Rondas de entrevistadores”, que “El Español” ensayó en tiempos, y en el “El Español” se quedó. Colaboró en “La Estafeta Literaria”, en “La Hora”, en alguna revista y periódico que otro, y, por fin, empezó a escribir cosas de más alcance. Primero fueron cuentos y novelas cortas, algunas de sus distracciones aparecieron publicadas en las revistas citadas. Después, hace ya menos, se aventuró con novelas y, al regreso de su periplo por los Estados Unidos, se trajo el contrabando de un montón de ideas revueltas en su cabeza. Las ha volcado en un libro de versos “Poemas de la City”, que está a punto de ver la luz, y en una novela “La sonrisa y la hormiga”, con los últimos folios puestos a punto ya de ser ultimados.
  • 37. 37 María Jesús tras sus gafas A todo esto, la chica hizo bodas. Se había ganado a todo un profesor de Historia Antigua en sus días en la Facultad de Filosofía y Letras, cuando todavía se ponía calcetines y llevaba siempre un montón de libros bajo el brazo. Hace cuatro años, cuando conocí a María Jesús, estaba casi en su luna de miel. Juraría que no ha cambiado desde entonces en nada. Era la misma que hoy en todo: la misma línea juvenil y estilizada en su cuerpo que ahora, la misma naricilla afilada y, quizá, hasta las mismas gafas de sol graduadas, siempre tiñendo de sombras sus ojos melancólicos. Este antifaz de cristal despista bastante en María Jesús. Creo que entonces, cuando se sentaba de un salto en la mesa de la redacción y lucía la espigada línea de sus piernas cruzadas, era fácil verla sin gafas. Recuerdo que sus ojos me llamaron la atención por lo grandes, por lo que se leía en ellos la estupenda juventud que ante nada se amilana.
  • 38. 38 Era entonces María Jesús igual que ahora, la “mascota” de “El Español”, la “gatita” a la que los periodistas con más singladura gustaban de hacer rabiar entre otras cosas, porque se sabía que nunca pasaba nada. Ahora sigue ocurriendo igual, ya digo, pero no es lo mismo. María Jesús habla, fuma, hurga en su bolso descomunal para sacar libros, papeles, recortes, revistas extranjeras; se cepilla el abrigo que alguien le deja caer queriendo de la percha al suelo, por hacerle una “gracia”: riñe, protesta, cuenta historias, se quita disimuladamente los zapatos porque le aprietan, dice que se va, vuelve, telefonea, explica a un linotipista lo que quiso poner con la pluma sobre un original a máquina, se marcha… María Jesús es la misma. Nada en ella ha cambiado por fuera. Pero ya no es la luna de miel: han pasado quizá demasiadas cosas, visitas a ginecólogos, ausencias, viajes, despedidas, muertes de amigos, historias… Total, unos años de vida. Sus ojos lo dicen, aunque ella con las gafas siempre, no quiera. Estos años han cuajado en un libro, en una novela importante que, pese a no tener nada de autobiografía, si tiene que tener por fuerza noticias abundantes de su corazón de mujer experimentada, de su inteligencia despabilada a todos los aires. Todo con estilo literario desenvuelto, hecho a base de cientos de reportajes con “estampa plástica” y “visión caliente”, como quieren los maestros. Madrid, época actual No he leído “Las medias palabras”, la novela que ahora se ha llevado el “Elisenda de Montcada”, testificando el premio por María Fernanda Gañán de Nadal Rodó, José María Cajal, Carmen Laforet, Susana March y Eva Martínez Carmona. Pero estoy seguro que entre las líneas del libro voy a encontrar mucho de lo que María Jesús ha ocultado siempre tras sus negras gafas. Me ha dicho ella que el argumento se basa en un escándalo inexistente, del que se hace protagonista a un pobre hombre. Esto da pie a las más inesperadas versiones en torno al supuesto suceso, contadas por personas de las llamadas de buena reputación, aquellas que nunca salen de “las medias palabras”, y tras las diversas versiones, surgen calumnias, acusaciones, hipocresías… La novelista descubre así como personajes tenidos por gente de bien, anidan en sus entrañas un poso de ruindad y maldades insospechadas. No es, sin embargo, negativa, la conclusión de la novela. “Si se considera negativo su mensaje -me ha dicho-, habrá que considerar a la vida también negativa”. “Las medias palabras”, según la autora, es además una novela realista, con técnica moderna puesta en marcha ya desde las primeras páginas con la mera presentación de los personajes. La acción de la novela transcurre en Madrid. Barrios tan conocidos como los de Antón Martín y Quevedo forman su escenario; participan en el desarrollo no como meros decorados, sino actuando íntimamente con los personajes, imbuyéndose y formando cuerpo de ellos.
  • 39. 39 Todo esto, por supuesto, entendido desde el ángulo de una periodista, con su prosa valiente de rotativas, una buena dosis de ternura femenina y un cimiento de cultura bien asimilada. Federico Villagrán – Gaceta Ilustrada n.º 168, 26-12-1959 Fotos: Calderón
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  • 41. 41 MARÍA JESÚS ECHEVARRÍA Premio “Elisenda de Montcada” “ESCRITORAS CON FIBRA Y VENA HAY MUY POCAS” (Foto Wagner) Ella estudió en Madrid. Aquí se licenció en Filosofía y Letras. Aprendió violín. Obtuvo algunos conocimientos de piano. Más tarde pasó por las aulas de la Escuela de Periodismo. Ella es una de las mujeres con las que da gusto hablar, pues nunca surge el temor a perder el tiempo en la conversación. Y que conste que ese tipo de mujer no se encuentra así como así. Su experiencia de la vida es tremenda, porque la vida la ha enseñado mucho. Ella sabe lo que quiere y sabe a dónde va. No es precisamente una mujer hueca, absurda, frívola y rotundamente inculta, por falta de una preparación adecuada; es todo lo contrario. Ella, dándome la razón, afirma: —La mujer española no está lo suficientemente preparada para luchar por la vida; ni aún la universitaria. El 90 por 100 de las chicas que están en una Facultad no estudian: se limitan a aprender los apuntes, pero, ¿y luego? —Eso digo yo, ¿y luego? —No nos engañemos: la mujer en lo último que piensa es en que tenga que sacarse las castañas del fuego. Y así ocurre que termina por ser un peso muerto colgado del hombre. A mí, todo esto, me preocupa y me parece un problema evidente y grave.
  • 42. 42 Ella, la que así se expresa, es María Jesús Echevarría, una mujer joven, y preparada para todo. Una mujer que no es el peso muerto de nadie, porque sabe muy bien que una mujer que sólo sepa bordar y tocar el piano ya es imposible en el mundo. La mujer, se nos ocurre comentar, a falta de vocación, debiera tener una dedicación: hay actitudes femeninas que la sociedad ya no permite. Ella, María Jesús, ha ganado el premio “Elisenda de Montcada” con su novela “Las medias palabras”. Su argumento se basa en un escándalo inexistente del que se hace protagonista a un hombre cualquiera. Este suceso da lugar a las más diversas versiones, contadas por personas de las que suele afirmarse que tienen buena reputación y que nunca salen de “las medias palabras”, lenguaje que, por cierto, a nosotros, nos resulta hartamente repulsivo. —Si se considera negativo el mensaje de mi novela, habrá que considerar también negativa a la vida misma. La acción de la novela trascurre en Madrid: barrios de Antón Martín, Quevedo, etc., con gentes y hechos que María Jesús ha visto alguna vez. En fin, otra mujer que se incorpora al cuadro femenino de la novela actual española. Y le pregunto: —¿Usted no cree que en la novela española del momento hay dos frentes, el femenino y el masculino? —Parece que los hay, aunque debiera ser uno común. La literatura no debe tener sexo. Lo peor que le puede pasar a una mujer que toque el violín es que obtenga sonidos femeninos; existe un solo sonido. —¿No ha observado alguna vez que en las novelas formadas por mujeres faltan ideas? O, mejor, ¿no le parece que hay muchas mujeres que escriben, pero muy pocas escritoras? —Me parece que ocurre así, efectivamente. Escritoras con fibra y vena hay muy pocas. Llegan a dominar la pluma hasta cierto punto, pero una se da cuenta de que les falta formación profunda. Podríamos decir que en las novelas de hoy, la mujer-autora no escarba lo suficiente en los temas. —¿Da a entender que la formación filosófica del hombre es superior a la de la mujer? —La formación filosófica es más profunda en el hombre que en la mujer. A la mujer que escribe le sobra con el tema y la forma. Y, claro, hay más. —¿Qué opina de Ana María Matute? —Tiene una forma preciosa. —¿De Carmen Laforet? —Domina la técnica novelística y emplea un castellano que es pura delicia. María Jesús se oculta tras unas gafas de sol graduadas, aunque se adivinan unos ojos melancólicos. Su línea es juvenil y universitaria: cuerpo estilizado; nariz pequeña, y hasta cierto punto, afilada. —Vamos a ver, con sinceridad: ¿verdad que muchas novelistas han abusado del snobismo que consiste en tratar temas y situaciones absurdamente fuertes y hasta inmorales? —Todo lo que un hombre pueda escribir se considera normal, pero lo escribe una mujer y ¡ya está! Lo que pasa es que ciertamente ha habido un poco de snobismo. No obstante, hay que tener en cuenta que el escritor siempre reacciona ante la ñoñería del ambiente.
  • 43. 43 —¿Cuál es el grado de ñoñería del tiempo en que vivimos? María Jesús elude la respuesta, cruza las piernas y me mira esperando otra pregunta. Me mira: sí, sus ojos son melancólicos. —¿Para escribir tiene alguna técnica de esas que tanto se usan? —No, a pesar de que he leído mucho. Intento construir según yo creo. Ese es, en todo caso, mi sistema. Me preocupa mucho la forma, el dibujo de los personajes, su ambientación. —¿Qué ha supuesto para usted el premio? —Algo así como un permiso para escribir. Y, por qué no decirlo, una justificación. He tenido suerte. Hay otros que valen y no han tenido suerte. María Jesús, cuando habla, emplea un timbre atiplado. —¿Escribe poesía, verdad? Dice que sí. —Ser poeta, ¿perjudica o beneficia a un novelista? —Al novelista le beneficia su parte de poeta. —¿Con qué propósito escribió “Las medias palabras”? —Ver hasta qué punto llega la moral de cualquier persona de esas que llamamos honrada. Lo que he puesto en cuarentena ha sido la moral de camaleón, cambiante, acomodaticia, blanda. Se hace un silencio. Y, de pronto, una pregunta rápida: —¿Qué es la novela? —El medio de expresión más completo para el literato. Ahora hablamos de generaciones: en cuestiones literarias, suele hablarse mucho de generaciones. Hablamos de la generación de María Jesús Echevarría, una mujer de veintisiete años. —Ha sido una generación que se la ha tildado de no tener creencias firmes. Pero yo creo en ella. Son valores que están aflorando. Hoy por hoy, hay gente que tiene cosas. Y ya saldrán. Cuando pongo sobre el tapete de la entrevista a los críticos de libros, la novelista contesta firmemente: —Si esos señores leyeran los libros, la crítica está muy bien. Pero sospecho que no se los leen. ¿Usted qué cree? —¡Ah, yo no creo nada! Bueno, sí; creo en María Jesús Echevarría, novelista, y mujer que no es el peso muerto de nadie. GERMÁN SAMA – “La Estafeta Literaria” - 15 de febrero de 1960
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  • 45. 45 TERTULIA JOVEN El siglo XX va a nacer en el XXI “Creo que los españoles nos estamos americanizando. Pero la fiebre de la americanización no es muy antigua. A mi ver, empezó este mismo verano. Esta influencia de las costumbres extranjeras en nuestra Patria viene dada por muchas cosas: las películas, los discos, etc. Y a mí me asusta esta americanización de nuestra vida, porque a quienes yo admiro es a los hombres con boina. En América la vida va muy de prisa. Demasiado de prisa. No hay tiempo para pensar, para dialogar, para tener tertulias. Todo ello redunda en que el poder creador del americano sea nulo. En concreto yo diría que, por todo lo que antes he apuntado, la adaptación de España a las costumbres extranjeras es, psicológicamente hablando, mala. Otra cosa que tiene la moda de rechazable es que uniformiza, masifica, hace a todo el mundo igual. Enlazando un poco con lo que ya dije antes sobre la influencia de América en España; quiero señalar que lo que esto significa es que la moda se ha internacionalizado. Ya no es algo que se cueza en la propia olla de cada país. Y la gente la sigue ahora por seguir al tiempo, sin saber siquiera por qué. Pero lo peor de todo es que estas modas y estas costumbres están faltas de un contenido propio. Yo estoy de acuerdo con Caruncho en que la rebelión y el afán renovador es algo de siempre en la juventud. Pero lo que ahora está experimentando España, sobre todo en el adolescente de quince años, es un fenómeno nuevo, nunca visto.
  • 46. 46 Victorino Valencia, Enrique Caruncho, M.ª Jesús Echevarría y Otero Besteiro Además que la moda, vuelvo a insistir, está internacionalizada. ¿Qué pasa entonces? Un crío de quince años que empieza a copiar canciones, modos de vestir y hablar, costumbres, etc., se crea una capa de choque trivial que luego, a los dieciocho años, no va a saberse quitar de encima. Nos encontramos entonces que a los veinte años nuestra juventud va a ser una juventud trivializada. ¡Y queremos levantar el país con una juventud así! ¿Por qué duran tan poco las modas ahora, cuando antes duraban años, incluso siglos? Lo malo es que, en esta nueva época, las civilizaciones más creadoras están cayendo bajo la zarpa de las más estériles: América. Estéril y esterilizadora. Esas generaciones que dice Caruncho (“la juventud de hoy, la que va a crear, es consecuencia de la anterior generación.”) son abominables para nuestra generación. Ellos trajeron el fracaso. Las influencias extranjeras, con todo el peligro de que trivialicen a nuestra juventud, tienen una gran ventaja: nos han sacado, o nos van a sacar, de nuestro cerrilismo. La actual generación tiene nervio, por eso creo en ella. Respecto a lo que decía Caruncho, del respeto a los mayores, creo que esos mayores nos tienen mucho menos respeto que nosotros a ellos. Mejor dicho: no nos tienen respeto alguno.” María Jesús Echevarría - Pueblo – 1 de enero de 1963
  • 47. 47 MARÍA JESÚS ECHEVARRÍA (“La Françoise Sagan española”) “Enfundada en un traje color oliva, luciendo sus gafas de concha.” “LA SONRISA Y LA HORMIGA es una parte de la trilogía que pienso editar. En ella reflejo las experiencias que, como universitaria, he vivido en los Estados Unidos.” María Jesús Echevarría – Pueblo – 24 de enero de 1963
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  • 51. 51 LA NIÑA DISTINTA La Historia a veces comete injusticias tan flagrantes que hace temblar nuestra confianza en su validez. M.ª Jesús Echevarría es el nombre de una de estas grandes injusticias. Un nombre silenciado por una Historia de la Literatura miope. Esa Historia escrita en letras de molde, conservada en enciclopedias y resumida en libros escolares ni siquiera menciona a M.ª Jesús Echevarría, autora de una obra literaria inmensa en su valor, aunque breve en extensión ya que murió joven. Lo tremendo de todo esto no es que M.ª Jesús no tenga sus merecidas letras de molde ni un listado en negrita de los títulos de sus obras. El verdadero drama es que la Historia de la Literatura nos ha impedido conocerla, leerla, admirarla, comprendernos en sus textos y disfrutarla. Lo irreparable es que al no estar codificados por la Historia ni su nombre ni los títulos de sus textos, algunas de sus obras se habrán perdido para siempre y no aparecerán aunque se las busque. A finales del verano de 1954, cuando se va el calor y se presiente el frío, M.ª Jesús Echevarría publica en El Español “Niña distinta”. Una historia sobre el fin de la infancia, los nublados de la adolescencia y la caída en la heladora oscuridad de los adultos. La lectura de “Niña distinta” impresiona por su narrativa magistral. Por la habilidad con la que la autora nos mete de lleno en la infancia, nos saca de ella de un sólo tajo sin piedad, y nos adentra en un mundo adulto rígido y sucio donde las niñas distintas no tienen cabida. La agilidad narrativa, el brillante uso de las metáforas, el ruralismo costumbrista, la crítica social hace de “Niña distinta” una maravilla literaria que es incomprensible que no esté enmarcada entre las mejores narraciones de la literatura española. Lina la niña distinta que no quiere dejar de ser libre ni alegre, que se vuelve “chicazo por espíritu de contradicción”, que quiere encontrar “el sentido del sol y de los prados”, que quiere llevar las piernas al aire y las faldas cortas aunque digan de ella “monstruosidades peores que sapos y más asquerosas que ellos”, Lina se nos mete irremediablemente en el corazón. Y aún hoy, más de cincuenta años después de que se escribiera, nos sacude la conciencia señalando qué poco hemos cambiado, cuánta oscuridad le añadimos a la vida, y cuánta necesidad tiene el mundo de niñas distintas, revolucionarias y valientes como Lina. Laura Rivas Arranz
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  • 53. 53 NIÑA DISTINTA De la infancia te sales o te sacan, decía la niña distinta Ana María Matute. Era una optimista patológica, una humanista, consideraba que el salto abismal al mundo adulto podía ser algo voluntario, una decisión consciente. No es así, de la infancia te sacan a empujones en cuanto puedes mantenerte erguido, ni tan siquiera esperan a que sepas hablar, sería demasiado peligroso, podrías rebelarte, decir que no. Pasamos de los juguetes a la pizarra, a los libros de texto, sin apenas transición, con la imaginación todavía en la yema de los dedos. De nuestro propio universo nos arrojan al mundo real con el único equipamiento de nuestras alas de leche, que la educación, los usos y costumbres, impiden que se asienten, que se conviertan en una parte más de nuestra anatomía, de nuestra autonomía personal. No se conforman con esto, no les vale con matar nuestra individualidad, nuestra innata capacidad de transgresión, necesitan que todos sigamos un mismo camino, una plantilla previamente fijada, que no nos salgamos de la línea recta, que pisemos raya. Ya no tienes edad para estar haciendo el tonto todo el tiempo, ya tienes edad para ser más responsable, ya tienes edad para tener un trabajo fijo, ya tienes edad para tener pareja, ya tienes edad para estar casado, ya tienes edad para tener hijos, ya tienes edad para ser abuelo, ya tienes edad para estar en una residencia, ya tienes edad para descansar, para que los demás descansen de ti. Salirse de esta hoja de ruta no es fácil, indoloro, requiere una valentía, tenacidad, casi suicidas, una inocencia, resistencia, a prueba de bombas, de sufrimientos adultos, demasiado tangibles, reales, para ser asimilados, tomados en serio, por un niño salvaje, por una alma de cántaro. Deberían enseñarnos, incluso antes de aprender a respirar, a ser distintos, diferentes, únicos, ni mejores ni peores, solo idénticos a nosotros mismos hasta la estupidez. Con nuestras miserias, con nuestras grandezas, con nuestra asombrosa disposición para el juego, para la risa, para disfrutar de cualquier chorrada, intactas. La infancia es un terremoto sin réplicas, que si no dura toda la vida es una estafa, una traición al seno materno, al cordón umbilical de nuestros sueños. Julio Tamayo
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  • 57. 57 MARÍA JESÚS ECHEVARRÍA, PREMIO “ELISENDA DE MONTCADA” La novela galardonada se titula “Las medias palabras” Barcelona, 8. (Por teléfono, de nuestro corresponsal.) En el panorama literario español, el premio de novela “Elisenda de Moncada” ha llegado a su séptima edición con la aureola de los éxitos editoriales de media docena de novelas, entre las que destacaremos las de Carmen Conde y Concha Castroviejo. De todos modos, comentar el buen suceso editorial de las obras que han tenido este galardón encierra en sí un error, puesto que nadie puede negar que se otorga casi a título de mecenazgo, y que la revista “Garbo” y sus editores, el matrimonio Antonio Nadal-Rodó y María Fernanda Gañán de Nadal, han deseado únicamente coadyugar al progreso de nuestra literatura, que por distintas circunstancias se tiene que efectuar a través de varios y distintos premios literarios. No hemos de olvidar que a dichos editores se debió durante varios años la permanencia del premio “Café Gijón”, de gran resonancia en todo el ámbito literario español, precisamente porque no encerraba en sí ningún interés comercial. Esta veteranía y los nombres que ya se barajaban como probables ganadores hicieron que en el Hotel Colón se congregasen las personas más conocidas del mundo literario y periodístico barcelonés. Cerca de las doce de la noche saltaron a la palestra los nombres de María Jesús Echevarría, con “Las medias palabras”; José Luis López Cid, con “Los años del potro”, y Leocadio Melchor Rodríguez, con “Desnudo y composición”, como los más calificados para obtener el premio. Finalmente María Jesús Echevarría le ganó la partida a José Luis López Cid. María Jesús Echevarría es madrileña, está casada con un profesor de Historia, es licenciada en Filosofía y Letras y periodista. Pertenece a la Redacción de “El Español” desde 1955 y colaboró en “La Estafeta Literaria”. Anteriormente a “Las medias palabras” escribió otra novela titulada “La sonrisa y la hormiga”, cuya acción se sitúa en los Estados Unidos, El tema de “Las medias palabras” es difícil de explicar en síntesis. La secretaria del Jurado, Aurora Díaz Plaja, nos ha dicho que es la narración de una familia que vive de una manera anárquica, y que el desarrollo de la obra se centra en uno de los miembros de esta familia, al que se cree protagonista de un suceso inexistente. Lo mejor de la novela es el modo como están descritos los distintos personajes que forman la citada familia. Y una vez más, en el “Elisenda de Montcada” anotamos el nombre de una novelista. E. P. - ABC – 9 de diciembre de 1959
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  • 59. 59 LAS MEDIAS PALABRAS LA primera novela de María Jesús Echevarría se nos presenta con la etiqueta de garantía de un premio literario; y de un premio importante: el “Elisenda de Montcada”. La novela, pues, está prevalorizada por obra y arte de un Jurado femenino. Las medias palabras es una novela un tanto extraña; por un lado, aparece como un relato de la vida y milagros de una familia arquetipo de la sociedad actual, y, por otra, parece un estudio profundo de diversos caracteres opuestos y - sobre todo- contrapuestos. Vayamos por partes: en primer lugar, tiene una característica común de la novela española; la escasez de horizontes. La acción se desarrolla entre las cuatro paredes de un saloncito de clase media y la cafetería de la esquina. En realidad, esto, más que defecto, es virtud, ya que si lo que se trata en la novela es de describir un ambiente, el ambiente de la sociedad española de hoy se desenvuelve exclusivamente en el interior de las casas, en las oficinas o fábricas y en la cafetería o taberna de la esquina. Es muy difícil que una serie de personajes españoles se encuentren en un extremo del mundo y, más tarde, esos mismos vuelvan a encontrarse en las antípodas. No, eso es posible con protagonistas ingleses o americanos, pero a los españoles no se les puede sacar -si hay que reflejar la realidad de un ambiente- de la casa, la pensión, el trabajo y la taberna. Por tanto, cuando voces tan autorizadas como las de José Luis Castillo Puche indican como defectos de nuestra novela el asfixiarse en la estrechez de la pensión de familia, habría que contestar que sí, pero que más que defecto de la novela española es defecto de la sociedad española, que es quien, en realidad, se ahoga en la estrechez de sus propios criterios. En segundo lugar, Las medias palabras. Así está escrita con esas medias palabras que son características de la idiosincrasia nacional. En Las medias palabras, la hipocresía y los falsos prejuicios son los que imperan; los personajes son, o altivos y vanidosos, como Natalio y la Niña, o envidiosos, como Faustino y Mary Lola, o hipócritas, como Victorina y Manuela. Los tipos son perfectos; exactamente dibujados. Pero además, el propio negocio de la chatarra, que en el fondo sólo se trata de veinte duros, es desorbitado por los prejuicios de los unos y la envidia de los otros. Las medias palabras, escrita en el ameno y fluido lenguaje de una periodista profesional, es un reflejo perfecto de nuestra sociedad; sus defectos son las propias taras de esa sociedad. Y el sacar a la luz el aspecto negativo de algo que se ama, es una contribución inestimable a su perfeccionamiento, y no otra cosa son Las medias palabras. R. C. P. - La Estafeta Literaria – 15 de septiembre de 1960
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  • 61. 61 MEDIAS TINTAS (o el discreto encanto de la clase media) (“Las medias palabras” (1962) María Jesús Echevarría) Hay que haber sufrido mucho en la vida, haber observado a conciencia como si no hubiera un mañana, con voluntad de cotilla entomóloga, para plantarte en la veintena con los inmisericordes rayos-X del sarcasmo a flor de piel. “Las medias palabras” es un libro de madurez, casi de senectud, un estar de vuelta de todo, un planear por encima de las cosas desde la comprensión, desencanto, de la experiencia, de la lucidez extrema. Algo que realizaron con bastante menos gracia, mala leche, los chiquillos del existencialismo francés, demasiado pagados de sí mismos hasta cuando renegaban de la vida, del mundo. “Las medias palabras”, el “Nada” de la clase media, con la diferencia de que aquí Andrea, Victorina, no es una mera espectadora, es una pasiva agresiva, es un sainete existencialista, un esperpento nihilista, una gran vomitona con tropezones, con píldoras de sabiduría brutal. De aquella que no te ayuda a vivir, sino a ver a los demás, a ti mismo, completamente desnudos, en los huesos. Nada nuevo en la literatura española, tan dada a los exorcismos, aquelarres, masoquismos, de clase. Desde “Tormento” de Galdós a “Nada” de Laforet, pasando por “Los caciques” de Arniches, aunque en esta ocasión el objeto de burla, de escarnio, sea la clase media, esa gran desconocida, por omnipresente. La literatura española siempre se ha movido a sus anchas por los extremos entre la burguesía y el populismo, la clase media, el motor tranquilo, invisible, de la sociedad, del capitalismo, del consumismo, casi nunca ha sido objeto de reflexión, ni tan siquiera para ponerla a parir. El motivo es sencillo, nadie se siente en el fondo clase media, ni chicha ni limoná, la clase media es una estación de paso, un descansillo para alcanzar la ansiada clase alta, el objetivo sagrado por el que millones de curritos invierten todos sus esfuerzos, y sus mejores años, en trabajar como perros en tareas alienantes, empobrecedoras. Si hay una característica que define a la perfección esta clase es el concepto aparentar, vivir solo hacia fuera, de cara a los demás, tanto en lo material, como en lo moral, que los demás crean que eres rico, una persona digna, cultivada, refinada, ya es una forma de empezar a serlo, de ir ensayando. Nada más peligroso, odioso, que alguien que se cree más de lo que es, que mira por encima del hombro a los demás aunque no levante dos palmos del suelo. Personas vacías que chapotean en el presente como peces sin oxígeno, personas que huyen de la soledad, del silencio, que solo saben comparar, criticar, sus dos actividades favoritas. De eso trata “Las medias palabras”, del abismo existente entre lo que aparentamos ser y lo que somos, entre lo que decimos y lo que pensamos, entre lo que expresamos y lo que sentimos. Una continua contradicción, disonancia, que acaba derivando sin remisión en la impostura, en la hipocresía, en la cursilería, en la locura.
  • 62. 62 Renunciar, sin contraprestaciones, a lo que uno es siempre acarrea consecuencias, trágicas, porque del patetismo, del ridículo, a la tragedia, solo hay un paso, un mal paso, ese día aciago en el que se nos cae la careta por casualidad, en medio de la calle, y ya no valen ni medias palabras, ni eufemismos, ni dobles sentidos. Nos quedamos en pelota picada ante el espejo, con una extraña mueca de niño asustado, agobiado, acojonado. “Las medias palabras” es un libro duro, cruel (la censura le tachó dos frases: “-No te encandiles con esas, que no hay nada que hacer. Natalio mandó a su padre a la mierda. -Y te metes la lengua… Yo ya sé lo que me hago.”, página 99), que canta las verdades del barquero con una sonrisa irónica en los labios, con un arrollador desparpajo vitalista que encubre el fatalismo, la desesperación, en una especie de inocuo folletín, culebrón, de cámara. Como “Cinco horas con Mario” (1966) de Delibes o “La vida perra de Juanita Narboni” (1976) de Ángel Vázquez, dos directas derivadas, consecuencias, de este singular libro, adelantado a su tiempo, escrito con mano de hierro por la Tennessee Williams castiza, por la Valle-Inclán con gafas ahumadas, María Jesús Echevarría, Victorina (Victorino era el nombre de su padre) la triste, la gran tapada de la literatura española. El mejor resumen de lo que es el libro, de su declaración de intenciones, y de resultados, es este genial fragmento: III. LUEGO Esta es una historia en la que las cosas ocurren a medias, y se expresan –como en la vida– con medias palabras. Es –dicen– la mejor manera de entenderse. Esta es una historia, donde las cosas ocurren entre cuatro paredes. Como debe de hacerse frente a las mujeres y a las cosas importantes. Esta es una historia con problemas que existen y de los que nadie habla y un escándalo del que habla todo el mundo. Que nadie espere soluciones heroicas. Ni en la tragedia ni en el dolor el hombre escoge las grandes soluciones. Ya es una gran cosa que se tenga la humildad de ánimo de despertar al día siguiente del drama y hacer como que se ignora. Las soluciones límite de la vida conducen al mismo cauce abúlico que las otras. Quien no nace suicida y ha de seguir viviendo, no puede permanecer en trance de dolor, en éxtasis de tragedia, sino a riesgo de hacer el ridículo. Existe, además, esa planta inefable de la esperanza que arraiga siempre en el alma del hombre y brota recién arrasada, tenue y pálida, la mañana siguiente al drama. La gente, ni dice ni piensa las cosas así. Con la gente que no exagera se puede ir a todas partes. Julio Tamayo
  • 63. 63 POEMAS DE LA CIUDAD (1960)
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  • 65. 65 ECHEVARRÍA, MARÍA JESÚS: “POEMAS DE LA CIUDAD” Trilce. 38 págs. María Jesús Echevarría, periodista de bien ganado renombre, excelente novelista, premio “Elisenda de Montcada”, ofrece ahora al público un libro de poemas de extraordinaria calidad lírica. Los poemas que María Jesús Echevarría ha escrito sobre el esqueleto de hierro y hormigón de Nueva York poseen un atractivo de originales sugestiones. El alma entera de la autora, desnuda y sincera, se vuelca en cada uno de los versos. Los poemas a veces tienen una fuerza expresiva increíble en la pluma de una mujer. El lenguaje que emplea la autora está castigado y endurecido. Los poemas son esculturas de piedra. A veces se enreda en ellos una tímida yedra de intensa ternura, como en el conmovedor “Poema de la muchacha negra”. Pero, en general, la garra poética hace sangrar verso a verso, letra a letra, todas las imágenes. La autora se define en su patética plegaria “Oración de la ciudad y yo”: Dame, Señor, el estrépito, el ruido y la miseria. Déjame la ciudad para mi amparo. Muchacha de la ciudad me hiciste y sólo sé vivir sobre el asfalto. Lloran los versos de María Jesús Echevarría y la vida entera se encierra en ellos con un fuerte aliento de tragedia sin esperanza. A veces, Eugenio, los sollozos son solo tragos secos que por redondas copas chorrearon el pecho. “Poemas de la ciudad” es un libro nuevo, de sugestiva poesía moderna, llena de aristas y asperezas, pero preñada siempre de una profunda emoción lírica. ABC - 29-07-1961
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  • 67. 67 POEMAS EN NUEVA YORK (“Poemas de la ciudad” (1960) María Jesús Echevarría) En España hay un desprecio, ninguneo, casi generalizado hacia la poesía escrita por mujeres. Si hablamos de poesía actual, tanto de hombres como de mujeres, está más que justificado, no dan la talla. Pero si hablamos de la poesía escrita por mujeres durante la dictadura franquista no queda otra que hacer la ola. No solo por su calidad, sino por la dificultad inmensa que tenían las mujeres para poder expresarse con libertad, crear en esa época era un acto heroico, publicar un milagro. A todo el mundo, gracias a su centenario, le suena el nombre de Gloria Fuertes, convertida en un icono de la infancia, y para de contar. No hay un corpus de poetas, mujeres, que esté en el inconsciente colectivo de los lectores de poesía, siempre una minoría, como sucede con la Generación del 27, o los grandes nombres que repetimos todos, con justicia, como loritos: Lorca, Machado, Juan Ramón Jiménez. Pocos españoles no han leído, o tienen referencia de oídas, libros como el “Romancero gitano” (1928), “Campos de Castilla” (1912) o “Platero y yo” (1914), su equivalente femenino es inexistente, por puro desconocimiento, ignorancia. Libros como “Destierro” (1982) de la desconocida, el peaje de los exiliados, Teresa Gracia, o el que nos ocupa, “Poemas de la ciudad” (1960) (originalmente “Poemas de la City”), de la todavía más desconocida, el peaje de los muertos en plena juventud durante la dictadura, 31 años, María Jesús Echevarría, deberían estar en la mesa camilla de todos los amantes de la poesía en lengua española. Todo lo que no fuera incluirlos en una hipotética lista de los 10 mejores libros de poesía escritos en España sería menospreciarlos, ofenderlos. Como las comparaciones son odiosas, pero sirven para calibrar, poner en contexto, la importancia, valor, de las cosas, hay que mencionar el mítico “Poeta en Nueva York” (1929-30) de Lorca para hacer justicia al libro de María Jesús Echevarría. Hablo de importancia, no solo de coincidencia temática, Nueva York, los Estados Unidos. La principal diferencia es que el libro de María Jesús Echevarría es mucho más accesible, cristalino, hay la misma pasión por el lenguaje, por el ritmo, pero no hay una vocación descarada de resultar críptica, surrealista, como sucede con el libro de Lorca, que oscurece su comprensión de manera deliberada por razones de censura, de autocensura, la homosexualidad era un tema tabú durante el franquismo. La otra gran diferencia es que “Poeta en Nueva York” es un libro mucho más narcisista, subjetivo, es un poeta expresándose siempre en primera persona. En cambio “Poemas de la ciudad” es un poeta que se borra, que se confunde con lo que ve, que tiene una visión más amplia, más universal. Algo que ya se trasluce hasta en los títulos, “Poeta en...”, “Poemas de...”, sujeto, objeto, continente, contenido, Nueva York, ciudad. “Poeta en Nueva York” es un diario, “Poemas de la ciudad” una crónica. Por lo que los dos libros no se excluyen entre sí, son complementarios, un díptico imprescindible sobre la Gran Manzana, sobre la fascinación que ejerce en el viajero europeo la grandiosidad, gigantismo, mestizaje, de Norteamérica, de los norteamericanos.
  • 68. 68 El nivel de profundidad también es diferente. Lorca es el turista canónico, alguien que acude a la gran ciudad sin conocimiento previo, sin prejuicios, dispuesto a dejarse impresionar por la novedad, por la diferencia, por la superficie, y María Jesús Echevarría es la mirada serena, analítica, humanista, de quien trata de comprender, de quien se ha tomado el tiempo de buscar las coincidencias, de asentar las primeras imágenes, los primeros juicios. María Jesús Echevarría no fue una turista accidental, una simple Erasmus, en los Estados Unidos como Lorca, en los años 50 estuvo becada durante varios años en una universidad americana, la prestigiosa Russell Sage College, experiencia que volcó en la genial novela “La sonrisa y la hormiga” (1962), y en varios artículos para “El Español”, por ejemplo “Fin de curso americano” (1954), germen de “La sonrisa y la hormiga”, durante los años 60 fue corresponsal en Nueva York de ese mismo semanario, su dominio del inglés era absoluto, trabajó durante años como traductora de ensayos en inglés y francés. Lorca veía Nueva York desde fuera, de manera impresionista, porque no podía verla desde dentro, le faltó tiempo y la herramienta imprescindible del idioma. Su visión de Nueva York es la de un niño tonto, como los collages creados por Carmen Martín Gaite en 1980-81 durante su estancia en los Estados Unidos, “Visión de Nueva York”, la de María Jesús Echevarría es la de un niño distinto, triste, al filo de cruzar el umbral del mundo adulto. La explosión, felicidad, de los sentidos, es matizada, atemperada, por la conciencia de lo efímero, de la muerte. “Poeta en Nueva York” es un libro iniciático, “Poemas de la ciudad” un libro crepuscular, dos etapas imprescindibles de un mismo camino, el de la honestidad creativa, el de trascender la realidad para poder iluminarla, comprenderla, mejor. Algo al alcance solo de los genios, de Lorca (1898-1936) y de María Jesús Echevarría (1931-1962), de María Jesús Echevarría y Lorca, dos almas gemelas, afines. Julio Tamayo
  • 69. 69 LA SONRISA Y LA HORMIGA (1962)
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  • 71. 71 MARÍA JESÚS ECHEVARRÍA, PREMIO SELECCIONES Selecciones Lengua Española, de la editorial Plaza & Janés, ha designado la obra titulada “La sonrisa y la hormiga” para el premio correspondiente al mes de octubre, dotado, como los anteriores, con cincuenta mil pesetas. Es autora de la novela ahora seleccionada María Jesús Echevarría, madrileña, nacida el día de San Miguel de hace treinta años. Licenciada en Historia, con premio extraordinario, María Jesús Echevarría ha sido becaria en distintos países; en Estados Unidos de Norteamérica permaneció como interna en un college y como lectora de español. Vuelta a España, trabajó intensamente el periodismo activo y la colaboración literaria. Narradora, ha sido finalista de los premios Ateneo, de Valladolid; Sésamo, y Planeta. Su novela “Las medias palabras” ganó en 1959 el premio Elisenda de Montcada. En 1961 editó un libro de versos. Tiene en curso de publicación una trilogía de novelas cortas, tituladas de este modo: “El muñeco de paja”, “El constructor de tiovivos” y “La tarima de los sueños”. ABC – 29-12-1962
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  • 73. 73 LA SONRISA Y LA HORMIGA SÁTIRA despiadada, feroz, de la vida norteamericana la que María Jesús Echevarría expone en su novela “La sonrisa y la hormiga”. El rudo contraste entre dos maneras diametralmente opuestas de entender la vida, la del mundo latino y la del anglosajón, constituye el “leit-motiv” del relato. La escritora madrileña no oculta sus simpatías hacia nuestra psicología, a la vez que fustiga el convencionalismo y la existencia en serie del pueblo estadounidense. Ese crisol o “melting poot” del que tanto alardea Norteamérica, y en el que pretende fundir a todas las razas para llegar a la uniformidad yanqui, también es objeto de los ataques de María Jesús. Se defiende aquí la individualidad de la persona humana frente al imperio de la masa, y las pequeñas pasiones de hombres de tierra caliente encuentran una especial comprensión en las páginas de esta historia. La acción se sitúan en la más prestigiosa Universidad norteamericana, a la que concurren becarios de diversos países. La pugna que desde los primeros momentos entablan nacionales y extranjeros, la incomprensión existente entre unos y otros, constituye el nervio del episodio. La afición a la música de los dos bandos es su único nexo; pero, en contraste, son insalvables las múltiples diferencias que les separan. El rector del centro se empeña en proclamar a cada paso las excelencias de vida norteamericana, su sentido burgués frente al fermento revolucionario que alienta en los alumnos de piel morena y corazón ardiente. Se esfuerza en evitar el escándalo, en paliar el fracaso de unos métodos educativos que para nada cuentan con la individualidad humana. Mas la instintiva reacción de los extranjeros, lo singular de todas sus acciones, dará al traste con la uniformidad que pretende buscar. María Jesús Echevarría denuncia las complejidades raciales y el carácter infantil del pueblo norteamericano, de un país que, a pesar de todos sus esfuerzos, aún no ha logrado una total convivencia. Si la sonrisa supone el sentido de felicidad que alienta entre sus gentes, la hormiga alude al esfuerzo que se ven obligadas a realizar. El tema está tratado con responsabilidad y altura. Si la pasión de la autora le lleva a caricaturizar determinadas situaciones, a subrayar sus rasgos más acusados, en general responde a una visión certera. Es probable que esta confrontación de dos culturas o de dos mentalidades no agrade a todos, que responda, en ciertos aspectos, a una visión personal. Pero lo que nadie podrá imputar a María Jesús es que busque fundamentalmente una deformación de los hechos relatados.
  • 74. 74 Todos los personajes de la novela están muy bien observados. Se ve que la Echevarría permaneció en centros universitarios norteamericanos, que convivió con alumnos de diversos países y que llegó a identificarse con sus peculiares maneras de ser. El ritmo nervioso que imprime al libro, sus diálogos rápidos y sus someras descripciones demuestran la maestría de la narradora. Y lo mismo podríamos decir del clima que respira la fábula, de su perfecta ambientación. Si la monotonía preside la vida del estudiantado, si cada día le sucede, poco más o menos, lo mismo que el anterior -visita a la taberna, bailes orgiásticos y pasajes sentimentales-, cada criatura humana responde a una completa individualización. Ninguno de los héroes se confunde con otro; sólo existe entre ellos el vínculo de la vida común. Y acaso en ello resida uno de los primordiales aciertos de la historia. “La sonrisa y la hormiga” es una novela excelente, en la que María Jesús Echevarría ha demostrado gran valentía al acometer un tema peligroso, erizado de dificultades, y al tratarlo con verdadera dignidad literaria. Emilio Merino – Hoja Oficial del Lunes – N.º 821, 4 de marzo de 1963
  • 75. 75 LA SONRISA Y LA HORMIGA por María Jesús Echevarría. Selecciones Lengua Española. Plaza & Janes, S. A. Editores, Barcelona. La autora, en este libro ha recogido perfectamente el ambiente norteamericano como producto de una larga estancia como becaria en una Universidad estadounidense. Está escrita con facilidad. Los infinitos personajes que pululan por la obra hablan por su cuenta, piensan a su manera y son divergentes en opiniones y en gustos. Hablando sobre el triste capítulo de los accidentes de tráfico se razona de esta forma: se hacía la suma de muertos y siempre la cifra era mayor que la del año anterior. Toda la trama de la novela se desliza en un mundo universitario, enconado, muchas veces, por el color de la piel, conocidos abismos, raciales. En los bares se aprecia esta heterogeneidad de maneras de ser, entre música sincopada, sin sincopar, canciones espirituales, cadencias tropicales; en una palabra: un «puzle» de razas con sus danzas peculiares, bailes epilépticos, y otros de repercusión dulcísima. Tres canciones parecen ser el eje de la novela y sus reacciones sentimentales. Novela de juventud universitaria, con observaciones también universitarias, de una juventud sagaz y atrevida. La autora describe, con buena mano y buen tino, un mundo vario, multiforme y distinto. Las asignaturas universitarias son comunes, no así las reacciones humanas del abigarrado alumnado, con una juventud deportiva. Hay en el libro, que es muy interesante, demasiada reiteración de los avatares estudiantiles, aunque están perfectamente delineadas la confrontación de dos culturas, de dos mentalidades, de dos formas de entender la vida, «La sonrisa y la hormiga», título de la obra, es una alusión al pueblo americano: la sonrisa, es el gesto de un pueblo feliz y la hormiga, la actividad que realiza. Está editado el libro con la pulcritud tipográfica que nos tiene acostumbrados Ediciones Plaza Janes, y, en conjunto, se trata de un amplio reportaje de una modalidad periodística, novelada, muy encomiable. La Vanguardia – 13-03-1963
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