El documento compara a una viuda pobre que dona dos monedas en el templo con los ricos que donan grandes cantidades. Jesús elogia a la viuda porque dona todo lo que tiene para vivir, mientras que los ricos donan sólo de lo que les sobra. La viuda demuestra una gran fe y generosidad hacia Dios a pesar de su pobreza.
2. “Dios nos ama” es el hecho fundamental de la religión.
Una verdad a veces difícil de comprender. Pero según lo
vamos comprendiendo, nos debe estimular para
corresponder a ese amor.
Hoy se nos
expone un
ejemplo
sencillo de
correspon-
dencia al
amor de
Dios.
3. Hoy nos habla el
evangelio de una
pobre viuda que
tiene un sentimiento
grande de adoración
y agradecimiento a
Dios. Da poco,
porque es poco lo
que tiene, pero da
mucho, porque lo da
de corazón.
4. Eran los últimos días de la vida de Jesús. Hay un clima de
tensión con las autoridades religiosas de la nación. Jesús
había arrojado a los mercaderes del templo y los
encuentros con ellos y con los fariseos son polémicos.
5. Pero quiere dejar bien claro a los apóstoles y a nosotros
que la verdadera religión no es como piensan los
fariseos, que creen que a Dios le agradan sus muchos
rezos y las ceremonias solemnes, aunque el corazón esté
apartado.
Ellos sólo
están
pensando
en puestos
de honor y
en
aplausos
materiales.
6. Y especialmente les quiere dar Jesús a sus discípulos
una gran lección. Y para que les entre la lección por los
ojos, se coloca cerca de la alcancía del templo, donde
los que van entrando dan sus limosnas para el culto de
Dios.
Veamos
lo que
nos dice
el
evangelio
(Mc 12,
38-44).
7. En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la
gente, dijo: "¡Cuidado con los escribas! Les encanta
pasearse con amplio ropaje y que les hagan
reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor
en las sinagogas y los primeros puestos en los
banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con
pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia
más rigurosa." Estando Jesús sentado enfrente del
arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba
echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad;
se acercó una viuda pobre y echó dos reales.
Llamando a los discípulos, les dijo: "Os aseguro que
esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas
más que nadie. Porque los demás han echado de lo
que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha
echado todo lo que tenía para vivir."
8. El hecho es que los fariseos cumplían bien con los
preceptos religiosos en el sentido externo y cumplían
con lo que estaba bien visto: como el dar limosna para
el culto.
Lo malo es
que se
preocupaban
de que les
viese la
gente más
que agradar
a Dios.
9. Y dicen algunos que
hasta llevaban una
especie de
campanillas en el
manto, que hacían
sonar cuando iban a
hacer algún acto de
“religión”, como era
el dar alguna
limosna. Y esto es lo
que disgustaba a
Jesús.
18. pero seguro también que no lo echarían cuando
estaban solos, sino que esperarían a que hubiera gente
para que pudieran ver su obra, la que creían ser grande
para el Señor.
Seguramente
que los
fariseos no
tocarían
campanillas
cuando
echasen su
dinero en la
alcancía del
templo;
19. Pero resulta que nos dice Jesús que no han hecho
ninguna obra grande para el Señor. En contraste llega
una pobre viuda. Seguro que pensaba que nadie la iba a
mirar. Pero allí cerca está Jesús, atento a toda obra
buena que podamos hacer.
Y hace que
los apóstoles
se fijen en
esa acción:
Echa dos
monedas
pequeñas.
21. Lo importante en la religión no es lo que se ve, sino lo
que no se ve. Lo que Jesús alaba de esta mujer no es
que dé dos monedas, sino que da todo lo que tiene y
que necesita para vivir.
Pero ella
lo hace
porque
siente que
debe
hacer algo
para la
gloria de
Dios.
22. Desde el fondo de su
corazón se lo ofrece a
Dios. Por eso dice
Jesús que ha dado más
que nadie: ella ha dado
lo que necesitaba, no lo
que la sobraba. No
miremos a la cantidad
que se da. Depende de
muchos factores. Puede
ser que en ese
momento esa familia
esté pasando una crisis.
23. Y Jesús comenta: “los demás dan de lo que les sobra,
pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que
tenía para vivir."
Dar lo que
se necesita
para vivir
es como
dar la vida.
Y esto es
amor.
24. Lo que importa
sobre todo es el
corazón que se
ponga en ello: si
está más cerca de
Dios o en realidad
está alejado. Por eso
es muy relativo
cuando uno se pone
a juzgar la ayuda
que recibe la Iglesia
de uno o de otro.
25. Hay personas entre nosotros que, cuando se trata de dar
para “cáritas”, para los pobres, dan lo que tienen
destinado casi para la basura. O dan lo que ya no tiene
valor o se ha pasado de moda, quizá para deshacerse de
ello y poder adquirir algo nuevo o más moderno. Dan lo
que les sobra y no es un gesto de desprendimiento, de
entrega o de caridad.
26. Todo no significa sólo dinero, significa quizá
tiempo, preocupaciones y sobre todo amor. Pero,
si se trata de dar a Dios, demos lo mejor de
nuestra vida, porque primero nos lo ha dado Él.
Dios quiere
que le demos
todo,
especialmente
todo nuestro
ser.
31. el pan de
mi hogar
te
presento
con
amor.
Hacer CLICK
32. Cuando decimos “dar a Dios”, normalmente nos
referimos a dar al prójimo. Y al hablar de dar al prójimo,
no se trata sólo de dar dinero u otras cosas materiales.
Se trata de dar tiempo, cariño y muchas
preocupaciones.
Y para ello lo
primero será:
no
aprovecharse
de los pobres.
33. Algo que a Jesús le
desagradaba de los
letrados, y lo hace
constatar en el
evangelio, es que se
aprovechaban del poco
dinero de las viudas con
motivo de largos rezos.
En aquel tiempo no había
seguridades sociales y sí
mucha injusticia. Las
viudas que no tenían ya
amparo de ningún varón,
estaban desamparadas.
Pero las había
agradables a Dios.
34. Hoy en la primera lectura, que suele estar conectada
muy directamente con el evangelio, se nos habla de otra
viuda pobre en los tiempos del profeta Elías. Iba el
profeta desterrado y cansado, cuando llegó a Sarepta.
Eran tiempos de mucha hambre y sed.
Así nos lo narra
la lectura:
1Reyes 17, 10-16
35. En aquellos días, el profeta Elías se puso en camino hacia
Sarepta, y, al llegar a la puerta de la ciudad, encontró allí una
viuda que recogía leña. La llamó y le dijo: "Por favor, tráeme un
poco de agua en un jarro para que beba." Mientras iba a
buscarla, le gritó: "Por favor, tráeme también en la mano un
trozo de pan." Respondió ella: "Te juro por el Señor, tu Dios, que
no tengo ni pan; me queda sólo un puñado de harina en el
cántaro y un poco de aceite en la alcuza. Ya ves que estaba
recogiendo un poco de leña. Voy a hacer un pan para mí y para
mi hijo; nos lo comeremos y luego moriremos." Respondió Elías:
"No temas. Anda, prepáralo como has dicho, pero primero
hazme a mí un panecillo y tráemelo; para ti y para tu hijo lo
harás después. Porque así dice el Señor, Dios de Israel: "La
orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará,
hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra"." Ella
se fue, hizo lo que le había dicho Elías, y comieron él, ella y su
hijo. Ni la orza de harina se vació, ni la alcuza de aceite se
agotó, como lo había dicho el Señor por medio de Elías.
36. Elías es movido
por la palabra de
Dios para pedir a
aquella viuda lo
que tiene para
ella y su hijo.
Aquella mujer se
fía de Dios a
través del profeta
y es generosa.
37. Podemos hacer una
reflexión: Dios no le
llenó hasta arriba la
vasija de aceite, sino
que la fue conservando
según las necesidades.
Si nosotros le damos al
Señor nuestra vida, Él la
irá conservando, quizá
no haciendo cosas
espectaculares, sino en
la vida ordinaria.
38. Estas dos mujeres tienen de común la confianza
en Dios. No se angustian demasiado por el futuro
porque están en las manos de Dios. Quizá no se
saben los salmos, pero lo practican en su
corazón.
Y sienten la
alegría y la paz
interior de que
hablaban varios
salmos del Ant.
Testamento.
39. En este domingo, como respuesta a esta primera lectura,
el salmo responsorial nos habla de esta confianza en
Dios y nos invita a alabar a Dios que está del lado de los
oprimidos.
48. Dios no suele hacer milagros grandiosos para
socorrer a los necesitados, sino que suele
socorrer a través de muchas personas buenas
que son como los brazos de Dios.
49. Aquellas dos viudas nos dan un ejemplo de
generosidad, compartiendo lo poco que tienen,
pero con gran corazón.
Nosotros
podemos ser
como los
brazos de
Dios, con
nuestra
generosidad,
para con
aquellos
necesitados
que recurren
a Dios en la
oración.
50. Hoy debemos agradecer a tantas personas que
dan dinero, tiempo o atención y están al servicio
de la comunidad o al servicio de las
celebraciones litúrgicas o tantas cosas buenas.
51. Nos dice san Pablo acerca de Jesús, que “siendo
rico se hizo pobre por mi”. Y el mismo Jesús decía
de sí que había venido “para dar su vida”.
Jesús no
sólo exaltó
a la viuda
su
generosi-
dad, sino
que lo
encarnó en
sí personal-
mente.
52. Cristo ha entrado no en un santuario construido por
hombres - imagen del auténtico-, sino en el mismo cielo,
para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros.
Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces- como el
sumo sacerdote, que entraba en el santuario todos los
años y ofrecía sangre ajena; si hubiese sido así, tendría
que haber padecido muchas veces, desde el principio
del mundo. De hecho, él se ha manifestado una sola vez,
al final de la historia, para destruir el pecado con el
sacrificio de sí mismo. Por cuanto el destino de los
hombres es morir una sola vez. Y después de la muerte,
el juicio. De la misma manera, Cristo se ha ofrecido una
sola vez para quitar los pecados de todos. La segunda
vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, a los que
lo esperan, para salvarlos.
Hebreos 9, 24-28
53. Dios Padre es amor y por
eso su esencia es darse.
Y así eternamente se da a
su Hijo igual a Él. Y se da
al exterior en una
creación exuberante llena
de generosidad: “De tal
manera amó al mundo
que entregó a su Hijo
único”. Este es Jesús que
se entrega por nosotros.
54. Jesús nos dio su
evangelio como
buena noticia, sus
milagros como
pruebas, su
eucaristía como
alimento espiritual,
nos dio a su madre
como madre
espiritual, y nos dio
su vida como
salvación.
55. Si Él se entregó a
sí, nosotros
tenemos que dar.
Lo primero el amor
por encima de
todo, la reverencia
como criaturas al
Creador, la
obediencia y
confianza de hijos
a quien es nuestro
Padre.
56. Todos tenemos al menos dos moneditas de algo.
Por pobres que seamos, tenemos un corazón para
dar amor: a Dios y a los demás, sean cercanos o
lejanos.
Alguno
podrá
decir: si yo
no tengo ni
salud, ni
fuerzas, ni
dinero,
quizá ni
cultura ni
tiempo.
57. ¿Quién la diría a aquella pobre viuda que el mismo
Mesías la estaba observando y por ello hablaríamos de
ella bien todas las generaciones?.
Lo que
importa es
que lo
demos de
corazón.
58. Si hablamos
bien de ella, es
para que la
imitemos en la
sencillez de su
corazón
“espléndido”
(grande y que
nos da luz). No
como el de
aquellos
fariseos
orgullosos y
raquíticos ante
Dios.
59. Dios no nos pide
grandes cosas, si
no podemos. Lo
que sí quiere es
que le demos todo
lo que somos y
valemos. Y esa
será nuestra
felicidad.
71. AMEN
La Virgen María no
hizo cosas
extraordinarias, pero
es la más santa de
todos, porque supo
entregar
constantemente su
vida al Señor. Lo
especial fue su amor.
Que la imitemos.