3. (12:35-37) Cristo Hijo de David
La interrogante debe haber captado su
atención, pues ellos creía que el AT ense
ñaba que el Mesías descendía de David.
(12:35) Jesús está ha-
blando con ellos por
última vez y les hace
la pregunta más im-
portante de todas las
que jamás le han he-
cho en sus vidas.
“Vienen días en que haré que un decen-
diente de David surja como rey y será …
4. (12:35-37) Cristo Hijo de David
Con esta pregunta Jesús se despide del
templo, de las autoridades y del pueblo
de Israel. Sin dirigirse a nadie en particu-
lar, dijo: ¿De quién es hijo el Mesías?
… un rey justo, que practicará la justicia
y el derecho en la tierra” (Jer 23:5).
Jesús se está refiriendo a sí mismo al de
cir “el Cristo”, hace la pregunta en terce-
ra persona, para que los oyentes puedan
sentirse cómodos en responder sin tener
que afirmar que Jesús mismo era el Cris-
to prometido.
5. (12:35-37) Cristo Hijo de David
Explicaría el significado del título ‘Hijo
de David’, que era más de lo que común-
mente se entendía. Debían saber que el
Hijo de David era el Señor de David, el
Hijo mismo de Dios.
Jesús no reprochó a los niños cuando lo
llamaron Hijo de David. Pero tenía que
aclarar las ideas erróneas que tenían
respecto al Hijo de David o “Mesías”.
Pregunta, ¿cómo
pueden decir que el Cristo es tan sólo un
hombre, el hijo de David? Después de
todo, Él no es sólo un hombre ¡Es Dios!
6. (12:35-37) Cristo Hijo de David
ES llama al Cristo su Señor. Este salmo
mesiánico, es mencionado varias veces
en el NT (Hch 2:34-35).
(12:36) A la pregunta
¿De quién es hijo el
Cristo? Respondie-
ron “de David”, Je-
sús los lleva al Sal-
mo 110:1, donde Da-
vid inspirado por el
Las dos afirmacio
nes eran incompatible en una cultura
fuertemente patriarcal como la judía.
7. (12:35-37) Cristo Hijo de David
En este salmo, David hace una distinción
entre Yahweh y Adonai. De manera que,
Yahweh está hablando al Adonai de Da-
vid o, si se prefiere, Dios le está hablan-
do al Mesías, Jesús. Le está prometiendo
poder, autoridad y majestad que sólo …
Las afirmaciones eran: (1) que el Mesías
era el Hijo de David y (2) que David lo re-
conocía como su Señor. Jamás un padre
le diría Señor a su hijo o nieto. Una ilus-
tración de esto fueron los sueños de Jo-
sé, por los cuales fue reprendido.
8. (12:35-37) Cristo Hijo de David
“Que haya en ustedes el mismo
sentir que hubo en Cristo Jesús, quien,
siendo en forma de Dios, no estimó el
ser igual a Dios como cosa a que aferrar
se, sino que se despojó a sí mismo y to-
mó forma de siervo, y se hizo semejante
a los hombres” (Fil 2:5-7).
… esta reservado para Dios. Así que Je-
sús es 100% Dios, con todos los atribu-
tos de la divinidad.
El Cristo o Mesías al ser llamado hijo de
David, nos habla que el Mesías es 100%
hombre.
9. (12:35-37) Cristo Hijo de David
(12:37) ¿Cómo,
pues, es su hijo?
En otras palabras,
este no es la mane
ra en que un padre
se dirige a su hijo,
sino al revés.
Jesús, quien era “del linaje de David se-
gún la carne” (Rom 1:3), quería corregir la
idea errónea tocante al Mesías. Pues
para ellos, el hijo de David tenía que ser
otro líder político y popular.
10. (12:35-37) Cristo Hijo de David
Que David lo llame Señor significa que
no era sólo su descendiente, sino que es
el Mesías prometido, el hijo de Dios.
El pueblo escuchó extasiado. Mas no es
suficiente con escuchar, Ezequiel dijo
del Mesías: “Para ellos, tú no eres más
que un trovador romántico, de melodio-
sa voz y bien entonado. Oyen tus pala-
bras, pero no las practican” (Ez 33:32).
David pudo ver que el Mesías era más
que eso. ¡Mayor que cualquier descen-
diente e incluso que él mismo!
11. (12:38-40) Acusa a los Escribas
Los escribas eran orgullosos, egoístas,
hipócritas, e indignos de confianza.
(12:38) Mateo le dedi
ca 36 versículos a es
te pasaje (Mt 23:1-36)
Marcos en cambio
nos hace un resu-
men muy breve en
solo 3 versículos.
Los escribas en tiempos de Jesús se ha-
bían convertido en una influencia domi-
nante en el judaísmo. Por eso, Jesús …
12. (12:38-40) Acusa a los Escribas
Querían ser reconocidos, que todos les
dieran pleitesía. Habían cuatro cosas que
amaban: (1) Andar con largas ropas de
eruditos colegiados, preparados para
realizar funciones oficiales, (2) Recibir
saludos en lugares públicos como una
demostración de respeto y reconocimien
to público a su prominencia.
… dijo: Tengan mucho cuidado con ellos.
Había condenado algunas de sus ense-
ñanzas, las había declarado erróneas, y
ahora atacaba sus prácticas religiosas.
13. (12:38-40) Acusa a los Escribas
(12:39) (3) Sentarse
adelante en las sina-
gogas, mientras que
el resto de la con-
gregación permane-
cía de pie atrás, y
además…
(4) Demandaban un lugar de preferencia
en las ceremonias públicas, pues creían
que realmente lo merecían debido a su
importancia. Ansiaban el reconocimien-
to publico, el poder y la fama.
14. (12:38-40) Acusa a los Escribas
(12:40) Sus largas o-
raciones eran pretex-
to de su codicia. Usa
ban palabras lisonje-
ras para sacar venta-
ja económica de las
viudas, abusando de
su hospitalidad y generosidad.
Cualquiera que haya sido el método que
usaban, aquí Jesús estaba condenando
el crimen de extorsión practicado en
contra de las viudas.
15. (12:38-40) Acusa a los Escribas
Los escribas serían juzgados en propor-
ción directa a su pretendida piedad.
Estas críticas severas que se le hacían a
los escribas eran justas. Flavio Josefo
habla de la gran influencia que ciertos
escribas tenían con las mujeres. El Tal-
mud alude a algunos de ellos como una
plaga de sanguijuelas, que sacaban pro-
vecho de las viudas so pretexto de ayu-
darlas con los documentos de herencia.
Jesús hace mención a sus largas oracio-
nes, pero las califica de fingidas.
16. (12:38-40) Acusa a los Escribas
El propósito que tenían los escribas con
estas interminables oraciones era atraer
la atención sobre sí mismos, y lo único
que buscaban era ser honrados por los
hombres, en especial por las viudas des-
protegidas que no tenían a nadie que las
ayudara, a las cuales ellos despojaban
de sus legítimas posesiones y riquezas.
Que estas amonestaciones no caigan en
saco roto hoy, dónde muchos líderes to-
man ventaja de las ovejas para su propio
beneficio.
17. (12:41-44) Ofrenda de la Viuda
(12:41) El arca de las
ofrendas estaba
ubicada en uno de
los pórticos del atrio
de las mujeres, en el
mismo templo. En el
arca había 13 recep-
táculos con bocas en forma de embudo
para recibir distintos tipos de ofrendas.
Se requería a los contribuyentes que de-
clararan el monto de su donación de ma
nera verbal, conforme la depositaban.
18. (12:41-44) Ofrenda de la Viuda
De esta manera Jesús se sentó delante
del arca desde donde podía ver y oír las
dádivas del pueblo.
Miraba cómo muchos ricos echaban mu-
cho dinero y daban a conocer su gene-
roso monto a los que allí estaban a viva
voz. Según el criterio de Jesús, no era la
cantidad del donativo lo que realmente
importaba, sino el corazón del dador, es
decir la forma en que se hacía y la inten-
ción con la que se daba.
19. (12:41-44) Ofrenda de la Viuda
(12:42) Vio a una viu
da pobre echar dos
blancas, que eran
las monedas más pe
queñas en circula-
ción, y la contribu-
ción legal mínima.
Lo que aquella viuda dio fue insignifican
te, sin embargo, según las normas divi-
nas, su contribución era valiosísima, lo
cual se explica en detalle en los siguien-
tes versículos.
20. (12:41-44) Ofrenda de la Viuda
(12:43) Esta po-
bre viuda, dio
mucho más que
las grandes o-
frendas que los
ricos habían e-
chado en el arca
ese día.
El valor en sí mismo de las monedas era
muy poco, pero Jesús ve más allá y llega
a la correcta conclusión cuando ve las
proporciones de todo lo que se tiene.
21. (12:41-44) Ofrenda de la Viuda
(12:44) Si nos pre-
guntamos, ¿Qué hi-
zo que su ofrenda
fuese tan preciosa?
La respuesta es que
todos habían dado
de su abundancia,
pero ella de su escasez o necesidad.
Los que tenían mucho habían echado de
lo que les sobraba, es decir lo que no ne-
cesitaban; pero ella en amor, de su po-
breza dio todo lo que tenía.
22. (12:41-44) Ofrenda de la Viuda
“No lo digo porque tenga escasez, pues
he aprendido a estar contento en cual-
quier situación” (Fil 4:11).
De la historia de esta
viuda aprendemos el valor de una dádiva
u ofrenda.
Había dado todo su sustento para depen-
der completamente en Dios. ¿Podía ha-
ber sido esta viuda pobre una de aque-
llas cuyas casas habían sido devoradas
por los escribas (v.40)? ¿Podían las ofren
das de los escribas haber sido el produc-
to de tal avaricia?
23. (12:41-44) Ofrenda de la Viuda
No importa cuanto valga, sino cual es la
actitud con la que se da; y los ricos pue-
den descubrir una medida para su ofren-
da, no importa cuán abundante sea pues
puede ser ridícula por todo lo que po-
seen delante de Dios.
Esta pobre viuda dio de forma generosa y
espontánea, con fe. Se ponía en los
brazos de Dios al confiar que si ella le
entregaba al Señor todo lo que le queda-
ba, Él cuidaría de ella. Es por esta razón
que Jesús la elogió tanto.
24. Conclusión
Los que en realidad aportan y dan a la
causa de Cristo no son más que un pe-
queño sector de la Iglesia.
Las estadísticas dicen que menos del
33% de los asistentes a una iglesia cum-
plen con el diezmo en América Latina.
El amor a las riquezas y la avaricia nos
impiden ser generosos para con Dios:
“Manténganse atentos y cuídense de
toda avaricia, porque la vida del hombre
no depende de los muchos bienes que
posea” (Lc 12:15).
25. Conclusión
“Además, les contó una parábola: Un
hombre rico tenía un terreno que le pro-
dujo una buena cosecha. Y este hombre
se puso a pensar: ¿Qué voy a hacer? ¡No
tengo dónde guardar mi cosecha!
Entonces dijo: ¡Ya sé lo que haré! Derri-
baré mis graneros, construiré otros más
grandes, y allí guardaré todos mis frutos
y mis bienes. Y me diré a mí mismo: Ya
puede descansar mi alma, pues ahora
tengo guardados muchos bienes para
muchos años. Ahora, pues, ¡a comer …
26. Conclusión
… a beber y a disfrutar! Pero Dios le dijo:
Necio, esta noche vienen a quitarte la
vida; ¿y para quién será lo que has
guardado? Eso le sucede a quien acu-
mula riquezas para sí mismo, pero no es
rico para con Dios” (Lc 12:16-21).
Pocos cristianos saben nada de ser “ri-
cos para con Dios”. La inmensa mayoría
gasta enormes cantidades en sí mismos
y muy poco para la obra de Dios. De gra-
cia hemos recibido, demos de gracia con
liberalidad.