1. EL EVANGELIO SEGÚN
SAN MARCOS
Mr 8:11-13
Un Estudio Expositivo de los 16
capítulos del Evangelio de Marcos
2. (8:11-13) Señal del Cielo
(8:11) Como en o-
tras ocasiones apa-
recen nuevamente
en escena, los fari-
seos, ellos toman la
iniciativa.
Mateo nos informa que venían acompa-
ñados de los saduceos en esta ocasión.
Que estas dos sectas se asociaran, era
casi imposible, pero el odio que tenían
hacia Jesús había sobrepasado sus
diferencias, y los había unido.
3. (8:11-13) Señal del Cielo
Vinieron a dis-
cutir con El. No
se indica cómo
ni dónde se en-
contraron, ni el
motivo de la dis
cusión. La pala-
bra hebrea ‘dis-
cutir’ significa: disputar, debatir, pelear
con argumentos, altercar. Hace referen-
cia al que quiere exponer sus razones y
no pretende escuchar al oponente.
4. (8:11-13) Señal del Cielo
cían que no era mas que un engaño, so-
lo había proporcionado pan terrenal, no
era pan del cielo, como Moisés lo hizo.
Para probar su pretensión de ser el Hijo
de Dios, le piden una señal del cielo, no
querían un milagro terrenal o sanidad.
Querían tentarlo, hin-
carlo, ponerlo a prue-
ba, molestarlo. Se ha-
bían informado de los
milagros de Jesús al
otro lado del lago y de
5. (8:11-13) Señal del Cielo
que el sol y la luna se detengan.
Que repita lo que hizo Elías, que haga
caer fuego del cielo o cerrar y abrir las
puertas de las lluvias. Los judíos pedían
“señal”, pruebas de que Jesús era quien
pretendía ser.
Querían algo especta-
cular, quizá un rayo o
un relámpago o una
voz desde los cielos.
¡Que haga una señal
como Josué, que haga
6. (8:11-13) Señal del Cielo
digios, no creen” (Jn4:48). “Los judíos
piden señales…” (1 Cor 1:22).Una creen
cia popular era que cuando venga el Me-
sías lo haría sobre el pináculo del templo
proclamando la liberación de Israel, y
desplegando luz del cielo como señal.
“Y los judíos pregunta
ron: Ya que haces es-
to, ¿qué señal nos
das?” (Jn 2:18). “Je-
sús dijo: Si ustedes
no ven señales y pro-
7. (8:11-13) Señal del Cielo
¡Si Jesús hubiera accedido a su deman-
da y hubiera hecho algo de carácter so-
brenatural, habrían atribuido esa señal al
poder de Beelzebú! En verdad, no hay
peor ciego que aquel que no quiere ver.
Querían que Jesús pro
bara que estaba autori
zado por Dios, ya que
ellos no lo creían. Je-
sús no intentaba con-
vencer a los hombres.
8. (8:11-13) Señal del Cielo
Su desfachatez era enorme. Tenían ante
ellos al mismo Jesús. Él era la señal que
había descendido del cielo, y no lo apre-
ciaban. Él era sin pecado, era Dios mani
festado en carne ¡y en su ceguera le pe-
dían una señal del cielo!
Todo fue hecho para
tentarle, no habrían
creído en él ni aunque
les hubiera dado la se-
ñal de Josué de dete-
ner el sol.
9. (8:11-13) Señal del Cielo
Ese gemido salió de un corazón que la-
mentaba la destrucción que estaban tra
yendo sobre sus almas. Aunque eran
enemigos, Jesús se entristecía al con-
templar el endurecimiento de su cora-
zón debido a su incredulidad.
(8:12) Con gran senti-
miento, gimiendo con
un profundo suspiro
Jesús ve la petición
de los fariseos como
algo maligno.
10. (8:11-13) Señal del Cielo
Pablo nos advierte y amonesta: “No en-
tristezcan al Espíritu Santo de Dios” (Ef
4:30). Sí Jesús hubiera accedido a su pe
tición y hubiera hecho una señal, tampo
co le hubieran creído. No querían ver.
La carga que Jesús ex
perimentaba provenía
de su ser más íntimo,
de su espíritu. Noso-
tros también hacemos
gemir al Señor.
11. (8:11-13) Señal del Cielo
Jesús había llenado la región con “prue-
bas indubitables”: restableció a lisiados,
curó enfermos, limpió leprosos, calmó el
mar, alimentó hambrientos e incluso resu
citó a los muertos. Pedir más señales era,
evidentemente, un insulto.
La respuesta de
Jesús en términos
actuales hubiera
sido: “¡Qué Dios
me castigue si yo
hiciere tal cosa!”.
12. (8:11-13) Señal del Cielo
Esa generación era incrédula, como la ge
neración perversa en tiempos de Noé, o el
pueblo que peregrinó por el desierto. La
multitud ahora muestran el escepticismo
de los fariseos hacia Jesús.
Esta gente o genera-
ción era el pueblo
judío contemporá-
neo a Jesús. Mien-
tras que los gentiles
lo recibían su pueblo
lo rechazaba.
13. (8:11-13) Señal del Cielo
creyeron en su nombre. Pero Jesús mismo
no se fiaba de ellos, porque los conocía a
todos y no tenía necesidad de que nadie le
dijera nada acerca del hombre, pues él sa-
bía lo que en el hombre había” (Jn 2:23-25).
Jesús no aceptaba la fe de
la gente que dependía de
señales y maravillas para
creer. “Mientras Jesús esta-
ba en Jerusalén durante la
fiesta de la pascua, muchos
al ver las señales que hacía
14. (8:11-13) Señal del Cielo
Puesto que Marcos escribía a gentiles,
no incluyó la referencia a la señal del
profeta Jonás. Jesús no les daría señal a
los fariseos, para legitimar su ministerio.
Mateo añade
que solo reci-
birán la señal
del profeta Jo-
nás, Jesús
crucificado y
resucitado.
15. (8:11-13) Señal del Cielo
Pregunta: ¿Nos duele y preocupa la si-
tuación de los inconversos? No hay otra
señal más claras de un corazón no con-
vertido que la despreocupación y la indi-
ferencia por las almas de los demás.
No se les dará de ninguna manera una
señal como la que demandan. La resu-
rrección triunfante de Jesús de entre los
muertos, prefigurada por la experiencia
de Jonás, marca la condenación de to-
dos los que se resisten a creer.
16. (8:11-13) Señal del Cielo
(8:13) El conflic
to concluye con
la partida abrup-
ta de Jesús en-
trando en la bar-
ca, alejándose
del lugar y de
toda la gente.
Así que los habitantes de aquel lugar
quedan abandonados al destino que han
elegido, por la dureza de su corazón.
17. (8:11-13) Señal del Cielo
Jesús no vino a ha-
cer demostraciones
espectaculares de su
deidad, sino a cum-
plir las promesas de
Dios en el AT.
Es decir, vino a dar su vida por los peca-
dos del mundo, incluyendo también los
pecados de sus enemigos. Pero triste-
mente, ellos se rehusaron a creerlo y se
negaron a aceptarlo.
18. (8:11-13) Señal del Cielo
Israel pedía una
«señal». Pero sin
embargo no se le
daría otra señal
que la que se le
dio a Nínive: «la
señal de Jonás».
La señal a Nínive fue la advertencia del
juicio inminente de Dios y su llamada al
arrepentimiento por Jonás; hoy, la llama
da al arrepentimiento sigue vigente.