Este documento contiene extractos de varios sermones del presbítero cubano Félix Varela donde defiende la soberanía popular y los derechos individuales frente al poder absoluto de los gobernantes. Varela argumenta que el pueblo tiene derecho a determinar el límite del poder del Estado sobre sus vidas y propiedades privadas. También critica el uso de "máscaras políticas" por parte de algunos para engañar al pueblo y defiende que los ciudadanos deben ser útiles a la patria pero no sacrificarse ciegamente
Estudio de opinión a nivel nacional (16.04.24) Publicación.pdf
La prédica de Félix Varela sobre la soberanía popular y los derechos individuales
1. LA PRÉDICA DEL
PRESBÍTERO FÉLIX
VARELA, EL
PRIMERO QUE NOS
ENSEÑÓ A
PENSAR…
“Si atendemos al origen del poder que ejercen los monarcas sobre los pueblos, o del que
tiene cualquier especie de corporación, advertimos que, o la fuerza les hizo dueños de lo
que la justicia no les había concedido, o su autoridad no proviene sino de la renuncia
voluntaria que han hecho los individuos de una parte de su libertad, a favor suyo y de sus
conciudadanos (...) renunció, sí, cada individuo a una parte de su libertad, pues muchas
acciones que antes hubiera ejercido sin temor al castigo, posteriormente le son prohibidas
y sufre por ellas una pena. Esta pérdida de libertad le es favorable, proporcionándole
todos los bienes sociales y evitando otros males a que estaría expuesto por el desenfreno
de algunos de sus semejantes (...) ¿Cuál es, pues, el límite que debe ponerse a la
soberanía popular? (...) que las propiedades individuales, la libertad personal, los
intereses domésticos, cuando no perturben el orden de la sociedad, no están bajo el imperio
de la nación...”
“Se han hecho, y acaso continúan haciéndose innumerables prisiones (...) pero la
experiencia me autoriza para decir que se han equivocado en los medios, y que ahora es
cuando existe la verdadera conspiración, que es el disgusto de innumerables familias”
“El pueblo más sensato, el que más medita sobre sus intereses, tiene momentos
desgraciados en que todo se olvida y parece que la sociedad retrograda al estado de
barbarie. Ejemplos funestísimos nos han dado de esta verdad las naciones más cultas,
y no debemos presumirque poseemos más cordura que todas ellas. Los movimientos
de un pueblo ilustrado y pacífico son siempre una consecuencia de largos sufrimientos,
o de repetidas tentativas para exasperarlos, y siempre van acompañados de la
desesperación, que es la fuente de todos los desastres”
2. “...el hombre tiene derechos imprescriptibles de que no puede privarle la nación, sin ser
tan inicua como el tirano más horrible. Mas, ¿cuál es esta libertad? (...) Montesquieu la
había definido: el derecho de hacer todo lo que las leyes permiten (...) en esta definición se
expresa lo que no puede hacer el ciudadano, pero no lo que no pueden mandar las leyes;
y si estas, por el influjo de los gobernantes, llegan a multiplicarse y atacar los derechos de
los ciudadanos, queda destruida la libertad nacional e individual de un modo el más
sensible, pues se obliga al pueblo, como soberano, a que ejerza su tiranía sobre él mismo,
como un esclavo sin recursos para evitar este mal, pues sus representantes se garantizan
con la misma soberanía, y el pueblo no se atreve a contrariar unas leyes que él
mismo ha autorizado”
“Es preciso no perder de vista que una cosa es soberanía y otra gobierno; aquella resulta
de la voluntad general que forma el primer poder inseparable de la nación; mas el
gobierno es un mero ejecutor de la voluntad general, y solo consiste en una o
muchas personas que merecen la confianza pública y están autorizadas para juzgar
según las leyes y dictar otras nuevas cuando la necesidad lo exija, pero siempre
conformándose a la justicia(...) Una sociedad en que los derechos individuales son
respetados, es una sociedad de hombres libres, y esta, ¿de quién podrá ser esclava,
teniendo en sí una fuerza moral irresistible, por la unidad de opinión, y una fuerza física, no
menos formidable, por el denuedo que cada uno de sus miembros le presta a la defensa
de la patria (...) La independencia y la libertad nacional son hijas de la libertad
individual...”
“Lo que más debe desearse en la isla de Cuba, sea cual fuere su situación, es que
los hombres de provecho, los verdaderos patriotas se persuadan que ahora más que
nunca están en la estrecha obligación de ser útiles a la Patria (...) Hasta ahora el pecado
político casi universal en la Isla ha sido el de la indiferencia; todos han creído que con
pensar en sus intereses y familias han hecho cuanto deben, sin acordarse de que estos
mismos objetos de su aprecio siguen la suerte de la Patria...”
“Es tan frecuente entre los hombres encubrir cada una de sus verdaderas intenciones y
carácter, que la persuasión general de que esto sucede parece que debía ser un
preservativo para evitar muchos engaños en el trato humano; pero desgraciadamente hay
ciertos medios que sin embargo de ser bien conocidos producen siempre efecto, cuando
se saben emplear(...) Yo llamo a estos medios‘máscaras políticas’, porque efectivamente
3. encubren al hombre en la sociedad, y le presentan con un semblante político muy distinto
al que realmente tendría si se manifestase abiertamente (...) Siempre abundan estos
enmascarados, porque siempre hay hombres infames, para quienes las voces patria y
virtud nada significan, pero en los cambios políticos es cuando más se presentan, porque
entonces hay másproporción para sus especulaciones. Nada hay más fácil que conocerlos
si se tiene alguna práctica en observar a los hombres. Esta es la que yo recomiendo a
la juventud para quien principalmente escribo”
“...sería imposible demostrar que un pueblo está obligado a sacrificarse por ser fiel a su
‘legítimo señor’, cuando este le abandona o no puede favorecerle, y cuando ni él ni su
amo (si es que los pueblos tienen amo) sacan ninguna ventaja de semejante sacrificio,
sino el placer de que diga un rey: se sacrificó todo un pueblo para que yo fuese su amo;
ya no existe para mí, pero tampoco existe para otros ni para sí mismo. De sus
moradores, unos perecieron en la guerra, otros han buscado su seguridad en la fuga, y
el resto llora sobre los sepulcros de los que amaba, suspira por los que se le han alejado,
contempla las ruinas de toda su fortuna, pero al final está cubierto de la gloria de la
fidelidad...”