LOS SIGUIENTES ARTÍCULOS CONFORMAN UN RESUMEN BÁSICO DEL CONTENIDO DE LA METODOLOGÍA FLEDO, CREADA PARA PROMOVER LA APLICACIÓN DE LA LÚDICA AL DESARROLLO HUMANO, A TRAVÉS DE ACCIONES EDUCATIVAS PARA LA OBTENCIÓN DEL PLACER MEDIANTE EL EJERCICIO DE LA LIBERTAD.
24) Tratamientos ludoterapéuticos a trastornos de conducta (I)
1. TRATAMIENTOS LUDOTERAPÉUTICOS A TRASTORNOS DE CONDUCTA (I)
Pedro Fulleda Bandera
El problema del adecuado funcionamiento de instituciones socioculturales encargadas de la
educación no formal se incrementa con la necesidad de que las personas se vinculen a ellas
de forma autónomamente condicionada –esto es, en su tiempo libre-. Este problema es aún
mayor cuando el destino final son niños, niñas y adolescentes. Entonces será inevitable
incorporar a los recursos de dichas instituciones los métodos de la Lúdica. Veamos a
continuación su alcance en tratamientos ludoterapéuticos a trastornos de conducta:
a) Trastornos en el comportamiento de niños y niñas.
Una buena parte de los tratamientos ludoterapéuticos se dirigen al abordaje de trastornos
en el comportamiento de niños y niñas, así como de adolescentes, que en general se apartan
de los patrones comunes y adecuados para sus respectivas edades. Los padres, en primer
término, y los educadores después, someten a los pequeños a un continuo proceso de
observación y comparación, llegando a conclusiones sobre su comportamiento respecto a
las normas aceptadas, en cuanto a:
Motricidad, estabilidad, coordinación, agilidad.
Expresividad y comunicación oral.
Afectividad, empatía y capacidad de cooperación.
Racionalidad y capacidad heurística para la solución de problemas.
Fantasía, imaginación, creatividad y pensamiento lateral.
Sentido de identidad y autoestima.
Capacidad de recuperación, resiliencia, voluntad y disposición autocrítica.
Comprensión y aceptación de las diferencias.
Asertividad, control emocional y tratamiento de conflictos.
Tendencia general predominante, hacia lo positivo o lo negativo.
Hay que destacar que los trastornos probables en esta esfera del comportamiento, son,
sobre todo, adquiridos durante la infancia o la adolescencia, debiéndose a causas externas,
las mismas que es preciso abordar en las acciones de prevención y/o recuperación. Otras
deformaciones en el comportamiento por causas físicas –genéticas o debidas a traumas-,
como es el caso del autismo, o déficits en la actividad mental, requieren tratamiento médico
especializado –psiquiátrico-, y la Ludoterapia sólo puede intervenir en ellas del limitado modo
que con otros tipos de necesidades especiales.
2. b) Trastornos en el aprendizaje, en las etapas primaria y básica.
Sin dudas la mayor preocupación de los padres en cuanto al funcionamiento intelectual de
sus hijos es su capacidad de aprendizaje, pues de ello dependerá en gran medida el
desarrollo de sus aptitudes y conocimientos, y en consecuencia su preparación para el
competitivo mundo adulto que les espera. Una de las preguntas que con mayor frecuencia
se hacen tanto progenitores como educadores es: “¿por qué no aprende un niño/a?”. Las
respuestas pueden ser diversas, pues las causas son multifacéticas; pero en general estarán
siempre presentes factores como los siguientes:
Falta de motivación respecto a una asignatura, o al proceso docente en general.
Incapacidad de concentración, y tendencia a la dispersión del pensamiento.
Falta de racionalidad y capacidad heurística, para el planteamiento y resolución de
problemas.
Dificultades para la lecto-escritura o el cálculo aritmético.
Retraso escolar notablemente invalidante.
Empleo de métodos didácticos que dificultan la comunicación profesor-alumno.
Ausencia de métodos inclusivos y participativos del alumno en el proceso docente.
Situación entrópica en las relaciones del alumno con su entorno escolar.
Carga docente agobiante y agotadora, en la jornada escolar y aun extraescolar.
Influencia de factores externos (personales, familiares, sociales) desestimulantes.
Otros trastornos del aprendizaje provocados por causas físicas –genéticas o debidas a
traumas-, como es el caso de déficits en la actividad mental, o afectaciones en la vista, el
oído, o el habla, requieren tratamiento médico especializado –psiquiátrico, foniátrico,
oftalmológico, otorrinolaringológico…- y la Ludoterapia sólo puede intervenir en ellos del
limitado modo que con otros tipos de necesidades especiales.
c) Trastornos en la conducta familiar, en la juventud y la adultez.
Todos los enfoques sociológicos coinciden en situar a la familia como fundamento y base de
la sociedad, por lo que la estabilidad de esta dependerá, en gran medida, de la armonía
alcanzada en el funcionamiento familiar. De tal modo, la investigación previa al tratamiento
ludoterapéutico tendrá que evaluar los siguientes indicadores de trastornos de la conducta
familiar, y su influencia en la juventud y la adultez:
Existencia de relaciones de subordinación basadas en la economía o la violencia
domésticas.
Manifestaciones de discriminación de género (machismo, hembrismo, etc.).
3. Incomunicación intergeneracional e irrespeto entre los miembros de la familia.
Efectos nocivos del alcoholismo, la drogadicción, juegos de azar, u otras acciones.
Promiscuidad y/o práctica de abuso sexual hacia miembros menores de la familia.
Exigencias de trabajo infantil con el principal interés de la explotación económica.
Ausencia de diálogo y de inclusión participativa en la toma de decisiones.
Práctica de acciones delictivas por uno o más miembros de la familia.
Conflictos de convivencia intrafamiliar e interfamiliar.
Influencia de factores sociales (desempleo, hacinamiento, pobreza extrema, etc.).
Una familia disfuncional no podrá generar sino jóvenes y adultos disfuncionales, cuyas
actitudes y comportamientos sociales trasladarán al seno de la comunidad los conflictos y
traumas que adquirieron y desarrollaron desde la más temprana infancia.
d) Trastornos en la conducta social, en la juventud y la adultez.
Todo individuo civilizado gusta de vivir en colectividad. Es en la sociedad donde se realiza
como ser humano a partir de la formación recibida, en primera instancia, en su familia, por
lo que sus esfuerzos de perfeccionamiento van justamente dirigidos a alcanzar un lugar en
el recuento histórico de sus semejantes. Lamentablemente no todos lo consiguen de manera
positiva, y son muchos quienes siguen caminos de confrontación con la sociedad,
desarrollando conductas de ilegalidad e indisciplina social, por lo que en ellos será posible
encontrar los orígenes de semejantes conductas en factores como los siguientes:
Condiciones de marginalidad económica y social, y falta de oportunidades.
Condiciones de disfuncionalidad familiar.
Escaso nivel cultural y/o profesional.
Poca o ninguna participación en proyectos y acciones de gestión comunitaria.
Poca o ninguna participación en actividades recreativas de tiempo libre.
Poca o ninguna participación en planes socioculturales y de educación de adultos.
Poca o ninguna participación en sociedades profesionales, o hermandades.
Poca o ninguna participación en instituciones religiosas y grupos de fe.
Concepciones políticas o ideológicas de corte reaccionario y antisocial.
Tolerancia, vinculación y/o participación directa en actividades penadas por la Ley.
Si consideramos que la verdadera causa de la indisciplina social está en la insatisfacción
social, es evidente que tales desviaciones de conducta es preciso atenderlas sobre todo en
sus causas y no en sus consecuencias, como acostumbra hacer la sociedad actual con sus
métodos policiales represivos y carcelarios.