El documento discute los problemas actuales de la pedagogía y la gestión escolar, incluyendo (1) escuelas que ahora atienden a
poblaciones estudiantiles más diversas con las que los docentes no están preparados para trabajar, (2) una distancia entre las
creencias de los docentes y las nuevas configuraciones de estudiantes y familias, y (3) una falta de liderazgo pedagógico en las
escuelas con los directores centrados en tareas administrativas en lugar de mejorar la enseñanza.
Introducción:Los objetivos de Desarrollo Sostenible
Problemas actuales de la pedagogia
1. Navarro Luis ¿Qué políticas de pedagogía y gestión escolar son necesarias?, en: Néstor López, Coord. (2009) De las relaciones,
actores y territorios. Hacia nuevas políticas para la educación en América Latina. UNESCO, Buenos Aires, Argentina, pp. 43-44
Los problemas actuales de la pedagogía y la gestión escolar: desajuste institucional, perplejidad y crisis de saber.
Una síntesis rápida de los principales aspectos problemáticos de la pedagogía y la gestión hallados en esos escenarios sugiere lo
siguiente:
a) En las escuelas ahora hay niños, jóvenes y sus familias que antes no llegaban. Se trata de poblaciones escolares cuyas
características son muy distintas de las de otras generaciones. En lo sustantivo, se trata de niños y jóvenes con mayor escepticismo
frente a la autoridad adulta y la experiencia escolar, con modos de aprender y relacionarse que exigen un enfoque distinto del docente
y la escuela. Las escuelas (docentes y directivos) no se hallan preparadas para trabajar con estas nuevas configuraciones y
reaccionan:
Negando estas nuevas realidades, manteniendo definiciones y prácticas, y responsabilizando a otros.
Devaluando su oferta educativa y redefiniendo su comprensión del significado de la escuela y de su responsabilidad en la
calidad de los aprendizajes.
Ajustando sus discursos, pero preservando sus creencias y prácticas sobre los estudiantes y sus familias.
O, en pocos casos, asumiendo el desafío de abandonar sus creencias y ajustar sus prácticas para dar cuenta del reto
educativo.
b) Estas nuevas configuraciones no siempre garantizan las condiciones de educabilidad supuestas por la escuela. Por lo mismo, es
apreciable la distancia o la tensión entre las creencias y prácticas docentes y la nueva configuración de los estudiantes, sus familias y
entorno. Hay un conflicto latente entre teorías explícitas e implícitas de los docentes y de las familias.
c) En la escuela, la conducción escolar tiende a centrarse en la dimensión administrativa y hay un gran déficit de liderazgo
pedagógico: aun cuando sus discursos siempre relevan que la escuela es un lugar para generar aprendizajes, quienes dirigen las
escuelas realizan pocas tareas y actividades propiamente pedagógicas, delegándolas a otros directivos. Estos directivos o encargados
técnicos, cuando existen, se ven absorbidos por tareas de administración pedagógica, cuyo foco no es la conducción de procesos
antes planificados o el mejoramiento de las capacidades para enseñar, sino el control y el registro de la implementación curricular y la
actividad docente, generalmente porque esa información es requerida por los niveles superiores de administración. De este modo, la
dimensión pedagógica de la dirección escolar se ve desdibujada tanto si es mirada por los docentes, como si quien observa es un
actor externo.
d) Aun cuando se aprecian esfuerzos por implementar una pedagogía constructivista en estos escenarios, todavía predomina la baja
capacidad de los docentes para generar en el aula ambientes activos, amables, regulados y flexibles; construir sentidos; des-plegar
recursos y presentar situaciones de aprendizaje desafiantes y adecuadas a los estudiantes con quienes trabajan y analizar
críticamente la propia labor a partir de los resultados conseguidos; en definitiva, la pedagogía de estas escuelas tiende a ser una
pedagogía empobrecida o de baja densidad profesional. Todo ello fragiliza la estructura de oportunidades de aprendizaje y devalúa los
activos con los que el propio docente y sus estudiantes tienen.
e) Los gobiernos locales y la comunidad próxima no cuentan con las oportunidades, recursos, capacidades y estrategias de gestión
para reflexionar y formular propuestas de acción pedagógica y mejoramiento educativo para el nuevo escenario.
f) La debilidad de la conducción pedagógica es reforzada por la fragmentación y la precarización profesional, relacionada tanto con las
malas condiciones de trabajo, con la tendencia al trabajo no cooperativo entre docentes y con el deterioro de la valoración social de la
pedagogía como profesión, todo lo cual se traduce en su menor capacidad para hacerse cargo de la complejización de la tarea de
enseñar en los nuevos escenarios. Concomitantemente, se advierte un debilitamiento de la autoridad del profesor frente a los
estudiantes y otros actores sociales.
g) Los docentes se muestran ineficaces para dar cuenta simultánea de las demandas nacionales y las de las familias y la comunidad
escolar. Parte de las actuales tensiones de la pedagogía y la gestión escolar surge precisamente de las políticas, cuyo objetivo es
precisamente apoyar y responsabilizar a la escuela en sus procesos de mejora: ¿a quién responder?, se preguntan los docentes y
directivos escolares, poniendo de manifiesto el desajuste y/o tensión entre demandas y respuestas educativas nacionales y
requerimientos locales en relación con la escuela.