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Internado Nacional 
Barros Arana 
Departamento de Filosofía 
Guía de Estudio n° 5 
El individuo como sujeto de procesos psicosociales 
______________________________________________________________________________________________ 
APRENDIZAJES ESPERADOS 
1. Aprecian las características que imprime al sujeto el grupo social de origen. 
2. Reconocen la dimensión moral como constitutiva del ser humano y reconocen distintas teorías que explican la 
formación de la conducta moral. 
3. Identifican prejuicios y los aspectos cognitivos (estereotipos), afectivos (emociones negativas o positivas) y 
conductuales (discriminación) observados en diversos escenarios intergrupales. 
4. Aprecian la necesidad de vivir con otros, y valoran la convivencia social. 
5. Entienden que las personas aprenden el lenguaje y los códigos culturales necesarios para su integración social a 
través del proceso de socialización. 
6. Comprenden el sentido del proceso de desarrollo como un proceso de autonomización y desarrollo de la propia 
identidad. 
7. Entienden la identidad personal como el resultado de una biografía que les da unicidad, a la vez que como un 
proceso social que los hace ser partes de diferentes categorías sociales. 
8. Entienden la autonomía personal como un comportamiento adscrito a valores y normas morales. 
9. Comprenden la importancia de distinguir entre identidad personal y social. 
10. Comprenden la relación que se establece entre la tendencia a percibir al propio grupo más favorablemente que al 
exogrupo y el origen de las actitudes prejuiciosas y de comportamientos más extremos, como la agresión 
intergrupal. 
11. Conocen la distinción entre prejuicios manifiestos (aquellos que se expresan abiertamente) y encubiertos (aquellos 
que no necesariamente tenemos conciencia que los tenemos). 
12. Cuestionan relaciones de discriminación y las entienden como una forma de negación de la dignidad de personas 
como seres humanos. 
13. Reconocen y evalúan críticamente relaciones de influencia del grupo en las opiniones, juicios y comportamientos 
de los individuos. 
14. Valoran la resolución de conflictos a través de la construcción comunicativa de acuerdos y sentidos compartidos. 
15. Valoran la propia identidad. 
______________________________________________________________________________________________ 
¿Qué es la Socialización? 
Es un proceso de influjo entre una persona y sus semejantes, un proceso 
que resulta de aceptar las pautas de comportamiento social y de adaptarse a 
ellas. Es un proceso de inducción amplia y coherente de un individuo en la 
sociedad. Hace referencia a que la socialización, desde el punto de vista del 
individuo, supone la internalización o interiorización de los contenidos 
culturales de la sociedad en que se nace y vive. 
Este proceso dura toda la vida, sin embargo, se puede reconocer una 
primera fase denominada: 
a) Socialización Primaria: 
Es la primera etapa por la que el individuo atraviesa en la niñez, por lo general en el seno de la familia y que tiene una 
importancia fundamental en la vida. En esta etapa el individuo se convierte en miembro de la sociedad y adquiere los 
patrones culturales característicos del grupo al cual pertenece. 
Se caracteriza por una fuerte carga afectiva. El individuo llega a ser lo que los otros lo consideran (son los adultos los qu e 
disponen las reglas del juego, porque el niño no interviene en la elección de sus otros significantes, se identifica con ellos 
casi automáticamente). 
Posteriormente se reconoce una segunda fase: 
b) Socialización Secundaria: 
Es cualquier proceso posterior que induce al indivi duo ya socializado a nuevos sectores del mundo objetivo de su 
sociedad. Es la internalización de submundos (realidades parciales que contrastan con el mundo de base adquirido en la 
socialización primaria) institucionales o basados sobre instituciones. El i ndividuo descubre que el mundo de sus padres no 
es el único.
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Y ¿qué es el proceso de socialización? 
Es la manera con que los miembros de una colectividad aprenden los modelos culturales de su sociedad, los asimilan y los 
convierten en sus propias reglas personales de vida. 
Según Durkheim: 
- Los hechos sociales son exteriores al individuo. 
- Hecho Social : modo de actuar, pensar y sentir, exteriores al individuo y que poseen un poder de coerción en virtud 
del cual se lo imponen. 
- La finalidad de la sociedad es crear miembros a su imagen. 
- El individuo es un producto de la sociedad. 
Según Weber: 
- El punto de partida de los hechos sociales son las acciones de los individuos. 
- Acción Social : toda acción orientada en un sentido, el cual está referido a las acciones de los otros. 
- Relaciones sociales: acciones sociales recíprocas. 
- La sociedad son los sujetos actuantes en interacción. 
Según Berger y Luckman: 
- Las realidades sociales varían a través del tiempo y el espacio. 
- Realidad: todo fenómeno que es independiente de la voluntad del individuo. 
- Internalización de aspectos significativos de la realidad objetiva que los rodea. 
Entonces, ¿cómo se relaciona el Ser humano y la Cultura? 
Una diferencia sustantiva entre el ser humano y los demás animales es que su apr oximación a la realidad está mediada 
por la cultura y la sociedad de la que forma parte. Más aún, su propia constitución como sujeto se realiza en la relación con 
el grupo del cual depende. Aprende códigos de lenguaje y comportamiento que el animal no. El ser humano es incapaz de 
sobrevivir al margen de un grupo social. 
El aprendizaje se desarrolla principalmente en la primera etapa de la vida y deja una impronta que perdura a través de 
modos de ser en gran medida inconscientes, que son difícilmente modificables. 
Desde la antigüedad se han hecho esfuerzos por caracterizar lo distintivo y permanente de las personas. Se reconoce el 
desarrollo de la identidad personal, que en la adolescencia representa un interés particular, dado que justamente es uno de 
los desafíos característicos de la edad. 
Por otro lado, en lo que respecta a esta relación entre el ser humano y la cultura, existen distintas formas de 
pensamiento que intentan darle una forma a las relaciones humanas dentro de la sociedad. Psic oanálisis, Conductismo y 
Humanismo: distintas corrientes filosóficas que presentan distintos enfoques respecto a cómo se ha desarrollado el ser 
humano inmerso en un grupo integrado por pares: 
¿Qué es el Psicoanálisis? 
La teoría de Freud fue una de las más revolucionarias en el campo de la psicología y la psiquiatría y se mantiene, 
hasta el día de hoy, como una de las teorías más fuertes y controversiales sobre el desarrollo del individuo. A continuación, 
examinaremos, en siete secciones, el origen histórico del psicoanálisis; sus antecedentes teóricos; la finalidad, metodología 
y técnica del psicoanálisis; los conceptos centrales que fundamentan el psicoanálisis como una teoría psico -sexual; la 
estructura psíquica del individuo; los mecanismos de defensa; y, finalmente, las etapas que distinguió Freud en el desarrollo 
psico-sexual del ser humano. Luego de ello, veremos distintas teorías que han tomado las bases del psicoanálisis y se han 
desarrollado por otros caminos. 
1- Origen y antecedentes históricos del psicoanálisis 
El psicoanálisis surge durante la primera mitad del siglo XX y fue desarrollado por el psiquiatra Sigmund Freud. Freud, 
intentado explicar el origen de ciertos traumas (histeria y neurosis, principalmente) de algunas mujeres que asis tían a su 
consulta, elaboró un método de análisis psicológico orientado a encontrar la razón de tales traumas y solucionarlos. Ni la 
psicología ni la psiquiatría podían, hasta ese entonces, explicar tales traumas que, en virtud del desarrollo de la teoría 
psicoanalítica, Freud identificó posteriormente como deseos reprimidos o represiones sexuales. De ahí que la teoría 
psicoanalítica sea una teoría psico-sexual, puesto que la explicación de la conducta descansa, en último término, en deseos, 
frustraciones y represiones sexuales. Es así como los estudios de los casos clínicos estudiados por Freud lo condujeron al 
descubrimiento de una región psíquica que no había sido explorada: el inconsciente. Probablemente sea éste precisamente 
el concepto fundante de toda la teoría psicoanalítica y, de hecho, Freud, pensaba que el inconsciente condicionaba y 
determinaba gran parte de nuestra conducta (consciente). 
El psicoanálisis emerge como una explicación de la conducta humana de manera alternativa al conductis mo, corriente 
cuya influencia se empezaba ya a masificar y consolidar dentro de la psicología europea. En este sentido, el valor de la
teoría freudiana es doble: por una parte, le dio a la sexualidad un lugar preponderante dentro de la explicación conductu al 
del hombre, aspecto que la psicología científica tradicional no había considerado dentro de sus investigaciones y, por otra 
parte, logró proponer una teoría alternativa al conductismo, adoptando metodológicamente la introspección como una vía 
válida para la explicación del comportamiento. De ahí en adelante, el psicoanálisis comenzó a masificarse rápidamente, 
colocando la sexualidad como un problema pertinente para el estudio psicológico. 
Actualmente el psicoanálisis ha sufrido diversas modificaciones y el radicalismo que atribuyó Freud a la sexualidad ha 
sido progresivamente matizado. La técnica de la hipnosis, en la que Freud creyó ver el mecanismo para el descubrimiento 
de los traumas de infancia, por ejemplo, es ya más bien una cuestión anecdóti ca y obsoleta, pese a lo cual el psicoanálisis 
sigue siendo una de las teorías más revolucionarias e importantes dentro de las escuelas psicológicas contemporáneas. 
3 
2- Fundamentos filosóficos y antecedentes teóricos del psicoanálisis 
Si bien no resulta tan evidente que Freud haya recibido una influencia directa y manifiesta de alguna doctrina anterior, 
es posible distinguir dos concepciones precedentes que si no inspiraron el psicoanálisis, al menos, muestran una correlación 
y similitud excepcional con respecto a las ideas expuestas por Freud. Tales concepciones son generalmente denominadas, 
en la historia de la filosofía, como la corriente voluntarista, representada por Schopenhauer y Nietzsche. A continuación 
enunciaremos y describiremos brevemente algunas de las afirmaciones sostenidas por ambos filósofos, las que permitirán 
entender el contexto en el que surge el psicoanálisis: 
a) La noción de voluntad en el pensamiento de Schopenhauer 
El filósofo alemán Arthur Schopenhauer (1788 - 1860) desarrolló, a partir de la filosofía de Kant, una peculiar definición 
del concepto de voluntad. Para Aristóteles, la voluntad, al igual que la libertad, estaba asociada a la deliberación racional del 
hombre. Para Schopenhauer, en cambio, la voluntad no es una facultad racional del hombre: la voluntad es, para él, una 
fuerza propia de la naturaleza. Esto significaba propiamente que la voluntad no dependía del sujeto: no es el sujeto el que 
decide voluntariamente, sino que es la fuerza de la naturaleza, bajo la forma de una voluntad no-subjetiva, la que 
determina al individuo y también sus acciones. En este sentido, la voluntad es un impulso vital que se manifiesta en el 
individuo el que, por consiguiente, está determinado a someterse a esta fuerza. Todos los organismos son el resultado de 
esta fuerza, de este impulso universal indivisible que nos impele a la acción. Todas las entidades vivas participan de una 
voluntad única y universal, que rige el comportamiento de lo vivo. La voluntad, por lo tanto, se expresa de maneras 
distintas en cada ser vivo y gobierna así el devenir de la naturaleza. Así, en definitiva, Schopenhauer niega el concepto de 
voluntad psicológica y afirma la voluntad bajo una forma universalista no-subjetiva que forma parte de la naturaleza. 
El concepto de voluntad en Schopenhauer es una noción que precede la noción de instinto en Freud, el impulso natural 
de carácter primordialmente sexual que está detrás del comportamiento humano. La naturaleza psíquica del individuo está 
determinada por este impulso (la voluntad à la Schopenhauer) que explica nuestras acciones conscientes, nuestro yo. La 
fuerza impulsiva, natural e instintiva no es racional, sino puramente irracional e inconsciente; es el ello -como dirá 
posteriormente Freud- que resulta sólo controlable por medio de nuestra moralidad que no es innata, sino aprendida por la 
cultura: el super - yo. 
En síntesis, nuestro consciente se explica a partir de nuestro inconsciente: la motivación central de nuestras acciones es 
un impulso natural e irracional, y no nuestra racionalidad y son nuestras pulsiones sexuales, satisfechas o insatisfechas, 
logradas o reprimidas las que justifican todo nuestro comportamiento consciente en el mundo. 
b) La importancia del instinto sexual y la corporalidad según Nietzsche 
Otro precedente teórico del psicoanálisis -tan importante como el voluntarismo de Schopenhauer - es el pensamiento 
del filósofo alemán, Friederich Nietzche (1844 - 1900). La filosofía de Nietzsche es, generalmente, caracterizada o definida 
como nihilismo. Para Nietzsche, los fundamentos de la moral occidental han estado sustentados sobre equívocas categorías 
éticas arraigadas en la religión cristiana. De acuerdo a Nietzsche, la religión ha despreciado el cuerpo, la sexualidad y los 
instintos naturales; en una palabra, la vitalidad propia del hombre, cuestión que ha provocado, a su juicio, la decadencia de 
la humanidad. Nietzsche intenta en sus obras, en consecuencia, demostrar que los valores y la moralidad que han sido 
defendidos por el cristianismo y la filosofía deben ser rechazados y sustituidos por otros valores que representen ideales 
verdaderos. El hombre debe buscar sus valores no en función de Dios y sus designios, sino en función de sí mismo. En este 
sentido, sostiene Nietzsche, los valores deben ser formulados de acuerdo a nuestras tendencias e inclinaciones naturales, 
dentro de las cuales está una de las más importantes: nuestro deseo e impulso sexual. 
La filosofía de Nietzsche –puede decirse- es una filosofía del cuerpo. De acuerdo a Nietzsche, el cuerpo manifiesta 
ciertas exigencias fisiológicas que tienen como fin su satisfacción. Tales deseos, impulsos o instintos, pueden ser el placer , la 
pasión, la destrucción o incluso, la muerte. La moralidad debe ajustarse a estas exigencias y no negarlas como indeseables, 
despreciables, sucias, oscuras, banales o inútiles: la moral debe estar fundada en la naturaleza del cuerpo. Un valor moral es 
aquél que fortalece el cuerpo y la vida. Imponer valores morales de carác ter ideal y abstracto –lo que, para él, ha realizado 
precisamente la religión- es no respetar la naturaleza del hombre, su animalidad. Para Nietzsche incluso la racionalidad es 
una exigencia fisiológica y, por lo tanto, aquélla se explica a partir de la na turaleza instintiva del hombre. 
En definitiva, la filosofía de Nietzsche, que pone el acento en el cuerpo y la sexualidad, inspira -directa o 
indirectamente- la teoría psicoanalítica de Freud, dado que, para éste, nuestra conducta conciente está bas ada en nuestros
instintos que resultan externamente reprimidos por nuestra moralidad, tal y como Nietzsche afirma. Son los deseos e 
impulsos los que explican nuestro comportamiento y nuestras relaciones con los demás. El impulso sexual, la fuerza natural 
del cuerpo y las exigencias fisiológicas -cuya importancia Nietzsche subrayó- están, de este modo, detrás de la teoría 
psicoanalítica de Freud. 
4 
3- Finalidad, metodología y técnica del psicoanálisis 
El psicoanálisis freudiano es una teoría psicol ógica sui generis, pues tanto la metodología que adopta, como la técnica 
que desarrolla y los problemas que busca explicar, son completamente inauditos dentro del campo del estudio de la mente 
y el comportamiento. Por esta razón, es preciso definir estos tres elementos que constituyen, desde el punto de vista 
metodológico, la base del carácter presuntivamente científico de la teoría psicoanalítica. Veremos asimismo que muchos de 
los conceptos centrales del psicoanálisis son adoptados por Freud desde la tradición mitológica griega, y adaptados a su 
teoría. 
a) Finalidad del psicoanálisis: descubrimiento y explicación de los traumas 
La finalidad última del psicoanálisis era el descubrimiento de los traumas que afectan a los individuos en la vida diaria . 
La palabra ‘trauma’ proviene del griego y significa ‘herida’. Una psicopatología (enfermedad o padecimiento psicológico) era 
para Freud una consecuencia de una herida o trauma sufrido, por ejemplo, en la infancia de los individuos. Los traumas son 
entonces huellas o vestigios (alojados en el inconsciente) de la historia del sujeto que han producido, con el correr del 
tiempo, una patología que altera el normal funcionamiento del hombre a nivel de su estructura psíquica y de su 
comportamiento cotidiano. La hipótesis de Freud era que, por medio de la revelación y explicitación del trauma, era posible 
reconstruir causalmente el origen del padecimiento que una persona manifiesta posteriormente en la adultez. Estos 
traumas podían ser violaciones, abusos, insatisfacciones sexuales, deseos sexuales reprimidos o etapas de la sexualidad no 
plenamente desarrolladas. Sólo a partir del descubrimiento del trauma y su correcta interpretación, era posible identificar y 
diagnosticar la patología e iniciar un tratamiento con el fin de superarlo. Por el contrario, si una persona padece un trauma 
que no es diagnosticado ni tratado, vivirá psicológicamente traumatizado (herido), no pudiendo desenvolverse de manera 
normal en la vida cotidiana. 
b) Metodología del psicoanálisis: introspección 
La palabra ‘introspección’ proviene del latín ‘introspectio’ que puede traducirse literalmente como ‘inspección interna’. 
El sujeto (paciente) inspecciona y observa sus propios contenidos y estados psíquicos; sus recuerdos, fantasías, sueños, etc. 
y es el terapeuta (psicoanalista) quien debe interpretar tales contenidos. El paciente debe verbalizar o expresar aquellos 
contenidos que forman parte de la estructura psíquica para que el psicoanalista los interprete de acuerdo a su teoría. El 
paciente debe expresar los contenidos que subyacen a la conciencia y, por ello, debe poder manifestar tales deseos, 
recuerdos o fantasías, que el psicoanalista interpretará como represiones, deseos frustrados o impulsos no concretados por 
el sujeto en realidad. Pero para acceder a esta región de la estructura psíquica (el inconsciente) el terapeuta debe someter 
al paciente a un estado de inconciencia, con el propósito de “abrir” esa región y que pueda el paciente revelar lo que hay 
allí dentro. El descubrimiento del inconsciente del sujeto depende, en consecuencia, de hipnotizar al paciente y, con ese fin, 
Freud desarrolló la técnica de la hipnosis como mecanismo para el descubrimiento del inconsciente del sujeto por medio de 
un acto introspectivo inducido. 
c) Técnica: hipnosis 
La palabra ‘hipnosis’ proviene del griego ‘hipnos’ que significa ‘dormir’. Para develar los contenidos de la estructura 
psíquica inconsciente, Freud pensó que era necesario inducir al paciente a un estado de sueño, pues sól o en ese caso, él 
revelaría lo que el sujeto no puede verbalizar conscientemente. De este modo, el terapeuta psicoanalista induce al paciente 
a un estado hipnótico, adormeciéndolo, “sacándolo” de la vigilia y de manera deliberada guía -como explorando en los 
caminos de un frondoso bosque- al paciente a encontrarse con sus propios contenidos inconscientes. Una vez que el 
paciente expresa tales contenidos, el terapeuta los ordena e interpreta, dándole una coherencia que se ajuste a su sistema 
teórico y puede, con ello, diagnosticar la patología (enfermedad) que padece el individuo. Por ello, según Freud, todo 
diagnóstico psicopatológico depende del empleo de la técnica de la hipnosis que se desarrollaba mediante el instrumento 
del péndulo oscilante, que lograba transportar al paciente al estado hipnótico. 
5- El psicoanálisis como teoría psico-sexual 
Como se ha señalado, los fundamentos de la teoría psicoanalítica son de naturaleza fundamentalmente sexual; esto 
significa que la explicación de nuestra conducta racional y consciente es una manifestación de nuestras vivencias, las que 
siempre están relacionadas con nuestros deseos, impulsos e instintos sexuales y que van marcando nuestro desarrollo a lo 
largo de la vida. 
A continuación analizaremos cuáles son los elementos centrales del psicoanálisis en función de la importancia que 
atribuyó Freud a la sexualidad y de qué manera el desarrollo de sus etapas influye o determina en la conducta del hombre. 
En esta sección, abordaremos la importancia de cuatro elementos de la teoría psico-sexual de Freud: la importancia del
instinto; el papel que juega el impulso sexual en la conducta del hombre; el significado (simbólico) de los sueños y su 
interpretación; y, finalmente, el eros (amor) y el thanatos (muerte) como las dos pulsiones afectivas y primitivas en el ser 
humano. 
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a) La noción de instinto y el impulso sexual 
Si bien la noción de instinto es más o menos obscura en la tradición filosófica y de la psicología, Freud le dio una 
importancia fundamental para la explicación de la conducta, precisamente porque, el esquema explicativo freudiano, 
constituía una vía alternativa a la explicación conductista, en donde el individuo resulta condicionado o determinado sólo 
por el ambiente. El instinto, por el contrario, al ser un rasgo innato en el ser humano y en el reino animal, resultaba 
bastante inasible desde el punto de vista explicativo. Sin embargo, podríamos definir el instinto como un impulso o pulsión 
universal de carácter natural e innato que comparten los animales y que está determinado por la búsqueda y satisfacción 
del placer. Ahora bien, como el placer puede ser (y es de hecho) satisfecho mediante diversos objetos, la exigencia 
fisiológica instintiva puede ser satisfecha a través de diferentes objetos y medios. Las pulsiones biológicas del hambre, de la 
sed, de la agresividad y del sexo pueden satisfacerse mediante diversos objetos. En general, siempre existen objetos que 
pueden sustituir la sensación de placer que produciría otro objeto (por llamarlo así, el “original” o “natural”), el que 
produce el impulso. Cuando uno no puede satisfacer el impulso mediante el objeto en el que uno ha colocado el deseo, se 
produce –lo que Freud llamó- una sublimación: un objeto (alternativo) permite la satisfacción del pl acer que fue provocado 
por otro (original). Así, por ejemplo, la masturbación es un acto de sublimación, pues el deseo es satisfecho, pero 
recurriendo a otro mecanismo. Los objetos que satisfacen los deseos son, así, dinámicos y flexibles. Podemos, del mi smo 
modo, tener un gran sentimiento de agresividad con el jefe, pero nos “desquitamos” en la casa: el objeto de nuestra ira se 
ha traslado y conseguimos sublimar nuestra impotencia. Cuando, por el contrario, un impulso no es satisfecho, entonces el 
individuo se frustra. El fenómeno de la frustración ocurre cuando no conseguimos satisfacer un impulso mediante ningún 
objeto, ni siquiera a través de la sublimación. 
Así, la acción consciente del hombre s el resultado de la interacción entre la demanda del placer (pulsión fisiológica) y 
los objetos de que disponemos para la satisfacción; de un lado está el deseo y del otro la satisfacción. Una vez que el deseo 
ha sido satisfecho, se produce un equilibrio, el que vuelve a ser alterado cuando la demanda del placer ha vuelto a entrar en 
juego. En este esquema en dónde los instintos parecen ser determinantes para la realización de la conducta ¿juegan algún 
papel la circunstancias, el medioambiente, la sociedad o la cultura? Por supuesto. El mundo permite tanto la esti mulación 
como acomodamiento (regulación) de las predisposiciones innatas que tienden hacia la búsqueda del placer. 
b) Eros y thanatos y los complejos de Edipo y Elektra 
Para Freud, el eros y el thanatos (‘amor’ y ‘muerte’ en griego respectivamente) eran las dos afecciones más básicas en 
el ser humano. Ambas se manifestaban bajo diversas formas. Según Freud, ambas pulsiones (que se convierten en pasiones 
o emociones) están presentes durante toda la vida del ser humano. 
El eros es el impulso hacia la unión: el amor erótico. Nuestra sexualidad manifiesta a través de diversas etapas del 
desarrollo vital este impulso. La atracción por el sexo opuesto –pensaba Freud- que se comienza a experimentar de manera 
ya más madura en la adolescencia es sólo una de las expresiones del erotismo, pues durante la infancia también está este 
impulso latente. Para Freud, durante la infancia, los niños tienden a desear eróticamente a su madre y las niñas a su padre 
(complejos de Edipo y Electra respectivamente). Sin embargo, dado que las reglas morales impiden que tal acción se 
manifieste en la realidad, esa pulsión termina siendo reprimida (pasa al inconsciente) y se expresa en los sueños. Cuando un 
niño pasa por la etapa del enamoramiento erótico con respecto a la madre “compite” c on su padre con el amor de aquélla y 
siente envidia y celos: experimenta una pulsión de “destrucción” con respecto al padre, etapa que también sufren las niñas 
frente al padre, al que desean, compitiendo con su madre. Por eso, para Freud, los sentimientos de los niños son 
ambivalentes: de amor-odio. 
Los sentimientos hacia nuestros padres del mismo sexo están definidos por el thanatos: deseamos destruir o “matar” a 
nuestro padre o madre del mismo género. No obstante, las reglas y principios morales tienden a reprimir, por un lado, ese 
deseo erótico por nuestro padre o madre de distinto género, y el sentimiento de destrucción, agresividad o muerte por 
nuestro padre o madre del mismo género. Una vez que la etapa de la infancia termina, se acaba también con ell o la 
ambivalencia eros – thanatos. Sin embargo, en las diversas etapas, tales impulsos no dejan de estar presentes, aunque sí 
cambian los objetos que producen estas afecciones. 
Vemos así, en definitiva, cómo estos impulsos naturales e innatos tienden a ser reprimidos en virtud de la adquisición y 
aprendizaje de las normas morales que regulan la conducta. La sociedad y sus prescripciones o imperativos, forman una 
lucha contra la naturaleza impulsiva del ser humano, lucha que contribuye decisivamente en la fo rmación de la 
personalidad del individuo, resultado de esta confrontación. 
c) Simbolismo e interpretación de los sueños 
La importancia que Freud atribuyo a los sueños está relacionada con su descubrimiento del inconsciente. De acuerdo a 
la teoría psicoanalítica freudiana en los sueños se manifiesta, en todo su esplendor, amplitud y profundidad, la región 
psíquica inconsciente. Dado que los sueños son irracionales, las normas morales que son aprendidas de la realidad y el 
entorno social del cual formamos parte, no se expresan: los sueños expresan así nuestros deseos reprimidos o frustrados, 
nuestros anhelos que no calzan o no se ajustan con lo que la sociedad, desde el punto de vista moral nos exige. Los sueños
(en el inconsciente), por consiguiente, expresan simbólicamente lo que deseamos irracionalmente y que no estamos 
dispuestos a manifestar y mucho menos a realizar debido a la carga inmoral que ello implicaría: la culpa y el castigo. En est e 
sentido, el sentimiento de culpa (el arrepentimiento) no es una cuestión natural e innata, sino socialmente aprendida. Por 
eso, los sentimientos de culpa varían de sociedad en sociedad, puesto que no todas las sociedades permiten y prohíben las 
mismas acciones. La cultura, por lo tanto, juega un papel decisivo en lo que reprimimos, lo que soñamos. En las sociedades 
occidentales el sentimiento de culpa tiende a ser muy fuerte y arraigado, por ejemplo, en contraposición a algunas culturas 
de medio oriente, en donde el hombre tiene, desde luego, muchos más privilegios de derecho (sexuales y maritales) con 
respecto a la mujer. Por eso, las sociedades de medio oriente tienden a ser mucho más castigadoras con las mujeres que 
con los hombres, tendencia que también se mantiene en las sociedades occidentales (esencialmente machi stas) pero de 
manera más matizada. 
Es necesario entonces advertir que tanto los sentimientos de culpa y los castigos morales (e incluso jurídicos) como la 
manifestación del inconsciente (lo que soñamos) está estrictamente vinculado a las permisiones, prohibiciones y 
obligaciones morales. El sueño expresa no lo que no podemos hacer por naturaleza, sino lo que moralmente debemos o no 
debemos hacer. 
Debido al carácter simbólico de los sueños, Freud creía necesario saber y poder interpretarlos correctamente. Si lo 
sueños simbolizan nuestros deseos no concretados en la realidad, el terapeuta (el psicoanalista) debe interpretar qué es lo 
que el sujeto (paciente) desea realizar y, debido a la moralidad, no puede hacer. Para Freud es de suma importancia que el 
sujeto pueda comprender cuáles son los deseos o instintos que se manifiestan in inconsciente, pues ello permitirá una 
correcto desarrollo psicológico y de su personalidad a lo largo de la vida; de lo contrario, vivirá traumatizado por el 
incumplimiento de un deseo no frustrado o reprimido del cual no es consciente. 
El proceso de la terapia psicoanalítica constituye, en este sentido, una sanación moral que repercutirá en un apropiado 
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desarrollo de las etapas de la personalidad a nivel psico-sexual. 
5- La estructura psíquica del individuo 
a) Yo, Ello y Súper Yo 
El valor de la teoría freudiana es que fue la primera formulación teórica que confirió una importancia radical a la 
dimensión inconsciente, una vez que Freud la descubrió. El inconsciente determina, incluso más que la región de la 
conciencia, nuestra personalidad y nuestras relaciones humanas. Por medio de una analogía podemos entender la relación 
entre el consciente y el inconsciente. Imaginemos un iceberg. El consciente representaría no más que su punta o cima (lo 
que resulta visible y observable); el inconsciente, en cambio, sería lo que está bajo esa punta y a lo cual no tenemos acceso 
directo. Así, la región de lo inconsciente es mucho más vasta que la región de lo consciente. He ahí la importancia que Freud 
atribuyó al inconsciente. Pero, junto con ello, la moralidad –como hemos visto- también influye en el desarrollo de la 
personalidad del individuo. Así, la estructura psíquica, desde el punto de vista psicoanalítico, queda determinada en esta 
triada, formada por lo racional (consciente), lo irracional (inconsciente) y la moralidad. Cada una de estas dimensiones tiene 
un correlato con la estructura psíquica, que Freud denominó, respectivamente, yo, ello y súper yo. Analicemos cómo Freud 
establece esta coexistencia de estos tres elementos o regiones de la estructura psíquica y de qué manera interactúan. 
a) El yo (ego) 
El yo o ego es el primer elemento de la estructura dinámica de la psiquis (alma). El yo corresponde a la dimensión 
racional del sujeto y, por lo tanto, se aloja en el consciente. El yo se despliega racionalmente en la vida cotidiana y actúa por 
medio del principio de realidad. El yo trata de satisfacer un deseo o pulsión, pero, al hacerlo, tiene a la vista la realidad, y 
por eso, actúa racionalmente. Esto quiere decir que la satisfacción del instinto no se logra de manera inmediata y 
espontánea, sino que el yo conduce a la realización de la satisfacción del deseo por medio de la ideación de un plan o una 
estrategia racional. 
b) El ello (id) 
El ello o id corresponde, contrario al yo, a la dimensión irracional del sujeto y, por lo tanto, se aloja en el inconsciente. 
El ello representa el impulso (irracional e inconsciente) que determina o, al menos, condiciona al sujeto a la satisfacci ón del 
placer. El ello, al ser el impulso innato propio de la especie humana y de los animales, demanda la satisfacción inmediata del 
placer. Por consiguiente, el principio que determina directamente al ello es el principio del placer. A medida que el individuo 
se desarrolla, el ello, en cuanto impulso irracional, comienza a ser mitigado y su aparición es menos infrecuente conforme al 
transcurso de la vida. 
c) El súper yo (súper ego) 
El súper yo (súper ego) constituye el conjunto de preceptos, reglas o normas morales que regulan el comportamiento 
social del individuo y como tales reglas son externas, el súper yo no es innato, sino aprendido: depende de la moral, la 
sociedad y las creencias o, en una palabra, de la cultura. El súper yo representa el yo ideal, y es el encargado de frenar al 
instintos y los impulsos (el ello). El súper yo es una especie de regulador o carcelero del ello y es el que nos hace sentir 
culpables cuando no actuamos de acuerdo al ideal moral que la sociedad espera de nosotros, los ideales que, por ejemplo,
nos ha inculcado nuestra familia en relación con los ideales morales. Por eso, el súper yo actúa mediante el principio de 
perfección, y está motivado por el deber moral con el que debemos ejercer nuestras acciones en el mundo. 
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d) La interacción de estos elementos en la formación de la personalidad 
De acuerdo a Freud, la interacción de estos elementos es dinámica y fluida, reflejando una relativa armonía de 
coexistencia entre los tres. Sin embargo, esto no siempre ocurre. Si en una persona predomina el ello sin que el súper yo 
pueda frenar los instintos, tal persona manifestará sus deseos eróticos (y los pondrá en práctica) con demasiada liviandad, o 
podrá mostrarse o ser agresivo sin la menor cuota de autocrítica o arrepentimiento. Tal persona podrá transformarse en 
una persona agresiva, violenta, sádica e incluso con nula capacidad de empatía (ponerse en el lugar del otro). Por el 
contrario, si en una persona prevalece más bien el súper yo, éste será juzgado como excesivamente moralista, conservador, 
reprimido y dará lugar, por lo general, a una personalidad más bien introvertida, tímida, inhibida e incluso autoflagelantes, 
culpabilizadotes y castigadores. 
Indudablemente como el afectado directo de este “desequilibrio psíquico” es el yo, éste debe para poder 
desenvolverse en el mundo debe superar este conflicto psíquico, apelando a una modificación (leve o radical) del sentido de 
la realidad. A esto se le denomina comúnmente mecanismos de defensa, que serán los que a continuación enunciaremos y 
describiremos brevemente. 
6- Mecanismos de defensa 
Cuando la racionalidad del yo, la impulsividad del ello y la moralidad del súper yo no se encuentran en equilibrio, el yo 
confiere un nuevo sentido a la realidad, distorsionándola y reinterpretando los hechos, aunque de manera inconsciente. El 
yo, por decirlo así, está convencido de que el sentido que le da a la realidad es el correcto, aun cuando no coincida con la 
realidad objetiva. En este sentido, los mecanismos de defensa actúan desde el inconsciente. Sólo se presentarán y 
expondrán a continuación los mecanismos de defensa más conocidos y, tal vez, más recurrentes en la vida cotidiana. 
a) Desplazamiento: el objeto que provoca e insta el despliegue de nuestro impulso es desplazado hac ia otro debido a las 
circunstancias sociales o externas que impiden que el objeto original satisfaga nuestra pulsión. Por ejemplo, como no 
podemos insultar a nuestro jefe u ofender a la autoridad, entonces desplazamos ese deseo hacia un objeto que sea 
socialmente permisivo: nuestra familia, nuestros amigos, nuestros hijos, etc. Cuando el desplazamiento ocurre de manera 
exitosa, entonces hemos logrado sublimar nuestro deseo. 
b) Negación: Es la negación absoluta y radical respecto de un hecho doloroso que no queremos reconocer. El fenómeno del 
duelo es especialmente ilustrativo. Antes que aceptar la muerte, por cierto, definitiva de un ser querido, lo negamos e 
interpretamos ese hecho simplemente como una ausencia pasajera que permitirá la reversión de las ci rcunstancias. La 
negación, por lo tanto, se da cuando un violento hecho, de carácter inmodificable, suele ser reinterpretado con el fin de 
evitar el dolor que produce su aceptación. 
c) Represión: la represión es asimismo uno de los mecanismos de defensa más frecuentes y puede definirse o caracterizarse 
como el bloqueo al acceso de la conciencia de determinados recuerdos o sentimientos que nos provocan dolor o angustia. 
Las experiencias tristes, cuando son muy fuertes, tienden a ser reprimidas para permiti r el normal funcionamiento del 
sujeto en la vida diaria. No se trata –como en el caso de la negación- de negar algunos recuerdos o experiencias olvidadas, 
sino que no existe un acceso consciente a tales hechos. La negación constituye el reconocimiento del hecho, pero negando 
su verdadero sentido, dándole otro; en la represión, en cambio, sigue existiendo una vinculación de la experiencia con el 
dolor que causa, pero queda reprimido en el inconsciente. Por ejemplo, una experiencia nos puede haber marcado tan 
radicalmente que resulta reprimida. Casos como de violación o ser testigos de un violento asesinato pueden dejar de 
formar parte del recuerdo de un sujeto, si el recordarlos implicase evocar ese sentimiento de dolor y desesperación. 
d) Aislamiento: el sujeto aísla o separa el carácter emotivo de los recuerdos. Si un amigo que nos ha traicionado sufre 
alguna tragedia, relataremos esa tragedia sin expresar nuestros sentimientos. Hemos separado de manera radical y 
categórica los hechos de los sentimientos que alguna vez tuvimos con esa persona, los cuales no verbalizamos. 
e) Disociación: puede fácilmente confundirse con el aislamiento, pero son diferentes. La disociación consiste en olvidar 
ciertos acontecimientos que evocan algún pensamiento doloroso. Por ejemplo, olvidamos (inconscientemente) la fecha de 
cumpleaños de una antigua pareja a la que amamos profundamente, y preferimos deshacernos de todos los recuerdos que 
evoquen rememorarla, porque produce sentimientos de nostalgia y tristeza. 
f) Proyección: es uno de los mecanismos de defensa más conocidos: proyectamos sentimientos, ansiedades, errores o 
juicios en el otro, cuando en realidad son propios. Por ejemplo, una persona envidiosa puede proyectar su envidia en otro 
sujeto, cuando, en realidad, quien siente la envidia es aquél. Lo mismo sucede cuando alguien culpabiliza a su pareja por 
alguna infidelidad, en circunstancias que el o la infiel ha sido él mismo. 
g) Introyección: es el proceso inverso al de la proyección. El individuo incorpora los sentimientos que otro pueda sentir 
hacia un tercero. Así, una persona realiza, en general, una introyección cuando se identifica con los sentimientos o juicios
de otro sólo por el hecho que el otro los tiene, no porque real y verdaderamente los sienta. Los sentimientos o juicios son 
adquiridos de manera externa, y no afloran desde la propia subjetividad, pues ellos son el resultado de una identificación 
parcial con lo que otro siente o piensa. 
h) Formación reactiva: consiste en la sustitución de un sentimiento negativo por otro positivo que nos podría producir una 
persona o situación. Así, por ejemplo, cuando debemos trabajar con alguien que no nos simpatiza tendemos a ocultar el 
sentimiento de antipatía y lo sustituimos por uno de agrado. Del mismo modo, cuando nuestro competidor, a quien no le 
tenemos suficiente estimación, ha conseguido un logro, lo felicitamos, en vez de manifestarle la hostilidad que sentimos por 
él. 
i) Regresión: la regresión es una respuesta a la ansiedad que se da generalmente en la etapa de la infancia, aunque no pocas 
veces se da también en la adultez. Por ejemplo, ante el nacimiento de su hermano, el niño(a) podría reaccionar a través de 
la regresión tratando de llamar la atención de los padres chupándose el dedo o balbuceando como lo h ace su hermano 
recién nacido. Una mujer recién divorciada podría ir a vivir a la casa de sus padres, regresando a una etapa vital anterior a la 
de su matrimonio. En general, la regresión es un mecanismo semejante al reseteo de un computador para permitir u n 
funcionamiento correcto de las actividades. 
j) Racionalización: la racionalización constituye un mecanismo de defensa muy frecuente en los seres humanos. Cuando nos 
vemos envueltos en una situación desagradable, un infortunio o hemos sido víctima de una situación que consideramos 
injusta, racionalizamos el hecho negativo, desagradable o doloroso con el fin de justificar su aparición. Así, por ejemplo, s i 
nuestra pareja ha sido infiel, justificamos ese hecho a partir de nuestro comportamiento, aun cuando aquella persona jamás 
haya sido infiel por venganza o bien, si nos asaltan, tratamos de justificar el hecho a partir nuestra irresponsabilidad o 
incluso, la inutilidad de las cosas que nos robaron o nos conformamos con que no nos hicieron daño. 
Como vemos, los mecanismos de defensa son múltiples y variados, y sus diferencias muy sutiles (por ejemplo, para 
distinguir la negación de la represión o el aislamiento de la disociación). No pocas veces, por lo demás, los mecanismos de 
defensa se potencian entre sí, dado su carácter interactivo. Para Freud, los mecanismos de defensa explicaban, 
precisamente, la existencia de algún trauma psíquico que podía ser tratado una vez identificada la causa del trauma. 
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7- Las etapas del desarrollo psico-sexual según Freud 
La teoría psico-sexual de Freud se completa con su teoría sobre el desarrollo de la personalidad que está, por cierto, 
relacionada con todos los elementos que han sido mencionados. Freud pensaba que nuestra sexualidad era vital para una 
explicación del desarrollo del individuo a lo largo de la vida y nuestra dimensión sexual comienza a manifestarse no desde 
nuestra adolescencia, sino desde la infancia. 
De acuerdo a Freud, cada etapa puede reconocerse en función de lugar por el cual el sujeto obtiene su gratificación 
erótica (el placer); es decir, el lugar en donde se concentra su energía sexual, lo que él denominó líbido. Así, la líbido (la 
energía sexual) se concentra en determinadas zonas erógenas. La maduración psicológica del sujeto depende, en el 
esquema psicoanalítico, de una correcta integración y vivencia de estas etapas y de una adecuada sucesión. De lo contrario, 
el sujeto podría quedar fijado en alguna de tales etapas y podría no llegar a madurar psicológicamente. 
a) Etapa oral (desde el nacimiento hasta los 12-18 meses) 
La primera de estas etapas está dada porque el niño concentra su líbido en la boca, buscando su gratificación (placer) 
en la comida, chupando o mordiendo. Pero a través del acto de succión mamario, el niño no consigue sólo comida; 
succionar es, para él, un acto de placer en sí mismo. 
Un rasgo fundamental de esta etapa es la dependencia: el niño depende de su madre para conseguir la satisfacción del 
placer. Por lo tanto, interpretado de este modo, una persona que se comporte de manera dependiente en la adolescencia y 
la adultez se podría explicar porque ha quedado fijado en esta etapa. 
b) Etapa anal (desde los 12 hasta los 18 meses) 
Durante el segundo año, la zona erógena se traslada hacia el ano, período en el que el niño apr ende a controlar su 
esfínter. El niño consideraría placentero jugar a controlar el esfínter. El niño comienza a experimentar placer al regular su s 
evacuaciones. Un niño que es obsesivamente gratificado al momento de evacuar con el objeto de ser limpio, pod ría llegar a 
desarrollar una personalidad estricta y obstinada en la adultez, transformándose en una persona obsesiva y 
exageradamente perfeccionista. 
La idea de control implica la idea de independencia, autonomía y poder, el niño comienza a ser con sciente del control 
que puede tener sobre su cuerpo, lo que garantizaría, posteriormente, la seguridad en sí mismo frente al resto. 
c) Etapa fálica (desde los 3 a los 6 años) 
En esta etapa, el niño logra su satisfacción o gratificación (placer) en la zona erógena genital. La energía sexual o líbido 
se concentra en el falo (pene). De ahí que, en este momento, pueda ya descubrir la masturbación como mecanismo de
satisfacción sexual. El niño, en esta etapa, experimenta el complejo de Edipo, período en el que se enamora de su madre y 
compite con su padre; las niñas, por su parte, se enamoran del padre (complejo de Electra) y compiten con la madre por el 
amor de él. Los sentimientos que experimentan los niños hacia su progenitor de sexo opuesto, son por ello ambivalen tes 
(amor-odio). 
Las niñas, al darse cuenta que no tienen pene, sienten envidia del pene, y los niños, por su parte, creen que las niñas no 
tienen pene porque su padre se los cortó, complejo al que Freud llamó complejo de castración. Tanto la envidia del pene 
(en el caso de las niñas) como el complejo de castración (en el caso de los niños) determinan el término de la lucha de los 
niños con su progenitor de sexo opuesto, identificándose con ello (con lo que termina la ambivalencia) y, al mismo, tiempo 
ponen fin a la etapa fálica. 
En esta etapa, los niños y las niñas comienzan a explorar su cuerpo e inician el reconocimiento de su identidad sexual. 
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d) Etapa de latencia (de los 6 años hasta la pubertad) 
Éste es un período de relativa calma sexual. Los niños tienden a evitar el sexo opuesto, con el fin de lograr una 
identificación de género con sus pares, aunque no son, por cierto, asexuales. En esta etapa, la masturbación es el elemento 
clave para conseguir la satisfacción sexual. Abundan, de igual modo, las bromas con respecto a la sexualidad. 
Como durante esta etapa los niños buscan identificarse con sus amigos del mismo género, ellos buscan el 
reconocimiento de la identidad sexual, por medio de la integración social. 
e) Etapa genital (desde la pubertad has ta la vejez) 
Esta etapa se inicia con los cambios físicos provocados a nivel biológico-hormonal que experimentan los adolescentes, 
marcando el comienzo de la madurez de la sexualidad. Los adolescentes inician sus relaciones heterosexuales, culminando 
con el inicio de las relaciones sexuales. 
Los individuos desarrollan en toda su amplitud la dimensión sexual, fortaleciendo sus experiencias a lo largo de su vida, 
integrando la afectividad como un factor fundamental en las relaciones de pareja. 
¿Qué es el conductismo? 
El conductismo es una corriente psicológica que, inspirada en el método científico de las ciencias naturales - 
especialmente la física- intentó explicar la conducta humana apelando sólo a la evidencia objetiva, en virtud de tratarse –la 
conducta humana- de hechos observables que permitían posteriormente la elaboración de diferentes experimentos que 
verificarían las hipótesis establecidas dentro de la teoría, en concordancia con las exigencias metodológicas de la ciencia. En 
este sentido, el conductismo o behaviorismo (behavior) suprime, de principio, cualquier forma de subjetivismo basado en el 
método de la introspección (psicoanálisis de Freud), puesto que, precisamente, los contenidos mentales, en tanto que 
subjetivos, impedirían una interpretación objetiva de la conducta. De ahí que, de acuerdo al conductismo, la conducta fuese 
explicada en términos estrictamente mecánicos, sustentada precisamente en un modelo mecanicista. 
De acuerdo al modelo mecanicista (de cuño cartesiano), toda conducta era identificada como una respuesta a un 
estímulo determinado, el que propiciaba de manera regular la misma respuesta. Por consiguiente, cada estímulo (físico, 
observable) produciría una respuesta (física, observable) y si bien no negaban que ocurriesen acontecimientos mentales 
subjetivos entre ambos (estímulo – respuesta), éstos no debían ser interpretados ni incluidos en el análisis, pues carecían de 
objetividad. De hecho, a este cúmulo de acontecimientos mentales los denominaban black box (caja negra), debi do a la 
imposibilidad de analizar científicamente el grado de incidencia dentro de la conducta. Así, el modelo mecanicista podría 
esquematizarse más o menos del siguiente modo: 
Evidentemente, ya que el conductismo tenía el propósito de explicar la conducta y dado que ésta se relaciona con el 
aprendizaje, de acuerdo al modelo mecanicista, toda la conducta era el resultado de la relación entre estímulos y 
respuestas. Sin embargo, para garantizar el aprendizaje conductual, era preciso un elemento adicional : la asociación. 
En su clasificación más básica, las conductas se distinguen en instintivas y aprendidas. Las primeras son innatas, 
propias de la especie, están biológicamente determinadas y prevalecen en los animales. Las segundas, en cambio, 
dependen del contacto del individuo con el medio, es decir, dependen de la experiencia y el contexto y, contrariamente, 
predominan en los seres humanos (esto no significa, sin embargo, que los animales no posean conductas aprendidas, ni los 
hombres, instintivas, pero, ciertamente, es una cuestión de preponderancia).
Dado que la asociación es fundamental para el aprendizaje y ya que éste es explicado por el conductismo a través 
de un modelo mecanicista, y tanto el mecanicismo como el asociacionismo fueron concebidos en la filosofía, y la psicología 
conductista los adopta para la formulación de su teoría, es preciso explicar brevemente en qué consisten. 
Los precedentes teóricos del conductismo: mecanicismo y asociacionismo 
Como sabemos, gran parte de los principios de las teorías psicológicas provienen de la filosofía. En el caso del 
conductismo, sus presupuestos teóricos remontan a dos doctrinas filosóficas: el mecanicismo cartesiano y el asociacionismo 
de Hume. 
De acuerdo al dualismo cartesiano, existen dos substancias que coexisten e interactúan: la res cogitans (substancia 
pensante) y la res extensa (substancia extensa). Todas las facultades intelectuales son atribuidas al alma: pensar, sentir, 
dudar, imaginar, concebir, juzgar, querer, etc., mientras que todo lo que guarda relación con lo extenso, lo medible, lo 
cuantificable, esto es, la dimensionalidad de la materia, se atribuye a la substancia extensa. Ahora bien, la voluntad 
descansa en la res cogitans, mientras que en la res extensa, todo se produce de una manera mecánica: los cuerpos son, en 
sentido estricto, semejantes a las máquinas, y están sometidos a relaciones causales. Todo lo puramente material es, para 
Descartes, mecánico. Por eso a esta concepción metafísica, que se desprende del dualismo, se le denomina mecanicismo. 
Cuando no interviene la razón, los cuerpos actúan de modo mecánico y Descartes suele dar el ejemplo de los animales, que 
representarían meros autómatas, al no estar provistos –según él - de racionalidad, ni alma. 
En cuanto a Hume, éste señala que la asociación es un principio que permite enlazar las ideas y establecer 
relaciones entre ellas: semejanza, causa y efecto, etc y que posibilitan la conexión los hechos del mundo, de acuerdo a su 
sucesión temporal, causal, etc. Para Hume –filósofo empirista- no existen ideas innatas; éstas son copias de las impresiones 
sensoriales que provienen de la experiencia (nuestro contacto con el mundo) y que pueden ser conectadas o asociadas 
gracias a la memoria (recuerdos) y la imaginación, facultades que permiten anticipar acontecimientos (predicciones). Por 
eso, para Hume, nuestro pensamiento y nuestras acciones están condicionadas por las asociaciones psicológicas que son el 
resultado de nuestras experiencias: no hay nada innato en el sujeto. Así, todo es explicado en términos de asociaciones, a 
partir de nuestros recuerdos y experiencias. 
En definitiva, ya que -de acuerdo al conductismo- toda conducta se explica en términos mecánicos (mecanicismo 
cartesiano) y puesto que el aprendizaje no es más que una asociación psicológica de estímulos (asociacionismo de Hume), el 
conductismo presupone ambas doctrinas filosóficas en la fundamentación de su teoría. 
Así expuesto, conforme al modelo conductista, todas las conductas aprendidas (mecanicismo) dependerían d e una 
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asociación psicológica que garantizaría el aprendizaje, esto es, un cambio conductual. 
El origen del conductismo: el condicionamiento clásico 
Los primeros antecedentes del conductismo se remontan al experimento de Pavlov. Él intentó condicionar la 
conducta de los perros por medio de la asociación de estímulos. Pavlov observó que los perros, frente a la presencia de la 
carne, reaccionaban (reacción fisiológica) de manera automática, salivando. En una segunda fase del experimento, Pavlov, 
con el objeto de condicionar la conducta (aprendizaje), introdujo el sonido de una campanilla (estímulo neutro) cada vez 
que se le presentaba la carne (estímulo natural). El perro, en consecuencia, asociaba la campanilla con la carne, respuesta 
de cuya asociación resul taba la salivación. Producto de una repetición constante de la asociación del estímulo natural 
(carne) y el estímulo neutro (sonido de la campanilla), y la obtención de una respuesta invariable, Pavlov eliminó el estímul o 
natural, que fue sustituido por el neutro, cuya fuerza, producto de la asociación, era suficiente para la generación de la 
respuesta. Finalmente, a través de un condicionamiento, el perro había aprendido una nueva conducta. 
Esquemáticamente, el experimento de Pavlov puede ser representado así: 
El experimento de Pavlov constituyó una versión primigenia del conductismo, y es por ello llamada 
condicionamiento clásico. 
Evolución de la teoría conductista: el condicionamiento operante 
Una segunda versión del conductismo es el condicionamiento operante. Esta forma de condicionamiento más evolucionada 
fue desarrollada por Thorndike y Skinner quienes, a partir de los resultados del condicionamiento clásico, introdujeron 
modificaciones teóricas y prácticas dentro del modelo. Thorndike y Ski nner advirtieron que, si bien existe una forma de 
mecanización en la generación de las conductas aprendidas, éstas no están condicionadas meramente por una asociación 
mecánica de estímulos absolutamente neutros: lo que motiva la generación de nuevas conduc tas (aprendizaje) es más bien 
la existencia de refuerzos. Los refuerzos representan una motivación que predispone el cambio conductual. En efecto, si 
alguien desea modificar la conducta de un individuo –a la luz del condicionamiento operante- es preciso introducir 
refuerzos que motiven la modificación. En suma, el cambio desde una conducta inicial (la conducta a modificar) por una
conducta final (conducta esperada) está condicionada por la existencia de refuerzos. Por eso, según Thorndike, dado que la 
existencia de los refuerzos es imprescindible para la generación, consolidación y permanencia de las conductas, él postuló 
precisamente le ley del efecto, de acuerdo a la cual, si no hay refuerzo(s), no hay generación ni consolidación conductual. 
Pero él, además, añadió una segunda ley. Ya que el efecto (gratificación a partir del cambio conductual) no es suficiente por 
sí mismo para consolidar y volver una conducta permanente, era preciso también una repetición constante de la operación 
que garantizaba la grati ficación, a lo que Thorndike denominó ley de repetición, según la cual, si no hay repetición, la 
conducta se extingue. 
Existen dos tipos de refuerzos: positivos y negativos. Ambos aumentan la probabilidad de realización de una conducta o la 
generación de una nueva. Los refuerzos positivos pueden ser entendidos como un premio. Los refuerzos negativos, en 
cambio, implican el modelamiento de una conducta para evitar una consecuencia adversa. Por ejemplo, si deseamos que un 
niño aprenda a comer por sí solo, un refuerzo positivo sería darle un premio cada vez que lo hiciese bien. Un refuerzo 
negativo para que aprenda a comer sería, por ejemplo, cocinarle cosas que le desagradasen. Así, con el fin de evitar ese 
efecto (desagradable), el niño se esforzaría para aprender la conducta que se le induce. 
Dado que el refuerzo negativo suele confundirse con el castigo, es necesario distinguirlos. Si los refuerzos tienen por 
finalidad el aumento de probabilidad de la generación y consolidación de una conducta, el castigo, por el contrario, implica 
la disminución de tales probabilidades. Por ejemplo, las multas económicas, las anotaciones escolares, las penas carcelarias 
y, en general, toda imposición que tenga por finalidad la extinción de una conducta, son ejemplos de c astigos para lograr 
que la probabilidad de realización o generación de una conducta disminuya. 
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En este sentido, el esquema del condicionamiento operante sería más o menos el siguiente: 
En definitiva, de acuerdo al condicionamiento operante, el aprendizaje (cambio conductual) se lograría a través de 
la presencia de refuerzos, sean éstos positivos o negativos (ley del efecto) que exige, además, una ejercitación constante 
(ley de repetición). 
Ahora bien, aun cuando existe dentro del modelo del condici onamiento operante una forma de motivación para 
propiciar la generación y consolidación conductual, ésta es en todo caso una motivación extrínseca, pues el sujeto va a 
cambiar su conducta sólo a raíz de la presencia de una gratificación accidental y externa, es decir, artificial, y no por el 
deseo propio y genuino de cambiarla (motivación intrínseca). Por eso, incluso en esta versión refinada y matizada del 
condicionamiento, el contexto social sigue siendo primordial y determinante. 
El conductismo de Watson 
Esta es la versión más radical de la teoría conductista del condicionamiento clásico. Watson –tal vez el 
representante más importante del conductismo- llevó al límite los principios de la teoría conductista, pues intentó poner en 
práctica, de la manera más radical posible, el conjunto de preceptos pregonados por esta corriente, proponiendo conjeturas 
y experimentos que produjeron una prolífica discusión en torno, por un lado, a la efectividad y aplicabilidad del 
conductismo, y, por otro, las repercusiones científicas y éticas de su implementación. 
Según Watson, la conducta humana es el pleno resultado del ambiente en el que el sujeto vive, sin importar, en lo 
absoluto, las tendencias intrínsecas o inclinaciones innatas del los individuos. Por lo tanto, todas las conductas (aprendidas) 
estarían externamente condicionadas por los estímulos a los que el sujeto está sometido. Desde luego, esta premisa tiene 
su raíz en la actitud positiva en que se desarrollaban las ciencias que no prestaban valor sino a lo obs ervable y verificable 
empíricamente. 
En Behaviorism (Conductismo), Watson expone una de sus más célebres ideas, que, de hecho, sintetiza en gran 
parte los presupuestos fundamentales del conductismo: 
“Denme una docena de niños saludables, bien formados, pa ra que los eduque, y me comprometo a elegir uno de ellos al 
azar y adiestrarlo para que se convierte en un especialista de cualquier tipo que yo pueda escoger: médico, abogado, 
artista, hombre de negocios e, incluso, mendigo o ladrón, prescindiendo de sus talentos, inclinaciones, tendencias, 
habilidades, vocaciones y raza de sus antepasados”. 
Sin embargo, Watson fue más allá y, por medio de un experimento, intentó demostrar que su teoría conductista 
podía no sólo explicar la conducta humana, sino condicionarla. Este experimento fue ampliamente criticado por la sociedad 
de su tiempo y abrió una discusión en relación con los límites éticos de la experimentación científica.
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El experimento del pequeño Albert 
En este experimento, Watson intentó condicionar la emoción del miedo a un pequeño niño de nueve meses, 
Albert. El condicionamiento consistía en una asociación entre la presencia de un pequeño ratón blanco (en principio 
inofensivo y que no causaba ningún miedo al niño) y un fuerte sonido. Cada vez que aparec ía el ratón, Watson y sus 
colaboradores provocaban un estridente sonido que sí propiciaba temor en el niño. Producto de la asociación y la repetición 
constante, Albert reaccionaba con temor ya sin la necesidad del sonido, sino con la sola presencia del ratón. Pero, además, 
Albert, con el tiempo, generalizó su temor a cualquier otro objeto similar al ratón. 
Con este experimento, Watson creyó demostrar la fuerza del modelamiento conductual a través del 
condicionamiento, esto es, la instauración de conductas (aprendizaje), sugiriendo el enorme poder del condicionamiento y 
menospreciando la importancia de las tendencias o inclinaciones innatas o heredadas. Watson, además, creyó que los 
resultados del experimento se podían a extender a cualquier contexto social , en el que el medio ambiente, por lo tanto, 
condicionaría (determinaría) la conducta de los individuos. 
Varias fueron las consecuencias del experimento del pequeño Albert. En primer lugar, con relación al niño, éste no 
pudo desaprender la conducta condicionada, razón por la cual generó un rechazo (fobia) no sólo a los ratones blancos, sino 
a cualquier objeto que, por semejanza, pudiese ser asimilado a él (animales, máscaras, peluches, etc.). En segundo lugar y 
como consecuencia de lo anterior, se abrió (hasta el día de hoy) un amplio debate concerniente a los límites éticos de los 
experimentos científicos, porque, desde luego, muchos podrían atentar contra la dignidad y bienestar de los seres humanos 
o de los animales, en caso de realizar experimentos con éstos. En tercer lugar, introdujo una controversia teórica con 
relación al poder del condicionamiento frente a las conductas instintivas del hombre. Si todo es aprendido, y no hay 
conductas puramente innatas, entonces sería posible modelar todo el comportamiento humano. En este sentido, Noam 
Chomsky, lingüista y filósofo contemporáneo, ha rechazado fuertemente los principios teóricos del conductismo, 
influenciado por una tradición filosófica y epistemológica racionalista, que destacaba la importancia de lo innato (Descartes, 
Leibniz y Kant). Responda las siguientes preguntas relacionadas con el psicoanálisis 
¿Qué es el Humanismo? 
Etimológicamente la palabra humanismo proviene del latín, humanitas, humanidad, interpretado como naturaleza 
humana. Según Cicerón, es la cultura del espíritu, en un sentido semejante al de paideia en griego, o bien de humanus, es 
decir, lo que concierne al hombre. En general, el Humanismo es toda doctrina que se interesa básicamente por el sentido y 
el valor del hombre y de lo humano, tomándolo como punto de partida de sus planteamientos. El término, no obstante, se 
aplica a tres momentos históricos distintos: al fenómeno sociocultural de los siglos XIV y XV, conocido como “humanismo 
del Renacimiento”, al “nuevo humanismo” del período del clasicismo y del romanticismo alemán de los siglos XVIII y XIX y a 
los “humanismos contemporáneos”, basados en sistemas filosóficos más generales y de orientación fundamentalmente 
ética. 
El primer humanismo se caracteriza no sólo por el renacimiento y el cultivo de los studia humanitatis o de los 
studia humaniora, a saber, los estudios de gramática, dialéctica, retórica, historia, poética y ciencias morales, basados en el 
cultivo de la filología y el aprecio del texto clásico, en latín y griego, sino también por un nuevo concepto de “hombre”, más 
acorde con los nuevos ideales cívico-humanos en cuyo ambiente nace, alejado de los modelos eclesiásticos y nobles o 
caballerescos de “hombre” y del modelo medieval de mundo, y que pretende inspirarse en la a ntigüedad clásica. Este 
humanismo renacentista recuerda y renueva los antiguos ideales clásicos de cultura de la antigua humanitas romana o de la 
paideia griega. 
La “vuelta a lo clásico”, con sus nuevos valores de interés por la naturaleza y el naturalismo, el individualismo, el 
rechazo de la autoridad, valoración de la historia, interés por la cultura y el saber, se repite una segunda vez cuando, tras la 
Ilustración, y como reacción a ésta, surge un nuevo humanismo impulsado por el neoclasicismo romántico alemán del s. 
XVIII y XIX, y que halla su expresión sobre todo en Johann Winckelmann (1717 -1768), Friedrich Schlegel (1772-1829), 
Johann Gottfried Herder (1744-1803), Friedrich Schiller (1759-1805), Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832) y Wilhelm 
von Humboldt (1767-1835). De esta época es el término «humanismo» acuñado por F.J. Niethammer hacia 1808. A este 
nuevo humanismo atribuye H.G. Gadamer la configuración de los «conceptos básicos del humanismo»: el concepto de 
formación, el proceso por el cual se adquiere la cultura del espíritu, en contraposición a la adquisición de la «mera» ciencia; 
también por otro lado, el sentido común, como opuesto a la sola razón, que es defendido por el renacentista Vico, quien 
apela al ideal de sabio de la antigüedad en oposición también al simplemente erudito, o al saber práctico de Aristóteles en 
oposición al saber técnico, y que define como «sentido que funda la comunidad»; la capacidad de juicio, capacidad de 
juzgar, íntimamente relacionada con el sentido común, acerca de juicios morales y estéticos; y el gusto, concepto más moral 
que estético. Esta noción integral de «formación», es el elemento constitutivo esencial del nuevo concepto de 
«humanidad» que surge en el s. XVIII y cristaliza en las llamadas ciencias del espí ritu del s. XIX. 
Los humanismos contemporáneos, a su vez, se inscriben en la línea de las ciencias del espíritu, pero se apoyan 
propiamente en el esquema hegeliano de la idea que se constituye a sí misma a lo largo de la historia. Por eso, la filosofía 
sobre el hombre se desarrolla ahora como parte fundamental, o como la totalidad, de un sistema filosófico, cuyo objetivo 
principal es destacar el valor y la dignidad del hombre como individuo que construye por sí mismo su propio sentido. Los 
principales humanismos contemporáneos son el marxismo, el existencialismo y el personalismo. Para el marxismo, que 
afirma ser una «inversión» del idealismo de Hegel, no es la idea lo que se hace a lo largo de la historia, sino el hombre que, 
ligado inicialmente a la naturaleza, se desvincula de ella transformándola y transformándose con el trabajo y es, por ello, 
creador de su propia naturaleza que, en la etapa capitalista, resulta alienada y alienante por el modo de producción:
“Primeramente en que el trabajo es exterior al trabajador, es decir, no pertenece a su ser; en que en su trabajo, el 
trabajador no se afirma, sino que se niega; no se siente feliz, sino desgraciado; no desarrolla una libre energía física y 
espiritual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su espíri tu. Por eso el trabajador sólo se siente en sí fuera del trabajo, y en 
el trabajo fuera de sí. Está en lo suyo cuando no trabaja y cuando trabaja no está en lo suyo. Su trabajo no es, así, 
voluntario, sino forzado, trabajo forzado. Por eso no es la satisfa cción de una necesidad, sino solamente un medio para 
satisfacer las necesidades fuera del trabajo. Su carácter extraño se evidencia claramente en el hecho de que tan pronto 
como no existe una coacción física o de cualquier otro tipo se huye del trabajo como de la peste. El trabajo externo, el 
trabajo en que el hombre se enajena, es un trabajo de autosacrifcio, de ascetismo. En último término, para el trabajador se 
muestra la exterioridad del trabajo en que éste no es suyo, sino de otro, que no le pertenece; en que cuando está en él no 
se pertenece a sí mismo, sino a otro. Así como en la religión la actividad propia de la fantasía humana, de la mente y 
corazón humanos, actúa sobre el individuo independientemente de él, es decir, como una actividad extraña, di vina o 
diabólica, así también la actividad del trabajador no es su propia actividad. Pertenece a otro, es la pérdida de sí mismo. [. ..]” 
(Marx, 1974) 
La alienación, el trabajo enajenado, falsea el propio sentido del hombre y las relaciones con los demás. La labor 
desalienante que el hombre ha de emprender consiste en hallar, por la praxis revolucionaria, nuevas relaciones sociales de 
producción que no supongan ninguna explotación del hombre por el hombre; el resultado logrado a nivel social es el nuevo 
«hombre total». La noción, y hasta la expresión, de «humanismo marxista» fue criticada por Althusser, que la considera un 
«asalto de la ideología burguesa al marxismo». A su entender, el humanismo es ideología e insiste en afirmar la existencia 
de un corte epistemológico entre el Marx de los “Manuscritos”, de influencia hegeliana, y el Marx de “El capital ”, y más en 
concreto de “Crítica al programa de Gotha” (1875) y de “Notas sobre Wagner” (1882), obras en que ya no quedan vestigios 
de Hegel. 
“Quisiera adelantar que el marxismo, desde el punto de vista teórico, no es ni un historicismo ni un humanismo 
[…]; que en muchas circunstancias tanto el humanismo como el historicismo reposan sobre la misma problemática 
ideológica y que, teóricamente hablando, el marxi smo es, en un mismo movimiento y en virtud de la ruptura 
epistemológica, un antihumanismo y un antihistoricismo” (Althusser, 1974 10ed) 
Por otro lado, en el existencialismo tenemos a Sartre, para quien el existencialismo es justamente un humanismo 
13 
porque hace posible la vida humana y la fundamenta en la subjetividad del hombre: 
“Entendemos por existencialismo una doctrina que hace posible la vida humana y que, por otra parte, declara que 
toda verdad y toda acción implica un medio y una subjetividad humana” (Sartre, El existencialismo es un humanismo, 1972) 
A su entender, el hombre es lo que él decide ser libremente, no habiendo esencia alguna humana a la que deba 
asimilarse: «el hombre es lo que hace». Más tarde, hacia los años setenta une existencialismo y marxismo, considerando 
que éste es, pese a todo, la filosofía de nuestro tiempo no superada aún por ninguna otra y sosteniendo, por otro lado, que 
la interpretación del hombre hecha desde la situación concreta de su clase es una manera adecuada de llegar a la existencia 
del hombre individual, visto «en la materialidad de su condición». 
“El día en que la búsqueda marxista tome la dirección humana (es decir, el proyecto existencial) como el 
fundamento del Saber antropológico (conjunto de afirmaciones que el marxismo hace sobre el hombre), el existencialismo 
ya no tendrá más razón de ser: absorbido, superado y conservado por el movimiento totalizador de la filosofía, dejará de 
ser una investigación particular para convertirse en el fundamento de toda investigación.” (Sartre, Crítica de la razón 
dialéctica vol 2., 1963) 
En alguna medida los humanismos filosóficos suponen una metafísica del sujeto, o de la subjetividad; contra tal 
metafísica humanista replica Heidegger, en “Carta sobre el humanismo” (1947), que se trata de una muestra más del olvido 
de la verdadera pregunta por el ser. El pensamiento filosófico cristiano, católico y protestante, por su parte, ha intentado 
elaborar cierto humanismo de signo cristiano recurriendo básicamente a la perspectiva existencialista. El Humanismo 
integral (1936), de Jacques Maritain, se inspira no obstante en la tradición aristotélico-tomista. 
Por otro lado, los enfoques psicológicos y terapéuticos que se presentan en el humanismo, fueron desarrollados 
por la psicología de la época, representados por Abraham Maslow y Carl Rogers, ambos con distintos enfoques . 
La psicología humanista es conocida como “la tercera fuerza” de la psicología, entendiendo por las otras dos los 
enfoques, psicoanalítico y conductista. Tiene un acercamiento más profundo con el psicoanálisis por la importancia 
concedida a los motivadores internos de la conducta, pero difiere del pensamiento clásico analítico en su confianza 
optimista en la naturaleza positiva del hombre. Filosóficamente los humanistas se encuentran en el mismo campo que el 
filósofo del s. XVIII, Jean-Jacques Rousseau, quien creía que los individuos eran “nobles salvajes” que se desarrollan como 
seres humanos productivos, alegres y buenos, a menos que experiencias desfavorables interfieran en su capacidad de 
manifestar su naturaleza más elevada. Esta idea contrasta poderosamente con el punto de vista de los psicoanalistas, que 
consideran a las personas como cautivos que luchan para liberarse de las tendencias oscuras y peligrosas de los instintos, y 
contrasta con las páginas en blanco de los conductistas. 
Los humanistas no provienen de ambientes médicos, como los primeros psicoanalistas, sino del campo de la 
educación y la psicología. Sus puntos de vistas conocidos como fenomenológicos, a centúan la importancia de la 
subjetividad, la experiencia singular del individuo; conceden toda la importancia a la posibilidad que tenemos de 
autorrealización a través de la espontaneidad, de la creatividad y del desarrollo personal. 
Abraham Maslow (1908-1970), fue una de las figuras más conocidas de la psicología humanista, comparte con 
otros psicólogos humanistas la propuesta de un sistema holístico abierto a la variedad de la experiencia humana y, por 
tanto, el rechazo del uso de un método único para el estudio de esta diversidad. Propone integrar el conductismo y el 
psicoanálisis en sistemas más amplios.
Tuvo gran interés por las personas humanamente excepcionales, lo que le llevó a una visión del hombre que 
14 
muestra lo que puede llegar a ser y lo que se puede frustrar. 
El concepto central en la psicología de Maslow es el de autorrealización, entendida como culminación de la 
tendencia al crecimiento que define como la obtención de la satisfacción de necesidades progresivamente superiores y, 
junto a esto, la satisfacción de la necesidad de estructurar el mundo a partir de sus propios análisis y valores. La mayor 
contribución fue la preocupación por personas sanas más que por las enfermas. Estudiando la alegría, el entusiasmo, el 
amor y el bienestar en lugar del conflicto, la vergüenza, la hostilidad y la tristeza. Además se dedicó a investigar aquellas 
personas creativas que se desenvolvían adecuadamente en la sociedad, extrayendo así conclusiones sobre el desarrollo de 
la personalidad sana. 
La teoría de Maslow de la motivación humana descansa en la existencia de una jerarquía de necesidades. Estas 
necesidades son de dos tipos básicos: 
Necesidades D, que corrigen deficiencias 
Necesidades B, que consiguen un nivel más alto en la existencia. (Valores-B, de “being”= ser), 
Hasta que no hayamos resuelto nuestras necesidades básicas, no podremos luchar para satisfacer las de un orden 
superior, como son las gratificaciones psíquicas y espirituales. 
Así, una persona que lucha por respirar o tiene hambre, tiene una motivación primordial: la supervivencia básica. Cuando 
ésta esté asegurada podrá cambiar su atención para pasar a preocuparse de la seguridad o de la libertad. Sintiéndose 
relativamente seguro, buscará entonces la intimidad en sus relaciones con la familia, los amigos y su pareja. Una vez que 
esté confortablemente unido por lazos afectivos con otra gente, podrá dirigir su atención a la preocupación de satisfacer su 
necesidad básica de auto-respeto. Hasta que un individuo no se siente sano, seguro, amado y competente, no puede buscar 
la auto-realización, que consiste en la búsqueda del conocimiento, la apreciación de la belleza, la jovialidad, la 
autosuficiencia, la penetración en la verdad o algún otro de los principales valores de las Necesidades B. 
¿Qué clase de persona logra este tipo de autorrealización? Maslow identificó 38 personas que él creía que habían 
realizado plenamente su potencial. Este selecto grupo incluía celebridades históricas, como Albert Einstein, Ludwing von 
Beethoven, Abraham Lincoln y Eleanor Roosevelt, así como otros no tan conocidos. Después de estudiar de cerca la vida de 
estas personas, Maslow identificó características que distinguen a estas personas de la gente común: un punto de vista 
realista ante la vida; la aceptación de ellos mismos, de los demás y del mundo que les rodea; espontaneidad; preocupación 
por resolver los problemas más que pensar en ellos; necesidad de intimidad y un cierto grado de distanciamiento; 
independencia y capacidad para funcionar por su cuenta; una visión no estereotipada de la gente, de las cosas y de las 
ideas; una historia de experiencias cumbre profundamente espirituales y que pueden ser de naturaleza mística o religiosa y 
que a menudo tienen lugar cuando se llega un valor de las Necesidades B, como los momentos en que la persona logra el 
conocimiento de alguna verdad, una identificación con la raza humana o una relación. 
Entonces, la pirámide de Maslow está constituida de la siguiente forma: 
Cuando el proceso hacia la autorrealizaci ón se corta, aparenten reacciones desanimadoras, compensatorias o 
neuróticas y la conducta se focaliza hacia la evitación impidiendo el desarrollo autónomo. Maslow propone una concepción 
de la patología, relacionando la privación de los Valores del ser (o Valores-B, de “being”= ser), con la aparición de 
determinadas alteraciones, que él llama metapatologías y que entiende como disminuciones de lo humano. Por ejemplo, 
cuando e Valor-B, “verdad” es privado patógenamente y sustituido por deshonestidad, la meta patología especifica que 
aparece es la incredulidad, desconfianza, cinismo o recelo. 
Por otro lado, siguiendo con el enfoque humanista, Carl Rogers (1902-1987) presenta la “Teoría centrada en la 
persona”. Rogers es uno de los teóricos contemporáneos de ma yor influencia por su visión de los seres humanos como 
poderosos arquitectos de sí mismos. A partir de sus anteriores estudios de agricultura, teología, psicología clínica y de su 
experiencia como terapeuta, Rogers ha desarrollado una teoría de la personal idad. Todos necesitamos encontrar nuestro yo 
real para llegar a ser tal persona, y para aceptarnos y valorarnos por lo que somos.
Aunque Rogers llegó a tales convicciones a partir de su trabajo terapéutico con personas que sufrían trastornos, su 
visión de la fuerza de la psique humana es esencialmente optimista. Reconocía la existencia de un inconsciente, que guía la 
mayor parte de nuestra conducta, pero en contra de lo que piensan los psicoanalistas, Rogers concebía los procesos 
inconscientes como motivadores positivos de la conducta. 
El autoconocimiento y la autobservación vienen, dice Rogers, a través de nuestras primeras experiencias, 
mediante las cuales dominamos el ambiente a través de la alta consideración que otros nos muestran, con sus expresiones 
de afecto, admiración y aceptación, y a través de la congruencia, o del acuerdo entre las experiencias que tenemos a lo 
largo de la vida y de la forma como nos vemos a nosotros mismos. Otro aspecto de la congruencia es el acuerdo entre lo 
que nos gustaría ser y la impresión que tenemos de nosotros mismos. Cuanto más cerca estén estos dos conceptos, más 
satisfechos estaremos de nosotros mismos. 
La persona congruente funciona al más alto nivel. Abierta a la experiencia, y no a la defensiva tal persona observa a 
la gente y a las cosas de forma precisa, se lleva bien con los demás y tiene un alto nivel de autoestima. El objetivo de una 
persona sana es el crecimiento hacia la auto-actualización. 
Una persona con una visión incongruente de sí misma se vuelve tensa y ansiosa, y puede apoyarse en los 
mecanismos de defensa o incluso se puede retraer a una fantasía psicótica para conservar el concepto de sí misma. ¿Cuál es 
la causa de tal visión incongruente? A veces se produce porque una persona se halla dividida entre lo que piensa y lo que 
cree que los demás piensan que debería hacer o pensar. Por ejemplo, una mujer con un impulso sexual fuerte quiere 
considerarse a sí misma como una buena persona. Si le han enseñado que el sexo es pecado, puede reprimir su sexualida d, 
aún en el matrimonio, porque as í no se considerará una mujer mala. El enfoque de Rogers, centrado en la persona, tiene 
como objetivo conseguir la congruencia a través de un método educativo, no directivo. 
Como Maslow, Rogers ha hecho mucho por promover una visión positiva de la humanidad. Ve la cara luminosa de 
nuestra personalidad más que la oscura subrayada por los freudianos, nos ve más como seres autocontrolados que como 
sujetos manipulados por fuerzas externas, como sugieren los conductistas. La ori entación hacia una terapia centrada en la 
persona ha sido importante y Rogers ha tratado de estimular la investigación de sus teorías , sin embargo, como muchos de 
sus términos y conceptos son vagos y difíciles de definir operacionalmente, es difícil diseña r proyectos de investigación para 
estudiarlos. 
“Existe una tendencia natural hacia un desarrollo más complejo y completo. El término que ha sido usado más a 
menudo para expresarlo es el de tendencia a la “actualización”. Y se halla presente en todo organismo viviente. Si estamos 
hablando de una lombriz o de un hermoso pájaro, de un mono o de una persona haremos bien, creo, en reconocer que la 
vida es un proceso activo, no pasivo. Tanto si el estímulo sale de dentro o de fuera, tanto si el ambiente es o no f avorable, 
se puede aceptar que la conducta de un organismo irá en la dirección del mantenimiento, mejora y reproducción. La 
tendencia a la actualización puede variar o torcerse, pero no puede ser destruida sin destruir también el organismo” 
(Rogers, 1980) 
15 
Actividades 
I. Según la lectura sobre el psicoanálisis, responda: 
1- Explique cuál es la importancia de la escuela psicoanalítica en el contexto de la psicología. 
2- ¿Por qué la teoría del psicoanálisis es una teoría psico-sexual? ¿Qué relación establece Freud entre la sexualidad y la 
conducta? 
3- Identifique cuál fue la motivación de Freud que lo llevó a formular el psicoanálisis y cuáles fueron el método y la técnica 
que el desarrolló para su realización. 
4- ¿Cuáles son los antecedentes teóricos que están detrás de la teoría de Freud? Explíquelos. 
5- ¿Qué importancia tienen los traumas en el psicoanálisis? ¿De qué manera se descubren y cómo están vinculados a la 
región del inconsciente? 
6- ¿Qué son la introspección y la hipnosis en la teoría psicoanalíti ca? 
7- ¿Por qué las nociones de instinto e impulso sexual son fundamentales en la teoría psicoanalítica? 
8- ¿Cuáles son los dos impulsos instintivos más primitivos en el ser humano, según Freud? 
9- ¿Cuál es la importancia del inconsciente en la teoría psi coanalítica? 
10- - ¿Por qué, para Freud, los sueños tienen un carácter simbólico y es necesario interpretarlos? ¿Qué es lo que 
representan los sueños? 
11- ¿Qué relación existe entre los sentimientos de culpa (y el castigo) y la moral social? 
12- ¿Qué es la estructura psíquica? ¿Cuáles son sus elementos? 
13- Dibuje un cuadro, definiendo los conceptos de yo, ello y súper yo, indicando los rasgos de cada uno de ellos, el principio 
por el cual actúan y su origen (innato, aprendido, racional, irracional, etc.) 
14- ¿Qué son los mecanismos de defensa y cuál es la causa de su aparición? 
15- Defina al menos cuatro mecanismos de defensa y dé un ejemplo para cada uno de ellos. 
16- Describa las etapas del desarrollo psico-sexual postuladas por Freud. 
17- De acuerdo a Freud ¿qué relación existe entre el desarrollo de las etapas y la formación de la personalidad? 
18- ¿Qué significa el concepto de líbido y de qué manera se relaciona con las zonas erógenas? 
19- Describa los complejos de Edipo y Electra señalando la etapa en la que surgen 
20 (*) (Preguntas filosóficas): a) ¿Puede ser el psicoanálisis una ciencia? b) ¿Es posible explicar la conducta humana -como 
hace Freud- sólo en base a la sexualidad y las represiones sexuales? c) ¿Es el sexo el impulso central en el ser humano?
16 
II. Según la lectura sobre el Conductismo, responda: 
1- Explique en qué consiste la escuela conductista, mencionando y definiendo sus elementos centrales (condicionamiento, 
mecanicismo, asociación, objetivismo, black box, etc.). 
2- ¿Cuáles fueron los aportes teóricos de Descartes y Hume para la fundamentación de la teoría conductista? Mencione y 
describa sus planteamientos filosóficos. 
3- Explique el experimento de Pavlov, en cada una de sus fases, señalando los conceptos propios de cada una y, a 
continuación, mencione tres ejemplos de condicionamiento. 
4- Indique las modificaciones introducidas por el condicionamiento operante (Thorndike – Skinner) al condicionamiento 
clásico (Pavlov) y enuncie las dos leyes postuladas por Thorndike. 
5- Defina el concepto de refuerzo, distinga los refuerzos positivos de los negativos y explique cómo se diferencian éstos del 
castigo. Ejemplifique. 
6- ¿En qué sentido el modelo del condicionamiento operante incorpora la motivación como un elemento para generar y 
consol idar conductas? A su juicio, ¿toda conducta aprendida implica éste y sólo este tipo de motivación? ¿Por qué? 
7- Analice el pasaje extraído y citado de la obra de Watson, y argumente a favor o en contra de él. Utilice ejemplos a favor 
del punto de vista que ud. defiende. 
8- Relacione los principios, conceptos, modelos, experimentos y (la presunta) eficacia del conductismo con los problemas 
expuestos en La naranja mecánica. 
III. Según la lectura sobre el Humanismo, responda: 
1. Explique ¿cuál el sentido de humanismo impuesto por Niethammer? 
2. ¿Cuáles son los aspectos que atribuye Gadamer a este “nuevo” sentido de humanismo? 
3. En el texto se presentan tres momentos “humanistas”: Explique cuáles son las diferencias entre ellos y por qué siendo 
solo una corriente experimenta tres momentos. 
4. Explique cuál es el enfoque contemporáneo de humanismo. 
5. Explique en qué consiste el enfoque de humanismo marxista y humanismo existencial 
6. Indique cuáles son las semejanzas y diferencias que presentan tanto el enfoque humanismo y existencial, es decir, en qué 
coinciden y en que discrepan. 
7. Explique a qué se refiere indicado sistema hegeliano consistente en “la idea que se constituye a sí misma a lo largo de la 
historia”. 
8. ¿Cuál es la “inversión” que plantea el marxismo respecto a la idea hegeliana presentada anteriormente? 
9. Según la cita de los Manuscritos de Marx, ¿Qué es lo que plantea la idea presentada allí. ¿Qué relación tiene con el 
desarrollo del ser humano respecto al ideal del “humanismo contemporáneo ”? 
10. Explique en qué consiste la postura indicada por Althusser sobre el marxismo 
11. Explique cuál es el enfoque humanista del existencialismo sartreano y cuál fue su evolución. 
12. ¿Cuál es la visión de Sartre sobre el marxismo? Explíquela. 
13. Explique en qué consiste el enfoque de la psicología humanista. 
14. Explique en qué consiste la teoría de auto-realización planteada por Maslow. 
15. Explique en qué lugar de la pirámide de Maslow se encuentra usted y por qué motivo se encuentra allí. 
16. ¿Cuál sería la motivación de Alex, protagonista de la naranja mecánica, para comportarse como lo hace según el modelo 
de la pirámide de Maslow? 
17. ¿En qué consiste la visión de Rogers sobre el ser humano y cómo contrasta con la visión conductista y psicoanalític a? 
18. Según la visión de Rogers en cuanto a la personalidad, ¿cómo describiría usted la sociedad presentada en la naranja 
mecánica?

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Guía N°5 - Procesos Psicosociales

  • 1. 1 Internado Nacional Barros Arana Departamento de Filosofía Guía de Estudio n° 5 El individuo como sujeto de procesos psicosociales ______________________________________________________________________________________________ APRENDIZAJES ESPERADOS 1. Aprecian las características que imprime al sujeto el grupo social de origen. 2. Reconocen la dimensión moral como constitutiva del ser humano y reconocen distintas teorías que explican la formación de la conducta moral. 3. Identifican prejuicios y los aspectos cognitivos (estereotipos), afectivos (emociones negativas o positivas) y conductuales (discriminación) observados en diversos escenarios intergrupales. 4. Aprecian la necesidad de vivir con otros, y valoran la convivencia social. 5. Entienden que las personas aprenden el lenguaje y los códigos culturales necesarios para su integración social a través del proceso de socialización. 6. Comprenden el sentido del proceso de desarrollo como un proceso de autonomización y desarrollo de la propia identidad. 7. Entienden la identidad personal como el resultado de una biografía que les da unicidad, a la vez que como un proceso social que los hace ser partes de diferentes categorías sociales. 8. Entienden la autonomía personal como un comportamiento adscrito a valores y normas morales. 9. Comprenden la importancia de distinguir entre identidad personal y social. 10. Comprenden la relación que se establece entre la tendencia a percibir al propio grupo más favorablemente que al exogrupo y el origen de las actitudes prejuiciosas y de comportamientos más extremos, como la agresión intergrupal. 11. Conocen la distinción entre prejuicios manifiestos (aquellos que se expresan abiertamente) y encubiertos (aquellos que no necesariamente tenemos conciencia que los tenemos). 12. Cuestionan relaciones de discriminación y las entienden como una forma de negación de la dignidad de personas como seres humanos. 13. Reconocen y evalúan críticamente relaciones de influencia del grupo en las opiniones, juicios y comportamientos de los individuos. 14. Valoran la resolución de conflictos a través de la construcción comunicativa de acuerdos y sentidos compartidos. 15. Valoran la propia identidad. ______________________________________________________________________________________________ ¿Qué es la Socialización? Es un proceso de influjo entre una persona y sus semejantes, un proceso que resulta de aceptar las pautas de comportamiento social y de adaptarse a ellas. Es un proceso de inducción amplia y coherente de un individuo en la sociedad. Hace referencia a que la socialización, desde el punto de vista del individuo, supone la internalización o interiorización de los contenidos culturales de la sociedad en que se nace y vive. Este proceso dura toda la vida, sin embargo, se puede reconocer una primera fase denominada: a) Socialización Primaria: Es la primera etapa por la que el individuo atraviesa en la niñez, por lo general en el seno de la familia y que tiene una importancia fundamental en la vida. En esta etapa el individuo se convierte en miembro de la sociedad y adquiere los patrones culturales característicos del grupo al cual pertenece. Se caracteriza por una fuerte carga afectiva. El individuo llega a ser lo que los otros lo consideran (son los adultos los qu e disponen las reglas del juego, porque el niño no interviene en la elección de sus otros significantes, se identifica con ellos casi automáticamente). Posteriormente se reconoce una segunda fase: b) Socialización Secundaria: Es cualquier proceso posterior que induce al indivi duo ya socializado a nuevos sectores del mundo objetivo de su sociedad. Es la internalización de submundos (realidades parciales que contrastan con el mundo de base adquirido en la socialización primaria) institucionales o basados sobre instituciones. El i ndividuo descubre que el mundo de sus padres no es el único.
  • 2. 2 Y ¿qué es el proceso de socialización? Es la manera con que los miembros de una colectividad aprenden los modelos culturales de su sociedad, los asimilan y los convierten en sus propias reglas personales de vida. Según Durkheim: - Los hechos sociales son exteriores al individuo. - Hecho Social : modo de actuar, pensar y sentir, exteriores al individuo y que poseen un poder de coerción en virtud del cual se lo imponen. - La finalidad de la sociedad es crear miembros a su imagen. - El individuo es un producto de la sociedad. Según Weber: - El punto de partida de los hechos sociales son las acciones de los individuos. - Acción Social : toda acción orientada en un sentido, el cual está referido a las acciones de los otros. - Relaciones sociales: acciones sociales recíprocas. - La sociedad son los sujetos actuantes en interacción. Según Berger y Luckman: - Las realidades sociales varían a través del tiempo y el espacio. - Realidad: todo fenómeno que es independiente de la voluntad del individuo. - Internalización de aspectos significativos de la realidad objetiva que los rodea. Entonces, ¿cómo se relaciona el Ser humano y la Cultura? Una diferencia sustantiva entre el ser humano y los demás animales es que su apr oximación a la realidad está mediada por la cultura y la sociedad de la que forma parte. Más aún, su propia constitución como sujeto se realiza en la relación con el grupo del cual depende. Aprende códigos de lenguaje y comportamiento que el animal no. El ser humano es incapaz de sobrevivir al margen de un grupo social. El aprendizaje se desarrolla principalmente en la primera etapa de la vida y deja una impronta que perdura a través de modos de ser en gran medida inconscientes, que son difícilmente modificables. Desde la antigüedad se han hecho esfuerzos por caracterizar lo distintivo y permanente de las personas. Se reconoce el desarrollo de la identidad personal, que en la adolescencia representa un interés particular, dado que justamente es uno de los desafíos característicos de la edad. Por otro lado, en lo que respecta a esta relación entre el ser humano y la cultura, existen distintas formas de pensamiento que intentan darle una forma a las relaciones humanas dentro de la sociedad. Psic oanálisis, Conductismo y Humanismo: distintas corrientes filosóficas que presentan distintos enfoques respecto a cómo se ha desarrollado el ser humano inmerso en un grupo integrado por pares: ¿Qué es el Psicoanálisis? La teoría de Freud fue una de las más revolucionarias en el campo de la psicología y la psiquiatría y se mantiene, hasta el día de hoy, como una de las teorías más fuertes y controversiales sobre el desarrollo del individuo. A continuación, examinaremos, en siete secciones, el origen histórico del psicoanálisis; sus antecedentes teóricos; la finalidad, metodología y técnica del psicoanálisis; los conceptos centrales que fundamentan el psicoanálisis como una teoría psico -sexual; la estructura psíquica del individuo; los mecanismos de defensa; y, finalmente, las etapas que distinguió Freud en el desarrollo psico-sexual del ser humano. Luego de ello, veremos distintas teorías que han tomado las bases del psicoanálisis y se han desarrollado por otros caminos. 1- Origen y antecedentes históricos del psicoanálisis El psicoanálisis surge durante la primera mitad del siglo XX y fue desarrollado por el psiquiatra Sigmund Freud. Freud, intentado explicar el origen de ciertos traumas (histeria y neurosis, principalmente) de algunas mujeres que asis tían a su consulta, elaboró un método de análisis psicológico orientado a encontrar la razón de tales traumas y solucionarlos. Ni la psicología ni la psiquiatría podían, hasta ese entonces, explicar tales traumas que, en virtud del desarrollo de la teoría psicoanalítica, Freud identificó posteriormente como deseos reprimidos o represiones sexuales. De ahí que la teoría psicoanalítica sea una teoría psico-sexual, puesto que la explicación de la conducta descansa, en último término, en deseos, frustraciones y represiones sexuales. Es así como los estudios de los casos clínicos estudiados por Freud lo condujeron al descubrimiento de una región psíquica que no había sido explorada: el inconsciente. Probablemente sea éste precisamente el concepto fundante de toda la teoría psicoanalítica y, de hecho, Freud, pensaba que el inconsciente condicionaba y determinaba gran parte de nuestra conducta (consciente). El psicoanálisis emerge como una explicación de la conducta humana de manera alternativa al conductis mo, corriente cuya influencia se empezaba ya a masificar y consolidar dentro de la psicología europea. En este sentido, el valor de la
  • 3. teoría freudiana es doble: por una parte, le dio a la sexualidad un lugar preponderante dentro de la explicación conductu al del hombre, aspecto que la psicología científica tradicional no había considerado dentro de sus investigaciones y, por otra parte, logró proponer una teoría alternativa al conductismo, adoptando metodológicamente la introspección como una vía válida para la explicación del comportamiento. De ahí en adelante, el psicoanálisis comenzó a masificarse rápidamente, colocando la sexualidad como un problema pertinente para el estudio psicológico. Actualmente el psicoanálisis ha sufrido diversas modificaciones y el radicalismo que atribuyó Freud a la sexualidad ha sido progresivamente matizado. La técnica de la hipnosis, en la que Freud creyó ver el mecanismo para el descubrimiento de los traumas de infancia, por ejemplo, es ya más bien una cuestión anecdóti ca y obsoleta, pese a lo cual el psicoanálisis sigue siendo una de las teorías más revolucionarias e importantes dentro de las escuelas psicológicas contemporáneas. 3 2- Fundamentos filosóficos y antecedentes teóricos del psicoanálisis Si bien no resulta tan evidente que Freud haya recibido una influencia directa y manifiesta de alguna doctrina anterior, es posible distinguir dos concepciones precedentes que si no inspiraron el psicoanálisis, al menos, muestran una correlación y similitud excepcional con respecto a las ideas expuestas por Freud. Tales concepciones son generalmente denominadas, en la historia de la filosofía, como la corriente voluntarista, representada por Schopenhauer y Nietzsche. A continuación enunciaremos y describiremos brevemente algunas de las afirmaciones sostenidas por ambos filósofos, las que permitirán entender el contexto en el que surge el psicoanálisis: a) La noción de voluntad en el pensamiento de Schopenhauer El filósofo alemán Arthur Schopenhauer (1788 - 1860) desarrolló, a partir de la filosofía de Kant, una peculiar definición del concepto de voluntad. Para Aristóteles, la voluntad, al igual que la libertad, estaba asociada a la deliberación racional del hombre. Para Schopenhauer, en cambio, la voluntad no es una facultad racional del hombre: la voluntad es, para él, una fuerza propia de la naturaleza. Esto significaba propiamente que la voluntad no dependía del sujeto: no es el sujeto el que decide voluntariamente, sino que es la fuerza de la naturaleza, bajo la forma de una voluntad no-subjetiva, la que determina al individuo y también sus acciones. En este sentido, la voluntad es un impulso vital que se manifiesta en el individuo el que, por consiguiente, está determinado a someterse a esta fuerza. Todos los organismos son el resultado de esta fuerza, de este impulso universal indivisible que nos impele a la acción. Todas las entidades vivas participan de una voluntad única y universal, que rige el comportamiento de lo vivo. La voluntad, por lo tanto, se expresa de maneras distintas en cada ser vivo y gobierna así el devenir de la naturaleza. Así, en definitiva, Schopenhauer niega el concepto de voluntad psicológica y afirma la voluntad bajo una forma universalista no-subjetiva que forma parte de la naturaleza. El concepto de voluntad en Schopenhauer es una noción que precede la noción de instinto en Freud, el impulso natural de carácter primordialmente sexual que está detrás del comportamiento humano. La naturaleza psíquica del individuo está determinada por este impulso (la voluntad à la Schopenhauer) que explica nuestras acciones conscientes, nuestro yo. La fuerza impulsiva, natural e instintiva no es racional, sino puramente irracional e inconsciente; es el ello -como dirá posteriormente Freud- que resulta sólo controlable por medio de nuestra moralidad que no es innata, sino aprendida por la cultura: el super - yo. En síntesis, nuestro consciente se explica a partir de nuestro inconsciente: la motivación central de nuestras acciones es un impulso natural e irracional, y no nuestra racionalidad y son nuestras pulsiones sexuales, satisfechas o insatisfechas, logradas o reprimidas las que justifican todo nuestro comportamiento consciente en el mundo. b) La importancia del instinto sexual y la corporalidad según Nietzsche Otro precedente teórico del psicoanálisis -tan importante como el voluntarismo de Schopenhauer - es el pensamiento del filósofo alemán, Friederich Nietzche (1844 - 1900). La filosofía de Nietzsche es, generalmente, caracterizada o definida como nihilismo. Para Nietzsche, los fundamentos de la moral occidental han estado sustentados sobre equívocas categorías éticas arraigadas en la religión cristiana. De acuerdo a Nietzsche, la religión ha despreciado el cuerpo, la sexualidad y los instintos naturales; en una palabra, la vitalidad propia del hombre, cuestión que ha provocado, a su juicio, la decadencia de la humanidad. Nietzsche intenta en sus obras, en consecuencia, demostrar que los valores y la moralidad que han sido defendidos por el cristianismo y la filosofía deben ser rechazados y sustituidos por otros valores que representen ideales verdaderos. El hombre debe buscar sus valores no en función de Dios y sus designios, sino en función de sí mismo. En este sentido, sostiene Nietzsche, los valores deben ser formulados de acuerdo a nuestras tendencias e inclinaciones naturales, dentro de las cuales está una de las más importantes: nuestro deseo e impulso sexual. La filosofía de Nietzsche –puede decirse- es una filosofía del cuerpo. De acuerdo a Nietzsche, el cuerpo manifiesta ciertas exigencias fisiológicas que tienen como fin su satisfacción. Tales deseos, impulsos o instintos, pueden ser el placer , la pasión, la destrucción o incluso, la muerte. La moralidad debe ajustarse a estas exigencias y no negarlas como indeseables, despreciables, sucias, oscuras, banales o inútiles: la moral debe estar fundada en la naturaleza del cuerpo. Un valor moral es aquél que fortalece el cuerpo y la vida. Imponer valores morales de carác ter ideal y abstracto –lo que, para él, ha realizado precisamente la religión- es no respetar la naturaleza del hombre, su animalidad. Para Nietzsche incluso la racionalidad es una exigencia fisiológica y, por lo tanto, aquélla se explica a partir de la na turaleza instintiva del hombre. En definitiva, la filosofía de Nietzsche, que pone el acento en el cuerpo y la sexualidad, inspira -directa o indirectamente- la teoría psicoanalítica de Freud, dado que, para éste, nuestra conducta conciente está bas ada en nuestros
  • 4. instintos que resultan externamente reprimidos por nuestra moralidad, tal y como Nietzsche afirma. Son los deseos e impulsos los que explican nuestro comportamiento y nuestras relaciones con los demás. El impulso sexual, la fuerza natural del cuerpo y las exigencias fisiológicas -cuya importancia Nietzsche subrayó- están, de este modo, detrás de la teoría psicoanalítica de Freud. 4 3- Finalidad, metodología y técnica del psicoanálisis El psicoanálisis freudiano es una teoría psicol ógica sui generis, pues tanto la metodología que adopta, como la técnica que desarrolla y los problemas que busca explicar, son completamente inauditos dentro del campo del estudio de la mente y el comportamiento. Por esta razón, es preciso definir estos tres elementos que constituyen, desde el punto de vista metodológico, la base del carácter presuntivamente científico de la teoría psicoanalítica. Veremos asimismo que muchos de los conceptos centrales del psicoanálisis son adoptados por Freud desde la tradición mitológica griega, y adaptados a su teoría. a) Finalidad del psicoanálisis: descubrimiento y explicación de los traumas La finalidad última del psicoanálisis era el descubrimiento de los traumas que afectan a los individuos en la vida diaria . La palabra ‘trauma’ proviene del griego y significa ‘herida’. Una psicopatología (enfermedad o padecimiento psicológico) era para Freud una consecuencia de una herida o trauma sufrido, por ejemplo, en la infancia de los individuos. Los traumas son entonces huellas o vestigios (alojados en el inconsciente) de la historia del sujeto que han producido, con el correr del tiempo, una patología que altera el normal funcionamiento del hombre a nivel de su estructura psíquica y de su comportamiento cotidiano. La hipótesis de Freud era que, por medio de la revelación y explicitación del trauma, era posible reconstruir causalmente el origen del padecimiento que una persona manifiesta posteriormente en la adultez. Estos traumas podían ser violaciones, abusos, insatisfacciones sexuales, deseos sexuales reprimidos o etapas de la sexualidad no plenamente desarrolladas. Sólo a partir del descubrimiento del trauma y su correcta interpretación, era posible identificar y diagnosticar la patología e iniciar un tratamiento con el fin de superarlo. Por el contrario, si una persona padece un trauma que no es diagnosticado ni tratado, vivirá psicológicamente traumatizado (herido), no pudiendo desenvolverse de manera normal en la vida cotidiana. b) Metodología del psicoanálisis: introspección La palabra ‘introspección’ proviene del latín ‘introspectio’ que puede traducirse literalmente como ‘inspección interna’. El sujeto (paciente) inspecciona y observa sus propios contenidos y estados psíquicos; sus recuerdos, fantasías, sueños, etc. y es el terapeuta (psicoanalista) quien debe interpretar tales contenidos. El paciente debe verbalizar o expresar aquellos contenidos que forman parte de la estructura psíquica para que el psicoanalista los interprete de acuerdo a su teoría. El paciente debe expresar los contenidos que subyacen a la conciencia y, por ello, debe poder manifestar tales deseos, recuerdos o fantasías, que el psicoanalista interpretará como represiones, deseos frustrados o impulsos no concretados por el sujeto en realidad. Pero para acceder a esta región de la estructura psíquica (el inconsciente) el terapeuta debe someter al paciente a un estado de inconciencia, con el propósito de “abrir” esa región y que pueda el paciente revelar lo que hay allí dentro. El descubrimiento del inconsciente del sujeto depende, en consecuencia, de hipnotizar al paciente y, con ese fin, Freud desarrolló la técnica de la hipnosis como mecanismo para el descubrimiento del inconsciente del sujeto por medio de un acto introspectivo inducido. c) Técnica: hipnosis La palabra ‘hipnosis’ proviene del griego ‘hipnos’ que significa ‘dormir’. Para develar los contenidos de la estructura psíquica inconsciente, Freud pensó que era necesario inducir al paciente a un estado de sueño, pues sól o en ese caso, él revelaría lo que el sujeto no puede verbalizar conscientemente. De este modo, el terapeuta psicoanalista induce al paciente a un estado hipnótico, adormeciéndolo, “sacándolo” de la vigilia y de manera deliberada guía -como explorando en los caminos de un frondoso bosque- al paciente a encontrarse con sus propios contenidos inconscientes. Una vez que el paciente expresa tales contenidos, el terapeuta los ordena e interpreta, dándole una coherencia que se ajuste a su sistema teórico y puede, con ello, diagnosticar la patología (enfermedad) que padece el individuo. Por ello, según Freud, todo diagnóstico psicopatológico depende del empleo de la técnica de la hipnosis que se desarrollaba mediante el instrumento del péndulo oscilante, que lograba transportar al paciente al estado hipnótico. 5- El psicoanálisis como teoría psico-sexual Como se ha señalado, los fundamentos de la teoría psicoanalítica son de naturaleza fundamentalmente sexual; esto significa que la explicación de nuestra conducta racional y consciente es una manifestación de nuestras vivencias, las que siempre están relacionadas con nuestros deseos, impulsos e instintos sexuales y que van marcando nuestro desarrollo a lo largo de la vida. A continuación analizaremos cuáles son los elementos centrales del psicoanálisis en función de la importancia que atribuyó Freud a la sexualidad y de qué manera el desarrollo de sus etapas influye o determina en la conducta del hombre. En esta sección, abordaremos la importancia de cuatro elementos de la teoría psico-sexual de Freud: la importancia del
  • 5. instinto; el papel que juega el impulso sexual en la conducta del hombre; el significado (simbólico) de los sueños y su interpretación; y, finalmente, el eros (amor) y el thanatos (muerte) como las dos pulsiones afectivas y primitivas en el ser humano. 5 a) La noción de instinto y el impulso sexual Si bien la noción de instinto es más o menos obscura en la tradición filosófica y de la psicología, Freud le dio una importancia fundamental para la explicación de la conducta, precisamente porque, el esquema explicativo freudiano, constituía una vía alternativa a la explicación conductista, en donde el individuo resulta condicionado o determinado sólo por el ambiente. El instinto, por el contrario, al ser un rasgo innato en el ser humano y en el reino animal, resultaba bastante inasible desde el punto de vista explicativo. Sin embargo, podríamos definir el instinto como un impulso o pulsión universal de carácter natural e innato que comparten los animales y que está determinado por la búsqueda y satisfacción del placer. Ahora bien, como el placer puede ser (y es de hecho) satisfecho mediante diversos objetos, la exigencia fisiológica instintiva puede ser satisfecha a través de diferentes objetos y medios. Las pulsiones biológicas del hambre, de la sed, de la agresividad y del sexo pueden satisfacerse mediante diversos objetos. En general, siempre existen objetos que pueden sustituir la sensación de placer que produciría otro objeto (por llamarlo así, el “original” o “natural”), el que produce el impulso. Cuando uno no puede satisfacer el impulso mediante el objeto en el que uno ha colocado el deseo, se produce –lo que Freud llamó- una sublimación: un objeto (alternativo) permite la satisfacción del pl acer que fue provocado por otro (original). Así, por ejemplo, la masturbación es un acto de sublimación, pues el deseo es satisfecho, pero recurriendo a otro mecanismo. Los objetos que satisfacen los deseos son, así, dinámicos y flexibles. Podemos, del mi smo modo, tener un gran sentimiento de agresividad con el jefe, pero nos “desquitamos” en la casa: el objeto de nuestra ira se ha traslado y conseguimos sublimar nuestra impotencia. Cuando, por el contrario, un impulso no es satisfecho, entonces el individuo se frustra. El fenómeno de la frustración ocurre cuando no conseguimos satisfacer un impulso mediante ningún objeto, ni siquiera a través de la sublimación. Así, la acción consciente del hombre s el resultado de la interacción entre la demanda del placer (pulsión fisiológica) y los objetos de que disponemos para la satisfacción; de un lado está el deseo y del otro la satisfacción. Una vez que el deseo ha sido satisfecho, se produce un equilibrio, el que vuelve a ser alterado cuando la demanda del placer ha vuelto a entrar en juego. En este esquema en dónde los instintos parecen ser determinantes para la realización de la conducta ¿juegan algún papel la circunstancias, el medioambiente, la sociedad o la cultura? Por supuesto. El mundo permite tanto la esti mulación como acomodamiento (regulación) de las predisposiciones innatas que tienden hacia la búsqueda del placer. b) Eros y thanatos y los complejos de Edipo y Elektra Para Freud, el eros y el thanatos (‘amor’ y ‘muerte’ en griego respectivamente) eran las dos afecciones más básicas en el ser humano. Ambas se manifestaban bajo diversas formas. Según Freud, ambas pulsiones (que se convierten en pasiones o emociones) están presentes durante toda la vida del ser humano. El eros es el impulso hacia la unión: el amor erótico. Nuestra sexualidad manifiesta a través de diversas etapas del desarrollo vital este impulso. La atracción por el sexo opuesto –pensaba Freud- que se comienza a experimentar de manera ya más madura en la adolescencia es sólo una de las expresiones del erotismo, pues durante la infancia también está este impulso latente. Para Freud, durante la infancia, los niños tienden a desear eróticamente a su madre y las niñas a su padre (complejos de Edipo y Electra respectivamente). Sin embargo, dado que las reglas morales impiden que tal acción se manifieste en la realidad, esa pulsión termina siendo reprimida (pasa al inconsciente) y se expresa en los sueños. Cuando un niño pasa por la etapa del enamoramiento erótico con respecto a la madre “compite” c on su padre con el amor de aquélla y siente envidia y celos: experimenta una pulsión de “destrucción” con respecto al padre, etapa que también sufren las niñas frente al padre, al que desean, compitiendo con su madre. Por eso, para Freud, los sentimientos de los niños son ambivalentes: de amor-odio. Los sentimientos hacia nuestros padres del mismo sexo están definidos por el thanatos: deseamos destruir o “matar” a nuestro padre o madre del mismo género. No obstante, las reglas y principios morales tienden a reprimir, por un lado, ese deseo erótico por nuestro padre o madre de distinto género, y el sentimiento de destrucción, agresividad o muerte por nuestro padre o madre del mismo género. Una vez que la etapa de la infancia termina, se acaba también con ell o la ambivalencia eros – thanatos. Sin embargo, en las diversas etapas, tales impulsos no dejan de estar presentes, aunque sí cambian los objetos que producen estas afecciones. Vemos así, en definitiva, cómo estos impulsos naturales e innatos tienden a ser reprimidos en virtud de la adquisición y aprendizaje de las normas morales que regulan la conducta. La sociedad y sus prescripciones o imperativos, forman una lucha contra la naturaleza impulsiva del ser humano, lucha que contribuye decisivamente en la fo rmación de la personalidad del individuo, resultado de esta confrontación. c) Simbolismo e interpretación de los sueños La importancia que Freud atribuyo a los sueños está relacionada con su descubrimiento del inconsciente. De acuerdo a la teoría psicoanalítica freudiana en los sueños se manifiesta, en todo su esplendor, amplitud y profundidad, la región psíquica inconsciente. Dado que los sueños son irracionales, las normas morales que son aprendidas de la realidad y el entorno social del cual formamos parte, no se expresan: los sueños expresan así nuestros deseos reprimidos o frustrados, nuestros anhelos que no calzan o no se ajustan con lo que la sociedad, desde el punto de vista moral nos exige. Los sueños
  • 6. (en el inconsciente), por consiguiente, expresan simbólicamente lo que deseamos irracionalmente y que no estamos dispuestos a manifestar y mucho menos a realizar debido a la carga inmoral que ello implicaría: la culpa y el castigo. En est e sentido, el sentimiento de culpa (el arrepentimiento) no es una cuestión natural e innata, sino socialmente aprendida. Por eso, los sentimientos de culpa varían de sociedad en sociedad, puesto que no todas las sociedades permiten y prohíben las mismas acciones. La cultura, por lo tanto, juega un papel decisivo en lo que reprimimos, lo que soñamos. En las sociedades occidentales el sentimiento de culpa tiende a ser muy fuerte y arraigado, por ejemplo, en contraposición a algunas culturas de medio oriente, en donde el hombre tiene, desde luego, muchos más privilegios de derecho (sexuales y maritales) con respecto a la mujer. Por eso, las sociedades de medio oriente tienden a ser mucho más castigadoras con las mujeres que con los hombres, tendencia que también se mantiene en las sociedades occidentales (esencialmente machi stas) pero de manera más matizada. Es necesario entonces advertir que tanto los sentimientos de culpa y los castigos morales (e incluso jurídicos) como la manifestación del inconsciente (lo que soñamos) está estrictamente vinculado a las permisiones, prohibiciones y obligaciones morales. El sueño expresa no lo que no podemos hacer por naturaleza, sino lo que moralmente debemos o no debemos hacer. Debido al carácter simbólico de los sueños, Freud creía necesario saber y poder interpretarlos correctamente. Si lo sueños simbolizan nuestros deseos no concretados en la realidad, el terapeuta (el psicoanalista) debe interpretar qué es lo que el sujeto (paciente) desea realizar y, debido a la moralidad, no puede hacer. Para Freud es de suma importancia que el sujeto pueda comprender cuáles son los deseos o instintos que se manifiestan in inconsciente, pues ello permitirá una correcto desarrollo psicológico y de su personalidad a lo largo de la vida; de lo contrario, vivirá traumatizado por el incumplimiento de un deseo no frustrado o reprimido del cual no es consciente. El proceso de la terapia psicoanalítica constituye, en este sentido, una sanación moral que repercutirá en un apropiado 6 desarrollo de las etapas de la personalidad a nivel psico-sexual. 5- La estructura psíquica del individuo a) Yo, Ello y Súper Yo El valor de la teoría freudiana es que fue la primera formulación teórica que confirió una importancia radical a la dimensión inconsciente, una vez que Freud la descubrió. El inconsciente determina, incluso más que la región de la conciencia, nuestra personalidad y nuestras relaciones humanas. Por medio de una analogía podemos entender la relación entre el consciente y el inconsciente. Imaginemos un iceberg. El consciente representaría no más que su punta o cima (lo que resulta visible y observable); el inconsciente, en cambio, sería lo que está bajo esa punta y a lo cual no tenemos acceso directo. Así, la región de lo inconsciente es mucho más vasta que la región de lo consciente. He ahí la importancia que Freud atribuyó al inconsciente. Pero, junto con ello, la moralidad –como hemos visto- también influye en el desarrollo de la personalidad del individuo. Así, la estructura psíquica, desde el punto de vista psicoanalítico, queda determinada en esta triada, formada por lo racional (consciente), lo irracional (inconsciente) y la moralidad. Cada una de estas dimensiones tiene un correlato con la estructura psíquica, que Freud denominó, respectivamente, yo, ello y súper yo. Analicemos cómo Freud establece esta coexistencia de estos tres elementos o regiones de la estructura psíquica y de qué manera interactúan. a) El yo (ego) El yo o ego es el primer elemento de la estructura dinámica de la psiquis (alma). El yo corresponde a la dimensión racional del sujeto y, por lo tanto, se aloja en el consciente. El yo se despliega racionalmente en la vida cotidiana y actúa por medio del principio de realidad. El yo trata de satisfacer un deseo o pulsión, pero, al hacerlo, tiene a la vista la realidad, y por eso, actúa racionalmente. Esto quiere decir que la satisfacción del instinto no se logra de manera inmediata y espontánea, sino que el yo conduce a la realización de la satisfacción del deseo por medio de la ideación de un plan o una estrategia racional. b) El ello (id) El ello o id corresponde, contrario al yo, a la dimensión irracional del sujeto y, por lo tanto, se aloja en el inconsciente. El ello representa el impulso (irracional e inconsciente) que determina o, al menos, condiciona al sujeto a la satisfacci ón del placer. El ello, al ser el impulso innato propio de la especie humana y de los animales, demanda la satisfacción inmediata del placer. Por consiguiente, el principio que determina directamente al ello es el principio del placer. A medida que el individuo se desarrolla, el ello, en cuanto impulso irracional, comienza a ser mitigado y su aparición es menos infrecuente conforme al transcurso de la vida. c) El súper yo (súper ego) El súper yo (súper ego) constituye el conjunto de preceptos, reglas o normas morales que regulan el comportamiento social del individuo y como tales reglas son externas, el súper yo no es innato, sino aprendido: depende de la moral, la sociedad y las creencias o, en una palabra, de la cultura. El súper yo representa el yo ideal, y es el encargado de frenar al instintos y los impulsos (el ello). El súper yo es una especie de regulador o carcelero del ello y es el que nos hace sentir culpables cuando no actuamos de acuerdo al ideal moral que la sociedad espera de nosotros, los ideales que, por ejemplo,
  • 7. nos ha inculcado nuestra familia en relación con los ideales morales. Por eso, el súper yo actúa mediante el principio de perfección, y está motivado por el deber moral con el que debemos ejercer nuestras acciones en el mundo. 7 d) La interacción de estos elementos en la formación de la personalidad De acuerdo a Freud, la interacción de estos elementos es dinámica y fluida, reflejando una relativa armonía de coexistencia entre los tres. Sin embargo, esto no siempre ocurre. Si en una persona predomina el ello sin que el súper yo pueda frenar los instintos, tal persona manifestará sus deseos eróticos (y los pondrá en práctica) con demasiada liviandad, o podrá mostrarse o ser agresivo sin la menor cuota de autocrítica o arrepentimiento. Tal persona podrá transformarse en una persona agresiva, violenta, sádica e incluso con nula capacidad de empatía (ponerse en el lugar del otro). Por el contrario, si en una persona prevalece más bien el súper yo, éste será juzgado como excesivamente moralista, conservador, reprimido y dará lugar, por lo general, a una personalidad más bien introvertida, tímida, inhibida e incluso autoflagelantes, culpabilizadotes y castigadores. Indudablemente como el afectado directo de este “desequilibrio psíquico” es el yo, éste debe para poder desenvolverse en el mundo debe superar este conflicto psíquico, apelando a una modificación (leve o radical) del sentido de la realidad. A esto se le denomina comúnmente mecanismos de defensa, que serán los que a continuación enunciaremos y describiremos brevemente. 6- Mecanismos de defensa Cuando la racionalidad del yo, la impulsividad del ello y la moralidad del súper yo no se encuentran en equilibrio, el yo confiere un nuevo sentido a la realidad, distorsionándola y reinterpretando los hechos, aunque de manera inconsciente. El yo, por decirlo así, está convencido de que el sentido que le da a la realidad es el correcto, aun cuando no coincida con la realidad objetiva. En este sentido, los mecanismos de defensa actúan desde el inconsciente. Sólo se presentarán y expondrán a continuación los mecanismos de defensa más conocidos y, tal vez, más recurrentes en la vida cotidiana. a) Desplazamiento: el objeto que provoca e insta el despliegue de nuestro impulso es desplazado hac ia otro debido a las circunstancias sociales o externas que impiden que el objeto original satisfaga nuestra pulsión. Por ejemplo, como no podemos insultar a nuestro jefe u ofender a la autoridad, entonces desplazamos ese deseo hacia un objeto que sea socialmente permisivo: nuestra familia, nuestros amigos, nuestros hijos, etc. Cuando el desplazamiento ocurre de manera exitosa, entonces hemos logrado sublimar nuestro deseo. b) Negación: Es la negación absoluta y radical respecto de un hecho doloroso que no queremos reconocer. El fenómeno del duelo es especialmente ilustrativo. Antes que aceptar la muerte, por cierto, definitiva de un ser querido, lo negamos e interpretamos ese hecho simplemente como una ausencia pasajera que permitirá la reversión de las ci rcunstancias. La negación, por lo tanto, se da cuando un violento hecho, de carácter inmodificable, suele ser reinterpretado con el fin de evitar el dolor que produce su aceptación. c) Represión: la represión es asimismo uno de los mecanismos de defensa más frecuentes y puede definirse o caracterizarse como el bloqueo al acceso de la conciencia de determinados recuerdos o sentimientos que nos provocan dolor o angustia. Las experiencias tristes, cuando son muy fuertes, tienden a ser reprimidas para permiti r el normal funcionamiento del sujeto en la vida diaria. No se trata –como en el caso de la negación- de negar algunos recuerdos o experiencias olvidadas, sino que no existe un acceso consciente a tales hechos. La negación constituye el reconocimiento del hecho, pero negando su verdadero sentido, dándole otro; en la represión, en cambio, sigue existiendo una vinculación de la experiencia con el dolor que causa, pero queda reprimido en el inconsciente. Por ejemplo, una experiencia nos puede haber marcado tan radicalmente que resulta reprimida. Casos como de violación o ser testigos de un violento asesinato pueden dejar de formar parte del recuerdo de un sujeto, si el recordarlos implicase evocar ese sentimiento de dolor y desesperación. d) Aislamiento: el sujeto aísla o separa el carácter emotivo de los recuerdos. Si un amigo que nos ha traicionado sufre alguna tragedia, relataremos esa tragedia sin expresar nuestros sentimientos. Hemos separado de manera radical y categórica los hechos de los sentimientos que alguna vez tuvimos con esa persona, los cuales no verbalizamos. e) Disociación: puede fácilmente confundirse con el aislamiento, pero son diferentes. La disociación consiste en olvidar ciertos acontecimientos que evocan algún pensamiento doloroso. Por ejemplo, olvidamos (inconscientemente) la fecha de cumpleaños de una antigua pareja a la que amamos profundamente, y preferimos deshacernos de todos los recuerdos que evoquen rememorarla, porque produce sentimientos de nostalgia y tristeza. f) Proyección: es uno de los mecanismos de defensa más conocidos: proyectamos sentimientos, ansiedades, errores o juicios en el otro, cuando en realidad son propios. Por ejemplo, una persona envidiosa puede proyectar su envidia en otro sujeto, cuando, en realidad, quien siente la envidia es aquél. Lo mismo sucede cuando alguien culpabiliza a su pareja por alguna infidelidad, en circunstancias que el o la infiel ha sido él mismo. g) Introyección: es el proceso inverso al de la proyección. El individuo incorpora los sentimientos que otro pueda sentir hacia un tercero. Así, una persona realiza, en general, una introyección cuando se identifica con los sentimientos o juicios
  • 8. de otro sólo por el hecho que el otro los tiene, no porque real y verdaderamente los sienta. Los sentimientos o juicios son adquiridos de manera externa, y no afloran desde la propia subjetividad, pues ellos son el resultado de una identificación parcial con lo que otro siente o piensa. h) Formación reactiva: consiste en la sustitución de un sentimiento negativo por otro positivo que nos podría producir una persona o situación. Así, por ejemplo, cuando debemos trabajar con alguien que no nos simpatiza tendemos a ocultar el sentimiento de antipatía y lo sustituimos por uno de agrado. Del mismo modo, cuando nuestro competidor, a quien no le tenemos suficiente estimación, ha conseguido un logro, lo felicitamos, en vez de manifestarle la hostilidad que sentimos por él. i) Regresión: la regresión es una respuesta a la ansiedad que se da generalmente en la etapa de la infancia, aunque no pocas veces se da también en la adultez. Por ejemplo, ante el nacimiento de su hermano, el niño(a) podría reaccionar a través de la regresión tratando de llamar la atención de los padres chupándose el dedo o balbuceando como lo h ace su hermano recién nacido. Una mujer recién divorciada podría ir a vivir a la casa de sus padres, regresando a una etapa vital anterior a la de su matrimonio. En general, la regresión es un mecanismo semejante al reseteo de un computador para permitir u n funcionamiento correcto de las actividades. j) Racionalización: la racionalización constituye un mecanismo de defensa muy frecuente en los seres humanos. Cuando nos vemos envueltos en una situación desagradable, un infortunio o hemos sido víctima de una situación que consideramos injusta, racionalizamos el hecho negativo, desagradable o doloroso con el fin de justificar su aparición. Así, por ejemplo, s i nuestra pareja ha sido infiel, justificamos ese hecho a partir de nuestro comportamiento, aun cuando aquella persona jamás haya sido infiel por venganza o bien, si nos asaltan, tratamos de justificar el hecho a partir nuestra irresponsabilidad o incluso, la inutilidad de las cosas que nos robaron o nos conformamos con que no nos hicieron daño. Como vemos, los mecanismos de defensa son múltiples y variados, y sus diferencias muy sutiles (por ejemplo, para distinguir la negación de la represión o el aislamiento de la disociación). No pocas veces, por lo demás, los mecanismos de defensa se potencian entre sí, dado su carácter interactivo. Para Freud, los mecanismos de defensa explicaban, precisamente, la existencia de algún trauma psíquico que podía ser tratado una vez identificada la causa del trauma. 8 7- Las etapas del desarrollo psico-sexual según Freud La teoría psico-sexual de Freud se completa con su teoría sobre el desarrollo de la personalidad que está, por cierto, relacionada con todos los elementos que han sido mencionados. Freud pensaba que nuestra sexualidad era vital para una explicación del desarrollo del individuo a lo largo de la vida y nuestra dimensión sexual comienza a manifestarse no desde nuestra adolescencia, sino desde la infancia. De acuerdo a Freud, cada etapa puede reconocerse en función de lugar por el cual el sujeto obtiene su gratificación erótica (el placer); es decir, el lugar en donde se concentra su energía sexual, lo que él denominó líbido. Así, la líbido (la energía sexual) se concentra en determinadas zonas erógenas. La maduración psicológica del sujeto depende, en el esquema psicoanalítico, de una correcta integración y vivencia de estas etapas y de una adecuada sucesión. De lo contrario, el sujeto podría quedar fijado en alguna de tales etapas y podría no llegar a madurar psicológicamente. a) Etapa oral (desde el nacimiento hasta los 12-18 meses) La primera de estas etapas está dada porque el niño concentra su líbido en la boca, buscando su gratificación (placer) en la comida, chupando o mordiendo. Pero a través del acto de succión mamario, el niño no consigue sólo comida; succionar es, para él, un acto de placer en sí mismo. Un rasgo fundamental de esta etapa es la dependencia: el niño depende de su madre para conseguir la satisfacción del placer. Por lo tanto, interpretado de este modo, una persona que se comporte de manera dependiente en la adolescencia y la adultez se podría explicar porque ha quedado fijado en esta etapa. b) Etapa anal (desde los 12 hasta los 18 meses) Durante el segundo año, la zona erógena se traslada hacia el ano, período en el que el niño apr ende a controlar su esfínter. El niño consideraría placentero jugar a controlar el esfínter. El niño comienza a experimentar placer al regular su s evacuaciones. Un niño que es obsesivamente gratificado al momento de evacuar con el objeto de ser limpio, pod ría llegar a desarrollar una personalidad estricta y obstinada en la adultez, transformándose en una persona obsesiva y exageradamente perfeccionista. La idea de control implica la idea de independencia, autonomía y poder, el niño comienza a ser con sciente del control que puede tener sobre su cuerpo, lo que garantizaría, posteriormente, la seguridad en sí mismo frente al resto. c) Etapa fálica (desde los 3 a los 6 años) En esta etapa, el niño logra su satisfacción o gratificación (placer) en la zona erógena genital. La energía sexual o líbido se concentra en el falo (pene). De ahí que, en este momento, pueda ya descubrir la masturbación como mecanismo de
  • 9. satisfacción sexual. El niño, en esta etapa, experimenta el complejo de Edipo, período en el que se enamora de su madre y compite con su padre; las niñas, por su parte, se enamoran del padre (complejo de Electra) y compiten con la madre por el amor de él. Los sentimientos que experimentan los niños hacia su progenitor de sexo opuesto, son por ello ambivalen tes (amor-odio). Las niñas, al darse cuenta que no tienen pene, sienten envidia del pene, y los niños, por su parte, creen que las niñas no tienen pene porque su padre se los cortó, complejo al que Freud llamó complejo de castración. Tanto la envidia del pene (en el caso de las niñas) como el complejo de castración (en el caso de los niños) determinan el término de la lucha de los niños con su progenitor de sexo opuesto, identificándose con ello (con lo que termina la ambivalencia) y, al mismo, tiempo ponen fin a la etapa fálica. En esta etapa, los niños y las niñas comienzan a explorar su cuerpo e inician el reconocimiento de su identidad sexual. 9 d) Etapa de latencia (de los 6 años hasta la pubertad) Éste es un período de relativa calma sexual. Los niños tienden a evitar el sexo opuesto, con el fin de lograr una identificación de género con sus pares, aunque no son, por cierto, asexuales. En esta etapa, la masturbación es el elemento clave para conseguir la satisfacción sexual. Abundan, de igual modo, las bromas con respecto a la sexualidad. Como durante esta etapa los niños buscan identificarse con sus amigos del mismo género, ellos buscan el reconocimiento de la identidad sexual, por medio de la integración social. e) Etapa genital (desde la pubertad has ta la vejez) Esta etapa se inicia con los cambios físicos provocados a nivel biológico-hormonal que experimentan los adolescentes, marcando el comienzo de la madurez de la sexualidad. Los adolescentes inician sus relaciones heterosexuales, culminando con el inicio de las relaciones sexuales. Los individuos desarrollan en toda su amplitud la dimensión sexual, fortaleciendo sus experiencias a lo largo de su vida, integrando la afectividad como un factor fundamental en las relaciones de pareja. ¿Qué es el conductismo? El conductismo es una corriente psicológica que, inspirada en el método científico de las ciencias naturales - especialmente la física- intentó explicar la conducta humana apelando sólo a la evidencia objetiva, en virtud de tratarse –la conducta humana- de hechos observables que permitían posteriormente la elaboración de diferentes experimentos que verificarían las hipótesis establecidas dentro de la teoría, en concordancia con las exigencias metodológicas de la ciencia. En este sentido, el conductismo o behaviorismo (behavior) suprime, de principio, cualquier forma de subjetivismo basado en el método de la introspección (psicoanálisis de Freud), puesto que, precisamente, los contenidos mentales, en tanto que subjetivos, impedirían una interpretación objetiva de la conducta. De ahí que, de acuerdo al conductismo, la conducta fuese explicada en términos estrictamente mecánicos, sustentada precisamente en un modelo mecanicista. De acuerdo al modelo mecanicista (de cuño cartesiano), toda conducta era identificada como una respuesta a un estímulo determinado, el que propiciaba de manera regular la misma respuesta. Por consiguiente, cada estímulo (físico, observable) produciría una respuesta (física, observable) y si bien no negaban que ocurriesen acontecimientos mentales subjetivos entre ambos (estímulo – respuesta), éstos no debían ser interpretados ni incluidos en el análisis, pues carecían de objetividad. De hecho, a este cúmulo de acontecimientos mentales los denominaban black box (caja negra), debi do a la imposibilidad de analizar científicamente el grado de incidencia dentro de la conducta. Así, el modelo mecanicista podría esquematizarse más o menos del siguiente modo: Evidentemente, ya que el conductismo tenía el propósito de explicar la conducta y dado que ésta se relaciona con el aprendizaje, de acuerdo al modelo mecanicista, toda la conducta era el resultado de la relación entre estímulos y respuestas. Sin embargo, para garantizar el aprendizaje conductual, era preciso un elemento adicional : la asociación. En su clasificación más básica, las conductas se distinguen en instintivas y aprendidas. Las primeras son innatas, propias de la especie, están biológicamente determinadas y prevalecen en los animales. Las segundas, en cambio, dependen del contacto del individuo con el medio, es decir, dependen de la experiencia y el contexto y, contrariamente, predominan en los seres humanos (esto no significa, sin embargo, que los animales no posean conductas aprendidas, ni los hombres, instintivas, pero, ciertamente, es una cuestión de preponderancia).
  • 10. Dado que la asociación es fundamental para el aprendizaje y ya que éste es explicado por el conductismo a través de un modelo mecanicista, y tanto el mecanicismo como el asociacionismo fueron concebidos en la filosofía, y la psicología conductista los adopta para la formulación de su teoría, es preciso explicar brevemente en qué consisten. Los precedentes teóricos del conductismo: mecanicismo y asociacionismo Como sabemos, gran parte de los principios de las teorías psicológicas provienen de la filosofía. En el caso del conductismo, sus presupuestos teóricos remontan a dos doctrinas filosóficas: el mecanicismo cartesiano y el asociacionismo de Hume. De acuerdo al dualismo cartesiano, existen dos substancias que coexisten e interactúan: la res cogitans (substancia pensante) y la res extensa (substancia extensa). Todas las facultades intelectuales son atribuidas al alma: pensar, sentir, dudar, imaginar, concebir, juzgar, querer, etc., mientras que todo lo que guarda relación con lo extenso, lo medible, lo cuantificable, esto es, la dimensionalidad de la materia, se atribuye a la substancia extensa. Ahora bien, la voluntad descansa en la res cogitans, mientras que en la res extensa, todo se produce de una manera mecánica: los cuerpos son, en sentido estricto, semejantes a las máquinas, y están sometidos a relaciones causales. Todo lo puramente material es, para Descartes, mecánico. Por eso a esta concepción metafísica, que se desprende del dualismo, se le denomina mecanicismo. Cuando no interviene la razón, los cuerpos actúan de modo mecánico y Descartes suele dar el ejemplo de los animales, que representarían meros autómatas, al no estar provistos –según él - de racionalidad, ni alma. En cuanto a Hume, éste señala que la asociación es un principio que permite enlazar las ideas y establecer relaciones entre ellas: semejanza, causa y efecto, etc y que posibilitan la conexión los hechos del mundo, de acuerdo a su sucesión temporal, causal, etc. Para Hume –filósofo empirista- no existen ideas innatas; éstas son copias de las impresiones sensoriales que provienen de la experiencia (nuestro contacto con el mundo) y que pueden ser conectadas o asociadas gracias a la memoria (recuerdos) y la imaginación, facultades que permiten anticipar acontecimientos (predicciones). Por eso, para Hume, nuestro pensamiento y nuestras acciones están condicionadas por las asociaciones psicológicas que son el resultado de nuestras experiencias: no hay nada innato en el sujeto. Así, todo es explicado en términos de asociaciones, a partir de nuestros recuerdos y experiencias. En definitiva, ya que -de acuerdo al conductismo- toda conducta se explica en términos mecánicos (mecanicismo cartesiano) y puesto que el aprendizaje no es más que una asociación psicológica de estímulos (asociacionismo de Hume), el conductismo presupone ambas doctrinas filosóficas en la fundamentación de su teoría. Así expuesto, conforme al modelo conductista, todas las conductas aprendidas (mecanicismo) dependerían d e una 10 asociación psicológica que garantizaría el aprendizaje, esto es, un cambio conductual. El origen del conductismo: el condicionamiento clásico Los primeros antecedentes del conductismo se remontan al experimento de Pavlov. Él intentó condicionar la conducta de los perros por medio de la asociación de estímulos. Pavlov observó que los perros, frente a la presencia de la carne, reaccionaban (reacción fisiológica) de manera automática, salivando. En una segunda fase del experimento, Pavlov, con el objeto de condicionar la conducta (aprendizaje), introdujo el sonido de una campanilla (estímulo neutro) cada vez que se le presentaba la carne (estímulo natural). El perro, en consecuencia, asociaba la campanilla con la carne, respuesta de cuya asociación resul taba la salivación. Producto de una repetición constante de la asociación del estímulo natural (carne) y el estímulo neutro (sonido de la campanilla), y la obtención de una respuesta invariable, Pavlov eliminó el estímul o natural, que fue sustituido por el neutro, cuya fuerza, producto de la asociación, era suficiente para la generación de la respuesta. Finalmente, a través de un condicionamiento, el perro había aprendido una nueva conducta. Esquemáticamente, el experimento de Pavlov puede ser representado así: El experimento de Pavlov constituyó una versión primigenia del conductismo, y es por ello llamada condicionamiento clásico. Evolución de la teoría conductista: el condicionamiento operante Una segunda versión del conductismo es el condicionamiento operante. Esta forma de condicionamiento más evolucionada fue desarrollada por Thorndike y Skinner quienes, a partir de los resultados del condicionamiento clásico, introdujeron modificaciones teóricas y prácticas dentro del modelo. Thorndike y Ski nner advirtieron que, si bien existe una forma de mecanización en la generación de las conductas aprendidas, éstas no están condicionadas meramente por una asociación mecánica de estímulos absolutamente neutros: lo que motiva la generación de nuevas conduc tas (aprendizaje) es más bien la existencia de refuerzos. Los refuerzos representan una motivación que predispone el cambio conductual. En efecto, si alguien desea modificar la conducta de un individuo –a la luz del condicionamiento operante- es preciso introducir refuerzos que motiven la modificación. En suma, el cambio desde una conducta inicial (la conducta a modificar) por una
  • 11. conducta final (conducta esperada) está condicionada por la existencia de refuerzos. Por eso, según Thorndike, dado que la existencia de los refuerzos es imprescindible para la generación, consolidación y permanencia de las conductas, él postuló precisamente le ley del efecto, de acuerdo a la cual, si no hay refuerzo(s), no hay generación ni consolidación conductual. Pero él, además, añadió una segunda ley. Ya que el efecto (gratificación a partir del cambio conductual) no es suficiente por sí mismo para consolidar y volver una conducta permanente, era preciso también una repetición constante de la operación que garantizaba la grati ficación, a lo que Thorndike denominó ley de repetición, según la cual, si no hay repetición, la conducta se extingue. Existen dos tipos de refuerzos: positivos y negativos. Ambos aumentan la probabilidad de realización de una conducta o la generación de una nueva. Los refuerzos positivos pueden ser entendidos como un premio. Los refuerzos negativos, en cambio, implican el modelamiento de una conducta para evitar una consecuencia adversa. Por ejemplo, si deseamos que un niño aprenda a comer por sí solo, un refuerzo positivo sería darle un premio cada vez que lo hiciese bien. Un refuerzo negativo para que aprenda a comer sería, por ejemplo, cocinarle cosas que le desagradasen. Así, con el fin de evitar ese efecto (desagradable), el niño se esforzaría para aprender la conducta que se le induce. Dado que el refuerzo negativo suele confundirse con el castigo, es necesario distinguirlos. Si los refuerzos tienen por finalidad el aumento de probabilidad de la generación y consolidación de una conducta, el castigo, por el contrario, implica la disminución de tales probabilidades. Por ejemplo, las multas económicas, las anotaciones escolares, las penas carcelarias y, en general, toda imposición que tenga por finalidad la extinción de una conducta, son ejemplos de c astigos para lograr que la probabilidad de realización o generación de una conducta disminuya. 11 En este sentido, el esquema del condicionamiento operante sería más o menos el siguiente: En definitiva, de acuerdo al condicionamiento operante, el aprendizaje (cambio conductual) se lograría a través de la presencia de refuerzos, sean éstos positivos o negativos (ley del efecto) que exige, además, una ejercitación constante (ley de repetición). Ahora bien, aun cuando existe dentro del modelo del condici onamiento operante una forma de motivación para propiciar la generación y consolidación conductual, ésta es en todo caso una motivación extrínseca, pues el sujeto va a cambiar su conducta sólo a raíz de la presencia de una gratificación accidental y externa, es decir, artificial, y no por el deseo propio y genuino de cambiarla (motivación intrínseca). Por eso, incluso en esta versión refinada y matizada del condicionamiento, el contexto social sigue siendo primordial y determinante. El conductismo de Watson Esta es la versión más radical de la teoría conductista del condicionamiento clásico. Watson –tal vez el representante más importante del conductismo- llevó al límite los principios de la teoría conductista, pues intentó poner en práctica, de la manera más radical posible, el conjunto de preceptos pregonados por esta corriente, proponiendo conjeturas y experimentos que produjeron una prolífica discusión en torno, por un lado, a la efectividad y aplicabilidad del conductismo, y, por otro, las repercusiones científicas y éticas de su implementación. Según Watson, la conducta humana es el pleno resultado del ambiente en el que el sujeto vive, sin importar, en lo absoluto, las tendencias intrínsecas o inclinaciones innatas del los individuos. Por lo tanto, todas las conductas (aprendidas) estarían externamente condicionadas por los estímulos a los que el sujeto está sometido. Desde luego, esta premisa tiene su raíz en la actitud positiva en que se desarrollaban las ciencias que no prestaban valor sino a lo obs ervable y verificable empíricamente. En Behaviorism (Conductismo), Watson expone una de sus más célebres ideas, que, de hecho, sintetiza en gran parte los presupuestos fundamentales del conductismo: “Denme una docena de niños saludables, bien formados, pa ra que los eduque, y me comprometo a elegir uno de ellos al azar y adiestrarlo para que se convierte en un especialista de cualquier tipo que yo pueda escoger: médico, abogado, artista, hombre de negocios e, incluso, mendigo o ladrón, prescindiendo de sus talentos, inclinaciones, tendencias, habilidades, vocaciones y raza de sus antepasados”. Sin embargo, Watson fue más allá y, por medio de un experimento, intentó demostrar que su teoría conductista podía no sólo explicar la conducta humana, sino condicionarla. Este experimento fue ampliamente criticado por la sociedad de su tiempo y abrió una discusión en relación con los límites éticos de la experimentación científica.
  • 12. 12 El experimento del pequeño Albert En este experimento, Watson intentó condicionar la emoción del miedo a un pequeño niño de nueve meses, Albert. El condicionamiento consistía en una asociación entre la presencia de un pequeño ratón blanco (en principio inofensivo y que no causaba ningún miedo al niño) y un fuerte sonido. Cada vez que aparec ía el ratón, Watson y sus colaboradores provocaban un estridente sonido que sí propiciaba temor en el niño. Producto de la asociación y la repetición constante, Albert reaccionaba con temor ya sin la necesidad del sonido, sino con la sola presencia del ratón. Pero, además, Albert, con el tiempo, generalizó su temor a cualquier otro objeto similar al ratón. Con este experimento, Watson creyó demostrar la fuerza del modelamiento conductual a través del condicionamiento, esto es, la instauración de conductas (aprendizaje), sugiriendo el enorme poder del condicionamiento y menospreciando la importancia de las tendencias o inclinaciones innatas o heredadas. Watson, además, creyó que los resultados del experimento se podían a extender a cualquier contexto social , en el que el medio ambiente, por lo tanto, condicionaría (determinaría) la conducta de los individuos. Varias fueron las consecuencias del experimento del pequeño Albert. En primer lugar, con relación al niño, éste no pudo desaprender la conducta condicionada, razón por la cual generó un rechazo (fobia) no sólo a los ratones blancos, sino a cualquier objeto que, por semejanza, pudiese ser asimilado a él (animales, máscaras, peluches, etc.). En segundo lugar y como consecuencia de lo anterior, se abrió (hasta el día de hoy) un amplio debate concerniente a los límites éticos de los experimentos científicos, porque, desde luego, muchos podrían atentar contra la dignidad y bienestar de los seres humanos o de los animales, en caso de realizar experimentos con éstos. En tercer lugar, introdujo una controversia teórica con relación al poder del condicionamiento frente a las conductas instintivas del hombre. Si todo es aprendido, y no hay conductas puramente innatas, entonces sería posible modelar todo el comportamiento humano. En este sentido, Noam Chomsky, lingüista y filósofo contemporáneo, ha rechazado fuertemente los principios teóricos del conductismo, influenciado por una tradición filosófica y epistemológica racionalista, que destacaba la importancia de lo innato (Descartes, Leibniz y Kant). Responda las siguientes preguntas relacionadas con el psicoanálisis ¿Qué es el Humanismo? Etimológicamente la palabra humanismo proviene del latín, humanitas, humanidad, interpretado como naturaleza humana. Según Cicerón, es la cultura del espíritu, en un sentido semejante al de paideia en griego, o bien de humanus, es decir, lo que concierne al hombre. En general, el Humanismo es toda doctrina que se interesa básicamente por el sentido y el valor del hombre y de lo humano, tomándolo como punto de partida de sus planteamientos. El término, no obstante, se aplica a tres momentos históricos distintos: al fenómeno sociocultural de los siglos XIV y XV, conocido como “humanismo del Renacimiento”, al “nuevo humanismo” del período del clasicismo y del romanticismo alemán de los siglos XVIII y XIX y a los “humanismos contemporáneos”, basados en sistemas filosóficos más generales y de orientación fundamentalmente ética. El primer humanismo se caracteriza no sólo por el renacimiento y el cultivo de los studia humanitatis o de los studia humaniora, a saber, los estudios de gramática, dialéctica, retórica, historia, poética y ciencias morales, basados en el cultivo de la filología y el aprecio del texto clásico, en latín y griego, sino también por un nuevo concepto de “hombre”, más acorde con los nuevos ideales cívico-humanos en cuyo ambiente nace, alejado de los modelos eclesiásticos y nobles o caballerescos de “hombre” y del modelo medieval de mundo, y que pretende inspirarse en la a ntigüedad clásica. Este humanismo renacentista recuerda y renueva los antiguos ideales clásicos de cultura de la antigua humanitas romana o de la paideia griega. La “vuelta a lo clásico”, con sus nuevos valores de interés por la naturaleza y el naturalismo, el individualismo, el rechazo de la autoridad, valoración de la historia, interés por la cultura y el saber, se repite una segunda vez cuando, tras la Ilustración, y como reacción a ésta, surge un nuevo humanismo impulsado por el neoclasicismo romántico alemán del s. XVIII y XIX, y que halla su expresión sobre todo en Johann Winckelmann (1717 -1768), Friedrich Schlegel (1772-1829), Johann Gottfried Herder (1744-1803), Friedrich Schiller (1759-1805), Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832) y Wilhelm von Humboldt (1767-1835). De esta época es el término «humanismo» acuñado por F.J. Niethammer hacia 1808. A este nuevo humanismo atribuye H.G. Gadamer la configuración de los «conceptos básicos del humanismo»: el concepto de formación, el proceso por el cual se adquiere la cultura del espíritu, en contraposición a la adquisición de la «mera» ciencia; también por otro lado, el sentido común, como opuesto a la sola razón, que es defendido por el renacentista Vico, quien apela al ideal de sabio de la antigüedad en oposición también al simplemente erudito, o al saber práctico de Aristóteles en oposición al saber técnico, y que define como «sentido que funda la comunidad»; la capacidad de juicio, capacidad de juzgar, íntimamente relacionada con el sentido común, acerca de juicios morales y estéticos; y el gusto, concepto más moral que estético. Esta noción integral de «formación», es el elemento constitutivo esencial del nuevo concepto de «humanidad» que surge en el s. XVIII y cristaliza en las llamadas ciencias del espí ritu del s. XIX. Los humanismos contemporáneos, a su vez, se inscriben en la línea de las ciencias del espíritu, pero se apoyan propiamente en el esquema hegeliano de la idea que se constituye a sí misma a lo largo de la historia. Por eso, la filosofía sobre el hombre se desarrolla ahora como parte fundamental, o como la totalidad, de un sistema filosófico, cuyo objetivo principal es destacar el valor y la dignidad del hombre como individuo que construye por sí mismo su propio sentido. Los principales humanismos contemporáneos son el marxismo, el existencialismo y el personalismo. Para el marxismo, que afirma ser una «inversión» del idealismo de Hegel, no es la idea lo que se hace a lo largo de la historia, sino el hombre que, ligado inicialmente a la naturaleza, se desvincula de ella transformándola y transformándose con el trabajo y es, por ello, creador de su propia naturaleza que, en la etapa capitalista, resulta alienada y alienante por el modo de producción:
  • 13. “Primeramente en que el trabajo es exterior al trabajador, es decir, no pertenece a su ser; en que en su trabajo, el trabajador no se afirma, sino que se niega; no se siente feliz, sino desgraciado; no desarrolla una libre energía física y espiritual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su espíri tu. Por eso el trabajador sólo se siente en sí fuera del trabajo, y en el trabajo fuera de sí. Está en lo suyo cuando no trabaja y cuando trabaja no está en lo suyo. Su trabajo no es, así, voluntario, sino forzado, trabajo forzado. Por eso no es la satisfa cción de una necesidad, sino solamente un medio para satisfacer las necesidades fuera del trabajo. Su carácter extraño se evidencia claramente en el hecho de que tan pronto como no existe una coacción física o de cualquier otro tipo se huye del trabajo como de la peste. El trabajo externo, el trabajo en que el hombre se enajena, es un trabajo de autosacrifcio, de ascetismo. En último término, para el trabajador se muestra la exterioridad del trabajo en que éste no es suyo, sino de otro, que no le pertenece; en que cuando está en él no se pertenece a sí mismo, sino a otro. Así como en la religión la actividad propia de la fantasía humana, de la mente y corazón humanos, actúa sobre el individuo independientemente de él, es decir, como una actividad extraña, di vina o diabólica, así también la actividad del trabajador no es su propia actividad. Pertenece a otro, es la pérdida de sí mismo. [. ..]” (Marx, 1974) La alienación, el trabajo enajenado, falsea el propio sentido del hombre y las relaciones con los demás. La labor desalienante que el hombre ha de emprender consiste en hallar, por la praxis revolucionaria, nuevas relaciones sociales de producción que no supongan ninguna explotación del hombre por el hombre; el resultado logrado a nivel social es el nuevo «hombre total». La noción, y hasta la expresión, de «humanismo marxista» fue criticada por Althusser, que la considera un «asalto de la ideología burguesa al marxismo». A su entender, el humanismo es ideología e insiste en afirmar la existencia de un corte epistemológico entre el Marx de los “Manuscritos”, de influencia hegeliana, y el Marx de “El capital ”, y más en concreto de “Crítica al programa de Gotha” (1875) y de “Notas sobre Wagner” (1882), obras en que ya no quedan vestigios de Hegel. “Quisiera adelantar que el marxismo, desde el punto de vista teórico, no es ni un historicismo ni un humanismo […]; que en muchas circunstancias tanto el humanismo como el historicismo reposan sobre la misma problemática ideológica y que, teóricamente hablando, el marxi smo es, en un mismo movimiento y en virtud de la ruptura epistemológica, un antihumanismo y un antihistoricismo” (Althusser, 1974 10ed) Por otro lado, en el existencialismo tenemos a Sartre, para quien el existencialismo es justamente un humanismo 13 porque hace posible la vida humana y la fundamenta en la subjetividad del hombre: “Entendemos por existencialismo una doctrina que hace posible la vida humana y que, por otra parte, declara que toda verdad y toda acción implica un medio y una subjetividad humana” (Sartre, El existencialismo es un humanismo, 1972) A su entender, el hombre es lo que él decide ser libremente, no habiendo esencia alguna humana a la que deba asimilarse: «el hombre es lo que hace». Más tarde, hacia los años setenta une existencialismo y marxismo, considerando que éste es, pese a todo, la filosofía de nuestro tiempo no superada aún por ninguna otra y sosteniendo, por otro lado, que la interpretación del hombre hecha desde la situación concreta de su clase es una manera adecuada de llegar a la existencia del hombre individual, visto «en la materialidad de su condición». “El día en que la búsqueda marxista tome la dirección humana (es decir, el proyecto existencial) como el fundamento del Saber antropológico (conjunto de afirmaciones que el marxismo hace sobre el hombre), el existencialismo ya no tendrá más razón de ser: absorbido, superado y conservado por el movimiento totalizador de la filosofía, dejará de ser una investigación particular para convertirse en el fundamento de toda investigación.” (Sartre, Crítica de la razón dialéctica vol 2., 1963) En alguna medida los humanismos filosóficos suponen una metafísica del sujeto, o de la subjetividad; contra tal metafísica humanista replica Heidegger, en “Carta sobre el humanismo” (1947), que se trata de una muestra más del olvido de la verdadera pregunta por el ser. El pensamiento filosófico cristiano, católico y protestante, por su parte, ha intentado elaborar cierto humanismo de signo cristiano recurriendo básicamente a la perspectiva existencialista. El Humanismo integral (1936), de Jacques Maritain, se inspira no obstante en la tradición aristotélico-tomista. Por otro lado, los enfoques psicológicos y terapéuticos que se presentan en el humanismo, fueron desarrollados por la psicología de la época, representados por Abraham Maslow y Carl Rogers, ambos con distintos enfoques . La psicología humanista es conocida como “la tercera fuerza” de la psicología, entendiendo por las otras dos los enfoques, psicoanalítico y conductista. Tiene un acercamiento más profundo con el psicoanálisis por la importancia concedida a los motivadores internos de la conducta, pero difiere del pensamiento clásico analítico en su confianza optimista en la naturaleza positiva del hombre. Filosóficamente los humanistas se encuentran en el mismo campo que el filósofo del s. XVIII, Jean-Jacques Rousseau, quien creía que los individuos eran “nobles salvajes” que se desarrollan como seres humanos productivos, alegres y buenos, a menos que experiencias desfavorables interfieran en su capacidad de manifestar su naturaleza más elevada. Esta idea contrasta poderosamente con el punto de vista de los psicoanalistas, que consideran a las personas como cautivos que luchan para liberarse de las tendencias oscuras y peligrosas de los instintos, y contrasta con las páginas en blanco de los conductistas. Los humanistas no provienen de ambientes médicos, como los primeros psicoanalistas, sino del campo de la educación y la psicología. Sus puntos de vistas conocidos como fenomenológicos, a centúan la importancia de la subjetividad, la experiencia singular del individuo; conceden toda la importancia a la posibilidad que tenemos de autorrealización a través de la espontaneidad, de la creatividad y del desarrollo personal. Abraham Maslow (1908-1970), fue una de las figuras más conocidas de la psicología humanista, comparte con otros psicólogos humanistas la propuesta de un sistema holístico abierto a la variedad de la experiencia humana y, por tanto, el rechazo del uso de un método único para el estudio de esta diversidad. Propone integrar el conductismo y el psicoanálisis en sistemas más amplios.
  • 14. Tuvo gran interés por las personas humanamente excepcionales, lo que le llevó a una visión del hombre que 14 muestra lo que puede llegar a ser y lo que se puede frustrar. El concepto central en la psicología de Maslow es el de autorrealización, entendida como culminación de la tendencia al crecimiento que define como la obtención de la satisfacción de necesidades progresivamente superiores y, junto a esto, la satisfacción de la necesidad de estructurar el mundo a partir de sus propios análisis y valores. La mayor contribución fue la preocupación por personas sanas más que por las enfermas. Estudiando la alegría, el entusiasmo, el amor y el bienestar en lugar del conflicto, la vergüenza, la hostilidad y la tristeza. Además se dedicó a investigar aquellas personas creativas que se desenvolvían adecuadamente en la sociedad, extrayendo así conclusiones sobre el desarrollo de la personalidad sana. La teoría de Maslow de la motivación humana descansa en la existencia de una jerarquía de necesidades. Estas necesidades son de dos tipos básicos: Necesidades D, que corrigen deficiencias Necesidades B, que consiguen un nivel más alto en la existencia. (Valores-B, de “being”= ser), Hasta que no hayamos resuelto nuestras necesidades básicas, no podremos luchar para satisfacer las de un orden superior, como son las gratificaciones psíquicas y espirituales. Así, una persona que lucha por respirar o tiene hambre, tiene una motivación primordial: la supervivencia básica. Cuando ésta esté asegurada podrá cambiar su atención para pasar a preocuparse de la seguridad o de la libertad. Sintiéndose relativamente seguro, buscará entonces la intimidad en sus relaciones con la familia, los amigos y su pareja. Una vez que esté confortablemente unido por lazos afectivos con otra gente, podrá dirigir su atención a la preocupación de satisfacer su necesidad básica de auto-respeto. Hasta que un individuo no se siente sano, seguro, amado y competente, no puede buscar la auto-realización, que consiste en la búsqueda del conocimiento, la apreciación de la belleza, la jovialidad, la autosuficiencia, la penetración en la verdad o algún otro de los principales valores de las Necesidades B. ¿Qué clase de persona logra este tipo de autorrealización? Maslow identificó 38 personas que él creía que habían realizado plenamente su potencial. Este selecto grupo incluía celebridades históricas, como Albert Einstein, Ludwing von Beethoven, Abraham Lincoln y Eleanor Roosevelt, así como otros no tan conocidos. Después de estudiar de cerca la vida de estas personas, Maslow identificó características que distinguen a estas personas de la gente común: un punto de vista realista ante la vida; la aceptación de ellos mismos, de los demás y del mundo que les rodea; espontaneidad; preocupación por resolver los problemas más que pensar en ellos; necesidad de intimidad y un cierto grado de distanciamiento; independencia y capacidad para funcionar por su cuenta; una visión no estereotipada de la gente, de las cosas y de las ideas; una historia de experiencias cumbre profundamente espirituales y que pueden ser de naturaleza mística o religiosa y que a menudo tienen lugar cuando se llega un valor de las Necesidades B, como los momentos en que la persona logra el conocimiento de alguna verdad, una identificación con la raza humana o una relación. Entonces, la pirámide de Maslow está constituida de la siguiente forma: Cuando el proceso hacia la autorrealizaci ón se corta, aparenten reacciones desanimadoras, compensatorias o neuróticas y la conducta se focaliza hacia la evitación impidiendo el desarrollo autónomo. Maslow propone una concepción de la patología, relacionando la privación de los Valores del ser (o Valores-B, de “being”= ser), con la aparición de determinadas alteraciones, que él llama metapatologías y que entiende como disminuciones de lo humano. Por ejemplo, cuando e Valor-B, “verdad” es privado patógenamente y sustituido por deshonestidad, la meta patología especifica que aparece es la incredulidad, desconfianza, cinismo o recelo. Por otro lado, siguiendo con el enfoque humanista, Carl Rogers (1902-1987) presenta la “Teoría centrada en la persona”. Rogers es uno de los teóricos contemporáneos de ma yor influencia por su visión de los seres humanos como poderosos arquitectos de sí mismos. A partir de sus anteriores estudios de agricultura, teología, psicología clínica y de su experiencia como terapeuta, Rogers ha desarrollado una teoría de la personal idad. Todos necesitamos encontrar nuestro yo real para llegar a ser tal persona, y para aceptarnos y valorarnos por lo que somos.
  • 15. Aunque Rogers llegó a tales convicciones a partir de su trabajo terapéutico con personas que sufrían trastornos, su visión de la fuerza de la psique humana es esencialmente optimista. Reconocía la existencia de un inconsciente, que guía la mayor parte de nuestra conducta, pero en contra de lo que piensan los psicoanalistas, Rogers concebía los procesos inconscientes como motivadores positivos de la conducta. El autoconocimiento y la autobservación vienen, dice Rogers, a través de nuestras primeras experiencias, mediante las cuales dominamos el ambiente a través de la alta consideración que otros nos muestran, con sus expresiones de afecto, admiración y aceptación, y a través de la congruencia, o del acuerdo entre las experiencias que tenemos a lo largo de la vida y de la forma como nos vemos a nosotros mismos. Otro aspecto de la congruencia es el acuerdo entre lo que nos gustaría ser y la impresión que tenemos de nosotros mismos. Cuanto más cerca estén estos dos conceptos, más satisfechos estaremos de nosotros mismos. La persona congruente funciona al más alto nivel. Abierta a la experiencia, y no a la defensiva tal persona observa a la gente y a las cosas de forma precisa, se lleva bien con los demás y tiene un alto nivel de autoestima. El objetivo de una persona sana es el crecimiento hacia la auto-actualización. Una persona con una visión incongruente de sí misma se vuelve tensa y ansiosa, y puede apoyarse en los mecanismos de defensa o incluso se puede retraer a una fantasía psicótica para conservar el concepto de sí misma. ¿Cuál es la causa de tal visión incongruente? A veces se produce porque una persona se halla dividida entre lo que piensa y lo que cree que los demás piensan que debería hacer o pensar. Por ejemplo, una mujer con un impulso sexual fuerte quiere considerarse a sí misma como una buena persona. Si le han enseñado que el sexo es pecado, puede reprimir su sexualida d, aún en el matrimonio, porque as í no se considerará una mujer mala. El enfoque de Rogers, centrado en la persona, tiene como objetivo conseguir la congruencia a través de un método educativo, no directivo. Como Maslow, Rogers ha hecho mucho por promover una visión positiva de la humanidad. Ve la cara luminosa de nuestra personalidad más que la oscura subrayada por los freudianos, nos ve más como seres autocontrolados que como sujetos manipulados por fuerzas externas, como sugieren los conductistas. La ori entación hacia una terapia centrada en la persona ha sido importante y Rogers ha tratado de estimular la investigación de sus teorías , sin embargo, como muchos de sus términos y conceptos son vagos y difíciles de definir operacionalmente, es difícil diseña r proyectos de investigación para estudiarlos. “Existe una tendencia natural hacia un desarrollo más complejo y completo. El término que ha sido usado más a menudo para expresarlo es el de tendencia a la “actualización”. Y se halla presente en todo organismo viviente. Si estamos hablando de una lombriz o de un hermoso pájaro, de un mono o de una persona haremos bien, creo, en reconocer que la vida es un proceso activo, no pasivo. Tanto si el estímulo sale de dentro o de fuera, tanto si el ambiente es o no f avorable, se puede aceptar que la conducta de un organismo irá en la dirección del mantenimiento, mejora y reproducción. La tendencia a la actualización puede variar o torcerse, pero no puede ser destruida sin destruir también el organismo” (Rogers, 1980) 15 Actividades I. Según la lectura sobre el psicoanálisis, responda: 1- Explique cuál es la importancia de la escuela psicoanalítica en el contexto de la psicología. 2- ¿Por qué la teoría del psicoanálisis es una teoría psico-sexual? ¿Qué relación establece Freud entre la sexualidad y la conducta? 3- Identifique cuál fue la motivación de Freud que lo llevó a formular el psicoanálisis y cuáles fueron el método y la técnica que el desarrolló para su realización. 4- ¿Cuáles son los antecedentes teóricos que están detrás de la teoría de Freud? Explíquelos. 5- ¿Qué importancia tienen los traumas en el psicoanálisis? ¿De qué manera se descubren y cómo están vinculados a la región del inconsciente? 6- ¿Qué son la introspección y la hipnosis en la teoría psicoanalíti ca? 7- ¿Por qué las nociones de instinto e impulso sexual son fundamentales en la teoría psicoanalítica? 8- ¿Cuáles son los dos impulsos instintivos más primitivos en el ser humano, según Freud? 9- ¿Cuál es la importancia del inconsciente en la teoría psi coanalítica? 10- - ¿Por qué, para Freud, los sueños tienen un carácter simbólico y es necesario interpretarlos? ¿Qué es lo que representan los sueños? 11- ¿Qué relación existe entre los sentimientos de culpa (y el castigo) y la moral social? 12- ¿Qué es la estructura psíquica? ¿Cuáles son sus elementos? 13- Dibuje un cuadro, definiendo los conceptos de yo, ello y súper yo, indicando los rasgos de cada uno de ellos, el principio por el cual actúan y su origen (innato, aprendido, racional, irracional, etc.) 14- ¿Qué son los mecanismos de defensa y cuál es la causa de su aparición? 15- Defina al menos cuatro mecanismos de defensa y dé un ejemplo para cada uno de ellos. 16- Describa las etapas del desarrollo psico-sexual postuladas por Freud. 17- De acuerdo a Freud ¿qué relación existe entre el desarrollo de las etapas y la formación de la personalidad? 18- ¿Qué significa el concepto de líbido y de qué manera se relaciona con las zonas erógenas? 19- Describa los complejos de Edipo y Electra señalando la etapa en la que surgen 20 (*) (Preguntas filosóficas): a) ¿Puede ser el psicoanálisis una ciencia? b) ¿Es posible explicar la conducta humana -como hace Freud- sólo en base a la sexualidad y las represiones sexuales? c) ¿Es el sexo el impulso central en el ser humano?
  • 16. 16 II. Según la lectura sobre el Conductismo, responda: 1- Explique en qué consiste la escuela conductista, mencionando y definiendo sus elementos centrales (condicionamiento, mecanicismo, asociación, objetivismo, black box, etc.). 2- ¿Cuáles fueron los aportes teóricos de Descartes y Hume para la fundamentación de la teoría conductista? Mencione y describa sus planteamientos filosóficos. 3- Explique el experimento de Pavlov, en cada una de sus fases, señalando los conceptos propios de cada una y, a continuación, mencione tres ejemplos de condicionamiento. 4- Indique las modificaciones introducidas por el condicionamiento operante (Thorndike – Skinner) al condicionamiento clásico (Pavlov) y enuncie las dos leyes postuladas por Thorndike. 5- Defina el concepto de refuerzo, distinga los refuerzos positivos de los negativos y explique cómo se diferencian éstos del castigo. Ejemplifique. 6- ¿En qué sentido el modelo del condicionamiento operante incorpora la motivación como un elemento para generar y consol idar conductas? A su juicio, ¿toda conducta aprendida implica éste y sólo este tipo de motivación? ¿Por qué? 7- Analice el pasaje extraído y citado de la obra de Watson, y argumente a favor o en contra de él. Utilice ejemplos a favor del punto de vista que ud. defiende. 8- Relacione los principios, conceptos, modelos, experimentos y (la presunta) eficacia del conductismo con los problemas expuestos en La naranja mecánica. III. Según la lectura sobre el Humanismo, responda: 1. Explique ¿cuál el sentido de humanismo impuesto por Niethammer? 2. ¿Cuáles son los aspectos que atribuye Gadamer a este “nuevo” sentido de humanismo? 3. En el texto se presentan tres momentos “humanistas”: Explique cuáles son las diferencias entre ellos y por qué siendo solo una corriente experimenta tres momentos. 4. Explique cuál es el enfoque contemporáneo de humanismo. 5. Explique en qué consiste el enfoque de humanismo marxista y humanismo existencial 6. Indique cuáles son las semejanzas y diferencias que presentan tanto el enfoque humanismo y existencial, es decir, en qué coinciden y en que discrepan. 7. Explique a qué se refiere indicado sistema hegeliano consistente en “la idea que se constituye a sí misma a lo largo de la historia”. 8. ¿Cuál es la “inversión” que plantea el marxismo respecto a la idea hegeliana presentada anteriormente? 9. Según la cita de los Manuscritos de Marx, ¿Qué es lo que plantea la idea presentada allí. ¿Qué relación tiene con el desarrollo del ser humano respecto al ideal del “humanismo contemporáneo ”? 10. Explique en qué consiste la postura indicada por Althusser sobre el marxismo 11. Explique cuál es el enfoque humanista del existencialismo sartreano y cuál fue su evolución. 12. ¿Cuál es la visión de Sartre sobre el marxismo? Explíquela. 13. Explique en qué consiste el enfoque de la psicología humanista. 14. Explique en qué consiste la teoría de auto-realización planteada por Maslow. 15. Explique en qué lugar de la pirámide de Maslow se encuentra usted y por qué motivo se encuentra allí. 16. ¿Cuál sería la motivación de Alex, protagonista de la naranja mecánica, para comportarse como lo hace según el modelo de la pirámide de Maslow? 17. ¿En qué consiste la visión de Rogers sobre el ser humano y cómo contrasta con la visión conductista y psicoanalític a? 18. Según la visión de Rogers en cuanto a la personalidad, ¿cómo describiría usted la sociedad presentada en la naranja mecánica?