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CUANDO SAN NICOLÁS ECHÓ AL JUEZ
Por Ricardo Darío Primo
Constituye un hecho curioso son dudas, el que un movimiento
popular proceda a expulsar y desplazar de sus funciones a un juez
recientemente nombrado. Pero así fue la historia de nuestra ciudad.
El Gobernador Pastor Obligado a propuesta en terna de la
Cámara de Justicia procedió a designar en 1857 Juez del Crimen del
Departamento Judicial del Norte con asiento en San Nicolás al Dr.
Adeodato de Góndra.
Llegó a nuestra ciudad y se hizo cargo del juzgado, a cuyo frente
se encontraba Pombo que se desempeñaba como Juez de Paz.
Allí encontró una causa por homicidio cuyo procesado se
encontraba prófugo y que se encontraba en un estado de profundo
abandono.
Las cosas no le fueron muy bien a de Gondra. A los pocos días
Sandalio Boer, Benigno Oteiza, Luìs Fernández, Pascual Lacomba y
Juan Boer (los dos primeros eran sobrinos del Ministro Velez Sárfield)
junto a treinta o cuarenta personas a los que según el relato del nieto
del juez, se le agregaron “14 presos de la cárcel” empuñando fusiles y
carabinas, después de darse ánimo bebiendo más de la cuenta, se
dirigieron a la casa del juez a los alaridos de ¡Afuera el juez Gondra!
A consecuencia de ello, el magistrado, su secretario el escribano
Luíz Arzac y un hermano de éste debieron embarcarse de urgencia en
una ballenera para evitar que los matasen a todos.
El magistrado desplazado culpó a su antecesor Pombo, al
comandante militar de la campaña Paunero y a Tomás Rojo, la
organización de ésta revuelta, planeada en una reunión secreta en la
pulpería de Benigno Oteiza.
¿Pero cuáles fueron los motivos por el cual en una tranquila
localidad se produjese esa manifestación de violencia?
La historia local sostiene que se debía a las ideas rosistas a las
que había adherido en el anterior régimen el Juez de Gondra, que sin
dudas no eran distintas de muchos que en aquella época estaban
ocupando puestos públicos en la Provincia de Buenos Aires.
Lo cierto es que entonces se desconfiaba de este magistrado ya
que se creía que había sido el autor intelectual de la entrega de Cullen,
cuyo fusilamiento conmovió a todo el vecindario. “Don Adeodato de
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Gondra, el Ministro de Ibarra, ese hombre que ha visitado aquí a Cullen,
que después ha estrechado en las provincias sus conexiones con él,
hasta hacerle compañía, según estoy informado, en su fuga a Santiago,
ese mismo Gondra ha escrito una carta a un sujeto de aquí, suplicándole
haga una visita en su nombre a Manuelita Rosas y le diga de su parte le
avise a su padre que dentro de poco le mandará la encomienda pues se
lo han prometido ya” ( Carta de Enrique La Fuente a Félix Frías del 14
de Junio de 1839).
La tesis de que Ibarra resistió mucho tiempo la entrega de Cullen
fue adjudicada por el nieto de, de Gondra a la influencia de su abuelo.
Para 1846, su nombre era conocido en todo Buenos Aires por las
alocuciones federales que luego publicaban en los diarios “no hay día
señor en que no vea nuevos motivos de bendecir su mano benéfica -
escribe el 18 de Octubre de 1851- y de consagrarle para siempre todo mi
amor y todo mi reposo, permítame VE repetirle una expresión que también
le dije anoche y es que cuando se me acabe la tinta para elogiar sus
incomparables servicios, no por eso dejaría de escribir, pues escribiría
con mi sangre...En esto no hay exageración” (Carta a Rosas .Leg. Farini
1851-Archivo General de la Nación).
Siete días luego de Caseros (batalla en la que Rosas fue vencido
por el Gobernador Entreriano), escribe a Urquiza disculpándose por las
cosas que tuvo que decirle bajo la administración rosista. “El valiente
general Urquiza ha puesto fin con su valiente espada a una situación
degradante que nunca debo llamarse orden, sino desquicio, nunca
gobierno sino...”
“Don Adeodato tenía solamente 55 años, pero aparentaba ciento.
Languideció y finalmente murió en Bs. As, el 8 de Febrero de 1864.
Ningún diario dio la noticia de su muerte. No pudo encontrarse un amigo
en esos tiempos de fácil locuacidad funeraria que quisiera hablar en su
tumba. Sus hijos emigraron al Paraguay”
San Nicolás continuó con su camino progresista. Otros
magistrados, otras instituciones hicieron su aparición. Aquél episodio,
cuando San Nicolás echó al Juez, pasó al olvido.