1. FORMATOS PERIODISTICOS
Estos formatos periodísticos utilizan un estilo para dar a conocer la información a
través de los medios de comunicación. De este modo, se puede decir que estos son
estilos de expresión escrita que, de acuerdo con el objetivo y su autor, pueden
cambiar mucho entre ellos. Acá sobresalen, fundamentalmente, tres grupos grandes
de formatos periodísticos.
La primera división de los formatos periodísticos está basada en el grado de
objetividad que tenga. De esta manera, podemos encontrar tres principales géneros
periodísticos: el opinativo, el informativo y el interpretativo. Y en cada uno de ellos
habrá distintas piezas o artículos.
Clasificación de los géneros periodísticos
. Género informativo
En esta gran división primera de los formatos periodísticos podremos encontrar casi
todos los artículos o piezas que se encargan de transmitir, en diferentes formatos y
estilos, cualquier información. Dado esto, acá se incluyen las noticias, los reportajes y
entrevistas que sean objetivos y además los
trabajos de documentación.
Formato de opinión
Se refiere a artículos periodísticos que tienen una
visión individual y personal de algo en específico.
Por esta razón, se envuelven en este género las
crónicas, las editoriales o las columnas. En este
caso todos suelen estar escritos por personas que
tienen influencia en el ámbito periodístico o
cultural. Y que están en busca de crear una idea u opinión en los lectores o
audiencia.
Interpretación
Acá encontrarás un gran grupo de piezas como lo son la entrevista, la crónica o el
reportaje interpretativo. Cuando mencionamos estos subgéneros encontramos que
están especialmente diseñados para dar información y opinión, generando en el tema
del que hablan una interpretación general y además creando en el receptor una idea
especifica
2. ¿Soy humano?
Los investigadores necesitan nuevos métodos para distinguir la inteligencia artificial
de la natural.
Popularmente, se suele tener al
«juego de la imitación» de Alan
Turing, en el que una máquina
intenta convencer a un interrogador
de que es una persona, como la
prueba de fuego de la inteligencia
artificial.
Sin embargo, el test de Turing no
ha envejecido bien. Superarlo es
más una cuestión de saber engañar
que de verdadera inteligencia. Los
expertos sostienen que ha llegado la
hora de sustituir el test de Turing
por una batería de pruebas que
evalúe la inteligencia de una
máquina desde múltiples y diversas
perspectivas.
Una máquina verdaderamente
inteligente debería ser capaz, entre
otras cosas, de entender oraciones
ambiguas, ensamblar las piezas de
un mueble y aprobar un examen de
ciencias de primaria. La dificultad
de estas tareas
subraya el hecho de que, a pesar de
todo el bombo publicitario, la
inteligencia artificial de nivel
humano no se alcanzará en un
futuro próximo
En 1950 Alan Turing concibió un
experimento mental al que desde
entonces se ha venerado como la prueba
de fuego de la inteligencia artificial. El
matemático lo denominó «juego de la
imitación», pero la mayoría lo conoce
como test de Turing. Anticipando lo que
ahora llamamos chatbots , Turing
3. imaginó un concurso en el cual una
máquina respondería a preguntas sobre
poesía y cometería deliberadamente
errores aritméticos en un intento de
inducir al interrogador a pensar que
hablaba con una persona. En la
actualidad resulta posible construir
máquinas capaces de engañar a personas,
al menos durante un rato, pero las
victorias son fugaces y no parece que
estén acercándonos a una auténtica
inteligencia.
El problema radica en que el test de
Turing puede manipularse con demasiada
facilidad. Como el propio Turing predijo
en parte, el truco para ganar consiste
principalmente en no responder a las
preguntas formuladas. La manera de
superar el test de Turing es mediante el
engaño. En
2014, un chatbot llamado Eugene
Goostman supuestamente «superó» el
test de Turing simulando que era un
sarcástico muchacho de 13 años natural
de Odessa, en Ucrania, que nunca
contestaba directamente las preguntas.
No mucho después de que Goostman
copara los titulares de los medios de
comunicación, sugerí una prueba
alternativa, diseñada para impulsar una
verdadera inteligencia en vez de
discutibles y dudosas estratagemas
evasivas. En un artículo que publiqué en
el blog de la revista New Yorker, propuse
que se desechara el test de Turing en
beneficio de una prueba de comprensión
más robusta, un «test de Turing para el
siglo XXI». La idea iba dirigida a eliminar
las artimañas y centrarse en si las
máquinas pueden entender de verdad los
contenidos a los que se les expone