En estos días los dominicos estamos celebrando la fiesta de la Virgen del Rosario, esta hermosa advocación mariana que viene desde tiempos de Santo Domingo cuando según la tradición dominicana la misma Virgen le entregó el Rosario.
1. VIRGEN DEL ROSARIO
En estos días los dominicos estamos celebrando la fiesta de la Virgen del Rosario,
esta hermosa advocación mariana que viene desde tiempos de Santo Domingo
cuando según la tradición dominicana la misma Virgen le entregó el Rosario.
Una advocación es un nombre que se le pone o se le dedica a un templo o a una
imagen de acuerdo a un acontecimiento especial, dones o atributos o para resaltar
alguna virtud en diferentes contextos. Ello ayuda a dar un reconocimiento y valor a
diversas situaciones en las cuales se presenta el lugar la situación y se le llama e
invoca con el nombre que emerge de todo ello, por ejemplo tenemos Virgen de
Lourdes, de Fátima, del Carmen y en nuestro caso dominicano Virgen del Rosario.
Esta advocación ha sido difundida por los frailes en todo el mundo a lo largo de los
800 años de existencia de la Orden de Predicadores y para ser más cercanos en el
Perú no hay ciudad donde no se la invoque, incluso en mi experiencia en los pueblos
de la serranía de Ancash, enterarme que veneran a esta advocación desde hace
400 años es una prueba evidente que los dominicos pusieron sus pies y
evangelizaron aquellos lugares donde ahora físicamente la Orden ya no se
encuentra.
A través de los valores religiosos podemos entender el enorme amor hacia la madre
de Dios y a la vez saber que como Orden dominicana estamos llamados a ser
difusores del Santo Rosario que en definitiva es un ejercicio espiritual practico que
no toma más de 20 minutos al día rezar o hacer un recorrido por la vida, pasión y
muerte de nuestro señor Jesucristo.
A través de los siglos el rezo del Santo Rosario se ha convertido en un elemento de
especial importancia dentro de las oraciones de la Iglesia por su contenido pues en
ella meditamos los hechos de Jesús que por amor vino a este mundo para ser el
Dios con nosotros y devolvernos esa amistad que se había roto por la falta de
nuestros primeros padres.
Llevar un Rosario no es para colgarlo en el cuello o en la luna de un automóvil, es
para llevarlo en el corazón, un corazón agradecido a Dios y con una súplica ardiente
pedirle por nuestro bienestar y el de nuestros hermanos amigos y familiares.
Que este mes de octubre en el Perú a la vez que vivimos la festividad del Señor de
los Milagros y es considerado el mes del Santo Rosario vivamos con alegría estas
prácticas de nuestra fe para crecer en el amor a Dios y al prójimo.