La depresión es común en adultos mayores y puede ser causada por factores fisiológicos asociados con el envejecimiento como desequilibrios neurológicos o enfermedades físicas, o factores sociales como soledad, traslados involuntarios o pérdidas significativas. La depresión es una reacción natural al duelo por pérdidas y requiere un proceso de elaboración psicológica para superarla.
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1. UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL FRANCISCO DE MIRANDA
ÁREA: CIENCIAS DE LA SALUD
PROGRAMA DE GERONTOLOGÍA
MODALIDAD VIRTUAL
PSICOLOGÍA SOCIAL Y DEL ENVEJECIMIENTO
PROF. LUISA E. GRANADILLO SIERRAALTA
UNIDAD II: Trastornos mentales asociados al proceso de
envejecimiento.
TEMA IV: Depresión, pérdida y duelo en el adulto mayor.
Todos alguna vez en la vida nos hemos sentido deprimidos,
es decir, tristes; con falta de interés por la vida en general;
inactivos; pesimistas; con baja autoestima; hacemos una
evaluación negativa de la situación presente y futura; tenemos
dificultad para tomar decisiones por muy pequeñas que sean.
Todos estos sentimientos y sensaciones conforman los síntomas
afectivos de la depresión. Sin embargo, también existen
síntomas físicos como la pérdida o el aumento del apetito; fatiga
crónica; problemas del sueño, bien sea insomnio o la sensación
continua de sueño, y, cambios en los hábitos intestinales
(diarrea o estreñimiento).
Existe aún, mucho debate acerca de si la depresión
aumenta o no con la edad. Hay estudios que indican un aumento
de los síntomas depresivos a partir de los 70 años, aunque esto
se debe mayormente a los problemas de salud física y
discapacidad. Otros han encontrado como una de las fuentes
principales de la depresión el padecimiento de enfermedades
crónicas. Sin embargo, los estudios que se fundamentan en
entrevistas de diagnóstico clínico no parecen encontrar un
aumento significativo de la depresión con el aumento de la edad.
2. La depresión frecuentemente se encubre con síntomas
físicos para los que no se encuentran una causa concreta. Tales
síntomas pueden constituir un trastorno mental en sí mismo que
se conoce como hipocondría, aunque la mayoría de las veces
ésta se relaciona estrechamente con la depresión. La persona se
queja de dolor intenso y constante, generalmente de cabeza o
espalda, pero los exámenes médicos no revelan problemas
físicos.
Para que la depresión sea diagnosticada como clínica
deben mantenerse los síntomas por lo menos dos (2) semanas y
se considera patológica al permanecer por 6 meses.
CAUSAS DE LA DEPRESIÓN:
Existen varias tesis sobre las causas de la depresión en los
adultos mayores. Algunas hacen hincapié en los factores
fisiológicos asociados al proceso de envejecimiento. Otras, le dan
mayor importancia a los acontecimientos sociales que el
envejecimiento puede implicar. No obstante, es posible que en
algunos casos influyan factores de ambos tipos.
Factores fisiológicos:
Aporte insuficiente de ciertos neurotransmisores o a
desequilibrios más generales de éstos en el cerebro. El
hecho de que los síntomas depresivos en el adulto mayor
con frecuencia respondan al tratamiento farmacológico es
un indicativo de que el problema pueda ser bioquímico.
Enfermedades físicas. Es de esperarse que alguien que
este enfermo tenga sentimientos de tristeza, ansiedad o
fatiga como reacción al dolor, a la discapacidad o a la
3. conciencia de la enfermedad y en algunos casos estos
sentimientos son tan severos y prolongados que
constituyen una depresión.
Los síntomas de la depresión pueden ser consecuencia
directa de la enfermedad o un efecto secundario de la
medicación.
Los estudios longitudinales y retrospectivos indican que las
personas que tienen depresión pueden estar predispuestas
a desarrollar enfermedades físicas, de tal manera que se
establece un círculo de enfermedades físicas y
emocionales. Con los conocimientos actuales en el área, es
difícil diferenciar causa y efecto cuando una persona tiene
tanto síntomas físicos como psicológicos.
Factores sociales:
Las personas con depresión a menudo se quejan de
soledad o ailamiento emocional y puede que tener un
apoyo social fuerte disminuye las posibilidades de que una
tenga una depresión reactiva después de una pérdida. No
obstante, el aislamiento no está fuertemente asociado con
la depresión severa en los adultos mayores. En la mayoría
de los casos parece ser más importantes las relaciones
interpersonales estrechas o más cercanas que el contacto
social en sí. Aunque el ánimo bajo y los niveles bajos de
satisfacción con la vida no se pueden equiparar con la
depresión, algunos estudios sugieren que están
relacionados. Entonces, parece razonable pensar que el
4. aislamiento puede contribuir a las altas tasas de depresión
leve observada entre los adultos mayores.
El traslado a una nueva residencia. Varios estudios indican
que cuando el traslado es involuntario la satisfacción con la
vida disminuye y los síntomas de la depresión hacen su
aparición. La relación entre el traslado y los niveles de
adaptación es compleja, no obstante algunas variables
pueden influir incluyendo que el traslado sea algo deseado,
la naturaleza y calidad de la nueva residencia, que el
traslado altere o no la red social de la persona y otros
factores similares. La admisión en una residencia a
menudo se acompaña de un aumento de síntomas
depresivos, los cuales, la mayoría de las veces, no son
percibidos por el personal que allí labora dejándoles sin el
tratamiento adecuado por lo que en un estudio se encontró
un aumento del 59% de la probabilidad de morir al año
siguiente de la admisión de los adultos mayores que
sufrían depresión.
Depresión, pérdida y duelo:
Desde otra perspectiva la depresión es una reacción
natural ante una pérdida significativa, la misma requiere de una
elaboración psíquica para solventarse y eso es a lo que se llama
“duelo”. Se podría representar gráficamente así:
Pérdida depresión duelo resolución adaptación a la pérdida
no depresión
5. Si nos ponemos a ver, durante todo nuestro desarrollo
evolutivo sufrimos de pérdidas, por ejemplo, a las niñas cuando
les llega la menstruación dejan de ser niñas para convertirse en
responsable de su integridad como mujer, luego al ser madres
en la edad adulta tienen que dejar de lado cosas de mujer para
dedicarse de lleno a la nueva responsabilidad que implica ser
mamá. Por supuesto, que al llegar a la vejez también somos
víctimas de esas pérdidas. Pérdida de sueño, de valores,
ideales, de la capacidad adquisitiva que se disipa con la
jubilación, la pérdida de poder o prestigio ante los otros, la
disminución física a nivel de los sentidos, los fallos de la
memoria, la disminución de la habilidad osteomuscular, entre
otros.
Entonces, ante esas pérdidas puede reaccionarse de
muchas maneras: enojo, tristeza, necesidad de hablar, negación,
llanto, estados depresivos, pánico, soledad, remordimiento,
síntomas físicos, aislamiento.
Las pérdidas se elaboran a través de un trabajo psíquico
normal llamado duelo que según Freud, ya en 1915, señalaba
que el duelo es por lo general la reacción a la pérdida de un ser
amado o una abstracción equivalente como la patria, la libertad,
el ideal, etc.
Decimos por tanto que el duelo es el trabajo psíquico
necesario para afrontar una pérdida significativa (un ser querido,
un objeto importante, una actividad relevante) trabajo que se da
acompañado por una sensación de tristeza y de dolor.
Este trabajo lleva a desprenderse íntimamente de ese
objeto perdido y disponer de las energías afectivas para ponerlas
en otros, por eso es que lo tomamos como un proceso
6. adaptativo. Se considera un proceso porque no se da
abruptamente, de un día para el otro, lleva implícito una
elaboración de tres etapas: la desesperación (negación, rabia);
la tristeza y la resolución.
En la primera reacción que es la desesperación se realizan
las siguientes preguntas… ¿por qué a mí?... ¿qué le
hicieron?...seguida de la negación como mecanismo
defensivo…no puede ser…no ocurrió…seguro que fue un sueño.
Después, producto de asumir la realidad de la pérdida, uno se
retrae, en una identificación con lo perdido, aparecen recuerdos
y la necesidad de hablarlos, está triste, desganado como
desvitalizado. Finalmente, la resolución, se da cuando ese
vínculo se va desdibujando, y deja lugar para nuevas relaciones.
Es necesario familiarizarse con la palabra duelo en la
certeza de que es un trabajo psíquico necesario y natural que
lleva a elaborar satisfactoriamente todas las pérdidas, habida
cuenta que el envejecer ha acumulado pérdidas de distinto grado
y significado y que muchas de ellas quedaron sin duelar.
BIBLIOGRAFÍA:
- http://www.psiconet.com/tiempo/educacion
- Laplanche, J. y Pontalis, J. (1993). Diccionario de Psicoanálisis.
Barcelona: Editorial Labor, S. A.
- Warner, K. y Willis, S. (2003). Psicología de la Edad Adulta y la
Vejez. (5ta Edi.). Madrid: Pearson Educación.