Unlocking the Power of ChatGPT and AI in Testing - A Real-World Look, present...
Finalistas
1. UN
INVENTO
MUY
ÚTIL
Había
una
vez
en
un
país
muy
lejano
un
profesor
que
se
llamaba
Pepito.
A
Pepito
le
gustaba
inventar
cosas,
así
que
un
día
se
apuntó
a
un
concurso
de
inventos.
¡El
premio
era
más
de
50.
000
euros!
Entonces
Pepito
se
puso
a
pensar
y
se
le
ocurrió
una
fantástica
idea.
Quería
fabricar
un
aparato
que
al
ponerlo
fuera
de
casa,
un
día
de
relámpagos,
pudiera
recoger
los
rayos
de
electricidad
y
con
ellos
conseguir
energía
eléctrica.
Después
de
algunos
días,
Pepito
se
puso
a
construir
el
invento
y
se
dio
cuenta
de
que
primero
tenía
que
ir
a
la
tienda
a
comprar
las
cosas
necesarias.
Necesitaba
cosas
como
las
siguientes:
tornillos,
botones
para
encender,
una
antera,
etc.
Cuando
entró
en
la
tienda
y
pidió
los
materiales,
lo
tenían
todo
menos
dos
cosas:
la
antena
y
el
botón
de
encender.
Entonces,
Pepito
se
puso
a
buscar
en
su
casa
y
encontró
solo
una
de
las
cosas:
la
antena.
Así,
Pepito
miró
tienda
por
tienda
pero
no
encontró
el
botón
adecuado
para
su
máquina.
Al
día
siguiente,
Pepito
se
miró
en
el
espejo
y…
¿Qué
vio?
¡El
botón
estuvo
todo
el
rato
en
el
bolsillo
de
su
pantalón!
Al
final,
Pepito
pudo
terminar
su
invento
y
fue
uno
de
los
finalistas
del
concurso.
Decidir
el
ganador
fue
difícil
pero
¡ganó
Pepito!
Porque
su
invento
era
muy
útil
y
lo
podrían
utilizar
muy
bien
para
obtener
energía
eléctrica
pero
directamente
de
la
naturaleza.
¡Ganó
los
50.000
euros!
Y
colorín
colorado,
este
cuento
se
ha
acabado.
Fabio
García
van
der
Meer
2.
EL
INVENTOR
LOCO
Había
una
vez
un
inventor
loco.
Tenía
el
pelo
blanco
y
de
punta,
llevaba
puesto
una
bata
de
laboratorio
y
unos
pantalones
que
brillaban.
Su
nombre
era
Juanlo.
Juanlo
inventó
que
las
mesas
se
movían
y
así
todos
los
platos
se
caían.
Inventó
que
la
tele
se
movía
todo
el
rato
y
por
eso
no
se
podía
ver.
Inventó
que
dentro
de
los
libros
saltaban
las
letras
y
más
cosas
locas
como
estas.
A
la
gente
del
pueblo
no
le
gustaba
los
inventos
defectuosos
y
Juanlo
se
puso
muy
triste.
Solo
estaba
contento
cuando
le
salían
los
inventos
perfectos.
Pero…
¿Cómo
podía
Juanlo
hacer
los
inventos
perfectos?
Lo
consiguió
pidiendo
ayuda
a
otro
inventor
que
vivía
muy
lejos.
Fue
al
lugar
en
su
coche
que
volaba.
Cuando
llegó,
se
dirigió
al
castillo
del
inventor.
El
castillo
era
grande
y
tenía
un
aspecto
moderno.
Vio
al
inventor
y
le
dijo:
-‐
Necesito
que
me
aconsejes.
El
inventor
informó
a
Juanlo
para
planear
bien
los
inventos.
Hicieron
un
dibujo,
un
prototipo
y
pruebas.
Juanlo
volvió
a
su
laboratorio
y
empezó
a
planear
bien
su
invento.
En
lugar
de
que
las
mesas
se
movieran,
cuando
se
terminaba
de
comer
se
limpiaban
solas.
Construyó
el
prototipo
y
después
de
un
pequeño
retoque
todo
funcionaba
bien.
Fabricó
la
mesa
y
la
presentó
al
pueblo.
Toda
la
gente
del
pueblo
estaba
sorprendida
y
en
cada
casa
se
podía
encontrar
una
mesa
limpiadora
hecha
a
mano
por
el
inventor
Juanlo.
Fin
Esmee
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