El documento resume la vida y obra del profeta Jeremías. Vivió durante los reinados de Josías, Joacaz, Joaquim, Joaquín y Sedecías en el reino de Judá. Tuvo que sufrir oposición y persecución por parte de los reyes y sacerdotes debido a sus mensajes de condena a la impiedad del pueblo y anuncios de la destrucción de Jerusalén a manos de los babilonios. Jeremías tenía un temperamento afectivo y pacífico, por lo que su misión profética de transmitir duras advertencias contra la
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Jeremias 2
1. Vida del Profeta.
Jeremías (en heb. Yirmeyahu: "Yahvé exalta"?) aparece en la introducción histórica a sus
oráculos como "hijo de Releías, del linaje de los sacerdotes que habitaban en Anatot," 1 la actual
Anata, a unos cuatro kilómetros al nordeste de Jerusalén, camino del desierto, que era también
la patria del sumo sacerdote Abiatar, 2 a cuya familia sacerdotal podía pertenecer el profeta.
Cuando era aún muy joven, en el año 13 del reinado de Josías (627 a.C.), fue llamado al
ministerio profético, 3 que ejerció durante los reinados de este rey y de sus sucesores Joacaz
(609), Joaquim (609-598), Joaquín o Jeconías (598) y Sedecías (598-586); y aún sobrevivió a la
catástrofe nacional del 586 a.C. Su vida fue muy agitada, ya que tuvo que sufrir en los vaivenes
de la política después de la muerte del piadoso rey Josías (609). Durante el reinado de éste,
colaboró extraordinariamente en la reforma religiosa emprendida en 622-621, cuando fue hallado
el libro de la Ley en los cimientos del templo. Su vida, en este sentido, es paralela a la de Isaías,
que un siglo antes había prestado auxilio moral en la reforma religiosa emprendida por el también
piadoso rey Ezequías (727-698).
Bajo el rey Joaquim (609-598), el profeta de Anatot tuvo que sufrir mucho, en primer lugar de sus
propios conciudadanos de Anatot 4; y en Jerusalén, por recriminar la impía conducta del pueblo,
fue encarcelado 5; y por anunciar la ruina de la ciudad, los sacerdotes quisieron atentar contra su
vida, siendo librado de la muerte por algunos príncipes que recordaron la profecía de Miqueas
sobre la destrucción de Jerusalén.6 En el año 604 (año cuarto del reinado de Joaquim) dictó sus
oráculos a su amanuense Baruc, y los leyó al año siguiente públicamente en el templo. Por orden
del rey Joaquim — indignado porque Jeremías le echaba en cara su impiedad y tiranía — fueron
quemados7; pero Jeremías los volvió a dictar a Baruc. 8 Más tarde fue encarcelado, como traidor,
por orden del rey Sedecías (597-587). 9 Fue libertado después de la toma de Jerusalén por los
babilonios (586), quedando por algún tiempo dedicado a la consolación de los vencidos y a la
reconstrucción religiosa y nacional del país en colaboración con el gobernador Godolías,
nombrado por Nabucodonosor. Pero la facción ultranacionalista asesinó al gobernador, huyendo
a Egipto, llevándose por la fuerza al profeta, el cual continuó allí su obra de exhortación a la
penitencia. 10 Según la tradición judaica, Jeremías fue lapidado en Egipto por sus compatriotas, a
los que recriminaba su pésima conducta . Según una tradición menos fundada, Jeremías fue
llevado por Nabucodonosor a Babilonia después de haber conquistado Egipto en el 566 a.C. 12
Índole temperamental del profeta.
En el profeta Isaías hemos indicado como características de su temperamento la virilidad,
serenidad y aplomo ante las situaciones críticas, como consecuencia de ser un hombre reflexivo
y aun cerebral, con pocas concesiones a lo afectivo. Jeremías es, al contrario, un hombre de
temperamento afectivo y aun tímido, el cual, sin embargo, tuvo que afrontar situaciones mucho
más críticas que su antecesor Isaías. A pesar de su natural retraído y solitario, el profeta de
Anatot, con la gracia divina, supo mantenerse firme y enérgico cuando llegaba la hora de la
intransigencia. A pesar de tener un profundo amor hacia su pueblo, Jeremías tuvo que predicar el
sometimiento a Babilonia, apareciendo como traidor a la causa nacional. Esta fue su gran
tragedia; fue tan amarga su misión, que muchas veces, llevado de su natural, protesta ante Dios
por haberle obligado a soportar una carga superior a sus fuerzas y que está en contra de sus
sentimientos. 13 Quiso orar por la salud de su pueblo, y Yahvé se lo prohibió 14; quiso callar sus
oráculos de exterminio sobre Jerusalén, pero no podía, porque le ardían como fuego en su
interior. 15 Varias veces, en medio de esta lucha psicológica, se atrevió a quejarse de Yahvé. 16
Su misión era la de "destruir, arrancar, arruinar y asolar, levantar, edificar y plantar"17; debía ser
el contrastador de la conducta de su pueblo, 18 el portavoz de la ira de Yahvé, anunciando la
destrucción, 19 mientras que él, dulce y tranquilo por temperamento, hubiera deseado anunciar
cosas agradables al pueblo oprimido 20. Fue durante su vida un signo de contradicción, 21 objeto
de las burlas de sus contemporáneos. Hubiera querido huir al desierto para vivir tranquilo. 22 Dios
es su seductor, por haberle obligado a aceptar una misión para la que no se siente con fuerzas.
23 Pero no puede menos de seguir los impulsos de su Dios: "Tú me sedujiste, ¡oh Yahvé! y yo me
dejé seducir. Tú eras el más fuerte, y fui vencido. Ahora soy todo el día la irrisión, la burla de todo
el mundo. Siempre que les hablo tengo que gritar, tengo que clamar: ¡Ruina, devastación! Y todo
el día la palabra de Yahvé es oprobio y vergüenza para mí. Y aunque me dije: 'No pensaré más
en ello, no volveré a hablar en su nombre', es dentro de mí como fuego abrasador, que siento
dentro de mis huesos, que no puedo contener y no puedo devorar." 24
Su misión es la de ser un signo constante de contradicción: "Soy objeto de querella y de
contienda para todos. A nadie presté, nadie me prestó, y, sin embargo, todos me maldicen. ¿Soy
yo culpable? ¿En el tiempo del infortunio no te rogaba por el bien de los que me odian?"25 No
caben palabras más elocuentes para describir la tragedia íntima de Jeremías, la paradoja de una
2. vida entregada a una misión que contrariaba a sus afectos más íntimos. Toda su vida fue un
sufrimiento continuo por la incomprensión, el escepticismo, la ironía sangrienta. A pesar de
todo, sentía que Yahvé, aunque su seductor, era también su refugio y su fortaleza, 26 Por
eso, en medio de las contrariedades prosigue su tarea de profeta, de "centinela" de los intereses
espirituales de su pueblo, anunciando el peligro, pero, al mismo tiempo, la era mesiánica, que
será el gran contraste con las angustias e incomprensiones de sus compatriotas. 27
En ningún profeta aparece tan clara la vocación divina al ministerio profético como en
Jeremías, ya que la labor que se impone en nombre de Dios está en total contradicción con su
temperamento, retraído, afectivo y pacífico. Los Santos Padres presentan al profeta de Anatot
como el tipo doliente de Cristo, que es incomprendido de sus compatriotas y sufre por la ceguera
de su pueblo. Hasta su misma vida de celibato le asemeja al Maestro de Nazaret. Pero,
naturalmente, el tipo difiere mucho del antitipo, porque en Cristo no se dan los desahogos
airados de Jeremías, que llega en algunos momentos a desear el castigo de sus enemigos. 28 Es
la diferencia del hombre puramente hombre y el Hombre-Dios.
Ambiente histórico.
A Jeremías le tocó asistir a la mayor tragedia de su pueblo, la catástrofe del 586, en que tuvo
lugar el colapso nacional de Judá como consecuencia de una equivocada política nacionalista
contra el invasor babilonio. Por ello, los últimos años de la vida del profeta no pudieron ser más
agitados, ya que tuvo que hacer frente a la facción egiptófila, que postulaba una resistencia a
ultranza contra el coloso caldeo. En 625 había muerto Asurbanipal (668-625), el monarca más
grande de Asiría, que había logrado llegar con sus tropas hasta Tebas, en el Alto Egipto.
Después de él, el general caldeo Nabopolasar logró liberar a Babilonia del yugo asirio,
inaugurando así su reinado (625-605). Los viejos sueños de Merodacbaladán contra Senaquerib
se van a cumplir ahora, cuando el imperio asirio, gastado, entra en su ocaso. Los medos, por su
parte, caen sobre el nordeste del imperio asirio a las órdenes de Ciáxares, y, al no poder tomar la
ciudad de Asur, se alian con el rebelde Nabopolasar de Babilonia en el sur. El pacto fue sellado
por el matrimonio del hijo de Nabopolasar, llamado Nabucodonosor, con la hija del medo.
Después de infructuosos ataques aislados contra Asur y Nínive, lograron por fin tomar esta
ciudad en 612 a.C. El rey asirio Asuruballit se trasladó a Jarran con ánimo de organizar la
resistencia, pero también esta ciudad cayó en poder de la coalición medo-babilonia. El faraón
egipcio Necao II acudió en auxilio del rey asirio en 609, pero fue derrotado a las puertas de
Jarran por Nabopolasar.
En el reino de Judá sucedían también cambios importantes durante este tiempo. En 640 moría el
impío rey Manases, que se había dedicado sistemáticamente a deshacer la reforma religiosa que
había emprendido su padre, el piadoso Ezequías, con la aprobación y auxilio moral de Isaías.
Persiguió a los fieles yahvistas, introduciendo, como su abuelo Acaz, los cultos asirios en el
templo. 29 Su hijo Amón seguía la misma conducta, pero fue asesinado en 640 a.C., subiendo al
trono su hijo de ocho años, Josías (640-609), el cual, educado religiosamente bajo la égida de los
sacerdotes, empezó de nuevo la reforma religiosa. En 621 tuvo lugar un acontecimiento notable:
el hallazgo del "libro de la Ley" en los cimientos del templo, al parecer el Deuteronomio 30.
Inmediatamente mandó poner por obra sus preceptos relativos a la centralización del culto y la
supresión de todos los santuarios sincretistas que pululaban en el país. Incluso extendió su
reforma religiosa al antiguo reino de Samaría, que desde el 721 era una provincia asiría. 31
El piadoso rey se consideraba dueño de aquellos territorios, y por eso en el 609 salió al paso del
faraón Necao II, con el que trabó batalla desigual en Megiddo, cerca del monte Carmelo, y allí
murió trágicamente (609 a.C.). 32 Con esta pérdida se comprometió toda su obra de reforma
religiosa y se terminó el ciclo de paz relativa que desde hacía veinte años disfrutaba el reino de
Judá. Su hijo Joacaz fue su sucesor, aclamado por el "pueblo de la tierra," o clase humilde del
país; pero Necao II le depuso, y entronizó en su lugar a su hermano Eliaquim, al que puso el
nombre de Joaquim (609-598) en señal de dominio. 33 El nuevo rey era de carácter despótico y
no favoreció el desarrollo de la vida religiosa en el país, cometiendo torpezas políticas que le
llevaron a la ruina. 34 Es bajo su reinado cuando comenzó el calvario de Jeremías, el cual había
sido muy bien considerado por el piadoso Josías. En 605, Nabucodonosor hizo una incursión por
la tierra siro-fenicia-palestina después de haber derrotado al faraón Necao II en Carquemis, 35
persiguiéndolo hasta la frontera egipcia. El rey Joaquim le ofreció tributo, y así se liberó de la
invasión caldea. Nabucodonosor se volvió a Babilonia para recoger las riendas del imperio al
morir su padre en 605 a.C.
3. Poco tiempo después, el rey Joaquim de Judá se atrevió a rebelarse contra el babilonio,36 y al
principio Nabucodonosor no tomó en serio esta actitud, enviando sólo unas partidas de soldados
caldeos, árameos, moabitas y amonitas para que hostigaran el país de Judá. 37 Pero, una vez
que se vio desembarazado de sus preocupaciones en Babilonia, Nabucodonosor emprendió una
expedición punitiva contra Jerusalén en 598 a.C. 38 Joaquim murió durante el asedio (no está
claro si de muerte natural o violentamente), 39 y le sucedió su hijo Joaquín o Jeconías, el cual
capituló a los tres meses de subir al trono, siendo llevado en cautividad, con su familia y lo más
selecto de la nación, a Babilonia. 40 Nabucodonosor puso en su lugar en el trono a su tío
Matanías (hermano de Joaquim y de Joacaz), cambiándole el nombre en Sedecías (597-587). Al
principio éste se mantuvo dócil al rey caldeo, mas en 594 entró en relaciones con los pueblos
vecinos para insurreccionarse contra Babilonia; pero, por la intervención de Jeremías,41 la
coalición antibabilónica no tuvo realización formal.
Egipto, por su parte, fomentaba la insurrección de los reyezuelos de Palestina contra el coloso
babilonio. En el 589 subió al trono egipcio Hofra, el cual al punto orientó su política contra
Nabucodonosor. Este decidió jugar la carta definitiva, y así se vino al occidente, estableciendo su
cuartel general en Ribla, junto al Orontes (Alta Siria), seguramente para dirigir las operaciones
contra Tiro, que continuaba resistiendo42. Contra Judá envió a uno de sus generales,
Nabuzardán, el cual se apoderó de las pequeñas ciudades hasta lograr aislar a Jerusalén (589
a.C.). Ante el ataque del faraón Hofra, el ejército caldeo se vio obligado a levantar el sitio de
Jerusalén para atacar al ejército egipcio, al que venció, llegando hasta las fronteras de Egipto. 43
Después el general babilonio se entretuvo en asediar a Laquis y Azeca antes de volver al asedio
de Jerusalén. Esta tardanza hizo nacer el optimismo entre los jerosolimitanos, los cuales llegaron
a apropiarse de nuevo los esclavos que habían manumitido. 44 Pero no tardó en comenzar de
nuevo el asedio, y las condiciones de resistencia se hicieron imposibles. Jeremías predicaba la
capitulación para evitar el desastre completo. Sedecías no supo imponerse a la facción
nacionalista fanática, y en un momento de confusión huyó por una brecha, siendo alcanzado por
los soldados caldeos en la llanura de Jericó, donde fue apresado y llevado a presencia de
Nabucodonosor en Ribla. Más tarde fue llevado al exilio, sin que se sepan más noticias de él.
Mientras tanto, Jerusalén caía en poder de los babilonios en julio del 586 a.C.; la parte
cualificada de la población fue llevada en cautiverio hacia Babilonia, y Judá fue convertida en
provincia babilónica. El vencedor nombró gobernador de dicha provincia arruinada al nativo
Godolías, amigo de Jeremías. El nuevo gobernador procuró rehacer la vida política, económica y
social de la nación; pero la facción ultranacionalista le asesinó, y los judíos, temiendo la
represión, huyeron a Egipto, llevándose con ellos al profeta Jeremías, el cual se oponía a esta
huida. Así terminó la vida de Judá como nación.
En este ambiente de inseguridad y de tragedia personal debemos estudiar los oráculos de
Jeremías. No es fácil establecer una cronología de la mayor parte de sus oráculos, pero
conocemos perfectamente el ambiente histórico en que se desarrolló su trágica vida, y esto nos
sirve para comprender la actividad profética y literaria del profeta de Anatot, que merece el
nombre de mártir.
El libro de Jeremías.
Los escritos profético-históricos que han llegado a nosotros con el nombre de Jeremías son —
como los de Isaías — una colección desordenada de oráculos y de datos históricos, recopilados
sin orden cronológico por un redactor posterior al profeta. Como en el libro de Isaías, pudiéramos
distribuir los oráculos jeremianos lógicamente, según los tres apartados siguientes: a) profecías
contra Judá y Jerusalén; b) profecías contra las naciones paganas; c) profecías relativas a la
restauración de Israel como nación. Pero esta distribución lógica no corresponde a la cronológica
y, sobre todo, no coincide con la distribución de los oráculos en el actual libro de Jeremías:
Parte I: Vaticinios contra Judá (c.2-29).
1. Corrupción general (c.2-6).
2. Contra el fetichismo del templo y el formalismo religioso (c.7-10),
3. Dios no perdonará al pueblo que infringe el pacto (c.11-17).
4. Simbolismo de la vasija rota. Sufrimientos de Jeremías (c. 18-20).
5. Invectivas contra la corte y los jefes políticos y falsos profetas (c. 21 — 23).
Simbolismo de los dos cestos de higos (c.24).
6. Predicción del exilio de setenta años y oráculos contra las naciones (c.25).
Discurso en el templo y peligro para Jeremías (c.26). Muerte del profeta Urías
(c.26:20). Jeremías y los falsos profetas (c.27-28).
4. 7. Carta a los deportados (c.29).
Parte II: La Era Mesiánica (c.30-33)
1. Retorno de Israel renovado (c.30-31).
2. El nuevo pacto (31:315).
3. Compra simbólica del campo de Anatot (c.32). 4· Israel en la paz mesiánica
(c.33).
Parte III: Vaticinios Durante el Asedio de Jerusalén (c.34-40)
1 Contra la injusticia de tomar de nuevo a los esclavos (c.34).
2. Los recabitas (c.35).
3. El "rollo" quemado por Joaquim (c.36).
4. Encarcelamiento de Jeremías (c.37-38).
5. Toma de Jerusalén (c.39-40).
Parte IV: Vaticinios después de la caída de Jerusalén (c.40-45).
1. Godolías, gobernador (c.40-41).
2. Huida a Egipto (c.42-43).
3. Jeremías predice la suerte de los refugiados y de Egipto (c.43-44).
4. Apéndice: Vaticinio sobre Baruc (c.45).
Parte V: Vaticinio contra las naciones (c.46-51)
Apéndice: Fin de Jerusalén. Liberación de Joaquín (c.52).
Texto y versiones.
Es célebre en la historia de la exégesis la gran discrepancia en el libro de Jeremías de los textos
hebreo, masorético y griego de los LXX. La Vg sigue el texto hebraico. 53 En el texto griego falta
la octava parte (unas 2.700 palabras) del TM. Esta tendencia a abreviar se concreta en la
supresión de epítetos de Dios, fórmulas accesorias que no afectan a la sustancia de los oráculos.
Incluso faltan algunos versículos íntegros.54 Además, la disposición de muchos de los oráculos
no es igual en el TM y en el texto griego, pues éste coloca los oráculos contra las naciones
después de 25:13, mientras que en el TM ocupan los c.46-51. Todas estas diferencias pueden
explicarse por la diversidad de criterio del recopilador hebreo y el traductor griego. Así, bien pudo
éste tener un criterio abre viador, y por ello suprime cosas que le parecen redundancias. Muchos
autores,sin embargo, suponen que hubo en principio dos textos originales hebreos, uno más
ceñido y breve, seguido por el traductor griego y otro más amplificado y redundante, que estaría
extendido en Palestina.55
La Vetus Latina está traducida sobre el texto griego, mientras que la versión de San Jerónimo
(actual texto de la Vulgata) está sobre el texto hebreo masorético.56 La versión siríaca llamada
Peshitta es muy afín al TM, aunque parece que en su redacción actual tiene influencias de la
versión de los LXX e incluso del Targum de Jonatán 57.
Estilo literario.
La personalidad del profeta queda perfectamente retratada en su estilo, el cual, lejos de tener el
vigor de expresión y la ironía de Isaías, se desliza ingenuamente, reflejando las ansias de paz de
un alma atribulada. Se le ha querido comparar con el estilo virgiliano, 58 pero su situación
psicológica es muy distinta de la del gran vate romano, y por eso sus expresiones tienen un
contenido de tragedia, que, si no alcanzan el radicalismo del libro de Job, sin embargo, matizan
sus pensamientos de inquietud y aun de desesperación. Jeremías es un alma nacida para la
soledad, la tranquilidad del hogar, y, sin embargo, es lanzado por Dios a la vida agitada política
de Judá en los momentos más críticos de su historia. Por otra parte, es un temperamento
claramente afectivo, y en esto habría que compararlo con el profeta Oseas, pero no posee la
riqueza de imaginación de éste. Pudiéramos caracterizar el estilo literario de Jeremías como
carente de adorno. Con la mayor sencillez y sin pretensiones expresa sus profundas ideas,
generalmente coloreadas con un aire de tristeza y amargura.
Por otra parte, en sus oráculos es propenso a la repetición de frases, imágenes y
pensamientos.59 En su predicación suele depender mucho de la de los profetas anteriores y aun
de la doctrina deutero-nomística, lo que es perfectamente explicable teniendo en cuenta que en
su tiempo se encontró el libro de la Ley (probablemente el Deuteronomio), el cual le
proporcionaba muchas expresiones e ideas estereotipadas para dar a entender sus propias
ideas. Sin embargo, no se debe negar a Jeremías la elevada inspiración literaria y poética, ya
5. que, aunque a veces su estilo es difuso y abunda en frases estereotipadas, con frecuencia es
muy original en sus simbolismos e imágenes, algunas de belleza extraordinaria. Así, habla de
Dios como fuente de agua viva,60 y a Israel lo compara a una camella o asno salvaje que anda
alocado tras de los ídolos, 61 y en momentos de especial afección lo compara a una viña
amorosamente cuidada por su Dios. 62
Tenía una especial predilección por la vida solitaria campestre, deseando habitar en una "cabaña
de viandantes" en el desierto. 63 También siente nostalgia de la paz doméstica. La vida de
celibato le ha sido impuesta por Dios.64 En las confesiones65 es donde mejor se revela el alma
profunda del profeta. Su lucha interior entre sus afectos más queridos y su misión parece
reflejada en una serie de expresiones sublimes, de una sinceridad desconcertante. En todas sus
palabras hay un tono elegiaco y descorazonador, que sólo parece superado por el realismo y
vigor de expresión del libro de Job. Algunos autores le han proclamado el poeta más grande
entre los profetas de la Biblia.66 Esta afirmación parece basada en el aspecto puramente
"psicológico" de la poesía jeremiana 67; pero, en conjunto, la elevación poética de Jeremías no se
acerca a la de Isaías. Desde el punto de vista estilístico del lenguaje, el hebreo de Jeremías es
muy inferior al de Isaías, pues aunque es clasicista, sin embargo, no es un estilo tan depurado y
aticista como el de su gran antecesor. San Jerónimo dice que el estilo de Jeremías es "sencillo y
propio de uno que no está habituado a la elegancia ciudadana y literaria, como lo estaba
Isaías."68 Los lingüistas encuentran en las expresiones de Jeremías influencias aramaicas en
cuanto al vocabulario y a la sintaxis. 69
Aparte de la predicación oracular, Jeremías tiene especial preferencia por las acciones
simbólicas para plasmar mejor sus ideas. 70 Este género de predicación era muy adaptado a la
mentalidad poco evolucionada de muchos de sus oyentes. Como oriental, el profeta busca
impresionar con sus acciones. Ezequiel seguirá esta pauta, y con él otros profetas.
Doctrina teológica.
En Jeremías encontramos las nociones teológicas comunes que ya hemos visto en Isaías, pues
habían sido ya propuestas por Amos, Oseas y Miqueas. La gran tradición yahvista se continúa
según las grandes ideas monoteístas en el sentido más estricto. Podemos distinguir en la
predicación de Jeremías los siguientes apartados teológicos.
1. Dios. — Enfáticamente se dice que los ídolos son "vanidades,"71 y, por tanto, implícitamente se
expresa la idea de la sola existencia del Dios de Judá e Israel, que es la "fuente de la vida," 72 y,
como Dios, escruta y penetra los más íntimos pensamientos de los hombres. 73 La trascendencia
divina aparece en la clara afirmación sobre la creación y conservación de todas las cosas por
Yahvé. 74 Como Señor de todo, domina los elementos de la naturaleza y siembra la vida.75 Es
omnisciente, y todo lo ha creado y dispuesto con sabiduría.76 Es el Dios omnipotente,77 pero su
fuerza no es ciega, sino que la atempera a las exigencias de su justicia.78 Como Juez justo, da a
cada uno lo que es suyo. 79 Pero su justicia está contrarrestada con su misericordia. 80
2. Dios y la humanidad, — Supuesto que todo ha sido creado por Dios, se sigue que todas las
naciones deben reconocerle como tal.81 Su influencia no se limita sólo a los destinos del reino de
Judá e Israel, sino que dirige el curso de la historia de las naciones. Incluso se promete a los
gentiles que le reconozcan por Dios el "habitar prósperamente en medio del pueblo" elegido. 82
Pero por sus pecados tendrán que apurar la "copa de su ira," como lo ha tenido que hacer el
propio Israel. 83 Dios es el que señala los confines de los pueblos, incluso de los paganos. 84 Y no
sólo su justicia descargará sobre ellos, sino que también su misericordia les abraza a todos, y
sus ciudadanos podrán disfrutar de los mismos derechos que los del pueblo elegido.
3. Dios e Israel. — Los vínculos que Dios tiene con la humanidad en general quedan reforzados
cuando se trata de Israel, pues fue escogido por El con designios providenciales y le ha
prodigado toda clase de protección a través de la historia. 85 El profeta compara el cuidado que
Dios tiene de Judá al de un agricultor que cuidadosamente cultiva su viña.86 Como Oseas,
compara las relaciones de Israel con Dios a las de dos esposos, que han hecho una alianza. 87
Las expresiones en este sentido son sumamente tiernas. 88 Dios e Israel se pertenecen
mutuamente. 89 Por eso la apostasía de Israel, yéndose tras de los ídolos, reviste los caracteres
de un verdadero adulterio. 90 Israel debía estar unido a Yahvé como el ceñidor a la cintura del
que lo lleva, 91 único medio de preservarse intacto. La base de tales relaciones está en el pacto
del Sinaí, 92 pero Judá ha roto el "pacto," 93 y por eso Yahvé enviará el castigo y la ruina.
Después del castigo purificador, Dios hará una "alianza nueva," escrita en los corazones, de
forma que no haya lugar a su quebrantamiento. 94 Israel volverá después del exilio a ser el hijo
"primogénito," 95 y Yahvé volverá a ser el pastor único de la grey. 96
Todas estas relaciones se refieren a Dios e Israel como colectividad nacional, pero con la prueba
del exilio la responsabilidad individual adquiere más relieve: "En esos días ya no se dirá más:
6. Nuestros padres comieron las agraces, y los hijos sufrimos la dentera, sino que cada uno morirá
por su propia iniquidad; quien coma el agraz, ése sufrirá la dentera." 97 En efecto, el profeta se
plantea problemas puramente personales, sin conexión con la nación israelita como colectividad;
así inquiere la razón de sus propias angustias y tragedias íntimas y se plantea el problema sobre
la ecuación entre méritos y premios, pecados y castigos, siendo así un antecesor del libro de Job
98. El tono a veces se asemeja al de los Salmos, en los que con toda viveza se plantean las
angustias personales de los justos perseguidos y despreciados.
4. El pecado. — En su primera fase de predicación, el profeta fustiga los pecados de Israel como
nación, y por ello será castigado por Yahvé. El pecado "nacional" era la idolatría, el sincretismo
religioso y el abandono sistemático de Yahvé como único rector de los destinos de Judá. En esto
contrasta con la conducta de los pueblos paganos, que nunca abandonan a sus dioses. El
profeta pone en boca de Yahvé esta queja lacerante: "¿Qué tacha hallaron en mí vuestros
padres para apartarse de mí e irse en pos de la vanidad de los ídolos?" 100 El pueblo ha
abandonado totalmente la Ley y se ha entregado a toda clase de excesos: lujuria, violencia,
atropellos sociales, falsedad, perjurios, 101 y esto no sólo en la clase humilde, sin formación, sino
también en la clase directora 102. El profeta insiste en la malicia del corazón humano como fuente
de pecados 103; por eso, en la nueva teocracia mesiánica suspira por un cambio de "corazones,"
ya que no basta la Ley escrita, sino que era necesario grabarla en lo más íntimo de la
personalidad humana 104. El profeta suspira por una unión más íntima del hombre con Dios como
"fuente de vida,"105 como fruto de una reconciliación con El por el arrepentimiento y la penitencia.
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5. Las observancias religiosas. — Como Isaías y los profetas que le precedieron, Jeremías
detesta el mero formalismo religioso, al que considera como una hipocresía. Enérgicamente
protestaba por la confianza fetichista en el templo de Jerusalén como medio de liberarse de la ira
divina. 107 Ante todo predica Infidelidad a Yahvé" como consecuencia de un conocimiento
profundo de su Ley. Para él, la "verdadera religión" consiste en la práctica de la justicia con el
prójimo 108 y la "circuncisión del corazón,"109 lo que implica obediencia a la Ley de Yahvé. 110 Los
valores éticos deben prevalecer sobre los ritos formalistas de culto: "¿A mí qué el incienso
de Sabá y las cañas aromáticas de tierras lejanas? Vuestros holocaustos no me son gratos,
vuestros sacrificios no me deleitan." 111 Hasta el "arca de la alianza" será sustituida en el nuevo
orden de cosas, donde prevalecerá la religión del "corazón."112 Esa interioridad de la religión
en Jeremías se refleja en su espíritu profundo de oración. En todos los momentos críticos de
su vida ha acudido a la plegaria como solución a los grandes problemas; así ora por la nación. 113
Dios le prohibe que ore por el pueblo para no verse obligado a emplear su misericordia. 114
Enfáticamente afirma el profeta la eficacia de la oración confiada. 115 En este aspecto, la
personalidad de Jeremías es paralela a la de muchos salmistas, que, movidos de una
religiosidad profunda, acuden a Dios como único valedor de sus intereses. 116
6. Ideas mesianicas. — A pesar del espiritualismo tan elevado de los oráculos de Jeremías,
apenas se encuentran en sus escritos promesas claras mesianicast como hemos visto, al menos
en lo referente a la persona del Mesías, en Isaías. Naturalmente, el profeta tiene una profunda
esperanza en los destinos mesianicos del pueblo israelita como tal. Así anuncia la restauración
de la nación después del castigo del exilio, la cual será gobernada por jefes que, lejos de
esquilmarla, como antes, la ayudarán a conseguir toda clase de felicidades. 117 Israel y Judá
volverán a unirse para constituir una nación sola, como en el pasado. 118 El templo será
nuevamente purificado de toda contaminación, y la ciudad, reedificada. El nombre del futuro rey
— reencarnación de David ("suscitaré a David, vástago de justicia") — será el símbolo de la
nueva teocracia y llevará el nombre prometedor de "Dios, nuestra justicia."119 Todos reconocerán
al nuevo rey, vástago de David, como lugarteniente de Yahvé, 120 porque implantará un reinado
de justicia y de equidad: "Yo suscitaré a David, vástago de justicia, que como verdadero rey
reinará prudentemente y hará derecho y justicia en la tierra. En sus días será salvado Judá, e
Israel habitará en paz."121 Y toda esta situación de paz vendrá como consecuencia de una
"nueva alianza" — grabada en los corazones — signada entre Yahvé y su pueblo. El pecado
desaparecerá y no volverá a romperse lo pactado, como en días antiguos. 122