2. Recopilación de cuentos para la celebración del Día del libro 2015
1ª Edición.
Creación de cuentos coeducativos y para el fomento de la lectura.
Organiza AMPA “Generación del 27” del CEIP Vicente Aleixandre
Colabora CEIP Vicente Aleixandre (Granada)
Este libro se ha coofinanciado con la subvención para las Asociaciones de Madres y
Padres del Alumnado, otorgadas por la Junta de Andalucía en la convocatoria de 2014.
Algunos de los cuentos publicados en este libro han sido revisados para una mejor
lectura y comprensión, respetando la idea principal del cuento.
Todos los derechos reservados. Queda prohibida cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación
pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización del AMPA que vela por los derechos de los
titulares de las obras.
3. ÍNDICE
El búho tiene hambre Marcos Alonso Iruela
La zorra y el zorro Maribel Serrano García
Los lobos Yeray Martín Alcaide
Champi el valiente Candela López López
La fiesta de cumpleaños de Palomo Irene García de la Cruz
Blanki tiene frío en primavera Patricia Román Peña
Isaac, el niño pobre Juan Pablo Rodríguez Linares
La historia de Rosita Marta Morales Sola
Los hermanos Pablo Montero Valenzuela
El gol Javier Jiménez Sánchez
La estrella cumplesueños Laura González Santos
El niño que le encantaban los peces Alba Márquez Cobos
El gato rojo Alejandro Macías Moreno
Quiero más Gloria María Díaz García
El espantapájaros María Torres Fernández
La Alhambra encantada Natalia Álvarez Fernández
El ratón Vicen Jaime Espín Rodríguez
Una cosa horrible Irene Espejo Baños
Los tres deseos Celia de Simón Henestrosa
La cueva encantada Dario García Fernández
Daniel quería volar Laura Ortiz Morón
La habitación viajera Julia Torres Sánchez
El niño que no sabía leer Paula García de la Cruz
Al revés Fernando Torres Sánchez
Charlote, la repostera Elena Figueras López-Ochoa
El pájaro herido Judith Ramos Fernández
La Coca-Cola Manuel López López
Verano inesperado Carmen Palma Abadía
La casa misteriosa Alicia Morales Sola
La esmeralda encantada María Johana Álvarez Cano
Princesa Luz Nayeli Coronel Tinoco
Un día de inocencia Sandra Canon Sánchez
El fantasma del cole David Camero Pozuelo
El fantasma del sótano Paula Macías Moreno
El paraíso imaginado Alba González Morante
El cumpleaños de Julia John Carlos Harf Suárez
A Miami Erika Baldelomar Moya
La princesa y las estrellas Claudia Serrano Velasco
El amuleto mágico José Antonio Merlo Megías
El niño y la PS4 Pedro Espigares Asenjo
La moneda maldita Pablo Prats González
El muñeco de nieve Álvaro Rodríguez Carrasco
Este es Hugo Hugo Burgos Triano
5. El búho tiene hambre
Una noche un búho tenía hambre. Le preguntó a una ardilla: “¿Ves algo de comer”.
La ardilla le respondió: “Hay nueces”. El búho dijo: “¡Qué asco! No me gustan las nueces”.
La ardilla entonces se las comió todas. Después el búho vio a su amiga la águila y le
preguntó que si veía algo de comer. El águila le respondió que veía ratones. El búho
contestó: “¡Qué asco! No me gustan los ratones”. El águila entonces se los comió de un
bocado. El búho seguía con hambre. Se marchó y vio un gusano. Se lo comió
rápidamente diciendo: “¡Qué rico están los gusanos! Esto sí que me gusta”.
Marcos Alonso Iruela
6. La zorra y el zorro
Érase una vez una zorra que se llamaba María y un zorro que se llamaba
Ramón. Se juntaron para planear cómo quitarle la comida a los pastores y darse un
banquete. María le dijo al zorro Ramón que persiguiera a las ovejas. María aprovechó
entonces para comerse la comida. Los pastores dieron al zorro una paliza. Ramón
volvió y le dijo a la zorra que estaba muy dolorido. María estaba mala también de
haber comido tanto. El problema es que los pastores seguían buscando a quienes se
habían comido todo y tuvieron que salir corriendo aun sin poder. María le dijo a
Ramón: “llévame a cuestas”, y Ramón le contestó: “Mejor te canto una canción, ¡María la
cascabelera!”. Ambos huyeron para no volver más.
Maribel Serrano García
7. Los lobos
En un bosque una familia de lobos junto a sus cachorros jugaban y reían. Cuando
de pronto un ruido muy fuerte se dejó oír por todo el bosque. Los animales corrían lo
más rápido que podían. Se dieron cuenta de que era un volcán que había entrado en
erupción. En su huida encontraron un rebaño de ovejas que estaban en apuros. Los
lobos decidieron ayudarlas a salir para que no fueran quemadas por la lava ardiente.
Todos felices celebraron haber escapado.
Yeray Martín Alcaide
8. Champi el valiente
Champi era un champiñón que estaba vivo gracias al polvo de hadas. Era muy
valiente y le gustaban mucho las aventuras. Un día, Champi paseaba por el bosque y se
encontró a un ciervo pequeño que se llamaba Marroncito y se hicieron amigos.
Marroncito vino un día a avisar a Champi porque había un incendio en el bosque.
Champi tenía una bolsa mágica que le habían regalado los duendes de la cual podía
sacar aquello que deseara. Entonces se montó encima de Marroncito para llegar
velozmente hasta el incendio. Estando delante del fuego le dijo a la bolsa: “¡Agua, agua,
mucha agua!”. De la bolsa comenzó a salir tanta agua que el fuego se apagó.
Candela López López
9. La fiesta de cumpleaños de Palomo
Érase una vez un perro que se llamaba Palomo. Su dueño le dijo: “Vamos a hacer
una fiesta por tu segundo cumpleaños”. Invitaron a sus mejores amigos: Pancho, Lily y
Blanca; y también el dueño invitó a otros amigos suyos que tenían perros.
Cuando llegó la noche montaron la fiesta. ¡Todos estaban bailando! Pancho era el
DJ, y vestía como un rapero. Blanca cantaba la canción “Gangnam Style” mientras que
Palomo bailaba dicha canción con sus manos locas. Antes de que la fiesta terminara,
todos los invitados le dieron los regalos a Palomo y se comieron la tarta. Poco a poco los
perros y la gente se fueron yendo a su casa.
Cuando todos se marcharon, se quedaron Palomo, Blanca, Pancho y Lily y se
dieron cuenta de que el lugar de la fiesta se había quedado totalmente lleno de suciedad,
pelos, baba de perro, y otras cosas que no se pueden poner en los cuentos. ¡Vaya lata
tener que limpiar todo! Es lo que tiene hacer una fiesta y sobre todo, invitar a tantos
perros.
Irene García de la Cruz
10. Blanki tiene frío en primavera
Blaki es un conejito de color blanco. Llegó la primavera y el buen tiempo, pero
Blanki siempre tenía frío. Sus amigos del bosque le preguntaban: “¿Por qué tienes frío si
hace calor?”. Blanki no sabía por qué. Sus amigos querían ayudarlo, y un día la ardilla
le trajo una manta para que se abrigase. Pero Blanki seguía teniendo frío. Otro día el
zorro le dijo: “Ven conmigo a echar una carrera y así sudarás y entrarás en calor”.
Después de la carrera, Blanki seguía con frío. La tortuga también quería ayudar: “Toma
chocolate que tiene muchas calorías”. Pero aunque se lo comió, no sirvió de nada, y
Blanki seguía teniendo frío. Un día vino una conejita y le dio un gran abrazo. A partir
de aquí el conejito nunca más tuvo frío. Lo que le faltaba era amor.
Patricia Román Peña
11. Isaac, el niño pobre
En Mali vivía un niño llamado Isaac. Pertenecía a una familia tan pobre que no
tenían dinero ni para comer. Vivían en una choza de palos y cada vez que llovía se
quedaba destrozada. Isaac iba todos los días al río a coger agua y algún que otro pez
para poder comer sus ocho hermanos y sus padres. Pero él tenía un deseo muy grande,
que se construyera un colegio en su aldea. Una noche de luna llena miró al cielo y a la
estrella que más brillaba le pidió ese deseo: “Quiero ir a un colegio donde me enseñen a
leer y a escribir”. Esa noche se acostó muy triste pensando que ese deseo nunca se
cumpliría. Al día siguiente, cuando iba al río a por agua, vio que estaban construyendo
una escuela con el dinero que habían recogido los alumnos del colegio Vicente
Aleixandre. Isaac fue entonces feliz.
Juan Pablo Rodríguez Linares
12. La historia de Rosita
Érase una vez una ardilla llamada Rosita. Ella era muy atrevida y divertida.
Rosita tenía un sueño, que era viajar a Francia. A su familia le hicieron una oferta para
viajar a ese país. Pero rechazaron esa propuesta porque no tenían tiempo. Cuando
Rosita se enteró que su familia no iría a Francia, se enfadó mucho. Poco después
tuvieron la posibilidad de viajar a ese país de nuevo. Su madre esta vez dijo que sí,
para que Rosita se pusiera contenta y pudiera cumplir su sueño.
Marta Morales Sola
13. Los hermanos
Érase una vez dos hermanos que vivían en Gabia. El grande era más bueno y se
llamaba Pablo. Tenía 7 años. Su hermano, que se llamaba Hugo, tenía 2 años, y era muy
malo. Un día fueron a una tienda y Hugo tocaba todas las cosas. Entonces rompió una
figura de cristal. Su madre le regañó por haber roto una cosa tan valiosa. Hugo
aprendió la lección.
Pablo Montero Valenzuela
14. El Gol
A Carmen le encantaba el futbol. Sus padres le habían apuntado al Real Madrid
Club de Futbol y entrenaba todos los días. Tenía todas las equipaciones oficiales: blanca,
negra y rosa. Un día le tocó a ella jugar. El partido era el lunes día 3 de septiembre. La
pusieron de defensa, pero una compañera que jugaba en la delantera se lesionó. El
entrenador le dijo que ocupara esa nueva posición. Intentando hacerlo lo mejor posible
tuvo suerte al final: ¡Marcó un gol de chilena!.
Javier Jiménez Sánchez
15. La estrella cumple-sueños
Érase una vez una niña llamada Ángela a la que le encantaban las estrellas. Le
parecían tan hermosas, que todos los días se dormía observándolas desde la ventana
de su habitación. Una noche Ángela no conseguía dormirse y estuvo mucho tiempo
pendiente de esas maravillosas estrellas. Las contaba una y otra vez. Cual fue su
sorpresa, cuando una de ellas se movió rápidamente. “¡Oh!”, dijo Ángela. Y en ese mismo
momento pensó un deseo: Que cada noche le gustaría ver una estrella fugaz. Desde ese
día la niña todas las noches veía una estrella fugaz antes de dormirse. Ésta sería su
estrella cumple-sueños. Esta experiencia tan bonita quiso compartirla con sus
compañeros del cole. Así ellos también podrían disfrutar cada noche de las estrellas y
encontrar su propia estrella cumple-sueños.
Laura González Santos
16. El niño que le encantaban los peces
Érase una vez un niño que le encantaban los peces y vivía en una casa de
campo. Al lado de la casa había un río, donde el niño iba a buscar peces. Un día vio un
pez grande de color naranja que se llamaba Romeo y se hicieron amigos. Romeo tenía
más amigos: Nemo, Julieta y Sinchan. Un día hubo una riada y el niño salvó a los peces
metiéndolos en una pecera grande. Los peces dieron las gracias al niño. Mientras
estaban en la pecera, el niño cuidaba de ellos y les daba de comer. Les preguntó si les
gustaría quedarse con él para siempre, los peces dijeron que sí y todos fueron felices.
Alba Márquez Cobos
17. El gato rojo
Había una vez un gato que comía manzanas rojas y amargas. Cada día se comía
13 manzanas, pero un día se acabaron las manzanas rojas y entonces se fue al bosque
a coger algunas. Los manzanos eran altos y alargados, por lo que volvió al pueblo a
buscar una escalera. Cogió una de color rojo y verde y regresó al bosque otra vez. El
manzano más alto tenía en su copa una manzana de cristal. Subiendo a él, la cogió y
se la comió. Entonces el gato se volvió rojo para siempre.
Alejandro Macías Moreno
18. Quiero más
Érase una vez una niña muy guapa llamada Genoveva. Conforme crecía todos
hacían lo que ella quería porque tenía mal genio. Trataba mal a sus amigos, gritaba a
sus profesores y no hacía caso a sus papás. Un día todo el mundo se hartó de ella y le
dieron de lado. Genoveva se enfadaba más y más pensando por qué le había podido
pasar esto. En sus sueños le apareció un ángel llamado Jesús, que le explicó por qué
nadie quería estar a su lado. Cuando despertó se dio cuenta de que había que hacer las
cosas bien y pidió perdón a toda la gente que había tratado mal. Desde ese momento
Genoveva fue una niña buena a la que todos querían, consiguiendo ser feliz.
Gloria María Díaz García.
19. El espantapájaros
Érase un espantapájaros que estaba en el huerto de Lola que se encontraba en un
pueblo llamado Villa Maravilla. En una noche de tormenta el espantapájaros cobró
vida. Lola escuchó un trueno y se asustó. Cuando bajó las escaleras, encontró al
espantapájaros en la cocina. ¡Se había comido una caja de roscos!. El problema estaba en
que no podía salir de la casa porque había engordado mucho. Lola tuvo la idea de abrir
un agujero grande en la pared para sacarlo. La idea funcionó y el espantapájaros podía
salir y entrar cuando quería.
María Torres Fernández
20. La Alhambra encantada
Érase una vez la clase de un colegio que iba de excursión a la Alhambra en
autobús. Durante el trayecto la profesora les iba explicando lo que iban a ver. Patricia se
sentó con una de sus mejores amigas, Carmen. Cuando llegaron, bajaron del autobús y
la profesora les dijo que formasen una fila. Fueron hasta donde se encontraba el
monitor que haría de guía. El monitor se presentó y les preguntó su nombre. Les
condujo al Palacio de Carlos V, explicándoles todo sobre este edificio. Luego les enseñó la
Puerta de la Justicia y la Torre de las Infantas y les contó su historia. También les llevó
a un bosque pequeño donde había estatuas. Patricia se despistó y se alejó del grupo.
Como no sabía cómo encontrar a los demás, buscando, entró por una extraña
puerta. Al traspasarla, se dio cuenta que todo el paisaje había cambiado. Estaba en La
Alhambra del pasado, cuando los árabes vivían en ella. Muy asustada se encontró con
un niño que estaba haciendo barro. Ella le preguntó: “¿Cómo te llamas?”.“Alí”, respondió
él. “Yo me llamo Patricia”, le dijo ella. Patricia le explicó lo que le había sucedido, y que no
sabía cómo regresar. Alí le dijo que no se preocupara que le ayudaría a encontrar la
puerta misteriosa. Mientras la buscaban Alí le explicó como vivían, a que jugaban y
Patricia también le contó cómo era el futuro de donde venía. Hablando se hicieron
amigos y sin darse cuenta encontraron la puerta por donde había entrado. Patricia se
despidió de Alí, y volvió a su época de nuevo. Cuando encontró a su grupo, contó a sus
amigos todo lo que le había ocurrido cuando se perdió. Todos se quedaron asombrados y
volvieron en autobús muy contentos. Al llegar a su casa se lo contó a sus padres y ellos
también se sorprendieron de la aventura que Patricia había vivido.
Natalia Álvarez Fernández
21. El ratón Vicen
Una mañana me llamaron del colegio Vicente Aleixandre. Habían robado el balón
de Cristiano Ronaldo. Mi misión era encontrarlo y a quién lo robó. Fui al colegio para
investigar. Interrogué a los profesores y los compañeros. Juan, el portero, fue quien me
dio la pista más importante: “Un coleccionista de objetos de futbol ha comentado que
quería comprar el balón”. Encontré el llavero del coleccionista junto a la vitrina vacía
del balón. Jackson era el nombre del coleccionista y el portero tenía su tarjeta de visita.
Decidí ir a verlo. Toqué el timbre y el sospechoso abrió la puerta. “Buenos días, soy Vicen,
el ratón detective”, me presenté. “¿Estuvo anoche en la calle Beethoven?”, le pregunté.
Jackson me respondió: “No, yo soy más de Mozart”. En ese momento apareció un niño
con una pelota que se parecía mucho al balón robado. Mis bigotes temblaron, allí pasaba
algo raro, me lo decía mi olfato ratuno. Mi móvil de detective se encendió sólo y empezó
a pitar. ¡Aquel era el balón robado!. El coleccionista reconoció su robo al ver que me
había dado cuenta. Para que lo perdonáramos devolvió el balón y compró muchos
marca páginas para ayudar a los niños pobres. Llevé el balón al colegio. “¡Muchas
gracias, Vicen”, dijo Miguel Ángel, el director. “El ratón Vicen, siempre a su servicio”,
contesté.
Jaime Espín Rodríguez
22. Una cosa horrible
Érase una vez una niña a la que le pasó una cosa horrible. ¿Os lo cuento?
Iba un día paseando al colegio con un vestido rojo, cuando de pronto un coche, al pasar
por encima de un charco junto a ella, se lo manchó. Fue al colegio con el vestido
manchado. Todas sus amigas se rieron menos una a la que también le había pasado
algo parecido en otra ocasión. Cuando finalizaron las clases todas se fueron a sus casas.
Ella se puso nerviosa porque no sabía si la iban a castigar sus padres por tener el
vestido manchado. Llegó a casa, su madre le vio el vestido y le preguntó qué le había
sucedido. En vez de castigarla, entendió que la culpa no había sido suya, y entre las dos
lavaron el vestido.
Irene Espejo Baños
23. Los tres deseos
Había una vez un hada muy guapa que se llamaba Aurora y le gustaba mucho
volar. Este hada siempre cumplía tres deseos. Un día visitó a una niña llamada María
que tenía un perro blanco llamado Linda. A María le encantaba jugar con sus juguetes.
El hada le dijo a María que le concedía tres deseos. El primer deseo que pidió fue que no
hubiera guerra para vivir todos en paz. El segundo fue que quería sacar un 10 en todos
los exámenes. Y que nadie de su familia se pusiera enfermo era su último deseo. Pero el
hada no pudo concedérselos porque su magia no funcionaba. Entonces, el hada le pidió
ayuda a María. Aurora y María fueron al bosque y encontraron el árbol de los polvos
mágicos. Aurora cogió su varita y frotándola contra el árbol adquirió magia
nuevamente. Solucionado el problema, Aurora ya podía conceder los tres deseos. El hada,
como María ya era su amiga, iba todos días a visitarla.
Celia de Simón Henestrosa
24. La cueva encantada
Érase una vez cuatro amigos: Juan Carlos, Pablo, Ramón y Darío. Todos tenían
nueves años, menos Darío que tenía ocho. El día del cumpleaños de Juan Carlos, estaban
aburridos y Pablo dijo: “¡Tengo una idea!, ¿por qué no nos vamos de excursión?”. Y todos
contestaron: “¡Siiiiiiii!”. Los cuatro fueron a sus casas, prepararon sus mochilas con
comida y agua. Ramón preguntó: “¿A dónde vamos?”. Darío respondió: “Conozco una
cueva que dicen que está encantada”. Cogieron un autobús que les llevó al bosque. Tras
caminar un buen rato llegaron a la entrada de la cueva. La gente contaba que quien
entraba en la cueva aparecía donde deseara. Se pararon a pensar, y dijo Darío: “¡Iremos
a Barcelona, al Camp Nou! A ver si tenemos suerte y vemos a Mesi”. Cuando entraron en
la cueva su sueño se hizo realidad.
Darío García Fernández.
25. Daniel quería volar
Daniel era un niño de ocho años que vivía en un pueblecito muy pequeño. En ese
pueblo que casi no había niños, todos se reían de él porque siempre estaba diciendo que
quería volar. Aunque Daniel parecía tímido y un poco solitario, tenía mucha
imaginación. Siempre jugaba a volar como un pájaro, e incluso se hizo unas alas de
cartón. Una noche, cuando se fue a dormir, Daniel soñó que volaba con unas alas
enormes que había construido. Cuando despertó, pensando que este sueño se podría
hacer realidad, fue al trastero donde su papá guardaba montones de cosas que podían
servir. Se puso manos a la obra. Al terminar las alas, orgulloso de su trabajo, se fue a
probarlas, sin importarle que todos se rieran. Subió a una montaña y empezó a correr
y correr notando cómo sus pies se separaban del suelo. Cuando quiso darse cuenta, ya
estaba volando. De esta forma Daniel dejo a todos con la boca abierta. Había conseguido
su sueño: ¡volar!.
Laura Ortiz Morón
26. La habitación viajera
Valeria era una niña que siempre se aburría. Sus padres le compraban todo lo
que ella quería, pero seguía aburriéndose. Una tarde su abuela llamó a casa. Al ponerse
Valeria al teléfono lo primero que le dijo era que estaba aburrida. La abuela le dijo: “Eso
lo arreglo yo, Valeria. Ven a mi casa y te enseñaré mi habitación viajera”. “¿Cómo tu
habitación viajera?”, dijo Valeria. “Ven y lo descubrirás”, contestó la abuela.
Valeria llegó con mucha curiosidad a la casa de la abuela. Estando allí se
dirigieron a la puerta de una habitación de la plata de arriba. Cuando la abrió vio que
estaba llena de estanterías con muchísimos libros. La abuela dijo: “Esta es la habitación
viajera. Con todos estos libros descubrirás sitios increíbles y vivirás muchas aventuras”.
Desde ese día Valeria nunca más se aburrió.
Julia Torres Sánchez
27. El niño que no sabía leer
Érase una vez un niño que se llamaba Jorge y no sabía leer. Un día lo eligieron
para la prueba de lectura y no leyó nada. El profesor le preguntó si sabía leer y Jorge
tuvo que decir que no. “Pues entonces leerás esta noche cueste lo que cueste”, dijo el
profesor. Como el niño era muy obediente le hizo caso y por la noche le pidió a sus
papás que le enseñaran a leer. Comenzó poco a poco a aprender las letras y las
palabras. De todos los días practicar, cada vez leía mejor. El libro que más le gustaba se
titulaba: “El niño al que le encantaban los cuentos”. Y precisamente ese cuento le
animaba a leer muchos más libros cada noche. Al final creó una página web donde
contaba los cuentos que leía cada día.
Paula García de la Cruz
28. Al revés
Pablo era amigo de Sonia desde que estaban en infantil. Pablo tenía un hermano,
que se llamaba Samuel, de seis años y era un niño muy especial, era autista.
Aquel día en el colegio se reunieron todos los alumnos de primaria junto con los de
autismo en el salón de actos, para hacer propuestas de cómo arreglar el mundo. ¡La
vedad es que era muy difícil!. Cada uno dijo una cosa: “No a la guerra”, “No a la
contaminación”, “No a la violencia”, “No a la pobreza”…. Hasta que de pronto, Samuel se
levantó y grito: ¡Al revés!. Todos se quedaron en silencio, y algunos empezaron a reírse.
Pablo y Sonia se miraron, ellos comprendieron lo que Samuel había dicho. Él quería un
mundo al revés, lleno de felicidad y en paz, todo lo contrario a como era ahora.
!
Fernando Torres Sánchez
29. Charlote la repostera
Charlote era una joven parisina dueña de una pastelería en el centro de París. Su
negocio iba muy bien, tanto que este era conocido hasta en Italia. Una Navidad, Charlote
se dispuso a hacer los dulces navideños, roscos, mantecados, troncos de nata, etc. Una
vez hechos, los expuso en el escaparate y colgó de la puerta un cartel que decía “Hay
dulces navideños”. Un matrimonio mayor, que casualmente en el barrio eran conocidos
por sus críticas, entraron a comprar roscos. Ese día no entró nadie más después de la
visita de estos ancianos. Charlote, extrañada cerró para ir a casa. Al pasar por la calle
de atrás vio que había otra pastelería. No había dependientes, tan solo estaba el sonido
del obrador horneando pan. Según las fotos que colgaban en la pared, la dependienta
era otra chica joven a la que reconoció. Solía pasar todos los días por su tienda y
siempre miraba con envidia. Chalote se dio cuenta de que la gente la miraba mal, se
apartaban de su lado y cuchicheaban. Al día siguiente volvió a su local. Estaba confusa,
así que probó un de sus roscos y descubrió que ¡estaban salados!. Por eso la gente no
compraba y se había corrido la voz. No encontraba la explicación, dado que repasando
los ingredientes entre ellos estaba el azúcar. Del enfado le entró sed y fue a comprar una
botella de agua a la pastelería de la calle de atrás, al pagar lo comprendió todo: La chica
que la miraba con recelo, le había puesto sal en sus roscos.
Elena Figueras López-Ochoa
30. El pájaro herido
Había una vez tres amigos llamados Luis, Rosa y José. Un día fueron al museo,
cuando regresaban, Rosa encontró un nido en el suelo y unos pasos más adelante se
encontraron un pájaro que intentaba volar. Entonces los tres amigos decidieron
ayudarle, pero no se ponían de acuerdo en cuál de los tres se lo llevaría a casa.
Finalmente decidieron que cada día lo cuidaría uno. Una semana después el pájaro
empezó a mejorar. Rosa, propuso que le pusieran un nombre, acordaron en ponerle
Pedro, ya que parecía un chico. Transcurrido un mes estando en casa de Luis, de repente
Pedro parecía que quería volar. Lo pusieron en la ventana, y cuál fue su sorpresa que
echó a volar alejándose del lugar. Los tres amigos se pusieron muy contentos, y Pedro
agradecido de que le hubieran cuidado, regresaba cada día para hacerles una visita.
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Judith Ramos Fernández
31. La coca-cola
Érase una vez un hombre que fue a comprar una coca-cola, y al pagarla apareció
un viejo como por arte de magia que le dijo:
-Esa coca-cola, contiene una gran misión, y tú eres un blandengue. Debes dársela a
alguien que sea capaz- y desapareció.
El hombre dijo: “me da igual”, y se la bebió. Apareció en otra dimensión y se
encontró con el viejo. “NO, porqué no me has hecho caso”, dijo. “Ahora deberás hacer tú la
misión”, y desapareció. El hombre asustado se imaginaba aplastado por un monstruo o
cualquier cosa por el estilo, entonces gritó, ¡¡¡¡ quiero volver a casa!!!!
Volvió a su casa y el viejo apareció otra vez, ¡ja, ja, ja, por no hacerme caso, has picado,
todo era una broma!.
Moraleja: Hazle caso a los viejos, saben mucho.
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Manuel López López
32. Verano inesperado
Hugo y Celia se van a pasar las vacaciones de verano a casa de su abuelo, que
vive en la montaña. Sus padres están cargando todo en el coche para irse. -¿Por qué no
os venís también vosotros?, dijo Celia. – Porque tenemos que trabajar, contestó su
madre. Y enseguida se pusieron en marcha. A mitad del camino, lejos de su casa, el coche
se paró. – ¡O no! se ha averiado y tardaré mucho en repararlo, dijo su padre. Celia que
no se lo esperaba, dijo: -Podemos pasar un tiempo aquí hasta que lo arregles. -Bueno….
por una semana que perdamos no va a pasar nada, además tenemos una tienda de
campaña, contestó su madre. Se quedaron allí una semana y les dio tiempo a jugar,
descansar, visitar aquel lugar…. Cuando llegaron a casa de su abuelo, le contaron todo, y
muy contentos les dieron las gracias a sus padres por aquella maravillosa semana. -
Podemos repetir el año que viene, si queréis. -¡Siiii!, asintieron los dos y Hugo dijo: -Para
que veáis que a veces en lo esperado, hay algo inesperado.
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Carmen Palma Abadía
33. La casa misteriosa
Lusy quería comprar una casa mejor de la que tenían. Llamó a su agente
inmobiliario, Ana, y le consiguió una con acabados en oro y cobre. Un día Sara, la hija
menor vio algo en la casa que se movía y se asustó. Cuando se lo contó a sus hermanos
Sonia y Víctor no le creyeron. El tiempo transcurrió y un año después, empezaron a
ocurrir cosas raras. La tele se encendía sola, las camas se movían, se oían ruidos
escalofriantes. Investigando de donde podían provenir todos estos fenómenos, se
encontraron en una habitación que parecía ser el corazón de la casa. Sara, Sonia y
Víctor se vieron rodeados de los espíritus de las personas que habían vivido en ella,
asustados se desmayaron. Le comentaron lo sucedido a Ana, la agente inmobiliaria, y
por su respuesta sospecharon que algo sabía y lo ocultaba. Se armaron de valor y
acudieron otra vez a la habitación de los espíritus. Destruyeron una vasija que parecía
ser de donde provenía el poder para mantener a los espíritus anclados a la casa. Todo
volvió a la normalidad, excepto por una cosa, la casa se derrumbó.
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Alicia Morales Sola
34. La esmeralda encantada
Esta historia ocurrió hace unos 1000 años aproximadamente. Diana era una
niña realmente inteligente, aunque un poco escrupulosa, y Vertulfo un niño muy
ingenioso, pero un poco bocazas. Diana intrigada, investigó sobre la leyenda de la
esmeralda encantada, “realmente está encantada o simplemente es una leyenda”, pensó
mientras bebía un vaso de leche calentita. Vertuflo en su laboratorio soñaba con ser un
científico de renombre. -Diana tu sabes dónde puedo encontrar una esmeralda- dijo.
Diana respondió, -se de una aunque no sé si existe o es una simple leyenda-. –Me da
igual si existe o no ¡la necesito!- gritó Vertuflo. –Entonces iremos a buscarla al bosque
Polonés- dijo Diana. Al día siguiente en el bosque Polonés encontraron la esmeralda en
un hermoso árbol. Diana aconsejó a Vertuflo que la cogiera con unas pinzas, ya que
según la leyenda, tenía el poder de petrificar a quién la tocase. Vertuflo muy contento
pudo construir su máquina, “una brújula” que les serviría para no perderse en
cualquier lugar que estuvieran.
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María Johana Álvarez Cano
35. Princesa
Érase una vez una chica llamada María José, parecía una princesa de los guapa
que era. Su cara era como una perla pulida, sus ojos tan azules como el mar, su cabello
de color marrón, largo y sedoso, le llegaba a la cintura. Casi todos los hombres,
príncipes, y duques de los alrededores estaban locamente enamorados de ella. De su
personalidad destacaba lo amable, humilde, generosa, solidaria, buena consejera. Pero lo
más extraño era que a pesar de todas estas virtudes, no tenía marido. Nadie lo podía
creer. Ella tenía un pensamiento, “no necesito un marido para ser feliz”. Ejemplo que
muchas chicas del pueblo seguían. Pero un día algo inesperado ocurrió. María José se
enamoró de un panadero pobre y un poco feo. Todos se burlaban y le gastaban
bromas. Harta de esta situación la princesa se enfadó. Reunió a todos los aldeanos y les
dijo: “Me parece increíble que os riáis de nosotros. La belleza exterior a veces no es tan
importante, lo que cuenta es lo que hay en el interior de cada persona, por eso elegía al
panadero.” Los aldeanos otra vez más aprendieron una lección de la princesa.
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Luz Nayeli Coronel Tinoco
36. Un día de inocencia
Hace muchos años en un pequeño huerto vivían Mike y Stella, los últimos
enanitos de aquella pequeña aldea. Mike era rubio, con ojos castaños y bastante educado.
Stella era morena con ojos azules y muy alegre. Los dos eran grandes amigos desde la
infancia y ambos compartían un tesoro muy apreciado, el huerto de la inocencia. Sus
abuelos les contaban historias de aquel huerto cuando eran pequeños. Les decía que el
humano que entrase en el huerto se perdería para siempre. Solo ellos eran inmunes al
polvo de la inocencia que se respiraba en él. Miriam, la humana dueña de la casa de al
lado, paseaba constantemente por la acera de enfrente. Solía llevar un pijama azul con
flores rojas y unas chanclas de corazones. Rosa, su hermana era un poco desobediente,
ya que no hacía lo que le mandaba Miriam. En una ocasión cuando las dos paseaban a
Lala, su perrita, se rompió la correa y entró en el huerto. Las dos hermanas que no
sabían de la leyenda del huerto, entraron a por su perrita.
Una vez dentro el pequeño huerto se convirtió en una selva. Los tomates se
convirtieron en flores venenosas, los pepinos en gigantescos árboles, las zanahorias en
feroces tigres, las calabazas en…. Entonces aparecieron dos seres extraños, parecían
humanos pero llevaban unos sombreros con forma de montaña. -¿Quién anda ahí?,
¿es algún tipo de broma?, porque si lo es no tiene gracia-, dijo Miriam asustada. Uno de
aquellos seres dijo –Si de aquí quieres salir, la inteligencia tendrás que usar-.- No te
dejes llevar por las voces que escucharás-,
añadió el otro. Las dos hermanas pensaron
con calma y decidieron seguir a Lala. La
perrita fue avanzando hasta llegar a una
pequeña salida en que ponía, “No fuiste tonto
y usaste la inteligencia, no fuiste débil y
usaste la fuerza”. Miriam y Rosa no
volvieron a entrar en el huerto.
Sandra Canon Sánchez
37. El fantasma del cole
Había una vez un colegio muy, muy viejo, pero que todavía seguía recibiendo en
sus aulas a los niños y niñas del pueblo. El colegio tenía al menos 500 años y en el
habían estudiado personajes como Albert Einstein ó Thomas Edison. En los últimos años,
en el colegio habían ocurrido sospechosos acontecimientos, y los niños no paraban de
repetir que en el colegio había un fantasma. Lo último que había ocurrido era la
desaparición de una pizarra. Este hecho hizo que los profesores se tomaran las
habladurías más en serio. Todos en el colegio buscaron la pizarra, y Javier de primaria
la encontró colgada en la portería de futbol del patio. Al descolgarla el profe de gimnasia,
vieron un mensaje escrito en su parte trasera que decía, “soy el fantasma del cole, si
queréis que os deje en paz, que todos los alumnos acudan esta tarde al gimnasio. Pero
no quiero que venga ningún profesor.” Para que los profesores no se enteraran de nada,
dejaron una nota en el gimnasio al fantasma, concertando una reunión al día siguiente
en una clase de primaria. Esa noche a todos les costó conciliar el sueño pensando cómo
sería el fantasma. Al día siguiente cuando los niños estaban en la clase esperando, la
puerta se abrió lentamente y se cerró de un portazo. El fantasma apareció con su
sábana blanca, y ante la sorpresa de todos, dijo: -Soy Edison, el inventor de la bombilla.
¿Vosotros queréis inventar algo?-. ¡Siiii!, contestaron. – ¡Pues tenéis que estudiar más!-
respondió el fantasma. Y acto seguido desapareció. A partir de ese día todos los alumnos
fueron los que mejores notas sacaban de toda la comarca.
David Camero Pozuelo
38. El fantasma del sótano
Era un precioso día de primavera. Sara y Antonio, su hermano, decidieron ir a
desayunar churros. De repente pasaron un montón de ciclistas y a su padre se le
ocurrió la idea de ir a montar en bici. A ellos les pareció buena idea, así que fueron al
sótano para coger su bici, pero al tocarla, la bici se movió. Antonio y Sara creyeron que
era un fantasma y salieron corriendo. Cuando se lo contaron a su padre, no los creyó, y
bajó con ellos a comprobarlo. El padre vio también que se movía la bici y al comprobar
que sucedía, comenzó a reírse a carcajadas. Ellos no entendían de que se reía, pero
cuando les dijo que lo que les había asustado eran unos ratoncillos, también se rieron a
carcajadas.
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Paula Macías Moreno
39. El paraíso imaginado
Desde siempre se ha dicho que la imaginación es cosa de niños, yo creo que no, y
con esta historia veréis que algunas veces todo lo que imaginamos se puede hacer
realidad.
Érase una familia formada por una niña de seis años, un niño de doce y sus
padres, que vivían en una pequeña casa en el bosque. Un día la chimenea comenzó a
arder y la casa se prendió también. Sus padres murieron y ellos consiguieron salvarse
refugiándose en el bosque. Se adentraron buscando comida y no encontraron nada,
excepto un gran lago que atravesaba todo el bosque. Se metieron en él intentando llegar
a la otra orilla y una corriente los arrastró hasta un lugar desconocido, donde había
muchos animales y flores de todos los colores. Este lugar tenía algo maravilloso, y lo
descubrieron cuando al imaginar lo que les gustaría comer, apareció una gran mesa
repleta de los mejores manjares que habían imaginado. La niña imaginó estar rodeada
de conejos, pájaros, y pequeños animalillos. Al instante se encontró rodeada de todos
ellos.
Desde ese momento, aquel lugar se convirtió en su nuevo hogar, donde todo lo
que imaginaban se hacía realidad.
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Alba González Morante
40. El cumpleaños de Julia
Un día Julia una niña de doce años, se levantó para desayunar y vio que sus
padres no estaban en casa. Se puso nerviosa, pero diez minutos más tarde sus padres
regresaron, y le dijeron que habían salido para hacer los preparativos de la fiesta de su
cumpleaños. A pesar de que todos sus amigos acudieron a la fiesta, Julia se encontraba
muy sola. A ella le gustaría tener un hermano, era lo que más deseaba. Le hicieron
muchos regalos, pero el que más le gustó a ella y a todos sus amigos fue un payaso de
juguete con un disfraz muy colorido, con cara de bonachón. Cuando la fiesta finalizó y
todos se fueron, Julia volvió a quedarse sola, bueno con sus padres. Cuando se fue a
dormir, se puso su pijama y quiso dormir con su nuevo amigo el payaso. Cuando se
metió en la cama con él y le dio un beso de buenas noches, algo maravilloso ocurrió. El
muñeco cobró vida, y de esta forma se vio cumplido su sueño de tener a alguien con
quién jugar en casa.
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John Carlos Harf Suárez
41. A Miami
Érase una vez dos hermanos, Gordinflón, gordito y gracioso y Flacucho, delgado y
muy parlanchín. Gordinflón un día tenía hambre, ¡qué raro!, así que mandó a Flacucho
a por algo de comer. Cuando Flacucho regresó, dijo – Perdón por la tardanza, fui a la
pastelería Gaudí, donde están las mejores tartas. Gordinflón respondió - No te preocupes,
te lo agradezco. Y ambos se sentaron a comerse la tarta. Por la tarde fueron al parque
donde habían quedado con sus amigos, Bella, Luna y Nico, para ir al Burguer. Se
comieron unas hamburguesas y cada una se fue a su casa. A los días sus amigos fueron
a buscar a sus amigos Flacucho y gordinflón para ir jugar y no estaban en casa, no
sabían nada de ellos. Un día llamaron por teléfono y dijeron a sus amigos que se
habían ido a Miami con sus primos. Sus amigos para darles una sorpresa se
presentaron en Miami. Flacucho y Gordinflón se alegraron mucho, y a sus amigos le
gustó tanto esta ciudad que se quedaron a vivir allí con ellos.
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Erika Baldelomar Moya
42. La princesa y las estrellas
Hace mucho tiempo en un castillo muy lejano, vivía una princesa mágica. Podía
comunicarse con las estrellas que por la noche alumbraban la Tierra. A pesar de que
tenía este poder, no podía curar la enfermedad que la tenía postrada en la cama. Sus
padres y todos los habitantes del pueblo estaban muy preocupados. Pero las más
preocupadas eran las estrellas. El peor de los presagios se cumplió y la princesa falleció.
Todos en el pueblo sintieron su muerte, pero las que más, las estrellas. Tan apenadas
quedaron, que dejaron de brillar. El caos se extendió en el pueblo, no sabían cuando
eran de día y cuando debían irse a dormir. Así que un caballero se propuso el reto de
viajar a la Luna para encender las estrellas. Cuando llegó a la Luna y habló con las
estrellas, estas le dijeron que estaban muy apenadas por la princesa y por eso no
brillaban. El caballero les dijo que él había estado enamorado de la princesa y que su
muerte no borraría su recuerdo de su corazón por mucho tiempo que pasara. Las
estrellas entendieron lo que el caballero les quería transmitir, así que brillaron de
nuevo con más intensidad que antes.
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Claudia Serrano Velasco
43. El amuleto mágico
Érase una vez un grupo de amigos a los que contaron la historia de un amuleto
mágico que estaba en el boque de Elwyn. Este amuleto tenía el poder de hacer volar al
que lo poseía. Decidieron ir a buscarlo. Fueron al Bosque de Elwyn, hicieron grupos y
comenzaron a buscar. Uno de ellos cayó en un agujero y gritó para que los demás
acudieran en su ayuda. Cuando sus amigos vinieron y lo sacaron, se dieron cuenta que
sin querer habían encontrado el amuleto. Lo cogieron y regresaron a sus casas volando.
A sus padres no les dijeron nada sobre este hallazgo. Quedaban en el parque y se
turnaban el amuleto para poder volar.
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José Antonio Merlo Megías
44. El niño y la PS4
Había una vez un niño que estaba jugando a la Play Station y de repente los
personajes salieron de la pantalla. El niño al principio se asustó, pero los personajes
consiguieron que se tranquilizara. Después el niño jugó al futbol con los del Fifa, al
baloncesto con los del NBA 2K15, a las carreras con los del Need For Speed, y al parkcur
con los del juego de Assassin´s Creed. El niño se lo pasó muy bien, pero al día siguiente
los personajes habían vuelto a sus juegos. El niño se despertó y descubrió que todo había
sido un sueño. Se puso tan triste que hasta lloró.
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Pedro Espigares Asenjo
45. La moneda maldita
Érase una vez un niño que iba a comprar y se encontró una moneda muy vieja
y rara. Esta moneda era portadora de una maldición. El que la tuviera quedaría bajo esa
maldición, volviéndose maldito. El niño por mucho que intentaba deshacerse de ella, no
lo conseguía. Cuando cogía algo para comprarlo y gastar la moneda, todo se rompía. La
única forma de acabar con la maldición era que un maldito muriera y se enterrase con
él la moneda. Un día dejó la moneda encima de su pupitre y otro alumno la cogió. Este
alumno fue el último maldito. ¡Ya sabéis porque!
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Pablo Prats González
46. El muñeco de nieve
Álvaro de 6º A y su pandilla iban a participar en un partido de fútbol contra la
clase de sexto en el recreo. Pero la noche anterior cayó una fuerte nevada y el partido se
suspendió. Todos los niños estaban contentos por tener un día sin cole y con nieve,
aunque hubieran preferido jugar el partido. Así que por la tarde fueron al colegio,
retiraron la nieve, e hicieron un muñeco. El partido comenzó, y un chut desviado fue
directo al muñeco. Ante el asombro de todos, el muñeco ¡lo detuvo!, dejó con la boca
abierta a todo el mundo. Álvaro se acercó a él y le dijo, -¿nos devuelves la pelota?, -
¡claro! pero...¿me dejáis jugar?. Álvaro se alegró y respondió que sí, que podía jugar en su
equipo. Se reanudó el partido y cuando quedaban cinco minutos para el final, el
resultado era de 2-2. Álvaro cogió la pelota se la pasó al muñeco que regateó a dos
oponentes, chutó y……¡GOOOOLLLLL! Finalizó el partido, y el muñeco dijo,- nunca me lo
había pasado tan bien, ¿repetimos el año que viene? Y desapareció.
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Álvaro Rodríguez Carrasco
48. Agradecimientos
A los niños y niñas del CEIP Vicente Aleixandre de Granada que han
participado en esta iniciativa.
Este libro ha sido publicado por el AMPA “Generación del 27”, estando formada la Junta
Directiva por las personas que se detallan a continuación:
José Antonio Álvarez Izquierdo
Francisco de los Santos Fernández
Ezequiel García Navarro
Mª Luisa Ibáñez Cuesta
Elisa Fernández García
Celia Martínez Escañuela
Rosa López Lloret
Rita Mª Molina de Dios
Jorge Martín Serrano