Heinsohn Privacidad y Ciberseguridad para el sector educativo
Unidades, decenas y centenas
1. UNIDADES, DECENAS Y CENTENAS.
Primera historia:
EN EL PAÍS DEL 10
En el país del 10, solo había 3 ciudades. En la ciudad de los solitarios,
vivían las Unidades, unos cubitos que caminaban siempre solos
[Dibujarlo en la pizarra, poner su nombre y explicarles lo que es un cubo].
Caminaban de un lugar para otro, un poco tristes. Hablaban con otras
unidades, pero por poco tiempo. Jamás formaban parejas o tríos.
Un día, una de las Unidades un poco aburrida, se fue de viaje a la ciudad
de las torres. Nunca había estado allí y tampoco sabía el porqué de su
nombre.
Se puso a caminar, y al cabo de 4 horas llegó a la ciudad. Su impresión
fue tremenda cuando descubrió que, quienes allí habitaban eran unas
gigantescas torres [Dibujarlas en la pizarra como Decenas].
La Unidad quiso hablar con una de ellas y le preguntó su nombre, pero no
le respondió porque era tan alta y la Unidad tan bajita, que no le podía
oír.
La Unidad gritaba y gritaba, pero la torre ni se enteraba. Por fin, a la
Unidad se le ocurrió una idea, darle un buen puntapié; así que, se acercó
y le dio un buen puntapié. Entonces la gran torre se agachó y le dijo - ¿por
qué me has pegado, yo no te hecho nada? -. La Unidad le respondió, -es
que quería saber tu nombre, pero no me oías, y mira que he gritado-. La
torre le respondió, -soy una Decena, aquí todas somos Decenas- [Poner el
2. nombre de Decena debajo de la torre dibujada en la pizarra]. La Unidad
le dijo, -muy bien, yo soy una Unidad, encantado de conocerte. Oye, ¿y
por qué sois más altas, habéis bebido mucha leche o qué? -. La Decena le
dijo –no, no, no; no tiene que ver nada con la alimentación. Verás, al
principio éramos unidades como tú, pero un día decidimos juntarnos,
pero claro, como según las leyes de este país, para poder juntarse hacen
falta diez, tuvimos que buscar 10 Unidades, y convencerlas para que nos
juntáramos. Conseguido esto, nos subimos unas encima de las otras y nos
convertimos en Decenas y fundamos la ciudad de las torres. -
La Unidad sonrió porque lo había comprendido, entonces dijo –de modo,
que, si me voy a mi ciudad y hablo con otras 9 Unidades, ¿podemos
formar una Decena tan alta como tú? - La Decena le respondió –
efectivamente-.
La Unidad, loca de contenta, se despidió de la Decena, y con paso alegre
se encaminó hacia su ciudad. Cuando llegó allí, llamó a todas las
Unidades y les explicó lo que había visto, y les dijo que ellas podrían hacer
lo mismo. Pero, a las Unidades eso de juntarse no les gustaba, por eso, la
mayoría se fueron para sus casas. Sin embargo, quedaron 9 Unidades que
eran más curiosas, para preguntarle a la Unidad viajera más detalles.
Después de mucho hablar, la Unidad viajera convenció a las otras 9, se
montaron unas encima de las otras, ¡Y SE CONVIRTIERON EN UNA
DECENA!, entonces comenzaron a gritar y a dar saltos. Tanto saltaron
que casi se caen.
Después de serenarse, decidieron ir a la ciudad de las torres para hablar
con otras Decenas. Con mucho cuidadito para no caerse, emprendieron el
viaje.
En cuando llegaron a la ciudad de las torres comenzaron a hablar con
otras Decenas. Pasaron varios días en la ciudad de las torres, cuando a la
nueva Decena se le ocurrió que podía visitar la tercera ciudad del país,
esa que llamaban ciudad de las paredes. La verdad es que era un nombre
muy extraño y querían saber el porqué de ese nombre.
A la mañana siguiente, se despidieron de las demás Decenas y se
encaminaron hacia la ciudad de las paredes. Después de mucho andar,
porque esa ciudad quedaba un poco lejos, llegaron. Se encontraron con
3. montones de paredes como esta [Dibujarla en la pizarra a modo de
Centena]. Se movían de un sitio a otro lentamente como si fueran
dinosaurios. La Decena se acercó a una de ellas que parecía un poco
enfadada y le dijo - ¡Buenos días señora pared! - , la pared le respondió
de muy malos modos – ¿qué quieres tú, finústico? Pareces un espagueti-.
La Decena le respondió –bueno, bueno, tampoco se ponga así, que solo le
he dicho buenos días, vaya humor que gasta-. Entonces se dirigió hacia
ellos otra pared que parecía más simpática y les dijo –disculpadla, es que
alguien le ha pintado algo en la espalda y está muy molesta. ¿Quién sois
y de dónde venís? - Hola, encantado de conocerte, somos una Decena y
venimos de la ciudad de las torres, ¿tú quién eres? - La pared les respondió
–soy una Centena- [Ponerlo en el dibujo de la pizarra]. La Decena, sin
poder contener su curiosidad le preguntó - ¿y cómo es que sois tan
grandes? La Centena le respondió –pues bien sencillo, nosotros antes
también vivíamos en la ciudad de las torres, pero un día decidimos
juntarnos, y como según las leyes de este país, para juntarse hacen falta
10, buscamos a 10 Decenas que se quisieran unir, nos juntamos unas a
otras y formamos una pared, es decir, una Centena. Como en la ciudad de
las torres no cabíamos porque éramos más grandes que las Decenas,
decidimos irnos lejos y fundar nuestra propia ciudad, la ciudad de las
paredes.
La Decena se quedó muy contenta con la explicación porque la había
entendido, y se quedaron unos días a vivir con las Centenas. Después,
decidieron hacer una fiesta en un gran descampado para que tanto las
Unidades, como las Decenas y Centenas, se conocieran mejor. Desde
entonces todos son amigos. Colorín colorado este cuento se ha acabado…
por ahora.
Segunda historia
EN EL PAÍS DEL 10 (I)
Si os acordáis, habíamos dejado a las Unidades, Decenas y Centenas en
una gran fiesta. Todas se conocían y ya no tenían miedo las unas de las
otras.
Un día estaban juntas una Unidad, una Decena y una Centena [Pintarlas
de nuevo en la pizarra]. Estaban discutiendo sobre el tamaño del País del
4. 10. La Unidad creía que no debía ser muy grande porque en él solo había
3 ciudades. Sin embargo, la Centena creía que debía de ser más grande de
lo que aparentaba. Estaban discutiendo la Centena y la Unidad, cuando a
la Decena se le ocurrió una idea. –¿Y por qué no exploramos más allá de
las 3 ciudades que conocemos? - dijo la Decena. La Centena y la Unidad
se miraron sorprendidas y convinieron en que era una buena idea. Esa
noche lo prepararon todo para irse de viaje.
A la mañana siguiente echaron a andar. Llevaban andando varias horas
cuando pararon a descansar. La Decena dijo –parece que nos cuesta
encontrar una ciudad nueva, a lo mejor es que no la hay-. La Centena
respondió –tengamos paciencia, veamos qué es lo que hay detrás de esas
montañas-. Subieron con gran trabajo la empinada montaña y cuando
llegaron a la cima vieron un espectáculo inimaginable. Al otro lado de la
montaña y a sus pies, había una ciudad gigantesca. Por ella circulaban
unos grandes bloques. [Dibujarlos a partir de una Centena] Los
gigantescos bloques se movían despacio, pero sin dificultad, porque
flotaban en el aire, como a unos diez centímetros del suelo. La Unidad la
Decena y la Centena, se miraron unas a otras un poco asustadas. ¿Qué
hacemos ahora?- dijo la Unidad, que era la más asustada de las tres. –
Pues ya que estamos aquí, habrá que bajar a investigar, y de paso a
conocer a esos bloques- dijo la Centena.
Bajaron la montaña y llegaron a la ciudad. Se acercaron a uno de los
grandes bloques y le dijeron: -Buenos días, venimos de muy lejos, ¿qué
ciudad es esta? El bloque dio tres vueltas lentamente en el aire, luego se
paró y dijo con una voz muy fuerte –esta es la ciudad de los cubos, porque
tenemos forma de cubo-. Entonces la Unidad, escondida detrás de la
Decena dijo –sí, tienen forma de cubo, pero, ¿qué son? El gigantesco cubo
dio tres vueltas a la derecha, frenó en seco y dijo –somos Unidades de
Millar- [Ponerlo en el dibujo de la pizarra]. Entonces la Centena dijo ¿y
por qué son tan grandes?. Entonces la Unidad de Millar se alejó. La
Unidad, la Decena y la Centena creyeron que habían dicho algo que había
molestado mucho a la Unidad de Millar, y cuando estaban apunto de irse,
vieron que la Unidad de Millar se acercaba de nuevo. Al llegar junto a
ellos les dijo –perdonad que me haya ido sin deciros nada, pero es que,
antes de contaros nuestra historia, tenía que pedir permiso al resto de
Unidades de Millar. La Centena dijo –disculpas aceptadas, pero
cuéntanos la historia-. Entonces la Unidad de Millar dijo –Resulta que
5. antes éramos Centenas como tú, pero un día hizo tanto frío, que para
calentarnos mejor decidimos juntarnos, y como según las leyes de este
país, para juntarse hacen falta diez, nos juntamos diez Centenas, y
formamos una Unidad de Millar. Luego vimos que así estábamos muy a
gusto, y no nos volvimos a separar. La Centena dijo –Aaaah claro, ya lo
entiendo.
La Unidad de Millar les invitó a conocer a algunas de sus compañeras, y
todas ellas se mostraban muy interesadas por conocer a los forasteros, es
decir, la Unidad, la Decena y la Centena. Querían saber cómo eran sus
ciudades de origen, cómo se desplazaban allí y por qué habían
emprendido ese viaje. La Unidad, la Decena y la Centena explicaron que
querían ver otras ciudades del país del 10. Al oír esto, una Unidad de
Millar, se acercó y les dijo que era una aventurera, y que le gustaría
acompañarles en su viaje. Ellas aceptaron.
A la mañana siguiente salieron en busca de nuevas ciudades. Caminaron
por praderas, cruzaron ríos, y cuando se cansaban, se subían encima de
la Unidad de Millar que las llevaba flotando a cualquier parte.
En el segundo día de viaje se encontraron con una enorme montaña.
Parecía imposible escalarla. La Unidad, la Decena y la Centena decían -
¡madre mía! Nos va a costar un montón subir esta montaña, pero tú,
Unidad de Millar, no vas a poder subir, porque tú solo flotas en llano, si
intentas subir te vas a resbalar y te vas caer. Entonces la Unidad de Millar
dijo –no hay problema, aparte de flotar sé hacer otras cosas, también
puedo dar volteretas, de esa manera también podré subir la montaña.-
Entonces sus compañeras gritaron -¡estupendooo!-.
Comenzaron a subir la montaña, y cuanto más arriba estaban más frío
hacía. Después de tres días consiguieron llegar a la cima, pero, aun
estando en lo alto de la montaña, no conseguían ver nada porque había
una espesa niebla. Todos acordaron esperar a que la niebla se retirase. Se
fueron a dormir y esperaron al día siguiente.
A la mañana siguiente, la primera que se despertó fue la Decena.
Lentamente abrió los ojos, se desperezó, se frotó los ojos, miró
atentamente lo que había al otro lado de la montaña, ¡Y NO SE LO PODÍA
CREER!. Se frotó de nuevo los ojos, se pellizcó tres veces por si fuera un
6. sueño, volvió a mirar y nada había cambiado. Entonces empezó a
despertar a sus compañeros como una loca. Cuando todos despertaron,
se pusieron de pie y miraron boquiabiertos. Al pie de la montaña había
una inmensa ciudad, tan grande era que no se veía su final. Esa ciudad
estaba llena de una especie de rascacielos tan grandes, que llegaban hasta
media montaña de altura. [Dibujarlos a partir de una Unidad de Millar,
aunque no quepa en el encerado no importa, explicarles a los alumnos que
tiene diez alturas, que se las imaginen].
Unos se miraron a otros y se dijeron ¿qué hacemos? Después de pensarlo
un poco decidieron visitar la ciudad, total, ya que estaban allí y les había
costado tanto subir la montaña, no se iban a ir de vacío.
Para bajar la montaña rápidamente usaron un método muy divertido.
Tanto la Unidad como la Decena y la Centena se subieron encima de la
Unidad de Millar, entonces esta se puso a flotar y se deslizó ladera abajo
a gran velocidad, mientras sorteaba los árboles y las piedras más
grandes. Fue una bajada muy emocionante en la que todos gritaron muy
fuerte y se lo pasaron muy bien.
Cuando ya estaban llegando al pie de la montaña, se acordaron de una
cosa, ¡NO SABÍAN CÓMO FRENAR! Claro, la Unidad de Millar estaba
acostumbrada a flotar en un plano, y así no se coge mucha velocidad, pero
bajando una montaña, la velocidad que se coge es tremenda. En fin, ya no
había remedio. Salieron de la ladera de la montaña disparados a gran
velocidad, y así entraron en la ciudad cruzando sus calles hasta que se
empotraron contra uno de los rascacielos. El golpe fue tremendo, pero no
les pasó nada, solo un poco de dolor de cabeza.
Aún estaban en el suelo dando gracias por haberse salvado, cuando una
voz que venía del cielo les dijo –quien se atreve a molestar a estas horas
de la mañana. La Unidad de Millar dijo tímidamente –perdónenos usted,
pero ha sido un accidente, ¿dónde nos encontramos? La voz que venía del
cielo respondió –esta es la ciudad de los cielos, se llama así porque todos
los edificios llegan casi hasta el cielo. Entonces la centena preguntó –pero
ustedes ¿qué es lo que son?.- Otra voz distinta, pero que también venía del
cielo les dijo –somos Decenas de Millar- [Poner el nombre en el dibujo de
la pizarra]. La Unidad, que estaba temblando de miedo ante semejantes
monstruos dijo - ¿y por qué son tan grandes, quiénes las construyeron?.-
7. La voz de antes les respondió –a nosotros no nos ha construido nadie, nos
hemos construido nosotras mismas. Un día llegamos hasta este valle
montones y montones de Unidades de Millar, nos habíamos perdido y no
encontrábamos el camino a casa. Como la montaña estaba delante no
podíamos ver nada, así que decidimos buscar la manera de ser más altas
y se nos ocurrió juntarnos, y como según las leyes de este país, para
juntarse hacen falta 10, nos juntamos 10 Unidades de Millar, fuimos
botando en el suelo hasta que nos subimos unas encima de las otras, nos
costó mucho trabajo, pero lo conseguimos. Después de todo ese trabajo,
comprobamos que la montañaera demasiado alta para ver detrás de ella,
y como teníamos miedo de caernos si nos movíamos, decidimos
quedarnos como estamos. Esa es la historia-.
La Unidad, la Decena, la Centena y la Unidad de Millar, decidieron
quedarse algún tiempo allí para saber más cosas de esa inmensa ciudad.