2. Tuve una cita. De esas citas hermosas:
un día dedicado sólo para mi.
3. Ingresé al spa a eso de las 8am. Llevaba por equipaje todas las
cargas del estrés sobre mis hombros…
4. … el cansancio del trabajo,
alguno que otro “problemita”
que venía rondando en mi
cabeza, que me mantenía
preocupada y sin dormir desde
hace varios días.
6. un bañito de lodo
un bañito con chorritos de agua fría
un masaje con aceites aromáticos
una exfoliación en toda la piel
una chocolaterapia
y una copita de vino blanco
8. Antes de pasar la tarjeta de crédito
lo dudé por un momento y me dije a
mi misma:
“Ana, ¡te lo mereces!, has trabajado
mucho”.
Y pensé:
¡Wow!, ¡Sí!.
Me voy a regalar este día para mi, y
lo pagué con gusto.
9. Ingresé al SPA a eso de las 8AM, no habían muchos clientes,
pero igual no importaba, porque necesitaba dedicar ese tiempo
sólo para mi, desconectarme de tanto estrés que venía sintiendo.
10. Pasamos primero por el chorro de
agua fría. Eran muchos chorros de
agua al mismo tiempo que
masajeaban mi cuerpo.
La sensación estuvo bien, pero algo
dentro de mi no se sentía cómoda, se
me dificultaba desconectarme.
Traía la cabeza repleta de
pensamientos de estrés que no me
permitían disfrutar del momento.
12. En fin, aunque el espacio y el
tratamiento eran lo que yo “creía”
necesitaba para librarme de una
buena vez del estrés,
“algo”, no me permitía estar ahí y
relajarme por completo.
El masaje
La chocolaterapia
El vino
13. Terminada la jornada, salí del SPA, con la misma sensación con
la que entré. Más hidratatada la piel, más fresca la tez, pero en
mi corazón sentía que realmente no lo había disfrutado.
14. Y me pregunté:
¿Qué pasa?
Si invertí toda esta plata precisamente
para relajarme,
¿Por qué no me puedo relajar?
15. Y entonces, una brisa de sabiduría interior rozó mi consciencia y
me di cuenta que había cargado conmigo todo ese ruido mental y
que era el seguirle haciendo caso, lo que no me permitía estar
en paz.
16. Creía que la terapia en el SPA me iba
a funcionar, pero me di cuenta que
ningún tratamiento anti-estrés iba a
lograr lo que pretendo.
Porque…
La “percepción” de estrés no viene de
las circunstancias que estoy viviendo,
sino de lo que estoy pensando de
las circunstancias que estoy
viviendo.
17. Y ahí pude notar que el bienestar, la paz, la armonía que estoy
buscando, no lo voy a encontrar afuera.
18. No hay terapeuta, coach, psicólogo, maestro, spa, copa de vino
que me vaya a dar bienestar y armonía.
19. Sino hay una esencia que soy, más
allá de las circunstancias; que en la
medida en que no me como el cuento
que me está contando mi ruido
mental, voy a poder notar mi
bienestar.
Trascendiendo los limites
autoimpuestos de las ideas
preconcebidas que me he “creído”
siempre en mi cabeza.
20. Y; como son sólo ideas, como el fluir de la corriente de un río,
viven en constante cambio.
21. Y me doy permiso de vivir mi
experiencia humana desde el fluir de
la corriente de la vida; y no, desde el
contenido de mis pensamientos.
Porque soy LA que piensa; y no, LO
que pienso.
22. Y sólo basta con dejar pasar el
pensamiento, y para esto, no necesito
pasar la tarjeta de crédito,
Pues…
Vivir en bienestar, es gratis.
Porque eso soy, en esencia.
23. ¿Te gustaría explorar conmigo cómo puedes vivir en bienestar?
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