El documento ofrece consejos sobre cómo practicar la meditación de manera efectiva. Recomienda centrarse en el presente sin expectativas, dejar que la mente fluya libre de esfuerzo forzado, aceptar todos los pensamientos y sentimientos que surjan, y ser amable con uno mismo durante el proceso.
Trabajo de grado de Alejandra Paisano Belankazar (1).pdf
El arte de la meditacion
1. EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
La meditación es llevarnos a un estado de paz
para centrarnos en el “Aquí y ahora”. Es estar atentos y ser plenamente
conscientes de nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, de nuestro entorno
y de las sensaciones de nuestro cuerpo. Es acallar los ruidos externos, para
enfocarnos sólo en nosotros mismos.
La meditación es llevarnos a un estado de paz para centrarnos en el “Aquí y
ahora”. Es estar atentos y ser plenamente conscientes de nuestros pensamientos,
nuestros sentimientos, de nuestro entorno y de las sensaciones de nuestro cuerpo.
Es acallar los ruidos externos, para enfocarnos sólo en nosotros mismos.
A medida que la práctica de la meditación se va convirtiendo en un hábito, se
activa el área prefrontal izquierda del cerebro, que es la base de las emociones
positivas como “el entusiasmo, la felicidad, la alegría…”. Con lo cual se ha
demostrado que meditar reduce la hipertensión arterial, el estrés y mejora el
sistema inmunológico, entre muchos más beneficios.
El arte de la Meditación
El arte de la meditación ha de abordarse con delicadeza si queremos que el
resultado pretendido constituya una experiencia positiva. Dado que nuestros
pensamientos conforman nuestra realidad de maneras que demasiado a menudo
damos por sentado, la eficacia de nuestras sesiones de meditación depende en
gran medida del estado en que se encuentre nuestra mente. Por lo tanto, es de
vital importancia prestar atención a nuestras actitudes ante la meditación y la forma
en que meditamos.
Deja las expectativas a un lado
Toma conciencia y no permitas que tu mente interfiera. No tengas expectativas
respecto a los resultados que esperas de la meditación. No pretendas convertirte
en un yogui plenamente liberado o adquirir una profunda revelación después de
una sesión. Simplemente déjate llevar. No ha de existir esfuerzo alguno por tu
parte, sino que la meditación ha de ser tu guía… Permite que tu inconsciente, tu
2. ser interior, tu yo superior, tome el control de tu conciencia. Un estado
contemplativo no alberga lugar para tus percepciones, predisposiciones, creencias
o ideas sobre cualquier aspecto de la realidad. De lo contrario, solo conseguirás
crear obstáculos que te impedirán vaciar tu mente.
No fuerces la experiencia
No sientas la necesidad de que has de esforzarte en alcanzar un estado
meditativo. Intenta no preocuparte, si te resulta complicado dejar a un lado los
pensamientos que revolotean por tu mente. La meditación no es una experiencia
agresiva… todo lo contrario. Mantén la calma y la relajación durante tus sesiones y
recuerda que la energía fluye allá donde se dirige la atención.
No tengas prisa
La meditación es diferente al resto de actividades que realizamos en nuestro día a
día. Cuanto más quieras acelerar la sesión, peores serán los resultados. Nuestras
ondas cerebrales han de ralentizarse, pasando del estado de híper-alerta beta al
estado de relajación alfa o incluso al estado de calma theta. Así que no intentes
acelerarlo…tómate tu tiempo. Al fin y al cabo, el tiempo es un concepto que no
tiene cabida en la meditación. Acomódate y lleva tu conciencia hacia un lugar en el
que el tiempo no existe. Cualquier cosa que sea realmente productiva no se
consigue en un instante, sino que se requiere más tiempo para que florezca y se
convierta en algo bello.
3. No te identifiques con lo que suceda
Deja a un lado tus sentimientos de apego, ya que no tienen cabida en las sesiones
de meditación. Hemos de ser conscientes de que si nos aferramos o rechazamos
algo que ha surgido durante la meditación, significa que hemos permitido entrar a
nuestro ego. Si una imagen positiva acude a tu mente, obsérvalo y toma
conciencia de su presencia. No hay nada malo en que tu mente evoque estas
imágenes y pensamientos que no esperabas o que incluso no deseabas. No
debemos luchar contra lo que sucede, sino tomar conciencia y observar todo lo
que experimentemos.
Déjate llevar
Fluye. Como dice la canción de los Beatles Tomorrow Never Knows, “apaga tu
mente, relájate y fluye con la corriente”.
Acéptalo todo
Acepta todos y cada uno de los sentimientos que experimentes durante tu sesión
de meditación. Sí, incluso aquéllos que desearías no albergar. Sé consciente de
que somos seres humanos, y uno de los efectos secundarios de nuestra condición
consiste en que somos imperfectos y cometemos errores. No te sientas frustrado si
aparece algo alarmante o aterrador. Observa todo lo que esté al alcance de tu
percepción como algo natural y comprensible. Acepta la experiencia y todo lo que
ésta te muestre. Aceptar significa optar por ver la perfección y belleza absolutas de
la creación. Todo y todos operamos en nuestro propio nivel de conciencia y/o
evolución. Todo y todos somos lo que somos actualmente porque esto es lo que
tenemos que aprender o des-aprender.
No seas duro contigo mismo
Sé amable y bondadoso contigo mismo. Como seres humanos, siempre hay algo
en lo que tenemos que trabajar y mejorar. El proceso que nos conduce a ser
quienes queremos ser comienza con aceptarnos a nosotros mismos.
Al abordar un problema, intenta verlo como una oportunidad.
Aborda los problemas no como problemas, sino como retos. Las experiencias y
situaciones difíciles a las que nos enfrentamos en nuestra vida pueden constituir
oportunidades excelentes para crecer y trascender. Tal vez lo más importante sea
no huir de los problemas, ya que resulta imposible escapar de nuestros demonios
a la vez que crecemos interiormente. Observa los problemas como posibilidades
para crecer a nivel personal.
4. No te centres en las diferencias
Con una actitud correcta ante la meditación , seremos capaces de extrapolar las
lecciones aprendidas durante la meditación y aplicarlas a nuestra vida diaria.
Hemos de aceptar el hecho de que siempre existirán diferencias entre nosotros. Si
nos centramos en lo que nos divide en lugar de en lo que nos une, nuestro ego se
inflará de tal manera que pasaremos de tener pensamientos positivos a tener
pensamientos negativos, y nuestro nivel de conciencia bajará y bajará hasta
alcanzar estados mentales cada vez más egoístas. La envidia, la culpa, el orgullo,
los celos, el odio y la avaricia conducen a un estado emocional negativo. Resulta
complicado no compararse con los demás, por lo que acabamos centrándonos en
lo que nos diferencia. Sin embargo, hemos de aceptarlo como una parte de
nuestra experiencia como seres humanos y trabajar en ello en la medida en que
nos resulte posible. Podemos deshacernos de esta perspectiva tan problemática
mediante una exploración constante de nuestras actitudes. De esta forma
podremos sustituir este arraigado hábito por otros más fructíferos. Centrémonos en
nuestras similitudes, en todo aquello que es universal a toda forma de vida.