1. Inmunología
La integridad biológica de los individuos tiene que ser permanentemente defendida frente a
posibles agresiones externas, sobre todo de microbios patógenos. Para ello cada organismo
disponen de barreras naturales de aislamiento, como son la piel y las mucosas y de un
sistema inmunológico que está precisamente especializado en identificar y destruir todo lo
extraño e incluso aquello interno que se deteriora
La inmunología es la ciencia que estudia los procesos moleculares y celulares propios del
sistema inmune en su acción defensiva. El sistema inmune se ubica en los órganos linfoides
entre los que destacan el timo, médula ósea, bazo, ganglios linfáticos y tejidos linfoides
asociados a mucosas. En estos órganos es donde se agrupan las células
inmunocompetentes, entre las que destacan los linfocitos, monocitos y células dendríticas. A
su vez las células inmunocompetentes interactúan entre si y con las sustancias extrañas
(antígenos) a través de múltiples moléculas, como son las inmunoglobulinas(anticuerpos),
citocinas, sistema de complemento, moléculas de histocompatibilidad y de adherencia y otras
La acción defensiva del organismo se articula a través de la respuesta inmune que es la
manera de responder ante agresiones tanto externas como internas. Esta respuesta se realiza
de diferentes maneras, pero sustancialmente se hace a través de la respuesta innata y la
respuesta adaptativa, que actúan de manera coordinada
¿Qué es lo propio para el sistema inmune?
El principal objetivo del sistema inmune es el reconocimiento del propio organismo lo que le
permite la identificación selectiva de lo extraño con el fin de neutralizarlo mediante una
estrategia de defensa que no es rígida; sino adaptable y flexible. De este modo, en algunas
circunstancias, ciertas bacterias son identificadas como extrañas y destruidas, y en otras, el
sistema inmune decide que puede convivir con ellas e incluso utilizarlas en beneficio propio.
Los conocimientos actuales indican que el sistema inmune de cada individuo entiende por
propio todos aquellos componentes naturales presentes en el cuerpo que lo alberga. No
resulta sencillo entender cómo el sistema inmune, ya desde el seno materno, comienza a
diferenciar los componentes propios de los que no lo son. Todo ello a pesar de la compleja
estructura individual formada por miles de millones de moléculas y de células distintas. Este
proceso de reconocimiento es dinámico, se inicia por el feto en el seno materno y continúa
durante toda la vida, aunque a partir de los 20 años esta función va declinando. Así pues
podemos decir que el sistema inmune no “nace maduro” con el individuo, sino que va
haciendo (madurando) progresivamente a través de las experiencias a lo largo de toda la vida.
¿Qué es lo extraño para el sistema inmune?
Se entiende por extraño todo aquello que no es reconocido como propio por el sistema
inmune. Comienza durante el desarrollo fetal y dura toda la vida. A los componentes extraños
se denominan antígenos y pueden formar parte de los millones de microorganismos
existentes en forma de bacterias, virus, parásitos y hongos incluso tejidos u órganos que se
2. trasplantan de un individuo a otro. En este sentido, todas las sustancias que tienen la
capacidad de estimular al sistema inmune y generar una respuesta inmune, se conocen como
antígenos.
Sabemos que prácticamente cualquier tipo de molécula biológica, incluyendo lípidos,
hormonas, carbohidratos complejos, fosfolípidos, ácidos nucleicos y proteínas pueden actuar
como antígenos. Las múltiples partes del antígeno que pueden actuar induciendo la respuesta
inmune son generalmente péptidos pequeños y se conocen como grupos determinantes ó
epítopos
¿Qué son las barreras naturales de defensa?
Son esencialmente la piel y las mucosas que actúan aislando al individuo del exterior
.Sin embargo, también poseen capacidad bactericida y otros elementos defensivos propios
debido a la presencia en estos tejidos de factores y células inmunocompetente.
Efectivamente la piel representa casi el 20 % del peso corporal, consta de tres capas con
funciones bien diferenciadas. La piel tiene capacidad impermeable y parcialmente antiséptica,
gracias a la lubricación que aportan las glándulas sebáceas de los folículos pilosos, lo que
impide que gérmenes patógenos penetren en el interior y provoquen infecciones Además, en
la epidermis, que es la más superficial, abundan los queratocitos, importantes por su
capacidad de producción de linfocinas proinflamatorias, y células de Langerhans, que poseen
capacidad transportadora y presentadora de antígenos. En la dermis y la hipodermis existe
una importante red de vasos linfáticos y sanguíneos y además se encuentran células con
funciones inmunocompetentes, como linfocitos, macrófagos, etc.
Las mucosas ocupan una enorme extensión en el organismo humano (más 500 m
2
) y actúan
como puesto fronterizo entre el interior y exterior de la cavidad ocular, oral, vaginal, intestinal,
pulmonar, etc. Según su localización, contienen numerosas glándulas que segregan moco
capaz de atrapar gérmenes, así como sustancias protectoras tales como: lisozimas,
defensivas, aglutininas, histamina bajo en pH, e incluso, ciertas citocinas y quimiocinas.
Además, las células que tapizan los conductos respiratorios poseen cilios que conducen los
gérmenes atrapados hacia el exterior. Sus secreciones presentan un poder antiséptico y
microbicida.
¿En qué consiste la respuesta innata?
La defensa activa del organismo se lleva a cabo a través de la respuesta inmune, la cual
puede realizarse de dos formas distintas pero relacionadas: la respuesta innata y la
respuesta adaptativa.
La respuesta inmune innata interviene de manera inmediata, como primera línea de
defensa inmune, frente a una gran variedad de agresiones. No requiere de un aprendizaje
previo y en ella intervienen diversas moléculas tales como el complemento, citocinas así
3. como un conjunto de células, entre las que destacan monocitos, células dendríticas y células
NK.
La respuesta innata, además, actúa de forma inespecífica, esto es frente a todos los
gérmenes patógenos por igual . Esto es de especial importancia en la protección del
organismo frente a infecciones, ya sean de tipo bacteriano o viral en la misma puerta de
entrada de la piel y mucosas.
Entre las moléculas y factores que intervienen en la respuesta inmune innata se encuentran:
las citocinas, principalmente de los tipos IL-1, 6. 7 y 15 que con sus acciones moduladoras
influyen en los inflamatorios; las quimiocinas como son la IL-8 y el RANTES que intervienen
atrayendo nuevas células al foco inflamatorio y el complemento, que se encuentra
preformado en cada individuo y puede intervenir en los procesos de destrucción de
microorganismos con una gran eficacia al poseer una capacidad destructiva directa sobre los
mismos o servir de inductor de su destrucción por células fagocíticas.
A su vez entre las células de la respuesta inmune innata, muchas de ellas presentes en la piel
y mucosas, destacan los fibroblastos, las células dendríticas, monocitos, neutrófilos,
macrófagos y células NK. Estas células, se caracterizan por su capacidad para actuar de
manera inmediata sin requerir de un aprendizaje previo siempre que cualquier patógeno
sobrepase las barreras naturales. Esto es por ejemplo lo que ocurre, tras una herida de piel
como consecuencia de una caída en la que se puede producir una entrada de
microorganismos patógenos o la llegada de gérmenes a las mucosas de los pulmones
Cuando se produce una invasión local de microorganismos o incluso un trauma mecánico se
activan una serie de componentes de la respuesta innata localmente produciendo lo que se
conoce como inflamación. El proceso inflamatorio es como la síntesis de todas las
actuaciones de la inmunidad innata a nivel de un foco de infección. En la inflamación se ponen
en marcha elementos que interfieren con el invasor y además generan señales encaminadas a
atraer nuevas células al foco al objeto de contribuir de manera más eficiente a la destrucción
del invasor.
Entre los procesos de lisis en la respuesta inmune innata, resaltan los llevados a cabo por las
células NK, neutrófilos y macrófagos que destruyen a los invasores en una batalla célula a
célula. También puede intervenir el complemento que ejerce una acción destructiva directa o a
través de los macrófagos principalmente,
Los mecanismos de defensa innata aportan un buen sistema de protección. Sin embargo, en
muchas ocasiones no son suficientes para defender eficazmente al organismo, pero por
fortuna, éste dispone de la respuesta inmune adaptativa que puede actuar reforzando a la
respuesta innata o supliéndola en caso de que ésta falle eliminando a los patógenos.
¿Cómo es la respuesta inmune adaptativa?
Este tipo de respuesta representa una tercera línea de defensa y se caracteriza por
desarrollarse y específicamente frente a las sustancias extrañas que la han inducido.
Generalmente, estas sustanciasson aquellas que no han sido previamente eliminadas por la
respuesta innata. Los linfocitos que participan en esta respuesta son de dos tipos: linfocitos y
4. linfocitos B, de ahí que existan dos modalidades de respuesta adaptativa, de tipo celular y
de tipo humoral. En la primera intervienen los linfocitos T prioritariamente y en la segunda los
linfocitos B, aunque ambos tipos de respuestas se complementen e interactúan
Respuesta inmune celular
La respuesta inmune celular cubre una importante función en la defensa, actuando frente a
virus y células tumorales.
En este tipo de respuesta intervienen los linfocitos T, que reconocen a los antígenos a través
de sus receptores T (TCR) cuando son presentados por células que exponen sus
determinantes antigénicos (péptidos) junto con las moléculas de histocompatibilidad (HLA).
Las moléculas de histocompatibilidad (HLA, en humanos) son glicoproteínas presentes en las
membranas de la mayoría las células nucleadas y son esencialmente de dos tipos, I y II.
Para que la activación antigénica se inicie, además de la unión TCR-péptido, se requiere que
se acerquen e interacciones las células presentadoras de Ags y los linfocitos T
respondedores. Este fenómeno se lleva a cabo por las moléculas de adhesión, un grupo
heterogéneo de sustancias que se encuentran en la superficie de células inmunocompetentes
Los linfocitos que intervienen en este tipo de respuesta son de tipo Th y Tc. Los linfocitos Tc
reconocen los antígenos presentados en superficie por molé-culas HLA de clase I, mientras
que los linfocitos Th lo hacen por moléculas HLA de clase II
Después se desencadena una cascada de reacciones bioquímicas en el citoplasma celular T
en las que participan elementos conocidos como segundos mensajeros, dando
así lugar al proceso de activación, proliferación y diferenciación celular. La consecuencia final
es la formación de células Tc activas con capacidad destructiva de los gérmenes invasores o
de células blanco.
Respuesta inmune humoral
La ausencia de este tipo de respuesta deja al individuo tan indefenso frente a toda clase de
patógenos y otras agresiones, que es incompatible con la vida si no se instaura a tiempo un
tratamiento adecuado. En ésta respuesta intervienen, como pieza central, los linfocitos B, que
como se ha dicho anteriormente reconocen el antígeno a través de las inmunoglobulinas
presentes en su membrana. Sin embargo este estímulo no es suficiente para que se inicie la
respuesta inmune humoral. Para ello es necesario que los linfocitos B, además, reciban ayuda
de citocinas producidas por los linfocitos T colaboradores
Sólo cuando confluyen estos estímulos, se produce la activación, proliferación y diferenciación
de los linfocitos B hasta la formación de células plasmáticas, productoras por excelencia de
Igsy las células memoria, preparadas para actuar ente un estímulo igual en el futuro
¿Qué caracteriza la respuesta inmune adaptativa?
5. La respuesta inmune adaptativa posee cuatro cualidades que la hacen diferente a la respuesta
inmune innata. Son las de reconocer específicamente a los antígenos, ser de carácter clonal,
poseer memoria y ser autorregulable. Veamos con detalle el significado y la transcendencia de
cada una de ellas.
Especificidad. Es el fenómeno mediante el cual los péptidos que componen a cada antígeno
son reconocidos exclusivamente por un solo tipo de receptor. Esto quiere decir que debe de
existir el mismo número de receptores distintos como antígenos posibles. De esta manera, el
organismo pose un número extraordinariamente grande de los receptores posibles, ya sean
inmunoglobulinas (en el caso de los linfocitos B), o TCRs (en el caso de los linfocitos T).
Clonalidad. Proceso de selección, activación y maduración de linfocitos para un antígeno
determinado. Este fenómeno fue originariamente descrito por Burnet, por lo que hoy se
conoce como la teoría de selección clonal de Burnet
Memoria inmunológica. La repuesta inmune adaptativa mantiene memoria de los estímulos
recibidos. Esto se debe a la permanencia de células memoria (linfocitos), sensibilizados de
larga vida después de un estímulo antigénico. A la respuesta primera frente a un antígeno se
le conoce como respuesta primaria, mientras que la respuesta producida cuando un mismo
antígeno estimula el sistema inmune con posterioridad, se conoce como respuesta
secundaria. Esta última es más rápida, duradera y eficiente debido a la presencia de las
células memoria. Ésta es la base de las vacunas
Autorregulación. Mecanismos internos de control que regulan el tipo y la intensidad de la
respuesta inmune . En ello interviene diversas elementos, entre las que destacan: las
citocinas y células T reguladoras.
Las citocinas, que son sustancias producidas mayoritariamente por linfocitos intervienen
regulando la respuesta inmune facilitando la activación, proliferación y diferenciación de las
células implicadas en la respuesta inmune
Las células T reguladoras son linfocitos que poseen la cualidad de influir en otras células
inmunocompetentes modulando la intensidad de las señales de activación que reciben.