Artículo, homenaje a la Divina Infantita, publicado por el Padre Federico Salvador en julio de 1927 en la revista mariana Esclava y Reina. Guadix. Granada. España
Introducción:Los objetivos de Desarrollo Sostenible
Ella
1.
2. En portada:
Cristo crucificado (1632). Diego de Velázquez
Imagen original de La Divina Infantita
Derechos de autor registrados
2017 Antonio García Megía y María Dolores Mira y Gómez de Mercado.
Congregación de Esclavas de la Inmaculada Niña
¡Ella! Federico Salvador Ramón – Edición actualizada
Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educación. Portal de Investigación y Docencia
Edición preparada con ocasión del proceso de beatificación del Padre Fundador de las Esclavas de La
Inmaculada Niña.
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3. Artículo publicado en la revista mariana Esclava y Reina
Julio de 1927
Guadix – Granada - España
Edición actualizada por
María Dolores Mira Gómez de Mercado
Antonio García Megía
4.
5. Ella
Federico Salvador Ramón.
Revista mariana Esclava y Reina. 1927.
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Ella es María, el mar de todas las gracias de la Beatísima Trinidad. Hija
poderosísima con el Padre, trono de sabiduría con el Hijo y tálamo de amor con el Espíritu
Santo. Reina de los Ángeles, Madre de los hombres, soberana Señora de todas las
criaturas.
Ella, Madre de Dios casi infinita.
Corredentora, porque con su fíat libérrimo dio al Verbo Divino la sangre que sería
dada en rescate en precio de nuestra redención.
Llena de gracia desde el primer instante de su ser y, por eso, hermosa sobre toda
hermosura y santa sobre toda santidad, Reina de todos los santos.
Quien supiera valorar tu hermosura sería como Tú o más que Tú. Y nadie hay que
sea inmaculada entre todas las criaturas más que Tú. Y superior a ti sólo Dios.
¡Oh, Madre mía! Yo quiero amarte.
Por eso quiero conocerte, pero eres tan excelsa, tan sublime, que es dificilísimo
alcanzar tu belleza y concretarla.
Si te considero en general, así mirada, Reina mía, la mente divaga y el corazón no
ahínca en lo que más desea sus afectos.
Pues si amarte de todos modos y maneras es el amor de todos los que te aman,
amarte de un modo y manera especial es el amor de los que más se afectan en amarte.
6. Ella
Federico Salvador Ramón.
Revista mariana Esclava y Reina. 1927.
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Quede, por consiguiente, para todos los cristianos amarte en tantas advocaciones
como la piedad de tantos siglos inventara, y en esta universal amplitud caben
perfectamente los esclavos que pertenecen al primer grado en la escala de perfección
señalada por el bienaventurado Vidente montfortiano.
Concreten más, en buen hora, las almas del segundo grado, las vírgenes en el
mundo, honrando de modo más especial a la Virgen Inmaculada en su predilecta
asociación de las Hijas de María, sin que, por esto, sea nuestro ánimo hacer desmerecer
las otras cofradías en que pueden afiliarse las vírgenes que viven en el mundo.
Con encendido amor honren a María, en la advocación de la Santísima Virgen
para cuya gloria fueron llamados por Dios, los religiosos y monjes de todas las
instituciones religiosas del mundo y de todos los siglos. Quienes honrarán a nuestra
Señora del Carmen, quienes a la Virgen ele Monserrat. Estos a la Reina de los Ángeles,
aquéllos a la del Rosario. Unos a la Divina Pastora, otros a María Reina de los Corazones
o a la Madre de la Sabiduría Encarnada...
Nosotros nos gozamos singularmente en las almas que honran a María Inmaculada
en el primer instante de su ser, porque creemos que, este honor y conocimiento teórico y
práctico, es el más acomodado a los esclavos que más atienden a la perfección interior,
que a lo que aparece al exterior.
La imagen de los esclavos del cuarto grado del bienaventurado Grignión debe
corresponder, en cuanto sea posible, al estado de anonadamiento que éstos han de profesar
por esta suprema razón: la imagen de la Santísima Virgen, expresando la suprema
pequeñez de esta Reina, es la que mejor cuadra a los esclavos de Jesús en María.
Cuanto más humilde se represente a su Reina un verdadero esclavo, más procurará
él anonadarse.
Cuanto más escondida, más pequeña, menos apta para atraerse las miradas de los
hombres, menos fiarán los esclavos enamorados de la verdadera perfección en el atractivo
de las imágenes, y pondrán toda su confianza en la virtud avasalladora de la Señora a
quien sirven y no en la imagen que la representa. Penetrarán en el verdadero motivo que
les hace amar y honrar a una criatura en el primer instante de su ser, y averiguarán,
solícitos, el por qué la Señora Inmaculada, a quien sirven, tiene toda su virtud excelsa
fundada en el propio anonadamiento que engendra la más absoluta confianza en Dios,
cuando el anonadamiento es todo lo completo que exige la perfección de la Esclavitud
Mariana en su grado más perfecto.
7. Ella
Federico Salvador Ramón.
Revista mariana Esclava y Reina. 1927.
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Y aprenderán, igualmente, que sólo en la perfecta obediencia al divino querer,
según la practicó la Reina divina desde su Concepción Inmaculada, es como debe vivir
un esclavo del cuarto grado.
Y por esta razón buscará el modo de ser más perfectamente obediente y, si es
posible, procurará, postrado a las plantas de Señora tan pequeñita por razón de su edad,
transcender todos los linderos que hasta hoy ha tenido la obediencia para poner en sus
labios, con digna y santa emulación, las palabras de María antes de la Encarnación, que
son, a no dudarlo, el resumen de toda la vida mariana antes de la Maternidad divina.
Con la misma verdad pudo decir María las palabras Ecce ancilla Domini en el
instante que las pronunció para que los hombres las conocieran y repitieran e informaran
su espíritu por ellas, que en el momento mismo de ser concebida y que en la gloriosa hora
en que se levantó a los cielos para ser la Reina inmortal de todos los siglos y de todas las
criaturas.
Pero a los esclavos, amantes del estado de perfección de la Esclavitud, nunca les
cuadrarán mejor esas palabras que al decirlas María en el primer instante de su existencia,
porque allí se muestra la Señora en lo sumo de su pequeñez y en lo supremo de su
obediencia.
Y si a esto añadimos que fue grato a la Señora que en la Esclavitud de la Divina
Infantita se honre a María en lo sumo de su pequeñez, y en una imagen que sobre no ser
más grande que la huella de un hombre, es, además, de ningún mérito artístico, venimos
a concluir que las almas que formen y militen en esta nueva familia cristiana, han de
olvidarse casi de todas las bellezas exteriores de la Hija del Rey para mirar al interior de
la que agradó al Señor desde que era párvula, y deberán vivir muy alerta para escuchar
atentos las palabras de la Niña cuando hable, y muy solícitos para saber qué deben hacer.
Ella habla como niña. La dificultad para oírla y entenderla es que nosotros somos
hombres... y, ¡tan hombres!
¡Pobres hombres! Si no os hiciereis como niños...
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9. Derechos de autor registrados
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