la Eucaristia es una Fiesta-Explicación para niños
La santidad escondida de María
1.
2. Todo lo que se ha
escrito sobre la Virgen
Madre de Dios me
demuestra que su
santidad es la más
escondida de todas.
3. Y, no obstante, puedo
encontrarla si también
yo me escondo en Dios,
donde ella está
escondida. Compartir
su humildad, su
escondimiento y su
pobreza, su
ocultamiento y su
soledad, es la mejor
manera de conocerla; y
conocerla así es
encontrar la sabiduría.
4. En la persona humana
real y viva que es la
Virgen Madre de
Cristo se encuentran
toda la pobreza y toda
la sabiduría de todos
los santos.
5. Por esta razón, amarla y
conocerla es descubrir el
verdadero significado de
todo y tener acceso a toda
sabiduría. Sin ella, el
conocimiento de Cristo es
mera especulación. Pero en
ella se transforma en
experiencia, porque Dios le
dio toda la humildad y toda
la pobreza, sin las cuales no
se puede conocer a Cristo.
Su santidad es el silencio, el
único estado en que Cristo
puede ser oído, y la voz de
Dios se convierte en
experiencia para nosotros
mediante la contemplación
de la Virgen.
6. Si conseguimos vaciarnos del ruido del mundo y de
nuestras pasiones, es porque ella ha sido enviada
cerca de nosotros por Dios y nos ha permitido
participar en su santidad y su escondimiento.
7. Es apropiado presentarla como una Reina y actuar como si
supiéramos lo que significa el hecho de que se siente en un trono por
encima de todos los ángeles. Pero esto no debería hacer olvidar a
nadie que su privilegio más elevado es la pobreza, que su mayor gloria
es haber vivido totalmente escondida, y que la fuente de todo su poder
es el hecho de ser como nada en la presencia de Cristo, de Dios.
8. Esto lo olvidan muchas veces los propios católicos, y por eso no
sorprende que estos a menudo tengan una idea completamente
errónea de la devoción católica a la Madre de Dios.
9. En efecto, ésta es precisamente su mayor gloria: que no teniendo nada
propio, no conservando nada de un “yo” que pudiera gloriarse de algún
mérito propio, no puso ningún obstáculo a la misericordia de Dios y en
modo alguno se resistió a Su amor y a Su voluntad. Por eso recibió más
amor de Dios que ningún otro santo.
10. Él pudo llevar a término su voluntad perfectamente en ella,
y Su libertad no fue dificultada ni desviada de su finalidad
por la presencia de un yo egoísta en María. Ella era y es, en
el sentido más elevado, una persona precisamente porque,
siendo “inmaculada”, estaba libre de toda mancha de
egoísmo capaz de oscurecer la luz de Dios en su ser. Era,
por lo tanto, una libertad que obedecía a Dios
perfectamente, y en esta obediencia encontró la
consumación del amor perfecto.
11. Dado que María es, entre
todos los santos, la más
perfectamente pobre y
perfectamente escondida,
la que no intenta poseer
absolutamente nada como
propio, puede comunicar
del modo más pleno al
resto de la humanidad la
gracia de nuestro Dios
infinitamente
desinteresado. Y nosotros
Lo poseeremos del modo
más verdadero cuando nos
hayamos vaciado y nos
hayamos hecho pobres y
escondidos como ella,
asemejándonos a Él al
asemejarnos a ella.
12. Toda nuestra
santidad depende
del amor maternal
de María. Las
personas que ella
desea que
compartan la
alegría de su
pobreza y de su
sencillez, las que
ella quiere que
estén ocultas como
ella está escondida,
son las que
comparten su
intimidad con Dios.
13. Este absoluto vacío, esta pobreza y esta oscuridad contienen
dentro de sí el secreto de toda alegría, porque están llenos de
Dios. La verdadera devoción a la madre de Dios consiste en
buscar este vacío. Encontrarlo es encontrarla. Y permanece
escondido en sus profundidades es estar lleno de Dios como ella
lo está y compartir su misión de llevarlo a los hombres.
14. Fr. Abdón
Todas las generaciones, pues, tiene que llamarla bienaventurada,
porque todas reciben a través de la obediencia de María toda la vida y
la alegría sobrenaturales que Dios les concede.
(Thomas Merton, Semillas de contemplación, ed. Sal Terrae, pags.
179-187)