El documento discute los conceptos de violencia sistémica en las instituciones educativas. Señala que la violencia sistémica es insidiosa porque tanto quienes la ejercen como quienes la padecen suelen ser inconscientes de su existencia. Afecta a todos los estudiantes al coartar y dirigir sus comportamientos, pero perjudica especialmente a los más creativos, sensibles o con mayor capacidad de discernimiento. Los estudiantes más afectados suelen ser apartados de la escuela y sufren las desventajas de una educación incompleta
8. Reflexión y
coherenciaUno de los primeros
pasos que tendríamos
que poder dar en una
institución que tiene
manifestaciones de
violencia es
reflexionar, no como
una práctica individual
y racional, sino
también social y
vivencial: hablar con
otros, dialogar.
9. Hacerse cargo de los
efectos de las propias
conductas
La calificación de una conducta como
violenta no se juzga sólo por las
intenciones ni por los efectos, sino por
ambos, en el contexto de la historia
relacional, y porque tienden a producir una
acción destructiva en el otro. Puede ocurrir
que la intención y el efecto no siempre
estén coordinados. No habiendo intención
pero produciéndose el efecto, y tomando
conocimiento por la explicitación del
destinatario de la acción, será un marcador
o un especificador suficiente para calificar
a la conducta como violenta, toda vez que
el receptor la haya vivenciado como tal y
se haya sentido restringido, objeto de
crueldad o de denigración, maltratado o
dañado en forma inmerecida.
10. Muchas veces pretendemos que
cambie la realidad que nos
circunda. No sólo reclamamos
infructuosamente que cambien
las cosas, sino que en
incontables ocasiones lo que
procuramos es forzar a las
personas con las que nos
vinculamos para que sus
características particulares y sus
conductas se ensamblen con
nuestras representaciones
mentales acerca de ellas
Distinguir entre lo que
depende de nosotros
y lo que no
11. Concédeme la
serenidad de
aceptar que hay
cosas que no
puedo cambiar, el
valor de cambiar lo
que puede
cambiarse y la
sabiduría para
distinguir la
diferencia.
Anónimo
13. La violencia
sistémica es insidiosa porque quienes están
implicados, tanto quienes la ejercen como
quienes la padecen, suelen ser
inconscientes de su existencia.
14. los alumnos no tienen
suficiente capacidad o no se amoldan como
corresponde, el fracaso no lo asume la
escuela porque no ha conseguido ofrecer
una experiencia educativa positiva: se le
echa la culpa al alumno por carecer de
aplicación o de habilidad o a los padres, por
carecer de un medio positivo o por no saber
apoyar las iniciativas de la escuela.
.
Los alumnos más perjudicados por la violencia sistémica son
apartados de la escuela, o ellos mismos se van, y sufren las
desventajas duraderas de una educacion incompleta. Aceptan
como propios la culpa personal v los perjuicios económicos que
van asociados con el fracaso académico.
15. La violencia sistémica afecta a todos los alumnos, pero no causa el mismo
daño a todos por igual. Coarta y dirige muchos de los comportamientos del
alumno, pero es especialmente perjudicial para quienes son demasiado
creativos, demasiado sensibles o tienen una mayor capacidad de
discernimiento.
Todos los alumnos están sometidos
al aburrimiento en la forma en que se les
enseña, y a la expectativa de que deberán
realizar trabajos que muchas veces no
parecen tener mucho valor para ellos.
Los
profesores tal vez justifiquen esta realidad
alegando que se trata de una preparación
para la vida profesional futura, y esta idea
recibirá el apoyo de los administradores y
de los padres.
16. Los niños que han sufrido malos
tratos, sea en la escuela o en
otros ámbitos de su vida, son más
vulnerables aun al perjuicio que
conlleva la separación de lo
cognitivo, como algo valorado, y
la afectivo, devaluado. Para ellos,
esta separación es menos posible.
Aceptan la culpa de su incapacidad
para el trabajo cognitivo. Piensan
que tienen algo malo: interiorizan
la responsabilidad tanto de los
malos tratos como de su
incapacidad para
afrontarlos. La desatención de lo
afectivo en nuestras escuelas
enseña a los niños a enmascarar
sus sentimientos y a renegarle sus
emociones.