La evaluación de desempeño surgió en Estados Unidos en los años 1920-1930 como una forma de justificar los salarios de los trabajadores en función de su contribución a la empresa. Más tarde, el ejército estadounidense comenzó a utilizarla para seleccionar oficiales y evaluar su desempeño de forma periódica. A partir de la Primera Guerra Mundial, las empresas empezaron a adoptar estos métodos de evaluación para determinar la importancia de sus empleados y decidir sobre su permanencia en los puestos de trabajo.