2. Objetivo
Reconocer que Cristo
viene a iluminar nuestra
vida y a darle sentido con su
resurrección para que,
confortados con su
presencia, podamos
anunciarlo con alegría en
todos los ambientes donde
nos encontremos.
8. La misión de
llevar la luz del
Resucitado
Quien tiene un
encuentro vivo con
Cristo no puede dejar
de comprometerse en
la misión de la Iglesia.
(EG 114)
11. Cristo nos impulsa a llevar una luz de esperanza a todas
aquellas personas que piensan que Dios no existe
porque estamos rodeados de injusticias, maldades,
indiferencias y crueldades que no ceden, y hacerles ver
que, en medio de la oscuridad, siempre comienza a
brotar algo nuevo, que tarde o temprano produce un
fruto.
A veces una tarea no brinda las satisfacciones que
desearíamos, los frutos son reducidos y los cambios
son lentos, cuando se bajan los brazos cansados de
luchar, falta resurrección y de esta forma el Evangelio
queda sepultado debajo de muchas excusas. Creamos
en Cristo que nos ama, que vive, que es capaz de
intervenir misteriosamente, que saca bien del mal con
su poder y con su infinita creatividad. (Cfr. EG 275-280).
12.
13. Coro 1. Cristo resucitado ayúdanos a seguir adelante, con la certeza de
que tú caminas con nosotros porque eres luz que ilumina nuestra vida.
Coro 2. Cristo resucitado, tu presencia es el pozo que sacia la sed de
justicia y de paz que nos brota desde adentro al contemplar las cosas
que vivimos, la sociedad que hemos hecho, o tolerado, por no escuchar
tus enseñanzas.
Coro 1. Tu Palabra es el grito que nos sacude de la tibieza, de la
pasividad. Danos el valor de que como discípulos tuyos anunciemos al
mundo la alegría de tu resurrección que puede cambiarlo todo.
Coro 2. Tu Palabra es luz, roca sólida donde construir las bases de
nuestro proyecto de vida. Tu Palabra es tierra fértil, quien la escucha y la
lleva a la práctica, da frutos de vida, de ternura, de misericordia, de
libertad y de amor.
Todos: Tu presencia entre nosotros, Cristo resucitado, es aliento,
esperanza y alegría. Eres el único que nos da el valor para salir de
nuestro egoísmo y comunicar esta alegría a tantos que viven en la
tristeza y el vacío. Que tengamos el valor, como los apóstoles, de
anunciarte sintiéndonos discípulos misioneros, confortados con la
fuerza de tu Espíritu. Amén.
14.
15. Ahora reflexionemos:
• ¿Cómo puedo disponer mi ser al Espíritu Santo para que
Cristo resucitado esté presente en mi persona?
• ¿A través de qué acciones puedo mostrar en mi familia que
Cristo ha resucitado y vive en ella como luz que ilumina
nuestra vida y nuestro caminar?
El Espíritu Santo obra como quiere, cuando quiere y donde
quiere; a nosotros nos toca entregarnos confiadamente sin
pretender ver resultados llamativos, sigamos adelante,
dándolo todo y dejando que sea Él quien haga fecundos
nuestros esfuerzos como a Él le parezca.
Esa confianza generosa tiene que alimentarse de la Palabra
y para eso necesitamos invocarlo constantemente de
manera personal y comunitaria.