1. IGLESIA DE LA COMUNIDAD METROPOLITANA
CARACAS VENEZUELA
COMUNICADO
Diario la Verdad: http://www.laverdad.com/detnotic.php?CodNotic=69688
“El primer embarazo de una pareja de lesbianas logrado con procreación asistida,
publicado ayer en este rotativo, generó el rechazó del clero regional. William
Delgado, obispo de la Diócesis de Cabimas, enfatizó que, en primer lugar, la
comunidad católica no apoya la inseminación artificial ni la fecundación in vitro,
ni la transmisión de embriones”.
La Iglesia de la Comunidad Metropolitana, comunidad Cristiana Ecuménica
Inclusiva hacia el Colectivo LGBTI fundada en el año 96 y entre sus objetivos
están:
“La Defensa y la Promoción de los Derechos Humanos de las personas Lesbianas,
Gays, Bisexuales, Trans e Intersexuales velando porque estos derechos no sean
menoscabados por las creencias o instituciones religiosas que invocando sus
dogmas pretendan fundamentar o justificar actos discriminatorios o generar
desigualdad ante la ley”.
“La familia es una unidad de convivencia basada en el amor, la solidaridad y el
cuidarse mutuamente, potenciando el desarrollo personal de cada uno de sus
miembros. Es el amor lo que crea una familia, ni más ni menos”.
Se comprueba una vez más que, en un mundo que avanza y evoluciona acorde con
el tiempo, las instituciones que se basan en dogmas de fe y en concepciones
ideológicas arcaicas, rígidas y sin lógica, si no se adaptan a la evolución natural de
las sociedades, van quedando rezagadas, pierden credibilidad, y hacen el ridículo
en su empeño por conducir la conducta de los pueblos, basándose en la premisa de
poseer “la verdad absoluta”.
Se ha presentado una idea central: la familia de hoy, el “núcleo de la sociedad”,
que ha estado encargada de la administración de formas, prácticas y ritos sociales
2. entre sus miembros, forma parte de una asignación histórica, que puede ser
rastreable en la temprana modernidad; y las formas tradicionales que la
caracterizan, como por ejemplo la idea de una “familia modelo”, son parte de una
estructura más compleja, legitimada social y jurídicamente, que evidencia el afán
hegemónico de control y dominación, mediante estrategias y dispositivos como: el
matrimonio, la imposición del afecto, la “naturalización” del amor maternal, la
sacralización de la herencia, etc.
Al advertir sobre las transformaciones que ha sufrido el matrimonio y la familia
como instituciones y al mostrar sus transformaciones desde las ciencias sociales, se
ha querido evidenciar el trasfondo formal, antes que natural, que ostenta dichas
organizaciones. La situación de la familia de hoy no es una crisis aguda sino un
proceso de cambio, pues más que ser un espacio de socialización, goza de un aval
jurídico que poco a poco cambia de forma sin que las personas del común noten las
implicaciones de la misma.
Contrario a lo que se cree, las intenciones por alcanzar el derecho a establecer
vínculos matrimoniales entre personas del mismo sexo no forman parte de un plan
para deteriorar esta institución: por el contrario, para algunos intelectuales que se
han aproximado al tema de la diversidad sexual, la reivindicación del matrimonio
homosexual es una forma de perpetuación de los modelos jerárquicos y
hegemónicos, es decir: de repetir el modelo heterosexual que establece una
asimetría entre hombre y mujer.
Es importante destacar el papel que tuvo la idea de “civilización” en el discurso de
las ciencias sociales acerca de la familia. En medio de la tensión permanente entre
individuo y sociedad, la familia se convierte en un recurso que permite enfrentar la
incertidumbre de la exigencia social, por medio de los afectos restringidos, por la
vinculación permanente a un círculo estrecho conformado básicamente por lazos
de sangre y de parentesco legal.
Si partimos de comprender las reivindicaciones de los sectores discriminados por
su condición sexual, como una forma de transformación social y política positiva,
lo que deteriora son los cimientos más controversiales de la discriminación y de la
exclusión y justamente aquellos que, al revisarse, al reconstruirse, pueden generar
transformaciones sociales significativas.
Las reclamaciones por la posibilidad de generar una unión de parejas del mismo
sexo, elevadas por organizaciones de apoyo a personas de sectores de diversidad
sexual y de género, no solamente en Venezuela sino en buena parte del mundo
occidental, son de carácter legal, más que simbólico.
El aporte de las parejas homosexuales, así como de hijos o hermanos que expresan
su diversidad sexual a la institución familiar está en el desafío simbólico que
presentan a la institucionalidad. Al promover mecanismos alternativos para
acceder a la parentalidad –tales como: la inseminación y la fecundación in vitro, la
asistencia gestacional, la multiparentalidad, etc. –, y a la transformación de la
dinámica familiar, no tanto en la presencia de dos padres o de dos madres sino en
la apertura a espacios de diversidad y el reconocimiento temprano de la diferencia,
se convierte en un potente contradictor de las tradiciones que convierten estos
vínculos en esquemas de discriminación y exclusión.
A lo largo de la historia, el poder se ha erigido sobre las diferencias en torno a lo
sexuado y lo sexual y las teorías de género perciben en su mayoría el género y la
sexualidad ligadas históricamente y también ligadas en forma intrínseca.
3. La diversidad debe entenderse como un hecho de la sexualidad humana y no puede
interpretarse como marginalidad, perversidad o anormalidad.
Debe reconocerse la diversidad como derecho a la diferencia, a la ambigüedad y a
la singularidad de cada ser humano. No habrá democracia verdadera sin este
reconocimiento. El estudio cuidadoso de la sexualidad se refleja en los diversos
movimientos que han surgido y surgen contra la imposición binaria de la
sexualidad como forma de identidad plasmada jurídicamente con base en el sexo
anatómico (biológico) que desconoce otros componentes como género (social) y
erotismo (atracción por el otro).
Los científicos dicen: Existen una amplia evidencia que muestra que los menores
criados por progenitores del mismo sexo se desenvuelven igual de bien
que aquellos criados por progenitores de distinto sexo. Más de 25 años de
investigación documentan que no existe relación entre la orientación sexual de los
progenitores y cualquier medida de adaptación emocional, psicológica y
conductual del menor. Estos datos han demostrado que no existe riesgo para los
menores como resultado de crecer en una familia con uno o más progenitores gays.
Contrariamente a los estereotipos predominantes en nuestra sociedad, en varios
estudios se ha reconocido que los padres homosexuales muestran una actitud de
mayor cuidado, se involucran más y ven su papel como padres de forma más
positiva que los padres heterosexuales . Según la Academia Americana de
Pediatría, crecer con padres homosexuales puede conferir algunas ventajas a los
niños, puesto que esos padres han sido descritos como más tolerantes a la
diversidad y más cuidadosos respecto a niños más pequeños que los hijos de padres
heterosexuales.
Por lo tanto:
- Como comunidad hacemos frente a corrientes de opinión fundamentalistas o
esencialistas por las cuales se quiere visualizar a la familia en singular, es decir, en
una esencia o paradigma excluyente que no reconoce la diversidad en las que están
representadas distintas formas de familia.
- Las personas LGBTI no son ciudadanos de segunda categoría, tienen los mismos
deberes asignados a todos los demás, por lo que no deben sufrir un menoscabo en
sus derechos, entre los cuales está la libertad de formar una familia y contraer un
matrimonio, si así lo desean y buscar apoyo e información en las ciencias médicas
para el logro y disfrute de sus libertades individuales.
- Las personas LGBTI en relaciones de pareja son “tan capaces como los
cónyuges heterosexuales de expresar y compartir amor en sus variadas formas”.
Son, de igual manera “tan capaces de formar relaciones íntimas, permanentes,
comprometidas, monógamas, leales y duraderas; de otorgar apoyo emocional y
espiritual; y de proveer cuidado físico, apoyo financiero y asistencia en un hogar
común. Ellas y ellos son capaces de manera individual de adoptar niños y en el
caso de lesbianas tenerlos”. En resumen, “tienen la misma habilidad de establecer
un consortium omnis vitae”. Finalmente, son “capaces de constituir una familia, ya
sea nuclear o extendida, y de establecer, disfrutar y beneficiarse de la vida en
familia” de una forma que “no es distinguible en ningún aspecto significativo de
cónyuges heterosexuales”.
4. - El derecho a una vida libre de injerencias arbitraria, la prerrogativa que tienen
los individuos para no ser interferidos o molestados, por persona o entidad alguna,
en el núcleo esencial de las actividades que legítimamente deciden mantener fuera
del conocimiento público, protegiendo la tranquilidad y la dignidad de las
personas, asegurándoles el libre desarrollo de su personalidad.
- El derecho a la vida privada para las personas LGBTI debe ser analizado con
base en el principio de igualdad y de no discriminación: por lo tanto tal derecho
no debe ser diferente que el de una persona heterosexual; no sólo debe limitarse
al auto reconocimiento, sino que debe incorporar el derecho a desenvolverse como
tal, con la posibilidad de realizar todas las actividades que redunden en su
desarrollo y felicidad, lo cual incluye por supuesto el derecho de poder elegir su
propio compañero de vida y poder institucionalizar esta unión que sea homosexual
o heterosexual.
César Sequera Núñez
Líder Pastoral
Iglesia de la Comunidad Metropolitana
Email: icmmisioncaracas@gmail.com