La educación es humanización, pleno desarrollo de potencialidades, creación y recreación; proceso de construcción de la `participación democrática, el juicio autónomo y la responsabilidad; todo proyecto educativo es un acto político. Para que ello ocurra, el ambiente pedagógico debe ser liberador. Se debe establecer una relación dialéctica entre el aprendiz, la escuela y la sociedad, para que a través del análisis crítico de las mismas, reconozca la interacción de sus partes y pueda cambiarlas; se convierte así en agente de sus propias acciones y de su libertad. La inserción lúcida en la realidad, en la situación histórica y social, es lo que conduce a la crítica de la misma y al ímpetu por transformarla, partiendo del autoreconocimiento de la situación. El ser humano, como ser social, debe mejorar continuamente su conciencia social De su éxito, o no, depende el logro de un sujeto reflexivo, comprometido con su entorno, autónomo en sus decisiones, responsable. El valor del desarrollo está en generar en los individuos, la capacidad de elegir y actuar por sí mismos, poniendo en tela de juicio a la pasividad. Ahora bien, ¿toda educación genera desarrollo? Todos los aprendizajes desarrollan capacidades y habilidades que amplían la libertad del hombre?