1. 60 PALABRA — Septiembre 2015
RAZONES TEOLOGÍA DEL SIGLO XX
almundo,especialmentesobretemasdegran
actualidad;yelcardenaldetallóalgunos:lavi-
da y la procreación en relación a la explosión
demográfica, la doctrina social y la justicia, la
evangelizacióndelospobresylapazentodoel
mundo.¿QuéteníaquedecirlaIglesiaalmun-
do sobre todos estos acuciantes problemas?
En 1985, veinte años después, el cardenal
Suenens contó sus recuerdos con detalle en
el artículo Aux origines du Concile Vatican II,
enNRT(1985).Desdefebrerode1962sehabía
quejado a Juan XXIII del excesivo número de
documentospreparadosparaelConcilio(más
desetenta)ydelafaltadecohesión.JuanXXIII
leanimóaquehicieraunestudio;lohizoense-
guidaygustóalPapa,quienleaconsejóquelo
comentaraconotroscardenales,incluyendoa
Montini,entoncesarzobispodeMilán.Elpro-
pio Papa, por su cuenta, hizo enviar el escrito
a otros cardenales en mayo de 1962. Pero el
tiempo corría.
“El concilio se abrió el 11 de octubre de 1962”,
recuerda el cardenal Suenens. “Juan XXIII ha-
bíadicho:‘EnmateriadeConcilio,somostodos
inexpertos’ y dejó al concilio el cuidado de dar
los primeros pasos […]. Como el estado de sa-
lud del Papa se agravaba, me encontré con un
problema de conciencia: ¿tenía que tomar la
iniciativayproponerelplanopermanecerpa-
sivo[…]? […]Mandéasusecretario[…]unaco-
piadelaintervenciónquepensabahaceraldía
siguiente en el concilio […]. Para mi sorpresa,
MonseñorDell’AcquamecitóenelVaticanoala
mañana siguiente, muy temprano, para decir-
mequeJuanXXIIInosóloestabatotalmentede
acuerdoconmitexto,sinoquelohabíaleídoen
lacamayanotado,escribiendoalmargenalgu-
nasreflexiones[…].Asíhicecontodaseguridad
de conciencia el discurso del 4 de diciembre de
1962, donde proponía el tema central del Con-
cilio”. Y sigue: “La adhesión fue tan unánime
que, al día siguiente, el cardenal Montini, que
se había mantenido muy reservado durante la
primerasesióndelConcilio,sepronunciócalu-
rosamenteafavordemipropuesta,ylomismo
el cardenal Lercaro”.
Yahabíaunplanclaroparaordenareltraba-
jo: la Iglesia en sí misma (ad intra), que daría
lugaraLumenGentium,Constitucióndogmá-
ticaaprobadaenlatercerasesiónel21deoctu-
brede1964;ylaIglesiaenelmundo,quedaría
lugar a la Constitución Pastoral Gaudium et
spes, el último de los documentos aprobados
porelConcilio(el7dediciembrede1965),enla
cuartayúltimasesión,yelmáslargodetodos.
mejoras; y el las fuentes de la revelación (De
fontibus,quedespuésseríaDeiVerbum)había
sido rechazado porque no se correspondía ni
con la ilusión despertada en la convocatoria
del Concilio ni con el tono dialogante y pas-
toral que había augurado Juan XXIII.
Convocaramásdedosmilobisposdetodala
IglesiacatólicaparaunarenovacióndelaIgle-
siauniversalyquedarsesinprogramanoerala
mejor manera de empezar. Además, acababa
de trascender que el Papa estaba seriamente
enfermo. ¿Qué hacer? Y también, ¿quién po-
día hacer algo?
La iniciativa del cardenal Suenens
ElcardenalLeoJozefSuenens(1904-1996),ar-
zobispo de Malinas-Bruselas, se levantó pa-
ra decir que no podían terminar la sesión sin
disponer de un plan. Y proponía un esquema
general,eldeunconciliocentradoenlaIglesia,
condosaspectos:laIglesiaadintra(¿quédices
detimisma?),ylaIglesiaadextra,dirigiéndose
—TEXTO Juan Luis Lorda
La situación es conocida. Se había llegado
al final de la sesión sin aprobar ninguno de
los documentos preparados por las distintas
comisiones de la Curia romana. Se había re-
tirado el de Liturgia, teóricamente el menos
problemático,porquenecesitabaimportantes
El 4 de diciembre de 1962, se levantó el
cardenalSuenensenelaulaconciliar.Que-
dabancuatrodíasparaterminarlaprime-
ra sesión del Concilio. En ese momento,
el Concilio, como un enorme navío, había
embarrancadoynoseveíaclarocómopo-
nerlootravezanavegar.Algunosoptimis-
tas pensaban que bastaba moverse, y no
sehacíanideadeltamañodeloquehabía
que mover y de las dificultades enormes
de conducirlo hacia alguna parte.
El cardenal Leo J. Suenens.
BÉLGICA
2. Septiembre 2015 — PALABRA 61
El cardenal Jozef Suenens
y el mensaje de Gaudium et Spes
Se pusieron a trabajar con mucho entusias-
mo. Enseguida, Suenens reunió un grupo de
expertosenBruselasparadarformaaunpro-
yecto sobre la Iglesia en el mundo moderno
quesepudierapresentarenlasiguientesesión
conciliar. Y aparecieron las dificultades.
Lamenorymáscómicadetodasfueellatín.
Ya al presentar su plan en el aula, Suenens no
habíaencontradounabuenaexpresiónlatina
para “plan general”. Había recurrido a decirlo
enitalianounpianodeinsiemeyenfrancésun
pland’ensemble(Actasyn.I/IV,224).Nohabía
mododehablarenlatíndedemografía,econo-
míaypolítica:habíaqueinventarseconstante-
mentepalabras,condisgustodeloslatinistas
ciceronianos y curiales, que proponían otras
todavía más pintorescas e incomprensibles.
Asíquesedecidiótrabajarlosdocumentosen
francés,aunqueluegosetradujeranaunlatín
modernizado para su aprobación final.
Pero la dificultad más importante era de
fondo. La Iglesia quería decir algo sobre los
problemas que más afectaban al mundo. La
intenciónerabuenísima,ylosasuntosimpor-
tantes. Pero por expresar el problema de una
manera rápida e impactante, resultaba que el
primer Concilio de la Iglesia (después del de
Jerusalén) había hablado de la Trinidad, y el
último ¿iba a hablar de los sindicatos?
Serios problemas de fondo y de enfoque
Noquieroabusardelacomicidaddelaparado-
ja, pero permite hacerse cargo muy bien de la
naturaleza de las dificultades. Por un lado, se
tratabadetemasopinables,enlosqueesmuy
difícildeciralgopermanenteytambiénlograr
el acuerdo del episcopado mundial. Por otra
parte,¿dóndeencontrarlabasedoctrinalpara
apoyarse? La revelación cristiana está orien-
tada, efectivamente, a mostrar el misterio de
laTrinidad,peronohablaprácticamentenada
de economía, demografía o política. ¿Qué se
puede obtener de la Escritura, de los Padres
delaIglesiaodelahistoriadelaTeologíapara
decir algo consistente?
Había dos posibilidades: una, quedarse en
un plano elevado de vagas y buenas intencio-
nes,peroparaesonohacíafaltaundocumento
solemne ni un Concilio; otra, bajar al terreno
no de modo dogmático, sino contando con
expertos,quepudierandarorientacionescon
sentidocristiano.Eraunaideainteligente,yse
intentó redactando unos Anexos, que revolo-
tearonalrededordeldocumentohastaúltima
hora en que fueron eliminados, recogiendo lo
más sustancial en el texto de la Constitución.
Lacuestiónplanteadaeraquesisondocumen-
tos de expertos, no son doctrinales y no tiene
sentido que los voten los obispos de la Iglesia
católica.Pero,sinosondoctrinalesynolosha-
cen suyos los obispos, ¿cómo incluirlos entre
los documentos del Concilio?
Había un tercer problema de enfoque. La
Iglesia quería hablar al mundo, pero ¿cómo
tenía que hablar? El Magisterio tradicional
enseña “desde la cátedra”, aunque no sea so-
lemne.Peroestonoparecíaadecuadoparaun
documentoquequeríadestinarsenosoloalos
católicos, sino a todos los hombres.
Parecióquehabíaqueabordarlosproblemas
desde abajo, de una manera “inductiva” (esta
palabra tuvo éxito); iluminándolos con la luz
de la fe y ofreciendo esa reflexión a todos los
hombres, que están llamados también a vivir
deesaluz.Enunaimportanteintervencióndu-
rantelatercerasesión(21deoctubrede1964),
elentoncesarzobispodeCracovia,Mons.Woj-
tyladijo:“Convienehablardetalmaneraqueel
mundoveaqueenseñamosnosólodeunmodo
autoritario,sinoquebuscamosjuntoconéluna
soluciónjustayequilibradadelosdifícilespro-
blemas de la vida humana. La cuestión no es
quenosotrosyaconocemosbienlaverdad,sino
cómo hacer para que el mundo la encuentre y
la haga suya. Cualquier maestro competente
sabebienquesepuedeenseñarconunmétodo
llamado‘heurístico’,conduciendoaldiscípuloa
quelleguealaverdadporsímismo”(Actasyn.
III/V,298-300).Esaintervención,juntoconlas
propuestasquehizo,levalióparaserincluido
en el grupo redactor.
La solución
¿Por dónde empezar? Tanto por las reco-
mendaciones de muchos miembros que
intervenían en la redacción como por las
enmiendas de los obispos que conocieron
un boceto de la Constitución en la tercera
sesión, fue tomando forma una parte pre-
via donde se explica la visión cristiana del
hombre. Apoyándose en esta parte más
doctrinal y al mismo tiempo más cercana
a la experiencia, era posible entrar en las
cuestiones más concretas y opinables. Eso
dio origen a la estructura de la Constitu-
ción, con una introducción general y dos
partes, y provocó esta nota que se añadió
a última hora: “La Constitución pastoral
[…], aunque consta de dos partes, tiene in-
trínseca unidad. Se llama ‘pastoral’ porque
apoyada en principios doctrinales, quiere
expresar la actitud de la Iglesia ante el mun-
do y el hombre contemporáneos […]. En la
primera parte, la Iglesia expone su doctrina
del hombre, del mundo y de su propia acti-
tud ante ambos. En la segunda parte, con-
sidera con mayor detenimiento diversos as-
pectos de la vida y de la sociedad actual […].
Ello hace que esta última parte de la mate-
ria, aunque sujeta a principios doctrinales,
conste no solo de elementos permanentes,
sino también de algunos otros contingentes”.
Conclusión
La historia que hemos recorrido tiene algo
de hallazgo providencial. Sin haberlo pre-
visto, ante la pregunta “Iglesia, ¿qué tienes
que decir al mundo?”, el Concilio fue llevado
a apoyarse en la doctrina cristiana sobre el
hombre y a desarrollarla en un documento.
La síntesis quedaría clara en muchos que
lo siguieron, y especialmente en la mente
de alguien que estaba llamado a jugar un
papel muy especial: el entonces arzobispo
de Cracovia, Karol Wojtyla, después Juan
Pablo II, Papa elevado a los altares. Cuan-
do la Iglesia se dirige al mundo tiene para
ofrecerle un modelo de hombre, revelado
en Cristo. Ese es el punto de apoyo para su
diálogo; su punto de referencia para afron-
tar los problemas; su punto de partida para
la evangelización. n
Leo Jozef Suenens
CARDENAL ARZOBISPO DE MALINAS-BRUSELAS
(1904-1996)
“Para mi sorpresa, Juan XXIII
estaba totalmente de acuerdo
con mi texto... Así hice con
toda seguridad de conciencia
el discurso donde proponía el
tema central del Concilio”.