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El 19 de Julio de 1977 en la memoria de los trabajadores
Carlos Mejía A.
Instituto de Estudios Sindicales CGTP
I.- Introducción
El presente trabajo es un acercamiento desde la sociología y la historia oral a un hecho que resulta
sumamente importante en la historia del movimiento sindical peruano: el Paro Nacional realizado
el 19 de Julio de 1977 contra el gobierno militar de ese entonces. Dicha acción resulto decisiva en
el proceso de transición a la democracia que se iniciaría años después y representó además un
punto trascendental en la consolidación del movimiento sindical y popular.
En otros estudios y trabajos se ha realizado el recuento estrictamente histórico del Paro, por lo
que más que un nuevo recuento detallado de lo ocurrido en esa fecha, pretendemos presentar las
percepciones, valores y referentes simbólicos bajo los que trabajadores y dirigentes sindicales
recuerdan los hechos ocurridos el 19 de Julio de 1977.
Es decir, cuál es la “memoria colectiva” que la clase obrera organizada guarda de uno de sus más
importantes momentos. Para este motivo se ha entrevistado un conjunto de dirigentes de
sindicatos y federaciones en dicho año; así como trabajadores de base y dirigentes en la
actualidad que no participaron en dicha huelga por su temprana edad u otras razones. Como es
lógico, el presente trabajo es un primer acercamiento a dicho objetivo, que entregamos a los
compañeros trabajadores y trabajadoras para motivar su discusión y crítica.
Los valores, creencias, rituales y demás construcciones sociales definen la identidad de los
actores. En este sentido los obreros actúan de acuerdo a lo que son, pero también de acuerdo a lo
que piensan y creen que son. Buscamos indagar alrededor de estas intuiciones, para lo cual nos
interesa conocer los procesos de continuidad y cambio en la memoria colectiva del movimiento
obrero sindicalista. En la siguiente parte se presentaran los antecedentes a la huelga a partir de los
datos registrados y el recuerdo de los dirigentes que participaron en dicha paralización de labores.
Luego se explican los esquemas de memoria social que presentan los trabajadores y dirigentes de
ambos períodos estudiados. Finalmente se discuten algunas ideas a modo de conclusión.
II.- Los antecedentes
La década de los 70s resulta muy significativa por el conjunto de cambios que vivió el país. Una
junta militar denominada "Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas" había tomado el
gobierno en 1968 iniciando un radical período de reformas. El gobierno era dirigido por el
general Velasco, presidente del país desde el 3 de octubre de 1968 hasta el 29 de agosto de 1975.
Velasco representaba una corriente reformista que buscaba acelerar el proceso de
industrialización acorde con las tendencias que seguía el mercado mundial en ese entonces. Su
sucesor Morales Bermúdez cambia el tono del gobierno reemplazando lentamente el discurso
reformista y rápidamente a los militares cercanos a Velasco.
Desde 1975 las movilizaciones populares empiezan a copar la escena política. Dentro del
gobierno militar las formas institucionales de participación democrática son reemplazadas por un
2
discurso reformista, emancipador y reivindicador de derechos sociales. Se abren canales donde
sectores que tradicionalmente no habían participado en la toma de decisiones -el voto era a partir
de los 21 años y era negado a los analfabetos- eran reconocidos y algunas de sus reivindicaciones
se atendían. "Nosotros logramos organizar nuestro sindicato. La empresa trató de impedirlo pero
lo hicimos. Por eso ellos temblaban de miedo cada vez que iban a la fábrica. Ese respeto era
producto de nuestra unidad. Porque nuestra base era muy sólida." Son las palabras de en aquel
entonces, un joven dirigente obrero.
Los trabajadores son claros en señalar que Bermúdez representaba una posición distinta a
Velasco. "Al principio no nos dimos cuenta, pero después si... con los paquetazos todos nos
dimos cuenta que la revolución se había acabado y que empezaba una política distinta " señalará
un dirigente de la CGTP.
El 7 de junio de 1977, el recién nombrado ministro de economía y personaje ligado a las
empresas de construcción, Walter Piazza da a conocer las medidas económicas a aplicarse para
resolver la crisis económica, en lo que se conocía en ese entonces como un "paquetazo". Los
pasajes y algunos productos básicos de la canasta familiar subían alrededor de un 50% o más de
su precio, mientras que los ingresos recibían un tímido aumento y aquellos que no eran
asalariados carecían de alternativas frente a el incremento de precios. Tanto el contenido de estas
medidas como la forma de plantearse ante la población provocaran respuestas contrarias. "En
verdad una de las cosas que más me indigno fue el tono con que Piazza habló por televisión.
Parecía el dueño del país hablándole a sus obreros". En ese entonces era ministro del interior
Cisneros Vizquerra y fue el encargado de establecer medidas de seguridad preventivas. Diversas
muestras de rechazo entre junio y julio en distintos lugares de la ciudad y en otras ciudades del
interior del país se desarrollan de manera creciente. La propuesta de Piazza resulta conflictiva
incluso dentro del gobierno. A las protestas populares se suman las contradicciones y disputas al
interior de los militares. Así, un mes después, el 7 de julio Piazza presenta su renuncia y asume el
ministerio el general Alcibiádes Saenz Barsallo. El que es recordado por un testigo "a ese
ministro le decíamos Caballococha, creo que porque era de allí, pero más porque era muy tonto,
como un caballo...". En un artículo publicado en un semanario de la época el joven Javier Diez
Canseco señala que la renuncia del ministro Piazza es un triunfo parcial de la protesta popular,
pero lo central consiste en definir si sus "medidas" permanecerán o también serán modificadas.
Mientras tanto el 8 de julio luego de múltiples reuniones entre las direcciones de las Federaciones
Independientes y la dirigencia de la CGTP junto con la CNT y la CTRP-Lima se constituye el
Comando Unitario de Lucha como una instancia de coordinación mayor en vista a la organización
de un Paro General.
La CGTP es la central de trabajadores organizada a fines de los 60s tomando el nombre de la que
formara José Carlos Mariategui en los años 30. Fue establecida por cuadros del Partido
Comunista y desde su reorganización dicha presencia ha sido decisiva en sus estructuras y
funcionamiento. A partir de está central, la presencia del PC en el medio obrero creció
considerablemente. Al mismo tiempo esta identidad significó la marginación y el rechazo a la
presencia de otras agrupaciones políticas en el seno sindical. Como señala un dirigente sindical
del PC "si había presencia de otros partidos, tratábamos de hegemonizar, si no era posible
entonces, sinceramente hacíamos paralelismo...". Paralelismo, es decir, se formaban sindicatos o
federaciones con los militantes y trabajadores que permanecían fieles al margen de las
organizaciones vecinas. Así, muchos gremios laborales llegaron a tener doble dirección
especialmente a nivel de Federaciones. Era parte del conocimiento y sentido común de la época
poder distinguir a una Federación de otra y al partido que se encontraba detrás de ésta.
3
Las Federaciones Independientes eran aquellas que se formaron al margen de la central o se
retiraron de la misma y no mantenían vínculos de coordinación con la central ni con alguna otra.
Se encontraban los Mineros y Metalúrgicos, la Federación Gráfica, el Sutep, los de electricidad y
Sedapal, entre otros. Generalmente se comunicaban y establecían reuniones entre sí para apoyarse
mutuamente. De manera informal la CGTP y las Federaciones independientes también establecían
contactos y consultas. Tras ellas podemos encontrar a distintas agrupaciones de lo que se
denomina la "nueva izquierda": las múltiples variaciones de Vanguardia Revolucionaria, el PCR,
Patria Roja, Trinchera Roja y otros grupos menores.
En los años previos se ha presenciado un desarrollo tanto de las agrupaciones políticas de
izquierda como de los gremios laborales. Este desarrollo mantiene puntos comunes y a la vez
diferencias. Generalmente logran su desarrollo a partir del reclutamiento de jóvenes de la
Universidad Católica y San Marcos principalmente. Estos grupos habían crecido entre algunas
federaciones a partir del trabajo barrial que se desarrolló en el período anterior, así como de las
asesorías que estudiantes de derecho y economía establecían con algunos sindicatos. Como señala
un investigador: "Los estudios de militancia y participación muestran que los militantes y
activistas de los movimientos son siempre reclutados entre los que están altamente integrados en
la estructura social, juegan un papel central en las redes a las que pertenecen y tienen a su
disposición recursos cognitivos y relacionales sustanciales. ... los marginales... se implican en los
momentos avanzados, por cortos períodos de tiempo y cuando los niveles de participación son
más bajos" 1
Los sindicatos que se forman aprovechan las ventajas de una legislación más permisiva. Sin
embargo, los empresarios van a mantener una actitud de rechazo y desconfianza frente a los
intentos de organización de sus trabajadores. La confluencia de jóvenes estudiantes articulados a
una agrupación política con obreros jóvenes y deseosos de aprender va a significar una
combinación altamente exitosa en ese período. Lo cierto es que los militantes de izquierda tenían
un discurso estructurado, un conjunto de valores, un sistema simbólico tomado del marxismo en
sus diferentes versiones; mientras que los obreros carecían de tradiciones propias o de un pasado
en la ciudad a partir de las cuales esbozar una suerte de identidad. En este contexto, les fue
impuesto y a la vez tomaron prestados de la experiencia partidaria muchas herramientas y
símbolos para entender su acción cotidiana.
Las relaciones entre sindicatos parecen haber sido una dimensión más de los contactos entre
partidos. Muchas veces es el partido el que coloca a un individuo al frente de una organización
sindical especialmente cuando de jóvenes se trata. Debemos entender entonces, que cuando
veíamos a un dirigente sindical en aquella época, también estábamos frente a un dirigente o
militante partidario. Un sistema de dobles lealtades empezaba a formarse pero en este período
incipiente era el partido el que tenía predominio sobre la representación gremial "Nunca tuve
conflicto entre el sindicato o el partido...pero si lo hubiera tenido estoy seguro que era el partido
el que tenía la razón..." Sobre esta relación partido-sindicato volveremos más adelante.
La participación de la CGTP en el Paro fue un proceso que se discutió no solamente entre las
Federaciones independientes y la propia central, sino atravesó a todo el movimiento obrero, en
parte porque se trataba de un debate político: la línea a seguir por el PC y frente al mismo. "Yo
era partidario de hablar con los del PC, me parecía que había que hacer un acercamiento, juntar
1
Melucci, Alberto. Asumir un compromiso: identidad y movilización en los movimientos sociales. En:
Rev. Zona Abierta Nº 69, Madrid, 1994. Pag. 174.
4
fuerzas...recibí criticas por eso, pero al final los hechos me dieron la razón..." por su parte un
miembro de la Juventud Comunista en ese entonces declara "dentro del partido había mucha
gente que si quería participar, que estaba muy entusiasmada, ya había pasado lo de Velasco y
nos dábamos cuenta que era otro gobierno... las pugnas fueron fuertes en el partido pero al final
se logró convencer para participar..." . En la memoria de los que estuvieron en las
coordinaciones subsisten estas versiones junto con las tradicionales que dan un carácter más
uniforme y homogéneo a las distintas posiciones políticas y sindicales, probablemente por la
necesidad de mantener un perfil propio y diferenciado.
Las reuniones una vez acordada la participación de la CGTP en el Paro se realizaban en el local
de dicha central que se encuentra en la Plaza Dos de Mayo aunque algunas también en los locales
de Federaciones Independientes e incluso en locales partidarios del PCP y otras agrupaciones
grandes. Las reuniones de la dirección se superponían a las de los activistas y demás
organizadores que en los distritos se conocían o reencontraban para organizar las movilizaciones
del día del Paro. Hasta altas horas de la noche dirigentes sindicales, cuadros políticos, activistas,
algunos sacerdotes junto con jóvenes cristianos y demás conversaban, a veces de forma acalorada,
otras veces amigablemente alrededor de distintos temas. Las reuniones eran largas, cada orador
daba la interpretación que su organización tenía del momento político, los actores en pugna, su
"posición frente al gobierno" y el significado del Paro. Muchas veces las opiniones eran
contrarias, en la discusión se combinaban referencias al pueblo y la vida cotidiana como a citas de
los principales pensadores del socialismo. No se trataba de convencer sino de dejar en claro la
posición de uno. Organizar esas reuniones era un trabajo agotador. El tiempo invertido
significaba descuidar a la familia, los hijos, otras actividades, como confesaba un dirigente
sindical a otro compañero "el frente interno es el que no me deja tranquilo, hermano, el frente
interno, ósea mi mujer, pues...me dice que no me meta..."
III.- El paro en la memoria de los participantes
Uno de los elementos centrales que la memoria de los dirigentes resalta frente al Paro del 19 de
julio es la idea del "compromiso", es decir la lealtad que se mantiene frente a una causa o ideal
que se considera eje central y guía de la conducta individual. La idea de "compromiso" connota
un pacto, un acuerdo, pero también la noción de sacrificio, de entrega desinteresada e
irrenunciable. "Antes el compromiso era más firme en los dirigentes, tu encontrabas gente que
dejaba todo por seguir sus ideales, abandonaba su profesión, su familia, su tierra y se ponía a
disposición del socialismo, de los trabajadores o donde lo mandará el partido...". El compromiso
era lo que aseguraba la continuidad en la actividad política y sindical. En este valor podemos
rastrear una tradición cristiana que reconoce la penitencia y el sacrificio como métodos de
purificación para arribar a un estadio superior. Esto también se expresara en parte del lenguaje
sindical y político de la época que tiene connotaciones religiosas.
Ciertamente existía un conjunto de lealtades pero las que priman son las políticas. En este
contexto, la lucha sindical se entendía como un medio para derribar al gobierno antes que una
política a favor de los trabajadores. Los partidos establecían así una estrategia social para obtener
fines políticos.
El día del paro se distribuyeron los dirigentes y activistas para cubrir los centros más importantes.
Algunos fueron destinados a provincias, otros a los barrios periféricos y así sucesivamente. El
Secretario General de la CGTP Eduardo Castillo fue detenido por la policía la noche anterior al
Paro.
5
La tarea de organización principal se dividió en dos grandes niveles. Las coordinaciones
generales y distribución de territorios, zonas estratégicas y de influencia se discutió en los medios
sindicales. Así cada federación, sindicato o comité barrial se encargo de un punto o área
determinada. La disposición de cuadros y activistas en estas áreas fue determinada en un segundo
nivel por los partidos que actuaban detrás de las agrupaciones gremiales o barriales.
La participación espontánea de la gente es reconocida por la mayor parte de los entrevistados. "El
paro fue grandioso, conforme avanzó el día vi un montón de gente en las calles, bloqueando las
pistas, gritando, en fin.. los activistas y militantes no se daban abasto para estar en un sitio u
otro, en algunos lugares no habíamos puesto gente pero igual habían movilizaciones..." Este
hecho servirá a algunos para hacerlos pensar en la debilidad de la izquierda y sus organizaciones,
mientras que otros concluirán que el ánimo de "las masas" es tal que basta una convocatoria para
que -en los términos de la época- se "encienda la pradera". En esta línea Tarrow señala que en
los ciclos de protesta las organizaciones se radicalizan más para ganar apoyo a pesar que esto
perjudica al conjunto2
.
Para todos, con esta medida se demostró "el carácter dirigente de la clase obrera", es decir, su
capacidad de articular a otros sectores tras sí y de enrumbarlos dentro de una estrategia mayor.
"El paro demuestra eso, que los obreros son la llave para la insurrección, para la toma del
poder, sobre está línea es que nuestra organización va a trabajar..." Si analizamos los hechos
podemos ver que los niveles de organización alcanzados y el conocimiento que los actores en
escena demostraron no son los suficientes para afirmar tal hipótesis. Por el contrario, la
participación obrera fue exitosa en tanto confluyeron activistas de izquierda y apoyo de los
barrios. Esta combinación será demostrada en las siguientes paralizaciones con mayor claridad.
Al término de la jornada, un primer balance dejaba como saldo varios cientos de detenidos entre
dirigentes, trabajadores y pobladores, y decenas de muertos en los enfrentamientos con militares e
infantes de marina.
IV.- El paro en la memoria actual
"Me has puesto nostálgico..."
¿Qué queda de este hecho en la memoria de los propios actores y de los trabajadores actuales?.
En las ciencias sociales a esta huelga se le ha dado un significado importante definiéndola como
la "acción sindical más importante en el país desde la lucha por las ocho horas"3
pasando por ser
"un hito decisivo en el desarrollo del movimiento obrero peruano actual"4
hasta significar "un
momento decisivo en la historia de las clases populares del país"5
. En todas ellas no hay lugar
para dudar de la trascendencia de dicha jornada.
2
Tarrow, Sidney. Struggle, Politics, and Reform: Collective Action, Social Movements and Cycles or
Protest, Western Societies Program Ocassional Paper, 21, Cornell University, 1989.
3
Balbi, Carmen Rosa. Identidad clasista en el sindicalismo. DESCO, Lima, 1989.
4
Sulmont, Dennis. El movimiento obrero peruano. 1890-1980: reseña histórica.TAREA, Lima, 1981.
5
Boggio, Maruja y Carlos Basobrío. 19 de julio de 1977. Un dia como leones. Cronica y balance. ATC-
TAREA, Lima, 1982.
6
Los dirigentes y activistas que participaron en dicha jornada recuerdan en primer lugar la sorpresa
por el éxito de la medida. Si bien se habían dado protestas y movilizaciones en el período anterior
el paro tuvo un efecto mayor que el simple dato cuantitativo de los 250 mil trabajadores que se
plegaron a dicha medida. En la memoria de lo participantes queda el hecho de haber iniciado un
período de luchas que continuarían en los próximos años.
El paro resulta importante además porque significó un espacio para el trabajo conjunto. Este
aspecto es valorado más aún por las suspicacias y desconfianzas previas que impedían que
dirigentes de diferente organización pudieran conocerse y compartir algunas experiencias. Las
vicisitudes de la izquierda en los años posteriores va a hacer que dicho componente pluralista sea
doblemente valorado ahora. "Pocas veces había conversado con los "ultras", ellos trabajaban en
los barrios y yo en los sindicatos, recién para el paro los escucho y conozco...allí hice algunos
amigos..."
El paro significó también el descubrimiento de las posibilidades que había abierto el trabajo
anterior. Curiosamente, los dirigentes políticos se descubrían detentadores de una cuota de poder
importante en tanto representantes sindicales más que políticos. El acceso y control de
organizaciones sindicales pasó a ser parte vital en toda estrategia político, motivo además un
mayor celo en el PC con respecto a la CGTP.
Finalmente, la idea de una revolución en un futuro cercano se reforzó. "Teníamos a las masas,
teníamos un partido en crecimiento, había una crisis económica y un régimen desgastado, cada
vez que repasaba estos hechos pensaba en Lenin y las condiciones objetivas y subjetivas, todo
parecía concordar..." señalará un dirigente político de una agrupación maoista.
La "revolución" era entendida en dos dimensiones: significaba orden pero también predominio
del partido. La revolución era entendida como una transformación radical en donde se combinan
las imágenes del discurso velasquista con la influencia cubana y soviética. En la próxima
"revolución peruana" participarían campesinos, junto con tomas de fábrica, la presencia de
barbudos y asaltos al palacio de invierno.
Pero al mismo tiempo la revolución era entendida como labor de los partidos. El socialismo
aparecía como una construcción de grandes masas dirigidas por un partido antes que una sociedad
autogobernada por sus trabajadores. "Los otros partidos no querían realmente una revolución ni
el socialismo, los pro-soviéticos defendían los intereses del imperialismo soviético, los trotskistas
no podían ser tomados en serio, solamente nosotros nos creíamos capaces de dar la dirección
adecuada, luego aceptaremos algunas tareas conjuntas con otras agrupaciones, primero como
táctica, luego como cuestión de fondo" Señala un dirigente de una agrupación maoista de la
época. En el mismo sentido una activista sindical señala ahora que "me pueden parecer ahora
cosas estúpidas pero entonces discutir sobre si era construir el partido o reconstituirlo era
trascendente, claro, también habían otras discusiones más importantes, pero en todas lo que se
definía era la política del partido...". Discusiones de este tipo solamente son posibles cuando la
colectividad está convencida de su importancia para las decisiones cotidianas y el futuro
inmediato.
A la vez esta centralidad del partido y de la política sobre los demás espacios de la vida social
deviene en imposibilidad de establecer acuerdos o dar concesiones. "Las discusiones terminaban
en rupturas porque éramos muy dogmáticos, muy cerrados, además cada posición representaba
una alternativa política diferente, por eso no había posibilidad de encontrar un consenso..." Así
pues, la idea de dirección política parece ser entendida en su sentido más vanguardista.
7
"Yo era muy chico..."
Los trabajadores actuales o sus dirigentes, aquellos que no tienen más de 45 años, contaban en
1977 con menos de 20 años. En este punto debemos distinguirlos en tanto mantienen matices que
nos parecen pertinente recalcarlos. Los dirigentes conocen algo del mismo y lo han recibido
mayormente a partir de las referencias contadas por los dirigentes mayores que vivieron la huelga
en otros centros laborales y actualmente pasan de los 40 años. Por su parte, los trabajadores de
base, más jóvenes no han escuchado antes sobre esta paralización, recuerdan con vacilación que
en el pasado hubo una mayor organización y presencia popular, pero les resulta muy difícil
identificar nombres, instituciones o hechos concretos. "Creo que antes con los militares había
mas izquierda, más movilización.. ¿19 de julio? No me acuerdo...". "Para que los militares se
vayan la gente tuvo que salir a las calles...hubo paros y todo eso... no recuerdo ninguna fecha...".
Estas primeras constataciones de desconocimiento serán retomadas en la parte final del trabajo.
Los dirigentes de mayor edad si recuerdan el paro y parecen subrayar dos elementos principales:
uno primero es la legitimidad del paro. El cual es visto como un derecho de los trabajadores, no
como una medida ilegal o subversiva. El paro se justifica como mecanismo de presión para hacer
valer determinados derechos considerados "justos" por parte de los trabajadores. Un segundo
elemento entiende al paro como una obra de "todo el pueblo" y no solo de obreros o partidos de
izquierda. Es decir, la huelga general es vista como una obra colectiva donde los autores reales
han cedido su lugar en la memoria de los actuales dirigentes para dejar paso a un referente más
abstracto como es la noción de "pueblo".
Sin embargo parece que en la memoria colectiva se confunden y superponen los paros exitosos
ocurridos en entre 1977 y primeros años de los 80s. En todo caso, se destacan los valores de
solidaridad y organización como principales elementos en dicho período. Asimismo, son
conscientes de las ausencias más notorias. Se extraña a los jóvenes universitarios y activistas
políticos que antes los esperaban a las salidas de la fábrica con la prensa partidaria y una
invitación a conversar en algún bar cercano. Al parecer los estilos de Sendero Luminoso eran
menos coloquiales y no despertaron mayores simpatías en este sector de dirigentes. Finalmente,
se considera que antes resultaba más sencillo mantener la acción sindical. Las posibilidades de
convocar una asamblea con presencia mayoritaria, la facilidad de imponer condiciones junto al
entusiasmo y compromiso de los dirigentes son algunos de los recuerdos más importantes
alrededor de este período. "Eran otros tiempos" será la imagen final. Es decir la idea de un
período cerrado y la presencia de un nuevo escenario. Una ruptura. El nuevo período se
caracteriza por la ineficacia de las huelgas y la constante amenaza del despido. Reconocen que
están solos. Los partidos los han casi abandonado presionados por sus propias crisis, los jóvenes
universitarios que antes los esperaban a la salida con el periódico y una invitación a conversar
tomando unas cervezas es cosa del pasado. Los antiguos abogados asesores también se han ido.
Esta sensación de no convocar a otros sectores o individuos parece mermar fuertemente la
autoestima de nuestros entrevistados.
La experiencia de hablar sobre la huelga del 19 de julio fue pretexto para tocar otros temas. No
era posible encerrarse en el sólo recuerdo del Paro en la medida que la escasa información hacía
buscar referentes en otros tópicos para poder hablar. Así las conversaciones pasaban de un tema a
otro, del pasado al futuro, del testimonio personal al relato de una anécdota ocurrida a un
conocido, de la política al sindicalismo y de allí a la vida cotidiana.
8
La militancia política es ahora un elemento casi misterioso tanto para dirigentes jóvenes como
para los trabajadores de base. Incluso los que en algún sindicato mantienen una lealtad de este
tipo, ésta ya no se expresa siguiendo los rígidos canales de antaño. "Ahora la militancia es más
relajada, se disparan por su lado, hay que estar detrás pero aún así, es un desorden" se quejará
un dirigente del PUM.
Además, los referentes que tienen sobre el marxismo y los partidos revolucionarios esta
fuertemente influenciado por la imaginería senderista. La idea de militancia está asociada a la de
"los militantes senderistas". Ellos aparecen como "títeres que obedecían ciegamente" a un líder
que después los va a traicionar, Abimael. La militancia así entendida es sinónimo de obediencia,
disciplina, colectivismo, masificación.
Los dirigentes políticos de la época son difícilmente recordados y si lo son no es en tanto
dirigentes sindicales o populares sino como parlamentarios: Diez Canseco y Valentín Pacho son
los más recordados e identificados como izquierdistas. Al igual que sus agrupaciones de las que
recuerdan principalmente al PCP y a Patria Roja, mientras que organizaciones como VR, PCR y
otras no han permanecido en la memoria de los actuales trabajadores.
El sindicalismo es visto por los jóvenes como una estrategia que despierta curiosidad en tanto se
reconoce como eventualmente exitosa pero altamente difícil de efectuar. "Si, yo participaría en el
sindicato y hasta haría una huelga pero si tuviera estabilidad...". Se sabe que su éxito depende de
su total adhesión lo que estimula conductas de expectativa. Siguiendo una teoría de la acción
colectiva podemos decir que los jóvenes trabajadores demuestran "umbrales altos" para iniciar
protestas o huelgas. Esta voluntad de participar en mejores condiciones es coherente con la
percepción de los sindicatos como instituciones que defienden a los trabajadores pero que se
encuentran muy debilitados y que están cerrados para los no-estables. Hay una percepción
utilitaria e instrumental de la participación sindical. La idea de "compromiso", sacrificio ante una
causa última ajena a los intereses individuales se encuentra ausente. El horizonte de expectativas
ya no se dirige hacia el socialismo o la revolución ni pasa por el partido. Ahora lo reemplazan
otros términos tan vagos como los anteriores "una sociedad más justa", "mayores oportunidades
para todos", el desarrollo individual. El tan mencionado individualismo está asociado a una
importante confianza en las propias fuerzas, el sentimiento de ser poseedor de capacidades no
explotadas y un optimismo basado en la confianza que el peor momento de la crisis económica y
política ya ha pasado.
V.- Cultura e identidad obrera
Podemos considerar a la identidad colectiva como el punto donde confluyen tres dimensiones
claves en la formación de los actores sociales: una primera que comprende la formación de
estructuras de aprendizaje y conocimiento relativas a los fines, medios y ámbitos de la acción;
una segunda, que implica el funcionamiento de relaciones entre los actores, por las cuales
interactúen, negocien, etc.; y finalmente las inversiones emocionales -la subjetividad- que
permiten a los individuos reconocerse de una manera determinada a pesar de sus diferencias
objetivas6
. Veamos cada una de ellas en sus cambios.
6
Melucci, Alberto. Asumir un compromiso: identidad y movilización en los movimientos sociales. En: Rev.
Zona Abierta Nº 69, Madrid, 1994. Pag. 173.
9
En primer lugar; el partido significaba un espacio totalizador, en la medida que daba un
conjunto de herramientas para interpretarse y dar significado a todas las cosas o por lo menos a
las preguntas primordiales que los individuos se planteaban en ese entonces. Allí se construían
parejas, se establecían amistades, etc. Al mismo tiempo el partido aparecía como una estructura
jerárquica y misteriosa, donde aspirantes, militantes, responsables y dirigentes tenían roles y
tareas claramente diferenciadas. Una estructura donde el misterio y el secreto eran parte de la vida
cotidiana. Cada ascenso en la estructura significaba mayores responsabilidades pero también la
posibilidad mayor información y de participar en las decisiones. Las razones para que los jóvenes
universitarios y trabajadores acepten una militancia fuertemente marcada por el compromiso
parece encontrarse en lo que Olson denomina "incentivos selectivos", es decir, aquellos resultados
personales producto de la actividad colectiva: prestigio, respeto, una red de apoyo considerable y
asimismo la gratificación de "hacer lo correcto".
El hecho que los principales dirigentes hayan sido despedidos luego del Paro ha hecho difícil
cualquier forma de tradición obrera alrededor de esta huelga dentro de una empresa. Como
sabemos las tradiciones se construyen como instrumentos de identidad por actores embarcados en
estos trances.
Si bien durante los años 80s se hicieron esfuerzos por mantener el recuerdo de la fecha, durante
los 90s, la debilidad del sindicalismo por un lado y la necesidad de distanciarse de Sendero
durante los 80s llevo a un oscurecimiento de los períodos más altamente conflictivos de los 70s.
Es recién desde fines de los 90s y en el marco de la lucha contra otra dictadura - la de Fujimori -
que el recuerdo del 19 de Julio de 1977 es asumido institucionalmente por la Central General de
Trabajadores del Perú que realiza cada año un acto conmemorativo.
En segundo lugar; ciertamente los sindicatos y las federaciones eran espacios donde diferentes
tendencias, posiciones o ideologías se encontraban, discutían, negociaban. Instancias como el
Comando Unitario de Lucha y los "frentes únicos" también lo fueron. Los Paros como el
estudiado significaron un medio donde estos procesos de negociación se cristalizaban en
acuerdos. Estos espacios eran casi institucionales o por lo menos aspiraban a serlo. Los
comportamientos se volvían ritual mayormente, se subrayaban las formalidades y los estereotipos.
Un sector dentro de los trabajadores jóvenes no sindicalizados, alejados del activismo sindical o
político, a pesar de los escasos ingresos con que cuentan disponen de tiempo para otras
actividades como estudiar, ir a fiestas, estar con los amigos del barrio, etc. En estos espacios van a
conocer y tratar a personas alejadas de la producción, ambulantes, micro-empresarios, secretarias,
empleados etc. En estos espacios no-obreros se formaran algunos de sus valores y códigos
simbólicos, prácticas y costumbres.
En tercer lugar; para los dirigentes y trabajadores que vivieron la huelga del 77 y los posteriores
paros y movilizaciones de la época, subsiste -a pesar de las autocríticas y críticas ya señaladas-
una imagen orgullosa de los momentos vívidos. Los dirigentes subrayan su condición "de
productores, de creadores de riqueza y de representantes de los explotados", al mismo tiempo,
consideran que las decisiones tomadas y los compromisos asumidos han sido plenamente válidos.
"No me arrepiento" señalan con firmeza.
Un hecho clave es el conjunto de distintas percepciones que se manejan entre grupos de obreros.
A las tradicionales diferencias generacionales y de origen étnico se suman las de status,
calificaciones e ingresos. En los 70s estas diferencias pasaban por el barniz de la identidad
10
clasista, que construía códigos de reconocimiento capaces de unir a los trabajadores de muy
diferentes actividades, perfiles y roles. Ahora, el sindicalismo ha visto muy reducida esta
capacidad. En algunos casos se ha constituido en una manifestación de diferencias: entre una gran
masa no sindicalizable y un número mucho menor de obreros sindicalizados. En estos contextos,
la organización gremial que solamente se preocupa por los intereses de su afiliados se aísla con
mayor rapidez.
El recuerdo de fechas como esta, junto con el Primero de Mayo, la refundación de la CGTP, el
nacimiento y muerte de Mariátegui, el día de la Mujer, el asesinato de Pedro Huillca entre otras
conmemoraciones nos muestran que existe la voluntad institucional por parte de la CGTP y otras
centrales por preservar la memoria del movimiento sindical.
La Política educativa de la CGTP además hace hincapié en la necesidad de dar a los trabajadores
afiliados cursos y seminarios de historia sindical. Estos cursos se encuentran orientados no
solamente al recuerdo de fechas y nombres, sino a la reflexión colectiva sobre experiencias de
lucha sindical realizadas en el pasado, con la intención de iluminar las estrategias actuales.
Esta voluntad de continuidad es uno de los pilares del “clasismo” como discurso sindical. El
discurso “clasista” ha logrado sobrevivir la ofensiva empresarial de los 90s y se ha enriquecido
con las experiencias acumuladas en la lucha contra la dictadura.
VI.- El Paro visto desde hoy
La percepción y evaluación que recibe un hecho social varían tanto por el actor social como por el
tiempo transcurrido. El Paro del 19 de Julio fue la manifestación de un conflicto, una lucha
política entre clases sociales que sostenían posiciones divergentes. Por tal motivo, la historia
“oficial” no recuerda ni incorpora este hecho, manteniendo un silencio lamentable, más aún
cuando, el proceso de transición democrática abierto en 1979 tiene sus raíces en este Paro
Nacional.
Para los trabajadores, y el movimiento popular en su conjunto, el Paro del 19 de Julio de 1977 ha
dejado algunas lecciones que resulta necesario subrayar:
En primer lugar, el éxito de la movilización se explica entre otras razones, por el carácter unitario
de la misma. Los diferentes sectores políticos de la izquierda y las corrientes sindicales adscritas a
estos, lograron vencer sus naturales desconfianzas y sectarismos para discutir y coordinar una
acción conjunta.
Ciertamente, la participación de la CGTP fue central y decisiva, sin embargo, la contribución de
otros sectores sindicales, sociales y políticos permitió darle una mayor contundencia a la
movilización popular. De esta manera, queda claro, que cualquier estrategia de lucha sindical
nacional pasa por la necesidad de mayores niveles de unidad y centralización.
Un segundo elemento a tener en cuenta alude al debate de la dirección del movimiento popular.
Como se recuerda, en la década del 70 hubo una amplia discusión acerca del “movimiento
popular” y de la dirección del mismo. La discusión en parte era reflejo del debate europeo sobre
la capacidad de dirección revolucionaria que tenía el movimiento obrero.
11
Como se recuerda, Marx señaló que por su particular posición en la estructura productiva, eran
los obreros los objetivamente más interesados en cambiar el sistema capitalista e instaurar un
modelo socialista. Esta situación implicaba en la práctica que los obreros asumían la dirección
política en los movimientos revolucionarios, por encima de las clases medias y sectores del
campesinado.
En el caso, peruano, esta discusión giraba en los 70s alrededor del papel o rol de tres actores del
movimiento popular: los obreros, los campesinos y los pobladores de barrios marginales. A pesar
de la presencia importante de las movilizaciones campesinas desde los años 60s en adelante, su
débil institucionalidad, carácter regional y ausencia de una propuesta nacional que trascienda los
estrechos márgenes del tema agrario hicieron difícil que la lucha política y social contra la
dictadura se articule desde el campo.
Los barrios marginales (los denominados “Pueblos Jóvenes”) fueron el escenario de un
importante activismo de diferentes grupos políticos y sociales. Los sectores más progresistas de la
Iglesia Católica iniciaron una labor de proselitismo en estos barrios logrando una importante
audiencia. Asimismo, los partidos de la denominada “nueva izquierda” también incidieron en este
espacio, realizando labores de organización, capacitación, adoctrinamiento entre los pobladores
más jóvenes. Luego, acceder a las Juntas Directivas de los “Pueblos Jóvenes” fue uno de los
objetivos de los partidos políticos. Este proceso culminó con diferentes esfuerzos de
centralización de los barrios marginales. Pero estos intentos no fueron sostenidos en el tiempo.
Por estas razones, entre otras, el Paro dio respuesta práctica a los debates políticos y académicos,
al demostrar que a pesar de sus limitaciones y debilidades, el movimiento sindical era el actor
mejor preparado para liderar la lucha social contra la dictadura militar. El Paro representó en las
ciudades, la movilización de pobladores, jóvenes, adultos, varones y mujeres, bajo la dirección de
los trabajadores organizados.
Hasta este momento hemos señalado dos resultados del Paro, la necesidad de la más amplia
unidad sindical, y el papel directriz del movimiento sindical en las clases populares. Los
trabajadores organizados demostraron ser los líderes legítimos del movimiento popular en ese
entonces, sin embargo, no podían reemplazar a los sectores populares e incluso a las clases
medias radicalizadas.
Esto último nos permite señalar que la lucha social contra la dictadura no podía recaer solamente
en el movimiento sindical, era necesario una protesta de la ciudadanía en general. El rechazo que
diversos sectores expresan tanto frente a la política económica de la dictadura como frente a la
necesidad de una transición democrática fue el principal resultado del Paro del 19 de Julio de
1977.
Luego del Paro, el movimiento sindical liderado por la CGTP, incremento su legitimidad, peso
social y presencia política. A pesar de los esfuerzos de la Junta Militar, el sindicalismo no podía
ser obviado ni ignoradas sus reivindicaciones. La represión fue la respuesta inmediata como
hemos visto, sin embargo, este elemento por si sólo no explica las dificultades que enfrentará el
sindicalismo al reinstaurarse el régimen democrático en los 80s.
Como hemos visto, el movimiento sindical en los años 70s había logrado desarrollarse y mantener
una importante presencia en la escena social y política del país. La presencia de los partidos y
grupos de izquierda brindaron personal, discurso y la cultura política necesaria para que pueda
desempeñarse el joven sindicalismo peruano. Este acelerado crecimiento en la primera mitad de
12
dicha década y la combatividad en el período motivaron que sindicalistas, líderes de izquierda y
analistas políticos sobrevaloren su nivel de consolidación institucional. En determinados círculos
no se logró distinguir crecimiento de fortalecimiento. El Paro y sus consecuencias en despido de
dirigentes, demostraron inmediatamente la debilidad del movimiento y la necesidad de un
permanente trabajo de organización.
El proceso de debilitamiento del sindicalismo peruano se hace evidente para todos en los años
80s, cuando los términos de relación entre partidos y sindicatos cambia en el marco del régimen
democrático. Lo que tratamos de señalar es que más allá del desarrollo del sindicalismo, de su
legitimidad alcanzada a fines de los 70s y de sus éxitos en movilizaciones y Paros, la dependencia
de los sindicatos frente a los partidos de izquierda fue una de las razones principales de su
posterior crisis.
Hoy en día, el movimiento sindical, nuevamente ha sido uno de los pivotes centrales en la lucha y
derrota de una dictadura. Los retos planteados en el nuevo escenario pueden ser vistos desde la
experiencia acumulada en hitos como el Paro del 19 de Julio de 1977. Recordando las victorias y
derrotas, así como el compromiso de dirigentes, activistas y trabajadores de base podemos hallar
algunas claves para responder exitosamente las próximas luchas, manteniendo el orgullo y alegría
de ser sindicalistas.
13
Bibliografía
Fuentes primarias:
Por las características de nuestra investigación, nuestra principal fuente de información
han sido las entrevistas realizadas a activistas o dirigentes sindicales durante la huelga de 1979,
así como a personas que tienen en la actualidad responsabilidades en el trabajo sindical y no
participaron en dicha paralización, finalmente también se entrevisto a trabajadores de base.
Apoyo bibliográfico:
Balbi, Carmen Rosa. Identidad clasista en el sindicalismo. DESCO, Lima, 1989.
Boggio, Maruja y Carlos Basobrío. 19 de julio de 1977. Un día como leones. Cronica y balance.
ATC-TAREA, Lima, 1982.
Larco Giovanna; Carlos Mejía. "Con los ojos bien abiertos..." Reestructuración empresarial y
sindicalismo en los 90s. PLADES, Lima, 1995.
Melucci, Alberto. Asumir un compromiso: identidad y movilización en los movimientos sociales.
En: Rev. Zona Abierta Nº 69, Madrid, 1994.
Oré, Teresa. Memorias de un viejo luchador campesino: Juan H. Pevez. Tarea-ILLA. Lima, 1983.
Oré, Teresa y Guillermo Rochabrun. El desafío de la historia oral. En: Rev. Treinta Dias. Lima,
Mayo, 1984.
Sulmont, Dennis. El movimiento obrero peruano. (1890-1980). Tarea, Lima, 5º ed. 1985.
Tarrow, Sidney. Struggle, Politics, and Reform: Collective Action, Social Movements and Cycles
or Protest. Western Societies Program Ocassional Paper, 21, Cornell University, 1989.
Thompson, Paul. The voice of the Past. Oral History. Oxford University Press. Londres, 1978.
Sulmont, Dennis. El movimiento obrero peruano. 1890-1980: reseña histórica.TAREA, Lima,
1981.
Vansina, Jean. La tradición oral. Colección Labor. Barcelona, 1967.
Vilanova, Mercedes (ed.). El poder en la sociedad. Historia y fuente oral. Antoni Bosch editor,
Barcelona, 1985.

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Trabajo sobre el Paro Nacional del 19 de julio 1977 en Perú

  • 1. El 19 de Julio de 1977 en la memoria de los trabajadores Carlos Mejía A. Instituto de Estudios Sindicales CGTP I.- Introducción El presente trabajo es un acercamiento desde la sociología y la historia oral a un hecho que resulta sumamente importante en la historia del movimiento sindical peruano: el Paro Nacional realizado el 19 de Julio de 1977 contra el gobierno militar de ese entonces. Dicha acción resulto decisiva en el proceso de transición a la democracia que se iniciaría años después y representó además un punto trascendental en la consolidación del movimiento sindical y popular. En otros estudios y trabajos se ha realizado el recuento estrictamente histórico del Paro, por lo que más que un nuevo recuento detallado de lo ocurrido en esa fecha, pretendemos presentar las percepciones, valores y referentes simbólicos bajo los que trabajadores y dirigentes sindicales recuerdan los hechos ocurridos el 19 de Julio de 1977. Es decir, cuál es la “memoria colectiva” que la clase obrera organizada guarda de uno de sus más importantes momentos. Para este motivo se ha entrevistado un conjunto de dirigentes de sindicatos y federaciones en dicho año; así como trabajadores de base y dirigentes en la actualidad que no participaron en dicha huelga por su temprana edad u otras razones. Como es lógico, el presente trabajo es un primer acercamiento a dicho objetivo, que entregamos a los compañeros trabajadores y trabajadoras para motivar su discusión y crítica. Los valores, creencias, rituales y demás construcciones sociales definen la identidad de los actores. En este sentido los obreros actúan de acuerdo a lo que son, pero también de acuerdo a lo que piensan y creen que son. Buscamos indagar alrededor de estas intuiciones, para lo cual nos interesa conocer los procesos de continuidad y cambio en la memoria colectiva del movimiento obrero sindicalista. En la siguiente parte se presentaran los antecedentes a la huelga a partir de los datos registrados y el recuerdo de los dirigentes que participaron en dicha paralización de labores. Luego se explican los esquemas de memoria social que presentan los trabajadores y dirigentes de ambos períodos estudiados. Finalmente se discuten algunas ideas a modo de conclusión. II.- Los antecedentes La década de los 70s resulta muy significativa por el conjunto de cambios que vivió el país. Una junta militar denominada "Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas" había tomado el gobierno en 1968 iniciando un radical período de reformas. El gobierno era dirigido por el general Velasco, presidente del país desde el 3 de octubre de 1968 hasta el 29 de agosto de 1975. Velasco representaba una corriente reformista que buscaba acelerar el proceso de industrialización acorde con las tendencias que seguía el mercado mundial en ese entonces. Su sucesor Morales Bermúdez cambia el tono del gobierno reemplazando lentamente el discurso reformista y rápidamente a los militares cercanos a Velasco. Desde 1975 las movilizaciones populares empiezan a copar la escena política. Dentro del gobierno militar las formas institucionales de participación democrática son reemplazadas por un
  • 2. 2 discurso reformista, emancipador y reivindicador de derechos sociales. Se abren canales donde sectores que tradicionalmente no habían participado en la toma de decisiones -el voto era a partir de los 21 años y era negado a los analfabetos- eran reconocidos y algunas de sus reivindicaciones se atendían. "Nosotros logramos organizar nuestro sindicato. La empresa trató de impedirlo pero lo hicimos. Por eso ellos temblaban de miedo cada vez que iban a la fábrica. Ese respeto era producto de nuestra unidad. Porque nuestra base era muy sólida." Son las palabras de en aquel entonces, un joven dirigente obrero. Los trabajadores son claros en señalar que Bermúdez representaba una posición distinta a Velasco. "Al principio no nos dimos cuenta, pero después si... con los paquetazos todos nos dimos cuenta que la revolución se había acabado y que empezaba una política distinta " señalará un dirigente de la CGTP. El 7 de junio de 1977, el recién nombrado ministro de economía y personaje ligado a las empresas de construcción, Walter Piazza da a conocer las medidas económicas a aplicarse para resolver la crisis económica, en lo que se conocía en ese entonces como un "paquetazo". Los pasajes y algunos productos básicos de la canasta familiar subían alrededor de un 50% o más de su precio, mientras que los ingresos recibían un tímido aumento y aquellos que no eran asalariados carecían de alternativas frente a el incremento de precios. Tanto el contenido de estas medidas como la forma de plantearse ante la población provocaran respuestas contrarias. "En verdad una de las cosas que más me indigno fue el tono con que Piazza habló por televisión. Parecía el dueño del país hablándole a sus obreros". En ese entonces era ministro del interior Cisneros Vizquerra y fue el encargado de establecer medidas de seguridad preventivas. Diversas muestras de rechazo entre junio y julio en distintos lugares de la ciudad y en otras ciudades del interior del país se desarrollan de manera creciente. La propuesta de Piazza resulta conflictiva incluso dentro del gobierno. A las protestas populares se suman las contradicciones y disputas al interior de los militares. Así, un mes después, el 7 de julio Piazza presenta su renuncia y asume el ministerio el general Alcibiádes Saenz Barsallo. El que es recordado por un testigo "a ese ministro le decíamos Caballococha, creo que porque era de allí, pero más porque era muy tonto, como un caballo...". En un artículo publicado en un semanario de la época el joven Javier Diez Canseco señala que la renuncia del ministro Piazza es un triunfo parcial de la protesta popular, pero lo central consiste en definir si sus "medidas" permanecerán o también serán modificadas. Mientras tanto el 8 de julio luego de múltiples reuniones entre las direcciones de las Federaciones Independientes y la dirigencia de la CGTP junto con la CNT y la CTRP-Lima se constituye el Comando Unitario de Lucha como una instancia de coordinación mayor en vista a la organización de un Paro General. La CGTP es la central de trabajadores organizada a fines de los 60s tomando el nombre de la que formara José Carlos Mariategui en los años 30. Fue establecida por cuadros del Partido Comunista y desde su reorganización dicha presencia ha sido decisiva en sus estructuras y funcionamiento. A partir de está central, la presencia del PC en el medio obrero creció considerablemente. Al mismo tiempo esta identidad significó la marginación y el rechazo a la presencia de otras agrupaciones políticas en el seno sindical. Como señala un dirigente sindical del PC "si había presencia de otros partidos, tratábamos de hegemonizar, si no era posible entonces, sinceramente hacíamos paralelismo...". Paralelismo, es decir, se formaban sindicatos o federaciones con los militantes y trabajadores que permanecían fieles al margen de las organizaciones vecinas. Así, muchos gremios laborales llegaron a tener doble dirección especialmente a nivel de Federaciones. Era parte del conocimiento y sentido común de la época poder distinguir a una Federación de otra y al partido que se encontraba detrás de ésta.
  • 3. 3 Las Federaciones Independientes eran aquellas que se formaron al margen de la central o se retiraron de la misma y no mantenían vínculos de coordinación con la central ni con alguna otra. Se encontraban los Mineros y Metalúrgicos, la Federación Gráfica, el Sutep, los de electricidad y Sedapal, entre otros. Generalmente se comunicaban y establecían reuniones entre sí para apoyarse mutuamente. De manera informal la CGTP y las Federaciones independientes también establecían contactos y consultas. Tras ellas podemos encontrar a distintas agrupaciones de lo que se denomina la "nueva izquierda": las múltiples variaciones de Vanguardia Revolucionaria, el PCR, Patria Roja, Trinchera Roja y otros grupos menores. En los años previos se ha presenciado un desarrollo tanto de las agrupaciones políticas de izquierda como de los gremios laborales. Este desarrollo mantiene puntos comunes y a la vez diferencias. Generalmente logran su desarrollo a partir del reclutamiento de jóvenes de la Universidad Católica y San Marcos principalmente. Estos grupos habían crecido entre algunas federaciones a partir del trabajo barrial que se desarrolló en el período anterior, así como de las asesorías que estudiantes de derecho y economía establecían con algunos sindicatos. Como señala un investigador: "Los estudios de militancia y participación muestran que los militantes y activistas de los movimientos son siempre reclutados entre los que están altamente integrados en la estructura social, juegan un papel central en las redes a las que pertenecen y tienen a su disposición recursos cognitivos y relacionales sustanciales. ... los marginales... se implican en los momentos avanzados, por cortos períodos de tiempo y cuando los niveles de participación son más bajos" 1 Los sindicatos que se forman aprovechan las ventajas de una legislación más permisiva. Sin embargo, los empresarios van a mantener una actitud de rechazo y desconfianza frente a los intentos de organización de sus trabajadores. La confluencia de jóvenes estudiantes articulados a una agrupación política con obreros jóvenes y deseosos de aprender va a significar una combinación altamente exitosa en ese período. Lo cierto es que los militantes de izquierda tenían un discurso estructurado, un conjunto de valores, un sistema simbólico tomado del marxismo en sus diferentes versiones; mientras que los obreros carecían de tradiciones propias o de un pasado en la ciudad a partir de las cuales esbozar una suerte de identidad. En este contexto, les fue impuesto y a la vez tomaron prestados de la experiencia partidaria muchas herramientas y símbolos para entender su acción cotidiana. Las relaciones entre sindicatos parecen haber sido una dimensión más de los contactos entre partidos. Muchas veces es el partido el que coloca a un individuo al frente de una organización sindical especialmente cuando de jóvenes se trata. Debemos entender entonces, que cuando veíamos a un dirigente sindical en aquella época, también estábamos frente a un dirigente o militante partidario. Un sistema de dobles lealtades empezaba a formarse pero en este período incipiente era el partido el que tenía predominio sobre la representación gremial "Nunca tuve conflicto entre el sindicato o el partido...pero si lo hubiera tenido estoy seguro que era el partido el que tenía la razón..." Sobre esta relación partido-sindicato volveremos más adelante. La participación de la CGTP en el Paro fue un proceso que se discutió no solamente entre las Federaciones independientes y la propia central, sino atravesó a todo el movimiento obrero, en parte porque se trataba de un debate político: la línea a seguir por el PC y frente al mismo. "Yo era partidario de hablar con los del PC, me parecía que había que hacer un acercamiento, juntar 1 Melucci, Alberto. Asumir un compromiso: identidad y movilización en los movimientos sociales. En: Rev. Zona Abierta Nº 69, Madrid, 1994. Pag. 174.
  • 4. 4 fuerzas...recibí criticas por eso, pero al final los hechos me dieron la razón..." por su parte un miembro de la Juventud Comunista en ese entonces declara "dentro del partido había mucha gente que si quería participar, que estaba muy entusiasmada, ya había pasado lo de Velasco y nos dábamos cuenta que era otro gobierno... las pugnas fueron fuertes en el partido pero al final se logró convencer para participar..." . En la memoria de los que estuvieron en las coordinaciones subsisten estas versiones junto con las tradicionales que dan un carácter más uniforme y homogéneo a las distintas posiciones políticas y sindicales, probablemente por la necesidad de mantener un perfil propio y diferenciado. Las reuniones una vez acordada la participación de la CGTP en el Paro se realizaban en el local de dicha central que se encuentra en la Plaza Dos de Mayo aunque algunas también en los locales de Federaciones Independientes e incluso en locales partidarios del PCP y otras agrupaciones grandes. Las reuniones de la dirección se superponían a las de los activistas y demás organizadores que en los distritos se conocían o reencontraban para organizar las movilizaciones del día del Paro. Hasta altas horas de la noche dirigentes sindicales, cuadros políticos, activistas, algunos sacerdotes junto con jóvenes cristianos y demás conversaban, a veces de forma acalorada, otras veces amigablemente alrededor de distintos temas. Las reuniones eran largas, cada orador daba la interpretación que su organización tenía del momento político, los actores en pugna, su "posición frente al gobierno" y el significado del Paro. Muchas veces las opiniones eran contrarias, en la discusión se combinaban referencias al pueblo y la vida cotidiana como a citas de los principales pensadores del socialismo. No se trataba de convencer sino de dejar en claro la posición de uno. Organizar esas reuniones era un trabajo agotador. El tiempo invertido significaba descuidar a la familia, los hijos, otras actividades, como confesaba un dirigente sindical a otro compañero "el frente interno es el que no me deja tranquilo, hermano, el frente interno, ósea mi mujer, pues...me dice que no me meta..." III.- El paro en la memoria de los participantes Uno de los elementos centrales que la memoria de los dirigentes resalta frente al Paro del 19 de julio es la idea del "compromiso", es decir la lealtad que se mantiene frente a una causa o ideal que se considera eje central y guía de la conducta individual. La idea de "compromiso" connota un pacto, un acuerdo, pero también la noción de sacrificio, de entrega desinteresada e irrenunciable. "Antes el compromiso era más firme en los dirigentes, tu encontrabas gente que dejaba todo por seguir sus ideales, abandonaba su profesión, su familia, su tierra y se ponía a disposición del socialismo, de los trabajadores o donde lo mandará el partido...". El compromiso era lo que aseguraba la continuidad en la actividad política y sindical. En este valor podemos rastrear una tradición cristiana que reconoce la penitencia y el sacrificio como métodos de purificación para arribar a un estadio superior. Esto también se expresara en parte del lenguaje sindical y político de la época que tiene connotaciones religiosas. Ciertamente existía un conjunto de lealtades pero las que priman son las políticas. En este contexto, la lucha sindical se entendía como un medio para derribar al gobierno antes que una política a favor de los trabajadores. Los partidos establecían así una estrategia social para obtener fines políticos. El día del paro se distribuyeron los dirigentes y activistas para cubrir los centros más importantes. Algunos fueron destinados a provincias, otros a los barrios periféricos y así sucesivamente. El Secretario General de la CGTP Eduardo Castillo fue detenido por la policía la noche anterior al Paro.
  • 5. 5 La tarea de organización principal se dividió en dos grandes niveles. Las coordinaciones generales y distribución de territorios, zonas estratégicas y de influencia se discutió en los medios sindicales. Así cada federación, sindicato o comité barrial se encargo de un punto o área determinada. La disposición de cuadros y activistas en estas áreas fue determinada en un segundo nivel por los partidos que actuaban detrás de las agrupaciones gremiales o barriales. La participación espontánea de la gente es reconocida por la mayor parte de los entrevistados. "El paro fue grandioso, conforme avanzó el día vi un montón de gente en las calles, bloqueando las pistas, gritando, en fin.. los activistas y militantes no se daban abasto para estar en un sitio u otro, en algunos lugares no habíamos puesto gente pero igual habían movilizaciones..." Este hecho servirá a algunos para hacerlos pensar en la debilidad de la izquierda y sus organizaciones, mientras que otros concluirán que el ánimo de "las masas" es tal que basta una convocatoria para que -en los términos de la época- se "encienda la pradera". En esta línea Tarrow señala que en los ciclos de protesta las organizaciones se radicalizan más para ganar apoyo a pesar que esto perjudica al conjunto2 . Para todos, con esta medida se demostró "el carácter dirigente de la clase obrera", es decir, su capacidad de articular a otros sectores tras sí y de enrumbarlos dentro de una estrategia mayor. "El paro demuestra eso, que los obreros son la llave para la insurrección, para la toma del poder, sobre está línea es que nuestra organización va a trabajar..." Si analizamos los hechos podemos ver que los niveles de organización alcanzados y el conocimiento que los actores en escena demostraron no son los suficientes para afirmar tal hipótesis. Por el contrario, la participación obrera fue exitosa en tanto confluyeron activistas de izquierda y apoyo de los barrios. Esta combinación será demostrada en las siguientes paralizaciones con mayor claridad. Al término de la jornada, un primer balance dejaba como saldo varios cientos de detenidos entre dirigentes, trabajadores y pobladores, y decenas de muertos en los enfrentamientos con militares e infantes de marina. IV.- El paro en la memoria actual "Me has puesto nostálgico..." ¿Qué queda de este hecho en la memoria de los propios actores y de los trabajadores actuales?. En las ciencias sociales a esta huelga se le ha dado un significado importante definiéndola como la "acción sindical más importante en el país desde la lucha por las ocho horas"3 pasando por ser "un hito decisivo en el desarrollo del movimiento obrero peruano actual"4 hasta significar "un momento decisivo en la historia de las clases populares del país"5 . En todas ellas no hay lugar para dudar de la trascendencia de dicha jornada. 2 Tarrow, Sidney. Struggle, Politics, and Reform: Collective Action, Social Movements and Cycles or Protest, Western Societies Program Ocassional Paper, 21, Cornell University, 1989. 3 Balbi, Carmen Rosa. Identidad clasista en el sindicalismo. DESCO, Lima, 1989. 4 Sulmont, Dennis. El movimiento obrero peruano. 1890-1980: reseña histórica.TAREA, Lima, 1981. 5 Boggio, Maruja y Carlos Basobrío. 19 de julio de 1977. Un dia como leones. Cronica y balance. ATC- TAREA, Lima, 1982.
  • 6. 6 Los dirigentes y activistas que participaron en dicha jornada recuerdan en primer lugar la sorpresa por el éxito de la medida. Si bien se habían dado protestas y movilizaciones en el período anterior el paro tuvo un efecto mayor que el simple dato cuantitativo de los 250 mil trabajadores que se plegaron a dicha medida. En la memoria de lo participantes queda el hecho de haber iniciado un período de luchas que continuarían en los próximos años. El paro resulta importante además porque significó un espacio para el trabajo conjunto. Este aspecto es valorado más aún por las suspicacias y desconfianzas previas que impedían que dirigentes de diferente organización pudieran conocerse y compartir algunas experiencias. Las vicisitudes de la izquierda en los años posteriores va a hacer que dicho componente pluralista sea doblemente valorado ahora. "Pocas veces había conversado con los "ultras", ellos trabajaban en los barrios y yo en los sindicatos, recién para el paro los escucho y conozco...allí hice algunos amigos..." El paro significó también el descubrimiento de las posibilidades que había abierto el trabajo anterior. Curiosamente, los dirigentes políticos se descubrían detentadores de una cuota de poder importante en tanto representantes sindicales más que políticos. El acceso y control de organizaciones sindicales pasó a ser parte vital en toda estrategia político, motivo además un mayor celo en el PC con respecto a la CGTP. Finalmente, la idea de una revolución en un futuro cercano se reforzó. "Teníamos a las masas, teníamos un partido en crecimiento, había una crisis económica y un régimen desgastado, cada vez que repasaba estos hechos pensaba en Lenin y las condiciones objetivas y subjetivas, todo parecía concordar..." señalará un dirigente político de una agrupación maoista. La "revolución" era entendida en dos dimensiones: significaba orden pero también predominio del partido. La revolución era entendida como una transformación radical en donde se combinan las imágenes del discurso velasquista con la influencia cubana y soviética. En la próxima "revolución peruana" participarían campesinos, junto con tomas de fábrica, la presencia de barbudos y asaltos al palacio de invierno. Pero al mismo tiempo la revolución era entendida como labor de los partidos. El socialismo aparecía como una construcción de grandes masas dirigidas por un partido antes que una sociedad autogobernada por sus trabajadores. "Los otros partidos no querían realmente una revolución ni el socialismo, los pro-soviéticos defendían los intereses del imperialismo soviético, los trotskistas no podían ser tomados en serio, solamente nosotros nos creíamos capaces de dar la dirección adecuada, luego aceptaremos algunas tareas conjuntas con otras agrupaciones, primero como táctica, luego como cuestión de fondo" Señala un dirigente de una agrupación maoista de la época. En el mismo sentido una activista sindical señala ahora que "me pueden parecer ahora cosas estúpidas pero entonces discutir sobre si era construir el partido o reconstituirlo era trascendente, claro, también habían otras discusiones más importantes, pero en todas lo que se definía era la política del partido...". Discusiones de este tipo solamente son posibles cuando la colectividad está convencida de su importancia para las decisiones cotidianas y el futuro inmediato. A la vez esta centralidad del partido y de la política sobre los demás espacios de la vida social deviene en imposibilidad de establecer acuerdos o dar concesiones. "Las discusiones terminaban en rupturas porque éramos muy dogmáticos, muy cerrados, además cada posición representaba una alternativa política diferente, por eso no había posibilidad de encontrar un consenso..." Así pues, la idea de dirección política parece ser entendida en su sentido más vanguardista.
  • 7. 7 "Yo era muy chico..." Los trabajadores actuales o sus dirigentes, aquellos que no tienen más de 45 años, contaban en 1977 con menos de 20 años. En este punto debemos distinguirlos en tanto mantienen matices que nos parecen pertinente recalcarlos. Los dirigentes conocen algo del mismo y lo han recibido mayormente a partir de las referencias contadas por los dirigentes mayores que vivieron la huelga en otros centros laborales y actualmente pasan de los 40 años. Por su parte, los trabajadores de base, más jóvenes no han escuchado antes sobre esta paralización, recuerdan con vacilación que en el pasado hubo una mayor organización y presencia popular, pero les resulta muy difícil identificar nombres, instituciones o hechos concretos. "Creo que antes con los militares había mas izquierda, más movilización.. ¿19 de julio? No me acuerdo...". "Para que los militares se vayan la gente tuvo que salir a las calles...hubo paros y todo eso... no recuerdo ninguna fecha...". Estas primeras constataciones de desconocimiento serán retomadas en la parte final del trabajo. Los dirigentes de mayor edad si recuerdan el paro y parecen subrayar dos elementos principales: uno primero es la legitimidad del paro. El cual es visto como un derecho de los trabajadores, no como una medida ilegal o subversiva. El paro se justifica como mecanismo de presión para hacer valer determinados derechos considerados "justos" por parte de los trabajadores. Un segundo elemento entiende al paro como una obra de "todo el pueblo" y no solo de obreros o partidos de izquierda. Es decir, la huelga general es vista como una obra colectiva donde los autores reales han cedido su lugar en la memoria de los actuales dirigentes para dejar paso a un referente más abstracto como es la noción de "pueblo". Sin embargo parece que en la memoria colectiva se confunden y superponen los paros exitosos ocurridos en entre 1977 y primeros años de los 80s. En todo caso, se destacan los valores de solidaridad y organización como principales elementos en dicho período. Asimismo, son conscientes de las ausencias más notorias. Se extraña a los jóvenes universitarios y activistas políticos que antes los esperaban a las salidas de la fábrica con la prensa partidaria y una invitación a conversar en algún bar cercano. Al parecer los estilos de Sendero Luminoso eran menos coloquiales y no despertaron mayores simpatías en este sector de dirigentes. Finalmente, se considera que antes resultaba más sencillo mantener la acción sindical. Las posibilidades de convocar una asamblea con presencia mayoritaria, la facilidad de imponer condiciones junto al entusiasmo y compromiso de los dirigentes son algunos de los recuerdos más importantes alrededor de este período. "Eran otros tiempos" será la imagen final. Es decir la idea de un período cerrado y la presencia de un nuevo escenario. Una ruptura. El nuevo período se caracteriza por la ineficacia de las huelgas y la constante amenaza del despido. Reconocen que están solos. Los partidos los han casi abandonado presionados por sus propias crisis, los jóvenes universitarios que antes los esperaban a la salida con el periódico y una invitación a conversar tomando unas cervezas es cosa del pasado. Los antiguos abogados asesores también se han ido. Esta sensación de no convocar a otros sectores o individuos parece mermar fuertemente la autoestima de nuestros entrevistados. La experiencia de hablar sobre la huelga del 19 de julio fue pretexto para tocar otros temas. No era posible encerrarse en el sólo recuerdo del Paro en la medida que la escasa información hacía buscar referentes en otros tópicos para poder hablar. Así las conversaciones pasaban de un tema a otro, del pasado al futuro, del testimonio personal al relato de una anécdota ocurrida a un conocido, de la política al sindicalismo y de allí a la vida cotidiana.
  • 8. 8 La militancia política es ahora un elemento casi misterioso tanto para dirigentes jóvenes como para los trabajadores de base. Incluso los que en algún sindicato mantienen una lealtad de este tipo, ésta ya no se expresa siguiendo los rígidos canales de antaño. "Ahora la militancia es más relajada, se disparan por su lado, hay que estar detrás pero aún así, es un desorden" se quejará un dirigente del PUM. Además, los referentes que tienen sobre el marxismo y los partidos revolucionarios esta fuertemente influenciado por la imaginería senderista. La idea de militancia está asociada a la de "los militantes senderistas". Ellos aparecen como "títeres que obedecían ciegamente" a un líder que después los va a traicionar, Abimael. La militancia así entendida es sinónimo de obediencia, disciplina, colectivismo, masificación. Los dirigentes políticos de la época son difícilmente recordados y si lo son no es en tanto dirigentes sindicales o populares sino como parlamentarios: Diez Canseco y Valentín Pacho son los más recordados e identificados como izquierdistas. Al igual que sus agrupaciones de las que recuerdan principalmente al PCP y a Patria Roja, mientras que organizaciones como VR, PCR y otras no han permanecido en la memoria de los actuales trabajadores. El sindicalismo es visto por los jóvenes como una estrategia que despierta curiosidad en tanto se reconoce como eventualmente exitosa pero altamente difícil de efectuar. "Si, yo participaría en el sindicato y hasta haría una huelga pero si tuviera estabilidad...". Se sabe que su éxito depende de su total adhesión lo que estimula conductas de expectativa. Siguiendo una teoría de la acción colectiva podemos decir que los jóvenes trabajadores demuestran "umbrales altos" para iniciar protestas o huelgas. Esta voluntad de participar en mejores condiciones es coherente con la percepción de los sindicatos como instituciones que defienden a los trabajadores pero que se encuentran muy debilitados y que están cerrados para los no-estables. Hay una percepción utilitaria e instrumental de la participación sindical. La idea de "compromiso", sacrificio ante una causa última ajena a los intereses individuales se encuentra ausente. El horizonte de expectativas ya no se dirige hacia el socialismo o la revolución ni pasa por el partido. Ahora lo reemplazan otros términos tan vagos como los anteriores "una sociedad más justa", "mayores oportunidades para todos", el desarrollo individual. El tan mencionado individualismo está asociado a una importante confianza en las propias fuerzas, el sentimiento de ser poseedor de capacidades no explotadas y un optimismo basado en la confianza que el peor momento de la crisis económica y política ya ha pasado. V.- Cultura e identidad obrera Podemos considerar a la identidad colectiva como el punto donde confluyen tres dimensiones claves en la formación de los actores sociales: una primera que comprende la formación de estructuras de aprendizaje y conocimiento relativas a los fines, medios y ámbitos de la acción; una segunda, que implica el funcionamiento de relaciones entre los actores, por las cuales interactúen, negocien, etc.; y finalmente las inversiones emocionales -la subjetividad- que permiten a los individuos reconocerse de una manera determinada a pesar de sus diferencias objetivas6 . Veamos cada una de ellas en sus cambios. 6 Melucci, Alberto. Asumir un compromiso: identidad y movilización en los movimientos sociales. En: Rev. Zona Abierta Nº 69, Madrid, 1994. Pag. 173.
  • 9. 9 En primer lugar; el partido significaba un espacio totalizador, en la medida que daba un conjunto de herramientas para interpretarse y dar significado a todas las cosas o por lo menos a las preguntas primordiales que los individuos se planteaban en ese entonces. Allí se construían parejas, se establecían amistades, etc. Al mismo tiempo el partido aparecía como una estructura jerárquica y misteriosa, donde aspirantes, militantes, responsables y dirigentes tenían roles y tareas claramente diferenciadas. Una estructura donde el misterio y el secreto eran parte de la vida cotidiana. Cada ascenso en la estructura significaba mayores responsabilidades pero también la posibilidad mayor información y de participar en las decisiones. Las razones para que los jóvenes universitarios y trabajadores acepten una militancia fuertemente marcada por el compromiso parece encontrarse en lo que Olson denomina "incentivos selectivos", es decir, aquellos resultados personales producto de la actividad colectiva: prestigio, respeto, una red de apoyo considerable y asimismo la gratificación de "hacer lo correcto". El hecho que los principales dirigentes hayan sido despedidos luego del Paro ha hecho difícil cualquier forma de tradición obrera alrededor de esta huelga dentro de una empresa. Como sabemos las tradiciones se construyen como instrumentos de identidad por actores embarcados en estos trances. Si bien durante los años 80s se hicieron esfuerzos por mantener el recuerdo de la fecha, durante los 90s, la debilidad del sindicalismo por un lado y la necesidad de distanciarse de Sendero durante los 80s llevo a un oscurecimiento de los períodos más altamente conflictivos de los 70s. Es recién desde fines de los 90s y en el marco de la lucha contra otra dictadura - la de Fujimori - que el recuerdo del 19 de Julio de 1977 es asumido institucionalmente por la Central General de Trabajadores del Perú que realiza cada año un acto conmemorativo. En segundo lugar; ciertamente los sindicatos y las federaciones eran espacios donde diferentes tendencias, posiciones o ideologías se encontraban, discutían, negociaban. Instancias como el Comando Unitario de Lucha y los "frentes únicos" también lo fueron. Los Paros como el estudiado significaron un medio donde estos procesos de negociación se cristalizaban en acuerdos. Estos espacios eran casi institucionales o por lo menos aspiraban a serlo. Los comportamientos se volvían ritual mayormente, se subrayaban las formalidades y los estereotipos. Un sector dentro de los trabajadores jóvenes no sindicalizados, alejados del activismo sindical o político, a pesar de los escasos ingresos con que cuentan disponen de tiempo para otras actividades como estudiar, ir a fiestas, estar con los amigos del barrio, etc. En estos espacios van a conocer y tratar a personas alejadas de la producción, ambulantes, micro-empresarios, secretarias, empleados etc. En estos espacios no-obreros se formaran algunos de sus valores y códigos simbólicos, prácticas y costumbres. En tercer lugar; para los dirigentes y trabajadores que vivieron la huelga del 77 y los posteriores paros y movilizaciones de la época, subsiste -a pesar de las autocríticas y críticas ya señaladas- una imagen orgullosa de los momentos vívidos. Los dirigentes subrayan su condición "de productores, de creadores de riqueza y de representantes de los explotados", al mismo tiempo, consideran que las decisiones tomadas y los compromisos asumidos han sido plenamente válidos. "No me arrepiento" señalan con firmeza. Un hecho clave es el conjunto de distintas percepciones que se manejan entre grupos de obreros. A las tradicionales diferencias generacionales y de origen étnico se suman las de status, calificaciones e ingresos. En los 70s estas diferencias pasaban por el barniz de la identidad
  • 10. 10 clasista, que construía códigos de reconocimiento capaces de unir a los trabajadores de muy diferentes actividades, perfiles y roles. Ahora, el sindicalismo ha visto muy reducida esta capacidad. En algunos casos se ha constituido en una manifestación de diferencias: entre una gran masa no sindicalizable y un número mucho menor de obreros sindicalizados. En estos contextos, la organización gremial que solamente se preocupa por los intereses de su afiliados se aísla con mayor rapidez. El recuerdo de fechas como esta, junto con el Primero de Mayo, la refundación de la CGTP, el nacimiento y muerte de Mariátegui, el día de la Mujer, el asesinato de Pedro Huillca entre otras conmemoraciones nos muestran que existe la voluntad institucional por parte de la CGTP y otras centrales por preservar la memoria del movimiento sindical. La Política educativa de la CGTP además hace hincapié en la necesidad de dar a los trabajadores afiliados cursos y seminarios de historia sindical. Estos cursos se encuentran orientados no solamente al recuerdo de fechas y nombres, sino a la reflexión colectiva sobre experiencias de lucha sindical realizadas en el pasado, con la intención de iluminar las estrategias actuales. Esta voluntad de continuidad es uno de los pilares del “clasismo” como discurso sindical. El discurso “clasista” ha logrado sobrevivir la ofensiva empresarial de los 90s y se ha enriquecido con las experiencias acumuladas en la lucha contra la dictadura. VI.- El Paro visto desde hoy La percepción y evaluación que recibe un hecho social varían tanto por el actor social como por el tiempo transcurrido. El Paro del 19 de Julio fue la manifestación de un conflicto, una lucha política entre clases sociales que sostenían posiciones divergentes. Por tal motivo, la historia “oficial” no recuerda ni incorpora este hecho, manteniendo un silencio lamentable, más aún cuando, el proceso de transición democrática abierto en 1979 tiene sus raíces en este Paro Nacional. Para los trabajadores, y el movimiento popular en su conjunto, el Paro del 19 de Julio de 1977 ha dejado algunas lecciones que resulta necesario subrayar: En primer lugar, el éxito de la movilización se explica entre otras razones, por el carácter unitario de la misma. Los diferentes sectores políticos de la izquierda y las corrientes sindicales adscritas a estos, lograron vencer sus naturales desconfianzas y sectarismos para discutir y coordinar una acción conjunta. Ciertamente, la participación de la CGTP fue central y decisiva, sin embargo, la contribución de otros sectores sindicales, sociales y políticos permitió darle una mayor contundencia a la movilización popular. De esta manera, queda claro, que cualquier estrategia de lucha sindical nacional pasa por la necesidad de mayores niveles de unidad y centralización. Un segundo elemento a tener en cuenta alude al debate de la dirección del movimiento popular. Como se recuerda, en la década del 70 hubo una amplia discusión acerca del “movimiento popular” y de la dirección del mismo. La discusión en parte era reflejo del debate europeo sobre la capacidad de dirección revolucionaria que tenía el movimiento obrero.
  • 11. 11 Como se recuerda, Marx señaló que por su particular posición en la estructura productiva, eran los obreros los objetivamente más interesados en cambiar el sistema capitalista e instaurar un modelo socialista. Esta situación implicaba en la práctica que los obreros asumían la dirección política en los movimientos revolucionarios, por encima de las clases medias y sectores del campesinado. En el caso, peruano, esta discusión giraba en los 70s alrededor del papel o rol de tres actores del movimiento popular: los obreros, los campesinos y los pobladores de barrios marginales. A pesar de la presencia importante de las movilizaciones campesinas desde los años 60s en adelante, su débil institucionalidad, carácter regional y ausencia de una propuesta nacional que trascienda los estrechos márgenes del tema agrario hicieron difícil que la lucha política y social contra la dictadura se articule desde el campo. Los barrios marginales (los denominados “Pueblos Jóvenes”) fueron el escenario de un importante activismo de diferentes grupos políticos y sociales. Los sectores más progresistas de la Iglesia Católica iniciaron una labor de proselitismo en estos barrios logrando una importante audiencia. Asimismo, los partidos de la denominada “nueva izquierda” también incidieron en este espacio, realizando labores de organización, capacitación, adoctrinamiento entre los pobladores más jóvenes. Luego, acceder a las Juntas Directivas de los “Pueblos Jóvenes” fue uno de los objetivos de los partidos políticos. Este proceso culminó con diferentes esfuerzos de centralización de los barrios marginales. Pero estos intentos no fueron sostenidos en el tiempo. Por estas razones, entre otras, el Paro dio respuesta práctica a los debates políticos y académicos, al demostrar que a pesar de sus limitaciones y debilidades, el movimiento sindical era el actor mejor preparado para liderar la lucha social contra la dictadura militar. El Paro representó en las ciudades, la movilización de pobladores, jóvenes, adultos, varones y mujeres, bajo la dirección de los trabajadores organizados. Hasta este momento hemos señalado dos resultados del Paro, la necesidad de la más amplia unidad sindical, y el papel directriz del movimiento sindical en las clases populares. Los trabajadores organizados demostraron ser los líderes legítimos del movimiento popular en ese entonces, sin embargo, no podían reemplazar a los sectores populares e incluso a las clases medias radicalizadas. Esto último nos permite señalar que la lucha social contra la dictadura no podía recaer solamente en el movimiento sindical, era necesario una protesta de la ciudadanía en general. El rechazo que diversos sectores expresan tanto frente a la política económica de la dictadura como frente a la necesidad de una transición democrática fue el principal resultado del Paro del 19 de Julio de 1977. Luego del Paro, el movimiento sindical liderado por la CGTP, incremento su legitimidad, peso social y presencia política. A pesar de los esfuerzos de la Junta Militar, el sindicalismo no podía ser obviado ni ignoradas sus reivindicaciones. La represión fue la respuesta inmediata como hemos visto, sin embargo, este elemento por si sólo no explica las dificultades que enfrentará el sindicalismo al reinstaurarse el régimen democrático en los 80s. Como hemos visto, el movimiento sindical en los años 70s había logrado desarrollarse y mantener una importante presencia en la escena social y política del país. La presencia de los partidos y grupos de izquierda brindaron personal, discurso y la cultura política necesaria para que pueda desempeñarse el joven sindicalismo peruano. Este acelerado crecimiento en la primera mitad de
  • 12. 12 dicha década y la combatividad en el período motivaron que sindicalistas, líderes de izquierda y analistas políticos sobrevaloren su nivel de consolidación institucional. En determinados círculos no se logró distinguir crecimiento de fortalecimiento. El Paro y sus consecuencias en despido de dirigentes, demostraron inmediatamente la debilidad del movimiento y la necesidad de un permanente trabajo de organización. El proceso de debilitamiento del sindicalismo peruano se hace evidente para todos en los años 80s, cuando los términos de relación entre partidos y sindicatos cambia en el marco del régimen democrático. Lo que tratamos de señalar es que más allá del desarrollo del sindicalismo, de su legitimidad alcanzada a fines de los 70s y de sus éxitos en movilizaciones y Paros, la dependencia de los sindicatos frente a los partidos de izquierda fue una de las razones principales de su posterior crisis. Hoy en día, el movimiento sindical, nuevamente ha sido uno de los pivotes centrales en la lucha y derrota de una dictadura. Los retos planteados en el nuevo escenario pueden ser vistos desde la experiencia acumulada en hitos como el Paro del 19 de Julio de 1977. Recordando las victorias y derrotas, así como el compromiso de dirigentes, activistas y trabajadores de base podemos hallar algunas claves para responder exitosamente las próximas luchas, manteniendo el orgullo y alegría de ser sindicalistas.
  • 13. 13 Bibliografía Fuentes primarias: Por las características de nuestra investigación, nuestra principal fuente de información han sido las entrevistas realizadas a activistas o dirigentes sindicales durante la huelga de 1979, así como a personas que tienen en la actualidad responsabilidades en el trabajo sindical y no participaron en dicha paralización, finalmente también se entrevisto a trabajadores de base. Apoyo bibliográfico: Balbi, Carmen Rosa. Identidad clasista en el sindicalismo. DESCO, Lima, 1989. Boggio, Maruja y Carlos Basobrío. 19 de julio de 1977. Un día como leones. Cronica y balance. ATC-TAREA, Lima, 1982. Larco Giovanna; Carlos Mejía. "Con los ojos bien abiertos..." Reestructuración empresarial y sindicalismo en los 90s. PLADES, Lima, 1995. Melucci, Alberto. Asumir un compromiso: identidad y movilización en los movimientos sociales. En: Rev. Zona Abierta Nº 69, Madrid, 1994. Oré, Teresa. Memorias de un viejo luchador campesino: Juan H. Pevez. Tarea-ILLA. Lima, 1983. Oré, Teresa y Guillermo Rochabrun. El desafío de la historia oral. En: Rev. Treinta Dias. Lima, Mayo, 1984. Sulmont, Dennis. El movimiento obrero peruano. (1890-1980). Tarea, Lima, 5º ed. 1985. Tarrow, Sidney. Struggle, Politics, and Reform: Collective Action, Social Movements and Cycles or Protest. Western Societies Program Ocassional Paper, 21, Cornell University, 1989. Thompson, Paul. The voice of the Past. Oral History. Oxford University Press. Londres, 1978. Sulmont, Dennis. El movimiento obrero peruano. 1890-1980: reseña histórica.TAREA, Lima, 1981. Vansina, Jean. La tradición oral. Colección Labor. Barcelona, 1967. Vilanova, Mercedes (ed.). El poder en la sociedad. Historia y fuente oral. Antoni Bosch editor, Barcelona, 1985.