CARMELO DE TERESA, Decima Semana Ciclo B, Fr Julio César González Carretti ocd
1. DECIMA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
(Año Impar. Ciclo B)
DOMINGO
Lecturas bíblicas
a.- Gn. 3, 9-15: Establezco hostilidad entre tu estirpe y la de tu
mujer.
Esta primera lectura, nos presenta la caída de nuestros primeros
padres, Adán y Eva, en el paraíso, su desobediencia es castigada, y
Yahvé dicta sentencia. Ellos se acusan mutuamente, Adán hace ver
como que la mujer que Dios le dio fuera demasiado frágil. La
verdadera culpable de esta tragedia, en este relato popular, es la
serpiente. A ella la condena Dios a comer polvo, arrastrarse por la
tierra; a la mujer, le costará tener sus hijos, son los dolores de parto,
expresión de sufrimiento, al hombre como jefe de la familia, deberá
ahora buscar su sustento, labrando la tierra con el sudor de su frente.
Pero Yahvé, establece enemistad entre la mujer, Eva y la serpiente,
entre su descendencia y ella. Ahora la mujer queda vencida, sujeta al
poder del mal. Pero no siempre será así, por designio divino, Dios hará
nacer de ella surgirá otra mujer, otra descendencia, que se levantará
contra la serpiente y la vencerá aplastándole la cabeza. Los Santos
Padres, verán en María de Nazaret, a la Nueva Eva, lo que arruinó
Eva con su desobediencia, María lo restauró con su obediencia y
fidelidad. Su Hijo, Jesús, el Salvador será quien venza definitivamente
a la serpiente con su misterio pascual.
b.- 2Cor. 4, 13; 5,1: Creemos por eso hablamos.
2. El apóstol Pablo está hablando de que a pesar de las tribulaciones que
vive por el evangelio, tesoro que llevamos en vasijas de barro, no hay
que decaer en la fe. Si la predicación es una proclamación, es
necesario ser creyentes, por eso afirma, porque creemos hablamos
(v.13). El motivo de la predicación es siempre la muerte y resurrección
de Cristo, de ahí que la experiencia de morir cada día por el evangelio,
sólo merece ser vivida, porque contribuye a la propia futura
resurrección, de la que participarán los predicadores, como los
evangelizados. Toca el apóstol, el tema de la resurrección de nuestros
cuerpos, dentro de una realidad histórica y cósmica, llamadas a
superarse dentro de sus propios límites. A mayor gracia acumulada,
mayor será la participación de gloria en el cielo. Mientras el hombre
exterior, desfallece, el hombre interior, el nuevo Adán, es el que vive
en lo interior, en la realidad histórica actual (cfr. Rm. 8, 19; Col. 3, 3-4).
Siempre en lo histórico, el cristiano contempla o pone su mirada en las
realidades invisibles, las eternas, espera la resurrección, las
realidades visibles son pasajeras. No establece un dualismo, sino que
invita a relativizar la historia de los hombres, pero que se vive, como
paso hacia la eternidad. Si los cristianos aportan algo a las realidades
temporales, es precisamente, creer en la redención y resurrección de
lo material, nuestros cuerpos, y movidos por esta esperanza,
relativizar esta historia, todo movimiento producido en ella antes de su
destino, final glorioso.
c.- Mc. 3, 20-35: Jesús lleno del Espíritu Santo, forma una familia.
Este pasaje evangélico posee tres secciones: sus parientes buscan a
Jesús (vv. 20-21); las calumnias de los escribas que bajaron de
Jerusalén (vv. 22-30); el verdadero parentesco de Jesús (vv. 31-35).
En la primera sección es propia de Marco, es uno de los textos
oscuros y un aspecto difícil de comprender respecto de la misión de
Jesús. Las gentes buscan milagros del joven rabino de Nazaret, sus
propios discípulos, están aprendiendo a conocerle. Pero son sus
parientes más cercanos que vienen a por ÉL, porque, dicen, está fuera
3. de sus cabales, fuera de su conducta habitual, loco quizás, no deja de
ser humillante. Juan, agrega, que sus parientes no creían en ÉL (cfr.
Jn. 7, 5). La segunda sección, Marcos presenta a la delegación que ha
venido de parte de las autoridades de Jerusalén, con un prejuicio,
acerca del joven Maestro de Nazaret, o hacer un interrogatorio a
Jesús, por noticias que les han llegado de Galilea. La sentencia que
hacen es que Jesús, está poseído y expulsa a los demonios con el
poder de Belcebú. Si para sus parientes es un loco, para los
dirigentes religiosos de Jerusalén, resulta ser un endemoniado (v. 22).
Irónicamente, Jesús ve en la sentencia, mala voluntad, querer cerrar
los ojos a la luz verdadera por ello rechaza la acusación desde el
principio (vv.23-36). La imagen del hombre fuerte, es la de Cristo, que
vence a su enemigo, el príncipe de los demonios. Establece, que
todos los pecados de los hombres serán perdonados, menos los
pecados contra el Espíritu Santo. ¿En qué consiste este pecado? Es
atribuir al demonio, lo que realmente es obra del Espíritu Santo; no
admitir la luz de la gracia divina y el perdón que le sigue al que acoge
el Reino de Dios. Esta ceguera, excluye de la salvación, a quien no
reconoce los signos del Reino, manifestado en la persona y obras de
Jesús de Nazaret. La tercera sección, hay que recordar que el mismo
Jesús estableció los parámetros del verdadero parentesco con ÉL, que
nace del cumplimiento de la voluntad de Dios: esos van a ser su
madre, hermanos y hermanas (cfr. Mc. 3, 31ss). Sus parientes de
Nazaret tampoco creerán en sus palabras cuando los visite; no tenían
fe (cfr. Mc. 6,1ss). Los santos, los auténticos cristianos que se tomaron
en serio el Evangelio y a Jesucristo, fueron tratados de locos. Como
verdaderos parientes de Jesús, locos de amor por ÉL, dentro de lo
razonable abrazamos el evangelio, la radicalidad del seguimiento y la
cruz con todo lo que encierra. Sólo el camino del amor nos transforma
en locos, porque nos hace penetrar en el misterio de la persona
amada: conocer a Jesucristo lo es todo, el amor y la fe las vías más a
nuestro alcance para recorrer desde hoy.
4. Hablando del sueño de potencias, la tercer grado de oración, otra
forma de regar el huerto del alma, la Santa Madre Teresa exclama:
“Es un glorioso desatino, una celestial locura, adonde se aprende la
verdadera sabiduría” (Vida 16,1).
LUNES
Lecturas bíblicas
a.- 2Cor. 1, 17: Bendito sea Dios Padre de Jesucristo, Padre
compasivo y Dios de todo consuelo.
b.- Mt. 4,25; 5,1-12: Las Bienaventuranzas.
Las Bienaventuranzas, son todo un camino de santidad. Camino que
recorrió Cristo, mientras paso haciendo el bien a todos los hombres.
No exige a nadie algo que antes ÉL no viviese, experimentara, y así
abre caminos que llevan a Dios, y a lo más noble del ser humano. Vivir
o experimentar estos momentos de felicidad, o de gracia, son
actitudes que se viven todos los días, para convertirlos en una
bienaventuranza, es necesaria la vida teologal. Hay que tener fe, para
no quedarse sólo en la aflicción, la pobreza, la injusticia, el hambre y
sed de justicia, etc. Hay que darse cuenta que son promesas para el
futuro, es decir, se hace lo que pide Cristo, pero el fruto de esa acción,
la entrega por medio del Espíritu Santo, cuando ÉL lo establece, en su
mejor tiempo. En cada Bienaventuranza hay una promesa que cumplir
sin más, pero además, se cumple en el presente, porque siempre está
la oportunidad de iniciar este camino de transformación interior, con el
deseo de transformar la realidad que nos toca contemplar día a día.
Jesús consoló a los afligidos, dio pan a los pobres, alabó a quienes
ponen su corazón en los bienes eternos, fue misericordioso con los
pecadores, alabó la pureza de corazón de quienes buscan a Dios sólo
porque ÉL es; Príncipe de la paz, sembró la paz con su sacrificio en la
Cruz, fue perseguido por la justicia en su infancia, y luego como
Mesías, predicador, enviado del Padre, como hijo de Dios. ÉL nos dio
ejemplo, por lo tanto, hay que mirarlo e imitar sus actitudes de cara al
5. Reino de Dios en medio de la sociedad de hoy. Hay que buscar con el
prójimo y sus circunstancias, la puerta y el camino que conduce a la
vida verdadera en lo humano y cristiano, puerta que se abre con dolor,
camino que se recorre con esperanza. Puerta que al traspasarla el
cristiano se encuentra con tesoros inimaginables de bondad,
escondidas bajo capaz de soledad, frustraciones pero que al ser
bañados por la luz, dejan trasparentar manantiales de buenas
actitudes que estaban ahí, como dormidas después de años, en la
existencia de muchas personas. Ahora despiertas y con nuevos bríos
comienzan a caminar de nuevo hacia Cristo, pero que ya brilla en el
interior del alma. En el paso de Cristo por nuestra casa y camina con
nosotros. Hay que reconocerlo, como lo mejor de todas las
bienaventuranzas. Bienaventurados los que te conocen, aman y sirven
ayer, hoy y siempre.
Si bien Teresa no habla de las bienaventuranzas proclamadas por
Jesús, el término bienaventurado, es común en sus escritos:
“Bienaventurada alma que la trae el Señor a entender verdades” (V
21,1).
MARTES
Lecturas bíblicas:
a.- 2Cor. 1,18-22: Jesucristo es el sí de Dios para los hombres.
b.- Mt. 5,13-16: Vosotros sois la sal y luz del mundo.
Este evangelio nos presenta la misión de los discípulos, una vez que
Jesús revela la nueva identidad de sus seguidores con las
Bienaventuranzas. Es una imagen perfecta, de los que quedan
vinculados a ÉL, como el primero de los Bienaventurados, el Santo de
Dios. A esta gran exigencia corresponde un premio, después de
conocer grandes tribulaciones y persecuciones, como los profetas en
6. otro tiempo (cfr. Mt. 5,10-12). Los discípulos, están llamados a ser sal
de la tierra y luz del mundo, es decir, testigos de Cristo de cara a la
sociedad, aun en medio de la persecución. Ser “sal de la tierra” (v.13),
se entiende que la comunidad cristiana tiene la capacidad de
conservar y purificar, incluso sirve para sazonar y preservar al mundo
de la corrupción, es decir, de las consecuencias del mal. La llegada
del Reino de Dios, presenta la oportunidad propicia, para ejercer esta
capacidad frente a los embates que padece, la persecución a causa
del Mesías, de la fe en el futuro. Como la comida necesita sal, lo
mismo la humanidad, que la vigoricen y sazonen, esta es la vocación
de los discípulos si viven el espíritu de las bienaventuranzas, son la
fuerza interna de la humanidad. Sin embargo, Jesús advierte que si la
sal se desvirtúa, no sirve para nada, “¿con qué se la salará?” (v.13),
con lo que se quiere significar que la vocación también se puede
debilitar. Se debilita la vida apostólica no sólo del discípulo, sino que
también las fuerzas que sostienen al prójimo. Esta sal es única, no se
puede sustituir. Se vislumbra el rechazo del discípulo infiel (cfr. Mt.
22,12; 23,30). Ser “Luz del mundo” (v.14), viene a significar que los
discípulos son luz del mundo, en la medida que llevan en sí esa luz. El
verdadero discípulo está tan unido a Jesús, tan lleno de su presencia,
que se convierte en luz para el mundo. Habiendo luz ésta resplandece
se expande, siguiendo con la metáfora, los discípulos son esa ciudad
en lo alto, que no permanece oculta, ya no será Jerusalén, sino
personas vivientes serán portadoras de luz (cfr. Sal.121, 3; Is. 2,3). La
mujer pone el candelero en lo alto para que ilumine a todos los que
están en casa, es decir, la comunidad eclesial. Las buenas obras a las
que se refiere Jesús, más que conceptos son acciones que puedan
ser vistas, oídas, concretas. Son las obras penetradas por la luz de
Cristo, fe vivida, historia de vida cristiana. Las palabras finales de
Jesús, aleja de nosotros todo afán de mérito propio, la luz debe estar
en la obras, para que Dios sea glorificado. El Padre que está en los
cielos, es quien debe ser reconocido, la luz del discípulo, debe orientar
al Padre de las luces (cfr. Sant.1,17). El cristiano debe reflejar la
7. presencia de Dios por medio de la verdad de sus obras y el amor que
las ilumina. Un testigo de su misterio pascual, debe ser luz y sal, que
mejora el sentido de la vida de cada día.
Teresa de Jesús, cuando habla de los que comienzan el camino de la
oración, ve la necesidad de la fe para asumir el compromiso de
seguir adelante. “Este tener verdadera luz para guardar la ley de Dios
con perfección es todo nuestro bien; sobre ésta asienta bien la
oración; sin este cimiento fuerte, todo el edificio va falso.” (CV 5,4).
MIERCOLES
Lecturas bíblicas
a.- 2Cor. 3, 4-11: El Espíritu da vida.
b.- Mt. 5,17-19: No vine a abolir, sino a dar cumplimiento.
Estos versículos son como una introducción al tema de la Ley de
Moisés y la nueva justicia. Jesús exhorta a sus discípulos a comparar
la Ley de Moisés y la buena nueva que les está revelando. Si bien
criticó ciertas interpretaciones que se hacía de ella, no la desautorizó,
por era la expresión de la voluntad de Dios ara Israel. No ha venido a
abolir sino a perfeccionarla, llevarla a su plenitud, por medio de la
interiorización del espíritu de la Ley. Deja en claro que la Ley no ha
sido derogada, los mandamientos siguen siendo válidos, la Pascua
alcanza su plenitud liberadora en la Pascua de Jesús; la antigua
alianza llega a su cenit con la nueva alianza con la entrega de Jesús,
su sacrificio, en la Cruz y su memorial celebrado en la Eucaristía. El
texto nos podría sugerir que Jesús absolutiza el cumplimiento perenne
de la Ley, cumpliendo con la alianza, sin embargo, esto no se opone
porque precisamente la opción de Jesús es renovar el espíritu de la
Ley y su observancia hasta el más pequeño de los mandamientos. Lo
hace desde su condición de Señor de la Ley, nuevo Moisés, con lo
8. que mantiene la validez perenne de la Ley. El evangelista ve en Jesús
la plenitud del cumplimiento de la Ley, lo escrito se cumple en los
tiempos mesiánicos, cuando el Reino de Dios se hace presente en
Cristo Jesús. Quien cumpla y enseñe sus mandamientos será grande
en el Reino de los Cielos, es decir, las Bienaventuranzas, toman el
lugar de los mandamientos. Por ello los discípulos son invitados a
cumplir toda la Ley, la exigencia de Jesús es total, no se pertenece al
Reino de Dios sin cumplir todas la Bienaventuranzas. Enseñar a los
hombres, con una experiencia que respalda la palabra, es un don de
Dios, una gracia para quien ya vive en Dios y puede compartir su
camino de fe.
Teresa de Jesús, la “Madre de los espirituales”, como se le designa,
nos enseña cómo el Señor la condujo por el camino de la vida interior.
“Entiendo que, sin ruido de palabras, le está enseñando este Maestro
divino, suspendiendo las potencias, porque entonces antes dañarían
que aprovecharían si obrasen. Gozan sin entender cómo gozan; está
el alma abrasándose en amor, y no entiende cómo ama; conoce que
goza de lo que ama, y no sabe cómo lo goza; bien entiende que no es
gozo que alcanza el entendimiento a desearle; abrázale la voluntad sin
entender cómo; mas en pudiendo entender algo, ve que no es este
bien que se puede merecer con todos los trabajos que se pasasen
juntos por ganarle en la tierra. Es don del Señor de ella y del cielo,
que, en fin, de cómo quien es. Esta, hijas, es contemplación perfecta.”
(CV 25,2).
JUEVES
Lecturas bíblicas
a.- 2 Cor. 3, 15; 4, 1. 3-6: Donde está el Espíritu Santo hay libertad.
b.- Mt. 5, 20-26: Superar la justicia de fariseos y letrados.
9. En este evangelio Jesús comienza a instruir a sus discípulos en forma
muy concreta. Comienza el discurso llamado de las antítesis, es decir,
“habéis oído que se dijo” y “yo os digo”, lo nos enseña ahora (cfr. Mt.
5, 21-43). Jesús pide que hay que ir más allá de lo mandado, es decir,
no quedarse en lo externo, sino más allá, interiorizar la ley. De ahí que
establezca que si la justicia, la santidad de sus discípulos no es mayor
que la de los fariseos y letrados, no entrarán en el Reino de los cielos
(v.20). Jesús se refiere a la instrucción dada por los escribas,
explicada como palabra de Dios y que han oído como voluntad suya.
La primera de estas antítesis se refiere al imperativo: No matarás
(v.21; cfr. Gn. 9, 2. 6; Ex. 20,13; Lv. 24,17-20; Dt. 5,17). Pero Jesús
enseña, “yo os digo” (v.22), que quien se deja llevar por la ira, o llama
a su hermano loco o inútil, es reo de responder en un tribunal. Ahora
es Jesús quien les enseña lo que Dios quiere: quien alberga en su
corazón ira contra su hermano, quiere el mal para esa persona, ¿no
equivale ello a un asesinato espiritual? (v.22). Se puede matar la
honra, el nombre de otro, no con las armas, sino con actitudes de
desprecio, de odio, o de renegar, envilecer, rechazar al hermano.
Quien llama a su hermano imbécil o renegado, es como aquel que
jurídicamente está delante del Sanedrín o para ser echado en la
gehenna de fuego. La ofrenda a Dios sólo es válida si nace de un
espíritu y un corazón en paz con hermanos porque se relaciona con la
adoración del único Dios. Pero si antes de la ofrenda, recuerda que
alguien tiene una deuda contigo, hay que dar primero el paso para la
reconciliación, y luego hacer la ofrenda, el sacrificio. Lo contrario, hace
al hombre indigno de ofrecer ese sacrificio; la paz con el hermano es
condición indispensable para la paz con Dios. Culto y vida deben ir
muy unidos, sostenidos por el amor a Dios y al prójimo, la rectitud de
intención. Todo esto es válido para celebrar la Eucaristía, la desunión
nos incapacita para el culto divino. La reconciliación se debe buscar
cuando alguien tiene deudas con otro, cuando todavía hay tiempo,
antes de caer en manos del juez. En otro sentido todos caminamos
hacia el Juicio final, hacia Dios, no podemos aplazar el tiempo de la
10. reconciliación y vivir en paz. Jesús pide respeto por la vida del prójimo
en todas sus formas, para hacer del culto público y privado que
rendimos a Dios, algo auténtico, hacer de la propia vida una verdadera
religión, mejor dicho una ofrenda humilde y agradable en la presencia
del Altísimo.
Teresa de Jesús, comprende que a grandes gracias del Señor, mayor
colaboración y responsabilidad del cristiano, desde una conciencia
limpia y agradecida. “Y que no piense que, por tener una hermana
cosas semejantes, es mejor que las otras; lleva el Señor a cada una
como ve que es menester. Aparejo es para venir a ser muy sierva de
Dios, si se ayuda; mas, a las veces, lleva Dios por este camino a las
más flacas; y así no hay en esto por qué aprobar ni condenar, sino
mirar a las virtudes, y a quien con más mortificación y humildad y
limpieza de conciencia sirviere a nuestro Señor, que ésa será la más
santa, aunque la certidumbre poco se puede saber acá hasta que el
verdadero Juez dé a cada uno lo que merece. Allá nos espantaremos
de ver cuán diferente es su juicio de lo que acá podemos entender.
¡Sea por siempre alabado, amén!” (6 M 8,10).
VIERNES
Lecturas bíblicas
a.- 2 Cor. 4, 7-15: En la faz de Cristo, resplandece la gloria de
Dios.
b.- Mt. 5, 27-32: El adulterio.
El evangelio nos presenta la segunda y tercera antítesis que se refiere
al adulterio (vv.27-30), y el divorcio (vv.31-32). El sexto mandamiento
fue promulgado para proteger la santidad del matrimonio. “No
cometerás adulterio” (v.27; Ex. 20,14; Dt. 5,18). Texto con validez para
el hombre y la mujer, la comunidad matrimonial, es prohibida la
11. infracción externa, el adulterio consumado, que afecta la integridad de
este estado. Comienza Jesús su discurso sobre el adulterio,
estableciendo que la santidad del matrimonio no está ya asegurada
por el mandamiento. Declara inmoral el deseo de adulterio en el
corazón, porque el adulterio nace de la concupiscencia interior. Jesús
interioriza la ley, en contra de los maestros judíos que separaban la
intención de la acción, el deseo equivale a la acción en el hombre. Así
como Dios penetra nuestro corazón, juzga nuestros sentimientos por
ello el cónyuge debe ser puro hasta en sus pensamientos más íntimos,
con una voluntad guiada por al amor esponsal. Evitando la hipocresía,
debe haber coherencia entre lo interno y lo externo, vida,
pensamientos, sentimientos trasparentes. Si el propio ojo y la propia
mano son causa de escándalo, esclavos de la propia sensualidad,
debe sacarlo, arrojarlo, cortarla y arrojarla, equivale a rechazar
inmediatamente esa tentación. Dejar el camino de Dios, comienza
precisamente con el hecho, de no rechazar el pecado con presteza;
las intenciones son lo decisivo (1Cor. 6,19). En un segundo momento
Jesús se refiere al divorcio. La Ley permitía al hombre repudiar a su
mujer, dando un certificado de divorcio, por haber visto en ella una tara
imputable (Dt. 24,1-4). Jesús anula una ley, injusticia con la mujer, que
no podía repudiar al marido, por eso restituye la voluntad primera de
Dios (cfr. Gn.1, 26s; 2,23s). Ni el hombre ni la mujer puede despachar
al otro, y casarse, porque todavía es válido el matrimonio anterior,
ambos cometerían adulterio (cfr. Mc.10,11-12; Lc.16,18; 1Cor.7,10).
La Iglesia ha respetado esta voluntad de Dios manifestada en Cristo
Jesús desde siempre y no se siente autorizada para disolver algo que
Dios ha unido para siempre. Es la primacía de las actitudes interiores,
sin descuidar las manifestaciones externa, la opción por Dios y su
Reino, los valores que Jesucristo nos enseñó. La libertad que Cristo
nos consiguió con su misterio pascual es para vivir en la libertad de los
hijos de Dios (cfr. Gál. 5,1). En esa libertad se encuentra la raíz de la
moral cristiana, respuesta personal, fiel y llena de gratitud al don del
amor de Dios en Cristo Jesús (cfr. Gál. 5, 13s). Sólo el amor de Dios
12. es la fuente de nuestra manera de vivirlo y expresar en un compromiso
coherente con la fe revelada.
Teresa de Jesús, siguiendo la tradición bíblica y patrística, considera a
Jesucristo, como Esposo del alma bautizada. Si la monja carmelita se
desposa con ÉL con la consagración, debe gozar de todos los bienes
de Quien la llamó y amó desde siempre. “Sí, llegaos a pensar y
entender, en llegando, con quién vais a hablar o con quién estáis
hablando. En mil vidas de las nuestras no acabaremos de entender
cómo merece ser tratado este Señor, que los ángeles tiemblan delante
de él. Todo lo manda, todo lo puede; su querer es obrar. Pues razón
será, hijas, que procuremos deleitarnos en estas grandezas que tiene
nuestro Esposo, y que entendamos con quién estamos casadas, qué
vida hemos de tener.” (CV 22,7).
SABADO
Lecturas bíblicas
a.- 2Cor. 5, 14-21: El amor de Cristo nos apremia.
b.- Mt. 5, 33-37: Sea vuestro lenguaje sí, sí, no, no.
El evangelio nos sigue presentando la nueva justicia en caso de jurar y
los votos hechos a Dios. El AT ordena no jurar en falso y cumplir al
Señor los juramentos o votos hechos al Señor (v. 33; cfr. Ex. 20,7;
Lv.19,12; Nm. 30,3; Dt. 23,22; Si. 23,9; St. 5,12). Se trata de invocar a
Dios como testigo de lo que el hombre va a declarar, por lo tanto, lo
que diga debe ser verdadero, lo contrario es poner a Dios como
cómplice de una mentira, testigo de un error a ÉL, que es el Santo. La
segunda parte del mandamiento anterior es cumplirás al Señor tus
juramentos (v.33), lo que significa que si el creyente se compromete
con Dios, tiene el deber de cumplir su compromiso, su voto, su
promesa con Dios. Tanto en el primer, como en el segundo caso, se
13. trata de deberes del hombre con Dios, estos preceptos invitan a tener
un santo temor de Dios ante la santidad de Dios. Jesús invita a no
jurar de “ninguna manera, ni por el Cielo, ni por la Tierra, ni por
Jerusalén” (vv.34-35). Jesús enseña a no jurar por Dios, porque se
lesiona el respeto a Dios, se cae en la ligereza y movilidad de los
sentimientos. Jurar por el Cielo y la Tierra, es jurar por Dios, si el
primero es su trono, y el segundo es el escabel de sus pies, ambos
propiedad de Dios (cfr. Is. 66,1, Sal. 47,3). Lo mismo dígase de quien
jura por Jerusalén, ofende el Nombre de Dios. Jurar por la propia
cabeza, como precio de veracidad, es locura, absurdo pensar así. El
sentido que le da Jesús es: Dios es Señor de la vida de cada hombre,
hasta los cabellos de su cabeza son suyos. Lo mejor es que lo
decimos sea con toda sencillez, sin exagerar en nada. Lo que digamos
nazca del corazón, el sí que sea sí, el no que sea no, válido ante Dios
y los hombres. La persona debe ser la misma siempre, desde Dios, así
lo enseña Jesús; lo contrario, sería ver esto sólo como una norma
ética al alcance de todos los hombres, incluidos los gentiles. En todo
esto hay un adversario, cuando Jesús advierte: lo que exceda de esto
viene del Maligno (v.37). El Maligno se mueve entre dos extremos, el
mandamiento y la prohibición, haciendo creer al hombre que nada está
prohibido ni permitido, quedándose con la letra de la ley,
interpretaciones de la palabra de Dios, que son pura hipocresía. La
gran invitación de Jesús es que seamos veraces siempre.
Teresa de Jesús enseña que si el amor de Dios ilumina el corazón del
cristiano, está asegurado el amor al prójimo. “Ande la verdad en
vuestros corazones como ha de andar por la meditación, y veréis claro
el amor que somos obligadas a tener a los prójimos.” (CV 20,4).
P. Julio González C.