Zanardelli recibe una nota misteriosa citándolo en la Catedral de Sevilla. Allí encuentra otra nota que lo lleva a la torre Giralda, donde es atacado por un encapuchado que intenta robarle su caja de piedras preciosas. Más tarde conoce a María Colón, descendiente de Cristóbal Colón, quien reclama las piedras como pertenecientes a su familia. Juntos descubren que las piedras podrían completar la corona de la Virgen de los Reyes. La Pompa mágica
Tema 10. Dinámica y funciones de la Atmosfera 2024
El secreto de los altmuranos 2
1. …Zanardelli subió a un avión con una caja de cristal decorada con piedras preciosas que
brillaban como la purpurina, donde transportaba a la Pompa. Era como la corona de las mil
piedras preciosas que se encontraba en la sala del Tesoro de la Catedral de Sevilla (a la corona
le habían desaparecido algunas piedras, ¡¿podría ser que fuesen las de la caja?!).
Cuando llegó al aeropuerto de Sevilla, cogió un autobús y se dirigió al barrio de Santa Cruz a la
calle Muerte donde alquiló una casa situada enfrente del azulejo que daba nombre a la calle.
La casa era antigua con una fachada de color blanco, los balcones estrechos de hierro verde
oscuro, la puerta de madera de doble hoja con arcos pequeños de color marrón. Desde la
ventana situada a la izquierda de la puerta se veía la calavera de la Bella Susona.
Cuando Zanardelli fue a colocar la caja en un mueble tropezó y se encontró un papel que
decía:
-“Te espero en la Catedral, en el patio de los Naranjos, debajo de la puerta del Lagarto el
sábado, a las 12h 30´”.
Zanardelli pensó:
-¡Qué raro!, ¡Qué extraño! ¿Por qué me llamarán a mí?
-¡Ah!-pensó- a lo mejor tengo algo importante para él o ella. ¡Las piedras preciosas de la caja!
¿O quizás sea la Pompa? La Pompa le serviría para descubrir el misterio pues era mágica.
Llegó el sábado y Zanardelli salió de la casa a las 12h de la mañana en dirección a calle Agua.
Mientras paseaba, fue observando al acueducto que recorría la muralla, desembocando en la
Plaza de la Alianza, donde había una fuente. Se detuvo delante de ella con la caja compuesta
de piedras preciosas introducida en otra de madera (Zanardelli había fabricado una replica de
la auténtica que había dejado debajo de la cama). De la fuente salieron unas cuatro pompas
que lo siguieron. Resultaba que la fuente de la Plaza de Sevilla era hermana de la de Altamura,
que habían sido creadas por el mismo escultor.
Tras bajar la rampa de salida de la plaza, a Zanardelli se le abrió la boca y exclamó:
-¡Ohh! ¡Qué Catedral tan grande y bonita! ¡Qué Torre tan impresionante!
Se dirigió a la Puerta del Lagarto, atravesando la Plaza de la Virgen de los Reyes. Entró por la
puerta y observó a un lagarto colgado en el techo con un papel misterioso en su boca. Se
planteó el cómo podría coger ese papel, pues estaba muy alto. Las pompas que lo habían
seguido se dividieron para formar una escalera pudiendo subir y coger la nota del interior de
su boca. Bajó abriendo la nota, mientras se quitaban las pompas una a una para deshacer la
escalera. La nota decía: “Sube rápidamente al campanario de la Giralda, al tercer toque de la
de San Isidoro debes estar allí, bajo la campana”.
Empezó a subir las treinta y cinco rampas que se estrechaban en la subida. Tras subir el
pequeño tramo de escaleras, buscó la campana de San Isidoro rápidamente, pero ya estaba
2. sonando, y cuando llegó a estar debajo de ella, de repente, un personaje misterioso vestido de
negro, saltó encima de Zanardelli, forcejeando para quitarle la caja, consiguiéndolo.
Finalmente descendió rápidamente por las rampas de la Giralda, como llevaban la cara tapada
no vio y tropezó cayéndosele la caja al suelo, recuperándola Zanardelli. El misterioso
encapuchado le dio a un azulejo que había en la pared y desapareció.
Cuando Zanardelli bajó de la Giralda encontró, junto al azulejo azul de la entrada, una nueva
nota que decía: “Ahora sabrás quién soy, te espero en la tumba de Cristóbal Colón, en el lado
derecho, junto al Caballero que lleva el escudo del León”.
Cuando llegó junto a la tumba, vio a una mujer, sorprendiéndose, porque pensaba que sería un
hombre y porque era muy guapa.
La señora le dijo:-Yo soy María Colón, descendiente del Descubridor del Nuevo Mundo.
Zanardelli le preguntó: -¿Y por qué me sigues?, ¿por qué me buscas? ¿qué es lo qué quieres
de mí?
María Colón le respondió:- quiero que me des la caja-. María pensaba que esas piedras
preciosas eran de su familia y por lo tanto le pertenecían.
Zanardelli, por el contrario, le dijo que eso debería demostrárselo, a lo que María le contestó
que le acompañase a la Sala del Tesoro, donde se encontraban diferentes libros para el
estudio. Allí vieron un baúl muy antiguo de madera que María abrió, sacando de él un viejo
libro cubierto de polvo. Buscaron quién había sido el autor de la Corona, un tal Pedro Vives en
1904, la cual fue donada por Doña Gracia Fernández Palacios a la Catedral.
Mientras Zanardelli y María Colón discutían, la Pompa salió de la caja y se marchó hacía la casa
de la calle de la Bella Susona. Al verla, María Colón y Zanardelli la siguieron por las estrechas
calles del barrio de Santa Cruz. Cuando llegaron a la casa, la Pompa estaba junto a la caja y
María le dijo a Zanardelli que esas eran las piedras preciosas que ella quería para completar la
Corona y estuviese preciosa. Así podría ponérsela a la Virgen de los Reyes que prosecionaba
el 15 de agosto.
La Pompa salió de la casa y se dirigió hacia la fuente de la Plaza de la Alianza, se introdujo en
ella y de allí surgió un Arco Iris que viajó hacía la fuente de la Plaza de Zanardelli, para que los
niños y niñas de Altamura y de Sevilla se unieran.