Estela es una niña de 14 años que visita el Metropol Parasol en Sevilla para investigarlo para un proyecto escolar. Mientras visita el museo arqueológico debajo del parque, encuentra una piedra mágica que la hace capaz de hacer flotar las cosas con solo pensarlo. Estela descubre sus nuevos poderes mágicos y conoce a un hombre misterioso que le dice cómo deshacer el hechizo.
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Estela y la piedra mágica
1. ESTELA Y LA PIEDRA MÁGICA
Érase una vez una niña que se llamada Estela de unos catorce
años de edad. Su pelo era de color castaño claro con dos trenzas
que le colgaban hacia adelante; su piel blanca con pecas en sus
mejillas. Sus ojos marrones como dos castañas.
Vestía una camiseta roja y pantalón vaquero con zapatillas de
deportes de color verde.
Estela quería ir al Metropol Parasol para investigar como habían
vivido los romanos, sus restos,…; en la época en que Sevilla se
llamaba Hípalis. También sobre cómo es y cómo se construyó el
Metropol Parasol porque en el Centro bilingüe de Enseñanza
Secundaria Mariana Pineda de Montequinto, en la ciudad de Dos
Hermanas, cercana a Sevilla; le propusieron que investigase
sobre un monumento y ella eligió ese.
Se marchó en el autobús que la dejaba en el Prado de San
Sebastián. Lo que le faltaba para llegar a la plaza de la
Encarnación, lo hizo andando; en esta plaza es donde se
encontraba situado el Metropol Parasol y el Anticuarium.
Decidió visitar el Anticuarium primero. Al bajar las escaleras del
Museo Arqueológico, resbaló y se encontró con una piedra
mágica. Ella no lo sabía por lo que continuó andando sin darse
cuenta que la piedra la seguía, hasta la entrada del museo donde
compró la entrada para poder visitarla. La entrada del
Anticuarium le costó dos euros.
Cuando entró estuvo admirando los mosaicos y al mirar el de la
“Medusa” se trasformó en piedra, al caer suavemente, la piedra
2. mágica chocó y se convirtió en mágica, pero ella continuó con la
visita y observó que una persona sin querer, tropezó con la urna
que contenía el juego de tres en rayas arqueológico situado junto
al “Mosaico de los pájaros”, y ella pensó:
-“Ojalá flotase”.
Se hizo realidad y el juego flotó.
Estela entonces, sorprendida dijo:
-¡Volià! ¡Soy mágica!- y pensó que su deseo se había hecho
realidad.
Decidió ir al Mercado, cuando Estela miraba las comidas que
estaban en los puestos distribuidos en las islas, éstas flotaban.
Se impresionó y comenzó a ordenar las comidas. Al escuchar
cómo la gente se sorprendía se volvió y las comidas cayeron
desordenadas en los diferentes puestos. Entonces las volvió a
colocar con sus poderes fijándose en los nombres que había en
las distintas islas del mercado.
Estela decidió subir al Metropol, salió por la puerta del mercado,
bajó una rampa muy larga y llegó al mostrador donde una mujer
muy amable le pidió el D.N.I.; como era de Sevilla podía subir sin
pagar nada.
Se colocó delante de la puerta del ascensor y cuando se abrió la
puerta Estela dijo.
-¡Guauuu!, ¡parece una discoteca!,
Estela en el ascensor iba pensando:
-“¿Por qué será que todo lo que yo miro flota?”
3. Salió del ascensor y comenzó a caminar por la pasarela hasta el
primer mirador.
-¿Qué balcón más extraño?-
Cuando de pronto se encontró a un compañero de clase llamado
Samuel.
-¿Qué haces aquí Samuel?
-Estoy aquí porque quiero investigar Metropol.
_ ¡Ah! yo sí sé por qué el balcón es así, se llama balcón de panza y
tiene esa forma para que no te dé miedo.
Estela le dijo:
_Bueno, si te parece, subimos arriba para ver el segundo mirador
y así poder contemplar las vistas de Sevilla: Giralda, torre Pelli,
el cohete de la expo, puentes, iglesias, el rio,…
Samuel y Estela empezaron a subir al mirador, pero cada vez que
Estela miraba a Samuel, Samuel flotaba.
Llegaron al mirador y en un rincón vieron a un hombre extraño
tenia barba blanca con bigotes, llevaba un abrigo negro hasta los
pies y unas gafas redondas. Se sujetaba en un bastón.
Samuel y Estela pensaron:
-¿De qué va disfrazado ese hombre?
Iván, que así se llamaba el hombre les dijo:
“Si quieres volver a ser normal tienes que ir a Altamura para
encontrar el antídoto”.