1. Querido lector:
En primer lugar, querría presentarme: soy el agua.
Supongo que esta carta te sorprenderá, seguro que no lo esperabas, quizás si
me hubiera puesto en contacto contigo a través del móvil…había pensado
mandarte un sms pero no me entiendo muy bien con esos aparatitos…
Sólo quería comentarte mi baja autoestima, llevo años con este problema y
creo que tú podrías ayudarme a mejorarla. Básicamente, me siento
infravalorada, desperdiciada, por mucho que me arreglo, me potabilizo, me
esfuerzo por llegar a ti con todos los minerales y todo lo saludable que puedo,
tú sigues tirándome por el desagüe… ¡con lo que daría yo por lavar tus dientes,
saciarte la sed, regar tus plantas sin ahogarlas, dar cobijo a tus peces de
colores… incluso acompañar por el retrete a aquellos de lo que te quieras
deshacer!
Y sin embargo, ni caso… me estancas en una bañera, ¡con lo dinámicas que
son las duchas! Me dejas correr mientras te lavas los dientes, ahogar a tus
plantas, lavarte la mitad de la ropa que podría en la lavadora… en el fondo la
culpa la tengo yo ¿sabes? Si te costara más encontrarme, o no me presentara
tan bien para ti, probablemente con cualquier cosa te parecería estupenda.
Pues que sepas que no muy lejos de ti, personas como tú dan todo lo que
pueden por tenerme, que a veces no me presento tan saludable y enferma por
mi culpa y aún así, me valoran.

2. Es más, probablemente antepasados tuyos me valorarían más que tú e incluso
harían ilegales las pistolas de agua. Antiguamente no era tan fácil acceder a
mí. Me escondía en las profundidades de la tierra y, cuando me encontraron
hicieron monumentos para conquistarme… probablemente los conozcas…se
llaman pozos.
¡Qué tiempos aquellos! Sabían valorarme, me aprovechaban para todo… me
sacaban de la oscuridad a la luz y no con poco esfuerzo… y utilizaban hasta mi
última gota, aunque no siempre las compañías con las que me mezclaba en las
profundidades terrestres eran las más convenientes para ellos. En ese caso,
mis tareas consistían en fregar los suelos, regar las macetas, dar de beber a
las caballerías y hacer la colada. Para esto último, me engalanaban con bolas
de jabón (algunas cosas no han cambiado) y ceniza, para hacerme más
suave.
Y cuando me presentaba ya saludable para ellos no me metían en botellas de
plástico ni se dejaban ni un “culín” en su vaso… ¡tenía una persona a mi
servicio! El famoso aguacero o aguacera del pueblo que venía con esos
elegantes cántaros de barro para que luego me disfrutaran en el pueblo, y con
lo que pagaban por mi y por el esfuerzo del aguacero, poco me desperdiciaban.
Espero que te vayas dando cuenta de lo importante que soy y que he sido,
piensa en todos los oasis que se podrían haber formado con todo lo que me
has desperdiciado. Y no sólo eso, cuando me vayas a desperdiciar piensa en
todos los momentos que hemos vivido… tus baños en la piscina, en el mar, las
olas, cuando me pongo blanca y no tan húmeda para que hasta con frío
puedas pasártelo bien conmigo… hasta cuando caminas sobre mí con cuchillas

3. cortantes, aunque a veces te hago caer creo que disfrutas conmigo… Y
siempre ha sido así, en verano bastante reconfortante y en invierno adopto
formas que te divierten. Y sin embargo, repito, no me tratas bien. Cuando me
da por bajar a la tierra desde el cielo (creo que me llamáis lluvia) para mejorar
tus alimentos, aumentar mi presencia ahí para que me podáis aprovechar más,
siempre vais con mala cara, que si os molesto, que si paraguas, que si me
mojo… ¡Qué en otras culturas hay una danza para verme! ¡Incluso a veces te
regalo un abanico de colores como el de la foto!
Bueno querido lector, espero que ahora seas un poco más consciente de lo
importante que soy para ti (somos primos hermanos, tienes un 55% de mí en
ti), que siempre me has valorado y aprovechado y ahora que soy cada vez más
fácil de encontrar y saludable para ti me desprecias y desaprovechas más.
Siempre a tu disposición,
El agua
PD.- Disculpa que no firme en condiciones, pero probablemente estropearía
esta carta