Tocopilla Norte: Imágenes y memoria.
Investigación antropológica e histórica que describe, caracteriza e interpreta las diversas dinámicas urbanas y barriales de Tocopilla, centrándonos en la expansión de la ciudad hacia el norte.
Nuestro énfasis está puesto en la historia, en la memoria, en los relatos, imágenes y significados sociales construidos hacia y desde dos poblaciones emplazadas en el límite boreal de la ciudad: Las Tres Marías y Pacífico Norte.
2. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
1
Poblaciones Las Tres Marías & Pacífico Norte
Damir Galaz-Mandakovic Fernández
8. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
7
ÍNDICE PÁGINA
PRESENTACIÓN 13
CAPÍTULO 1 18
LA CIUDAD EN LOS 60’
El Escenario tocopillano 19
Puerto Salitrero 21
Brazo Mecánico 23
La vida cultural 26
Reconstrucción 28
Vialidades 30
CAPÍTULO 2 38
ORIGENES BARRIALES
Las Tres Marías: entre corrales y balnearios 39
CAPÍTULO 3 59
LA CULTURA DEL CACHUREO
Recolectores de residuos 60
Estigmatizaciones 77
9. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
8
CAPÍTULO 4 80
ERRADICACIÓN
Relocalización de la población 81
CAPÍTULO 5 93
HITOS
Villas y discursos 94
Allegados 101
Terremoto 109
CAPÍTULO 6 116
LOS NUEVOS VECINOS
Población Pacífico Norte 117
El nuevo habitar 127
Autoconstrucción 137
Fronteras y confluencias barriales 141
Puntos de confluencia 146
Organizaciones territoriales 151
Cotidianidades 156
Aislamiento 167
Barrios y exclusión 185
CAPÍTULO 7 190
IDENTIDADES BARRIALES
Labores en el barrio 191
Cartoneros 192
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Las Tres Marías & Pacífico Norte
9
Agricultores 197
Crianza y funcionalidades 201
CAPÍTULO 8 211
ENTORNO Y DRAMA
Problemáticas ambientales 212
Vertedero Municipal 214
Cenizales 216
Pesqueras y depósitos industriales 220
Aves 219
Basurales ilegales 220
Incendios 222
Traslado de basural 227
Vulnerabilidad aluvional 230
La protesta 238
CAPÍTULO 9 244
EL BARRIO Y EL FUTURO
El Barrio y sus variables 245
Mirada al futuro
Programa Quiero mi Barrio
251
255
FUENTES 260
12. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
11
La población se llama Las Tres Marías,
porque había tres Marías, tres señoras:
la María Vega, María Órdenes y la María Barraza.
Eran vecinas, estaban frente a frente en el barrio
y formaban una especie de triangulo.
Hugo López
A veces, a los de Las Tres Marías,
nos miran como carne de cogote,
me he fijado yo.
Romualdo Gutiérrez
Yo comía del basural, no me da vergüenza decirlo,
es más feo que me digan que soy fumona.
Y todo lo que tengo es gracias al basural, tengo ropa de cama,
frazadas, sabanas, no necesito comprar nada en una tienda.
Alicia Rojas
Con los antiguos vecinos de Las Tres Marías,
los colectiveros ganaron mucha plata.
Yerko Gutiérrez
La “mentalidad de Remanso” hace que los
vecinos no participen mucho en los proyectos.
María Espinoza
13. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
12
Antes este sector de Remanso
era el motel de Tocopilla
María Villanueva
Cuando hay paro de municipio,
el basural está limpiecito,
no llegan los camiones y no hay lucas
Ana S.
Muchos llegamos aquí, sin muchas esperanzas de cambio,
sólo pensando en que algún día las cosas mejorarían y
podríamos salir de esto, emigrar a otros lados o
buscar otros horizontes, pero después de años
te acostumbras te gusta tu casa y sólo piensas en mejorarla
Brígida Castillo
14. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
13
PRESENTACIÓN
presente investigación, inscrita desde
una antropología histórica, describe,
caracteriza e interpreta las diversas
dinámicas urbanas y barriales de Tocopilla, en la
comprensión de los procesos sociales, vista la
expansión física de la ciudad hacia el norte.
Nuestro énfasis está puesto en la historia, en la
memoria, en los relatos, imágenes y significados
sociales construidos desde la lógica barrial de dos
poblaciones emplazadas en el límite boreal de la
ciudad: Las Tres Marías y la Pacífico Norte.
Como se evidenciará, la investigación tendrá un
énfasis en la voz de sus habitantes, en las familias
residentes, rescatando sus subjetividades,
memorias, discursos, percepciones, proyecciones
en cuanto habitantes en la línea que colinda con el
margen urbano. Y ver cómo, desde ese núcleo
periférico, se inscriben en el contexto local, sin
soslayar la inscripción del resto de la ciudad en la
dinámica del barrio a estudiar.
Este proyecto, enmarcado en el programa Quiero
mi Barrio, desde la historiografía indagará en sus
orígenes y desarrollo como núcleo habitacional,
analizando los procesos sociales y materiales.
Desde un punto de vista antropológico, nos
centraremos en la habitabilidad, conceptualización
que se refiere a las condiciones en el cómo una
familia ocupa una vivienda y un barrio,
considerando que las condiciones están moldeadas
por las características físicas del habitáculo,
materialidad y distribución de los espacios, como
así también por el emplazamiento del
conglomerado de casas en una geografía definida y
como parte de un tramado urbano.
Agréguese las características psicosociales de las
familias, que se expresan en hábitos, conductas o
maneras de ser, como procesos mentales
archivados en el transcurso del tiempo que
también moldean las formas del habitáculo.
La
15. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
14
Al hablar de estas poblaciones, estamos
refiriéndonos sobre un grupo humano particular
totalmente localizado, aquellos que le dan sentido
a esta habitabilidad, tanto como vecinos, amigos o
no amigos pero convivientes y compartidores de
un espacio en común. Sin los pobladores, el
objetivo de la edificación de una población no
estaría realizado. Se entrelaza el espacio construido
por el Estado chileno como proyector de un estilo
de vida, que luego es re-definido por los vecinos
en base a memorias, por sus presentes y
proyecciones individuales y grupales. Todo lo
anterior define y diseña una vida en común entre
vecinos, derivando de ellos características
distintivas en relación al resto de la ciudad,
generadoras de una cierta identidad de barrio.
De todas maneras, podemos definir la identidad
como una construcción social, entrelazada por la
historia, la memoria colectiva y personal,
igualmente por el presente y por su alcance en el
futuro. Debemos comprender que la identidad no
es algo estático e imperturbable, sino a la inversa,
es un hacer y se re-construye continuamente,
tomando fuerza en la medida que es capaz de
proyectarse hacia un futuro, otorgándose un
dinamismo infinito.
Hablamos de un sector, de un espacio físico
determinado e inmediato de las familias y su
relación con la calidad de vida renovada, y también
perjudicada, por ciertos hechos puntuales. Es
indiscutible que estas viviendas, en su formato,
fruto de una época en esta ciudad, ha sido más que
una vivienda social, es más que un techo y por
tanto se ha constituido como un hogar que ofreció
solución en busca de una calidad vital al diverso
abanico de carencias que experimentaban las
familias de allegados pre-terremoto.
La habitabilidad en estas dos poblaciones
involucra una variedad de ámbitos: es vivienda y
es barrio. Se aborda considerando perspectivas
económicas, sociales, ambientales; se mira desde la
salud, el diseño, la construcción, en cómo los
vecinos han ido construyendo una filiación del
sector en base a la edificación y lo que ella
posibilita. Por tales motivos, la comunidad, la
ciudad, los barrios en los que se vive, constituyen
un elemento que es mucho más que el espacio
donde se desarrolla la vida cotidiana: tienen una
identidad que sus usuarios, en cuanto habitantes y
sujetos activos, contribuyen a crear desde la acción
y desde sus peculiares miradas.
16. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
15
El barrio, en este caso, el conjunto de casas y
pabellones y su entorno, se configuran como
espacio de relación e interacción, dotando a su
gente de una historia común.
En la caracterización de vivencias y procesos,
fundamental ha sido la oralidad y la memoria de
quienes viven en estos lugares, es un instrumento
indispensable para concebir estos procesos desde
una óptica antropológica.
Atestiguamos la participación activa de las
personas como agentes en la expansión urbana a
través de la construcción de una arquitectura
barrial, buscamos adicionar sus ópticas emotivas
de identificación con la población y con Tocopilla.
La configuración de habitantes en base a una
solución del Estado, lo que da pie a una
singularidad y particularidad local sin símil,
conformado su arraigo cultural en base a la
territorialidad configurada: la que siempre está
presente de algún modo en el discurso, en la
historia oral, en el anecdotario y en el imaginario
simbólico de los vecinos y sus descendencias.
Vital es, entonces, contextualizar el desarrollo
urbano local en base a procesos urbanos,
sociohistóricos, económicos y catástrofes
naturales. Contextualizar además los antecedentes
que dan origen a las poblaciones Las Tres Marías y
Pacífico Norte de Tocopilla. Del mismo modo, la
caracterización de la significación social que
integra y proyecta en la memoria colectiva, en la
identidad local la vinculación entre la población y
la comunidad en una temporalidad definida.
Caracterizar el discurso y memoria de los
habitantes en la relación establecida entre barrio,
familia, grupo social y ciudad. Proyectar y valorar
la habitabilidad y discurso de los pobladores como
entes participantes del tramado social de Tocopilla.
Construimos nuestra investigación entendiendo el
barrio como una realidad tangible, pero
simultáneamente como materialidad, territorio y
sociabilidad que derivan en ciertos imaginarios,
como práctica y como representación: el barrio es
un valor cultural que redunda en identidad
colectiva, es una especificidad territorial, es un
polo de disyunción ideológica y espacio social de
variadas relaciones y dinámicas. Es un
componente de la reproducción material de la
ciudad. El barrio es identidad social adscrita por
los actores sociales y es también símbolo y un
17. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
16
conjunto de valores que se van compartiendo
socialmente.
La ciudad crece por medio de sus barrios,
estableciendo a la vez marcas y diferenciaciones.
Por tal razón, la noción de barrio se enmarca en un
sentido de divergencia espacial y social, cuyo
resultado denota segregación.
El barrio y sus significados nos hace mención al
carácter arquitectónico, urbano, a la dimensión del
espacio dentro de la ciudad. Oponiendo a ello el
centro, territorio generalmente vinculado a las zonas
de administración y comercio. Sobre la base del
barrio, se construyen o se imaginan límites, sobre
el barrio se desarrolla la vida pública y se articulan
las relaciones. El barrio, como constructo que
implica un límite, tiene un nombre y un espacio
que vendrá a dotar de cierto distintivo dentro de la
ciudad.
Los barrios son la grafía de imágenes y también
imaginaciones desde el territorio en el cual se
emplazan. Muchas veces el barrio vendría a
establecer el símbolo residencial de la base social,
de la gente, de la ciudadanía, territorios que el
político profesional dice representar: en tiempos
de campaña electoral los políticos “caminan el
barrio”, “van a la pobla”, o también “bajan a los
barrios” expresando la verticalidad del poder
hallado en lo “alto”, quizás barrio, población,
“pobla”, “bajar”, “caminar”, “cerca de la gente”,
simbolizan la cercanía con el barrio, confluyendo
semánticas y referencias sociales que de pronto
estigmatizan o también desprecian. Ocurre aún
que ciertos vecinos se identifican con esas mismas
categorías, a que son gente de barrio, que
pertenecen a ese “barrio de abajo”, lo que equivaldría
a ser humilde, siendo ésta “bajeza” un elemento
que legitima y valida moralmente sustentándose en
una supuesta autenticidad y carácter popular de su
habitar.
El centro de la ciudad comúnmente es asociado al
consumo, mientras más lejos se vive, menos se
consume, al menos en el escenario de precariedad
que nos evidencia Tocopilla. Surgen los relatos
centrados en temáticas de la calidad de vida.
Si bien el proyecto de barrio en la ciudad
ejecutados por el Estado, siempre tuvo como
finalidad un mejoramiento de las condiciones de
vida de variados sectores, hoy la ciudad, Tocopilla
contemporánea, es entendida como foco de
18. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
17
conflicto, con problemas que se ahondan
constantemente, todo en un macro escenario de
neoliberalismo desatado. Por lo general cuando se
habla de barrios marginados, además de criterios
discursivos o de memoria, éstos son fundados de
ese modo por su limitante al consumo, situación
que no iría aparejada con el sistema económico
que promueve el consumo de todo tipo de
productos, insumos y servicios. La ciudad y sus
centros comerciales, “el centro” como lo
“opuesto” al barrio, a lo residencial, proporciona
los consumos, pero cuando el barrio se ve
limitado, surge el relato de la precariedad de la
calidad de vida y la sensación de marginalidad.
Igualmente los barrios nos remiten a procesos de
deshistorización, que puede ser entendido como el
relato que hace mención a un pasado, a un pasado
que fue mejor que el presente, no obstante, estos
relatos no pueden precisarse históricamente.
¿Dónde hallamos ese pasado? ¿En qué proceso?
¿En qué fecha? ¿En qué periodo? Quizás en “ese
pasado” también existía la noción de que todo
tiempo pasado fue mejor. Sin embargo, siempre se
alude a cierta naturaleza de la vida sana, distinta a
estos presentes “negativos”. Entonces podemos
entender que se hace referencia a un cierto tipo de
valores más que a un tiempo definido, preciso y
medible en el tiempo. Se expresa de este modo una
ideología.
En síntesis, desarrollamos un estudio histórico con
base antropológica del barrio norte de Tocopilla
como espacio, símbolo, identidad, ideología y
también cultura, en el marco de la realidad urbana
actual de Tocopilla, con vista a comprender los
procesos históricos dentro de las tramas de
reproducción urbana y transformación social.
Tocando temas relativos al poblamiento, a la
crianza de animales, a la vinculación de los
antiguos habitantes con el vertedero, a la
configuración de una nueva población llamada
Pacífico Norte, fruto de la relocalización de
centenares de allegado post-terremoto, a los
procesos de exclusión, a la cotidianidad, a las
problemáticas ambientales, a las protestas, a las
actividades que han dado identidad al barrio.
Damir Galaz-Mandakovic
19. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
18
CAPÍTULO 1
La ciudad en los 60’
. .
. .
20. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
19
EL ESCENARIO TOCOPILLANO
El proceso de poblamiento del sector conocido
como las chancherías, estaría inscrito en el contexto
local desde la segunda mitad de la década del
cincuenta, consolidándose en los años sesenta. De
una u otra forma, las autoridades locales
asumieron, atestiguaron, facilitaron y también
negaron y rechazaron este proceso de poblamiento
espontaneo.
Los primeros alcaldes que debieron asumir el
proceso de extensión de la ciudad hacia el norte
fueron Julio Fernández Jiménez, asumido el 4 de
marzo de 1955 al 19 de mayo de 1956, sucedido
por Alfredo Castillo Ramírez, gobernante comunal
desde el 20 de mayo de 1956 al 10 de agosto 1956.
Observando qué ocurría en la ciudad desde el
punto de vista administrativo, advertimos que, el
12 de mayo de 1960 dejaba el cargo de alcalde
Óscar Varela Hidalgo, quien había asumido el 15
de agosto de 1956. El sucesor sería el Radical Julio
Fernández Jiménez, que gobernó desde el 15 de
mayo de 1960 hasta el 20 de mayo de 1963. Luego
llegaría un profesor, poeta y comunista al mando
municipal: Alberto Carrizo Olivares, quien estuvo
desde el 21 de mayo de 1963 hasta el 20 de mayo
de 1967. Luego, volvería Julio Fernández Jiménez,
desde el 21 de mayo de 1967 hasta el 15 de mayo
de 1971.
Con la llegada de la Unidad Popular, asume como
líder comunal el 16 de mayo de 1971, el comunista
Marco de la Vega Rivera; víctima de la violencia
del Estado, quién es asesinado por los militares
junto a cuatro regidores además del Gobernador
Mario Arqueros. Acéfalo el municipio, los militares
designan a Julio Fernández quien asume el 15 de
octubre de 1973, manteniéndose en el cargo hasta
el 19 de marzo de 1977. Después de Fernández, el
mando es asignado a Casimiro Busanich Budinich,
desde el 20 de marzo de 1977 hasta el año 1983.
Fue sucedido por el geógrafo Carlos Cantero entre
1984 y 1987; luego, Hans Schmauck entre 1987-
1992. Una vez recuperada la democracia, es
elegido alcalde el profesor y dirigente gremial
Aleksander Kurtovic Ruíz, 1992-2004. Luis
Moyano sucede a Kurtovic y gobierna en dos
periodos, abarcando el periodo 2004-2012.
22. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
21
PUERTO SALITRERO
Hasta el inicio de la década del sesenta, la ciudad
saboreaba el prosperidad dada por la explotación
de cobre a nivel micro-minero. No obstante, la
economía tocopillana se estructuraba
precariamente en base al embarque del salitre,
generándose así una sucesiva cadena dependiente
del ferrocarril, de los vaivenes de la economía
internacional y las políticas de la compañía
salitrera.
Superada la crisis económica de casi toda la década
del 30, el gran aluvión del año 40, la presencia de
militares en Tocopilla durante toda la II Guerra
Mundial, desde los años 50 el puerto tocopillano se
colmaba de navíos ansiosos por el salitre: el
embarque era artesanal, en modo manual. Los
hombres a bordo del lanchón maulino, llenaban las
tolvas con salitre. Las agujas del barco salitrero
elevaban las tolvas, y los hombres, al lado de las
bodegas, asomados a la cubierta y en los propios
lanchones, esperaban la descarga del nitrato.
Muchos estibadores, los “pollos” y los “medios pollos1
1 Los “pollos” y “medio pollos” fueron parte de una práctica
laboral de los portuarios salitreros, quienes vistas las altas
ganancias en sus sueldos, traspasaban sus trabajos a terceros,
obtenían en el puerto su sustento económico, y
ellos, en cuadrillas, con el torso desnudo,
descalzos, esperaban que bajara la tolva. Cientos y
cientos de tocopillanos dependían laboralmente de
las actividades portuarias, era el trabajo masivo que
existía en Tocopilla. Eran labores duras y precarias
desde el punto de vista de la seguridad.
La vida del puerto bullía, lo único que había eran
vapores y barcos, muchos barcos. Durante el día
los estibadores y paleros se esforzaban duramente
en esas micro-montañas de salitre que luego eran
ensacadas. Una vez caída la tarde, el sol dejaba de
alumbrar los mástiles con banderas extranjeras y
las chimeneas. Los marinos forasteros: noruegos,
filipinos, hindúes, yanquis, españoles, griegos,
bajaban a los prostíbulos, casi todos ubicados en
calle Freire y Washington; cercaban la bahía con
los botes de los fleteros.
llevándose la mitad o un cuarto, según lo acordado por el
titular del cargo.
24. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
23
BRAZO MECÁNICO
No obstante, lo proyectado por la compañía
salitrera para la década del 60 tenía relación con
una innovación y una revolución tecnológica que
dislocaría el devenir del puerto: la instalación del
llamado Brazo Mecánico que en términos formales
vendría siendo la Planta Mecánica de Almacenamiento y
Embarque de Salitre a Granel, dando el finiquito al
embarque manual del salitre, lento y costoso para
la compañía, pero vital para los tocopillanos.
El antiguo sistema manual vino a ser muy oneroso
para la compañía debido a las grandes pérdidas de
material caído al mar, al alto número de operarios,
se adicionaban los problemas de seguridad y, en
cierta manera, a la lentitud del embarque. La
construcción de toda esta planta de embarque
mecánico tuvo un valor aproximado de $5.706.557
iniciándose en el año 1959 a través de la empresa
Salfa Snares. Su inauguración se realizó el 21 de
agosto de 1961.2
2 Se excavaron 32.400 yardas cúbicas de terreno y se
utilizaron 8.300 yardas cúbicas de concreto. Al mismo
tiempo, hubo que rellenar espacios cubiertos por el mar, con
un total de 24 mil toneladas de rocas, más otras 20 mil que se
Desde aquel momento, la descarga del salitre desde
los carros del ferrocarril se realizaba a través de un
sistema que volcaba los mismos carros con una
velocidad de 28 a 30 carros por hora. Desde allí, a
través de correas transportadoras, el salitre era
conducido a seis grandes silos de almacenamiento.
Dicha galería de silos, poseía la capacidad de
almacenar 9 mil toneladas de salitre o de sus
derivados.
usaron en obras de protección y mitigación de oleaje. En los
silos, fue necesario utilizar 1.500 toneladas de hierro, más
otras 700 toneladas de hierro estructural, sumando extensas
correas transportadoras y tres mil yardas cúbicas de
excavaciones submarinas.
25. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
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La mecanización del embarque del salitre, revolución tecnológica que dislocó la economía tocopillana.
26. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
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La galería de silos está cimentada por un túnel por
el cual circula una correa transportadora que
permitía descargar el salitre y sus derivados por el
fondo de cada silo a través de buzones. Dicha
correa poseía una capacidad de traslado de hasta
1.400 toneladas por horas. Posteriormente, el
producto granulado alcanzaba a llegar frente a otro
sistema de correas que lo conducen por el Brazo
Mecánico que, gracias a la gravedad, descarga todo
el material al fondo de las bodegas de los barcos.
Desde ese hito tecnológico, Tocopilla sucumbiría.
La instauración de este moderno sistema tuvo en
sus orígenes el apoyo de muchos tocopillanos,
“llegaría el progreso, la modernidad y la tecnología” eran
las frases más recurrentes, transformándose en un
discurso hegemónico que nublaba y disfrazaba el
real impacto de esta implementación. En la
práctica este sistema tecnológico reemplazaría al
hombre: en este nuevo contexto se concebía
prescindible la mano de obra.
Los barcos ya no vendrían por varios días, todo
era más rápido. Los barcos, con este nuevo
sistema, solamente estarían algunas horas surtos en
el puerto, el Brazo Mecánico todo lo hacía rápido, el
estibador, el fletero, el palero, quedaban cesantes.
Los marinos ya no bajarían a divertirse, ya no
alcanzaba el tiempo. Las niñas de cabaret y casas de
remoliendas ya no recibirían más a sus foráneos y
exóticos clientes. El golpe de gracia lo tuvo el
comercio establecido: se quedaron sin clientela.
Los comerciantes, casi todos inmigrantes
europeos, se desilusionarían de Tocopilla. ¿A quién
venderle? Los hoteles, moteles, hostales y
residenciales: vacías; los restaurantes con su
sobreproducción de almuerzos, las calles dejaron
de tener ese carácter multinacional, y el tono de las
voces urbanas se alejó de lo políglota. Comenzó la
emigración estructural de los cesantes que no
dependían directamente del puerto, como los
trabajadores de los servicios comerciales. Se hizo
patente la dependencia económica que generaba la
vida portuaria. Los portuarios si no reconvertían
sus labores, también se tendrían que ir. Los
trabajadores eran sustituidos, generándose así una
serie de negativos efectos colaterales y junto a los
navíos maulinos que desde entonces comenzaron a
desaparecer. Se consolidaría, o se desnudaba, una
crisis económica estructural.
27. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
26
LA VIDA CULTURAL
Disminuidas las posibilidades laborales, disminuían
a su vez los espacios y las manifestaciones
culturales.
Al mismo tiempo en que se inauguraba el Brazo
Mecánico, un grupo de amigos estaba dando un
innovador paso tomando la decisión de no dar
más esperas al actuar de las autoridades, el arte
debía provenir desde los mismos vecinos, tal
manifestación de una soberanía artística y popular.
Surgen de este modo, variados grupos artísticos,
entre ellos un grupo atrayente que marcó la pauta
cultural del puerto, el Círculo Artístico Alejandro
Flores.
No hubo tocopillano ni tocopillana que no
asistiera a las memorables veladas preparadas por
este grupo. “Nosotros llevábamos la cultura a los barrios,
nos presentábamos en todas las poblaciones y Juntas de
Vecinos. Nuestras veladas eran con una asistencia
masiva…”. Nos contaba uno de sus fundadores:
Pedro Villegas.
Luego surgió otro grupo distinguido: Círculo
Artístico Pedro Sienna. Los grupos comenzaban a ser
reconocidos en su sector de origen, la Población
Prat. Desde dicha población comenzarían los
extensos itinerarios por los distintos barrios
tocopillanos, plazas, teatros y los clubes
deportivos. Alejandro Flores y Pedro Sienna eran la
sensación en la década del 60.
Los eventos mayores eran presentados en el
Estadio O`Higgins, que se repletaba, y lo más
importante era el “público satisfecho frente a lo
proporcionado por el grupo de artistas que auto gestionaban
sus recursos y materiales” agrega Villegas. En algunos
momentos se hizo necesario presentar los eventos
en el Estadio Municipal debido a la demanda del
público. Los espectáculos que duraban alrededor
de dos horas, publicitados por La Prensa de
Tocopilla, generaban expectativas masivas. A
modo de ejemplo, en un espectáculo realizado en
abril de 1966, el esquema era el siguiente.
“El Conjunto Artístico Alejandro Flores, se presentará en
la población Diego Portales, los números artísticos serán”:
28. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
27
María Angélica: La Estrellita de la Canción Moderna.
Carmen Bustamante: El Perú hecho canción
Magdalena Martínez: La Simpática Damita del Twist.
Sketch: “El Cogotero”.
Danito y sus Guitarras Mágicas: Zorba en Griego.
La revelación del 66: Sarita Díaz, Danny, Jorge, Guido y Julio: “Los Vikingos”.
El juvenil conjunto colérico de la Nueva Ola: Impacto del 66
Los cómicos: “Chicharras”, “Chichito” y “Chiricuto”.
Las guitarras de: Descovic, Mercado y Reinoso.
Parodia: La pareja feliz a cargo de Leonardo “chicharra” Perucci y Alicia
Vergara Quiroga.
Entre otras obras presentadas, estaban
“Golondrina”, “Allá en el Campo”, “Castigo de una
Madre”, “Chuquicamata”, “Madrecita Santa”.
En este conjunto artístico dieron sus primeros
balbuceos musicales el que luego sería el famoso
grupo nacional Los Golpes, ahí se iniciarían los
hermanos Bustamante y Aracena. Igualmente,
destacaría el joven trovador Manuel Antonio
López y una pléyade de músicos y cantantes.
Se forjaron presentaciones en la oficina Coya Sur,
María Elena, Quillagua y Pedro de Valdivia. Viajes
auspiciados por las compañías salitreras y asistidos
con el transporte de Turisnorte. Según La Prensa
de Tocopilla, “…en la presentación del connotado grupo
tocopillano en María Elena hubo una concurrencia de
1500 personas”. 3
Las presentaciones de los
humoristas, magos, cantantes, bailarines, no
cesaba, la concurrencia disfrutaba de estos
espectáculos preparados con verdadero ahínco.4
3 La Prensa de Tocopilla, 13 diciembre de 1967.
4 Llegó el fatídico año 1973, Golpe de Estado y los espectáculos
nocturnos y artísticos comenzarían a ser censurados. Se
imponía “el toque de queda”, la censura oficial cercenaba al arte.
Por este motivo, Tocopilla comenzaba a tener los primeros
impactos por los aciagos momentos políticos del país.
29. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
28
RECONSTRUCCIÓN
Efectos del terremoto nocturno del 20 de diciembre de 1967.
El 20 de diciembre de 1967, un fuerte terremoto
nocturno afecta al puerto. Ante dicho fenómeno,
las decenas de casas colapsadas dieron pie a un
extenso proceso de demolición, seguido por el
proceso de reposición y restauración de casas
particulares y edificaciones públicas.
Se instauraría un proceso que a la postre
significaría un devenir de expansión y
acrecentamiento urbano.
Dentro del mencionado proceso, se construyen
obras que por sus dimensiones eran inéditas, tal es
30. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
29
el caso de los edificios de la Avenida Prat entre
Manuel Rodríguez y Washington, en un rango
cronológico que abarca 1969 y 1971. Asimismo el
grupo de edificios de cuatro pisos construidos en
el mismo formato en Calle Esmeralda con
Washington. Prontamente se iniciaba la
reconstrucción de la Iglesia Sagrado Corazón de
Jesús; el Banco del Estado entregaría diez casas
para sus empleados en calle Matta pasado Bolívar.
Paralelamente se entregaban ochenta viviendas en
el sector sur de la ciudad, sumándose las casas de
la Villa Covadonga y en el sector de Caleta Boy, en
el llamado Plan Anaconda. Además de la nueva
población denominada Bellavista. Se incorporaban
también nuevos barrios en la Población Santiago
Amengual, ubicada en calle Matta entre las calles
Freire y Washington.
Entre las reparaciones simbólicamente
importantes, estaba la restauración completa de la
fachada del Teatro Nacional perteneciente a la
compañía Bidwell y la refacción del Liceo Mixto, el
cual había sido inaugurado el año 1961. Dicha
restauración duró 10 meses.
Sin duda que el crecimiento más significativo fue
hacia el sector noreste del puerto, con la llamada
Operación Sitio, que implicó poblar todo el yermo
sector que colinda con el Cementerio Nº 3. Allí, se
instalaron mediaguas y barrios de emergencia para
poder paliar la crisis post sísmica. En dicho lugar
se constató la división en más de 600 predios y la
instalación de viviendas autoconstruidas,
agregando la construcción de pozos sépticos para
estas viviendas de extraña modalidad en cuanto a
lo provisorio, pero a la vez definitivas, en estos
barrios organizados con calles bien definidas.
Posteriormente esta población se denominó
Eduardo Frei Montalva, en homenaje al Presidente
de la República que visitó el puerto en plena
emergencia.
31. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
30
VIALIDADES
En 1964 se anunciaba el término de la
construcción y pavimentación del tramo Gatico-
Cobija a través de la Dirección de Vialidad. La ruta
Tocopilla-Antofagasta se encontraba parcialmente
pavimentada, restando sólo algunos sectores, entre
éstos, los de Gatico a Cobija y un tramo ubicado a
30 kilómetros antes de llegar a Tocopilla.
En 1963 se pavimentaron sólo 4 kilómetros,
asimismo se construyeron 3,5 kilómetros de vía y
se mejoraron dos tramos en la misma ruta. Del
mismo modo se pavimentaron 12,5 kilómetros en
el camino de Tocopilla a Chuquicamata y se
mejoró un tramo de 9 kilómetros.
En los finales de la década del 70, Tocopilla
enfrentaba dificultades en la conexión vial del
litoral. Eran casi inaccesibles algunas caletas, era
demasiado riesgoso llegar a ellas. A otras
simplemente se accedía por el mar. Además, el
anhelo de conectarse vialmente con el puerto de
Iquique hizo que en el año 1968 se conformara el
Comando Costero de Tocopilla.
Pedro Galleguillos, uno de sus artífices, afirmaba
que el Comando Costero había “…iniciado una
campaña pro-ensanche de esta importante vía carretera, por
estar conscientes que esta obra será un cauce por donde
llegarán los remedios que tonificarán enormemente a nuestra
alicaída región, y la base de nuestro pensamiento la
reforzamos con las futuras perspectivas de trabajo”.5
El comando proyectaba un cúmulo de
oportunidades con la implementación del camino
costero, entre ellas: la reducción del kilometraje
para llegar a Iquique (evitando la extensa ruta que
iba por la Depresión Intermedia), aumento en la
extracción de mariscos y pescados, facilitación de
proyectos mineros, fomento de la agricultura en la
desembocadura del rio Loa, fomento del turismo,
etc. Todas estas proyecciones se realizaban en una
ciudad con altos índices de cesantía por efecto de
la mecanización del embarque del salitre.
En ese ímpetu tocopillano, surgieron cuadrillas que
con chuzos, carretillas, palas, picotas y mucha
5 La Prensa de Tocopilla, octubre 1969.
32. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
31
ilusión pensaban intervenir en la escabrosa
geografía costeña.
Cuadrillas Comando Costero
Alejandro Flores Investigaciones El Esfuerzo Shell
Compañía Minera Evangélicos El Tigre Patricio Linch
Carabineros Industria Sergio Alarcón SOQUIMICH Club de Leones
Matadero Pescadores Población Frei Población La Patria
Los Reservistas Colegio de Técnicos
Entre todas estas cuadrillas de voluntarios se
agrupaba un promedio de 200 personas.
Visto el entusiasmo emprendedor de estos
tocopillanos a las autoridades sólo les restó
sumarse y colaborar. Alfredo Castillo, Gobernador
de la época, señaló que en comunicaciones con La
Moneda se le dio a conocer al Presidente Eduardo
Frei la labor comunitaria que se estaba realizando,
lo cual llevó a que Frei Montalva visitara la ciudad
de modo sorpresivo. Lo más importante de su
visita fue gestionar la maquinaria pesada tan
necesaria para esta misión, maquinaria que dispuso
la empresa Longhi.
La tarea era dura, Punta Paquica representó un serio
desafío, como así también, el propósito de lograr
avanzar en el sector llamado Urco Chico.
33. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
32
Organizadores del Comando Costero.
Stoyan Vucina Nello Barnao Vicente Lara Rubén Aracena Juan Sepúlveda
Carlos Araya Carlos Medina Alfredo Castillo Santiago Gajardo Armando Muñoz
Pablo Allende Carlos Rivera Carlos Begliomini Jacobo Jackson Carlos Pérez
Antonio Segura Pedro Villegas Francisco Montero Jaime Larraín
El mentado Comando Costero fundado en el año 1968.
Con el correr de los meses y años, el camino se
estaba configurando, iba tomando forma aún
dentro de su peligrosidad. En ese contexto, en
Iquique también se había conformado algunas
cuadrillas. Produciéndose el encuentro entre los
dos conglomerados de voluntarios. Este proceso
culminaría, preliminarmente, el 14 de junio de
1971, cuando algunos integrantes partieron desde
Tocopilla en tres vehículos: un taxi, una citroneta y
una camioneta Ford. Luego, “¡Al fin Río Loa!...”. La
34. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
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hazaña se cumplía al atravesarlo. Venían los
abrazos sumergidos en el río, la emoción los
dominaba empapados. El primero en atravesar el
caudal del rio Loa fue la citroneta de Armando
Muñoz. Nos cuentan que todos gritaban de
emoción, la alegría era indescriptible. Después
pasó el taxi, luego la camioneta, finalmente el bus.
Se iniciaba el viaje a Iquique, la emoción y las
banderas de Chile colmaban los vehículos.
Fotografía siguiente: el Comando Costero cruzando en el río
Loa, 14 de junio de 1971.
36. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
35
Comercio 1960-70 Librería Boza Casa Karlina
Librería Cervantes El Chilenito Sastrería Mendoza
Casa María Luisa Casa Hafón Casa América
Silvio Schiappacasse Casa Ukrania Estrella de Chile
Casa Del Lago Bazar de Liquidaciones Fuente de Soda María Elena
Casa Rusín Textil Sarita Casa Gutiérrez
Perfumería Thelma Farmacia Moderna Casa Real
Alfredo Gin Casa Bombardiere Casa Paredes
La Económica La Coyina Casa La Victoria
El Porvenir Casa Hafón Casa Guerra
La Venus La Sin Rival La Ideal
Librería Cervantes Almacén Sepúlveda Casa América
Radio Landia Feria del Libro Estrella de Chile
Casa Rivadeneira Casa Patricia Casa Poblete
RCA Víctor Adolfo Chau Almacén Rosales
Almacén Bolívar Casa Aldevar Farmacia Inglesa
Casa Paterakis, Olda de Dreyer Pastelería Shanghái
La Mundial Casa Anthony Casa El Molino Rojo
Andacollo Tienda La Perla
Por otra parte, en el año 1960 se había iniciado la
ampliación del acueducto del agua potable. Era
considerada una obra relevante para la ciudad
porque permitió obtener un aumento del 50% en
el caudal de agua potable. La ciudad, hasta un
poco antes de ese proyecto, sólo recibía 2.400
metros cúbicos. Para ello hubo que instalar una
tubería que trasladase el agua desde Ayquina
hasta los estanques de Colupo.
Dos años más tarde, en 1962, la Cámara de
Comercio de Tocopilla se convierte en una
institución promotora de la extensión de la Zona
Franca Industrial de Iquique hasta la Provincia
de Antofagasta. Para ello, enviaron cartas con la
37. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
36
solicitud al intendente de la Provincia de
Tarapacá, del mismo modo en sus solicitudes
estaba la idea de poder gestionar la visita a dicha
provincia en conjunto con el llamado Centro del
Progreso de Tocopilla. De todas maneras, la
oposición de la Cámara de Comercio de Iquique
frenó los deseos de Tocopilla.
En el mismo año, la ampliación de la pista de
Barriles fue una expectativa comunal fruto de las
ideas de “progreso”. Por ella, ante el aumento de
la demanda, la pista de aterrizaje de Barriles
requería ciertos arreglos, los cuales pasaban
netamente por ampliar su longitud de 1.200
metros a 1600, siendo preciso un ancho de 30
metros. El Alcalde Julio Fernández, quien había
tomado la idea de su antecesor Óscar Varela
Hidalgo, mencionaba en La Prensa de Tocopilla -
15 de enero 1962- que: “la prolongación debe consistir
en 414 metros precisos, pavimentados, además de un
ancho de 60 metros por ambos lados en la misma
prolongación, pero sin pavimento, quedando en un total de
1614 metros cubiertos con asfalto”.6
6 El Acta Municipal del 16 enero de 1962, indicaba que la
inspección estaría a cargo del Ministerio de Obras Públicas
y que los costos no superarían los E° 84.000. La empresa
En 1966, Tocopilla manifestaba algunos
problemas viales, es especial en la calle Sucre,
una arteria con infinidades de problemas,
especialmente surgidos por su carácter de doble
vía. Aún así, estaba permitido estacionar en
ambos costados, tanto de ida como de venida,
ocasionando problemas a cada momento en el
tránsito de camiones, autos y micros. Los
reclamos iban en la dirección de sancionar el
doble estacionamiento y las solicitudes para que
fuese de una sola vía. Situación que se estableció
en los años siguientes.
En 1968, la planta pesquera San Pedro reinicia
sus labores pero esta vez a través de Pesqueras
Unidas. La planta vino a reabrir subsanando el
problema del desempleo. Pero también influiría
en el poblamiento que se estaba consolidando en
los márgenes urbanos al norte de Tocopilla.
contratista de Nicolás Acle, contrataría a medio centenar
de trabajadores.
38. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
37
Expansión urbana de Tocopilla en los distintos periodos de su historia. Elaboración de José Aguirre Hidalgo.
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Las Tres Marías & Pacífico Norte
38
CAPÍTULO 2
Orígenes barriales
. .
. .
40. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
39
LAS TRES MARÍAS
Entre Corrales y Balnearios
Hasta la década del cincuenta, toda la basura
recolectada en la ciudad era lanzada directamente
hacia el mar. Cerca del molo en el cual se vertía la
basura y escombros, existía un pequeño caserío
con corralones destinados a la crianza de cerdos.
El buen olfato de los animales, los periodos en
celos, además de la precariedad de los corrales,
influían a que los cerdos rompiesen las tablas y se
fugaran hacia el sector en donde era arrojada la
basura. El sector comenzó a ser llamado como la
Playa de los Chanchos.
“Los criaderos de cerdos estaban en el terreno en donde se
instaló después la Pesquera Coloso. Había una playa que
le decían la Playa de los Chanchos. El primer criadero
estaba ahí. En ese antiguo sector estuvo un señor al que le
decían Nene, su apellido era Acuña. Era ex funcionario
del Comando de Defensa de Costa. Él comenzó criando
chanchos, posteriormente llegó el señor Vega, quien murió
después en un accidente cerca de las pesqueras. Y después
llegó mi abuelo, Nicolás Bacho”. Nos cuenta Antonio
López Bacho, antiguo residente del sector y ex
criador de cerdos.
41. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
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Antiguo molo usado para verter la basura tocopillana hacia el mar, un poco más al norte se hallaban los pequeños corrales con cerdos.
López Bacho, sobre su abuelo, agrega: “Él era de
la zona central y llegó a Antofagasta trabajando en el
hipódromo, era jinete y criador de caballos. Estuvo sólo un
par de años pero, le gustaba Tocopilla; se hizo de un
capital corriendo caballos y remató una yegua y con ese
capital se vino en caballo desde Antofagasta a Tocopilla,
eso fue en los finales del treinta”. Bacho, el jinete,
dedicado al flete de carbón en carreta, decidió ir
a vivir en el pequeño caserío, cercano a la Playa de
los Chanchos. “Empezó a trabajar como fletero con una
carreta junto al curco Frías, trabajaban en el puerto y
llevaban las cosas a los almacenes y negocios de Tocopilla,
principalmente llevaban carbón a varias partes de
Tocopilla. Con la plata que juntó se compró animales y se
vino al sector de la Playa de los Chanchos”.
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Las Tres Marías & Pacífico Norte
41
Sector al norte del molo conocido como Playa de los Chanchos, lugar de los primeros corrales que a la postre darían vida a la población
Las Tres Marías. Gran parte del antiguo sector ha sido invadido por los rellenos.
Fue en el año 1955 el momento en que comienza
el traslado paulatino del vertedero tocopillano, ya
no era posible derramar todos los desperdicios
hacia el mar, acción que se realizaba en las
cercanías del Matadero Municipal en la Costanera.
Influía en ello temas sanitarios y la expansión
urbana que se estaba llevando a cabo en la mitad
del siglo XX. Por tales motivos el vertedero es
erradicado hacia el norte siguiendo la línea de la
costa, distando un par de kilómetros del
vertedero original.
43. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
42
Al transcurrir de los años fue surgiendo un
pequeño poblamiento en las periferias del
vertedero. Los recolectores y los nuevos vecinos
con vocación de crianza de animales fueron
dando paso al pequeño villorrio. Influyó además
la erradicación del sector de la Playa de los
Chanchos por la instalación de la industria
pesquera.
Sin duda que este proceso de poblamiento no
escapaba a lo que venía sucediendo en la región a
contar de la década del sesenta. Periodo en que
se vivía un empoderamiento popular frente a los
terrenos eriazos. Era el desarrollo de un
movimiento poblacional entendido como una
movilización de reivindicación urbana.
El poblamiento del sector aledaño al vertedero
impulsa a otros procesos de ocupación espacial
por parte de vecinos sin casa, por ejemplo la
conformación de la población La Patria. En
ambos sectores comienza la instalación de
algunas viviendas informales en base a cartones,
calaminas, cholguanes y latones, desechos, trozos
y maderas que servían para alcanzar el sueño de
la casa propia. La Población La Patria consolida
su poblamiento en 1967.
La toma de terrenos en Tocopilla no es aislada
porque surge en un contexto en donde el
problema de la vivienda era el centro de la
problemática social de ese entonces, en la medida
que se saturaba el “conventillo” o los cites y se
reproducían las ocupaciones espontáneas de
tierras en desuso, lo que se conoció con el
nombre de Poblaciones Callampas.
La toma de terrenos en Tocopilla puede ser vista
como acción colectiva organizada pero también
como iniciativa individual, significó en la práctica
una fractura radical con las lógicas institucionales
y con el principio fundamental de las
democracias liberales: la propiedad. De hecho, la
acción directa que caracteriza a la toma, es
portadora de una legitimidad basada en la
necesidad y en la noción de derecho a la vivienda
o un espacio para el trabajo, situándolo como un
acto basado en la justicia social.
Cabe indicar que, en una toma de terreno, es el
valor de uso del territorio el que prevalece por
sobre el valor de cambio que posee la propiedad
de la tierra.
44. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
43
La toma en La Patria7
y el sector de las chancherías
y luego en Caleta Vieja y Remanso que
colindaban con el vertedero y que luego derivó
en Las Tres Marías, permitió visualizar a un actor
social que hasta ese momento ni siquiera era
considerado como existente en el espacio público
local y regional, por lo que también estaba fuera
del radio de acción de los partidos políticos de
izquierda, que orientaban su praxis esencialmente
al sector obrero. Con la toma, los pobladores
irrumpen como sujetos sociales capaces de
remecer y desbordar la institucionalidad vigente,
demostrando que no sólo estaban preparados
para enfrentar directamente al Estado, sino que
sobre todo podían tomarse las soluciones y
construir sus propias alternativas. Aprovechando
de extender el radio espacial de lo tocopillano.
Una vez que son erradicados los vecinos desde la
Playa de los Chanchos, se ubican en las cercanías de
Caleta Vieja y playa Remanso.
7 En el caso de la población La Patria, la ocupación de este
espacio fue previo al terremoto de 1967. Sin embargo,
como efecto de este terremoto, comenzó a crecer esta
trama urbana con la llegada de nuevos pobladores, lo que
impulsó a que en el año 1968, se estableciera la primera
Junta de Vecinos.
46. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
45
En la búsqueda de los primeros habitantes del
nuevo sector que sería conocido como Las Tres
Marías, según lo indicado en las actas de
reuniones de la Junta de Vecinos, desde los
finales de la década sesenta hallamos los nombres
de Juan Crisólogo Peralta, en 1970; Jesús
Campillay, en 1972; Fernando Gallegos Álvarez,
Inés Contreras Cortes, Liria Gallegos Contreras,
Orlando del Rosario Pizarro, Juana Peña
Esquivel, Sofía del Rosario Pizarro Peña, Ernesto
Guerra Izarrauldez, Verónica Guerra Muñoz,
Juan Villalobos, Guillermo Mondaca, Oscar
Varas y Mario Covarrubias. Todos ellos
avocados a la crianza de animales de corral.
En el acta de reuniones de la Junta de Vecinos de
la población, con fecha del 24 de noviembre de
1997, se deja constancia de la intervención del
señor Abel Vásquez, uno de los socios más
antiguos. En la ocasión recordó el esfuerzo
desplegado a la hora de constituir el nuevo
barrio. El vecino expuso: “Agradezco la valiosa
cooperación del alcalde de la época Sr. Marco De la
Vega, 8
solicitando máquinas pesadas y camiones para
abrir camino, posteriormente todos los vecinos se ayudaban
entre ellos a levantar sus mejoras y corrales, para
posteriormente trasladar los animales al sitio en donde se
encuentran hoy cada uno de los socios”.
El rol de Marco de la Vega tiene que ver con
cierta legitimación que adquiere el poblamiento,
muchas veces discriminado y negado por el resto
de los alcaldes que antecedieron a De la Vega.
Gracias a esta autoridad la vialidad es mejorada,
facilitando una mejora en los accesos al sector.
Los antiguos vecinos recuerdan la generosidad y
la atención desplegada por este alcalde
comunista.
Los criaderos poseían cerdos, burros, chivos,
cabras, ovejas y algunos caballos. Éstos, fueron
configurando un grupo de corrales y un caserío.
Los cerdos, sin duda, eran los que predominaban
en la crianza y en la venta de sus carnes.
8 Alcalde de Tocopilla entre el 16 de mayo de 1971 y el 14
de octubre de 1973, alcalde que fue asesinado por los
militares en pleno ejercicio de su cargo.
48. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
47
Poco a poco las labores de crianza fueron
ampliando la población animal y también la
población humana. Los tocopillanos “del
centro”, los urbanos, ya mencionaban o se referían
al sector como El Corral de los Chanchos,
Chanchilandia, Las chancherías, el Sector de los Corrales
o simplemente lo llamaban El Basural. Los
vecinos, los residentes del nuevo barrio, le
llamaban Las Tres Marías. Comenzaba la
diversificación de las labores de habitantes:
destinados a la crianza y otro grupo destinado a
labores de recolección de latas, cartones, vidrios,
fierros, etc. En fin, todo tipo de materiales que
pudiesen ser comercializados o reciclados.
No era difícil llegar, no obstante ser considerado
un barrio conformado por pocilgas y barracas,
entre corrales y un basural, se fue conformando y
consolidando un barrio no agradable para los
sentidos visuales ni olfativos. Era considerado el
peor lugar de Tocopilla. La cotidianidad era
descrita por las moscas, por caminos de tierras
polvorientos, olores fuertes, jotes, gaviotas,
perros bravos agrupados, una estética
deprimente, una pobreza explícita y extrema. De
personas quemadas por el sol bravo. De rostros
con surcos expandidos que expresaban el
esfuerzo y la dureza de las labores.
No se contaba con alcantarillado ni con
electricidad. Redundaban condiciones higiénicas
poco saludables. El municipio era el encargado
de proporcionar agua potable cada dos o tres
veces por semana.
El sector descrito, al norte de las pesqueras, era
un lugar apartado, mal mirado por los
tocopillanos. Un distrito considerado insalubre y
pestilente. En donde la dependencia con la
basura comenzaba a tomar terreno. Un lugar que
era prácticamente invisible para el resto de la
ciudadanía: nunca visitado por autoridades ni
menos por los ciudadanos. Ocasionalmente, al
momento en que había que botar algo de modo
urgente, los tocopillanos, los urbanos, realizaban
“un esfuerzo” para llegar al sector atiborrado por
casuchas de latas, cartones, cholguanes
disparejos, calaminas oxidadas y puertas
pequeñas. Autos abandonados y una gran
cantidad de carrocerías que repletaban el
estrecho pasaje.
49. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
48
El Corral de los Chanchos era un lugar conocido a lo
lejos, distante en lo geográfico y relatado desde la
percepción de discriminación practicada por los
tocopillanos. No obstante, la venta de carne de
cerdos era un buen negocio para algunos
emprendedores, en ese sentido no se practicaba
la discriminación con el origen de los cerdos a la
hora de venderlos en la ciudad.
Día a día, mañana a mañana, desde los principios
de la década del setenta, se veía por las calles
tocopillanas a un hombre montado sobre una
carreta tirada por burros, era El Espía: el
recolector de desperdicios alimentarios de
restaurantes, almacenes y casas locales.
La recolección se iniciaba por la Costanera, luego
por calle Sucre hasta San Martín, inmediatamente
por calle Prat, subiendo en algunas ocasiones a la
calle 21 de Mayo. Lo recolectado era para
alimentar a los chanchos y cabríos.
El popular personaje se llamó Orlando del
Rosario Pizarro, llegó desde el sur cuando era
muy joven, ingresó a trabajar como matarife al
Matadero Municipal, ubicado en la actual avenida
Teniente Merino, sector de la Costanera. Una vez
cerrado el conspicuo matadero, lugar al que
llegaban los toros y vacas que bajaban por la
Huella Tres Puntas, El Espía tuvo que
reconvertir su vida laboral y decidió retomar el
oficio de criador de animales. Se dirigió al sector
de Las Tres Marías.
50. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
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Orlando del Rosario Pizarro, “El Espía”, en uno de sus constantes recolecciones mañaneras de alimentos desechados en los
restaurantes y hogares tocopillanos.
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Las Tres Marías & Pacífico Norte
50
El caso de Pedro Lorca, dueño del restaurant “El
Zepelín” ubicado en calle Sucre esquina Dolores,
representa la historia de los criadores y
comerciantes que, con labores simultaneas,
dieron el impulso a este sector.
“Mi tío Pedro, criaba chanchos muy cerca de Caleta
Vieja. Cuando traía los chanchos y los mataba con un
cuchillo al cuello, se preparaban arrollados, perniles, queso
de cabeza…había un ayudante en el restaurant el
Moncho, era el ayudante para matar los chanchos, mi tía,
por mientras picaba la cebolla, comino y ajo y con las
tripas hacían prietas. Separaban la grasa, los pedazos de
carne de cerdo, y con zanahorias, cebollas y luego lo
cocinaban en fondos grandes (…) También vendía los
costillares, pocas veces vendía chanchos vivos. Para las
fiestas mataba 5 o 6 chanchos. Cocinaban tantos fondos
grandes para la mucha gente que iba al restaurant.” Nos
relata Ana Pérez Merello, sobrina del
comerciante y criador Pedro Lorca.
Lorca fue otro de los precursores en la crianza de
cerdos en los inicios de la década del sesenta. “Él
partió criando en Caleta Vieja, después en una mina y
finalmente en un sector cerca de La Piedra del Elefante”
nos indica la Sra. Pérez. Los relatos sobre el
restaurant nos revelan el éxito del negocio: “iba
mucha gente, y para el 18’ se hacía una ramada grande,
la ramada El Zepelín, todos iban a comer chanchos…”
nos testifica Myriam Fernández, vecina del
restaurant.
La especialización en venta de cerdos, hizo que el
negocio se ampliara. “Había una cantina, un comedor
y un salón grande para las ramadas”, señala Ana.
Al igual que Pizarro (El Espía) Pedro Lorca
también era un recolector de desperdicios para
alimentar a los marranos: “Mi tío conseguía la
comida en algunos almacenes cercanos, como en La
Laurita, (ubicado frente al restaurant) en el almacén
Barraza en la avenida Diagonal, además compraba en
sacos el afrecho (…) llenaban un tambor y metían todo
ahí, afrecho y restos de comidas, luego con su cacharro se
iban al corral, siempre después de almuerzo y con una
pala se distribuía adentro. Él tenía más de 50 chanchos
y el corral era bien grande. A su ayudante le faltaba una
pierna y cuidaba los chanchos, él le avisaba cuándo iban a
parir las chanchas, a veces una chancha paría 10, 13,
hasta 15 chanchos!”, testimonia la sobrina Ana,
quien además dice que Pedro Lorca era conocido
en Tocopilla como el “caballero de los
chanchos”;; paulatinamente en los finales de las
década del setenta, la crianza incorporó a gallinas,
52. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
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cuyes y conejos. Según el relato de los familiares,
las labores de Lorca, fueron aprendidas en su
tierra de origen, en el sector de La Rinconada, en
Calle Larga, cerca de la ciudad de Los Andes.
“Yo nací en Taltal y de ahí me vine a Tocopilla, a las
chancherías, llegué en el año 1965, en ese tiempo tiraban
la basura de Tocopilla al sur de Caleta Vieja.” Nos
cuenta Mario Covarrubias, el vecino más antiguo
de la población. En su decir nos indica que el
sector era habitado por varios pescadores y
también mariscadores, además de las personas
dedicadas a la crianza de chanchos. “Había harta
tranquilidad y harto espacio, teníamos terrenos grandes,
casi de 50 metros de largo por 20 metros de ancho (…)
Comenzamos a criar chanchos y llegué a tener hasta 60,
mi casa parecía un zoológico porque tenía hartos
animales: pichones, burros, gallinas, patos, perros,
chanchos, cabritas. Vendíamos harto para las fiestas,
como para el 18 de septiembre, para el 21 de mayo, para
los Año Nuevo, para el día del minero el 10 de agosto.
La gente sabía que vendíamos, pero vendíamos a la mala,
porque nos decían que el único autorizado para vender
chanchos y otros animales era el Matadero, siempre nos
amenazaban con las multas, pero nunca me multaron.”
A la hora de recolectar comida, Mario
Covarrubias usaba un vehículo y como forma de
agradecimiento, siempre a sus colaboradores les
regalaba un chancho para las Fiestas Patrias.
El balneario Caleta Vieja era visitado con una
gran afluencia en las década del sesenta. Había un
restaurant en donde también se jugaba póker y se
realizaban algunas fiestas. “En Caleta Vieja, había
un restaurant y cantaba la Irene Farfán, todos los
domingos iba mucha gente a almorzar allá, y después se
iban a la playa y algunos se iban a mirar los chanchos.
El local era rústico pero, la playa era bonita. Endesa
celebraba la navidad allá para los hijos de los empleados,
allá se entregaban los regalos, entonces tan malo no era
(…) Para los 18 de septiembre, mi papi también nos
llevaba (…) Cuando uno comía chancho, teníamos miedo
de tomar agua” indica Ana Pérez.
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Las Tres Marías & Pacífico Norte
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Animitas en Caleta Vieja.
“El restaurant tenía una pista de baile, medía cerca de
50 metros de largo por 30 metros de ancho
aproximadamente. Tenía, además de la cocinería,
alojamiento y unos corrales de caballos y burros. Funcionó
hasta 1975. Cuando llegaron las pesqueras, al menos con
la Guanaye, se mató el restaurant y también la playa.
Usted sabe que aquí manda el billete.” Indica Sidney
Covarrubias.
Fotografía siguiente: parroquianos del restaurant de Caleta Vieja
jugando póker en los principios de la década del 70.
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Las Tres Marías & Pacífico Norte
54
Para las Fiestas Patrias, Año Nuevo, cumpleaños,
o todo tipo de fiestas en empresas locales, la
concurrencia al corral era una habitualidad. “A
veces los chanchos salían muy grasientos, uno le daba un
corte, y se notaba que la capa de grasa era tres o cuatro
veces más gruesa que la carne (…) a veces se rifaban
chanchos en las ramadas del 18, con lotas o con otros
juegos y la gente jugaba para ganarse un chanchito…”
indica Myriam Fernández.
Por otra parte, Romualdo Gutiérrez Mardones,
nos cuenta: “yo llegué a Tocopilla en los años 70, venía
desde Villa Alegre. Cuando llegamos fuimos armando
una casita, una ruca, después nos pasaron una mediagua.
Comenzamos a traer tablitas del vertedero y armamos
algunas piezas. Tirábamos pompa con la mediagua,
porque la pusimos adelante. Llegamos a tener 45
chanchos y sábado por medio comíamos chancho asado.
Los chanchos los vendíamos por pedido. Uno de los
principales compradores era don Pedro de la carnicería La
Hacienda en calle 21 de Mayo frente al Supermercado
Colón. Ahí los vendíamos. A veces me daba dos kilos de
huesos con carne por la gentileza de venderle los chanchos.
(…) Comprábamos unos tambores con agua a 500 pesos.
Un vecino nos pasaba luz por debajo tierra y a él le
pagábamos una parte. Hicimos una franja. Cuando
llegamos en el sector vivía la viuda de un Carabinero, el
Rosamel, el Hugo, el “Chancho Seis”, el Covarrubias, la
Córchola, el Rojas, el López, en la esquina estaba el
dueño de una lavandería. La gente de Tocopilla miraban
mal, pero a la hora de comprar chanchos venían sin
ningún problema, le vendía a mucha gente, tenía mi
clientela. Uno se salvaba para el Año Nuevo y el 18 de
septiembre, nos iba re’ bien con las ventas”.
Hugo López, criador y matarife nos describe su
caso: “Llegué a los doce años, (1972) me fueron a
buscar a Coquimbo, Clemente Álvarez era mi abuelo, Él
me fue a buscar. Trajimos monturas, espuelas, lazos,
pencas, ramales, chicotes, vinimos a criar animales. Mi
abuelita iba desde Tocopilla a vender ropa, la cambiaba
por gallinas, quesos, charqui, la gente era muy pobre en
Coquimbo y en el sector de Pichasca, y se iba en tren.
Ella hacía trueque, por nueces, higos. Mi tío trabajaba en
el matadero, mi tío era El Espía”.
Hugo vivía en calle Esmeralda, a varios
kilómetros del corral. Pero su vida transcurría
entre el corral, el vertedero y el Matadero.
“Íbamos al matadero a buscar la sangre y los mondongos
y hacíamos prieta y las vendíamos en María Elena,
llegábamos hasta Vergara. Los criaderos de chanchos los
teníamos acá, cerca de las pesqueras, cerca del puente, en
56. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
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la conocida como Playa de los Chanchos, pero vivíamos en
otro lado. También era conocido como Caleta Vieja. Ahí
se amarraban los caballos de los Carabineros, estaba el
curco Frías, Huachicay, el cojo Robinson, y todos esos
tenían carretas, y nosotros teníamos burros e íbamos a
buscar en carretas las cervezas a la CCU para el
restaurant. Todos los domingos íbamos en grupo a la
playa. Llegaban hartas niñas lindas, íbamos a lagartear,
llegaban los de billete, hacían bailes. Era un salón grande
y lindo. Llegaban los pacos en caballo, los viejos que
venían de la pampa y Chuquicamata. También me
acuerdo que cantaba la Irene Farfán con orquesta. Los
domingos, mi abuelo y tíos se iban para allá. Cuando
cerró el local como que murió Caleta Vieja, la señora que
era cantante se iba a cantar a los cerros. Parece que no
estaba bien.”
Sobre la cotidianidad de Las Tres Marías, Hugo
señala: “el barrio era tranquilo, no pasaba nada. En la
población estaba la familia de los ‘Cocolas’, había otra
familia que vendían tragos, y cuando se iban a tomar nos
robaban los chanchos, mi tío, El Espía, andaba siempre
con un revolver y estuvo a punto de dispararle a uno. Pero
lo dejó ir no más con los chanchos(…) Poco a poco se
fueron cambiando las familias, (…) recuerdo al Guatón
Birrín, la señora Manuela, el señor Acuña, al Marrot, a
los Soto, quienes tenían moledora de huiro y metían harta
bulla. Al frente vivía Josefina y más allá la María Vega,
también la María Órdenes, la María Barraza con don
Sabino, el chato Luís Vásquez, que era boliviano; abajo
el papá de Rosa Castillo, el Marcelino, don Jesús, el
pajarito Covarrubias. Era un sólo pasaje y había una
bajada para Remanso y todos íbamos para allá y éramos
todos unidos. Hacíamos asados y prendíamos neumáticos
y comíamos en montoneras en las rocas de la playa.
Después se sumó la Magaly y el caballero, el Carvajal, un
viejito re’ choro que andaba con cuchillo en la cintura, lo
usaban pa’ trabajar, un cuchillo que era de un buen
acero, era bueno pa’ los matarifes”.
Hugo López en su locuaz relato exterioriza a
cada momento que siendo niño le tocaba trabajar
arduamente para colaborar con la familia. A
cambio recibía zapatos plásticos, no veía el
dinero. Las labores se mezclaban entre el
vertedero y la crianza. “Mi tío El Espía se levantaba
a las cinco de la mañana y llegó a tener hasta 300
chanchos por eso se iba temprano al pueblo con los burros,
para recolectar más comida, cuando llegaba jugaba
rayuelas todas las noches con los vecinos, porque no había
nada más qué hacer, y cuando llegaban los camiones –al
vertedero- se hacían asados, se instalaba un catre y rico
el asado y al día siguiente todos a trabajar. A veces nos
íbamos a sacar mariscos entre niños y adultos”.
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Las Tres Marías & Pacífico Norte
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“El barrio era tranquilo y nos ayudábamos entre todos.
Cuando llegaba alguien, lo acomodábamos y le dábamos
algún espacio y montábamos las casas. Todo era por
amistad. Cuando la ventas estaban malas, el mar
salvaba, porque nos íbamos a sacar maricos y hartos
pescados. Había harto marisco y pescado, no como
ahora.” Comenta Mario Covarrubias.
La crianza de cerdos iba forjando una identidad barrial en el pequeño caserío al norte de la ciudad.
Otros datos referidos a la cotidianidad de antaño
son indicados por Sidney Covarrubias, nacido en
1957 y criado en el sector, nos remite a la
importancia de la efemérides en cuanto a la
influencia en la venta de cerdos: “Las fiestas eran
buenas porque se mataba y se vendía hartos chanchos.
Todos los chanchos que pesaban más de 15 kilos, los
vendíamos.” Del mismo modo recuerda: “veíamos
58. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
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hartas cosas por acá, por ejemplo todos los días venían
muchos niños a cachurear, venían desde el pueblo -
Tocopilla- y como pasaban todo el día acá, mi papá los
llamaba y les daba comida a todos, siempre había en la
mesa entre 10 a 20 cabros (niños). O también con los
cabros de la población cuando fue el golpe (1973),
escuchábamos siempre hartos balazos en la noche. Los
pacos venían con los presos y le decían que arrancaran y
justo cuando comenzaban a correr, los pacos les
disparaban en la espalda. Nadie se metía.”
A la hora de preguntar por la toponimia, Hugo
López nos dice: “La población se llama Las Tres
Marías, porque había tres Marías, tres señoras: la María
Vega, María Órdenes y María Barraza. Eran vecinas,
estaban frente a frente en el barrio y formaban una especie
de triangulo.” Este dato lo corrobora Covarrubias,
quien llegó en 1965 al sector de las chancherías.
Antonio López Bacho llegó en el año 1978,
indica que era un campamento de extrema
pobreza, y que las casas eran construidas con
material reciclado, generalmente extraído del
vertedero, “esta gente era muy mal mirada”. Luego
agrega: “traje a mi padre que quería seguir la tradición
de mi abuelo, mi padre fue bueno para los caballos, y
siempre quiso tener un terreno en Las Tres Marías,
trabajó en la Anglo Lautaro. Le compró un terreno a la
María Pérez, hija del dueño del bar El Radical, le
compró los animales también (…) Decir que esto era una
población era para no tratar mal a la gente, porque era en
realidad un campamento, no teníamos agua potable, se le
pedía al municipio, se demoraban, a veces no llegaba,
teníamos poca luz, Marco de la Vega hizo un camino,
pero una entrada no más, mandó una máquina pero eso
no más. Y cuando llegué ya había 70 personas, lo digo
porque fui dirigente vecinal, entonces tenía todos los
datos.”
Sobre algunos personajes, muchos recuerdan al
famoso Roto de la Mula, quien ha quedado
inmortalizado en la memoria colectiva de los
antiguos vecinos. Se llamaba Manuel Vergara
Gaete, de contextura gruesa y de baja estatura,
conocido por haber pertenecido al equipo de box
de la Armada, espacio que le brindó pintoresca
fama local. Fue allí en donde adquirió el apodo,
tanto por sus raíces campesinas como para
diferenciarlo de los otros púgiles, cuyo origen
también era rural. Recuerdan que “pegaba como una
mula”, por lo que se consolidó en la memoria
tocopillana como El Roto de la Mula.
59. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
58
La fama de este personaje vistoso surgió el 25 de
julio de 1940, momento en que vino el gran
aluvión: el gigante lodazal arrasó con todo, sin
diferencia entre objetos y vidas humanas.
Muchos cuerpos fueron depositados después de
un largo arrastre en el mar. Este valiente hombre
habría rescatado los cuerpos desde el turbio mar,
sacando alrededor de 13 muertos de la playa,
luchando contra la oscuridad y con la bravura
marítima. Se configuró así una leyenda y un
heroísmo sin antecedentes en Tocopilla, siendo
este boxeador el protagonista, y su repetida frase:
“Yo soy el Rotito de la Mula, campeón de Chile y de
Caleta de Vieja”, se hizo cada día más famosa.
Era un personaje ermitaño, “el Roto de la Mula se
hizo un ruco -pequeña casa-. El viejito se las
machucaba para vivir, se las rebuscaba, pero le gustaba
estar solo, era tranquilo”, comenta Mario
Covarrubias. Su hijo, Sidney agrega: “Al Roto de la
Mula yo también lo conocí, era un viejo chico que usaba
un canasto de palta en la espalda cubierto con un saco de
arpilleras. Había sido boxeador. El vivía entre Caleta
Vieja y Remanso”.
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CAPÍTULO 3
La cultura del cachureo
. .
. .
61. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
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RECOLECTORES DE RESIDUOS
El recibimiento de pobladores que destinaron sus
energías a la recolección de basura, fue
paulatinamente caracterizando al nuevo núcleo
habitacional. El trabajo de los moradores se
dividía entre los tipos de materiales por
recolectar en el basural. Eran los que en terreno
esperaban que llegase el camión municipal para
verter lo recolectado por las calles tocopillanas,
depositarias de los desperdicios domésticos. Una
vez que ellos y ellas escarbaron en la basura, el
turno era traspasado a los perros, luego llegaban
los jotes y finalmente las gaviotas. Una secuencia
de trabajo y relación ambiental repartida entre
hombres, mujeres, animales y aves.
Los cartoneros recibían pingues ganancias por la
recolección, lo mismo podían decir los
recolectores de latas y plásticos. Los objetos
encontrados que ostentaban algún valor, eran
vendidos en algunas casas de la población
tocopillana. Usualmente, los compradores
desconocían el origen de los objetos.
La población de Las Tres Marías estaba
compuesta por una decena de casas que
constantemente acumulaban en sus afueras, en
sus fachadas, todo tipo de materiales y objetos:
neumáticos, latones, carrocerías, sillones, restos
de muebles, etc., sentían que eran parte de un
grupo que tenía una labor importante para la
ciudad en cuanto a la recepción de los
desperdicios que la misma localidad producía.
Ciertas narraciones indican que, para algunos, no
era problema comer lo que llegaba. “A veces
llegaban productos frescos que quizás por equivocación los
habían botado. También había cosas del Supermercado
Colón que habían botado, pero estaban vencidos hace
pocos días…algunos se los llevaban y los consumían” nos
relata un vecino. “A veces los perros nos quitaban los
alimentos que llegaban buenos…estaban todos muy
gorditos”.
“En el basural, como usted puede imaginar, llega de todo,
y siempre nos encontrábamos hartas cosas valiosas. Oro,
hartas joyas, ‘teles’ que estaban buenas, ropa ma’ o
meno’, hasta plata, pero también perros muertos dentro de
62. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
61
bolsas. Sabíamos al tiro cuando venía un perro muerto
porque apenas llegaba el camión y tiraba las basuras, los
jotes se tiraban directo a la bolsa y había que esperar que
se lo mandaran al buche.”
Sin duda que toda la recolección vinculada con la
comida, al presentar un buen aspecto, era
destinada a la alimentación de los chanchos. Una
vez que se veían gordos, un golpe de palo en la
cabeza los aturdía y alojaban ferozmente el
cuchillo cerca del cuello. Este procedimiento era
usual para evitar los estridentes gritos de chancho.
La señora Alicia Rojas, tocopillana nacida en
1942, nos relata su historia de vida relacionada
por muchos años al vertedero. “Me dedicaba al
basural desde muchos años, antes de los años ochenta,
sacábamos cosas y vendíamos los diarios, el cartón, la
ropa (…) Yo vivía en calle San Martín y mi hijo vendía
la ropa, pal pueblo, él también vendía la chatarra. Pero el
año 94 decidí venirme a vivir cerca del vertedero, y era
buena la pega ahí. Le dije a mi viejo que nos viniésemos
para acá, trajimos todas las cosas desde la calle San
Martin, llegué con mi hija y mis hijos Juan Esteban,
Eduardo y Yerko. Me vine y después la casa se quemó.
Mis niños me ayudaban con los cartones y junto a mi
esposo comenzamos a criar chanchos y empezó a juntar
plata para poner luz, antes usábamos sólo chonchones. Yo
comía del basural, no me da vergüenza decirlo, es más feo
que me digan que soy fumona. Y todo lo que tengo es
gracias al basural, tengo ropa de cama, frazadas,
sabanas, no necesito comprar nada en una tienda. Los
pollos congelados venían re’ buenos. Llegaba un camión de
la Chilex (CODELCO) y yo como estaba ágil y más
alentada, nos subíamos al camión no más. Las ricachonas
botaban todo. Los pollos venían buenos, los fiambres, los
quesos, nos regodeábamos con los fiambres junto a mi
compañeras, la Lucha y la Inés… éramos una cuadrilla y
traíamos las cositas. Llenábamos sacos y nadie decía
nada, ni por nuestras ropas, ni de cómo veníamos. Yo iba
con la niña los sábados y domingos, porque los otros días
iba a la escuela. No comprábamos ni té y bastaba sólo
una vuelta y teníamos la olla parada, era bonita la vida
de antes. Yo iba todos los días, desde la mañana
temprano hasta las dos de la tarde. Mi esposo me hizo
una ducha, un espacio cubierto con sabanas viejas. Lo
complicado era esperar a los camiones y estar bajo el sol.
El ‘Chico de las Pecas’, quien vivía en el vertedero nos
daba té mientras esperábamos a los camiones y nos decía
como chiste ‘disculpe por las moscas’. Llegábamos con un
carretón lleno de latas de cervezas, después la
aplastábamos y llenábamos los sacos. Era, junto al cobre,
63. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
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lo que más monedas nos daba. Ahora no pasa nada. Era
bonita la vida del basural, nadie era atrevido. Nadie nos
impedía trabajar. Ahora es otra cosa, cambió totalmente,
han llegado personas nuevas, pero todos en el vicio de la
droga”.
Fotografía siguiente: pequeña aldea en el basural, datada desde los
orígenes del vertedero.
65. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
64
El conmovedor relato de Alicia nos remite a un
lugar que manifiesta cierta tranquilidad para
trabajar. La melancolía de un pasado mejor es
clara y del mismo modo la naturalización o
normalización que adquieren ciertas prácticas
están expuestas en sus dichos: comer desde la
basura, temas relativos al olor, a la cantidad de
moscas, etc. El cambio de generación de los
recicladores conlleva según el relato de Alicia y
de otros vecinos, un cambio de comportamiento
interpretado como negativo. Se cruza la droga y
la violencia que trae aparejada. “Acá todos trabajan
pa` comprarse sus cositas pa’ fumar, son todos voladitos”,
nos revela un funcionario municipal en el vertedero”.
Reitera Alicia.
El vertedero era visto como un lugar en donde la
suerte era el evento que, marcado por el hallazgo
de materiales valiosos, determinaba ciertas
cualidades personales en los trabajadores y
determinaba lo que podría venir durante el día.
Hallar joyas era signo de buena suerte en un
ritualidad del cachureo, que entre otros sucesos
era la expresión de una paciencia en la búsqueda.
“Uno encontraba muchas cosas, me encontré, con mucha
suerte, una pulsera de oro y me saqué hasta una foto. Me
encontré un anillo, por partes y luego lo armé. Había
cosas buenas: muebles, utensilios, me encontraba retratos,
adornos, cuadritos. Cuando mi hijo encontraba comidas
buenas se las traía, si estaba mala se la dábamos a los
chanchos. La ropa la vendíamos en el topless El Trece,
frente al cementerio. A mi hijo, al que le decían Pelao’
Truiki, le iba re bien con las ventas, tenía harta suerte
para vender”. Indica Alicia Rojas.
La ansiedad constante de encontrar elementos,
artefactos o joyas en buen estado, marcaba la
cotidianidad en el basurero comunal. El indagar,
el rebuscar, el hurgar dentro de montañas de
desperdicios daba pie a ciertas experticias a la
hora de querer hallar determinados materiales.
Sidney Covarrubias, remontándose a los finales
de los años setenta, evoca: “Había gente que
cachureaba de noche, me acuerdo de ‘El Mala’, quien
empezaba a trabajar en el vertedero a las 2 am, sólo se
alumbraba con la fogata, con el fuego que quemaba la
basura. El Chong a veces hacía lo mismo. Trabajaban
toda la noche. Cuando yo quería ganar más plata,
también me levantaba en la madrugada y me ponía a
cachurear. Aunque los camiones llegaban entre las 11 de
la mañana y las 2 de la tarde. Además el basural estaba
cerca, no estaba más allá de 50 metros del último corral”
66. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
65
nos comenta Sidney Covarrubias, quien agrega:
“A mi me servía cachurear porque así me armé una
bicicleta y podía ir a la escuela, antes me iba en la carreta
con mi madre”.
Por otra parte, toda esta dinámica del basural y la
población surgida, nos permite comprender la
segregación socioespacial surgida en tanto lógica de
distribución de los bienes y personas en el
espacio social y urbano, como es en el caso
tocopillano. En ese sentido, se instalan lógicas de
valorización propias del capital y del sistema
neoliberal. Midiéndose la “producción” en base a
cuerpos “disponibles” para ese tipo de trabajo.
Pero, ese carácter de “disponible” no es más que
la disposición impuesta por el sistema educativo
y económico, que según ciertas biografías, se han
separado de esos sistemas. Se cruza una especie
de agencia de grupos marginados ante un
determinante estructural. Grupos que ven en lo
que se vota, una posibilidad de ganancia, de
lucro, de vida.
En este tipo de trabajo, la recolección de
residuos, se expresa por la dejación de la
necesidad del aire puro, respirar bien deja de ser
una necesidad. Es un trabajo por el cual se paga a
través de la salud, es una renta corporal y mental
trabajar sobre la basura. Se hipoteca la vida y su
exposición a todo tipo de dramas biológicos y
sociales.
En estos trabajadores que siguen existiendo,
surge una paradoja: la basura, lo desechado, lo
muerto llega a ser un elemento vital, un espacio
de desenvolvimiento, de trabajar para vivir. Un
escenario hostil, caótico, que representa lo otro o
lo imposible de hacer. La vida útil de los objetos,
se acaba, pero surge la vitalidad de los elementos
una vez que son recuperados del basurero.
Germina un nuevo significado, otro punto de
partida desde lo semántico: ¿Qué es la basura?
¿Cuándo pasa a ser residuo? La basura se define
como “lo que ya no sirve”, frente al residuo que
es aquello que tiene posible uso posterior. Los
residuos se integran por desechos que pueden
volver a utilizarse, re-ciclarse, y por tanto, la
basura es aquello que no se reutiliza.
Evidentemente, esa definición de lo que es
basura y residuo, depende de las condiciones
técnicas y sociales que predominen en la
sociedad en ciertos momentos determinados.
67. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
66
Entonces, cada uno de estos trabajadores define,
en base a la apropiación de los objetos
“botados”, lo que se puede hacer o no, en tanto
ser que reflexiona. Podríamos preguntarnos, qué
es la basura y para quién lo es. Se privatiza la
basura y surge lo conocido como residuo.
Lo que llega al basural puede tener distintos
valores, pero también distintos significados. La
basura, según lo que contenga, adiciona a ese
significante de riesgo sanitario para la salud
pública y el ambiente, un carácter múltiple, sea
algo estético, como vector de contagio, como
fuente de ingreso, como pasatiempo, la
posibilidad de hallar algo que brinde una
oportunidad económica, o bien como espacio de
residencia, posibilidades que se cruzan en la
cultura del “cachureo”.
Los basurales por su naturaleza generan un
entorno de degradación en esencia, el cual afecta
evidentemente a las condiciones de vida de la
población que cotidianamente interactúa en estos
espacios. Sin duda que la residencia y trabajo en
un basural expone a los vecinos a un sinfín de
infecciones, porque un basural es un gran foco
de propagación de vectores epidemiológicos
cuyo nivel de peligrosidad está coligado al tipo y
cantidad de residuos dispuestos, a la capacidad de
biodegradación de los recursos ecológicos del
ambiente tales como el agua, aire y suelo, lo que
aumenta el grado de vulnerabilidad social de la
población, dada la precariedad habitacional, por
la manipulación de residuos en condiciones
insalubres, etc. Cuando hablamos de los
principales problemas acarreados en este sector
tocopillano, todos los relatos nos apuntan a las
plagas de moscas, de cucarachas, de ratones,
guarenes, etc. Todos ellos vectores o
transmisores de fiebre tifoidea, de disentería, de
diarrea infantil, de gastroenteritis, de infecciones
intestinales, de lepra.
La pobreza visada como cruda y chocante era lo
que identificaba al sitio desde la ciudad. Desde lo
lejos, siempre se avizoraba una humareda negra,
una nube eterna de humo sobre esta zona, el
trayecto que unía Tocopilla con Iquique tenía
como limite urbano estos tugurios.
José Peña Meza, Diputado en el año 1992,
comentaba en la Cámara Baja la situación de
68. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
67
marginalidad en la población Las Tres Marías9
indicando lo siguiente:
“Señor Presidente, por razones que no es del caso señalar,
el pasado fin de semana visité la comuna de Tocopilla.
Aparte de lo grato que puede significar conocer más
nuestro país, sobre todo la zona desértica, tan distinta de
aquella donde nací, la Novena Región, me vine
dramáticamente impresionado por la situación de pobreza
y marginalidad en que vive un importante sector urbano
de la comuna de Tocopilla, la población denominada Las
Tres Marías, donde no existe ningún tipo de saneamiento
y hasta falta el agua potable. Pido que se oficie a su
Excelencia el Presidente de la República, para que
instruya al Ministro de la Vivienda y Urbanismo, a fin
de que estudie la posibilidad de adquirir terrenos con el
objeto de construir viviendas básicas o de emergencia para
radicar a esas familias, ya que viven en paupérrimas
condiciones”.
Otra situación evidenciada en los relatos, tiene
que ver con que en el basural, dada las
condiciones de lejanía, siempre existía una
predominación de situaciones de clandestinidad.
9 Archivo Cámara de Diputados, legislatura ordinaria 324a,
Sesión 10º, miércoles 17 de junio de 1992.
Es decir, se fue creando un espacio sub-urbano
que fue favorable para el desarrollo de
actividades ilegales: robos, tráficos de
contrabando, transacciones ilegales, etc. En casi
todas las ciudades los basurales representan la
imagen de un sitio donde la violación de la
norma parte de la propia administración pública
por acción u omisión. Es una especie de “zona
liberada” expresada en el descontrol de lo que
ocurre allí. Contribuye en ello, la propia lejanía o
distanciamiento que se construye desde la ciudad
sobre el lugar. Era y es muy común que en las
crónicas de los diarios locales se retraten
situaciones ilegales: hallazgos de cadáveres, de
autos robados, conflictos entre vecinos,
asesinatos, intoxicaciones, transacciones ilegales.
El siete de mayo del año 2011, una grave
denuncia realizó un concejal de Tocopilla ante la
PDI y ante el Concejo Municipal del puerto
salitrero, por el traslado ilegal de restos humanos
y ataúdes al vertedero. El edil señaló al Mercurio
de Antofagasta que recibió información de
anónimos, llegando donde testigos oculares del
hecho macabro.
69. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
68
Años anteriores, nos hablan de continuos
incendios en el sector por efecto de actividades
ilícitas. “Justo antes del mediodía comenzó el incendio en
la calle número Tres del sitio 5, Manzana A de la
población Las Tres Marías. El hecho se debió a la
quema indiscriminada de cables de cobre por parte de
desconocidos, según indicaron los habitantes del sector,
afectó gravemente el terreno de Guillermo Mondaca Jofré y
a su señora Margarita Pérez Milla, que era ocupado
como aparcadero de chatarra.” Indicaba La Prensa de
Tocopilla el 5 de marzo del año 2007.
Según el relato de vecinos del sector,
continuamente se veían afectados por la
delincuencia, porque era muy común que, debido
al robo de cables y cañerías de cobre, los
delincuentes se dirigían al lugar y aprovechaban
la amplitud y falta de vigilancia para reducir el
material, quemándolo para luego venderlo en
bolones, situación que favorecida el desarrollo de
incendios.
Angélica Martínez, nos indica un dato
interesante, que nos remite a cierta cultura del
reciclaje como práctica que ha sido adquirida por
los nuevos residentes de la población Pacífico
Norte: “Nos quejamos del basural pero mucha gente va
a buscar cosas que a veces faltan en las casas, una tablita,
una puerta, una plancha…etc., mucha gente va a buscar
cosas, uno encuentra zapatillas impeques, al final, uno
igual cachurea, porque hay cosas buenas, y nos quejamos
de algo, y al final mucha gente se beneficia. Te apuesto
que gran parte de la población ha ido más de alguna vez
al basural, le decimos ‘Easy Hogar y Construcción’,
porque hay de todo… La gente que trabaja allá, hace
paquetitos o amarras con materiales, o bien tú le encargas
y te lo tienen a la semana siguiente y te lo venden a bajo
precio. Como están tan lejos las ferreterías y barracas, es
mejor ir para allá… y te ahorras mucho. Si alguien
necesita algo, uno va al basural y lo encuentra, es como
mágico.”
Fotografía siguiente: detalle de la pequeña villa
existente en el vertedero.
73. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
72
En la observación actual de las actividades diarias
en el vertedero, lo primero que llama la atención
es la difusa demarcación de los sectores
considerados para verter la basura. En ese
aspecto, los límites y los bordes de lo
considerado como basural, varían día a día.
En ese sentido, surge también la confusión y la
improvisación de áreas de trabajo. Cercioramos
la descarga de basuras en sectores perimetrales al
vertedero. Esta irregularidad se debe en parte a la
presencia de recolectores que salen a recibir a los
camiones o camionetas, siendo usual que muchos
de ellos se suban a los vehículos generando
conflictos con los choferes, quienes, finalmente,
deciden arrojar la basura decenas de metros antes
del lugar considerado como autorizado para
volcar desechos. En otros casos, esta práctica de
captar vehículos para acceder a la ansiada
mercancía, se ejecuta con la autorización del
chofer, quien incluso ofrece dinero para
descargar rápidamente el vehículo.
Cuando el camión llega a la zona central de
vertedero, los recolectores corren ansiosos a
esperar la descarga que, una vez iniciada, se
arrojan sobre los materiales más preciados, como
el cobre, el aluminio, la madera. En ese instante
se producen ciertas tensiones en cuanto a la
propiedad de lo arrojado por el camión, dando
paso a empujones, a quitadas de material, a
prácticas de matonajes y discusiones. Esto ocurre
en momentos en que la descarga no termina,
implicando el riesgo de que los materiales caigan
sobre las personas. La técnica de reconocimiento
y recogida se realiza con rapidez, siendo toda una
experticia la ejecución de la actividad.
74. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
73
Momento en que los recolectores intersectan un camión para recoger competitivamente los desechos. Abajo: pequeña toldería en el vertedero, utilizada para
sombrear la separación de residuos y para transar lo recolectado por otros.
75. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
Las Tres Marías & Pacífico Norte
74
En algunas ocasiones opera maquinaria pesada
por mandato municipal, que tiene como
propósito diseminar los montículos de
desperdicios, para luego nivelar, distribuir e
intentar compactar la basura. Este hecho
provoca una mayor presión en cuanto a la
velocidad con la cual deben operar los
recolectores.
En los márgenes del vertedero surgió un
pequeño caserío, en donde se acumulan
constantemente una gran cantidad de materiales.
Sus residentes manifiestan una dependencia que
no tiene horarios: están mañana, tarde y noche
pendientes de la llegada de cualquier camión.
Aunque el trabajo de los recolectores suele ser
temático y especifico, en el sentido que algunos
se especializan en plásticos, otros en cartones,
aluminios, cobres; o bien existen algunos que
recolectan todo lo que es posible de
comercializar, el riesgo de permanecer y laborar
en lugar como el vertedero, los torna
completamente vulnerables a una serie de
desperdicios, que llegan y que no poseen limites
o filtros en cuanto a origen o componentes
químicos que poseen o las dimensiones físicas de
cada uno de ellos. Llega de todo, literalmente.
En esa confusión de cerros de basuras, muchos
materiales son invisibles, pero su peligrosidad
puede ser excelsa. Desechos hospitalarios
(artefactos, insumos, jeringas), residuos
orgánicos que facilitan la proliferación de
guarenes, etc. Desde allí, la propagación de
infecciones y enfermedades por cucarachas y
bacterias. Compuestos químicos, tóxicos
radioactivos, inflamables. Surgen
desprendimientos de plomo en la combustión de
desechos. En algunos casos evidenciamos
consumo de agua por parte de los recolectores
que muchas veces vienen contaminadas por
lixiviados, ácidos y varias toxicidades. Han
muerto recolectores por esta práctica. En los
vertederos existe desprendimiento de gas metano
y riesgo de explosión por la emisión de gases,
riesgo de incendios, combustión de residuos
orgánicos. La presencia de materiales diversos, da
pie a una serie de rasguños, cortes,
cercenamiento de extremidades, golpes y
traumatismo.
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Las Tres Marías & Pacífico Norte
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Una vez caída la tarde, algunos recolectores
prefieren comercializar sus productos dentro del
mismo vertedero con quienes llegan
directamente a comprar cuando finaliza la
jornada. Sin duda que la decisión de vender
depende de los precios y de la cantidad
recolectada de materiales. Cuando el valor de la
transacción es bajo, muchos optan seguir
acumulando hasta que lo precios se tornen
atractivos. Este tipo de negocios se realiza en el
mismo basural, bajo improvisados toldos o
sobrillas, instalando además las romanas para
pesar cada uno de los productos.
Una vez caída la tarde, algunos recolectores prefieren comercializar sus productos dentro del mismo vertedero con quienes llegan directamente a
comprar una vez finalizada la jornada. En la fotografía, la actividad cotidiana entre jotes y perros.
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Las Tres Marías & Pacífico Norte
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ESTIGMATIZACIONES
Recolectores en la cotidianidad del vertedero, entre infinitas rumas de basuras y animales moribundos.
Trabajar en el vertedero, sin duda que
desemboca, además del deterioro físico, en un
deterioro moral de los trabajadores recolectores y
recicladores. Existe una producción de
estigmatización desde afuera, desde los que no
trabajan en el basural, o sea, en los que provocan
que el basural exista: toda la ciudad. Se
estigmatiza al que trabaja allí y se condena la
presencia del vertedero, pero justamente, el
vertedero existe porque existimos nosotros.
Esta estigmatización genera ciertos atributos,
identidades, rasgos y formas de ser que redundan
en una negatividad hacia el oficio del recolector.
Como investigador noté y viví la tensión que
genera la presencia de personas foráneas al
basural y la actitud de quienes trabajan allí. Se
cruza la tensión, la pena, la mirada cabizbaja y la
percepción de baja estima en los recolectores,
matizada con cierta vergüenza. Sin duda que
todo lo anterior es el resultado de la producción
79. Tocopilla Norte: imágenes y memoria
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de estigma y de un discurso foráneo que nos
remite a cierto debilitamiento de la “dignidad
humana”.
Desde esas actitudes, por parte de estos
recolectores surge cierta moralidad acompañada
con una actitud defensiva, en cuanto a que se
asume el tipo de labor –despreciable para quienes
no la viven- pero desde allí se justifica con
conceptos morales como el “yo no fumo”, “no
mato”, “no robo”, “no tomo”.
La estigmatización compromete generalmente un
miedo visible a la interacción con los otros.
Operan, a veces, autoexclusiones con la sociedad,
con la ciudad y con la población cercana,
definiéndose de este modo, un estilo de vida.
Llama la atención las reacciones de estos
trabajadores, que se auto discriminan y auto
marginan, pero no es más que el fruto directo de
la sociedad que los margina y que los rechaza. En
la medida que se auto denigran, se torna evidente
que no encuentran una opción alterna para
protegerse estructuralmente de su
estigmatización.
De hecho, mientras más se niegue a sí mismo, el
trabajador de los vertederos, más adopta los
símbolos y las aspiraciones de la sociedad que
rechaza. La consecuencia de esta identificación
psicológica es el sufrimiento, la rabia, la
impotencia, la baja autoestima, la autonegación.
Fotografía siguiente: recolector esperando camiones. Una vez que
intervino en la búsqueda de residuos, le siguen en la busca de
alimentos los perros, los jotes y finalmente algunas gaviotas.
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CAPÍTULO 4
La erradicación
. .
. .
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RELOCALIZACIÓN DE LA POBLACIÓN
La nueva y antigua población Las Tres Marías en el año 2007, mirada desde los roqueríos de Caleta Vieja. También se aprecia la cárcel y
la verticalidad de la Cordillera de la Costa.
Como indicábamos, los orígenes de este
poblamiento se remonta a la década del 60, a
partir de un asentamiento irregular que sostuvo
un grupo de familias vinculadas con actividades
de crianza de animales para sus propios negocios
y otros grupos de escasos recursos y de alta
vulnerabilidad socio-económica, quienes, vista la
cercanía del basural, se instalaron al costado sur-
poniente del actual perímetro barrial, a un
costado de la pesqueras. Los terrenos nunca
dejaron de pertenecer a Bienes Nacionales. No
obstante, en el año 1980, mediante una gestión
municipal, en un hecho recordado por los
antiguos pobladores, se instaló el alumbrado
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público y por ende el acceso al circuito eléctrico
de forma particular. Pero no todos accedieron a
la electricidad.
El villorrio mantuvo la tónica de una
urbanización precaria y una estética considerada
decadente. Según datos municipales, en el inicio
de la década del 2000, aún se contaban con
“…Pozos negros individuales. El agua potable era traída
en camión aljibe desde la comuna de Tocopilla y
distribuida en cada domicilio mediante tambores”.10
Hugo López indica: “no teníamos baños, así que nos
íbamos a la playa o donde nos pillaba no más. Porque
después del aluvión del 91 nos quedamos sin pozo negro”.
En cuanto a vivienda, el predominio de material
ligero era total. La pobreza era medida según el
ingreso familiar: “…Promedio ingreso familiar:
$65.000”. 11
Sobre el Perfil de vulnerabilidad
social, en cuanto a salud: “…0% de menores sin
control de salud al día. 8% de mujeres mayores de 35
años sin control de PAP” y en educación: 0% de niños que
10 Ficha Información Las Tres Marías. Programa Chile
Barrio 2004.
11 Ibídem
no asisten al sistema escolar, 11.4% de mayores de 18
años que desean nivelar estudios, 38% de personas entre
18 y 45 años que solicitan capacitación laboral”.12
Todos estos datos nos hablan de un
estancamiento en cuanto al desarrollo o al
mejoramiento de infraestructura. Era un pobreza
consolidada que no manifestaba ningún tipo de
alteración.
En el cambio de siglo, Tocopilla enfrentaba un
problema de peligrosidad, básicamente por tener
la cárcel en pleno centro: frente al único
supermercado y en la avenida principal del centro
cívico y comercial, exponiendo a la población
durante varias décadas a los motines y disturbios
de los presos. No faltando la ocasión en que los
gendarmes tuvieron que disparar a reos en
violentos intentos de fuga, hiriendo a los vecinos
con lamentables consecuencias físicas y mentales.
Entonces fue inexorable trasladar la cárcel hacia
un sector que no expusiera a los ciudadanos al
peligro, se decidió instalarla en las cercanías de la
población Las Tres Marías.
12 Ibídem
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El problema ahora lo vivirían los vecinos del
precario barrio. Sin embargo, este tramo se vería
potencializado desde el punto de vista urbano,
porque se mejoraron los accesos, se implementó
iluminaria pública en un tramo mayor: en la
práctica se articuló medianamente ésta población
con la ciudad.
la cárcel se encuentra en el borde de la población Pacífico
Norte y Las Tres Marías. La instalación de ella reafirmó, en
muchos vecinos, la sensación de marginalidad y de
discriminación, varios sintieron que los exponían a una serie de
riegos.
Vecinas y dirigentes de Las Tres Marías en sus actividades de
crianza y asociatividad.