1. Pequeños cambios en nuestros hábitos pueden marcar una gran diferencia. Por servirnos de un ejemplo, elegir
productos bajos en grasa como la leche desnatada o bien comer fruta en vez de tomarla en zumos. Come una
enorme diversidad de verduras. Come vegetales de color verde, como brócoli, col rizada o bien espinacas; de
color naranja, como zanahorias, batata o bien calabaza;... y de esta manera pasando por toda la gama de colores.
Puedes preparar con cierta antelación bocadillos saludables y guardarlos en el congelador para poder añadirlos
de forma fácil durante la semana a el alimento para llevar de niños y mayores. Si estás siguiendo un plan de
alimentación sana, debes tener en cuenta que las bebidas alcohólicas tienen más calorías de las que puedes
pensar y además, el alcohol puede alentar el hambre y debilitar la fuerza de voluntad. Puedes Continuar leyendo
darle a tus platos preferidos un cambio de imagen. Haz variantes más saludables de tus comidas preferidas, así te
será más fácil seguir tu plan y estar satisfecho con la forma en que comes. Si vas a tomar un postre, tómalo
cuando menos una hora después de el alimento principal para que tu cuerpo se encargue primero de lo que ha
comido. Si te cuesta comer frutas y verduras, una idea para empezar es tomarlo como un reto personal. En lugar
de galletas o bien dulces, toma fruta o bien verduras crudas. Tu cuerpo te lo agradecerá.