3. EL SALUDO DE MANO
Las manos entre lanzadas son el simbolo de la fidelidad ,y tal
es la significación que tiene este rito en algunas ceremonias,
como, por ejemplo, la del matrimonio ;pero, como sucede
con tantas otras cosas ,el enlace de las manos ha descendido
de su noble significación original y no es hoy si no un acto
rutinario y casi inconsciente en nuestra vida social. Sin
embargo, si el estrechar la mano de otra persona como signo
de lealtad ha perdido su valor simbólico, no por eso deja de
ser regulado por unas normas importantes .
4. El saludo de mano, aunque lo hagamos automáticamente
,debe ser una acción franca, breve y espontanea, que
concluye con una ligera presión en la mano de aquel quien
saludamos. Ni mas, ni menos.
5. Jamás un hombre ofrecerá su mano a una mujer, ni a los
mayores en edad, dignidad ni autoridad. Es a estos a
quienes corresponde ofrecerla primero.
6. Cuando un caballero recibe en sus manos la de una
señora, jamás se le oprima como un camarada, sino que
simplemente le hace sentir una ligerísima presión, y se
inclinara levemente en señal de respeto. Lo mismo hará
con respecto a sus superiores.
7. Es una costumbre bárbara y en ocasiones ofensiva, capas de
terminar una amistad, la de estrechar la mano de otra persona
con excesiva fuerza, apretándola como si quiera triturarla. El
regocijo, la alegría que el encontrarnos con un amigo nos
produzca, no debe jamás a llevarse a tal punto de entusiasmo;
pero así mismo, tampoco debernos irnos al extremo contrario,
dejando nuestra mano como una cosa abandonada entre las de
nuestras contraparte.
8. Personas hay que lo hacen es tocarnos las manos, o que
no nos dan sino la punta de los dedos, y a veces no mas
que dos de ellos. Tal costumbre es chocante y reprensible,
por que parece como si nos tuviera asco.
9. Es notario la falta de educación el retener por mas tiempo
del necesario una mano entre la nuestra.
10. El abrazo es una manera de saludar que demuestra confianza, alegría,
o dolor, según el caso, pero pude convertirse en motivo de desagrado
para la persona quien abrazamos si extremamos el vigor con el que la
estrechamos contra nosotros, y si no moderamos el palmoteo
consiguientes en la espalda. Hay quienes creen que demuestran
sentimientos apretando y palmoteando excesivamente a sus
amistades, como si quisieran darles una paliza, y con ello no logran
sino fastidiarlos. Esto es particularmente en particulares notorio en los
funerales y visitas de pésame.
11. El besamanos es una gentil forma de saludar los caballeros a
las señoras, que todavía se acostumbra en Europa; pero en
América es formalismo ya, por desgracia, completamente
abandonado. Consiste en el atraer discretamente la mano de la
señora hacia nosotros, como si fuéramos si besarlas, mientras
hacemos una respeta inclinación, mas o menos profunda ante
ella. Desde luego, el beso no se llega nunca a efectuar. Para
este tipo de saludo, que es muy elegante, es necesario que la
señora haga también de su parte, dejando, sin resistir, que su
mano se atraída hasta el caballero que la saluda.
12. Se ha puesto de moda en los últimos tiempos, y se ha generalizado, el
saludarse los hombres con las mujeres, y las mujeres entre si, por medio
el beso en la mejilla; pero esta costumbre, que tiene su encanto, y que
consiste acercar las caras, hacer contacto con las mejillas y esbozar un
beso que prácticamente cae en el aire, no debe practicarse sin en
reuniones de carácter intimo o familiar, y entre personas de confianza y la
misma categoría. Es inadmisible que una señora permite que la salude de
beso un caballero a quien le acaban de presentar; como lo es que se
practique en actos sociales serios o entre personas de distinta edades y
categorías. En esta materia, debe tenerse en cuenta que el saludo de
beso es acto que por si solo la preexistencia de una amistad ya vieja, y
cierto grado de confianza con la persona a quien se saluda.
13. El beso en la mejilla no se practica sino entre personas
vinculadas muy estrechamente por el parentesco. Sin
embargo, en muchos países como Francia y la unión
soviética, es la forma protocolaria de saludarse entre
estadistas y altos oficiales del ejercito, como señal de paz
y alianza política o militar.
14. Y ya de que besos se habla, sea el caso de llamar la atención sobre la
novísima costumbre, que el cinematógrafo ha popularizado, del besuqueo
en publico entre los enamorados. Sin duda es esta una practica que pone
cierta norma romántica en el paisaje si tiene lugar en un parque u otro
lugar parecido, siempre, eso si, que tales expansiones amorosas se
mantengan dentro la moderación; pero el besuqueo apasionado y otras
manifestaciones eróticas mas indecorosas y aun impúdicas, practicadas
con cinismo descontentamente en cualquier parte y a la vista de todos,
constituye una vulgaridad escandalosa, y reprobable no solamente en lo
social, sino desde el punto de vista moral; por que el verdadero amor es
por esencia puro y recatado. Lo demás es pornografía que solo place a
destacados o desviados sexuales.
15.
16. NORMAS BÁSICAS DE LAS PRESENTACIONES
La persona mas joven es siempre presentada a la persona mayor,
el inferior al superior, y el caballero a la dama, no al revés. Por lo
tanto, se dirá primero el nombre del mas joven ante el mas viejo, si
esta diferencia es conocida, o simplemente aparente; el del
subordinado, ante el superior; y el del caballero ante la dama, a
menos, en este ultimo caso, de que se trate de un alto dignitario de
la iglesia, y si es así, aquella debe ser presentada e este.
17. NORMAS BÁSICAS DE LAS PRESENTACIONES
La manera de presentar a una persona no puede hacerse mencionando simplemente el
nombre de esta, como, por ejemplo: “le presento a Pablo”, “le presento a José” si no
añadiendo el apellido, o un dato complementario que permita una mejor identificación del
presentando; todo precedido siempre de alguna formula de cortesía, “tengo el gusto de
presentarle”, etc. Así, no se dirá en forma brusca: “María le presento a Pablo, sino “María,
permítame que le presente a Pablo”, o “María, tengo el gusto de presentarle a Pablo”, o
todavía mas respetuosamente o en forma interrogativa: “María, ¿me permite que le
presente a Pablo?. Sin embargo, esta manera de introducir una persona al conocimiento
de otra, puede resultar muy escueta, de modo que, al cabo, esta se quede sin saber de
quien se trata, ni por que se ha pretendido presentar a pablo, por lo cual las reglas de la
urbanidad, sugieran añadir algo mas, como, por ejemplo: “María, ¿permítame presentarle
pablo, mi cuñado?,¿me lo permite?”.
18. NORMAS BÁSICAS DE LAS PRESENTACIONES
Si estas formulas son de recomendable uso tratándose presentaciones entre
personas mas o menos remotas al presentante, con mas razón lo son cuando se
presenta al marido o la esposa. Por ejemplo, jamás se dirá, como dicen las
palurdas: “aquí, la mujer", o “esta es la mujer”, o mas vulgarmente todavía, “esta es
la parienta”; lo correcto es que el marido, en estos casos, diga: “esta es Sofía mi
mujer”, o “Sofía mi esposa”, por que en los tiempos que corren en algunas partes
ya la palabra o expresión, “mi mujer”, ha tomado en español cierta connotación
peyorativa. Pero tratándose la presentación ante una persona de cierta categoría y
demuestra propia esposa, no estará muy correcto decir, escuetamente: “la señora
de Gonzales”. Es de mas tono que el señor Gonzales diga: “la señora de Gonzales,
mi esposa”, que es un formula no comprometedora. Al revés, la señora presentara
a su esposa como se marido como: “el señor Gonzales, mi marido”, o “mi esposo”.
19. NORMAS BÁSICAS DE LAS PRESENTACIONES
Tratándose de presentación entre personas de confianza, es admisible y
da sensación de espontaneidad, el omitir grado de parentesco que une al
presentante con el presentado, y así, en vez de decir: “Doña María, tengo
el gusto de presentarle a mi yerno Gustavo”, es mas admisible decir
simplemente, “Doña María, este es Gustavo el marido de mi hija”, con lo
cual se da entender que doña María conoce a la hija. Por ultimo, importa
observar que, cuando se trata de parientes políticos, como los cuñados,
será mejor evitar confusiones y aclarar en esta forma: “tengo el gusto de
presentarle, a Helena, la esposa de mi hermano juan”, en vez decir
simplemente “mi cuñada Helena”, sobre todo si el presentante tiene varios
hermanos; y tratándose de los suegros, será mejor que no se les presente
como “mi suegro”, o peor aun, “mi suegra”, palabra que ha tomado
connotación un tanto fastidiosa, sino así: “los padres de Cecilia” o “la
20. NORMAS BÁSICAS DE LAS PRESENTACIONES
Es importante, cuando de presentaciones se trata, no olvidar los apellido ni
los títulos del presentado. Aunque estemos entre amigos de confianza, las
presentaciones hechas a la diabla, como, por ejemplo, “señor López, le
presento a juanita”, formula esta que trata de imponerse en la sociedad so
pretexto de sencillez, no son de recibo entre gente educada, y solo pude
da lugar por parte del señor López, a una respuesta como esta: “Juanita
que” en ves de “mucho gusto en conocerla”. Muchas personas valoran o
aprecian su titulo o posición, y da la casualidad de que si juanita es,
pongamos por caso, una profesora de biología o una doctora en leyes, se
sentirá ofendida, si le omiten el tratamiento.
21. NORMAS BÁSICAS DE LAS PRESENTACIONES
Otra que tiende en generalizarse en nuestra época es la del “tuteo”, que consiste
en los jóvenes tratar de “tu” a todo el mundo, así se trate de un arzobispo, de un
profesor, o un almirante, etc. Esta puede ser un efecto de la tendencia hacia el
igualitarismos que es propio de los tiempos actuales, pero mas sospechamos pero
mas bien sospechamos que se trata de un ridículo calco del idioma de ingles,
donde el lenguaje corriente, todo el mundo, salvo Dios, es tratado de “you”. Con
todo lo cual se echa por la borda una delos tesoros de la lengua española, que
sabe diferenciar, con matices precisos , la forma como debemos dirigirnos a otras
personas, según su edad y dignidad. Que una nietecita tierna aun, que apenas
sabe hablar, trate de “tu” a su abuelo, esta bien, y es delicioso, y entrañable; pero
de una joven periodista, a quienes apenas conocemos, se acerque a un anciano, a
un personaje, o a una celebridad, o a un sabio, a quien apenas conoce, y de
buenas a primeras lo vaya tuteando, es una falta de respeto; o como se dice en
algunas partes, una “lisura” incalificable e inaudita.