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- 1. Cartas a los Tesalonicenses
Capítulo 10
Vida eclesiástica
(1 Tesalonicenses 5:12-28)
P ablo concluye su primera carta a los Tesalonicenses con una serie de
diecisiete amonestaciones (1 Tesalonicenses 5:12-22), seguida por
una oración final (versículos 23-27). Las diecisiete amonestaciones
pueden dividirse en dos grupos: consejos sobre el ministerio en la iglesia
local (versículos 12-15), y consejos sobre la experiencia cristiana, en gene-
ral (versículos 16-22). La estructura del texto identifica estos dos grupos.
Las primeras nueve comienzan, en el original griego, con palabras que tie-
nen un sonido de “p”, terminan con un verbo y están orientadas hacia la
vida personal del creyente. Esta clase de cosas son obvias en el original,
pero, generalmente, se pierden en la traducción.
En la oración final, Pablo resume un tema principal de su carta: su deseo
de que los creyentes en Tesalónica, y de más allá, continuaran creciendo en
santificación y en santidad todo el trayecto hasta la segunda venida misma.
Este crecimiento todavía es vital para todas las congregaciones alrededor
del mundo, en estos días.
1 Tesalonicenses 5:12-15
12
Ahora, hermanos, les pedimos
que respeten a quienes
trabajan entre ustedes, y
que están puestos sobre ustedes, y
que los amonestan a ustedes, 13 y
los consideren súper altamente
por causa de su trabajo.
Estén en paz los unos con los otros.
14
También los animamos,
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- 2. hermanos,
amonesten a los indisciplinados,
alienten a los deprimidos,
interésense en los débiles,
sean pacientes con todos,
15
vean que ninguno devuelva mal
por el mal de algún otro,
pero
siempre sigan lo que es bueno,
los unos hacia los otros y
hacia todos.
Los versículos 12 al 15 prosiguen naturalmente, al concluir la amo-
nestación del pasaje anterior: “anímense unos a otros y edifíquense los
unos a los otros” (versículo 11). Esta obra ocurre en las congregaciones,
por medio de mentores y del discipulado.
La mayor parte de los versículos 12 y 13 constituyen una sola oración;
la cláusula principal es “les pedimos”, y es seguida por un par de infiniti-
vos: “respetar/reconocer” y “estimar/considerar”. La iglesia ha de respetar
y tener en alta estima a sus líderes. Pablo identifica a estos líderes mediante
un trío de participios que siguen a “respetar”. Estos son: “quienes trabajan
entre ustedes; que están ubicados sobre ustedes; y que los amonestan”.
Estas frases no implican tres puestos, o clases, de dirigentes. Más bien,
reflejan las clases de ocupaciones que los líderes de la iglesia realizan co-
mo mentores, destinadas a hacer crecer la feligresía de la iglesia en las co-
sas del Señor.
En ese tiempo -alrededor del año 50 d. C., aproximadamente unos vein-
te años después de la crucifixión de Jesús-, parece que la iglesia no había
desarrollado cargos formales, todavía. Pablo no llama a los dirigentes de la
iglesia ancianos o diáconos; sencillamente, menciona: “los que están pues-
tos sobre ustedes”. Es interesante: la palabra griega puestos sobre ustedes”
(proístemi) es el único término para líderes que la iglesia primitiva adoptó
de las instituciones greco-romanas sociales y de gobierno. El cristianismo
adoptó los términos ancianos, diáconos, supervisores más tarde, obtenién-
dolos de la sinagoga judía y de los roles relacionados con la vida del hogar.
¿Por qué los cristianos primitivos usaron proístemi, mientras evitaron
palabras como “líder” (hegemón), “gobernante” (archégos) y “señor”
(kúrios)? Probablemente, porque esta palabra connotaba el significado re-
lacionado de “tener un interés en; mostrar preocupación por; ayudar”. La
forma verbal combina un sentido de liderazgo y de dirección con un fuerte
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- 3. sentido de preocupación cuidadosa. En el Nuevo Testamento, términos
como “líder”, “gobernante” y “señor” se reservaban para Jesucristo y para
Dios, pues podían confiar en ambos con la clase de poder y de autoridad
que esas palabras implicaban.
¿Por qué eran necesarios los consejos de los versículos 12 y 13? Dada la
naturaleza indisciplinada de la iglesia de Tesalónica, es probable que algu-
nos miembros no respetaran la autoridad. La instrucción de Pablo de que
debían estar en “paz entre ustedes” implica que había conflicto en la iglesia
entre los dirigentes y los seguidores. De modo que Pablo enfatizó la impor-
tancia de mantener una actitud respetuosa hacia los líderes: los miembros
debían estimar altamente a sus autoridades, por causa de su obra. Este con-
sejo es especialmente apropiado para los creyentes que naturalmente son
combativos o son quejosos crónicos.
¿Puede abusarse de la autoridad? ¿Alguna vez los líderes se enseñorean
sobre los feligreses de modo destructivo? Por supuesto. Pablo no eligió
referirse a la distorsión del liderazgo aquí. Pero, lo hace en 2 Corintios 10
al 13, donde trata de una clase de dirigentes que estaba socavando el evan-
gelio, en su celo por la letra de la Ley. La vida en la iglesia involucra una
tensión constante entre honrar a los que dirigen con amor y resistir a quie-
nes se valen de su cargo de autoridad a fin de abusarse de otros. El hecho
de que algunos líderes abusan de su autoridad no es una excusa para faltar
al respeto a todos los líderes, como asunto corriente. Es el orgullo el que
nos lleva a pensar que comprendemos los problemas mejor que quienes han
sido designados para supervisar la marcha de la iglesia. Criticamos desde la
distancia, pesando cada problema a la luz de lo que sería correcto para no-
sotros personalmente, y no con la sabiduría que se necesita para equilibrar
el todo. El equilibrio es difícil de mantener.
La palabra “amonestar”, en el versículo 12, es interesante. Es una pala-
bra fuerte que tiene la connotación de “instruir”, “advertir”, o aun de “me-
ter el sentido en”. Pablo reconoce, aquí, que los dirigentes de la iglesia a
menudo tendrán que ejercer un amor firme. Esta clase de liderazgo no
siempre es bienvenida, por lo que Pablo prosigue, en el versículo 13, pi-
diendo a los miembros que tengan en alta estima a sus autoridades, por
causa de los problemas difíciles que tienen que atender. Pablo desea que
todos los miembros de la iglesia estén en paz los unos con los otros.
El lenguaje de estos versículos refleja antiguas estrategias para tratar
con la gente. Los conductores del pensamiento de los días de Pablo sabían
que tratar con la gente en forma productiva requiere gran cuidado. Animó a
los dirigentes a diagnosticar cuidadosamente la condición de sus seguido-
res, con el fin de ser sensibles a percibir si estaban abiertos a las correccio-
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- 4. nes o no, elegir los momentos adecuados y aplicar las soluciones apropia-
das. Y, por sobre todo, Pablo esperaba que los dirigentes se examinaran a sí
mismos, antes de tratar de corregir a otros.
Aunque mucho de lo que Pablo expresa aquí acerca del liderazgo hu-
biera sido familiar a cualquier persona griega de su tiempo, Pablo añadió
dos elementos singulares. Primero, Dios, tal como se mostró en Cristo,
proporciona el mejor modelo de liderazgo; mejor que el ejemplificado por
cualquier ser humano. Y segundo, el liderazgo de la iglesia apunta hacia
una meta más elevada que crear buenos ciudadanos: se orienta a crear una
comunidad que agrada a Dios.
¿Cómo actúa esto?
En los versículos 14 y 15, Pablo dirige su atención a los líderes de la
iglesia y cómo deberían tratar a quienes están bajo su cuidado. Anima a los
líderes de Tesalónica a que “amonesten a los indisciplinados” (1 Tesaloni-
censes 5:14). La palabra griega para “indisciplinados” implica personas
que a propósito se hacen difíciles de tratar. En 2 Tesalonicenses 3, la pala-
bra se aplica a quienes rehúsan trabajar; esto sugiere que los indisciplina-
dos eran miembros que rehusaban sostenerse a sí mismos. Pero, el signifi-
cado principal de la palabra tiene que ver más con una falta de respeto por
las reglas de conducta de la comunidad. Cuando la acción de los miembros
muestra una falta de respeto deliberada por los líderes de la iglesia o la
comunidad más amplia que la rodeaba, esos miembros deben ser confron-
tados con firmeza.
Más positivamente, Pablo instruye a las autoridades para que “alienten a
los deprimidos, interésense por los débiles, y sean pacientes con todos”
(versículo 14). La palabra traducida como “deprimidos” es una palabra
compuesta, que podría traducirse como “almas pequeñas”. Estas eran per-
sonas que tenían poca confianza propia o sentido de valía; estaban ansiosos
y se preocupaban por muchas cosas. Pablo deja en claro que las personas
desanimadas y ansiosas interesan a Dios. Señala que los líderes deben ani-
marlos aun cuando el hacerlo insuma mucho tiempo.
La palabra “débiles” tiene que ver, principalmente, con limitaciones fí-
sicas. Pero, en el Nuevo Testamento, generalmente se emplea, metafó-
ricamente, para referirse a quienes tienen limitaciones morales y espiri-
tuales. Sus corazones se hallan en el lugar correcto, pero les falta conoci-
miento y, a menudo, están abrumados por la vida. Pueden sobrevivir solo si
tienen ayuda. Desafortunadamente, estas personas raramente piden, o reci-
ben, ayuda, así que Pablo enfatiza a los líderes que deben cuidar de ellas,
sea que pidan ayuda o no.
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- 5. Finalmente, Pablo insta a los dirigentes de la iglesia que sean pacientes
con todos. Siendo que existen muchas clases de personas, siempre es útil
que los líderes conozcan de dónde proviene la gente, de modo que puedan
afinar su respuesta a las condiciones específicas que generaron el proble-
ma. Deben ser tiernos con los débiles y los deprimidos, pero también tienen
que hacer entrar en razón a los indisciplinados. Y, no importa con quién
trabaja un líder, la paciencia siempre es una virtud.
Pablo, probablemente, pensaba en las autoridades en el versículo 15. En
el griego original, el concepto de devolver mal por mal se expresa con un
lenguaje de sustitución; Pablo está hablando acerca de personas que hacen
mal para vengarse por el mal que recibieron. Cuando los líderes son ataca-
dos por quienes no aprecian sus amonestaciones, pueden estar tentados a
usar su cargo a fin de desquitarse. Pero, como Cristo lo expresó en Mateo
5:43 al 48, desquitarse sería demostrar que su liderazgo no era motivado
por el Espíritu de Dios. Reaccionar al mal como Cristo lo hizo sería bende-
cir, en vez de maldecir, y mostrar misericordia en lugar de venganza. Como
se aplica a los dirigentes de la iglesia en el versículo 15, significa nunca
actuar como obstáculo, y pensar siempre en el bien de los demás, en cual-
quier acción que realicen.
En todo esto, no deberíamos olvidar el versículo 11: “anímense unos a
otros, y edifíquense unos a otros”. El cuidado pastoral, a menudo, va en
ambas direcciones: cada uno de nosotros necesita ser responsable de otro, y
todos necesitamos estar dispuestos, a su vez, a tener un mentor, por lo cual,
en esas ocasiones, deben estar dispuestos a recibir ayuda. Necesitamos
aprender tanto a dar críticas constructivas como a aceptarlas.
1 Tesalonicenses 5:16-22
16
En todo tiempo regocíjense.
17
oren constantemente,
18
en toda circunstancia den gracias.
porque esta es la voluntad de Dios
para ustedes
en Jesucristo.
19
El Espíritu no apaguen.
20
las profecías no desprecien.
21
todas las cosas prueben.
lo bueno retengan.
22
de toda forma del mal absténganse.
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- 6. En la traducción que antecede, retuve el orden de las palabras y el sabor
del original, en el que el verbo está al final de las cláusulas. Esta serie de
“comandos” breves contrastan agudamente con los cuatro versículos ante-
riores (versículos 12-15), donde en cada caso el verbo aparece al comienzo
de la frase.
En los versículos 16 al 18, Pablo se ocupa de la relación personal de ca-
da miembro con Dios. Para comenzar, debemos estar gozosos “en todo
tiempo” (versículo 16). Pablo usó la misma palabra griega traducida “en
todo tiempo” en 1 Tesalonicenses 1:2, con referencia a su vida de oración.
A Glenn Coon le gustaba mencionar que hay diez veces más órdenes en la
Biblia para regocijarse que órdenes para guardar el sábado. Raramente da-
mos al regocijo el énfasis que se merece. Una vida de gozo es uno de los
frutos del Espíritu (Gálatas 5:22; ver también Filipenses 4:4); y podemos
tener el gozo pleno del Espíritu aun cuando estemos sufriendo (1 Tesaloni-
censes 1:6). Así que, los cristianos nunca tienen una excusa para estar
completamente sin gozo.
Pablo, ciertamente, era un modelo de oración sin cesar. Como vimos, 1
Tesalonicenses está saturado de oración. En el capítulo 5:17, Pablo invita a
sus lectores no solo a obedecerlo, sino también a seguir su ejemplo. La
música henchida de Cristo nos ayuda a mantener nuestra mente concentra-
da en la oración. Yo encuentro que, a veces, cuando estoy realmente cerca
de Dios, pero no pensando realmente acerca de ninguna cosa en particular
en ese momento, mi mente pasa a cantos cristianos. Recientemente, una
mañana, mientras estaba en cama luchando por despertarme, me di cuenta
de que el canto “Jesús me ama” estaba circulando dentro de mi cabeza una
y otra vez. ¡Eso es mejor que pensar negativamente!
Encuentro apoyo para esta conclusión acerca del valor espiritual de la
música en una declaración de Elena de White que aparece en El Deseado
de todas las gentes, con respecto a la conducta de Jesús en su niñez:
“[Como niño] Jesús trabajaba con alegría y tacto. Se necesita mucha pa-
ciencia y espiritualidad para introducir la religión de la Biblia en la vida
familiar y en el taller; para soportar la tensión de los negocios mundanales,
y, sin embargo, continuar deseando sinceramente la gloria de Dios [...] A
menudo expresaba su alegría cantando salmos e himnos celestiales. A me-
nudo los moradores de Nazaret oían su voz que se elevaba en alabanza y
agradecimiento a Dios. Mantenía comunión con el Cielo mediante el canto;
y cuando sus compañeros se quejaban por el cansancio, eran alegrados por
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- 7. la dulce melodía que brotaba de sus labios. Sus alabanzas parecían ahuyen-
tar a los malos ángeles, y como incienso, llenaban el lugar de fragancia”. 1
La gratitud es otra actitud cristiana positiva que exhibió Pablo (1 Tesa-
lonicenses 1:2; 2 Tesalonicenses 1:3). En la raíz de la depravación pagana
hallamos una falta de gratitud a Dios (Romanos 1:21). Es interesante notar
que las palabras griegas “regocijaos” y “sed agradecidos” nacen de la mis-
ma raíz básica. La clave para un regocijo piadoso es un espíritu continuo
de gratitud a Dios. “Nada tiende más a fomentar la salud del cuerpo y el
alma que un espíritu de gratitud y alabanza. Es un deber positivo resistir a
la melancolía, a los pensamientos y sentimientos de descontento; es un
deber como el de orar”. 2
Poniendo 1 Tesalonicenses 5:16 al 18 en contexto, presenta un desafío
interesante. Nos confrontan dos preguntas. Primera, en las amonestaciones
de Pablo acerca del gozo y la gratitud en la oración, ¿se estaba refiriendo a
los versículos 12 al 15 y el problema de las relaciones de mentores en la
iglesia? En otras palabras, ¿es la raíz de nuestra relación con Dios el gozo y
la gratitud que experimentamos en la oración? O ¿quería decir Pablo que
estas líneas están conectadas con su actitud con respecto a las profecías
(versículos 19-22), lo que nos señalaría que la conclusión del problema
principal en Tesalónica era una falta de gratitud por las profecías? Sé tú el
juez; pero recuerda que Pablo pudo haber puesto estas órdenes sobre la
oración entre los mentores y la profecía, de modo que pudieran arrojar luz
sobre ambos.
Pablo comienza una nueva sección, los versículos 19 al 22, con un par
de mandatos negativos, que son de un énfasis continuado. Esto significa
que el apóstol estaba recomendando a los tesalonicenses que dejaran de
hacer algo que hacían regularmente. Sus palabras, traducidas del griego a
una paráfrasis de castellano claro, amonestan a los creyentes a “dejar de
apagar el Espíritu”, y a “dejar de despreciar las profecías” (versículos 19,
20). Cuando los miembros de la iglesia estaban fijando fechas para la se-
gunda venida (1 Tesalonicenses 5:2, 3), y justificando su condición de pe-
reza espiritual y económica (1 Tesalonicenses 4:10-12), es comprensible
que otros miembros se volvieran escépticos de toda idea novedosa; y espe-
cialmente, de las pretensiones de algunos que decían tener el don de profe-
cía. Pero, siendo que “tenemos muchas lecciones que aprender, y muchas,
muchas que desaprender”, 3 también es espiritualmente peligroso que igno-
remos todo lo que suena a nuevo o a diferente.
1
Elena G. de White, El Deseado de todas las gentes, p. 54.
2
White, El ministerio de curación, p. 194.
3
White, Review and Herald (26 de julio de 1892).
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- 8. El eje central de 1 Tesalonicenses 5:19 al 22 está puesto sobre las pro-
fecías y la actividad profètica, no sobre los profetas. En 1 Corintios 14,
Pablo advierte a la iglesia que no acepte las pretensiones de alguien, aun un
creyente, de que tuvo una revelación de Dios. Pero, aquí, el apóstol advier-
te acerca de otro extremo: la iglesia debe probar tales pretensiones y “afó-
rrense a lo bueno” (versículo 21, BJ), de lo que es beneficioso, en otras
palabras. En el contexto de una iglesia, la gran prueba de “nueva luz” es si
edifica a la iglesia o la divide.
Uno de los dones de Dios a la iglesia es el don del discernimiento que,
en otra de sus cartas, Pablo enumeró inmediatamente después del don de
profecía (ver 1 Corintios 12:10). El creyente que “interpreta” o aplica una
profecía correctamente puede ser tan importante como el que profetiza.
Hay sabiduría en un dicho atribuido a Jesús, pero que no aparece en el
Nuevo Testamento: “Lleguen a ser hábiles como los que cambian dinero,
que rechazan mucho de lo que examinan, pero se aferran a todo lo que sea
genuino”. 4 El don del discernimiento se ejerce mejor en un grupo en el que
las personas se sienten responsables; la clase de grupo del que Pablo escri-
be en los versículos 12 al 15.
La gente socava el don de profecía de varias maneras. Una de ellas es
“apagar el Espíritu”. Lo hacemos cuando ignoramos o resistimos la obra de
un verdadero profeta. Si rehusamos examinar cómo una revelación podría
aplicarse a nuestras vidas, nos hemos cerrado a ser enseñados por Dios.
Otra manera en que podemos socavar el don de profecía es malinterpretar o
aplicar mal lo que se dice. Podemos acercarnos a un mensaje profètico con
una mente abierta, pero podemos utilizarlo en forma inadecuada al aplicar-
lo a la situación inmediata. Una tercera manera en que podemos socavar el
don de profecía es atribuir autoridad profètica donde Dios no la ha dado.
La iglesia debe ser continuamente vigilante, probándolo todo con el objeti-
vo de comprobar si la profecía edifica a la iglesia o no, y elucidar si la pre-
tensión profètica pasa las pruebas que Dios ha dado o no (ver 1 Corintios
14:4, 5, 29; Romanos 12:2).
La iglesia vive en tensión entre la revelación y la razón; entre la apertura
a nueva luz y la necesidad de examinar cuidadosamente todas las preten-
siones de la verdad. La iglesia no puede caminar sobre terreno sólido sin la
revelación de Dios, de modo que es peligroso ignorar los mensajes proféti-
cos. Al mismo tiempo, sin embargo, aceptar las profecías en forma no críti-
ca puede resultar peligroso para la iglesia (1 Tesalonicenses 5:2, 3). La
4
Theological Dictionary of the New Testament, Gerhard Kittel, ed.; Geoffrey W. Bromiley,
trad., ed. (Grand Rapids, Mich.: Wm. B. Eermans, 1964), tomo 2, p. 375, nota 21; traducción del
autor.
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- 9. razón aplicada en el contexto de una “multitud de consejeros” (Proverbios
11:14) es la forma en que Dios corrige la tendencia humana natural de apli-
car mal sus revelaciones.
1 Tesalonicenses 5:23-28
23
Que el Dios de paz mismo
los santifique completamente, y
que todo el espíritu de ustedes v
el alma y
el cuerpo
sean conservados irreprensibles
en la venida
de nuestro Señor Jesucristo.
24
El que los llama es fiel,
y él lo hará.
25
Hermanos, oren por nosotros.
26
Saluden a todos los hermanos con un beso santo.
27
Les encargo
delante del Señor
que hagan leer esta carta
a todos los santos,
hermanos.
28
La gracia de nuestro Señor Jesucristo
sea con ustedes.
Al final de 1 Tesalonicenses, Pablo regresa al lenguaje de oración. Su
estilo, en los versículos 23 y 24, es similar al del capítulo 3, los versículos
11 al 13. Su tema principal es, también, similar: ser encontrado sin repren-
sión, en santidad, cuando ocurra la segunda venida. Pablo hace una transi-
ción, aquí, desde lo que los tesalonicenses debían hacer (versículos 12-22),
hacia lo que Dios hace en nosotros y por nosotros: nos santifica, o nos hace
santos, y luego viene para tomarnos para vivir con él (versículos 23, 24).
Los creyentes, a menudo, no han estado de acuerdo en qué enseña exac-
tamente este texto acerca de la naturaleza de los seres humanos y la clase
de carácter que podemos esperar tener cuando venga Jesús. Al hablar de
“espíritu, alma y cuerpo”, Pablo no estaba intentando ser científico y preci-
so acerca de diversos niveles de la persona humana. En el pensamiento
bíblico, mente y cuerpo son un todo unificado, no partes existentes por
separado; por esto, no deberíamos basarnos tanto en la elección que hace
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- 10. Pablo de las palabras. Sencillamente, estaba señalando que cada parte de
nosotros debe someterse a Dios. Debemos dar a Dios el control completo
de nuestros pensamientos, sentimientos y acciones.
Pablo está pensando, al orar, en el momento de la segunda venida. Los
creyentes han de ser “conservados” o “mantenidos irreprensibles”, en oca-
sión de la venida del Señor o hasta este evento. Pablo no está diciendo aquí
que deben desarrollar alguna forma superior de carácter en los días antes de
que Jesús vuelva; está orando para que la completa dedicación a Dios que
ya tienen sea resguardada, protegida y mantenida todo el tiempo, hasta el
fin. Así que la palabra “santificados”, en este texto, puede estar más próxi-
ma a significar algo como “justificados”, que su significado normal del
desarrollo del carácter. De acuerdo con esta carta, los tesalonicenses esta-
ban lejos de ser perfectos, pero la espiritualidad que tenían valía la pena
conservarla hasta que Jesús viniera.
Debemos considerar el versículo 23 a la luz del versículo 24. Nuestra
condición espiritual es la responsabilidad de Dios, no la nuestra. El
peligro de esforzarse por la perfección es que nos concentramos en
nosotros mismos, en lo que se ha logrado en nosotros y lo que falta ha-
cer. Cualquiera que sea el grado de perfección que alguien alcance en esta
vida, es un milagro de Dios, no el resultado del esfuerzo humano. Cuando
Pablo escribe acerca del llamado de Dios (versículo 24), utiliza un partici-
pio presente, la forma que enfatiza una acción continuada. La obra de santi-
ficación, en el tiempo del fin, era una realidad presente entre los tesaloni-
censes, y debe serlo también hoy.
Pablo concluye el libro con una severa advertencia, usando un lenguaje
especial, en griego, que se relaciona con los juramentos (versículos 25-28).
Parece haber sentido que algunos miembros de la iglesia podrían procurar
impedir que otros la leyeran, de modo que encarga a quien la reciba que se
lea a todos los santos, a quienes también llama hermanos. Tal vez, los
miembros indisciplinados tendían a mantenerse alejados de la iglesia, y
Pablo quería que recibieran una invitación especial para estar presentes
cuando se leyera esta carta a los creyentes en Tesalónica.
A pesar de las tensiones en la iglesia, al concluir la carta dos veces lla-
ma “hermanos” a los creyentes en Tesalónica, y los insta a saludarse unos a
otros con un beso, la clase de beso que los miembros de una familia utili-
zan para mostrar su afecto. Pablo abrió la carta con las palabras “a la igle-
sia”, y la termina, sencillamente, con “hermanos”. Con todos sus defectos,
la iglesia es una familia, ¡y así es como debemos relacionarnos con ella!
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