Los últimos cinco años han estado marcados en Europa por la crisis económica y sus consecuencias sociales. A menudo, se ha explicado la debilidad del crecimiento económico y el aumento del desempleo por la escasa financiación de las empresas, la rigidez del mercado laboral o la pérdida de poder adquisitivo de los ciudadanos, ocultando la incidencia que tiene la dificultad, para no hablar de la incapacidad, de los empresarios y de los trabajadores a trabajar conjuntamente. De hecho, las malas relaciones laborales, que resultan de la génesis de los sindicatos, de la predilección empresarial por el paternalismo y de la propensión a recurrir a la burocracia, generan una insatisfacción en el trabajo, una desconfianza entre empresarios y trabajadores y una falta de colaboración entre ambos que influyen directamente sobre el crecimiento económico y la creación de empleo. El País Vasco se caracteriza especialmente por la incapacidad de los principales actores empresariales a construir unas relaciones laborales basadas en una confianza recíproca y en una búsqueda del interés compartido.
Calidad de las relaciones laborales y consecuencias socioeconomicas
1. CALIDAD DE LAS RELACIONES LABORALES Y
CONSECUENCIAS SOCIOECONÓMICAS
Los últimos cinco años han estado marcados en Europa por la crisis económica y sus
consecuencias sociales. A menudo, se ha explicado la debilidad del crecimiento económico y
el aumento del desempleo por la escasa financiación de las empresas, la rigidez del mercado
laboral o la pérdida de poder adquisitivo de los ciudadanos, ocultando la incidencia que tiene
la dificultad, para no hablar de la incapacidad, de los empresarios y de los trabajadores a
trabajar conjuntamente. De hecho, las malas relaciones laborales, que resultan de la génesis de
los sindicatos, de la predilección empresarial por el paternalismo y de la propensión a recurrir
a la burocracia, generan una insatisfacción en el trabajo, una desconfianza entre empresarios y
trabajadores y una falta de colaboración entre ambos que influyen directamente sobre el
crecimiento económico y la creación de empleo. El País Vasco se caracteriza especialmente
por la incapacidad de los principales actores empresariales a construir unas relaciones
laborales basadas en una confianza recíproca y en una búsqueda del interés compartido.
A pesar del tiempo disponible para negociar sobre los convenios colectivos, los agentes
sociales vascos han sido incapaces de llegar a un acuerdo, de modo que, a partir del 7 de julio
de 2013, 513 convenios colectivos (109 sectoriales y 404 de empresa) han dejado de ser
vigentes, lo que afecta a 385 253 trabajadores. Ello significa que estos convenios han
desaparecido y dejan lugar a los convenios estatales, cuando existen, o al estatuto de los
trabajadores, cuando no existen; sabiendo que dichos convenios y estatuto son menos
ventajosos para los trabajadores. En este sentido, la nueva situación se traduce por un
empeoramiento de las condiciones de trabajo sinónimo de recortes salariales, de precarización
de los contratos de trabajo y de ampliación de las jornadas laborales. Más aún, desemboca en
un incremento de las reclamaciones a través del Procedimiento de Resolución de Conflictos,
órgano mediador del Consejo de Relaciones Laborales, ya que el CRL ha registrado en el mes
transcurrido desde el decaimiento de los convenios más de 350 casos, diez veces más que en
el mismo periodo del año pasado.
En el País Vasco, las relaciones laborales están dominadas por la lógica ganador-
perdedor. No obstante, los distintos estudios internacionales ponen de manifiesto que los
países en donde los empresarios están más satisfechos son aquellos en los cuales los
trabajadores lo están también y viceversa. Algunos países buscan la satisfacción mutua y son
precisamente los que obtienen las mejores tasas de empleo, dado que la calidad de las
relaciones laborales en la empresa explica el 70% de las variaciones de la tasa de empleo
entre los países, es decir dos veces más que las variables clásicas, tales como la duración de la
indemnización por desempleo, las cargas sociales o el coste del despido.
De hecho, la baja calidad de las relaciones laborales se repercute en el crecimiento
económico, la creación de empleo, la tasa de empleo y la insatisfacción en el trabajo:
- En primer lugar, el conservadurismo y la rigidez de las jerarquías constituyen frenos
para el crecimiento económico, sobre todo cuando se trata de pequeñas y medianas
empresas. Así, cuando se pide a los dirigentes de las pymes cuáles son sus principales
problemas, mencionan la competencia y la mala gestión de los recursos humanos, lejos
por delante de la coyuntura económica y de la fiscalidad. La falta de cooperación entre
los directivos y los empleados constituye un obstáculo innegable para el desarrollo
empresarial. Es en el momento en que alcanzan un tamaño crítico cuando se complican
las relaciones laborales porque, a partir de un cierto tamaño, es necesario formalizar
las relaciones sociales en el seno de las empresas, lo que se hace en detrimento de la
flexibilidad y de la innovación.
2. - En segundo lugar, las malas relaciones laborales generan la insatisfacción de los
trabajadores y el auge del desempleo. Desde los años setenta, los países cuyas
relaciones laborales son tradicionalmente conflictivas han conocido una tasa de
desempleo superior a la de los países cuyas relaciones sociales en las empresas son
cooperativas. La ausencia de colaboración en el seno de las empresas crea una rigidez
tan costosa como la rigidez normativa, puesto que la desconfianza entre dirigentes y
empleados provoca un coste superior, similar al coste generado por la indemnización
por despido. A su vez, los países en los cuales las relaciones son hostiles conocen más
huelgas que los demás y están afectados por un verdadero incremento de los conflictos
laborales.
- En tercer lugar, las relaciones laborales explican la mayor parte de las variaciones de
las tasas de empleo entre países, dado que, cuando una actividad es penosa desemboca
en el absentismo y la prejubilación. En los países en donde las relaciones laborales son
conflictivas, los trabajadores y los dirigentes no están tan satisfechos, convirtiendo el
trabajo en una actividad desagradable. Los problemas se acumulan a lo largo de la vida
y se convierten en particularmente patentes para los trabajadores mayores. Cuando no
disfrutan trabajando, sólo piensan en jubilarse lo antes posible. Al contrario, el hecho
de sentirse a gusto en su empleo incita los activos mayores a retrasar el momento de
retirarse de su actividad profesional.
En definitiva, la creación de una relación de confianza entre los empresarios y los
trabajadores es fundamental, tanto para mejorar la satisfacción en el trabajo como para
aumentar la eficiencia económica, e incrementar la tasa de empleo; más aún teniendo en
cuenta que la situación se deteriora rápidamente como consecuencia de la crisis. La salida de
este impasse consiste, entre otros aspectos, en renovar el diálogo social, lo que supone
simplificar la legislación vigente y su aplicación, crear cierta confianza e instaurar relaciones
laborales constructivas en el seno de las empresas, consolidar las organizaciones profesionales
ya que el nivel de representatividad de las centrales sindicales es bajo, y determinar el nivel
adecuado para el diálogo social.
Tribuna Abierta publica en el periódico Noticas de Gipuzkoa el 8 de septiembre de 2013