La abuela Paca decidió visitar la ciudad desde su granja, pero se sintió abrumada por el ruido y la prisa de la ciudad. No pudo cruzar las calles debido al tráfico ni comprender los semáforos. Después de descansar en un parque que le recordó a su granja, fue multada por pasear sobre el césped. Esto la convenció de que prefería la paz y tranquilidad de su granja sobre la ajetreada vida de la ciudad.