La complejidad inherente al desarrollo de las Pymes y su gestion es la clave del rol del que conduce. Ninguna empresa crece mas alla de la capacidad de su numero 1
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Empresas
aescala
humana
El manejo de la
complejidad
En Entre Ríos, Rubén Berardo ma-
neja unas 40.000 hectáreas con un
esquema de siembras compartidas.
Agrega actividades y se reinventa
tras cada crisis. Hace 25 años, jun-
to a varios miembros de su familia,
creó una empresa agropecuaria en
Urdinarrain, Entre Ríos, y comenzó
a producir en 300 hectáreas. Hoy,
la misma empresa tiene casi 80
empleados, un avanzado sistema
de asociaciones a través del cual
siembra cultivos en varias regiones
de la provincia, y le agrega valor a
sus productos con innovación y efi-
ciencia. “Se busca que el inversor
aporte lo que hace de manera más
eficiente: insumos, maquinaria,
campo. Si cada uno brinda lo que
sabe hacer, el costo es menor y la
rentabilidad es mayor”
El caso, que salió hace unos años
en Clarín Rural, mantiene su vi-
gencia y nos muestra con clari-
dad lo explosivo que puede ser el
crecimiento. Cuando una empre-
sa crece por el empuje de las ini-
ciativas de sus dueños se desen-
cadena un fenómeno que no
tiene igual. Es precisamente el
crecimiento lo que pone al des-
cubierto nuestras verdaderas
fortalezas y debilidades. No hay
crecimiento ordenado, es un mi-
to pensar que se puede crecer
ordenadamente. En todo caso se
crece primero y se ordena des-
pués. Cuando vamos rápido lo
que falta es tiempo, aquel que te-
níamos cuando no crecíamos a
este ritmo o cuando podíamos
pensar dos veces antes de tomar
decisiones. Otra de las cosas
que empieza a faltar es caja,
porque las exigencias de crecer
en diferentes ámbitos se comen
la caja, nos va bien económica-
mente pero paradojalmente no
tenemos plata en el bolsillo….
Lo más interesante de todo es un
fenómeno que se da siempre
que atravesamos estas situacio-
nes: crecer aumenta notable-
mente la complejidad. Como so-
lemos decir “se abren muchos
frentes a la vez”, lo que por un
nada será como antes y nuestra
gente también debe saber asu-
mirlo. Las reglas de juego que
antes no estaban escritas ahora
lo están. Es el momento en que
todos, absolutamente todos, las
deben reconocer y cumplir.
Las excepciones que vayamos
haciendo, la “flexibilidad” de
gauchos o de “buen patrón”,
pueden jugarnos una mala pasa-
da. La manera más rápida de
atar un proceso de profesionali-
zación es justamente dejarnos
reservadas ciertas “licencias”
para administrar a voluntad.
Las empresas que abren el ne-
gocio y buscan inversores nece-
sitan imperiosamente dar una
imagen profesional que sustente
la confianza de sus socios.
“Hoy, con la información que tene-
mos, sabemos que hay campos que
no podemos arrendar porque rin-
den muy poco. Vamos a ofrecer por
esos campos una opción de rendi-
miento. Esta era una zona ganade-
ra, y cuando se tornó agrícola nos
encontró a nosotros con bastante
experiencia en la actividad; enton-
ces pensamos en crecer. Pero para
eso necesitábamos más capital, y
fue por eso que invitamos a nues-
tros proveedores de insumos a par-
ticipar de las siembras”, comenta
el empresario en la nota.
Las dimensiones de la profesio-
nalización son cuatro: la estrate-
gia, los números, los procesos y
la gente. Es en estos cuatro fren-
tes que mostramos avances al
gestionar de otra manera.
La estrategia que no estaba es-
en equipo.
profesionali-
zar una
empresa es
crear procesos
de gestion.
negocio. Es ser capaces de man-
tener este raro equilibrio entre
algo que gira, que se mueve, que
da sentido a lo que hacemos, y la
necesidad de mantenerlo en pie
sin que se rompa en mil peda-
zos. Un buen gestor, como el ca-
so de los Berardo deberá mante-
ner diferentes actividades a la
vez, con diferentes exigencias y
circunstancias en equilibrio sin
que se contrapongan o agoten
su negocio.
En otras palabras, a los gerentes
los vemos en la cancha a través
de estas capacidades que no se
estudian, que se tienen en parte
y en parte se adquieren a fuerza
del ejercicio de la toma de deci-
siones, la corrección del rumbo.
“Pasamos del cuaderno donde
anotábamos todo a mano al siste-
ma actual que permite que cuando
un camión entra a la planta de si-
los, automáticamente se pese y
quede en el sistema todo lo que
pertenece a cada socio. Un mes
después de la cosecha tenemos
que tener todos los números”,
cuenta Berardo.
Profesionalizar una empresa es,
justamente, ir incorporando de a
poco y en su justa medida, pro-
cesos de gestión que hagan que
lo que antes hacíamos por intui-
ción hoy lo podamos hacer con
actitud y método profesional.
Ser capaces así de obtener da-
tos, generar información y, final-
mente, conocer cada vez mejor
nuestro negocio.
Sin embargo al profesionalizar
debemos ser conscientes de que
oliver kornblihtt
lado es auspicioso porque se
aprovechan oportunidades, y por
otro se genera la sensación de
vértigo de que vamos demasiado
rápido.
En otras palabras, hay más varia-
bles sobre la mesa que debemos
manejar al mismo tiempo.
Gerenciar es administrar y ges-
tionar la complejidad
La complejidad de la gestión en
tiempos de crecimiento se refle-
ja en la mirada de un equilibrista
que mantiene varios platos gi-
rando sobre varillas y que no de-
ben caerse a riesgo de estallar
contra el piso.
Justamente, gerenciar es gestio-
nar la complejidad de nuestro
mantener el
equilibrio
Un buen gestor
debe seguir de
cerca varias activi-
dades diferentes.
incorporar
procesos
Profesionalizar la
empresa implica
cambiar la intuición
por el método.
el capital
humano
El gestor y los pro-
cesos deben lograr
sacar lo mejor de
cada persona.
claves de
gestion
Fernando Preumayr
Profesor de Comportamiento Humano
en el Programa de Agronegocios de la
Universidad Austral.
esunmitopensar
quesepuedecrecer
ordenadamente,
Entodocasose
creceprimeroyse
ordenadespues
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crita, solo en nuestra cabeza,
ahora deberá comunicarse y pa-
ra ello hacerse bien explícita. De
una idea a un plan de trabajo
concreto, de mis monólogos a un
diálogo con mi equipo de traba-
jo. Reuniones y horas de trabajo
en pensar lo que antes se hacía
solo en la camioneta…
Los números que se llevaban co-
mo se podía a un sistema conta-
ble, a una manera de saber a ca-
da paso donde estamos parados.
Una inversión importante en un
equipo que nos ayude a mirar el
negocio de otra forma.
Los procesos, que es lo que
siempre supimos hacer para ser
buenos en lo productivo y eco-
nómico, a una serie de rutinas
que aseguren resultados. Certifi-
cación, protocolos, normas que
permitan mostrar solidez en la
manera de trabajar, en las activi-
dades clave de nuestro negocio.
Finalmente, y muy importante, la
profesionalización llega a cómo
gestionamos el capital humano.
Cómo sacamos lo mejor de la
gente con una cuota de orden y
procedimientos que serían las
“buenas prácticas de gestión de
personas”.
Transitar este camino no es sen-
cillo y las piedras más frecuentes
con las que se tropieza son las
marchas y contramarchas. Con-
siste en la dificultad de pasar del
deseo a la convicción de que hay
que hacer las cosas diferentes, y
hacerlas.
Las contramarchas producen
desgaste, desorientan a nuestra
gente y terminan por debilitar el
clima de confianza que se nece-
sita para introducir cambios. El
“si, pero no” marca la distancia
entre lo que pensamos que de-
beríamos hacer, lo que comuni-
camos y lo que finalmente deci-
dimos.
En estas transiciones se pagan
muchos de los errores, y lo que
finalmente vale es la actitud, el
comportamiento del número 1.
A él es a quien toda la empresa
observa y de él se desprende el
comportamiento de su equipo.
El proceso de delegación efecti-
va, entonces, marca el antes y el
después. La capacidad de abrir
el juego, de informar, consultar
para después delegar, es el ca-
mino. Cuando inevitablemente
crecemos, movidos por la nece-
sidad de que nuestro emprendi-
miento se expanda, nos sumer-
gimos en un mundo diferente,
exigente, apasionante, que nos
lleva a aprender a gestionar la
complejidad. En el campo. ruben berardo, adelante, junto a parte de su equipo en un lote de soja en urdinarrain.
oliver kornblihtt
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