Estándar del bloque 11 de Historia de España de Segundo de Bachillerato donde se explican la evolución de la oposición política a lo largo de la etapa franquista.
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Bloque 11. Especifica los diferentes grupos de oposición política al régimen franquista y comenta su evolución en el tiempo
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Bloque 11
Especifica los diferentes grupos de oposición política al régimen franquista y comenta su
evolución en el tiempo
1.1. La oposición tras la guerra civil.
a. Represión: el final de la guerra civil no trajo la paz, ni el perdón ni la reconciliación. Medio
millón de españoles tuvieron que salir hacia el exilio en condiciones muy penosas. Un millón de
españoles pasaron por los campos de concentración, por las prisiones y por los batallones de
trabajo, condenados a trabajos forzosos, humillaciones y privaciones. Miles de reclusos
fallecieron en las cárceles. El Estado de Guerra proclamado por los militares rebeldes en julio de
1936 no se derogó al terminar la contienda, como cabría esperar, sino que se mantuvo vigente
en toda España hasta abril de 1948. Casi doce años de justicia militar arbitraria, de consejos de
guerra sumarísimos y de violencia represiva. Los historiadores calculan que en la década
posterior al final de la guerra fueron ejecutadas cerca de 50.000 personas. Además de los
consejos de guerra, el entramado legal de la dictadura persiguió a los vencidos con los más de
200.000 expedientes abiertos por la Ley de Responsabilidades Políticas, aprobada en febrero de
1939, que reclamaba los bienes incluso de aquellos que ya habían sido castigados con la
muerte. La represión fue especialmente meticulosa con los empleados públicos que no
pudieran demostrar su adhesión al Movimiento Nacional. Hubo casi 300.000 expedientes de
depuración. A las inhabilitaciones y sanciones temporales se sumaron los despidos masivos,
confiscaciones, expropiaciones y destierros. Los vencidos que regresaron a sus casas siguieron
sometidos al control social de los poderes de cada localidad, el alcalde, el jefe de Falange, el
párroco y la Guardia Civil. Siguieron marcados por el estigma de la derrota. La vida cotidiana de
la posguerra estuvo marcada por la cultura del miedo y del silencio.
b. Después de la guerra el exilio y la durísima represión hicieron que la oposición al régimen
quedara completamente desarticulada. En el exterior, las diferentes fuerzas de la República
fueron incapaces de coordinarse. Algunos permanecieron en Francia, otros emigraron a México
o a Londres y la mayoría del aparato comunista se trasladó a la URSS. En el interior la falta de
cuadros, la escasa información, el miedo y el hambre hicieron muy difícil organizar una
resistencia. Al final de la Segunda Guerra Mundial, con el avance de los aliados en toda Europa,
y con la esperanza de que la victoria llevaría a las potencias a acabar con el régimen de Franco,
se multiplicaron las acciones de propaganda clandestina y las emisiones de radio.
c. La guerrilla: Muchos combatientes republicanos permanecieron hostiles al nuevo régimen
desde el final de la guerra. Se «echaron al monte», e iniciaron por su cuenta una labor de
hostigamiento a las fuerzas del orden y del Ejército, a través de pequeñas partidas que se
refugiaban en las montañas del Pirineo, de Asturias, Galicia-León y Santander, así como núcleos
montañosos del interior. Las acciones guerrilleras se intensificaron a partir de 1945, y obligaron
a mantener numerosos efectivos de la Guardia Civil y del Ejército para combatirlas. Pero poco a
poco, las partidas fueron capturadas o exterminadas, al tiempo que el desencanto cundía entre
la oposición al régimen por la decisión aliada de aislar simplemente a la dictadura, sin intervenir
para terminar con ella. La guerrilla comenzó declinar, y sólo grupos muy aislados continuarían
durante algunos años refugiados en las montañas.
1.2. La oposición en los años 50.
En la década de 1950 el régimen franquista consiguió una cierta estabilidad interna. Los
monárquicos no tenían fuerza y sus representantes decidieron plegarse y aceptar la situación. Las
relaciones de Franco con don Juan siguieron siendo tensas, aunque ello no impidió dos entrevistas
para tratar de la formación del hijo de éste, Juan Carlos, en quien muchos veían, incluido el propio
Franco, un posible sucesor. La oposición política continuaba descabezada, y el alejamiento entre los
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grupos del interior y las direcciones de los partidos en el exterior se agudizó. El enfrentamiento con
el régimen tuvo cuatro formas principales de actuación: las huelgas obreras (el movimiento sindical
clandestino se iba formando en los centros de trabajo y en las asociaciones católicas de base, a
partir de 1956 se repitieron las huelgas en el País Vasco, Asturias y Cataluña y comenzaron a actuar
las comisiones Obreras, CCOO); la agitación universitaria (en las universidades una nueva
generación de estudiantes comenzaba a reclamar una mayor libertad de expresión en las cátedras y
en la opinión pública y algunos grupos, relacionados casi siempre con militantes comunistas,
comenzaron a movilizarse de manera clandestina); el renacimiento de los nacionalismos (en 1959
un grupo de jóvenes miembros del PNV se escinde del partido y funda ETA, Euskadi Ta Askatasuna,
Patria y Libertad, que rápidamente optará por la lucha armada como táctica para lograr la
liberación nacional vasca, y en 1960 son detenidos algunos catalanistas, entre ellos Jordi Pujol,
acusado de distribuir panfletos antifranquistas en catalán) y la actividad de los grupos políticos en
el exilio (protagonismo político del Partico Comunista dirigido por Santiago Carrillo).
1.3. La oposición en los años 60.
Los movimientos sociales: En la década de 1960 el principal foco de oposición fue la protesta de
los trabajadores. Las huelgas y las reivindicaciones obreras crecieron en número y en
intensidad, sobre todo en las zonas industriales. Creció la fuerza de Comisiones Obreras (CCOO)
un sindicato independiente y democrático que impulsaba la lucha laboral (salarios y condiciones
de trabajo) y también política (libertad sindical, derechos civiles). El segundo frente de
conflictividad social fue la protesta estudiantil, con sindicatos democráticos de estudiantes
cada vez más movilizados. También surgieron otros movimientos sociales como los
movimientos vecinales (en los barrios populares de las grandes ciudades) y las organizaciones
cristianas de base (JOC y HOAC) que manifestaron actitudes críticas con la dictadura franquista.
se inició un proceso de distanciamiento de la Iglesia respecto al régimen. Muchos sectores de
la jerarquía comenzaban a denunciar la situación de los trabajadores y a insistir más en la labor
de apostolado social y ayuda a los necesitados, que en reforzar los viejos valores del nacional-
catolicismo (importancia apertura a partir del Concilio Vaticano II)
La oposición política. El Partido Comunista de España (PCE) era el de mayor implantación social,
dirigido por Santiago Carrillo. El Partidos Socialista Obrero Español (PSOE) era mucho más
minoritario dentro de España, y no renovó su actuación hasta 1974, cuando fue elegido como
secretario general Felipe González. En la extrema izquierda surgieron pequeños partidos de
ideología revolucionaria y grupos terroristas como el FRAP. En la oposición moderada destacó la
Democracia Cristiana, que reunía a diversos partidos de centro que en 1962 participaron en el
Congreso del Movimiento Europeo (que el franquismo calificó como el “Contubernio de
Munich”) donde coincidieron con la oposición clandestina y algunos disidentes del régimen
para reivindicar la necesidad de una España democrática.
Los partidos nacionalistas históricos se revitalizaron. En el País Vasco el PNV. En Cataluña nació
en 1974 Convergencia Democrática de Cataluña, un partido de Centro dirigido por Jordi Puyol.
La agitación era especialmente importante en el País Vasco, donde las acciones de ETA eran
respondidas con la represión policial, generando alrededor de la banda armada un apoyo
popular que fue radicalizando el clima hasta hacerlo explosivo. La década termina, en medio de
la creciente agitación, con el llamado proceso de Burgos, en diciembre de 1970, contra 16
miembros de ETA, 9 de los cuales son condenados a muerte. Las protestas en las calles y la
presión internacional hicieron, finalmente, claudicar a Franco, que conmutó las penas por las de
cadena perpetua.