Este documento presenta una historia de un juez que enseña a una mujer una lección sobre la difamación. La mujer constantemente acusaba a su vecino de ser un ladrón sin pruebas. Cuando el vecino probó su inocencia y la denunció, la mujer dijo que solo estaba haciendo comentarios, que no era algo tan grave. El juez le pidió que escribiera sus calumnias y las dispersara al viento, diciendo que así es como un simple comentario puede destruir el honor de alguien de manera irreparable. Cuando no pudo recuperar los ped
1. Efrén Martín, gerente de FV
Sentencias
y profesor de Deusto Business School
“Una mujer no paraba de decir que su vecino era un
ladrón. Él probó su inocencia y a su vez la denunció.
-Hacer comentarios no es algo tan grave -dijo ella al juez-.
-De acuerdo -respondió el magistrado-. Según regrese hoy
a su casa, escriba sus calumnias en un papel, rómpalo en
trocitos y vaya tirándolos. Mañana deberá volver aquí.
La mujer obedeció y volvió al día siguiente.
-La indultaré si me trae los pedazos de papel, dijo el juez.
-¡Pero eso es imposible! ¡El viento ya ha dispersado todo!
-De la misma manera, un simple comentario puede ser
esparcido por el viento, destruir el honor de un hombre y
después es imposible arreglar el mal ya hecho.
Y envió a la mujer a la cárcel”. (Malba Tahan, según Paulo Coelho).
Continuamente
emitimos
etiquetas
mentales, que acaban siendo verbalizadas,
sobre nuestras cualidades y las de nuestros
amigos y enemigos.
Para
proteger
nuestra
autoestima
–perjudicando la de otros- elaboramos
juicios muy sesgados, tanto al ganar (“Soy
mucho más hábil que los demás”), como al
perder (“Han tenido mucha más suerte y
les han favorecido más que a mi”).
Quien piensa al revés puede caer en el
pozo de la depresión, al ser incapaz de
creer en sí mismo, por no crearse etiquetas
autoprotectoras.
Una tercera vía, más inteligente, reside en
salvar la dignidad de todos, atacando a los
problemas sin atacar a las personas: “no
fallan las personas, falla el sistema”.
Pero se ha convertido en normal
agobiarnos mutuamente bajo la ley de la
opinión negativa, que se convierte en
condena cuando se pregona la respuesta a
la conocida pregunta retórica: ¿Lo ma-to?
Estas sílabas representan los tres
siniestros veredictos bajo los que podemos
encontrar alivio a nuestras frustraciones,
Nº 74 Marzo 2013
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culpando a
despiadados:
otros.
Son
tres
fallos
Loco: Aquél que despierta temor, por su
incontrolable destructividad.
Malvado: Quien se beneficia perjudicando
a otros, encendiendo la ira a su paso.
Tonto: Provoca desprecio el que,
fastidiando, sale él mismo muy malparado.
Victor Frankl afirmó, con conocimiento de
causa: “Hay dos razas de hombres en el
mundo y nada más que dos: decentes e
indecentes. Ambas se encuentran en
todas partes. Ningún grupo se compone
de hombres decentes o de hombres
indecentes, sin más ni más… El hombre
tiene dentro de sí ambas potencias; de
sus decisiones depende cuál de ellas se
manifieste”, porque una persona “es el
ser que siempre decide lo que es”.
Juzgarnos
sistemática,
cerril
y
mutuamente como “lunáticos, perversos e
inútiles” nos encierra en la cárcel de la
deshumanización. Pero, ¿qué es realmente
Ser Humano? Justamente lo contrario:
Ser cuerdo, bueno y sabio. Sin más.
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