Este documento describe la situación de las lenguas indígenas en México. Aproximadamente el 27% de las 364 variantes lingüísticas indígenas, que corresponden a 100 lenguas, tienen menos de 1,000 hablantes y se encuentran en peligro de desaparición. Factores como la falta de transmisión intergeneracional, la discriminación, y los cambios sociales debido a la migración están contribuyendo a la pérdida de estas lenguas. Se requieren esfuerzos específicos para documentar y revitalizar cada una de estas lengu
1. La última edición del Atlas (2010, disponible en inglés, francés y español de Ediciones UNESCO),
fue realizada gracias al apoyo del Gobierno de Noruega. En esta edición figura una lista de 2.500
lenguas (dentro de las cuales 230 extintas desde el decenio de 1950). Estas cifras se acercan a la
estimación comúnmente admitida, que gira en torno a unas 3.000 lenguas amenazadas en el mundo
entero. El Atlas señala para cada lengua, el nombre y el grado de peligro de desaparición que corre
(véase más abajo), así como el país, o los países, donde se habla.
La edición interactiva suministra información adicional sobre los siguientes aspectos: número de
hablantes, políticas y proyectos pertinentes, fuentes, códigos ISO y datos geográficos. Esta edición
del Atlas, consultable gratuitamente en Internet, permite por primera vez un amplio acceso a su
contenido y facilita la interactividad, así como una actualización oportuna de sus datos sobre la base
de informaciones suministradas por los usuarios.
Nivel de
Transmisión intergeneracional de la lengua
vitalidad
todas las generaciones hablan la lengua y su transmisión de una generación a otra es
a salvo
continua >>notincluded in the Atlas
la mayoría de los niños hablan la lengua, pero su uso puede estar restringido a
vulnerable
determinados ámbitos (el hogar familiar, por ejemplo)
en peligro los niños ya no la aprenden en sus familias como lengua materna
sólo los abuelos y las personas de las viejas generaciones hablan la lengua. Los
seriamente en
miembros de la generación parental, si bien pueden comprenderla, no la hablan entre sí,
peligro
ni tampoco con sus hijos
en situación los únicos hablantes son los abuelos y las personas de las viejas generaciones, pero
crítica sólo usan la lengua parcialmente y con escasa frecuencia
no quedan hablantes >>el Atlas contiene las referencias de las lenguas extintas desde
extinta
los años 1950
Una metodología para evaluar el grado de
vitalidad y peligro de desaparición que corre una
lengua
En 2002 y 2003, la UNESCO encomendó a un grupo internacional de lingüistas que elaborara un
marco para determinar el grado de vitalidad de una lengua, con el fin de contribuir a la formulación
de políticas, la definición de las necesidades y las medidas de salvaguardia adecuadas. Este Grupo
especial de expertos en lenguas en peligro de desaparición elaboró un documento conceptual
titulado “Vitalidad y peligro de desaparición de las lenguas”, en el que se fijaban los siguientes
nueve criterios:
No hay un factor que por sí solo baste para evaluar la situación de la lengua de una comunidad.
Pero estos nueve factores, conjugados, pueden determinar la viabilidad de una lengua, su función
en la sociedad y el tipo de medidas necesarias para su conservación o revitalización. Para más
detalles, ver el documento completo: (inglés|francés|español|árabe|chino).
4. Ampliar la imagen Mujer nahua de Puebla, captada por el
fotógrafo Sergio AbudFoto: Cortesía de la Comisión Nacional para el Desarrollo de
los Pueblos Indígenas / Fototeca Nacho López
Ampliar la imagen Mujer nahua de Veracruz, captada por el
fotógrafo Óscar Pastor Foto: Cortesía de la Comisión Nacional para el Desarrollo de
los Pueblos Indígenas / Fototeca Nacho López
La preservación de las lenguas indígenas como piezas de museo, la discriminación y
estigmatización, aun entre sus propios hablantes, y la descomposición social, son
algunos de los factores que han acelerado la desaparición de las lenguas maternas entre
los grupos autóctonos mexicanos, a pesar de ser el país con mayor número de hablantes
en el continente americano, coincidieron en señalar especialistas en el tema.
En México, de acuerdo con el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (Inali), existe un
registro de 364 variantes de lenguajes autóctonos, 100 de ellos –casi 30 por ciento–
tienen menos de mil hablantes, por lo que pueden considerarse vulnerables a la
desaparición.
El entorno social influye: Nava
Actualmente existe un panorama muy difícil para varias de las lenguas indígenas en
México, estimó Fernando Nava, director general del Inali, organismo descentralizado
del gobierno federal que se creó en 2003 con el objetivo de promover la preservación de
los lenguajes originarios de nuestro país.
5. El 14 de enero de 2008, el Diario Oficial de la Federación publicó el Catálogo de las
Lenguas Indígenas Nacionales, elaborado por este organismo, en el que se reconocen
364 variantes que se desprenden de 11 familias lingüísticas indoamericanas con
presencia en México.
“Justamente con estas categorías del catálogo, de las 364 variantes, 100 en números
redondos tienen menos de mil hablantes, por lo que pueden considerarse vulnerables a
la desaparición”, señala Nava en entrevista. Es decir, tomando en cuenta las cifras
proporcionadas, 27 por ciento de las lenguas indígenas en México está en peligro de
desaparecer.
Además de la falta de transmisión de padres a hijos, otro factor que amenaza con
extinguir las lenguas es el resquebrajamiento del entorno social de los hablantes, debido
a los problemas socioeconómicos que provoca la migración, que a su vez desencadena
el desplazamiento lingüístico.
Algunas de las variantes lingüísticas que merecen mayor atención son: el ayapaneco, de
la familia mixe-zoque, en Tabasco; el kiliwa, de la familia cochimí-yumana, y el
zapoteco, de Mixtepec.
Y es ahí, alerta Nava, donde existe un espejismo peligroso, ya que si vemos el censo
general de población, observamos que hay casi medio millón de hablantes del zapoteco;
sin embargo, al analizar de manera diferenciada, notamos que la variante del Istmo es
una lengua muy vigorosa, mientras que el zapoteco de Mixtepec está en alto riesgo de
desaparición, por su bajo número de hablantes. El zapoteco de San Felipe de Jalapa y de
Asunción Tlacolulita también tienen menos de 100 hablantes.
En este sentido, un aporte del Inali es la utilización del término “variante lingüística”,
que es una categorización con mayor grado de detalle, ya que toma en cuenta las
diferencias estructurales y léxicas dentro de una misma agrupación lingüística y su
respectiva demarcación geoestadística.
Al resaltar la importancia del término, Nava ejemplifica con la lengua náhuatl, que es
hablada por más de un millón de personas; sin embargo, es una agrupación de alta
diversidad, porque tiene 30 variantes lingüísticas, muchas de ellas en riesgo de
desaparición.
“Nosotros estamos trabajando caso por caso prácticamente en cada una de estas 100
comunidades con menos de mil hablantes. Es imposible atender a toda esta diversidad
con una sola estrategia. Las condiciones socioculturales son muy diferentes.
No obstante, no todas estas variantes están en riesgo, considerando que algunas sí se
están transmitiendo de una generación a otra, como es el caso de los seris en Sonora,
donde la herencia es muy fuerte, hay una gran vitalidad lingüística y no llegan a mil
personas, pero las otras condiciones no la ponen en peligro”, expone Nava.
Finalmente, el director del Inali instó a preocuparse también por las lenguas vitales,
“porque si descuidamos y buscamos desarrollar aquellas que hoy tienen una condición
social favorable y un hábito de transmisión transgeneracional pleno, en muy poco
tiempo todas las lenguas van a estar en riesgo de desaparición”.
6. Estigmatización de las lenguas
Existe un discurso que promueve la preservación de las lenguas indígenas como piezas
de museo, cuando en realidad son instituciones vivas que se reproducen en la vida
cotidiana de las comunidades, opina José Luis Moctezuma Barragán, investigador
adscrito al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
La estigmatización de las lenguas indígenas aún existe, al considerarlas un lastre para la
sociedad, un atraso para la región y el país, lo cual es una percepción que se sigue
transmitiendo, pese al esfuerzo que realizan instituciones como el Inali, la academia e
inclusive los propios escritores en lenguas originarias. “Los lingüistas coincidimos en
afirmar que no se tiene que educar a los indígenas, sino a los mestizos, para que
aprendan a convivir con las lenguas indígenas y las vean como patrimonio y no como
lastre”.
Moctezuma Barragán sostiene que, de alguna manera, todas las lenguas viven un
proceso de desplazamiento y, al mismo tiempo, de resistencia, que hacen que se
mantengan a pesar de las cuestiones externas a que han sido expuestas.
Desafortunadamente, debido a estos estigmas, en nuestro país se suspende el proceso de
transmisión a las nuevas generaciones, por lo que muchos jóvenes y niños en la
actualidad no hablan sus lenguas.
Basar el peligro de extinción de una lengua en su número de hablantes puede ser
engañoso e incorrecto, alerta el antropólogo especialista en el grupo mayo, en el norte
del país, ya que hay lenguas como el seri o el kikapú que son muy vitales, aunque su
número de hablantes sea reducido, mientras que lenguas como el otomí y el mazahua, a
pesar de tener muchos hablantes, viven un acelerado proceso de desaparición. Y este
proceso también ocurre de manera variable aun con una misma lengua, pero en
diferentes regiones, por ejemplo, el náhuatl, que es muy hablado en algunas
comunidades, donde sigue siendo una lengua viva, mientras que en otras prácticamente
ha desaparecido.
Ante esta situación, Moctezuma Barragán señala que se requieren estudios de caso que
permitan entender estos procesos de manera particular y así buscar soluciones para
revertirlos.
500 años de dominación
Thomas C. Smith Stark, especialista en lenguas mesoamericanas, considera que 500
años de dominación en México han creado una actitud negativa hacia las lenguas
indígenas, aun entre sus propios hablantes, quienes han sufrido discriminación,
hostigamiento y hasta burlas por usar su habla fuera de su comunidad, entonces no
quieren que sus hijos padezcan lo mismo.
El investigador del Colegio de México coincide en señalar que desde la prehistoria ha
existido la muerte de lenguas, ya sea por conquistas o por la influencia dominante
socioeconómica, política y cultural entre los pueblos, desde los etruscos en la antigua
Italia hasta nuestros días. Sin embargo, “lo que vemos es una aceleración del proceso,
dadas las condiciones de globalización, comunicación y educación universal”.
7. En el caso de México, desde el periodo de Independencia, el Estado adoptó una política
de homogeneización entre la población para crear una sola identidad como mexicanos,
en la que se incluye el uso del idioma español de manera general, con un sistema legal y
educativo que ha actuado en contra del uso de las lenguas indígenas.
Se han aplicado políticas muy violentas contra el mantenimiento de las lenguas
originarias y la cultura tradicional, además de que la falta de presencia en los sistemas
legales y en los medios de comunicación ha dejado una experiencia histórica entre los
actuales hablantes, quienes ven que no son aceptadas en muchos ámbitos de la cultura
nacional.
“En consecuencia, ven para sus hijos ventajas de hablar el español, pero ninguna de
continuar con su lengua indígena. Hasta los sistemas de educación indígena, que
supuestamente son bilingües, han sido un fracaso, porque simplemente han sido un
esquema para enseñarles español”, apunta Smith Stark.
Por ejemplo –cita el también consejero del Inali–, en una visita a Oaxaca, en una
comunidad donde todos hablan zapoteco, la ceremonia de cambio de autoridad se hizo
totalmente en español, “me parece una indicación de que aun en ese pueblo, donde toda
la gente habla la lengua local, el español tiene un estatus de lengua de poder, como
lengua de gobierno que legitima”.
Sin embargo, el investigador se dijo optimista, ya que cada vez se oye menos el término
dialecto como una categoría menor para referirse a las lenguas indígenas, “la gente
muestra un poco más de conciencia sobre la existencia y su importancia en cuanto a la
identidad nacional y bienes culturales intangibles de la nación”.
10. México es el primer país con mayor cantidad de personas hablantes de lenguas
amerindias en América con un total de 65 lenguas vivas registradas en el año 2010.9 Sin
embargo, en números relativos, la proporción de estas comunidades lingüísticas es
menor en comparación con países como Guatemala (52,8%) y Perú (35%), e incluso a
las de Ecuador (9,4%) y Panamá (8,3%) [1]. Excepción hecha del náhuatl, ninguna de
las lenguas indígenas de México posee más de un millón de hablantes. El náhuatl es la
cuarta lengua indígena de América por el tamaño de su comunidad
.
Clasificación de las lenguas indígenas de México
Familia Grupos Lengua Territorio
Pápago Sonora
Sonora,
Pima bajo
Chihuahua
Tepimano
Chihuahua,
Tepehuán
Durango
Tepecano(†) Jalisco
Tarahumara Chihuahua
Tarahumarano
Lenguas yuto-aztecas Sierra Madre
Guarijío
Se trata de la familia de Occidental
lenguas amerindias
más extendida en el Yuto-aztecas Yaqui Sonora
territorio mexicano. meridionales Taracahita Cahita
Asimismo, es la que Mayo Sonora y Sinaloa
posee el mayor
Ópata(†) Sonora
número de hablantes.
Ópata Eudeve(†) Sonora
Tubar(†) Sonora
Cora Nayarit
Corachol
Huichol Nayarit
Corachol-
aztecano Pochuteco(†) Oaxaca
Náhuatl
Náhuatl Valle de México,
Sierra Madre
11. Oriental,
Veracruz
Paipai
Lenguas hokanas Cucapá
Aunque esta familia es
todavía discutida por Cochimí (Mti'pai)
los lingüistas, agrupa
Yumanas Kumiai
numerosas lenguas
habladas en las zonas
Lenguas Nak'ipa(†)
áridas de México y Península de
yumano-
Estados Unidos. Baja California
cochimíes 'Ipajuim(†)
Algunas propuestas
incluyen a la lengua Kiliwa
seri, pero en las más
recientes esta lengua Cochimí(†)
aparece como una
lengua aislada. La Cochimíes Ignacieño(†)
mayor parte de las
lenguas hokanas se han Borjeño(†)
extinguido, y otras
están a punto de Chontal de Oaxaca
desaparecer. Tequistlateco-chontales Oaxaca
Tequistlateco(†)
Guaicura(†)
Laimón(†)
Lenguas del sur de Baja California Aripe(†)
Se trata de un conjunto de lenguas habladas en el sur de la
península de Baja California. Actualmente todas se encuentran Huichití(†)
extintas. La escasa documentación sobre las lenguas hacen dudosa
Baja California
su clasificación. Incluso se ha puesto en duda la posibilidad de que Cadégomeño(†)
Sur
todas esas lenguas hayan formado parte de una misma familia.
Algunos lingüistas indican que es posible que hayan tenido alguna Didiu(†)
lejana relación con el cochimí, y por tanto, formarían parte de la
familia hokana. Pericú(†)
Isleño (†)
Monguí(†)
Lenguas álgicas Lenguas
La única lengua álgica algonquianas Centrales Kikapú Coahuila
hablada en México es
12. el kikapú, un idioma
sumamente cercano al
fox. La tribu kikapú se
estableció en Coahuila
en el siglo XIX, debido a
la invasión de su
territorio original
(Oklahoma) por otras
tribus y blancos.
Centro de
Otomí
México
Mazahua
Matlatzinca
Estado de
Oto-pame México
Tlahuica
Oto-pame-
chinantecano
Pame
Otomangue
occidental
Guanajuato, San
Jonaz Luis
Potosí,Querétaro
Oaxaca y
Chinantecano Chinanteco
Veracruz
Lenguas
otomangueanas Tlapaneco Tlapaneco Guerrero
Tlapaneco -
mangueano
Mangueano Chiapaneco(†) Chiapas
Oaxaca y
Mazateco
Veracruz
Ixcateco Oaxaca
Popolocano
Chocho Oaxaca
Otomangue Popoloca-
oriental Zapotecano Popoloca Puebla
Zapoteco Oaxaca
Zapotecano Chatino Oaxaca
Papabuco Oaxaca
13. Solteco Oaxaca
Oaxaca y
Amuzgo Amuzgo
Guerrero
Oaxaca, Puebla y
Amuzgo - Mixteco
Guerrero
mixtecano
Mixtecano
Cuicateco Oaxaca
Triqui Oaxaca
Mixe de Variedades mixes de la sierra Sierra de Juárez
Oaxaca de Juárez (Oaxaca)
Lenguas toto-zoquenas Mixeano
Popoluca de Sayula Veracruz
Los primeros intentos Mixe del Golfo
clasificatorios, como el Popoluca de Oluta Veracruz
de Orozco y Berra,
proponían una afinidad Popoluca de Texistepec Veracruz
Zoque del
entre las lenguas mixe-
Mixe- Golfo
zoqueanas y las Popoluca de Soteapan Veracruz
zoqueano
lenguas
otomangueanas. Sin Zoque de San Miguel
embargo, la evidencia Chimalapa
Zoqueano Zoque de los Los Chimalapas
reciene apunta a que el Chimalapas (Oaxaca)
mixe-zoqueano está Zoque de Sta. María
emparentado con el Chimalapa
totonaco-tepehua.
Zoque de Variedades zoques de Poniente de
También la lengua de
Chiapas Chiapas Chiapas
los olmecas parece ser
una forma de mixe-
Totonaco Sierra Madre
zoqueano.
Totonaco- Oriental
Totonacano
tepehua (Veracruz y
Tepehua
Puebla)
Lenguas mayenses Huasteco Región Huasteca
Las lenguas mayenses Huasteco
(o mayances) se Chicomulteco(†)
encuentran
distribuidas en el Península de
Maya yucateco
sureste de México y el Yucatecano Yucateco - lacandón Yucatán
norte de
Lacandón Chiapas
Centroamérica. Aislada
14. de este núcleo se
Chol Chiapas
encuentra la lengua Cholano
huasteca, que se habla Chontal de Tabasco Tabasco
en el norte de Veracruz Cholano -
y el oriente de San Luis tzeltalano
Tzeltal
Potosí. Algunas Tzeltalano
propuestas han Tzotzil
incluido a las lenguas
Mayense
mayenses en el grupo Kanjobal
occidental
macro-penutí. En otras
hipótesis se ha Kanjobalano Jacalteco Chiapas
señalado que pudiera Kanjobalano
Motozintleco o mochó
haber alguna relación - Chuj
entre las familias
Chuj
totonacana, mixe-
Chujano
zoqueana y la
Tojolabal
mayense, aunque la
propuesta no ha Kekchí Kekchí Chiapas
ganado muchos
adeptos. Muchas de las Chiapas y
Quiché
lenguas mayas Quicheano Guatemala
Pokom -
habladas en México
quicheano
tienen un escaso Chiapas y
Cakchiquel
número de hablantes. Guatemala
Esto se debe a que
varios de esos idiomas Teco-Mame Mam Chiapas
Mayense
pertenecen a grupos
oriental Chiapas y
de guatemaltecos que Aguacateco
se refugiaron en Veracruz
México durante la
guerra civil. En la Mame
Aguacateco-
actualidad son Chiapas,
Ixil
consideradas como Ixil Quintana Roo y
lenguas nacionales, Campeche
como el resto de las
lenguas indígenas.
Lenguas aisladas Purépecha Michoacán
Se ha intentado agrupar estas lenguas en familias más amplias,
aunque sin éxito. Al purépecha y al huave se le ha intentado Huave Oaxaca
atribuir, sin éxito, orígenes sudamericanos. El huave también ha
sido relacionado con las lenguas penutíes por Swadesh. Aunque se Cuitlateco(†) Guerrero
dispone de muy poca información, se ha pretendido relacionar al
extinto coahuilteco con las lenguas hokanas y las lenguas Coahuilteco(†) Coahuila
15. comecrudanas. El seri se ha incluido por mucho tiempo, sin
evidencia contundente, a la gran familia hipotética hokana. El
cuitlateco aparece en algunas clasificaciones como parte de la
familia yuto-azteca. Del pericú es tan poco lo que se sabe y tantas
eran sus diferencias con las otras lenguas de la península de Baja seri Sonora
California, que ni los mismos misioneros del siglo XVII se atrevieron
a establecer relaciones entre esta lengua y el resto de las
peninsulares. Actualmente se propone que los pericú debieron ser
descendientes de los primeros pobladores de la región.
Cotoname(†) Tamaulipas
Quinigua(†) Nuevo León
Lenguas no-clasificadas
Coahuila de
Además existe un conjunto de lenguas con documentación muy Solano(†)
Zaragoza
escasa y referencias a lenguas de pueblos extinguidos, que no han
podido ser clasificadas por falta de información. Ver por ejemplo
Naolano(†) Tamaulipas
Lenguas no clasificadas de México.
Maratino(†) Tamaulipas
Chumbia(†) Guerrero
[editar]Historia sociolíngüística de las lenguas indígenas de México
Como se explicó antes, en el momento de hablar acerca del español, las lenguas
indígenas fueron objeto de un proceso de marginación y relegación a los ámbitos
domésticos y comunitarios de la vida social. Desde su llegada a la Nueva España,
algunos misioneros se dieron a la tarea de registrar las lenguas de los indios, estudiarlas
y aprenderlas, con el propósito de ayudar a una evangelización más eficiente. Con este
último propósito, los misioneros de Indias propugnaron por la enseñanza de los
indígenas en su propia lengua. De acuerdo con esa visión, Felipe II había decretado en
1570 que el náhuatl debía convertirse en la lengua de los indios de Nueva España, con
la finalidad de hacer más operativa la comunicación entre los nativos y la colonia
peninsular. Sin embargo, en 1696, Carlos II, estableció que el español sería el único
idioma que podía y debía ser empleado en los asuntos oficiales y el gobierno del
virreinato.10 A partir del siglo XVII, los pronunciamientos a favor de la castellanización
de los indios fueron cada vez más numerosos. Con ello, los colonizadores renunciaron a
su vocación bilingüe, vocación que llevó en un primer momento a los misioneros y a los
encomenderos a aprender las lenguas de los nativos. Esa necesidad de bilingüismo se
trasladó entonces a los actores que articulaban las relaciones entre los niveles más altos
del gobierno y los pueblos indígenas, es decir, la élite nativa encarnada en los caciques
regionales.
A lo largo del período colonial, el español y las lenguas indígenas entraron en una
relación de intercambio que llevó, por un lado, al español de cada región a conservar
palabras de origen indígena en el habla cotidiana; y a las lenguas indígenas a incorporar
no sólo palabras españolas, sino de otros idiomas indios y especialmente del taíno.
16. Después de la consumación de la independencia de México, la ideología liberal
dominante llevó a los encargados de la educación pública en el país, a implementar
políticas educativas cuyo propósito era la castellanización de los indígenas. Según sus
defensores, con la castellanización los indios quedarían plenamente integrados a la
nación mexicana (una nación criolla, según el proyecto liberal decimonónico), en
igualdad con el resto de los ciudadanos de la República. Salvo el Segundo Imperio
Mexicano, encabezado por Maximiliano, ningún otro gobierno del país se interesó por
la conservación de las lenguas indias durante el siglo XIX, ni siquiera el del único
presidente indígena que ha tenido el país: Benito Juárez.
En 1889, Antonio García Cubas calculó la proporción de hablantes de lenguas indígenas
en un 38% del total de la población mexicana. Si se compara con el 60% que estimaba
una encuesta de población en 1820, es notable la reducción proporcional de los
hablantes de lenguas nativas como componente de la población. Al final del siglo XX,
la proporción se redujo a menos del 10% de la población mexicana. En el transcurso,
más de un ciento de lenguas desaparecieron, especialmente las propias de los grupos
étnicos que habitaban en el norte de México, en el territorio que corresponde
aproximadamente con las macro-áreas culturales denominadas Aridoamérica y
Oasisamérica. Sin embargo, a pesar de que en números relativos los hablantes de
lenguas indígenas fueron reducidos a una minoría, en términos netos su población
aumentó. En la actualidad representan más de siete millones de personas.
Antes de 1992, las lenguas indígenas no tenían ninguna especie de reconocimiento
jurídico por la Federación. En ese año, el artículo 2° de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos fue reformado, con el propósito de reconocer el carácter
pluricultural de la nación mexicana, y la obligación del Estado de proteger y fomentar
las expresiones de esa diversidad. Siete años más tarde, el 14 de junio de 1999, el
Consejo Directivo de la Organización de Escritores en Lenguas Indígenas presentó al
Congreso de la Unión una Propuesta de Iniciativa de Ley de Derechos Lingüísticos de
los Pueblos y Comunidades Indígenas, con el propósito de abrir un canal legal de
protección de las lenguas nativas. Finalmente, la Ley General de Derechos Lingüísticos
de los Pueblos Indígenas fue promulgada en diciembre de 2002. Esta ley contempla
mecanismos para la conservación, fomento y desarrollo de las lenguas indígenas, pero
también una compleja estructura que dificulta su realización.11
[editar]De la castellanización a la educación intercultural bilingüe
17. Las tribus llamadas genéricamente apaches eran nómadas que entraron en conflicto con los
estados del norte de México durante el siglo XIX, al final accedieron a regresar al norte del Río
Bravo, donde permanecen. Sus lenguajes y costumbres están muy bien documentados.
Por castellanización se entiende, en México, el proceso de adopción de la lengua
española por parte de los pueblos indígenas. Como se señaló anteriormente, sus
antecedentes de jure más remotos datan del siglo XVII, aunque no fue sino hasta el
siglo XIX cuando alcanzó su máxima expresión, en el contexto de la República liberal.
Con la generalización de la educación pública, la castellanización se hizo más profunda
aunque ello no derivó en el abandono absoluto de las lenguas indígenas por parte de sus
hablantes. En otros casos, la castellanización fue acompañada por el exterminio físico o
el etnocidio; casos especiales son los yaquis (Guerra del Yaqui, 1825-1897), los mayas
(Guerra de Castas, 1848-1901) y los californios12 (cuyas lenguas se extinguieron a
finales del siglo XIX, luego de una larga agonía que comenzó con el establecimiento de
misiones católicas en la península). Los apaches13 son un caso un poco diferente,
aunque resistieron cualquier esfuerzo de castellanización desde el siglo XVII, entraron
en conflicto abierto con españoles y mexicanos, e incluso con las demás etnias del norte
(tarahumaras, sumas, conchos, tobosos). Esto se agudizó al ser empujados hacia el oeste
por la expansión de Estados Unidos, causando el constante conflicto en los estados del
norte de México y del sur de Estados Unidos (Guerra apache, durante todo el XIX).
La castellanización tenía como propósito eliminar las diferencias étnicas de los
indígenas con respecto al resto de la población, para, en última instancia, integrarlos en
"igualdad" de condiciones a la nación. En México, uno de los principales criterios
históricos para la definición de lo indígena ha sido la lengua (el criterio "racial" sólo
desapareció en el discurso oficial en la tercera década del siglo XX). Por ello, las
estrategias para inducir el abandono de las lenguas indígenas estaban dirigidas
principalmente a la prohibición legal de su empleo en la educación, la prohibición
fáctica del ejercicio de la docencia para los indígenas (cuando un indígena llegaba a ser
profesor, el gobierno se encargaba de reubicarlo en una comunidad donde no se hablara
su lengua madre) y otras similares.
Contra lo que pensaban los defensores de la castellanización de los indígenas, su
incorporación al mundo de habla española no significó una mejoría en las condiciones
materiales de existencia de los grupos étnicos. La política de castellanización se
tropezaba también con las carencias del sistema educativo nacional. Suponía que los
educandos manejaban de antemano la lengua española, aunque en muchas ocasiones no
ocurría de esta forma. Muchos indígenas que tuvieron acceso a la educación pública
durante la primera mitad del siglo XX en México eran monolingües, y al prohibírseles
el uso de la única lengua que manejaban, eran incapaces de comunicarse en el medio
escolar. Por otra parte, los docentes muchas veces eran indígenas cuyo dominio del
español también era precario, lo que contribuyó a la reproducción de las deficiencias
competitivas entre los niños. En vista de lo anterior, en la década de 1970 se incorporó
la enseñanza en lengua indígena en las zonas de refugio, pero sólo como un instrumento
transitorio que debería contribuir a un aprendizaje más efectivo del español.
Durante la década de 1980, la educación bilingüe fue objeto de una promoción intensiva
(en términos comparativos con períodos anteriores, puesto que nunca ha constituido un
sistema masivo en México). Pero aun cuando los propósitos seguían siendo los mismos
18. (la incorporación de los indígenas a la nación mestiza y la castellanización), se
enfrentaba desde entonces a las carencias que acusa el sistema de educación
intercultural implementado en la segunda mitad de la década de 1990. A saber, que el
profesorado asignado a zonas de habla indígena con frecuencia no domina el idioma
indígena que hablan sus estudiantes. Por otra parte, sólo en fechas muy recientes la
Secretaría de Educación Pública se preocupó por la producción de textos en lenguas
indígenas, y sólo en algunas de ellas. La gran diversidad lingüística de México, aunada
a las dimensiones reducidas de algunas comunidades lingüísticas, han conducido al
sistema de educación intercultural bilingüe a enfocarse sólo en los grupos más amplios.
[editar]Bilingüismo y diglosia
La mayor parte de los hablantes de lenguas indígenas en México son bilingües. Esto es
resultado de un largo proceso histórico en que sus lenguas fueron relegadas a los
ámbitos de la vida comunitaria y doméstica. Debido a ello, la mayor parte de los
indígenas se vieron en la necesidad de aprender a comunicarse en español tanto con las
autoridades como con los habitantes de las poblaciones mestizas, que se convirtieron en
los centros neurálgicos de las redes comunitarias en que se veían integradas sus
sociedades. A la declinación del número de monolingües entre los mexicanos hablantes
de lenguas indígenas contribuyó también, como se ha señalado antes, la intensiva
campaña educativa de corte castellanizante.
En la actualidad, existen comunidades lingüísticas donde menos del 10% de sus
miembros hablan exclusivamente la lengua amerindia. Es el caso de la comunidad
lingüística de los Chontales de Tabasco, que apenas presentan un 0,13% de
monolingües del total. Les siguen los yaquis (0,33%) mazahuas (grupo étnico del estado
de México, caracterizado por su temprana integración en la red económica de grandes
ciudades como México, D.F. y Toluca), con 0,55% de monolingües; y los mayos de
Sonora y Sinaloa, con 1,78%. Las comunidades con la mayor cantidad de indígenas
monolingües son también aquellas donde el analfabetismo es más elevado o cuyo
territorio étnico tradicional se localiza en las regiones más marginadas de México. Tal
es el caso de los amuzgos de Guerrero y Oaxaca, con 42% de monolingües y 62% de
analfabetismo; los tzeltales y tzotziles de los Altos de Chiapas, con 36,4% y 31,5% de
monolingües respectivamente; y los tlapanecos de la Montaña de Guerrero, con 31,5%
de monolingüismo.
En años recientes, algunas comunidades lingüísticas indígenas de México han
emprendido campañas de rescate y revalorización de sus propias lenguas. Quizá la
excepción sean los zapotecos de Juchitán, núcleo urbano de Oaxaca donde la lengua
zapoteca tiene una fuerte presencia en todos los ámbitos de la vida desde el siglo XIX.
Los movimientos reivindicadores de las lenguas indígenas han tenido lugar casi
exclusivamente entre aquellos pueblos con elevado bilingüismo o que de una u otra
manera se han insertado en la vida urbana. Este es el caso de los hablantes de maya
yucateco, los purépechas de Michoacán, los nahuas de Milpa Alta o los mixtecos que
viven en Los Ángeles.
Pero lo general es que las lenguas indígenas sigan relegadas a la vida familiar y
comunitaria. Un ejemplo notable es el de los otomíes de algunas regiones del valle del
Mezquital. Estos grupos se han negado a recibir instrucción en su propia lengua, dado
que esos son conocimientos que se pueden aprender "en la casa", y que finalmente
19. carecerán de utilidad práctica en la vida futura de los educandos. Lo que solicitan los
padres en casos de este tipo es que la alfabetización de los niños indígenas sea en lengua
española, dado que es un idioma que necesitarán para relacionarse en lugares distintos
de la comunidad de origen. Porque aunque la ley mexicana haya elevado al rango de
lenguas nacionales a las lenguas indígenas (más conocidas por el común de los
mexicanos como dialectos, palabra empleada en el sentido de que no son verdaderas
lenguas), el país carece de mecanismos para garantizar el ejercicio de los derechos
lingüísticos de los indígenas. Por ejemplo, los materiales editados (textos o fonogramas)
en estos idiomas son muy pocos, los medios de comunicación no prestan espacios para
su difusión, salvo algunas estaciones creadas por el desaparecido Instituto Nacional
Indigenista (actual Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas o
CDI) en zonas con amplia población hablante de idiomas indios; y porque, finalmente,
la mayor parte de la sociedad mexicana se comunica en español
26 de febrero, 2012.- La Organización de
las Naciones Unidas llamó a prestar importancia a las lenguas maternas de los pueblos
indígenas dentro de los sistemas educativos y alertó sobre la rápida desaparición de
diferentes idiomas en el mundo.? Ambas advertencias fueron hechas por la directora
general de la Organización de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura
(Unesco) Irina Bokova, con motivo del Día Internacional de la Lengua Materna.El Día
Internacional de la Lengua Materna fue proclamado por la Unesco en 1999 para
promover la diversidad lingüística y cultural y el multilingüismo y celebrarlo cada 2 de
febrero. Ese día de 1952 fueron muertos por la policía varios estudiantes de la actual
Bangladesh que se manifestaban por el reconocimiento de su lengua Bangla como uno
de los dos idiomas nacionales de ese territorio que entonces formaba parte de Pakistán.
En este año, la fecha tiene lugar bajo el lema “Plurilingüismo para una educación
inclusiva”. Bokova destacó que las lenguas de indígenas entrañan conocimientos sobre
la biodiversidad y la gestión de los ecosistemas que constituyen un potencial
significativo del desarrollo sostenible que merece ser compartido.
En un mensaje difundido en la sede de la ONU en Nueva York, Bokova indicó que “las
lenguas maternas de las poblaciones excluidas, como los pueblos indígenas, quedan a
20. menudo ignoradas por los sistemas educativos”. Frente a eso, instó a permitir que los
miembros de esos grupos reciban conocimientos en su lengua materna desde las edades
tempranas y luego en las nacionales u oficiales como una vía de promover la igualdad y
la inclusión social.
Según la directora de la Unesco, casi la mitad de los seis mil idiomas que se hablan en
el mundo “puede haber desaparecido de aquí a finales de siglo”. La pérdida de un
idioma constituye un empobrecimiento para la humanidad, un retroceso en la defensa
del derecho de toda persona a ser escuchada, a aprender y a comunicarse. Precisó que
cada lengua entraña un patrimonio cultural que amplía la diversidad creadora y cultural
“tan importante como la biodiversidad en la naturaleza”.
Las lenguas maternas de las comunidades indígenas van camino de extinguirse a una
velocidad muy rápida en el mundo, remarcó un encuentro de expertos internacionales en
la materia, reunidos en Nicaragua. Representantes del Foro Permanente para Cuestiones
Indígenas de las Naciones Unidas (UNPFII) abogaron “por la revitalización de la lengua
de nuestros pueblos y por contribuir a que no sigan desapareciendo”, dijo la presidenta
del UNPFII Myrna Cunnigham.
Según recordó, la Declaración de la Organización de Naciones Unidas sobre los
Derechos de los Pueblos Indígenas cumplirá cinco años en 2012 como valioso soporte
normativo, pero es preciso afianzar propuestas de cara a la sesión anual del UNPFII,
prevista para mayo próximo en Nueva York.
Problemas educativos, violencia de género y avance de la frontera agrícola en tierras
indígenas, forman parte de los temas por examinar durante el intercambio, a fin de
fortalecer los mecanismos que contribuyan a coordinar la lucha a escala global, observó.
Cunnigham, reconocida dirigente miskita, explicó que el foro en Nueva York examinará
la construcción de nuevas formas de relación con los pueblos indígenas, su propiedad
intelectual y el derecho a la alimentación y soberanía alimentaria. También la venidera
cita evaluará acuerdos con vistas a la Conferencia Mundial sobre Pueblos Indígenas de
2014, así como la situación particular en Europa, la Federación de Rusia y Asia Central.
La doctora Cunningham apreció los esfuerzos de Nicaragua durante los últimos 20 años
para el establecimiento de un régimen de autonomía en beneficio de los pueblos
indígenas y comunidades de distintas étnicas, residentes en las regiones costeras al Mar
Caribe.
21.
22. Lenguas Indígenas de México
El idioma español llegó con los conquistadores españoles y es la lengua más extendida en
México, es usado por el 99% de los mexicanos. Durante la época de la conquista, algunos
misioneros españoles se
avocaron a estudiar las lenguas de los indios para fungir como puente de comunicación en un
afán por facilitar el proceso de evangelización. En 1696, el Rey Carlos II decretó que el español
sería el único idioma empleado en asuntos oficiales y los colonizadores renunciaron a estudiar
las lenguas autóctonas.
Desde la consumación de la independencia de México, el gobierno comenzó un proceso de
castellanización que pretendía la adopción de la lengua española y eliminación de diferencias
étnicas para integrar a los indígenas en “igualdad de condiciones” a la nación, en una franca
falta de respeto por sus ancestrales culturas. Desafortunadamente, este proceso algunas veces
también iba acompañado del etnocidio como en el caso de la Guerra Yaqui (1825-1897) y la
Guerra de Castas (1848-1901).
Aun así, persisten hasta nuestros días las palabras de origen prehispánico que permean el
vocabulario nacional, en especial aquellas empleadas para referirse a objetos de la civilización
mesoamericana que no existen en España. También hay muchas palabras de origen náhuatl
que han sido adoptadas al español mundial y aprobadas por la Real Academia Española,
algunas de ellas son: aguacate, guacamole, jitomate, chocolate, chile, chicle, popote, hule,
nopal, tianguis, pulque, cacahuate, guajolote y mezcal.
En 1992, el artículo 4º de la Constitución Mexicana fue reformado para reconocer el carácter
pluricultural del país. En 1999, el Congreso aprobó la Ley de Derechos Lingüísticos de los
Pueblos y Comunidades Indígenas, con lo que se pusieron en marcha mecanismos para la
conservación y fomento de las lenguas indígenas.
En México se hablan 62 lenguas indígenas, esta característica pluriétnica representa un
importante patrimonio cultural que se expresa en relación con la naturaleza, mitos, leyendas,
música, canto, danza y objetos de arte, entre muchas otras expresiones culturales.
Conformando el enorme patrimonio de México con un perfil cultural sustentado en sus pueblos
indígenas.
El Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) estima que la población
indígena de México es de 12.7 millones de personas, lo que representa el 13% de la población
23. nacional. Las principales lenguas indígenas aún empleadas en el país son Náhuatl, Maya,
Mixteco, Zapoteco, Tzeltal, Tzotzil, Otomí y Totonaca. Las mas habladas es el: Náhuatl.
Introducción
El reconocimiento social, la documentación y la investigación científica sobre la
heterogeneidad de las sociedades, los sujetos y sus respectivos indicadores han
aumentado paulatinamente en los últimos años, tanto al nivel global como
nacional y local. La nueva información ha permitido descubrir la diversidad
lingüística, cultural y étnica con matices de sorpresa, fascinación y conflicto. Un
efecto de esta experiencia es que el multiculturalismo y las desigualdades han
irrumpido con una visibilidad desconocida en las plataformas sociopolíticas de
los proyectos globales, nacionales y étnicos. Con razón, se puede afirmar que la
diversidad y multidireccionalidad constituyen dos factores sustantivos de la
actual realidad multicultural abundante en pobreza, inequidades y exclusiones.
El amplísimo proceso de asimilación y pérdida de la diversidad cultural e
intelectual constatable en todas las latitudes del planeta ha contribuido
enormemente a movilizar organizaciones, liderazgos sociales y científicos, a fin
de valorar adecuadamente el fenómeno y detener su avance. Una de las
dimensiones más visible es el agobio y el desplazamiento que producen las
lenguas y culturas políticamente dominantes sobre las lenguas y culturas
indígenas locales. De hecho, este proceso de dominación ha constituido la
principal definición del sentido que tiene la diversidad en la vida contemporánea.
Sin embargo, el significado de este fenómeno es mucho más complejo. Una
buena demostración de la dificultad por establecer una definición está en la
multiplicidad de sentidos que tienen en la lingüística las expresiones diversidad
o etnodiversidad. En efecto, éstas remiten a cinco procesos de existencia de las
lenguas: (1) cambio o evolución de los sistemas y estructuras lingüísticas; (2)
variabilidad coocurrente de los idiomas a nivel del tiempo, espacio, estrato
socioeconómico y situación comunicativa; (3) contacto entre diferentes lenguas
dentro de determinadas comunidades de habla; (4) resultados históricos de la
interculturalidad conflictiva tales como pérdida, vulnerabilidad, desplazamiento,
minorización, y (5) políticas e ideologías acerca de lenguas y culturas dentro de
los Estados contemporáneos. Por eso, propongo que la naturaleza y, sobre todo,
las consecuencias de las alteridades rebasan, casi por igual, la imaginación
popular y los intentos investigativos más rigurosos. Aún así, en este trabajo
intento proponer algunas implicaciones del entorno contemporáneo de la
diversidad lingüística y cultural en la teoría educativa.
A través de tres conocidas perspectivas de análisis, me propongo demostrar que
los significados principales -y los objetivos globales que de ellos emanan- que se
atribuyen a la diversidad lingüística y cultural en las reformas educativas tienen
una relación muy estrecha con los principios transversales de interculturalidad,
bilingüismo aditivo y pertinencia1.
24. 1. Educación incluyente y crítica de la interpretación conformista sobre la
pérdida de diversidad
Un caso potencialmente muy transformador, como primera perspectiva analítica
por considerar, es el de las discusiones latinoamericanas pioneras de finales del
siglo XX sobre desarrollo social incluyente, pluralidad en política e
interculturalidad en la educación básica. Se trata de propuestas alternativas a
favor de las poblaciones indígenas, que pusieron un clarísimo énfasis en la
vinculación de las alteridades socioculturales y particularismos etnolingüísticos
con la democratización y el derecho, la transformación hacia la calidad y
pertinencia de la educación nacional y la lucha contra la pobreza y las
desigualdades.
En la definición de políticas educativas en regiones indígenas, agencias
internacionales y gestores o investigadores de la educación intercultural bilingüe
discrepan a menudo a propósito del peso específico que se le debe asignar a la
diversidad. Al respecto, Luis Enrique López señala:
Sorprende que ni la lengua propia ni el recurso a contenidos de las culturas
minorizadas sean considerados como factores o variables que intervienen en las
escuelas eficientes en el Tercer Mundo, el que, como se sabe, constituye un
contexto predominante multilingüe y pluricultural (1995, p. 3).
En estos tiempos de cambios educacionales y, por ende, de evaluaciones para
consolidar los avances, las escuelas indígenas pueden ver aumentadas las
inequidades si, para la interpretación de sus resultados, no se toman en cuenta las
drásticas y peculiares condiciones de la educación rural. Las diversidades
culturales y sociolingüísticas se simplifican exageradamente y se interpretan a
través de unas oposiciones con un inequívoco sentido reduccionista, tales como
mundo urbano vs. mundo rural; comunidad de habla hispánica vs. comunidad
india. Las ópticas institucionales, sobre todo, buscan parámetros generalizables
al mayor espectro posible de casos, negando de facto las experiencias
diferenciadas de educación (p. 9).
En esta misma dirección, Guillermina Herrera señala que:
El conocimiento de las diferentes culturas, la apertura al mundo exterior y a lo
universal, el respeto por la diversidad, el aprecio por lo distinto son componentes
fundamentales de la educación intercultural y valen por igual para indígenas y no
indígenas, en un mundo compartido (1995, p. 14).
En 1992, por otra parte, Ken Hale (MIT) e investigadores de lenguas amenazadas
de Australia y Centroamérica dan pie a las más reciente controversia entre
lingüistas en torno a la naturaleza de la diversidad y su impacto en la pérdida o
mantenimiento de lenguas en situación de alta vulnerabilidad. La así llamada
25. "polémica Hale vs. Ladefoge" encierra gran importancia para la investigación de
las lenguas minorizadas, por lo que estimo pertinente resumirla.
Ken Hale planteó que la pérdida de lenguas es un asunto trascendente que ha
sido tergiversado por dos actitudes inaceptables. La primera sugiere que la
pérdida de diversidad es inevitable, un viejo problema sin solución, repetido
muchas veces a través de la historia y, la otra actitud postula que la pérdida de
una lengua no representa algo especial ni para la ciencia ni para la vida
intelectual.
La pérdida de lenguas en la historia premoderna y contemporánea de pueblos
cazadores, recolectores y agricultores nómadas ha sido precedida por un período
de fusión gramatical en situaciones de multilingüismo, en áreas geográficamente
aisladas y entre comunidades muy pequeñas (Australia; sumos y miskitos en
América Central).
Por el contrario, la pérdida de idiomas en el período moderno tiene un carácter
diferente, tanto en sus dimensiones como en sus implicaciones. Es parte de un
amplísimo proceso de pérdida de diversidad cultural e intelectual, donde las
lenguas y culturas políticamente dominantes agobian, oprimen a las lenguas y
culturas indígenas locales, colocándolas en una condición equivalente a la de un
estado de guerra. Este proceso no está relacionado con la pérdida simultánea de
diversidad en los mundos biológico y botánico. Sin embargo, una analogía
ecológica no es del todo inapropiada. Es necesario imaginar los peligros que
encierra la pérdida de diversidad biológica en el planeta. Con mayor razón, es
necesario tratar de comprender los peligros inherentes en la pérdida de la
diversidad lingüística (Hale, 1992, pp. 1-2).
Uno de los mayores peligros al respecto es el desarrollo de un tipo de
racionalidad que tergiverse y disminuya la situación de amenaza que pesa sobre
los idiomas minorizados. Para contrarrestar esta distorsión, sería necesario: (1)
comprender los factores contemporáneos de la pérdida de lenguas, rechazando la
concepción de que es una condición "normal" del mundo moderno y (2)
desencadenar un proceso de fortalecimiento de lenguaje en las comunidades
directamente afectadas por la pérdida de lengua.
Peter Ladefoge, desde un ángulo discrepante, advierte que la preservación y
mantenimiento de las lenguas es un tópico multifacético sobre el cual son
posibles opiniones diferentes. Los puntos de vista expresados por Hale y sus
partidarios podrían resultar contrarios a los de muchos lingüistas responsables y
podrían no ser apropiados para algunos países africanos. Tanzania, por ejemplo,
es un país que prioriza la unidad, y en esa dirección, el desarrollo o promoción
del swahili se ha vuelto una tarea principal. El tribalismo es visto como una
amenaza para el desarrollo de la nación y podría resultar una actuación no
responsable, si no se hace algo para ayudar a la preservación y consolidación de
este idioma.
Hale (1992) arguye, según Ladefoge, desde la perspectiva de un lingüista que ha
trabajado en culturas particulares, cuyos hablantes de lenguas nativas poseen
26. actitudes que no pueden considerarse ni generales ni universales. En muchas
comunidades, por mencionar un aspecto, la lengua es considerada algo sagrado,
literalmente un don divino. Los lingüistas que trabajan en tales comunidades
deberían respetar obviamente esas opiniones y colaborar en favor de tales
deseos. En estos casos, los hablantes permiten el acceso a algo sagrado para
ellos, lo cual debería reflejarse en los trabajos lingüísticos. Pero no todas las
comunidades asumen este punto de vista. Hablantes de Angami (Tibet-Burman)
tienen una actitud diferente. Ellos consideran el interés del investigador por su
lengua como un propósito intelectual válido. Algo así como el interés que
muestran muchos estudiantes universitarios por aprender el inglés. Ellos deben
ser considerados como parte de una elite, y sus puntos de vista involucran
exclusivamente a los que forman parte de la elite. Lo profano, en oposición a lo
sagrado, es una visión del lenguaje ampliamente compartida. En muchas
regiones de la India y África se considera el ser consultante de lenguaje como
cualquier otro trabajo, con cierto estatus. Ellos no tienen problemas en satisfacer
la curiosidad del lingüista, no lo ven como un atentado en contra del todo
cultural original; hasta ven bien el ser profesor de su lengua (Ladefoge, 1992, p.
809). Esta decisión y muchas otras decisiones que toman los hablantes
constituyen claramente sus prerrogativas.
No es aceptable, en general, el supuesto de que diferentes lenguas y aún
diferentes culturas, siempre deben ser preservadas, afirma Ladefoge. Sólo una
actitud paternalista explicaría que los lingüistas asuman que ellos conocen y
decidan qué es lo mejor para una comunidad. Uno puede ser un lingüista
responsable y aún considerar la pérdida de una lengua particular o, más aún, un
grupo de lenguas, como una "destrucción catastrófica" (Hale, 1992, p. 7)
Afirmaciones tales como "así como la extinción de alguna especie animal
disminuye nuestro mundo, lo mismo ocurre con la extinción de algún idioma"
son apelaciones a nuestras emociones, no a nuestra razón. El caso del estudio de
idiomas amenazados se ha vuelto central en ciertos campos de la lingüística y, a
menudo, muy fuerte en campos humanitarios, pero de esto podría servirse el
lingüista, advierte Ladefoge, para pretender que todos los casos corresponden
siempre a la misma situación.
En esta concepción, las sociedades humanas no son como las especies animales.
La humanidad es notablemente más flexible en lo que respecta a la preservación
de la diversidad. Mientras mueren diversas culturas, siempre están surgiendo
otras, hecho que no está en correlación estricta con la etnicidad o el idioma
(Ladefoge, 1992, p. 810).
En síntesis, se requiere una prioritaria orientación ética, una auténtica vocación
pluralista, para conocer y valorar el papel de la diversidad en la multiculturalidad
interdependiente que ya alcanzó todas las latitudes del planeta.
2. Lectura demográfica de la diversidad
27. Una segunda perspectiva de análisis es la interpretación de las tendencias de la
diversidad, sobre la base de los censos generales de población. Xavier Albó
publicó en 1995 la monumental obra Bolivia plurilingüe. Guía para
planificadores y educadores,2 donde la diversidad es desentrañada (tal vez,
desmitificada) a través de la demografía, para fines educacionales. Tomaremos
la vertiente evolutiva para caracterizar la situación de algunas lenguas
indoamericanas (ver Tabla I).
Tabla I. Evolución lingüística en Bolivia 1976-92
De 1976 a 1992, un rango de 16 años, es muy notoria la tendencia poblacional
hacia una mayor difusión y aprendizaje de la lengua castellana como resultado
de diversos factores, entre los cuales se identifica la expansión del sistema
educativo y las migraciones hacia las áreas urbanas.
Pero puede ser que la disminución en el conocimiento de las lenguas originarias
quede en parte exagerada (al igual que el aumento del castellano), como
consecuencia de la falta de datos sobre los niños menores de 6 años en el censo
de 1992 y de la peor cobertura de dicho censo precisamente en las áreas rurales
más periféricas, donde más fuertes siguen las lenguas originarias. (Albó, 1995, p.
23).
Muchos otros aspectos deberíamos aprovechar del trabajo de Xavier Albó. Tan
sólo quiero llamar la atención sobre su intento de establecer tendencias generales
en torno al desarrollo cuantitativo de la población hablante de los idiomas
indoamericanos, las que pueden permitirnos formular predicciones de alcance
continental:
a) El porcentaje de hispanohablantes aumentará, tanto en cifras absolutas como
relativas
b) El porcentaje de hablantes de lenguas nativas disminuirá, al menos levemente.
c) Las cifras absolutas de todas las lenguas aumentarán en un proporción mayor
a la del crecimiento general de la población en el caso del español, e inferior a
éste en el caso de las lenguas indígenas dominantes (quechua o del aymará).
d) Habrá un notable aumento de bilingües de castellano y alguna lengua
indígena.
e) Disminuirá la cantidad de personas que hablan exclusivamente lenguas
nativas, incluso en cifras absolutas.
f) En las ciudades capitales, todas estas ventajas a favor del castellano serán
mucho más pronunciadas (Albó, 1995, p. 24).
La comparación de todas estas tendencias con las de estudios precedentes, revela
28. que las comunidades de habla exhiben una enorme flexibilidad al integrar
sistemas comunicativos multidireccionales que más que sustituir lenguas
minoritarias y minorizadasoptan por nuevas estrategias de distribución funcional
y reproducción. Según Albó:
Hay un evidente avance del castellano, pero su impacto sobre las lenguas
indígenas es menos evidente: sigue conduciendo más al bilingüismo que al
monolingüismo castellano. Sin embargo, éste llega lentamente a abrirse paso en
las principales ciudades y en algunas áreas rurales que ya eran muy bilingües,
sobre todo cerca de las fronteras con Chile y Argentina (p. 28).3
¿Cómo proyectar específicamente estas explicaciones demográficas a la
situación mexicana? Dentro de las escasas investigaciones sobre este tópico en el
país, María Teresa Pardo, investigadora del CIESAS Oaxaca, ha formulado
reflexiones y resultados convergentes al contexto andino: "Los datos parecen
revelarnos que Oaxaca ha sido una de las regiones que ha logrado mantener con
mayor fuerza la vitalidad de los idiomas precolombinos"(Pardo, 1995, pp. 1-2).
Esta situación, sin embargo, cada día se ve más amenazada por la presencia
expansiva del idioma español y las condiciones de marginalidad socioeconómica
en las que se reproducen las lenguas indígenas de esta entidad.
Tabla II. Evolución lingüística de Oaxaca 1970-1990 (COESPO, 1994:49)
El primer fenómeno que salta a la vista es que, desde 1940 a la fecha, la
población de habla indígena, si bien ha mantenido un crecimiento en términos
absolutos, ha registrado un descenso considerable en términos porcentuales
(Pardo, 1995).
Esta investigación sobre los grupos lingüísticos del estado de Oaxaca confirma
el principio de que existe una fuerte determinación de los aspectos
socioeconómicos sobre la funcionalidad y el estatus de las lenguas vernáculas y
que los hablantes indígenas consideran las actividades socioeconómicas como
una de las principales causas de la diversidad.
Los procesos de desplazamiento que están sufriendo las lenguas indígenas de la
entidad se hallan íntimamente vinculados a las características sociodemográficas
y económicas que enfrentan cada una de las regiones. La Mixteca, la Cañada y la
Sierra Norte constituyen actualmente áreas de expulsión de la población nativa
y, en consecuencia, de poca atracción para el advenimiento de la población
mestiza hispanohablante... (p. 45).
29. La lectura de los censos poblacionales, en suma, refuerza la hipótesis de que en
los contextos multilingües contemporáneos se produce una inesperada
aproximación física y electrónica entre las diversas comunidades de habla, por
razones de mercado, empleo, migración, información y servicios diversos,
generando una enorme variedad de bilingüismos comunitarios e individuales. La
imposible alianza de sectores divergentes y antagónicos, ha señalado
SlavojZizek (2001), ha sido posible por el efecto de significantes de la
sobrevivencia y de lo simple.
Enmarcando todo el conjunto, está nuestra situación global de colonialismo
interno, que privilegia la lengua y cultura castellana a costa de las originarias. De
esta forma, los depositarios de estas últimas carecen de incentivos e instrumentos
para ir desarrollando su propia lengua y, desde cada ángulo, se sienten
empujados a ir abandonando sus modos tradicionales (Albó, 1995, p. 220).
3. Diversidad y conflicto intercultural ¿causa o consecuencia?
La tercera perspectiva es el análisis de la diferencia en el marco del contacto o
conflicto entre comunidades étnicas dentro de los Estados nacionales, tal vez una
de las vertientes más dramáticas del significado contemporáneo de la diversidad.
Para ello, nos apoyaremos en Zimmermann (1995):
América Latina es, desde hace siglos, un área donde las lenguas entran en
contacto en la forma más variada. De la multiplicidad de culturas existentes en
ese continente han resultado los contactos entre las lenguas iberorrománicas e
indias, español y portugués, español/portugués y otras lenguas indoeuropeas; así
también contactos entre las variedades de una sola lengua. La situación socio-
política y económica, en la cual se han producido y siguen produciendo estos
procesos, es igualmente múltiple: abarca la dominación económica desde hace
siglos, la inmigración de pequeños grupos (religiosos, en algunos casos) y la
migración interior. En esta situación, las lenguas españolas y portuguesas se
encuentran a a menudo en posición dominante, pero también, en parte, como en
el caso de los chicanos, en posición dominada (p. 7).
Un nuevo aspecto aparece en estos planteamientos para caracterizar las teorías
actuales sobre la diversidad. Las investigaciones del contacto lingüístico en
Latinoamérica se han limitado, hasta ahora, casi exclusivamente a los
significantes del signo lingüístico. Los aspectos semánticos, pragmáticos,
textuales y hasta prosódicos del contacto lingüístico en Hispanoamérica, con
pocas excepciones, se han dejado de lado (p.14). Es decir, una teoría del
contacto de lenguas sin un concepto adecuado de lenguaje reduce y tergiversa el
significado de los resultados empíricos.
La mayoría de las "preferencias explicativas" propuestas son producto de una
visión estructuralista del cambio lingüístico. Las lenguas se consideran como
30. sistemas lingüísticos autorregulados y la cuestión del cambio de un sistema
lingüístico determinado bajo una influencia externa4 se plantea como una
pregunta por las condiciones estructurales que facilitan o inhiben la asimilación
de elementos extraños en el sistema receptor. Desde este enfoque, la integración
de elementos nuevos provoca la reestructuración de todo el sistema; por ello, las
lenguas tienden a rechazarlos y permiten influencias solamente donde éstas son
relativamente compatibles con el sistema y no requieren de arreglos estructurales
aparatosos (p. 24).
Los estudios realizados hasta la fecha escudriñan las estrategias y los resultados
de las principales actividades sociolingüísticas y culturales de los pueblos ante
las nuevas situaciones políticas y económicas. Entre esas actividades han
adquirido gran relieve la migración, las políticas de preservación de las lenguas,
culturas e identidades de las poblaciones originarias, junto con el fomento de la
comunicación intercultural y multilingüe, y el abatimiento de rezagos sociales y
educativos. Sin embargo, el impacto de estas investigaciones ha sido
insignificante si consideramos las prácticas gubernamentales de implantar las
políticas educativas y culturales. De hecho, no existen en el presente soluciones
armónicas para el reconocimiento y la reconciliación de los particularismos
culturales y lingüísticos dentro de las nuevas estructuras nacionales. Las
propuestas gubernamentales más conocidas hasta la fecha parecen reflejarse
bastante bien en las expresiones libanización, balcanización, desestalinización y
descentralización (Thephilosophy and Structure of theML-ETHProgramme, 1990,
p. 1). Algunas de estas políticas se han aplicado en países o regiones en los
cuales han recrudecido los nacionalismos radicales, rebrotes de neonazismo,
terrotismo antisemita y varias otras formas de racismo. O, trágicamente, no han
conseguido eliminar las acciones bélicas, como ha sucedido en el conflicto de
Bosnia Herzegovina.
Es claramente observable, por otra parte, el efecto de visibilidad que han logrado
el reavivamiento de los movimientos étnicos y el incremento de las acciones
institucionales en favor de las colectividades étnicas durante la última parte del
siglo XX.5
Este reavivamiento se ha producido en el marco de una frágil y conflictiva
coexistencia simbiótica entre el llamado proyecto central (globalización o
unipolaridad) y la diversidad etnolingüística (Fishman, 1985, p. 6). De hecho,
todas estas manifestaciones tornan más complejo el panorama de las
diversidades. Sin embargo, dos procesos negativos atraviesan cualesquiera de las
resoluciones: uno, a nivel de las sociedades modernas, es la ausencia de
bilingüismos estables y armónicos; y dos, las lenguas étnicas maternas y los
bilingüismos regionales y comunitarios subsisten todavía en condiciones de
discriminación y marginación.
En suma, desde la perspectiva de la interculturalidad conflictiva, la diversidad
sociolingüística expresa la compleja forma multifacética de las relaciones
humanas, las cuales siguen claramente una lógica adaptativa6 frente a las
situaciones multidireccionadas que ha causado la globalización contemporánea.
Variabilidad y cambio constituyen funciones de intercambio y de balance tanto a
31. nivel del individuo como de las interacciones de todo el conjunto social.
Estrategias análogas o ficciones adaptativas se observan también en las
interacciones de hablantes nativos con extranjeros, entre sectores mayoritarios
con minorías comunitarias. En estos casos, se establecen regulaciones de
pertenencia versus estrategias de separación. Ambos sistemas de actividad (Cole,
1999) constituyen las bases para el buen desempeño y la afirmación del orden
comunicativo, cuyo principal repertorio son las reglas de variabilidad y cambio
sociolingüísticos. Es decir, proveen los medios para compartir las necesidades
comunicativas de una manera disponible y diferente, de acuerdo con las
cambiantes condiciones sociales (Dittmar y Schlobinski, 1988).7
a) Cambios en la funcionalidad y la reproducción lingüística
Vernacularización de las variantes de distribución regional: mayor
difusión de ciertas variantes y adopción por nuevas poblaciones,
inclusive interétnicas.
Minorización de las variantes lingüísticas aisladas.
Reproducción de lenguas indoamericanas en territorios no tradicionales
(desarrollo diatópico por redes autointegradas). Puede citarse el caso
de la lengua zapoteca "serrana" y su diferente reproducción en tres
espacios habitados por hablantes zapotecos: Sierra Norte-Oaxaca,
Distrito Federal y Los Ángeles (EUA).
Convergencia posible de variantes con alto estatus como grafolectos
unitarios. Un caso destacable es la iniciativa de promover la escritura
alfabética del zapoteco del Istmo como grafolecto unitario de la
pancomunidad de habla zapoteca.
b) Ajustes en la racionalidad o reflexividad sociolingüística
Transición del ideal monolingüe a la ideología de la pluralidad lingüística
en los países donde se "descubren" o se reivindican las bases étnicas
de la nación contemporánea.
Utopía de la reivindicación frente a lo hispánico.
Aceptación comunitaria y nacional de la funcionalidad de las lenguas
indoamericanas en la educación intercultural bilingüe.
Significado social de la variante como marcador de un particularismo
cultural reconocido.
c) Diversificación y especialización de las capacidades lingüísticas
Consumo creciente de la comunicación video-acústica, modalidades
electrónicas.
Diversificación de la lógica de la oralidad.
Especialización de habilidades para consumo y producción de la lengua
escrita.
Mayor disponibilidad para la enseñanza y aprendizaje de las lenguas
(mayor visibilidad de la lengua vernácula escrita).
Con el fin de mejorar las posibilidades de intervención o de prevención de
resultados adversos al pluralismo lingüístico y cultural, tanto en el terreno
32. educacional como comunitario, hay que construir un mejor concepto de
diversidad, desmontando, para empezar, la idea de que la pérdida de diversidad
es condición normal del mundo moderno y elaborando metodologías para
generar la efectiva potenciación de los recursos e identidades culturales de las
comunidades afectadas. Las soluciones y estrategias están lejos de ser
universales. Las decisiones y opciones son claramente prerrogativas que ejercen
los pueblos y los hablantes. La humanidad es notablemente flexible en lo que
respecta a la preservación de la diversidad. Mientras mueren diversas culturas,
siempre están surgiendo otras, hecho que no está en correlación estricta con la
etnicidad o el idioma (Ladefoge, 92).
Apreciadas así las cosas, la diversidad es consecuencia de la racionalidad
humana de responder adaptativa y creativamente a su entorno y necesidades,
pero no es la meta de las relaciones humanas ni de la educación; constituye
funciones de intercambio y del balance tanto a nivel del individuo como de las
interacciones de todo el conjunto social.
En las nuevas situaciones políticas y económicas han adquirido gran relieve la
migración, las políticas de preservación de las lenguas, culturas e identidades de
las poblaciones originarias, junto con el fomento de la comunicación
intercultural y multilingüe y el abatimiento de rezagos sociales y educativos.
Desde la perspectiva de las acciones gubernamentales, de hecho, no existen, en
el presente, soluciones armónicas para el reconocimiento y la reconciliación de
los particularismos culturales y lingüísticos dentro de las nuevas estructuras
nacionales.
Pues, ya no podemos considerar que los seres humanos crean su entorno técnico
y económico, desde ahora son las industrias culturales (en particular, la
enseñanza, la asistencia sanitaria y la información) las que crean nuevas
representaciones del ser humano y, de otro, descubrimos que es posible innovar
no sólo con lo nuevo... sino también con lo viejo (Touraine, 1999, p. 54).8
Las situaciones conflictivas de la multiculturalidad profundizan la desilusión y
frustración de las comunidades respecto de la voluntad y orientación política del
Estado. Las demandas y acciones de las alteridades pueden experimentar un
"repliegue comunitario e identitario" (Gros, 2000) si se frustran los objetivos
propios. Es decir, no es seguro que la población discriminada se apropie de los
cambios jurídicos e institucionales favorables a la construcción y participación
en una sociedad multicultural plural, debido a que perciben convergencias entre
las reformas constitucionales y el neoindigenismo del Estado con el ajuste
económico, la apertura neoliberal y los costos económicos y sociales que ellos
provocan.
En suma, las reformas educativas sensitivas a la diversidad han asumido la
utopía de la sociedad multicultural armónica y democrática con la lógica de las
economías abiertas, que pueden afrontar subsidios para la pobreza y las
inequidades. Los objetivos de justicia y dignidad para un gran número de
pueblos indo y afroamericanos y de movimientos sociales se sustentan en
categorías de participación y de vinculación con sus necesidades. Pero las
33. retóricas sociopolíticas producen una convergencia de forma, pues coinciden en
el reconocimiento de las identidades, en el replanteamiento del aprendizaje y la
formación a partir de los estilos culturales. Todo esto ha comenzado a
materializarse en la última década, en nuevas bases jurídicas y en políticas
públicas de educación escolarizada, revertiendo progresivamente un adverso
proceso en la educación pública que nos remonta al primer cuarto del siglo XX.
Hasta el siglo XVII se había creído siempre que la diversidad era la causa de la
discordia y de los desórdenes que llevaban a los Estados a la ruina. Por tanto, se
había creído siempre que la salud del Estado exigía la unanimidad (Sartori, 2001,
pp. 20-21).
4. Diversidad y desarrollo educativo
Las transformaciones educativas siempre tienen un referente sociohistórico que
puede impulsarlas o bloquearlas. La situación de la formación de alumnos y
profesores en el marco de la multiculturalidad contemporánea no es la
excepción. Para educadores, funcionarios y dirigentes de movimientos sociales,
el debate sobre la educación sensitiva a la diversidad cultural de las poblaciones
discriminadas gira en torno al derecho y al reconocimiento dentro del todo
nacional, reivindicaciones que no han sido satisfechas y, por ende, se encuentran
bloqueadas. Sería interesante establecer e investigar el panorama general de esta
situación en nuestro continente, como lo sugiere el informe Nuestra diversidad
creativa (UNESCO, 1997).
Las alteridades sociales y sus organizaciones (etnias, inmigrantes, géneros,
idiomas, religiones) contienden y negocian con los gobiernos centrales medidas
tales como el estatus de sujetos de derecho, la ciudadanía y la pertinencia de las
políticas públicas. En efecto, los tiempos políticos en Latinoamérica indican que
esta negociación será prolongada y no estará desprovista de condicionamientos
ideológicos y de un temor a supuestos privilegios diferenciales. Por tanto, la
apertura y el pluralismo de las políticas públicas culturales y educativas, a corto
plazo, dependerán más bien de negociaciones políticas que de razones
educativas (calidad, equidad, pertinencia).9
Sin embargo, la puesta en marcha de una propuesta educativa plantea exigencias
que no se satisfacen con las posturas ideológicas. La cuestión de fondo es que se
precisa de concepciones acerca de cómo opera un cambio en la educación y
cuántos procesos debemos integrar para garantizar una reforma efectiva y
favorable a la población involucrada. Hasta el momento, se ha abusado de
plataformas sociopolíticas y descriptivas para autentificar la necesidad de
transformar el sistema, los modelos académicos y las prácticas escolares en torno
a la diversidad. Pero quizás el mejor paso sea abrir o democratizar la gestión de
la educación multicultural plural para enganchar el compromiso y la creatividad
34. que muestran muchos maestros.
En la educación escolarizada, parece darse la imposibilidad de construir un
proyecto de desarrollo coherente y una visión plural diferenciada del sector
educativo, que vislumbre los cambios socioculturales en las realidades escolares
de las comunidades de base.
Poseemos, más bien, nuevos parámetros para discutir la reforma de la educación,
nuevas tendencias curriculares del sistema educacional y acciones institucionales
tendientes a ofrecer la educación básica a quienes la requieran; también nuevas
tecnologías para la elaboración de materiales didácticos, especialmente el libro
de texto. Por lo general, las propuestas subordinan los tradicionales objetivos de
cobertura y equidad que dominaron la educación durante gran parte de este siglo
y privilegian objetivos "posmodernistas" de eficacia, productividad, pluralidad
cultural y, ocasionalmente, de excelencia académica.
Con propósitos evaluativos y de planificación, se ha originado cierto interés por
sensibilizar la historia de la educación a la diversidad cultural y lingüística
(poblaciones indígenas). Desde sectores técnicos de proyectos EIB con apoyo
internacional y desde investigadores, especialmente, se ha intentado establecer
una suerte de historia científica de las orientaciones principales o,
figurativamente, paradigmas de la educación indígena escolarizada, a fin de
sustentar el carácter progresivo y alternativo de la doctrina intercultural
bilingüe.
Antes, es conveniente hacer dos advertencias. Primero, esta preocupación tiene
su origen en el diseño de acciones y proyectos de desarrollo educativo innovador
y diferencial promovidos por agencias internacionales. Las comunidades
indígenas han sido más bien receptoras de estas preocupaciones. Y segundo, en
el curso de esta preocupación se enfrentan viejos problemas de la educación
indígena y, en tiempo real, nuevos retos y temas. Las discusiones
paradigmáticas, hasta cierto punto, crean la ilusión de que desaparecen los viejos
problemas por el simple hecho de operar con nuevas categorías y modelos
educativos.10
Pero también debemos reconocer un aspecto muy destacable: las diversas
orientaciones programáticas y metodológicas reflejan la voluntad política para
influir en el futuro de la sociedad y la identidad indígenas. Se redefine el papel
de la educación en los actuales países latinoamericanos, en el vasto esfuerzo de
permitir el desarrollo del mayor número de individuos de origen indo y
afroamericano (Lesourne, 1993 y Albó, 1995).
En trabajos anteriores (Muñoz, 1998 y 2001b), he propuesto que la historia
científica de la educación indígena intenta representar el desarrollo progresivo de
la indianidad. Presento esta secuencia histórica en el cuadro siguiente.
Tabla III. Paradigmas de la educación indígena escolarizada en América Latina
35. En esta propuesta gráfica atribuimos gran valor a tres principios: la centralidad
de la cultura (etnicidad-identidad), papel de la educación en el desarrollo
indígena y los procesos gestionarios y comunicativos.
De acuerdo con estos principios, la primera orientación admite la caracterización
del paradigma de la diversidad como problema educativo y de desarrollo. Es
decir, tanto la cultura como la lengua indígenas son consideradas obstáculos para
la incorporación de los pueblos indígenas a la sociedad nacional. Con base en
concepciones democratizadoras, se flexibiliza el acceso a la educación y
comunicación, mediante estrategias bilingües de transición al mundo e idioma
hispánicos.
La segunda orientación (educación bilingüe bicultural) puede caracterizarse
como el paradigma de la diversidad como recurso. Con base en la concepción de
permitir el acceso de las mayorías a la educación y al desarrollo industrial, se
intenta potenciar la calificación del capital humano, recuperando sus
diversidades e identidad. Por razones de política mundial, se asume el principio
de la interculturalidad dual o polarizada, que circuló en estos ambientes
educativos como la biculturalidad complementaria al bilingüismo. Sin embargo,
dada la escasa experiencia innovadora y la casi inexistente investigación de la
educación indígena en la época, el componente bilingüe tuvo un desarrollo
central, con principios y tecnología de la lingüística aplicada. El resultado es que
prevaleció la castellanización y la monoculturalidad de los currículos y los
aprendizajes. La educación indígena no escapó a la crisis y al rezago planetario
en materia educativa, tal vez con más profundidad por las inequidades no
resueltas. En el fondo, la escuela pública indígena no se transformó.
La tercera orientación constituye la utopía o la virtualidad que deseamos
construir y puede caracterizarse como el paradigma de la diversidad como
derecho. Una de las circunstancias relevantes de esta educación alternativa es la
negociación o discrepancia no terminada entre las instituciones educativas y los
movimientos y organizaciones indígenas. En términos sociopolíticos, el arraigo
y legitimidad de la educación bilingüe indígena depende crucialmente del
mecanismo social que se utilice para resolver la actual incompatibilidad entre la
política institucional de seguir modelos neoliberales de capital humano en la
educación y los proyectos étnicos que enarbolan modelos críticos de resistencia.
En todo el continente, puede observarse esta contradicción, que está deteniendo
y desvirtuando el desarrollo educativo en las regiones interculturales. Dos
componentes cruciales en los modelos críticos de resistencia que plantean
36. comunidades indígenas son la autonomía y el control endógeno, autogestionario
de la educación. Nicaragua, por citar un ejemplo, es el único país que incorporó
hace 15 años el estatuto de autonomía en la Constitución Política. 11
Con base en este horizonte histórico no lineal, se advierte la importancia de
trabajar con una perspectiva de proceso complejo y articulado en varias
dimensiones educativas, asimétricamente relacionadas, cuya convergencia o
divergencia es causa del éxito o la crisis de la educación en general. Al respecto,
planteo que la transformación de la educación orientada hacia la
multiculturalidad plural provendrá principalmente del nivel de las realidades y
prácticas escolares específicas, en la medida que se democratice la gestión
educativa de la sociedad civil y de las comunidades de base, mediante
modalidades de participación integral y control comunitario, "porque el
pluralismo afirma que la diversidad y el disenso son valores que enriquecen al
individuo y también a su ciudad política" (Sartori,2001: 19).
Tabla IV. Inserción de la diversidad en el desarrollo educativo
Desde la óptica de un modelo de desarrollo educativo integral, aprendemos a
identificar, ampliar nuestra comprensión y también a relativizar los discursos de
los distintos sectores acerca de las políticas públicas, las cuales nos proveen de
principios y condiciones ideológicas para promover un gran cambio educativo
que busca establecer nuevos términos con el desarrollo económico y político en
que "la democracia de nuestros países encontrará en la educación intercultural y
bilingüe uno de los principales instrumentos para su consolidación" (Cárdenas,
1997, p. 29).
Tabla V. Objetivos globales de política educativa relacionados con la diversidad
37. Esta concepción sistémica de desarrollo educativo nos podría llevar muy lejos si
los debates científicos y sociales influyeran en la formación de las políticas y
proyectos educativos, cuyos destinatarios son las poblaciones indo y
afroamericanas y los sectores sociales discriminados. La historia, las teorías y las
prácticas de estas alteridades socioculturales se conocen mucho mejor por las
experiencias gestionarias, participativas, y también, por las investigaciones
científicas, que nos ayudan a comprender la situación multiétnica y pluricultural
del país. Por su parte, las instituciones gubernamentales han asimilado y
recreado las propuestas interculturales de mayor aceptación en los organismos y
foros internacionales, dando forma a una avanzada política sociocultural del
Estado, pero que no se traduce en una congruente política de gobierno ni en la
necesaria comprensión y aceptación de la sociedad nacional.
Podemos concordar o discrepar con esta propuesta sistémica, pero lo que no
podemos evitar es, por una parte, imaginar el desarrollo educativo como un todo
multicompuesto y, por otra, definir desde dónde provendrán las tendencias
decisivas que promuevan el cambio educativo hacia el multiculturalismo plural.
¿Desde el sistema oficial? ¿Desde las instituciones que crean la política? ¿Desde
los movimientos sociales y étnicos?
5. A modo de conclusiones
Tal vez uno de los mayores retos de la educación sea el de dar sustento concreto
a las necesidades y expectativas de las alteridades étnicas y sociolingüísticas en
las prácticas educativas. Es bien sabido que las estrategias y las actividades de la
enseñanza mutan los principios de la política institucional, produciendo
resultados académicos y actitudes no siempre compatibles con estos principios.
En mi opinión, una de las razones principales de esta brecha reside en la carencia
o en las deficiencias de los niveles de concreción del diseño curricular. De facto,
las concreciones curriculares son promovidas y producidas por instancias
normativas o técnicas del sistema educativo descentralizado, lo que
tradicionalmente nunca garantizó la perspectiva y las necesidades de los actores
directos de la educación. Es importante advertir que la expresión diversidad
38. lingüística y cultural esconde una gran imprecisión en cuanto a su alcance y
referencia teórica. De hecho, crea la ilusión de que hacemos referencia a un
campo bien delimitado de problemas y de métodos. Por las investigaciones
realizadas en el campo de la diversidad, se sabe que los resultados
fundamentales se relacionan tanto con el nivel teórico como con las técnicas de
investigación y las aplicaciones de estos conocimientos, lo cual convierte la
sistematización conceptual en una tarea necesaria.
Finalmente, las experiencias conflictivas de la multiculturalidad, el bilingüismo
y la integración de las alteridades socioculturales se han convertido en tópicos de
gran actualidad en instituciones oficiales, en comunidades y en organizaciones
sociales. Sobre estas bases, se están construyendo parámetros de ciudadanía para
la sociedad del futuro próximo, donde se identifican nuevos objetivos y
necesidades nacionales y se crean soluciones recargadas de valor democrático y
participativo.
39.
40.
41. Etnocidio es la destrucción de la cultura de un pueblo. Este concepto fue expuesto por
Robert Haulin, quien partió de la denuncia del genocidio cultural, que hizo Jean
Malaurie en 1968, para referirse a la liquidación de las culturas indígenas.