La autoestima es un elemento valorativo mediante el cual tomamos muchas decisiones de nuestra vida cotidiana. En la formación de la autoestima influyen muchos elementos cognitivos, conductuales y sociales. La autoestima comienza a desarrollarse a la edad de 5 años, coincidiendo con la etapa preescolar, en la que los menores amplían su socialización fuera del ámbito familiar. En esta guía conoceremos la influencia que ejercen los padres en el autoconcepto infantil y ofreceremos sencillas pautas para fomentar la autoestima de nuestros hijos, desde la temprana infancia hasta la adolescencia.
1. Emociones que influyen en la
autoestima
Capítulo
La motivación
Características de los padres con baja autoestima
Culpa y vergüenza
La tristeza
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2. Emociones que influyen en la autoestima
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La motivación
La motivación es el conjunto de factores o elementos (procesos fisioló-
gicos y psicológicos) que activan la conducta y/o la orientan en un sentido
determinado para la consecución de un objetivo. Abraham Maslow es el
pilar central sobre el que nos moveremos para acercarnos al concepto de
motivación. Este psicólogo humanista neoyorquino, estableció una de las
teorías psicológicas más conocidas, la jerarquía de necesidades. Esta teoría
analiza las diferentes necesidades del ser humano en las que interviene la
motivación. Se presenta en niveles, como si de una pirámide se tratara.
Cuando el nivel está cubierto, se pasa al siguiente peldaño. Empezando del
nivel más bajo al más alto:
Necesidades fisiológicas
Son el punto de partida de las necesidades de esta pirámide. En ellas en-
contramos los impulsos fisiológicos. Para entender el funcionamiento de las
necesidades fisiológicas debemos entender un concepto muy relevante de
esta teoría.
La homeostasis es la búsqueda automática que hace nuestro organismo
para encontrar un nivel de equilibrio. El ser humano tiene una tendencia
al equilibrio. Por ejemplo, cuando el niño tiene hambre, llora como forma
de buscar que le proporcionen la comida. Tener hambre es una situación
de desequilibrio, por lo que busca en su repertorio conductual los recursos
que le acercarán a su meta, es decir, que le alimenten. DFe esta forma se
adquiere de nuevo el equilibrio. Todas las capacidades se ponen en funcio-
namiento para saciar el hambre.
Las necesidades fisiológicas son independientes de otro tipo de motiva-
ciones. En resumen, las necesidades fisiológicas son el alimento, el agua, el
sexo, el sueño...
Necesidad de seguridad
Las necesidades que caracterizan este nivel son: seguridad, estabilidad,
dependencia, protección, ausencia de miedo, ansiedad y caos, necesidad
de una estructura, una ley, límites y protección. El conflicto en esta etapa
se crea cuando no nos encontramos seguros. Por tanto, el impulso homeos-
tático (la motivación), hará que busquemos recursos para llegar a nuestra
conducta meta, la búsqueda de seguridad. En nuestra sociedad, es más fácil
encontrar esta necesidad, ya que vivimos en un domicilio, tenemos un nivel
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Emociones que influyen en la autoestima
bajo de incertidumbre y es más fácil que controlemos los cambios, pero
en otras sociedades o contextos, encontramos que es frecuente el no saber
dónde se dormirá por la noche. La incertidumbre crea inseguridad. Podría-
mos referirnos al paro como una de las situaciones actuales que bloquearía
esta necesidad. Se crea una inestabilidad, un conflicto, en el que nos vemos
obligados a reestablecer nuestro equilibrio. Al igual que cuando una perso-
na ya ha satisfecho el hambre, cuando una persona se siente segura ya no
tiene la necesidad de búsqueda o de cambio de la situación de peligro. En
la necesidad de seguridad también incluimos la religión o las creencias cien-
tíficas y filosóficas, ya que buscan ordenar la estructura del mundo, al igual
que las filiaciones políticas.
Sentido de pertenencia y necesidades de amor
Recordemos que en el apartado del desarrollo emocional se hizo men-
ción a la necesidad de sentido de pertenencia en la adolescencia, como
forma de sentirse identificado en un grupo. Si las necesidades fisiológicas
y las de seguridad están satisfechas estaremos motivados a la necesidad de
pertenencia y amor. Las necesidades de amor requieren dar amor y recibir-
lo. Cuando una persona no recibe amor, buscará todo tipo de herramientas
para equilibrar su necesidad, al igual que vimos en la necesidad alimenticia.
Cuando no nos sentimos queridos, las demás necesidades se entierran en un
segundo plano. Maslow se pregunta acerca del auge de diferentes grupos,
asociaciones, etc. y por qué el ser humano tiene la necesidad de afiliación
tan destacada y si tendrá algo que ver con la insatisfacción del amor en las
relaciones familiares. La necesidad de amor y afecto aparecen en los estribos
de muchas psicopatologías. Las relaciones sexuales pueden formar parte de
estas necesidades de amor, siempre que el acto sexual se practique como
una muestra de afecto. Si por el contrario, se manifiesta como una mera
necesidad biológica se englobaría en las necesidades primarias.
Necesidad de estima o ego
Habla de la necesidad que tenemos de valorarnos altamente como váli-
dos. En esta necesidad encontraríamos la autoestima y la estima de otros.
Maslow diferencia entre el deseo de logro, de competencia, de confian-
za, de independencia y de libertad, de los de reputación, prestigio, fama,
reconocimiento, atención social, dignidad y aprecio. Según el autor, “la
satisfacción de la necesidad de autoestima conduce a sentimientos de auto-
confianza, valía, fuerza, capacidad y suficiencia, de ser útil y necesario en
el mundo, pero la frustración de esas necesidades produce sentimientos de
debilidad, de inferioridad y de desamparo.”
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• Necesidad de autorrealización
“Es la realización de las potencialidades de la persona. Llegar a ser plena-
mente humano, llegar a ser todo lo que la persona puede ser. Contempla
el logro de una identidad e individualidad plena.” Esas potencialidades que
describe Maslow son diferentes para cada ser humano, por lo que son más
difíciles de describir, pero el psicólogo menciona las siguientes:
1. Punto de vista realista ante la vida.
2. Aceptación de nosotros mismos, de los demás y del mundo que nos
rodea.
3. Espontaneidad.
4. Preocupación por resolver los problemas más que pensar en ellos.
5. Necesidad de intimidad y un cierto grado de distanciamiento.
6. Independencia y capacidad para funcionar por su cuenta.
7. Visión no estereotipada de la gente, de las cosas y de las ideas.
8. Historia de experiencias cumbre profundamente espirituales.
9. Identificación con la raza humana.
10. Relaciones profundamente amorosas e íntimas con unas pocas perso-
nas.
11. Valores democráticos.
12. Habilidad de separar los medios de los fines.
13. Sentido del humor vivo y no cruel.
14. Creatividad.
15. Inconformismo.
16. Habilidad para alzarse por encima del ambiente más que ajustarse a
él.
• Necesidad de trascendencia
Es la última de las necesidades de la pirámide. Se refiere a la necesidad de
contribuir a la Humanidad.
Maslow hablaba de que para sentirse completo en una necesidad,
había que sentirse completo o saciado en la necesidad inferior. Sin embargo,
sabemos a ciencia cierta que el ser humano, es el único ser vivo que es capaz
de relegar sus necesidades primarias para anteponer las necesidades sociales
en base a la necesidad de autorrealización. La autorrealización determinará
el orden con el que satisfaremos las necesidades.
Por lo tanto, la autoestima es una de las necesidades básicas del
ser humano. Gracias a la motivación se origina la necesidad al cambio. La
necesidad del cambio es un estado en el que perdemos la homeostasis por
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Emociones que influyen en la autoestima
alguna razón, e intentamos reestablecer el equilibrio de las formas que nos
ha dotado la experiencia. Cuando nos enfrentamos a un conflicto, busca-
mos en nuestra experiencia alguna situación parecida de la vida para po-
der superarla. Pero a veces, cuando una conducta funciona en una ocasión
determinada, no significa que siempre vaya a funcionar ante una situación
parecida. A pesar de esto, el ser humano tiende a utilizar como primer me-
canismo de acción alguna conducta que ya está en su repertorio en vez de
generar otra alternativa (el ser humano es el único animal que tropieza dos
veces con la misma piedra).
Con más razón, cuanto más pequeños somos, más nos cuesta ge-
nerar posibles alternativas porque no tenemos un desarrollo madurativo
formal. El adulto tiene que ser consciente de ello, porque los niños tienen
mucha más plasticidad cerebral que nosotros, lo que ayuda a entrenarles en
la generación de alternativas posibles para realizar una meta. Cuando se fo-
menta la motivación en el niño, es necesario recordar que para inculcar una
sana autoestima, debemos conocer la propia. Para esto necesitamos adquirir
habilidades de introspección, como mencionamos en uno de los objetivos
del libro. Para fomentar la introspección trataremos de prestar mucha aten-
ción a nuestros diálogos internos, lo que nos decimos cuando estamos en un
atasco, esperando en la cola del supermercado, cocinando, en una reunión
de trabajo. Continuamente tenemos diálogos internos, pero sería agotador
el estar escuchándonos cada minuto, ya que gastaríamos todos nuestros
recursos atencionales en ello. Podemos realizar unos sencillos ejercicios de
introspección:
• Escucha interna
Ya que es una guía para padres, nos puede ayudar nuestra pareja o alguna
persona cercana a entrenarnos en la escucha interna. Se trata de cerrar los
ojos y permanecer cerca de la otra persona, entablando una conversación.
La persona que nos ayuda nos cuenta durante 5 minutos todo lo que le ha
pasado a lo largo del día, y el que tiene los ojos cerrados no podrá contes-
tarle. Cerramos los ojos para tener la atención fijada en nosotros mismos,
y que no sea fácil el distraernos con variables externas. Vamos a estar muy
atentos a lo que nos decimos mientras estamos escuchando a la persona que
tenemos enfrente. Veremos la dificultad de escucharle y de escuchar lo que
nos estamos diciendo o pensamos mientras estamos escuchando. Abriremos
los ojos y le relataremos a nuestra pareja lo que le ha pasado en su día, para
ver si hemos podido conciliar la escucha interna, con la externa.
• Imaginación
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Se trata de mirar durante un par de minutos una habitación o un lugar que
tenga muchos detalles. Éstos pueden ser decorativos. Después cerraremos
los ojos e intentaremos recordar detalladamente todo lo que se encuentra
en la habitación. La imaginación es un recurso muy eficaz para lograr di-
versas habilidades, como por ejemplo la relajación, por lo que aprender a
imaginar y fomentarlo es muy placentero.
En definitiva, cuando estamos ante un estado emocional, es muy sano
para conocernos el frenar nuestra agitada vida y centrarnos en sentir esa
emoción, ya sea agradable o no y buscar la causa que la ha originado. Po-
demos llegar a casa enfadados porque nos ha molestado un comentario del
jefe y no hacer caso a la emoción, sino crear pensamientos disfuncionales,
que nos harán que mañana tengamos menos ganas de ir a trabajar, pensar
que el jefe no nos valora, etc. Sin embargo, podemos buscar por qué nos
ha molestado tanto ese comentario, dejarnos sentir la emoción y pensar
una lista de alternativas por las que nos ha sentado tan mal. De esta lista
podemos obtener interesantes conclusiones y generar alternativas para que
no nos afecte tanto una crítica, una risa, un comentario, etc.
Características de padres con baja autoestima
Dedicamos tiempo a esta habilidad de introspección porque es muy
importante conocernos a nosotros mismos cuando queremos motivar a los
hijos, ya que (inconscientemente) es fácil que tendamos a motivar a los
hijos en habilidades que nosotros no pudimos desarrollar. Muchos padres
buscan saciar esa necesidad mediante la realización de estas en los hijos.
Bajo ningún concepto, la autoestima del niño tiene que ser la misma que la
autoestima de los padres. La autoestima es estar a gusto con nosotros mis-
mos, por lo que la autoestima del niño es estar cómodo consigo mismo, no
estar a gusto satisfaciendo a los padres. Durante la infancia, los niños toman
a los padres como modelos a seguir, imitando algunas de sus conductas más
características. Pero esta tendencia a fijarse sólo en la conducta de los padres
irá desapareciendo a lo largo de los años, y durante la adolescencia tendrá
muy poco peso. En la adolescencia se consolidarán los estilos de vida que se
llevarán a cabo en el futuro; por eso, si se incorporan determinados valores
desde la infancia temprana, tendrán una mayor influencia que si esperamos
a inculcárselos a partir de la adolescencia.
Entendemos como necesario los ejercicios de introspección porque
los padres deben dar importancia a su autoconcepto. No podemos preten-
der fomentar una sana autoestima si nosotros no la tenemos, de la misma
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Emociones que influyen en la autoestima
forma que no podemos negar a nuestros hijos que fumen si nos han visto
hacerlo a nosotros. Los problemas de autoestima en los padres pueden des-
encadenar varias consecuencias. Los padres con poca autoestima tienden
a proyectarse en la autoestima de sus hijos, queriendo que los niños hagan
cosas que ellos no consiguieron hacer en su infancia, mostrando enfado,
desilusión y apatía cuando sus hijos no lo consiguen tampoco. Con esto lo
que se consigue es que los niños actúen para agradarnos y no conforme a
sus expectativas ni apetencias. Este es un modelo de educación que en la
adolescencia será perjudicial a la hora de interrelacionarse con los demás,
ya que buscarán la aprobación de los demás antes de actuar. El psicólogo
José Luis Moya Palacios, afirma también que los padres con poca autoesti-
ma se pueden sentir amenazados por hijos con una autoestima sana porque
mostrarán conductas de independencia y autonomía, y eso puede ser per-
cibido por los padres como un rechazo a su persona, lo que crea un gran
desconcierto en los hijos.
Los padres con problemas de autoestima tampoco saben reforzar adecua-
damente las conductas de sus hijos. En los casos más severos, los padres se
frustran ante los fracasos de los hijos porque les ven incapaces de triunfar,
de la misma manera que ellos no fueron capaces. En este tipo de familia,
si los niños consiguen triunfar, los padres se atribuirán los méritos como
propios, pero si no logran los objetivos se avergonzarán de los hijos y les
hostigarán.
Culpa y vergüenza
La culpa y la vergüenza son las emociones enemigas para conseguir
una sana autoestima. Son las llamadas emociones morales, emociones que
se quieren dejar de sentir a toda costa, pero recurrentes. Son emociones re-
flexivas, que tienen como objetivo el autocastigo por algo que se ha hecho
o se ha dejado de hacer.
La culpa nos avisa de que tenemos que hacer cambios para adaptar-
nos mejor a una situación y se suele dar cuando no hemos actuado acorde
a nuestros valores. El hecho de darnos cuenta de que hemos cometido un
error hace que nos movamos para tratar de subsanarlo, buscando alterna-
tivas para corregir la conducta que generó ese sentimiento en nosotros. El
problema aparece, como dice Fernando Azor Lafarga, cuando convertimos
la culpa en un mecanismo de acción de forma frecuente, lo que hace que
nos sintamos permanentemente mal con nosotros mismos y dificulta el de-
sarrollo de una autoestima positiva. Si la culpa se convierte en algo habi-
8. Emociones que influyen en la autoestima
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tual para nosotros es fácil también que la sintamos si en algún momento
anteponemos nuestras necesidades a las de las personas de nuestro entorno,
creyéndonos egoístas. Esto genera unos niveles de ansiedad muy altos y
emociones negativas, necesitando evaluarnos constantemente para sentir-
nos mejor. La culpa también está presente cuando ocurren acontecimientos
de pérdida, responsabilizándonos por no haber evitado alguna tragedia
ocurrida cuando objetivamente no se ha tenido culpa. Si utilizamos la culpa
como una forma de regular la conducta de nuestros hijos para que sean más
dóciles o más fáciles de manejar estaremos cronificando este tipo de actitu-
des hasta la edad adulta.
La tristeza
Un estudio realizado en la Universidad de la Laguna manifiesta que los
adultos y los adolescentes perciben los sentimientos de tristeza de forma
mucho más frecuente que los niños. Las situaciones que entristecen a ado-
lescentes suelen tener que ver con conflictos entre padres y amigos, mien-
tras que en los adultos se relaciona a problemas laborales, económicos y
familiares. En los niños, la tristeza se manifiesta de forma bien diferente de
las edades adultas, ya que los niños no suelen decirnos que están tristes.
Las manifestaciones físicas sí son parecidas pero las conductas se muestran
diferentes. Por ejemplo, es normal que un adulto llore cuando se siente
triste, mientras que en niños es más fácil que se manifieste disminuyendo su
tiempo de juego, mostrando desinterés por juegos que antes les gustaban
mucho, manifestando aburrimiento, etc.
RESUMEN
La autoestima es una de las necesidades básicas del ser humano.
Gracias a la motivación se origina la necesidad al cambio.
Para inculcar una sana autoestima a nuestros hijos, antes debemos cono-
cer la nuestra.
Los padres con poca autoestima tienden a prolongarse en la autoestima
de sus hijos.
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Emociones que influyen en la autoestima
La culpa nos avisa de que tenemos que hacer cambios para adaptarnos
mejor a una situación y se suele dar cuando no hemos actuado acorde a
nuestros valores.
Las situaciones que entristecen a adolescentes suelen tener que ver con
conflictos entre padres y amigos, mientras que en los adultos se relaciona
a problemas laborales, económicos y familiares.
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