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"Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía." Santiago 3:17
1. Pero la sabiduría que es de lo alto es
primeramente pura, después pacífica, amable,
benigna, llena de misericordia y de buenos
frutos, sin incertidumbre ni hipocresía.
Santiago 3:17
2. La hipocresía puede venir del deseo de esconder de los demás
motivos reales o sentimientos. La hipocresía no es simplemente la
inconsistencia entre aquello que se defiende y aquello que se
hace.
Es decir, una persona hipócrita es aquella que pretende que se
vea la grandeza y bondad que construye con apariencias sobre sí
misma, propagándose como ejemplo y pretendiendo o pidiendo
que se actúe de la misma forma, además de que se glorifique su
accionar, aunque sus fines y logros estén alejados de la realidad.
3. Hipocresía Social
La moda
La política
Lo laboral
Hipocresía Espiritual (Mateo 6)
En el obrar (v 1)
En las intenciones (v 2-4)
En la oración (v 5-7)
4. El miedo a la realidad
El no enfrentarse a sí mismo
El no aceptarse tal como es
La inseguridad
6. Reconocer que Dios es el Señor de todo el universo.
Salmo 103:19
Tener fe.
Hebreos 11:6
Ser valientes.
Josué 1:9
Esperar en el Señor.
Isaías 64:4
Meditar en la Palabra de Dios.
Josué 1:8
7. Escuchar la voz de Dios.
Marcos 4:24
Sufrir la oposición del mundo si es necesario.
Hechos 5:29
Vivir alejados del pecado.
Efesios 4:25-31
Someter nuestra voluntad ante el Señor.
Lucas 22:42
Caminar por fe.
Génesis 12:1
8. ¿Estoy siendo un hipócrita espiritual? ¿Por cuál motivo?
De los requerimientos de la obediencia ¿Cuál de ellos le parece
más difícil? ¿Cuál es el más fácil?
¿De qué manera se ve afectada su obediencia por el nivel de
confianza que tiene en el Señor? ¿Qué situación le ha hecho
dudar de que la voluntad de Dios para su vida sea la mejor
opción? ¿Qué debe hacer para aumentar la fe que ya tiene en
Jesucristo?
Notas del editor
La hipocresía puede venir del deseo de esconder de los demás motivos reales o sentimientos. La hipocresía no es simplemente la inconsistencia entre aquello que se defiende y aquello que se hace.
Es decir, una persona hipócrita es aquella que pretende que se vea la grandeza y bondad que construye con apariencias sobre sí misma, propagándose como ejemplo y pretendiendo o pidiendo que se actúe de la misma forma, además de que se glorifique su accionar, aunque sus fines y logros estén alejados de la realidad.
Gálatas 2:11-13 – 11 Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar.12 Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión. 13 Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos.´´
Aquí vemos como hay una discrepancia del apóstol Pablo hacia Pedro por todo lo que estaba cometiendo allí en Antioquía, lo que pasó es que el apóstol Pedro se estaba dejando llevar por algunas costumbres paganas dentro de la iglesia gentil, pero dice la Biblia que cuando fueron los de la circuncisión empezaba a dejar de comportarse como gentil, en pocas palabras Pedro fue un hipócrita en su actuar y con esa hipocresía estaba arrastrando a los demás.
Ellos conocían muy bien la doctrina de la justificación por gracia a través de la fe en Jesucristo como salvador, sin embargo, estaba dejando entrar ciertas prácticas en la iglesia que eran ajenas a algunos ritos Judíos, el apóstol Pedro tenía que seguir comportándose como Judío y no como gentil, es como por ejemplo un Judío Mesiánico es salvo a través de la fe en Jesucristo pero no deja se comportarse como un Judío, y esto fue lo que le reclama el apóstol Pablo en los siguientes versículos y le habla acerca de la salvación a través de la fe pero sin dejar lo que ya tenían enseñado por sus padres como nación Judía.
Esto mismo es lo que estaba haciendo el apóstol Pedro simulaba ser gentil en sus prácticas, sin embargo era judío de nacimiento, imagínese usted en prácticas que él no estaba de acuerdo según las prácticas judías y después por ganar a los gentiles practicarlas, por eso es que se confundieron algunos de allí en Antioquia, y por eso es que le llama la atención fuertemente el apóstol Pablo, Por eso hay que entender bien la doctrina de la gracia y mantener siempre un equilibrio para no caer en el libertinaje, porque la gracia no es licencia para poder pecar. Y el lamentable resultado en vivir en el libertinaje (abuso de la gracia) es vivir con doble cara, con máscaras, con hipocresía.
SOCIAL
es cuando tratamos de encajar o de agradar a un grupo determinado, y en este afán terminamos actuando como ellos a pesar de que no es lo que queremos. Las cosas que influyen en lo social son:
1.1. La moda. Muchas persona terminan vistiéndose como lo hacen los demás así eso no le guste
1.2. La política: muchas personas de nuestra sociedad terminan eligiendo candidatos no por el plan de trabajo que él tiene, lo hacen por el obsequio que recibieron de ellos en ese momento.
1.3. Lo laboral: debido a la situación difícil que pasa la sociedad muchos terminan trabajando en actividades que no les gusta.
1. El miedo a la realidad: la realidad en la que vivimos muchas veces están difícil que preferimos vivir otra realidad que no es la nuestra.
2. El no enfrentarse a sí mismo: Pablo decía; yo obligo a mi cuerpo. Si nosotros mismos no nos obligamos terminamos haciendo cosas que queremos hacer pero sabemos que no son buenas.
3. El no aceptarse tal como es: esto no significa resignación, los seres humanos debemos luchar cada día por ser mejores; pero si debemos tener en cuenta nuestras limitaciones, o mejor aun miremos nuestras debilidades, esto nos ayudara para no caer.
4. La inseguridad: cuando una persona no sabe lo que quiere o para donde va, es más fácil terminar haciendo cosas que no quiere.
Muchas veces la hipocresía se convierte en un mecanismo de defensa a la hora de enfrentarnos a nosotros mismos y a los demás.
La obediencia consiste en hacer lo que Dios nos dice, de la manera y en el tiempo que desea que lo hagamos.
Puede que deseemos cambiar esa definición, pero esto es lo que el Señor espera de nosotros. En todo momento nos capacita para que podamos hacer lo que demanda de nosotros. Sin embargo, hay ocasiones en las que sentimos temor de obedecerle, pues no sabemos lo que sucederá como resultado. En ocasiones sufrimos por ser obedientes. Pero si estamos convencidos de que nuestro Padre celestial nos ama y siempre hace lo que es mejor para sus hijos, confiaremos en sus promesas y dejaremos las consecuencias en sus manos. No es fácil ser obediente a Dios, pero esto es un aspecto esencial si en verdad deseamos vivir de acuerdo a su voluntad.
Reconocer que Dios es el Señor de todo el universo
Puede que en ocasiones algunos sientan que el Señor no está en control, pues le da la libertad a los seres humanos de tomar decisiones, y en ocasiones estas traen sufrimiento, problemas y dificultades. Sin embargo, el Salmo 103.19 nos asegura que “su reino domina sobre todos”. Es al reconocer su señorío sobre toda su creación, que reconocemos que debemos someternos a su autoridad.
Tener fe.
Si vamos a obedecer a Dios, debemos creer en lo que nos ha dicho. En Hebreos 11.6 nos declara que “es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”. El Señor nos ama y desea lo que es mejor para nuestra vida; solo nos pide que le obedezcamos. Pero la incredulidad es enemigo de la obediencia, y al rebelarnos contra su voluntad sufrimos graves consecuencias
Ser valientes.
Cuando el Señor escogió a Josué para que guiara a su pueblo a la tierra prometida le dijo: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas” (Jos 1.9). El Señor sabía que Josué necesitaba ser valiente para enfrentar las dificultades y pruebas que vendrían a su camino. Eso fue lo mismo que sucedió en la vida de los profetas y apóstoles, y también en la vida de cada creyente en Cristo. No debemos permitir que el temor nos impida obedecer a Dios.
Esperar en el Señor.
El tiempo de Dios es siempre perfecto, pero puede que desde nuestro punto de vista parezca como si actuara demasiado lento. Si ponemos nuestra mirada en las circunstancias que vivimos, puede que nos sintamos tentados a actuar sin esperar por el Señor. Pero Isaías 64.4 nos dice: “ni ojo ha visto a Dios fuera de ti, que hiciese por el que en él espera”. No estamos inactivos al esperar en el Señor, sino somos sensibles a su dirección antes de tomar cualquier decisión. Solo Él conoce cada detalle de nuestra vida y el tiempo perfecto en cada situación.
Meditar en la Palabra de Dios.
Para obedecerle, primero debemos conocer sus enseñanzas. Es por eso que le dice a Josué: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito” (Jos 1.8). Meditar significa reflexionar en la enseñanza que hemos recibido y aplicarla a nuestro diario vivir. Si en verdad deseamos seguir al Señor debemos llenar nuestra mente y corazón con su Palabra. Es al meditar en sus enseñanzas que consideramos su dirección, promesas y verdad que nos revela en la Biblia. Y al leer y meditar en su Palabra, somos desafiados a examinarnos a nosotros mismos y a cambiar aquello que no sea de su agrado.
Escuchar la voz de Dios.
Debemos ser cuidadosos de no dejarnos guiar por otras voces (Mr 4.24). Si estamos dispuestos a escuchar su voz, el Señor nos hablará por medio de su Espíritu Santo. En ocasiones nos hablará mientras oramos, al poner en nuestro corazón aquello que desea revelarnos. Solo debemos recordar que nunca nos dirá nada que vaya en contra de las enseñanzas de la Biblia. Es por eso que debemos dedicar tiempo para estudiar sus enseñanzas, pues la Biblia es nuestra guía en este mundo. Si algún pasaje que leemos capta nuestra atención, debemos detenernos y pedirle al Señor que nos muestre lo que desea revelarnos por medio del mismo. Y es de esa manera que moldea nuestra mente para que lleguemos a pensar de acuerdo a su voluntad.
Sufrir la oposición del mundo si es necesario.
Cuando el Sanedrín amenazó a Pedro y a los demás discípulos para que no predicaran el evangelio, ellos respondieron que: “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hch 5.29). Es posible que nosotros también tengamos que decir esto en algunas ocasiones mientras vivamos en este mundo. Por ejemplo, puede que en nuestro centro de trabajo se nos pida hacer algo que va en contra de nuestra fe y de las enseñanzas de Dios. Habrá ocasiones en la que tendremos que hacer lo que no es del agrado de otros con tal de obedecer al Señor.
Vivir alejados del pecado.
No podemos decir que vivimos en obediencia a Dios si nos deleitamos en el pecado. De acuerdo a Efesios 4.25-31, debemos desechar todo aquello que no sea del agrado de nuestro Padre celestial. Eso no significa que seamos perfectos, sino que vivimos sometidos a la autoridad del Espíritu Santo. Si su Espíritu nos muestra que hemos pecado, debemos confesar nuestra desobediencia y arrepentirnos de nuestro pecado.
Someter nuestra voluntad ante el Señor.
Debemos imitar la actitud de obediencia que Jesús siempre tuvo. En Lucas 22.42 nos dice: “pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Cada mañana debemos depositar nuestra vida en las manos del Señor, y desear hacer solo aquello que sea de su agrado. Pero si optamos por ser rebeldes y no nos sometemos a su voluntad, sufriremos graves consecuencias por nuestra desobediencia.
Caminar por fe.
Dios no siempre nos muestra claramente el camino que debemos seguir. Cuando llamó a su siervo Abraham, le dijo que dejara su tierra y su parentela, para ir a la tierra que le mostraría (Gn 12.1). Abraham no conocía los detalles de su viaje, pero el Señor guió fielmente cada uno de sus pasos. Y en ocasiones, esa es la misma manera en la que obra en nuestra vida. No nos muestra cada detalle del viaje que tenemos por delante, pero sí promete guiarnos si tenemos fe en Él.