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Hepatitis B
Definición:
La hepatitis es la inflamación del hígado
provocada por infección de un virus, y más
raramente por intoxicación. El síntoma principal
es la ictericia (coloración amarilla de la piel).
Como consecuencia de la inflamación, se
bloquea el paso de la bilis que produce el
hígado al descomponer la grasa, y se altera la
función del hígado. Cuando una persona
contrae hepatitis, el hígado se inflama y deja de
funcionar correctamente. Los virus
responsables, por su parte, son gérmenes y
hacen que la enfermedad, en sus tres tipos más
habituales, A, B y C, se contagie de una
persona a otra; se denominan, respectivamente,
virus de la hepatitis A, virus de la hepatitis B, y
virus de la hepatitis C.
Para esta enfermedad hay grupos de personas
con marcado riesgo. Los recién nacidos de
madres portadoras del virus, trabajadores
expuestos a sangre humana, drogadictos que
comparten jeringuillas, aquellos que mantienen
relaciones sexuales sin protección con personas
infectadas, los que han recibido una transfusión
de sangre antes de que hubiera disponible
mejores análisis de sangre (1975) y los
hemofílicos.
Signos y síntomas
Los síntomas de la enfermedad son comunes a
las formas de hepatitis A, B y C. La persona que
contrae cualquiera de las formas de hepatitis, A,
B o C, acostumbra a sentirse como si tuviera la
gripe. Hay síntomas que aparecen siempre, y
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otros que sólo los presentan algunas personas.
Acuda al médico si experimenta cansancio,
náuseas, fiebre, pérdida del apetito, dolor de
estómago, diarrea, oscurecimiento de la orina,
excrementos de color claro y color amarillento
en ojos y piel (ictericia).
Tipos
Existen diferentes tipos de hepatitis. Según la
forma como se contrae, se habla de: hepatitis
epidémica y hepatitis de inoculación. La primera
se contrae de forma directa: ingestión de un
alimento en malas condiciones (leche,
mantequilla, mariscos, etc.), en tanto que la
hepatitis de inoculación es cuando se contrae
durante un acto terapéutico que comporte
inyección de sangre u otros productos que la
contengan, o por utilización de material
contaminado (agujas, jeringas, etc...).
El periodo de transmisión es el tiempo en qué la
persona portadora del virus de la hepatitis
puede contagiar a otras personas. Es importante
darse cuenta de que una persona portadora,
aunque no tenga síntomas, puede contagiar la
enfermedad. La forma más común de contagio
es a través del contacto con excremento de una
evacuación intestinal, como por ejemplo cuando
se le cambia el pañal a un bebé infectado,
cuando se comen alimentos preparados por
alguien que ha tocado excremento infectado y e
n muchos casos por beber agua contaminada
con excremento infectado
Diagnóstico
La forma como se puede comprobar la hepatitis
es a través de dos tipos de pruebas: El Análisis
de sangre y la biopsia, esta última es una
prueba sencilla que consiste en extraer un
pequeño pedazo de hígado, para analizar los
tejidos al microscopio y comprobar si están o no
dañados.
Las alteraciones más constantes son el
aumento de la bilirrubina en sangre y el
aumento de la actividad de las transaminasas
(enzimas hepáticos, conocidos por sus iniciales
ALT o GPT y AST o GOT). Se hallan entre 20 y
40 veces más elevadas de los valores normales.
Estas pruebas no sólo explican si se tiene
hepatitis, sino que también determinan de qué
tipo, A, B o C y la gravedad de la enfermedad.
El diagnóstico se confirma por la demostración
de anticuerpos contra el virus de la hepatitis en
el suero de los pacientes con la forma aguda o
que en fecha reciente estuvieron enfermos. Los
virus y los anticuerpos se detectan por una
prueba radioinmunoensayo. Otros exámenes de
sangre, tales como los de la función hepática, o
los enzimogramas hepáticos, pueden sugerir un
daño hepático que puede ser causado por algún
virus de la hepatitis. La biopsia de hígado, y la
laparoscopia sirven para determinar con certeza
el grado de daño hepático en el individuo que es
positivo para anticuerpos de la hepatitis.
Tratamientos
La Hepatitis B necesita tratamiento efectivo.
Bien sea por la vía quirúrgica, cuando el hígado
deja de funcionar correctamente a causa de
este tipo de hepatitis o mediante la
administración prolongada a lo largo de cuatro
meses del medicamento denominado
interferón.
Prevención
Para evitar el contagio de la hepatitis A y B,
existen dos posibilidades, Las vacunas
(inyecciones) y los cuidados personales. En el
caso de los bebes la primera inyección se
administra en cualquier momento entre la 4ª u 8ª
semana de vida, pero si la madre es portadora
se administra a las 12 horas del nacimiento; la
segunda, entre los 30 días s y los 2 meses de
edad (dependiendo de cuándo se administró la
primera); y la tercera, entre los 6 y los 18 meses
de edad.
Para los niños mayores y adultos la vacuna se
realiza a través de tres inyecciones en el plazo
de seis meses. Los niños que no se han
vacunado deben hacerlo. Pero además, este
método preventivo, que se conoce como vacuna
combinada, está especialmente indicado para
los viajeros, homosexuales masculinos con
múltiples parejas, usuarios de drogas por vía
parenteral, pacientes hemofílicos y personal
sanitario de hospitales.
El tratamiento incluye también los cuidados
personales, como son el uso de preservativo
cada vez que se mantengan relaciones
sexuales, no compartir con nadie agujas para
inyectarse drogas, usar guantes si tiene que
tocar la sangre de otra persona, no usar el
cepillo de dientes o la máquina de afeitar de una
persona infectada, o cualquier otra cosa que
pudiera tener restos de su sangre.
Asegurarse de que los instrumentos estén
limpios, en caso de hacerse un tatuaje o
perforación en alguna parte del cuerpo.