El documento propone tres dimensiones para evaluar la práctica educativa de los docentes: 1) el pensamiento didáctico y la planificación de la enseñanza, 2) la interacción educativa dentro del aula, y 3) la reflexión sobre los resultados alcanzados. Estas dimensiones son interdependientes y deben abordarse de manera integrada. Los programas de mejoramiento docente deben comenzar con la evaluación de la práctica educativa antes de abordar la formación docente.