1. HISTORIA DE LOS PROCESOS DE FABRICACIÓN
La historia de la manufactura está marcada por desarrollos graduales, pero los
efectos acumulativos han tenido sustanciales consecuencias sociales, las cuales
se pueden considerar revolucionarias.
Primeros desarrollos
La manufactura se ha practicado desde hace varios miles de años, comenzando
con la producción de artículos de piedra, cerámica y metal. Los romanos ya tenían
fábricas para la producción en masa de artículos de vidrio, y en muchas
actividades, incluyendo la minería, la
metalurgia, y la industria textil se ha
empleado desde hace mucho tiempo
el principio de división de trabajo. Sin
embargo, por siglos gran parte de la
manufactura permaneció como una
actividad esencialmente individual,
practicada por artesanos y sus
aprendices. El ingenio de
generaciones sucesivas de artesanos
condujo al desarrollo de muchos
procesos y a una gran variedad de
productos, pero la escala de producción estaba necesariamente limitada por la
potencia disponible. La potencia del agua sustituyó a la muscular de la Edad
Media, pero solo hasta el punto permitido por la disponibilidad del agua en
movimiento; ello limito la localización de las industrias y la tasa de crecimiento de
la producción industrial.
La primera Revolución Industrial
Al termino del siglo XVIII, el desarrollo de la máquina de vapor hizo posible
disponer de potencia en grandes cantidades y en muchos lugares. Esto agilizó los
avances en los procesos de manufactura y facilito el crecimiento de la producción,
proporcionando una abundancia de bienes y, con la mecanización de la
agricultura, de productos agrícolas. Como resultado, la sociedad también se
transformó. Mas tarde, este desarrollo se conoció como la Revolución Industrial, la
cual se caracterizo porque la potencia mecánica reemplaza a la física del
trabajador.
2. Hacia mediados del siglo XIX, algunas funciones del trabajador habían sido
reemplazadas por máquinas, en las cuales los componentes mecanicos, tales
como levas y palancas, estaban
ingeniosamente configurados
para realizar tareas simples y
repetitivas. A principios del siglo
XX, el desarrollo se impulsó
aún más por la introducción de
la potencia eléctrica: las
máquinas ahora podían ser
accionadas individualmente, y
los controles con base en
circuitos eléctricos permitieron
un alto grado de complejidad.
La segunda Revolución Industrial
A partir de la segunda mitad del siglo XX han tenido lugar desarrollos adicionales.
Las computadoras comenzaron a ofrecer una potencia computacional ni siquiera
soñada, y los dispositivos
electrónicos de estado sólido
permitieron la fabricación de
dispositivos de gran flexibilidad a
un costo cada vez menor. A
principios de los años setenta la
disponibilidad del microchip, con
miles de componentes
electrónicos abarrotados en una
minúscula oblea de silicio, hizo
posible desempeñar tareas
computacionales, de control, de
planeación y de administración a
altas velocidades, con frecuencia
en tiempo real y a bajo costo.
Una característica de la llamada
segunda revolución industrial es
que, además de la posibilidad de reemplazar la mayoría del trabajo físico, ahora
es posible intensificar y algunas veces sustituir el esfuerzo mental.