2. Al encuentro del alumno rebelde.
Al encuentro del alumno desanimado.
Al encuentro del alumno perdido.
Al encuentro del alumno despreciado.
Al encuentro del alumno avanzado.
El Gran Maestro no se sentó en su clase, esperando
que sus alumnos entrasen en el aula, para poderles
impartir sus magistrales lecciones.
Desde el momento en el que el virus del
pecado obligó a cerrar el aula del Edén,
Jesús ha estado buscando alumnos a los
que poder enseñar las hermosas
lecciones de vida eterna.
3. “Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?”
(Génesis 3:9)
Hasta ese aciago día, Adán y Eva se encontraban diariamente
con el Maestro para aprender de Él.
Pero ahora se habían rebelado. Desconfiaron de Dios y quisieron
obtener por su cuenta un “conocimiento superior”.
Pero el resultado no fue un estado de
felicidad, sino de miedo. Temiendo el
castigo, se escondieron de la
presencia divina.
Pero Jesús fue a su encuentro y
los llamó. Sí, debían ser
castigados. Pero tenían una nueva
oportunidad. Existía un rescate
por su pecado (Genesis 3:15).
El mismo Maestro pagaría por su rebelión: “Pues si por la
transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán
en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia
de la gracia y del don de la justicia” (Romanos 5:17).
4. Tal como nos indica Pablo en Romanos 5, Jesús, el
Maestro Divino, corrige y repara los desperfectos
causados por la rebelión de sus alumnos.
A D Á N
Murieron muchos (v. 15)
Vino el juicio para
condenación
(v. 16)
Reinó la muerte (v. 17)
Vino la condenación
(v. 18)
Muchos fueron
constituidos pecadores
(v. 19)
J E S U C R I S T O
Abundó la gracia (v. 15)
Vino para justificación
(v. 16)
Reinaremos en vida (v.
17)
Vino la justificación de
vida (v. 18)
Muchos serán
constituidos justos (v. 19)
5. “Al despertar Jacob de su sueño, pensó: «En realidad, el SEÑOR está
en este lugar, y yo no me había dado cuenta.»” (Génesis 28:16 NVI)
Jacob tuvo tiempo suficiente para meditar
en las terribles consecuencias de haberse
dejado influenciar para engañar a su padre,
y provocar la ira de su hermano.
Desanimado y solitario, se dirigía hacia un
futuro incierto. Pero Dios salió a su
encuentro y le infundió el ánimo que
necesitaba para mantenerlo firme durante
los difíciles años que iba a pasar en el exilio.
¿Cuántas veces nos hemos sentido
desanimados por nuestros propios
pecados?
Al igual que hizo con Jacob, Dios sale a
nuestro encuentro. Nos asegura el perdón,
nos fortalece y nos anima a seguir
caminando de su mano (Isaías 42:16).
6. El Creador, el Divino Maestro, vino en rescate de todos
nosotros, que estábamos perdidos. Y para hacerlo, se
hizo uno como nosotros (Juan 1:14).
En la primera aparición pública de Jesús, Juan –como
profeta– lo reconoció como “el Cordero de Dios” y “el
Hijo de Dios” (Juan 1:29, 34).
Dos de los discípulos de Juan,
que habían escuchado sus
palabras, siguieron a Jesús.
Cuando hablaron con él, le
llamaron “Rabí”, es decir, lo
aceptaron como maestro
(Juan 1:37-38).
Jesús fue, sin lugar a duda,
“el maestro más grande que
el mundo haya visto jamás”
(Elena G. White, The Signs of
the Times, 10/6/1886).
7. Jesús se retiró a predicar entre los judíos que vivían en el
territorio de Tiro y Sidón, ciudades no judías.
Allí se encontró con una alumna que no pertenecía a su aula.
Era despreciada por los alumnos del Maestro. Incluso Jesús
mismo la trató con frialdad.
Pero esta alumna, además de despreciada,
era “contestona”. Osadamente, se atrevió a
colocar sobre la mesa argumentos que, de
alguna manera, contradecían a los que Jesús
estaba usando.
La alumna convenció al Maestro y consiguió
lo que necesitaba. A Jesús le gusta que sus
alumnos (nosotros) le manifestemos
nuestras dudas, o nuestras quejas.
De esta forma, le damos la oportunidad de solucionar nuestros problemas, sanar
nuestras heridas y dirigirnos en el camino hacia la vida eterna.
8. Los alumnos que, por el estudio de las Escrituras,
estaban mejor preparados para aceptar las
enseñanzas de Jesús, decidieron rechazarlo. Eran
ciegos espirituales (Juan 9:40-41).
Los alumnos más cercanos a Jesús también parecían
padecer algún tipo de ceguera espiritual, pues eran
incapaces de comprender correctamente sus enseñanzas
(Marcos 8:17-21).
Sin embargo, Bartimeo (físicamente ciego) tenía una correcta
visión espiritual. Él alcanzo a ver con claridad en Jesús al
Mesías prometido. Era, sin duda, un alumno avanzado.
Algunos alumnos necesitan “leche espiritual”. Otros, más
avanzados, pueden tomar “alimento sólido”
(Hebreos 5:12-14).
Cuanto más tiempo pasemos con Jesús, más capacitados
estaremos para recibir sus enseñanzas.
9. “No debemos permanecer siempre en
calidad de niños en nuestro
conocimiento y experiencia de las
cosas espirituales. No hemos de
expresarnos siempre en el lenguaje
del que acaba de recibir a Cristo,
sino que nuestras oraciones y
exhortaciones deberían crecer en
inteligencia a medida que aumenta
nuestra experiencia en la verdad”
E.G.W. (Hijos e hijas de Dios, 19 de noviembre)
10. “Cuando el enemigo os diga que el
Señor os ha abandonado, decidle que
sabéis que no lo ha hecho, pues
declara: “No te desampararé, ni te
dejaré”. Hebreos 13:5.
No hay límite a la ayuda que el
Salvador está dispuesto a
concedernos. Él nos invita a llevar en
nuestras vidas la gracia que nos
guardará del pecado. Desde la cruz
del Calvario nos llegan libertad,
esperanza y fortaleza. No deshonréis
a vuestro Redentor dudando de su
poder. Confiad en él siempre”
E.G.W. (En los lugares celestiales, 25 de septiembre)