El documento ofrece consejos para emprendedores sobre cómo crear y gestionar un negocio de manera exitosa. Enfatiza la importancia de no confundir un producto con un negocio, validar las ideas tempranamente con clientes potenciales, evitar depender exclusivamente de canales digitales para las ventas, aprovechar la escasez de recursos para fomentar la innovación, mantener la flexibilidad ante los cambios en el mercado, y dedicar tiempo a mantenerse actualizado sobre tendencias a través de la interacción con otros.
1. 01. ¿Solo o con leche?
Una cosa es crear un producto y otra bien diferente, crear un negocio. Un producto puede
desarrollarlo una única persona con su imaginación y un poco de habilidad, pero un negocio es
mucho más que un producto: son ventas, es administración, es toma de decisiones, son viajes, son
números, son reuniones…; ¿de verdad crees que una única persona puede hacer todo eso?
Hablamos de capacidades y de tiempo, y nunca aparece un emprender tan polifacético para asumir
todas esas labores por sí mismo, hacerlas de modo excelente, y encajarlas en las horas que puede
dedicar diariamente a su proyecto. Por eso, no confundamos “producto” y “negocio”. Son
dimensiones diferentes que precisan tratamientos diferentes.
02. ¿Hay alguien ahí?
Pocos emprendedores aplican Lean Startup cuando están en fase de ideación de un producto o
servicio. Suelen construir su proyecto en la soledad de una habitación, delante de un ordenador,
buscando datos de mercado y analizando competidores, olvidando el punto clave de todo proyecto:
el cliente es quien decide si algo es bueno o no. La pasión de quien tiene una idea llega a tal punto
que solo aparecen virtudes y ningún defecto… hasta que su solución llega al mercado. ¡¡Demasiado
tarde!! A estas alturas ya hemos invertido dinero y arrastramos compromisos y deudas. ¿Qué
hubiera sido lo correcto? “Co-crear”, es decir, compartir rápidamente la idea con algún potencial
cliente para conocer, desde el inicio, la valoración que hace de la misma y su intención de compra.
Escuchar a tiempo a quien va a pagar es una clave que muchas veces se descuida.
03. Nada de vende solo
Existe la creencia de que vender consiste en exponer el producto en una página web y en redes
sociales, acumulando miles de seguidores detrás. La “autosuficiencia comercial” es un grandísimo
error, porque pasa el tiempo y uno es consciente que las cosas no van como se desea, el trabajo de
reconducir toda la estrategia comercial es tremendamente laborioso: no sólo hay que crear los
2. mensajes adecuados, sino que muchas veces hay que “destruir” buena parte de lo que se construyó
en aquel momento de autosuficiencia comercial.
04. El dinero es enemigo del ingenio
Y esto no significa que los proyectos puedan salir adelante sin dinero, aunque muchas veces las
cantidades que se cree que son necesarias son inferiores. Tener dinero “automatiza” los procesos, es
decir, nos lleva a caer en la rutina de inversiones de toda la vida. Y ya sabemos qué sucede cuándo
se aplica la rutina: el resultado es similar al de todo el mundo. Lejos de eso, la escasez agudiza el
ingenio y obliga a “repensar” las cosas, haciendo que afloren soluciones innovadoras que
diferencian el producto o generan un negocio menos dependiente del capital externo, es decir, más
libre y rápido a la hora de lograr el punto de equilibrio.
05. El don de la inmortalidad
No existen “negocios para toda la vida”. Los consumidores están sometidos a cientos de alternativas
y son muy cambiantes en sus decisiones; sienten curiosidad y quieren probar cosas diferentes, es
decir, son infieles “por naturaleza”. No planteemos negocios pensando en que tendremos un largo
plazo de tiempo para alcanzar el retorno de lo invertido; lejos de eso, trabajemos con lo mínimo
posible, estemos siempre atentos al exterior, y promovamos la innovación constante como modo de
evolucionar conforme lo va a ir demandando el consumidor. La flexibilidad es la clave.
06. Hay vida más allá de la oficina.
Sabemos que poner un negocio no es fácil y que conlleva mucha dedicación de tiempo. Pero ese
tiempo debemos dividirlo adecuadamente en las actividades clave, y una de ellas es mantenerse al
día de todo lo que sucede. Lejos de encerrarte en la oficina desde que sale el sol hasta que se pone,
crea el hábito de compartir una parte del tiempo con personas que pueden darte nuevas ideas o
pistas valiosas sobre cosas que se avecinan: asiste a conferencias, lee libros, charla con colegas,
escucha a los clientes, a los proveedores. Deja de mirarte el ombligo y dedica parte del tiempo a
hacer networking. Las cosas te irán mejor.
Firmado: Juan José Romero Crusat
jjromero@sumaimportancia.com
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