1. En el Pesebre…
Se nos mezclan en la imaginación la ternura y la pobreza, el frío y la calidez, la
emoción y el miedo. Todo depende de dónde ponga uno el acento, si en una
contemplación realista de la escena (un parto poco menos que a la
intemperie), o en una mirada espiritual a la buena noticia escondida tras la
miseria (el Dios niño que viene a darle la vuelta a la lógica del mundo). Y es
que algo de todo esto hay en el pesebre: el dolor y la dicha, la cruz y la cara.
[En el Pesebre…- La Cruz]
“Y dio luz a su primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no habían encontrado sitio
en la posada.” (Lc 2, 7)
Que ya desde el Nacimiento se apunta esa cruz de la historia, de la vida, de la encarnación. Dios que se
hace muy pequeño, y no elige para nacer los salones de gala, las clínicas modernas o los hospitales llenos
de seguridades de nuestros tiempos; elige un tiempo de pobreza, y un lugar al margen del imperio. Elige
una familia humilde. Elige la incertidumbre frente a tenerlo todo asegurado. Porque sabe que solo ahí,
en la cuneta de los caminos, tendrán acceso a él los desheredados de la historia. Y esa ser, una y otra vez,
su manera de estar en la vida y en el mundo. En los márgenes. En el pesebre…
Piensa, por un instante, en la dificultad, la sombra, la “cruz” de la Navidad… para no
caer en una visión edulcorada del compromiso de Dios con nosotros.
[En el Pesebre…- La Cara]
«El ángel les dijo: No temáis. Mirad, os doy una Buena Noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy os ha
nacido en la Ciudad de David el Salvador, el Mesías y Señor.» (Lc 2, 10-11)
Pero Jesús no nace en soledad. Nace rodeado de gente buena. Gente que comprende lo que es el
compromiso, la pasión, la entrega, el amor. Porque al final de eso se trata todo esto, del Amor. Así, con
mayúsculas. El amor que es Dios mismo. El amor que viene a anunciar a un mundo que se ha atascado en
odios, rivalidades, opresión y rencores. Como en tantas épocas. El anuncio sigue siendo necesario. Como
necesario es el amor. Y resulta que al final de eso va la Navidad. No de fiestas, risas de lata, zambombas o
comilonas. Va de amor. Amor que es capaz de apostarlo todo por los suyos. Amor incondicional, definitivo,
eterno. Amor que no deja de creer en nosotros. Ese es el mayor milagro.
¿Qué es para ti la “cara” de la Navidad?
¿Qué buena noticia vives?
ENERO 2015 / Nº 60
2. .
www.vocacionpasionista.com
Juanma 651685152 (Álcala de H.) · Daniel 669906063 (Madrid) · Nando 690297778 (Zuera)
vocacionpasionista@gmail.com
Texto: Pastoralsj
AÑO de la
VIDA CONSAGRADA
ENCUENTRO de NAVIDAD
Jóvenes Religiosos Pasionistas
· Valencia, 28 – 30 diciembre 2014 ·